CURSO DE FORMACIÓN
TEOLÓGICA EVANGÉLICA
Volumen X
ÉTICA
Ética Cristiana
Francisco Lacueva
Editorial CLIE
C/ Ferrocarril, 8
08232 VILADECAVALLS (Barcelona) ESPAÑA
E-mail: clie@clie.es
Internet: http://www.clie.es
ÉTICA CRISTIANA
CURSO DE FORMACIÓN TEOLÓGICA EVANGÉLICA V.10
© 1975, de la Misión Evangélica Bautista de España
ISBN: 978-84-7228-176-9
eISBN: 978-84-8267-752-1
Clasifíquese:
Teología cristiana
Ética
INDICE DE MATERIAS
INTRODUCCION
PRIMERA PARTE: LOS SISTEMAS ETICOS
Lección 1.ªNoción general de Etica. 1. Definición 2. ¿Por qué es el hombre un ser ético? 3. ¿Existe para el hombre una Etica meramente natural? 4. Sólo existe una Etica válida, la cristiana
Lección 2.ªSistemas éticos utilitaristas. 1. El epicureísmo. 2. Crítica del epicureísmo. 3. El utilitarismo. 4. Crítica del utilitarismo
Lección 3.ªSistemas éticos idealitas. 1. El intuicionismo. 2. Crítica del intuicionismo. 3. El purismo moral de Kant. 4. Crítica de la Etica kaitiana
Lección 4.ªSistemas éticos dialécticos. 1. La Etica evolucionista. 2. Crítica de la Etica evolucionista. 3. Etica de Hegel. 4. Crítica de la Etica hegeliana. 5. Etica existencialista o Moral de situación. 6. Crítica de la Etica de situación
Lección 5.ªSistemas éticos trascendentales. 1. Definición. 2. Etica de Platón. 3. Crítica de la Etica platónica. 4. Etica de Aristóteles. 5. Crítica de la Etica aristotélica
Lección 6.ªEtica teocrática o teológica. 1. Definición. 2. Su relación con las demás éticas. 3. Presupuestos fundamentales de la Etica hebreo-cristiana: A) La naturaleza moral del hombre. B) La naturaleza de Dios. C) La revelación divina
SEGUNDA PARTE: ETICA DE LA LEY
Lección 7.ªCarácter de la Etica del Antiguo Testamento. 1. El monoteísmo ético. 2. La voluntad divina. 3. El pecado humano. 4. La redención divina. A) El antiguo pacto. B) El nuevo pacto.
Lección 8.ªLa Ley del Pueblo de Israel. 1. Distintintas acepciones del término “ley”. A) La ley eterna. B) La ley natural. C) La ley científica. D) La ley positiva. E) La ley divina. 2. El carácter de la torah. 3. Comparación entre la torah y la ley positiva. 4. El propósito de la torah
Lección 9.ªEl Decálogo. 1. Carácter religioso del Decálogo. 2. Su orden. 3. La primera tabla. 4. La segunda tabla. 5. Evaluación del Decálogo. A) Sus puntos fuertes. B) Sus limitaciones
Lección 10.ªEnseñanzas éticas de los profetas del Antiguo Testamento. 1. Objetivos del ministerio prefético. 2. El mensaje distintivo de cada profeta. 3. Puntos éticos que destacan en la enseñanza profética. A) La separación de Dios. B) La injusticia social. C) El juicio divino. D) La gracia regeneradora
TERCERA PARTE: ETICA DEL EVANGELIO
Lección 11.ªLa enseñanza ética del Señor Jesucristo (I). 1. Relación entre la Etica de Cristo y la del Antiguo Testamento. A) Su relación con la Ley. B) Su relación con los Profetas. C) Su originalidad. 2. Lugar de la Etica de Cristo en el Evangelio cristiano. 3. Su relación con la enseñanza del Reino de Dios. A’) Teoría de la “Etica del ínterin”. B’) La Etica del Reino futuro. C’) La Etica del Reino futuro con validez actual. D’) La Etica del Reino de Dios como realidad presente. 4. Enseñanza de Jesús acerca de las recompensas.
