Siglo XXI / Historia de Europa / 12
Norman Stone
La Europa transformada
1878-1919
Traducción de la primera edición: Mari-Carmen Ruiz de Elvira
Traducción de los fragmentos de la segunda edición: Sandra Chaparro
Entre granadas, ametralladoras, trincheras y banderas, las convicciones decimonónicas de la modernidad se disolvieron en la historia. El mundo se tambaleó en 1914, cuando Europa se desangraba en la Primera Guerra Mundial, y se estremeció en 1917, cuando Rusia proclamaba el poder para los sóviets en la Revolución de octubre. Previamente, desde el final de la década de 1870, los europeos habían estado viviendo inmersos en una atmósfera de inaudita paz que preparaba al mundo para el mayor de todos los conflictos vistos hasta el momento. Cuarenta años de frágil optimismo en los que la atmósfera se fue enrareciendo hasta ser irrespirable. Cuarenta años en los que la red de alianzas entre las potencias de Occidente se afianzaba, el dominio colonial europeo se apropiaba de África y se endurecía la competición por ser el motor del mundo. Un periodo en el que las viejas estructuras sociales y políticas hubieron de replegarse ante la emergencia de los movimientos nacionalistas, la aparición de los partidos de izquierda y el portentoso desarrollo de la nueva maquinaria estatal. El mundo emergente después de la Primera Guerra Mundial ya no se reconocería en su versión previa, se había transformado. La vieja Europa había muerto, la nueva se asomaba temerosa al siglo XX.
Norman Stone, uno de los mayores expertos en historia contemporánea de Europa, le da sentido en este libro a una de las épocas más complejas de la historia europea. Además de desgranar cada uno de los hitos políticos y explicar sus antecedentes y consecuencias, el autor, con una extraordinaria narración, revela el devenir de cada potencia europea y expone los desarrollos culturales de mayor relevancia del periodo.
Norman Stone (1941-2019), uno de los grandes historiadores que ha dado Gran Bretaña, fue profesor de Historia europea en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Bilkent University, de Historia moderna en Oxford, profesor en Cambridge. Entre sus obras destacan The Eastern Front, 1914-1917 (con la que ganó el Premio Wolfson), World War One: A Short History (2007), The Atlantic and Its Enemies: A Personal History of the Cold War (2010), Turkey: A Short History (2010), World War Two: a Short History (2013) y Hungary: a Short History (2019).
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RAG
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Título original
Europe transformed, 1878-1919
La edición en lengua española de esta obra ha sido autorizada por John Wiley & Sons Limited. La traducción es responsabilidad de Siglo XXI de España Editores, S. A.
© Norman Stone, 1983, 1999
© Siglo XXI de España Editores, S. A., 1985, 2019
para lengua española
Sector Foresta, 1
28760 Tres Cantos
Madrid - España
Tel.: 918 061 996
Fax: 918 044 028
www.sigloxxieditores.com
ISBN: 978-84-323-1971-6
PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN
En esta nueva edición he corregido algunos errores fácticos que he descubierto o me han ido señalando en el original y he rectificado sustancialmente lo que quería decir sobre la cuestión de los eslavos del sur. También he ampliado significativamente la bibliografía, aunque me limito a citar casi exclusivamente libros. Creo que mi hipótesis de que la historia política de los países europeos avanzaba en paralelo sigue siendo válida, y aunque la literatura publicada desde la primera edición de este libro, en 1983, ha ampliado enormemente nuestros conocimientos, no creo que mi versión original contenga errores importantes más allá de algunas omisiones.
De haber escrito el libro hoy hubiera hecho énfasis en otros puntos. Creo que fui muy crítico con el liberalismo y probablemente demasiado pesimista en relación con la agricultura rusa de los primeros años de este siglo. En la actualidad hubiera dado mucha mayor importancia al Imperio otomano y a los Balcanes. Pero escribí este ensayo a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980, cuando Europa del Este y el comunismo acaparaban toda nuestra atención (y eran el núcleo de mi docencia en Cambridge, que este libro evidentemente refleja). Sin embargo, la perspectiva de finales de la década de 1990 es muy distinta. Mientras escribía, el socialismo del periodo de posguerra claudicaba ante el auge del liberalismo, de manera que hemos vuelto a repensar algunos de los temas que cobraron gran fuerza en el periodo que cubre el libro. El poeta polaco Czesław Miłosz dijo, en referencia a aquella era eduardiana, que la Europa de los tenderos y las modistillas creó el veneno que la mató, es decir, el comunismo; al final han ganado los tenderos y las modistillas.
