L
os maravillosos (y peligrosos)
inicios de la filosofía moderna
S
teven Nadler
y Ben Nadler
¡Herejes!
¡
H
EREJES!
L
OS maravillosos
(Y PELIGROSOS)
INICIOS DE LA FILOSOFÍA MODERNA
Título original:
Heretics!: The Wondrous (and Dangerous)
Beginnings of Modern Philosophy
© 2017 Steven Nadler (texto)
© 2017 Ben Nadler (ilustraciones)
© 2017 Princeton University Press
Traducción: Tomás Granados Salinas
D.R. © Editorial Océano
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Primera edición impresa: 2018
Primera edición LIBRO ELECTRÓNICO: 2018
E
ISBN: 978-607-527-435-5
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Algo excepcional ocurrió en el siglo XVII, y sucedió al mismo tiempo en
una escala enorme, cósmica, y en lo más íntimo: los filósofos de la época
comenzaron a buscar una nueva comprensión del universo y de nosotros
mismos. O tal vez sea más correcto decir que buscaron nuevas maneras
de pensar sobre estos asuntos, puesto que no todos estaban de acuerdo
sobre cómo funciona el mundo y sobre qué somos. Tenían opiniones
opuestas sobre lo que constituye a los cuerpos y lo que los hace mo-
verse, e ideas distintas sobre la existencia de Dios y su relación con el
mundo. Discutían sobre qué es el conocimiento y de dónde proviene.
Muchos de los “nuevos” pensadores creían que los seres humanos
somos especiales en un sentido metafísico y moral, y que estamos al
margen de las leyes que rigen el resto de la naturaleza puesto que tene-
mos alma y libre albedrío. Otros insistían en que, por el contrario, no
somos ningún “reino” aparte: nuestros cuerpos y nuestras mentes son
parte de la naturaleza al igual que el resto de las cosas. Hubo quienes
llegaron a afirmar que no somos más que materia en movimiento, y por
lo tanto estamos tan sometidos a causas determinantes como, digamos,
las piedras o los árboles.
A pesar de todas estas diferencias, este grupo de filósofos, diverso y
muy propenso a discutir, compartía algunos supuestos básicos. Creían
que el modo antiguo, medieval, de darle sentido al mundo —con sus for-
mas espirituales y sus poderes ocultos, su preocupación por defender la
doctrina cristiana y su devoción, a menudo carente de toda crítica, por
las teorías de Aristóteles o Platón— ya no servía y debía ser reempla-
zado por modelos más útiles e intelectualmente independientes. Estaban
de acuerdo en que la filosofía natural —eso que ahora llamamos cien-
cia— debía buscar la explicación de las cosas a partir de lo que resulta
familiar, no de lo misterioso. Por encima de todo, insistían en que la
filosofía no debía partir de la deferencia hacia lo que los autores anti-
guos habían dicho o lo que las autoridades religiosas exigían, sino de
las ideas claras y bien definidas de la razón y el testimonio evidente de la
experiencia.
I
ntroducción
¿Cuál ha sido el siglo más brillante de la historia europea? Hay
argumentos convincentes para sostener que fue el de la Atenas del siglo
IV
a. C., cuando Sócrates, Platón, Esquilo, Sófocles y Aristófanes flo-
recieron bajo la democracia de Pericles; o el siglo
XII
, que vio el re-
descubrimiento de Aristóteles, el surgimiento de las universidades y el
pensamiento escolástico de altos vuelos, o por supuesto el Renacimiento
italiano. Y sin embargo, para la filosofía es difícil discutirle ese título al
siglo poblado por gente como Galileo, Bacon, Descartes, Hobbes, Boyle,
Spinoza, Locke, Leibniz y Newton, un siglo que vio el despertar de la
metafísica y la epistemología modernas, un progreso revolucionario en
la comprensión de la naturaleza y nuevos modelos de relación entre
los ciudadanos y el Estado. Quizá ya no pensamos exactamente en los
términos que orientaron a esos pensadores de la Modernidad temprana,
pero la forma en la que miramos el mundo y a nosotros mismos nació de
sus empeños creativos y de la indagación filosófica que prosperó a pesar
de —o más bien gracias a— sus diferencias intelectuales, sus disputas
personales y el turbulento clima político y religioso en que les tocó vivir.