Lección 12.ªLa enseñanza ética del Señor Jesucristo (II). 5. Forma de la enseñanza ética de Jesús. 6. Enseñanza ética positiva de Jesús. A) Mandamientos. B) Ejemplos. C) Consejos. 7. Enseñanza ética negativa de Jesús. A’) El desordenado amor a sí mismo. B’) Los pecados de la carne. C’) Los pecados del espíritu. D’) Pecados de tipo religioso
Lección 13.ªPrincipios de ética paulina (I). 1. Características de la ética paulina. A) Más teológica que humanista. B) Más espiritual que legalista. C) Más disciplinada que “ascética”. 2. Bases teológicas de la ética paulina. A’) El Reino de Dios. B’) El Evangelio de la salvación. C’) La fe
Lección 14.ªPrincipios de ética paulina (II). 3. Los motivos de la ética paulina. A) El deseo de complacer a Dios. B) El testimonio del Evangelio. C) La solicitud por el bien de la Iglesia. D) El motivo escatológico. E) Las consecuencias de la desobediencia. 4. Las normas de la ética paulina. A’) La Ley. B’) El ejemplo de Cristo. C’) La conciencia instruida. 5. Lo natural, lo carnal y lo espiritual. 6. El concepto del mal. A”) Pecados sexuales. B”) Los excesos. C”) Pecados de la lengua. D”) El egoísmo. E”) Pecados antisociales. 7. El concepto del bien. A’”) Las virtudes llamadas “teologales”. B’”) Otras virtudes. C’”) El fruto del Espíritu. D’”) Cosas en que el cristiano debe pensar (Flp. 4:8)
Lección 15.ªEnseñanza ética de las epístolas llamadas universales. 1. La Epístola de Santiago. A) Es aparentemente judaica. B) En realidad, su enseñanza es cristiana. C) Ofrece un resumen de moralidad cristiana. 2. Las epístolas de Pedro. A’) Su base teológica. B’) Los motivos éticos. C’) Maneras de agradar a Dios. D’) Virtudes características en las epístolas de Pedro. E’) Etica social. F’) Los vicios condenados. 3. La primera epístola de Juan. A”) Base doctrinal. B”) Las normas de conducta. C”) Los vicios que se han de evitar. 4. La epístola a los hebreos. A’”) Los pecados condenados. B’”) Las virtudes recomendadas. C’”) Los motivos éticos
CUARTA PARTE: ETICA CRISTIANA SISTEMATICA GENERAL
Lección 16.ªLa vida cristiana es un Exodo espiritual. 1. Punto de arranque de la Etica Cristiana. 2. La idea del Exodo en la ética hebreo-cristiana. 3. La constante purificación de nuestra andadura. 4. El aspecto positivo de la santificación
Lección 17.ªEl carácter santo de Dios 1. Concepto de santidad. 2. La santidad divina, exigencia de nuestra santidad. 3. Dos clases de santidad. 4. Santificación por la fe. 5. ¿Cómo encontrar meta y camino de santidad?
Lección 18.ªLa imagen de Dios en el hombre. 1. El hombre, creado a imagen de Dios. 2. Deterioro de la imagen de Dios en el hombre. 3. Dos maneras de perderse. 4. Restauración de la imagen
Lección 19.ªLos elementos de la acción ética. 1. Definición. 2. Análisis del acto moral. 3. La coloración del acto moral. A) Materia. B) Circunstancias. C) Consecuencias. 4. La motivación. 5. Clases de motivos: A”) Motivos dignos; B”) Motivos indignos. 6. ¿Mérito o recompensa? 7. Hábito y rutina
Lección 20.ªLa norma del hombre nuevo. 1. Concepto de “norma”. A) Constitutiva. B) Preceptiva. C) Declarativa. 2. “No estáis bajo la Ley, sino bajo la Gracia” (Rom. 6:14)
Lección 21.ªLa primacía del amor en la Etica Cristiana (I). 1. Cuatro clases de amor para cuatro clases de vida. A) “Epithymía”. B) “Eros”. C) “Philía”. D) “Agápe”. 2. El amor, brújula de la vida del hombre. 3. El amor en una Etica existencial cristiana
Lección 22.ªLa primacía del amor en la Etica Cristiana (II). 4. El amor, valor radical y eterno. 5. La Regla de Oro. 6. El amor y la “koinonía”
Lección 23.ªEl fruto del Espíritu y las obras de la carne. 1. Interrelación de la fe, el amor y las buenas obras. 2. Nuestra justicia moral es fruto del Espíritu Santo. 3. ¿Monergismo, sinergismo o energismo? 4. Se trata de UN SOLO FRUTO. 5. Las obras de la carne
QUINTA PARTE: ETICA CRISTIANA SISTEMATIZADA PARTICULAR
Lección 24.ªEtica privada o deberes consigo mismo. 1. ¿Puede un cristiano amarse a sí mismo? 2. La consagración total a Dios. 3. Lo bueno y lo malo para el cristiano. 4. Deberes particulares para consigo mismo
Lección 25.ªEtica sexual. 1. Sexo y persona. 2. Lo instintivo y lo ético en el sexo. 3. Los pecados sexuales. 4. Motivaciones positivas en la ética sexual
Lección 26.ªEtica conyugal. 1. Importancia del tema. 2. Finalidad del matrimonio. 3. Dignidad del matrimonio. 4. Deberes conyugales. 5. Atentados contra la santidad del matrimonio. A) Las relaciones sexuales prematrimoniales. B) El divorcio. C) Los matrimonios mixtos. D) Impedimentos matrimoniales