Universidad de Bilkent, Ankara
Noviembre de 1998
PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN
«Las luces se van apagando en toda Europa; no las veremos encendidas de nuevo en lo que nos queda de vida.» Este comentario, uno de los más famosos de la historia europea, fue hecho por el ministro británico de Asuntos Exteriores, Sir Edward Grey, mientras veía apagarse gradualmente las luces de Whitehall al anochecer, cuando, en 1914, Gran Bretaña y Alemania entraron en guerra. A la sazón, la opinión de Grey sobre lo que estaba sucediendo no era compartida por demasiada gente, que pensaba que se trataba de una guerra «en pro de la civilización»; en toda Europa, los hombres se abalanzaban a los cuarteles, y las ciudades estallaban de euforia patriótica. Solo después de cuatro años de mortandad, después del triunfo del bolchevismo en Rusia, después del surgimiento del fascismo, después de la desintegración de la economía europea en la Gran Depresión, percibió el pueblo lo que Grey había querido decir. El mundo de la preguerra se vio investido de un resplandor dorado: «La ciudadela del orgullo», como denominó Barbara Tuchman su libro sobre dicha época.
Los cuarenta años anteriores a 1914 habían sido un periodo de extraordinaria paz y prosperidad. Hacia 1914, la mayor parte de la población, a pesar de que esta había aumentado de manera muy considerable, se encontraba alimentada, alojada y, en general, atendida mucho mejor que antes. La educación había progresado, hasta el punto de haberse conseguido en la mayoría de los países una alfabetización prácticamente universal: de hecho, incluso pudiera darse el caso de que en 1914 existieran menos analfabetos en Inglaterra que los que actualmente existen. El pueblo leía la Biblia y los clásicos nacionales, se expresaba con vigor; el nivel de los debates parlamentarios era tan alto que en Berlín, en la década de 1890, había incluso un mercado negro de entradas para las galerías públicas del Reichstag. Fuera de los Balcanes, en Europa no hubo ninguna guerra después de 1871; y la civilización europea se extendió por todo el globo. Este mundo tuvo un fin dramático en 1914, cuando se apagaron las luces.
En 1934, George Dangerfield escribió un libro clásico, The strange death of liberal England. En él, su autor argumentaba que el liberalismo británico, si bien tenía muchas cualidades admirables, se encontraba amenazado de muerte por diversas fuerzas y en especial por el socialismo: sus días estaban contados, hubiera estallado o no la guerra. Esta tesis no ha sido muy popular entre los historiadores británicos. Uno de los objetivos de mi libro es demostrar que lo que Dangerfield dijo de Gran Bretaña puede ser aplicado, sin apenas modificaciones, a los países del continente. Con anterioridad a la Primera Guerra Mundial, el sistema parlamentario de gobierno se encontraba en crisis en casi todas partes. Se había venido abajo en Austria; funcionaba mínimamente en Rusia y Hungría; en la Tercera República Francesa, después de 1910, se producían cambios vertiginosos de gobierno; Alemania e Italia presentaban a los precursores del fascismo.
La época que va de 1878 a 1914 es una época muy complicada. En casi todas partes se había establecido el sistema parlamentario, de manera que el escenario político se había tornado complejo: elecciones sin fin, partidos, maniobras políticas. Los cambios económicos y sociales fueron grandes y rápidos; las poblaciones se duplicaron y triplicaron; se produjeron profundas alteraciones en la familia, en la educación y en las actitudes hacia la religión. Con seis grandes potencias europeas dictando libremente su ley en el mundo, los asuntos internacionales se hicieron extremadamente complejos; y la guerra en la que todo esto acabó fue tan vasta que la historia oficial francesa de la misma comprende, justificadamente, más de cincuenta grandes volúmenes, a la vez que las publicaciones de las grandes potencias relacionadas con sus negociaciones diplomáticas anteriores a la guerra sobrepasan el millar.
