LA IGLESIA DELIBERANTE

Una Iglesia organizada, Dirigida Y Sirviendo de acuerdo a la Palabra

Mark Dever y Paul Alexander
Edificando su Ministerio en el Evangelio

Primera Edición, impresa en México, 2008
Segunda Edición, impresa en Colombia, 2015

Publicado por:
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043 Graham, NC 27253
www.farodegracia.org
ISBN 978-1-629461-08-3

La Iglesia Deliberante
Edificando Su Ministerio en el Evangelio
Por Mark Dever y Paul Alexander

Copyright © 2005 por Mark Dever y Paul Alexander
Original Publicado por Crossway Books,
un ministerio editorial de Good News Publishers
Wheaton, Illinois, 60187, USA

Esta edición en el castellano fue publicado bajo contrato con
Good News Publishers.
Todos los Derechos Reservados.

Traducción al español por Armando Valdéz
© 2008 Todos los Derechos Reservados,
Publicaciones Faro de Gracia

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida por ningún medio, sin el consentimiento escrito de la casa publicadora, excepto por citas breves usadas para revisión en una revista o periódico.

© Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

Diseño de la Portada por Tsur y Asociados.

PRÓLOGO
POR D.A. CARSON

Una de las contradicciones más extrañas en el mundo evangélico contemporáneo, es que enfrenta a la teología contra el conocimiento práctico. Muchos practicantes hacen alarde de cuán poca teología conocen y demuestran ampliamente la justificación para su jactancia, mientras abogan fuertemente por una amplia serie de pasos prácticos para fomentar el crecimiento de la iglesia y el discipulado. En respuesta, muchos pastores y teólogos, lamentan la ligereza de tanto evangelismo contemporáneo y defienden un serio regreso a la Escritura y a una comprensión amplia de la teología bíblica. El grupo anterior deja a menudo la Biblia atrás, a excepción de maneras notablemente superficiales, nada desafía la supuesta validez de sus métodos.

Pero el último grupo, cuya teología puede ser tan ortodoxa como la del apóstol Pablo, da a veces la impresión de que una vez que usted sabe mucho de la Biblia, y ha leído mucha teología, todo se resolverá con una sonrisa; como si no hubiera necesidad del consejo práctico de los pastores, quienes no están menos comprometidos a la teología que ellos, pero que son igualmente reflexivos respecto a las medidas que deben ser tomadas, las prioridades, estrategias pastorales, y similares.

Hace algunos años, Mark Dever nos dio Una Iglesia Saludable: Nueve Características (ahora en su edición completa). A pesar del título, este libro está lejos de aquellos relacionados con el “análisis sociológico de moda” y “evaluación de aptitudes”, tan populares, y con los cuales somos a menudo abrumados. Es un libro enclavado profundamente en teología bíblica. Muchos pastores e iglesias se han beneficiado de la fidelidad de su profunda reflexión. Pero suponga que usted vive y sirve en la iglesia local que está lejos del perfil sano desarrollado en Una Iglesia Saludable: Nueve Características. ¿Entonces qué? ¿Cómo llevarlo a cabo? Hablar de una “iglesia saludable” y considerar muy bien los textos bíblicos que la justifican, seguramente constituye parte de la respuesta. Sin embargo, el libro que sostiene en sus manos va más allá de esa simplificación, para ayudar a los pastores, y a otros líderes, a dirigir la iglesia hacia la salud espiritual y el crecimiento. Una vez más, este libro, escrito conjuntamente por Mark Dever y Paul Alexander, está inmerso en la Escritura, pero también, está atestado de sabiduría, de años de experiencia pastoral y de entendimiento piadoso. Ningún pastor que esté luchando “en cómo llevarlo a cabo” debe pasar por alto este delgado pero invaluable volumen.

PREFACIO DE MARK

Paul Alexander realmente escribió este libro. Hablamos acerca del proyecto por un tiempo, y luego, después de algunas semanas, algunos capítulos aparecieron en mi escritorio. ¡Vaya! No había tenido absolutamente esta experiencia antes. “Paul ha escrito un libro”, pensé. “¿Por qué está mi nombre en éste?

Luego comencé a leerlo, y pensé “¡Eh, yo dije eso! ¡Así es como lo expresé! Esa es mi historia”. Y me di cuenta lo que Paul había hecho. Paul tomó cosas que yo he enseñado y escrito, cosas que me ha escuchado decir muchas veces, y preguntas que me ha escuchado responder de los pastores invitados, y él agregó sus dones de tiempo, organización, habilidad de escritura y pensamiento claros, junto con algunas de sus propias experiencias del ministerio, y produjo el primer borrador de este libro.