Lección 27.ªEtica familiar. 1. Deberes filiales. A) Obediencia. B) Amor respetuoso. 2. Deberes de los padres: A’) Animar y estimular a sus hijos. B’) Educar debidamente a los hijos 3. El aborto
Lección 28.ªEtica social. 1. El hombre es un ser social. 2. La justicia social. 3. Trabajo y propiedad. 4. Los sistemas económicos a la luz de la Etica cristiana. A) El Capitalismo. B) El Socialismo. 5. ¿Es el Evangelio un manifiesto revolucionario? 6. Deberes sociales de los creyentes. A”) Amos y criados. B”) El derecho a la propia reputación. C”) Integridad y responsabilidad en el desempeño de la propia profesión
Lección 29.ªEtica cívica. 1. Las dos ciudadanías del creyente. 2. El Estado. 3. Los sistemas políticos y la Etica cristiana. 4. Iglesia y Estado. 5. Deberes cívicos del creyente
Lección 30.ªEl compromiso del cristiano en el mundo. 1. El mundo del creyente. 2. “Luz del mundo” y “sal de la tierra”. ¿Y “levadura”? 3. Bases teológicas de una ética de compromiso. 4. Problemas de difícil solución a la luz de la Etica Cristiana: A) La guerra. B) La pena de muerte
BIBLIOGRAFIA
INTRODUCCION
El lector estudioso de los volúmenes que integran este Curso de Formación Teológica Evangélica, extrañará una vez más que la cronología que seguimos en la publicación de dichos volúmenes no se ajuste a la “lógica” sistematización que la lista numerada de la primera página de cada volumen hace entrever. Una vez más, nos saltamos otros títulos y nos disponemos a estudiar el tema del volumen indicado como el Xº, es decir, el penúltimo de la serie teológica que venimos publicando.
¿Qué nos ha movido a lanzar ahora a estudiar la ETICA CRISTIANA, dejando para más adelante otros temas lógicamente previos, como son GRANDEZA Y MISERIA DEL HOMBRE, LA PERSONA Y LA OBRA DE JESUCRISTO y DOCTRINAS DE LA GRACIA (con algo tan básico como el tema de la justificación por la fe)?
Las razones personales que me han impulsado a escribir ahora este volumen X son principalmente dos: 1) Acabo de dar un cursillo en Barcelona sobre ETICA CRISTIANA, a petición del Consejo de Ancianos de la Iglesia Evangélica sita en calle Toldrá, 54, a quienes agradezco, entre otras muchas cosas, la oportunidad que me han brindado de estudiar una materia que para mí revestía un extraordinario interés, pero en la que no soy precisamente un experto. La discusión que seguía a cada una de las lecciones me ha servido para clarificar muchas ideas. Hay un proverbio español que dice: “A hierro caliente, batir de repente”; y no he querido que las ideas que dicho cursillo me ha sugerido, se me fueran enfriando. 2) El segundo motivo que me ha impulsado a publicar ahora este volumen ha sido la urgencia del tema, que hoy se palpa en todos los ambientes sensibilizados por los problemas morales que plantea la moderna sociedad de consumo. Esta urgencia es sentida de un modo especial por los pastores y escritores evangélicos a quienes constriñe el amor de Cristo por las ovejas encomendadas a su cuidado. En realidad, el primer núcleo de estas lecciones lo formaron cuatro conferencias dadas en el verano de 1973 en Santa Cruz de Tenerife, en la iglesia evangélica de la FIEIDE que pastorea D. Bernardo Sánchez. Quiero expresar también públicamente mi gratitud a dicha iglesia.
¿Pero es que nos hace realmente falta a los evangélicos un volumen sobre ETICA CRISTIANA? ¿Es que no tenemos bastante con la Biblia e incluso, apurando más, con el Nuevo Testamento? ¿No hemos acabado ya con la Ley y con sus detalladas normas? ¿No es Jesucristo el que vive en el creyente y el que, por medio de su Espíritu, obra en nosotros su fruto? ¿No es el Amor la única “Ley” del cristiano? ¿No podemos suscribir la bien conocida y bella frase de Agustín de Hipona: “Ama, y haz lo que quieras”?
A todas estas objeciones esperamos dar cumplida respuesta a lo largo de estas páginas. Pero permítaseme, ya de entrada, una observación general bien fundada en mi propia experiencia privada. Cuando yo salí por primera vez de España y de una Iglesia que, a la sazón, disponía de una Casuística Moral completa y minuciosamente cuadriculada, y me encontré en Inglaterra y en un ambiente en el que se insinuaba que con la Palabra de Dios y la dirección de su Espíritu me bastaba para orientarme en la esfera de lo ético, me llegué a sentir completamente desguarnecido de una normativa que me ayudase a saber a qué atenerme en multitud de problemas de índole moral.