¿De verdad fueron “herejes” todos los filósofos que aparecen en este
libro? Sí, si la noción de “herejía” se refiere en general a sostener opinio-
nes contrarias a lo que se acepta como verdad convencional, ya sea en
la ciencia o la religión, la filosofía o la economía, etcétera. De hecho,
varios de ellos fueron oficialmente declarados herejes por alguna enti-
dad religiosa. Bruno y Galileo, desde luego, fueron castigados por esta
razón por la Iglesia católica, y Spinoza fue expulsado de la comunidad
judeoportuguesa de Ámsterdam debido a sus “abominables herejías y
monstruosos actos”. Además, textos de prácticamente todos los filósofos
presentados aquí fueron incluidos en el Índice de libros prohibidos: en
esa bochornosa lista hubo obras de Bruno, Galileo, Descartes, Hobbes,
Pascal, Spinoza, Arnauld, Malebranche, Boyle, Locke, Leibniz y New-
ton. Las autoridades religiosas de la Edad Media y de comienzos de la
Modernidad solían batallar para distinguir entre pensar por uno mismo
y ¡ser hereje!
En esta obra gráfica narramos algunos fragmentos del periodo más
brillante de la historia de la filosofía. Los pensadores que presentamos
no abandonaron del todo los marcos de referencia conceptuales de sus
predecesores; incluso las revoluciones intelectuales y los “cambios de
paradigma” conservan algún nexo con el pasado, y las divisiones entre pe-
riodos históricos siempre se ven más claras en retrospectiva. Buena parte
de la filosofía del siglo
XVII
, como revelan algunas investigaciones recien-
tes, buscaba asimilar, modificar o actualizar el pensamiento escolástico,
y no rechazarlo sin más. Al mismo tiempo, estos pensadores de comien-
zos de la Modernidad pretendían, con plena conciencia, transformar de
raíz la filosofía y asentarla sobre nuevas bases. De Galileo y Descartes
en las primeras décadas del siglo
XVII
a Leibniz y Newton a inicios del
XVIII
, se trató sin duda de un maravilloso comienzo.
R
oma
1
600
8
E
l siglo xvii no empezó
muy bien que digamos
para la filosofía.
E
l 17 de febrero de 1600
,
en el
Campo de
Fiori
,
en Roma
,
Giordano Bruno fue quemado
vivo en una hoguera.
S
us opiniones teológicas
y políticas también eran
muy singulares.
F
ue declarado hereje por
la Inquisición
romana
y condenado a muerte.
G
iordano Bruno había
venido enseñando que la
Tierra no era el centro del
universo
,
y
que las estrellas eran
soles con planetas que
giraban a su alrededor.
R
oma
1
633
10
h
um...
¡
Cuidado!
sin importar cuánto pesen.
T
res décadas más tarde
,
la Iglesia católica
seguía vigilando lo que los filósofos
decían respecto sobre el cosmos.
.
..se interesó sobre todo en la física
y en el movimiento de los cuerpos.
C
uando Galileo Galilei era
un joven profesor en la
Universidad de Pisa…
d
os cuerpos que caigan
desde la misma altura
descenderán a la misma
velocidad y llegarán
al suelo al mismo
tiempo…
11
t
i
e
n
e
m
o
n
t
a
ñ
a
s
y
v
a
ll
e
s
.
L
os intereses de Galileo
pronto lo llevaron a la
astronomía.
C
onstruyó sus propios
telescopios y los empleó
para escudriñar el cielo
nocturno.