Sin embargo, aunque el periodo sea tan complicado, el panorama político de los países europeos puede simplificarse con bastante facilidad. Muy a menudo, las maniobras políticas que captaban la atención de las audiencias nacionales estaban teniendo su paralelo en otros países. Los años de confusión política en Londres, después de 1911, constituyen un ejemplo obvio al respecto. De igual modo, alrededor del año 1905 hubo prácticamente en todas partes sublevaciones que me permiten describir estos hechos como «el fantasma de 1848». Durante la década de 1890, hubo, en la mayoría de los países, gobiernos confusamente inclinados a la izquierda en los primeros años de la misma y gobiernos directamente imperialistas en los años finales.
En la década de 1880, la trayectoria política de la mayoría de los países es extremadamente difícil de seguir. Estaban apareciendo los socialistas; apuntaba un nuevo conservadurismo de masas; y el liberalismo se dividía en las variedades radical y clásica, que a su vez se subdividían. Este proceso se veía a veces complicado por la aparición del catolicismo político o del nacionalismo minoritario. Para el historiador continental, la política inglesa de la década de 1880 es desconcertante, debido a los cambios y disoluciones de alianzas que se producían. Pero la confusión de Londres tenía su paralelo en todas partes, en la Francia de Boulanger, o en la Alemania de Bismarck, donde el Reichstag viraba y cambiaba en sus actitudes hacia las colonias o el ejército, y donde los cambios electorales eran espectaculares. Un primer ministro italiano, Agostino Depretis, señaló con precisión este proceso cuando dijo, al comienzo de la década, que «los enemigos se transformarán en amigos». El transformismo –el giro de los liberales hacia la derecha– se convirtió en una palabra inmunda en los asuntos italianos. Pero puede aplicarse con bastante propiedad a otros países europeos, y por eso puede servir como título a este libro.
Para exponer la dimensión común europea, he utilizado las dos primeras secciones de esta obra con objeto de explorar los temas comunes y establecer una cronología política e internacional. No obstante, esto no hace justicia al carácter individual de los países europeos, y en la tercera sección, la más extensa, he analizado las cinco grandes potencias en forma de ensayo, más que en forma narrativa. Otra de las secciones trata de «la guerra y la revolución», y una final de los progresos culturales del periodo.
Al escribir este libro he incurrido en numerosas deudas de gratitud: con Richard Ollard, mi editor, por su interminable paciencia y su ayuda; con Sir J. H. Plumb, por su estímulo; con Toby Abse, el profesor Richard Cobb, el doctor Harold James, Daniel Johnson, el doctor Dominic Lieven, Andrew MacDonald y el doctor Ian McPherson, por leer todo el manuscrito o algunas partes del mismo; con Steven Beller, Orlando Figes y el doctor Alistair Reid por poner freno a las materias de tecnología y de historia cultural; con Jonathan Hill, por ayudarme en la bibliografía; con el doctor Anil Seal, por enseñarme los principios de la democracia cristiana; con Lord Russell, de Liverpool, por ayudarme en los malos momentos; con mi madre, Mary Stone, por su generosa hospitalidad cuando estaba componiendo una primera versión del manuscrito; y con Christine Stone, por existir. Finalmente, en el contexto de un libro cuyos orígenes se remontan tan atrás en mi pasado, recuerdo con gratitud a mis propios profesores –en especial a B. G. Aston, Colin Bayne-Jardine y George Preston, que estimularon lo que tiene que haber sido una tediosa obsesión por los Habsburgo; así como a Christopher Varley, que me proporcionó, al igual que a muchos otros, una capacidad de aproximación a los idiomas que desde entonces me ha sido siempre muy útil.
Norman Stone
Trinity College, Cambridge, diciembre de 1982
A la memoria de Jack Gallagher