Y es que, para saber a qué atenerse en multitud de circunstancias que nos apremian a decidirnos aquí y ahora por lo que es “la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom. 12:1), se necesita una gran madurez espiritual cristiana, basada en una total consagración al Señor, con las antenas siempre alerta a las indicaciones de su Espíritu, y en un conocimiento no corriente de esa sabiduría de salvación que proporcionan las Sagradas Letras (cf 2.ª Tim. 3:14-17).
Ahora bien, ¿cuántos son los evangélicos de habla castellana que disponen del tiempo suficiente (aun suponiendo que no les falten ganas) para adentrarse de lleno en todo el cuerpo de enseñanzas éticas —muchas veces, implícitas—, diseminadas a lo largo de toda la Palabra de Dios según lo demandaban las peculiares circunstancias de tiempo y lugar, puesto que la Biblia no es primordialmente un Credo ni un Código, sino una Historia de la Salvación? Y aun conociendo exhaustivamente, si ello cupiera, todas las enseñanzas éticas de la Sagrada Escritura, ¿dónde encontrar allí alguna indicación clara sobre la licitud o ilicitud de cosas tan importantes, y siempre actuales, tales como el uso de anticonceptivos en el matrimonio, la ejecución de la pena de muerte o el empuñar las armas en caso de guerra “legítima”?
Si se me arguye que basta, para el verdadero creyente, con seguir las indicaciones del Espíritu Santo, replicaré inmediatamente que, aun en el más consagrado de los creyentes, la acción del Espíritu Santo, aun siendo una brújula infinitamente fiable, no garantiza la infalibilidad ni la impecabilidad de ningún ser humano —excepto las del Hombre con mayúscula, que era también el Hijo de Dios—, puesto que todos los demás albergamos todavía en nuestro entendimiento y en nuestro corazón la vieja naturaleza caída, con su “yo” destronado, pero no destruído. Creyentes y líderes evangélicos de la más alta competencia y de la más profunda espiritualidad, piensan a veces (y obran) equivocadamente, en notoria contradicción con lo que el Espíritu de Dios requiere en determinadas circunstancias, creyendo sinceramente que sus ideas, sus planes, sus métodos, sus consejos, sus realizaciones, son un eco de la voluntad de Dios, cuando sólo son producto de una esclerosis mental que no les permite conjugar sabiamente la inmutabilidad de los principios con la flexibilidad de los métodos de adaptación a la circunstancia, o son víctimas más o menos conscientes de la corrosión que en el carácter de las personas más espirituales produce el instinto primordial de afirmación de la propia personalidad y que se manifiesta en el afán de crearse un nombre mediante la constante búsqueda de realizaciones “para la gloria de Dios” o “para la mayor extensión del Evangelio”, en la propensión a encontrar defectos en los demás y a sufrir celillos por los éxitos ajenos; los hay inclinados a sentirse siempre víctimas de la incomprensión ajena, sin sacudirse jamás el complejo de persecución. Con todo ello, ni hacen ni dejan hacer; y el demonio sigue tan contento, viendo lo bien que le resulta su táctica de atacar por los flancos a los que no puede atacar de frente, haciendo mella en la eficacia donde no puede mellar la ortodoxia.
Y es que la fábula esópica de las dos alforjas se repite siempre en cada uno de los seres humanos, por muy regenerados que estén. Líderes cristianos, admirables por su competencia y por su espiritualidad, dotados del carisma de interpretación de la Palabra de Dios y de discreción de espíritus, excelentemente capacitados para hallar la correcta diagnosis y la adecuada terapéutica de las debilidades ajenas, y que son incapaces ni siquiera de atisbar los defectos propios que tanto resaltan a la vista de los demás. De ellos no se han librado los más grandes hombres de Dios, incluidos los mayores colosos de la Historia de la Salvación: Abraham, Moisés, David, Elías, Juan el Bautista, Pablo y Cefas.