E
n 1610 y 1611 observó
cuatro objetos cerca de
Júpiter
q
ue cambiaban de posición al
cabo de varias noches.
D
etectó que
V
enus tenía
l
uminosas.
l
una.
I
gual que nuestra
f
ases
Y
vio manchas
oscuras que
se movían
a lo largo de
la superficie
del Sol.
G
alileo también notó que
la superficie lunar no es
tan lisa como parece a
simple vista.
12
P
ero Galileo
,
que por entonces era el
matemático y filósofo de la corte del Gran
Duque de Toscana
,
no podía contenerse.
E
n 1632 publicó
U
na apasionada
defensa de Copérnico.
C
opérnico
tiene razón.
La Tierra no es
tan especial.
(
¡Grrr! ¡Grrr!) Ahí
les va su teoría
copernicana.
L
a teoría
heliocéntrica explica
mucho mejor los
fenómenos en los
cielos y en la Tierra.
N
o es
el centro del
cosmos. Es sólo
un planeta como
los demás y todos
giran en torno
al Sol.
E
n 1616
,
el papa Paulo V condenó la teoría de
Copérnico
,
por considerarla una herejía. De
acuerdo con la Biblia
,
afirmó
,
el Sol y todos
los planetas se mueven alrededor de la Tierra.
¡
La teoría de
Copérnico debe
ser abandonada!
G
alileo concluyó que todo esto era
evidencia de que los cielos no son tan
uniformes y perfectos como se había creído.
13
GALILEO!
!
E
l nuevo papa
,
Urbano VIII
,
aunque
simpatizaba con Galileo
,
se enojó porque el
astrónomo había desobedecido una orden
previa de la iglesia.
¡
Hereje!
No me
dejas otra
alternativa.
A
la Iglesia no le hizo ninguna gracia.
G
alileo fue castigado con arresto
domiciliario por el resto de su vida
y su libro fue proscrito.
P
ero él sabía
que estaba en
lo correcto.
Y
sin embargo
,
la Tierra
se mueve.
14
M
ientras tanto
,
en Holanda
,
un filósofo
francés estaba a punto de publicar su
primer libro.
S
u libro
,
El mundo
,
buscaría mostrar
cómo su nueva filosofía podía explicar
todos los fenómenos de la naturaleza
.
R
ené Descartes se había mudado a la tierra
de la leche y los molinos de viento para
trabajar sin distracciones.
Á
msterdam es una
linda ciudad
,
pero no
se puede trabajar con
todo este
ruido.
¡
Ah! Son mucho
mejores la paz y la
tranquilidad del
campo holandés.
¡
Qué
guapo!
¡
Un
verdadero
genio!
L
a mayoría de los filósofos de la época aceptaban
las ideas del filósofo griego Aristóteles. Creían
que los cuerpos naturales estaban compuestos de
materia y forma.
L
a materia es de lo que está hecho un cuerpo
físicamente. Las formas son más como el alma:
son poderes espirituales activos que explican por
qué las cosas se ven y se comportan como lo hacen.
15
¡
Oh! Tengo
que llegar
al centro
de la
Tierra.
¡
Ya
casi!
U
na manzana cae al piso porque tiene la forma
pesadez
que la hace buscar el centro
de la Tierra. Un caballo se ve y actúa como tal porque tiene la forma
caballidad”.
T
odo lo demás
,
lo que ocurre
en los cielos y en la Tierra
recurriendo sólo a la materia
y el movimiento.
puede explicarse de forma
mecánica
D
escartes creía que sólo los
seres humanos tienen alma.
16
L
os cuerpos caen porque
son empujados hacia el
suelo por otros cuerpos
,
más
pequeños e invisibles
,
que se
mueven hacia arriba.
E
l fuego quema la madera
porque sus partículas
se mueven muy
rápido y separan las
partículas de la
madera.
¡
Cuidado!
I