Si esto sucede en los líderes más consagrados, ¿qué diremos de las comunidades en general, con la gran cantidad de miembros de iglesia a quienes falta o la debida competencia bíblica o la necesaria consagración espiritual? ¿no serán presa fácil, ya de una rigidez farisaica, ya de una cómoda ética de situación? Para garantizar, en cada circunstancia, una actitud genuinamente cristiana, se necesitan, como dice J. Grau, “una armonía y un equilibrio que, precisamente por ser de Dios, sólo en muy raras ocasiones ha acertado a vivir la Iglesia en su plenitud. Al corazón humano le es más fácil caer en alguna de las tentaciones extremas: el antinomianismo o el legalismo, la superficialidad o la escrupulosidad enfermiza, el sentimiento moralizante o el puritanismo inflexible y sin alma.”1
Este libro se ha escrito con el fin de ayudar a los creyentes a formarse unos criterios morales de acuerdo con una correcta ética de situación bíblica. No podemos esperar que todos compartan algunos de nuestros puntos de vista, pero precisamente por ser conscientes de la falibilidad de nuestra óptica, apreciaremos sumamente cuantas sugerencias se nos hagan a fin de clarificar conceptos y encontrar, para problemas difíciles, la normativa que más se acerque a la letra y al espíritu de la Palabra de Dios tomada en su conjunto. Mi gratitud a cuantos han contribuido con sus preguntas, sus sugerencias, y hasta con sus desacuerdos, a que este volumen salga menos imperfecto. Mención especial merece la Sra. Una Herbage que me ha permitido usar las notas de su CURSO DE ETICA BIBLICA DE LA E.E.T.B., así como una amplia Bibliografía, y la “Misión Evangélica Bautista en España”, bajo cuyos auspicios se publica el presente volumen, así como los anteriormente publicados de este CURSO DE FORMACION TEOLOGICA EVANGELICA.
1 En Iglesia, Sociedad y Etica cristiana, por J.M. Martínez y J. Grau (Barcelona, EEE, 1971, p. 111.
Primera parte
Los sistemas éticos
LECCION 1.ª
NOCION GENERAL DE ETICA
1. Definición
Etica, en general, es la ciencia de la conducta. Entendemos por conducta la actitud constante (conjunto de acciones conscientes) dirigida hacia un fin. Una ética viene a ser, pues, un código de reglas o principios morales que rigen la conducta, considerando las acciones de los seres humanos con referencia a su justicia o injusticia, a su tendencia al bien o a su tendencia al mal. Es, por tanto, la ética una ciencia normativa, porque busca un ideal o norma, según el cual se pueden formular las reglas y leyes de la conducta. Así que una conducta ética viene a ser sencillamente una conducta de acuerdo con cierta norma.
A la Etica en general, suele llamársela también Filosofía Moral, pues la palabra “moral” procede del vocablo latino “mos” que significa costumbre en sentido ético (como cuando decimos: es una persona de malas costumbres), para distinguirla de la costumbre en sentido jurídico (como cuando decimos: esta costumbre va a convertirse en ley), a la cual daban los latinos el nombre de “consuetudo”.
El término “Etica” viene del griego “ta ethiká” = los asuntos morales, y se deriva de ethos = carácter; éste, a su vez, se deriva de ethos = costumbre. En efecto, la Etica estudia las costumbres humanas, los principios de sus acciones, y considera lo que constituye lo bueno y lo malo en tales principios y costumbres.
Tomada como disciplina de orden puramente humano, la Etica es una rama de la Filosofía, porque examina e investiga una parte de la experiencia humana, la que concierne a la voluntad responsable y a la conducta moral, y la considera por entero: toda la actividad del hombre, el bien que busca, y el significado de la actividad humana en dicha búsqueda. Estudia las distintas éticas que se han propuesto como verdaderas y, como rama de la Filosofía, tiende a la investigación teórica. En general, más que dar un código de reglas, busca los principios básicos según los cuales cada individuo procura determinar cómo debe actuar en cualquier situación que se le presente en la vida. En épocas más recientes, el énfasis se ha alejado del propósito práctico tradicional. Se ha pretendido establecer la ética como ciencia, comparable con las demás ciencias empíricas, procurando definir objetivamente lo que es “el bien”, “la obligación moral”, etc. Este aspecto se tratará más adelante.
2. ¿Por qué es el hombre un ser ético?
A diferencia de los brutos animales, el ser humano está dotado por Dios de una mente capaz de razonar y de un albedrío responsable. El animal nace ya hecho, sigue en su conducta las leyes de la herencia y se adapta por instinto a las situaciones, mientras que el ser humano se va haciendo progresivamente, escogiendo continuamente su futuro de entre un manojo de posibilidades, a golpes de deliberación sobre los valores de los bienes a conseguir, que le sirven de motivación para obrar y le empujan a una decisión en cada momento de la existencia.
Por estar dotado de una mente capaz de razonar y abstraer, el hombre puede prefijarse un fin determinado y tratar de hallar los medios necesarios para conseguirlo. En la vida humana hay siempre una meta y una andadura. Pero el hombre no es un ser autónomo, puesto que es un ser creado y, por tanto, es limitado y relativo. Nada hay absoluto en el hombre. No teniendo dentro de sí mismo la fuente de su propia perfección y felicidad, depende existencialmente del Creador que le ha señalado la meta y el camino. De Dios le ha de venir, por tanto, toda la normativa para su comportamiento ético.
Así no es extraño que toda la trama de la Revelación Especial, supuesta la “caída” existencial del ser humano por la corrupción original del pecado, comporte junto al concepto primordial de “salvación” (liberación de Egipto), una constante andadura, un “éxodo” de peregrinaje por la vida, en dirección a una futura y definitiva “Tierra Prometida”. Lugares clave, entre otros muchos, son Juan 14:2-6, Col. 2:6-7 y Heb. 11:13-16.
3. ¿Existe para el hombre una Etica meramente Natural?
Ya de entrada, en esta 1.ª Lección, podemos anticipar que la idea de una Etica Natural o Filosofía Moral, capaz de regir la conducta del ser humano concreto, caído por el pecado, es una utopía heterodoxa, puesto que no está de acuerdo con la experiencia histórica ni con la Palabra de Dios. Después de la caída original, el ser humano está inclinado al mal (es radicalmente egocéntrico) y se siente incapacitado para cumplir la Ley de Dios, tendiendo siempre a rebelarse contra ella (cf. Rom. 1:18; 8:7; 1.ª Cor. 2:14).
Esta incapacidad del ser humano caído en el pecado, respecto al bien obrar, quedó bien descrita, con palabras de Agustín de Hipona, en el Concilio IIº de Orange, habido el año 529, canon 22: “De lo que es propio del hombre. Nadie tiene de suyo otra cosa que mentira y pecado. Y si el hombre posee algo de la verdad y de la justicia, le viene de aquella fuente, a la que debemos dirigir nuestra sed en este desierto, a fin de que, como refrigerados por algunas gotas, no desfallezcamos en el camino.”1
4. Sólo existe una Etica válida, la cristiana
A la luz del Nuevo Testamento, Cristo está en el centro de la Historia de la Salvación para toda la humanidad, partiendo en dos la Historia (antes y después de Cristo) y la Geografía (a la derecha o a la izquierda de Cristo); de tal forma que el destino definitivo de todo ser humano (su eterna salvación o perdición) depende sola y necesariamente de la siguiente alternativa: CREER O NO CREER, es decir, aceptar o rechazar a Cristo, como único Salvador necesario y suficiente. Toda la conducta, todo el comportamiento ético del ser humano, está ya tipificada como fruto de una de esas dos raíces: fe o incredulidad. Lugares clave son Jn. 3:14-21; Rom. 3:19-31; 2.ª Cor. 5:14-21.
De ahí que la única normativa válida para el ser humano caído no es la que emerge de su propia condición natural (lo que está de acuerdo con la naturaleza humana), sino que le viene de fuera (en este sentido es “sobrenatural”). La genuina ética humana, la única normativa capaz de llevarle a puerto seguro, le viene de la acción del Espíritu de Dios; es fruto de un “nuevo nacimiento”, de la regeneración espiritual realizada por el Espíritu Santo (de ordinario, mediante el oír la Palabra de Dios) y de la constante docilidad a los impulsos del mismo Espíritu (cf. Jn. 3:3,5; Rom. 8:14; 12:1-2; Gál. 5:22-23; 1.ª Ped. 1:22-23).
La Etica cristiana está afincada en la vida eterna, en la vida divina; tanto que la vida del cristiano es “participación de la naturaleza divina” (2.ª Ped. 1:4), es decir, de la conducta moral de Dios. De este concepto ético que comporta la participación de la naturaleza divina, arranca toda la temática moral de la Biblia, desde el primer “seréis santos, porque Yo soy santo” de Lev. 11:44, hasta el “todo aquel que tiene esta esperanza en él (Jesucristo), se purifica a sí mismo, así como él es puro”. Así es como el Evangelio es verdaderamente doctrina de vida, y la fe es entrega total para recibir la vida y recibirla en plenitud. Toda la Revelación está orientada hacia la Acción. Por eso, vemos cómo S. Pablo, en todas sus epístolas, detrás de la parte expositiva, siempre exhorta a la aplicación práctica de las enseñanzas expuestas.
CUESTIONARIO:
1. ¿Qué entendemos por “Etica”? — 2. ¿De qué se ocupa la Etica? — 3. ¿Por qué atañe la Etica al ser humano, no al animal? — 4. ¿Por qué no cabe una Etica meramente natural? — 5. ¿Qué es lo que, en último término, tipifica éticamente la conducta humana? — 6. ¿De dónde arranca el correcto comportamiento ético del hombre? — 7. ¿Es la Revelación una enseñanza puramente teórica?
1. Denzinger-Schönmetzer, Enchiridion Symbolorum... (32.ª ed. y siguientes), n.° 392. Traduzco del original latino.
LECCION 2.ª
SISTEMAS ETICOS UTILITARISTAS
Todos los sistemas éticos utilitarios pueden clasificarse bajo el epíteto común de hedonismo. La palabra hedonismo proviene del término griego hedoné, que significa placer. Aparte del hedonismo psicológico, según el cual el hombre sólo puede buscar su propio placer, o sea, hacer lo que le es ameno, con lo cual se reduce la Etica a un departamento de la psicología, existen dos especies del hedonismo ético: el egoísta, o epicureísmo, y el universalista o utilitarismo. Los dos convienen en que el hombre debe buscar el placer; pero, mientras el epicureísmo mantiene que el sumo bien es el placer del individuo, el segundo afirma que el sumo bien es el placer de todos o, al menos, del mayor número de personas.
1. El epicureísmo
Los primeros exponentes del hedonismo egoísta fueron los cirenaicos, que entendieron por placer únicamente los placeres sensuales. Sus descendientes los epicúreos tenían un concepto más noble del placer, manteniendo que hay que distinguir cuidadosamente entre los diversos placeres para poder buscar el mayor.
Epicuro (341-270 a. de J. C.) fue, al parecer, alumno de Pánfilo y de Xenócrates, y ejerció la enseñanza en Mitilene, Lámpsaco y Atenas, donde abrió una escuela en un jardín, a ruegos de sus discípulos. El mismo resume su sistema diciendo: “Cuando decimos que el placer es el fin, no hablamos de los placeres de los hartos, ni de la sensualidad, sino de la ausencia del dolor físico y de la ataraxía del alma”. El término griego ataraxía significa la ausencia de turbación o calma interior. También los estoicos buscaban esta calma interior, pero no mediante la huída del dolor como los epicúreos, sino mediante el aguante del dolor, con la paciencia y la templanza.
Los epicúreos disponían de cuatro criterios para discernir el sumo placer como bien ético:
A)El placer es tanto mejor cuanto más duradero.
B)La intensidad del placer es menos importante que su permanencia y su pureza (como ausencia de dolores y males que le acompañen).
C)Los placeres de la mente son en general superiores a los del cuerpo.
D)El placer puede ser no sólo activo, sino pasivo (ausencia de dolor, y hasta indiferencia al placer y al dolor).
2. Crítica del epicureísmo
(a)El hedonismo egoísta, como hace notar P. H. Nowell-Smith2, está basado en una confusión del lenguaje. Si afirmamos que sólo debemos hacer lo que satisface nuestros deseos, ello equivale a decir que hacemos lo que deseamos hacer. De ahí pasamos a llamar “bueno” todo lo que aprobamos como deseable para nosotros. Quedamos así encerrados en un círculo vicioso en que lo “bueno aprobable” se hace coincidir con el “placer deseable”, lo cual dista mucho de ser ético en sí mismo.
(b)No corresponde a los hechos. Se reconoce generalmente que es bueno actuar en favor de otros, de manera absoluta, no sólo porque ello nos proporcione placer. Es decir, el hombre sabe que el sumo bien no siempre es su propio placer, puesto que, cuando sentimos claramente una obligación moral hacia otra persona, no es el placer propio el motivo determinante de nuestra acción.
(c)Favorece el mal ajeno. Ciertas personas encuentran ameno lo que causa dolor a otros; también es amena la venganza, que comporta el mal de nuestros enemigos. Sin embargo, causar dolor a otros es reconocido generalmente como malo, lo cual demuestra la falsedad del hedonismo egoísta.
(d)Subestima el valor del sacrificio. Se reconoce generalmente el valor ético que comporta el dar la propia vida en favor de otra persona, aunque tal sacrificio va forzosamente en contra del placer del sujeto. Ello muestra que, según la estimación común, no es una vida placentera, sino una vida justa, la que conduce al sumo bien del hombre.
(e)Produce contradicciones, porque si cada uno busca su propio placer a expensas de los demás, se produce un conflicto inevitable, y entonces hay que preguntarse: ¿por qué ha de ser más importante el placer de uno que el de los demás? En general, se reconoce que el sentido moral está tanto más desarrollado cuanto más dispuesto se está a sacrificar los placeres propios a las necesidades ajenas y al bien común, incluido el del propio individuo. Toda persona con sentido ético considera que es malo procurar el placer propio a expensas del prójimo.
3. El utilitarismo
El utilitarismo defiende que el hombre debe buscar la mayor felicidad del mayor número de personas. Una acción es buena cuando las consecuencias son buenas, sin considerar su motivación. Se trata, pues, de una doctrina eminentemente teleológica (basada en los propósitos y deseos del hombre, no en valores absolutos), naturalista (el bien es definido en términos hedonistas, no éticos) y objetiva o pragmática (porque se atiene sólo a los resultados).
Fue Jeremías Bentham (1748-1832) quien formuló la doctrina. Se percató de que el problema consistía en valorar el placer, para poder determinar cuál es el placer mayor, y para ello elaboró una lista de criterios:
A)Certeza, o sea, la mayor o menor probabilidad del placer resultante de la acción.
B)Propincuidad, es decir, el mayor o menor tiempo en que se tardaría en producir el resultado ameno.
C)Fecundidad, que consiste en el poder de producir más placer.
D)Pureza, o la mayor ausencia posible de dolor.
E)Intensidad.
F)Duración.
G)Extensión: el número de personas que se beneficiarían de la acción.
Mantenía Bentham que los hombres deben ser considerados como iguales en su derecho de obtener el placer; y que el castigo, siendo opuesto al placer, debe regirse únicamente por propósitos reformatorios. Su seguidor J. Stuart Mill (1806 1873) reconoció que algunos placeres son superiores en calidad y que la cantidad no debe ser criterio prevalente. Siguió tropezando con la dificultad de medir el placer, tanto en el aspecto cualitativo como en el cuantitativo. El tercer gran utilitarista fue H. Sidgwick (1838-1900), quien complementó la teoría utilitarista con algunos criterios intuitivos, basados en la hipótesis evolucionista.
4. Crítica del utilitarismo
(a’) Imposibilidad de una aplicación exacta. Aparte de que esta teoría está expuesta a muchas de las críticas hechas al hedonismo egoísta, y dado que uno de los presupuestos generales del hedonismo es que cada persona busca su propio placer, y por lo tanto, nadie puede ser juez imparcial para determinar el mayor y mejor placer común, cabe la pregunta: ¿cómo puede objetivamente determinarse cuál es la mayor felicidad o placer? ¿qué legislador podrá hacerlo?
(b’) El sentido de la obligación personal. La imparcialidad en la distribución del placer es un axioma del utilitarismo. Pero todos sentimos que tenemos mayor obligación de procurar el bien de los familiares que el de los extraños. El que da a los pobres todo lo que gana, descuidando las necesidades (aunque no sean tan apremiantes) de sus propios hijos, no merece aprobación.
(c’) Contradice a la justicia. El criterio universalista convierte las normas morales en normas relativas. Los pobres podrían robar a los ricos; se podría mentir; un pobre no estaría obligado a pagar sus deudas a otro menos pobre, con tal que dicha conducta resultase en el mayor placer de la mayoría de las personas, etc. Tales ideas ofenden nuestro concepto innato de justicia. Igualmente, sería tan lícito castigar al inocente sospechoso como al culpable, ya que el ejemplo resultaría igualmente eficaz para los demás.
En conclusión: El utilitarismo tiene dos puntos fuertes, a saber, que evidentemente el placer es mejor, de suyo, que el dolor, y es un objeto legítimo; y que es sano su énfasis en las consecuencias de la conducta. Pero, por otro lado, es un sistema desequilibrado, ya que pasa por alto la justicia, el deber y la recta motivación.
CUESTIONARIO:
1. ¿A qué damos el nombre de hedonismo y cómo se divide? — 2. Doctrina de Epicuro y criterios epicúreos para discernir el sumo placer. — 3. Crítica del epicureísmo. — 4. El sistema utilitarista. — 5. Criterios del utilitarismo. — 6. Crítica del utilitarismo.
2. En Ethics, cap. 10.
LECCION 3.ª
SISTEMAS ETICOS IDEALISTAS
1. El intuicionismo
La doctrina del intuicionismo ha sido formulada de diversas maneras, pero la nota común es que es contraria al hedonismo. Kant observó que, mientras los epicúreos (hedonistas) consideraban que el placer era la única virtud, los estoicos (intuicionistas) consideraban que la virtud es el único placer. Los intuicionistas enseñan que lo importante de la conducta es el motivo, el cual ha de ser el deber (motivo deontológico). Para determinar el deber, postulan un sentido moral que nos informa de manera intuitiva, o bien atribuyen esta función a la razón, en caso de que ésta domine en la conducta (estoicos). Los estoicos añadieron además otro principio: que la buena conducta es la que está en armonía con la naturaleza entera, y el mal es lo irracional e inconsecuente. Un ladrón, por ejemplo, ha quebrantado la ley del respeto mutuo de la propiedad de cada uno; ha obrado en contra de sus propios intereses, irracionalmente. Consideraban también que las acciones son en sí mismas, intrínsecamente buenas o malas, sin considerar los resultados ni las consecuencias.
Los principales adeptos de este sistema han sido: (a) los estoicos, para quienes el bien supremo consiste en el esfuerzo por alcanzar la virtud; todo lo demás es indiferente, pues la virtud radica totalmente en la intención. Viviendo conforme a la razón y en armonía con la naturaleza, se alcanza la verdadera sabiduría. El sabio no debe rendirse a la pasión, 3