Paul y yo habíamos hablado acerca de todas las cosas que deberían incluirse en un libro como éste. Nos aseguramos que cada pregunta acerca de la iglesia, que parecía haber sido escuchada una y otra vez, fuese atendida –por lo menos cada pregunta sobre la que teníamos algo provechoso que decir. Trabajamos juntos en el bosquejo, y los temas a ser cubiertos.

Este libro fue realmente idea de mi esposa. Y surgió al escuchar las mismas preguntas hechas, una y otra vez, por los pastores invitados, y a mí dando las mismas respuestas. No puedo decir que cualquier sabiduría representada en este libro sea particularmente profunda, pero, por la gracia de Dios, parece haber sido provechoso a numerosos ministros. Inicialmente pensábamos llamar a este libro “Bodybuilding”[ 1 ], pero ¡hubo simplemente muchos debates entre el personal acerca de quién estaría en la portada! Así que le pusimos “The Deliberate Church” (“La Iglesia Deliberante”)[ 2 ]. Tratamos de ser reflexivos y juiciosos (deliberantes) acerca de lo que hacemos, porque comprendemos que estamos involucrados en la tarea más grande en la tierra –la edificación del cuerpo de Cristo para Su Honor y gloria.

Si usted lee otros libros que he publicado acerca de la iglesia, se dará cuenta que esta es la conclusión práctica de una trilogía. El libro inicial: “Nueve Características de Una Iglesia saludable”[ 3 ], es mi simple diagnóstico acerca de lo que adolecen hoy los grandes discursos de las iglesias evangélicas americanas, junto con los tratamientos bíblicos sugeridos. Es el libro más general y básico. La fase media del proyecto fue la publicación de “Polity” (“Forma de Gobierno”)[ 4 ], seguido por algunas de sus conclusiones prácticas para las iglesias modernas en el folleto “A Display of God’s Glory”[ 5 ] (“Una Muestra de la Gloria de Dios”). En estas obras exploré asuntos adicionales de la membresía, disciplina, y el sistema de gobierno, y mencionó algunas aplicaciones prácticas. Pero es, en este presente volumen, que Paul y yo tratamos de presentar algunos de los “modelos a seguir” o “consejos”, para vivir la eclesiología representada en aquellos libros. Una síntesis teológica puede encontrarse en mi capítulo sobre la doctrina de la iglesia en el libro de Danny Akin y David Dockery “A Theology of the Church”[ 6 ] (“Una Teología de la Iglesia”).

Un agradecimiento especial para mi esposa por sugerirme este libro, a Paul Alexander por dedicar muchas horas escribiendo y reescribiendo alegremente, y a los buenos benefactores de Los Ministerios 9Marks por ayudar a hacerlo posible. Paul es un talentoso y dotado escritor. Michael Lawrence, y los otros ancianos y personal aquí en la Iglesia Bautista de Capitol Hill, han sido unos maestros maravillosos para mí, y mucho lo he compartido con usted en este libro.

Este libro tiene la intención de animarlo. Sabemos que no hacemos todo correctamente, y que algunos de nuestros amigos pueden ser convencidos de forma distinta por las Escrituras, en algunos temas de los que estamos reflexionando en este libro, particularmente en la forma de gobierno de la iglesia y en las ordenanzas. En estos asuntos, simplemente le invitamos a que considere la Palabra nuevamente, con nosotros, y se convenza por usted mismo. Siempre estamos tratando de aprender de otros también. Así que para cuando lea esto, podremos haber cambiado ya o modificado algunas de las prácticas que usted ve aquí. Pero nosotros las hemos encontrado provechosas, al vivir la enseñanza de la Biblia acerca de la iglesia, y deseamos que usted pueda encontrarlas también así. Esperamos que podamos instruirlo, y aún dónde falláramos para instruir, oramos para que lo podamos inspirar a usted de tal forma que, también, encontrará la manera de ayudar a su iglesia a vivir el Evangelio más fielmente unidos.

Es con ese fin que todos nosotros hemos trabajado, y es con ese fin que oro para que usted lea y actúe.


1.N. del T. Bodybuilding se traduce como “modelación del cuerpo”, y es más popular como “fisicoculturismo”; y es la práctica de ejercicios gimnásticos encaminada al excesivo desarrollo de los músculos.

2.N. del T. Deliberante: que delibera o que considera atenta y detenidamente el pro y el contra de los motivos de una decisión, antes de adoptarla, y la razón y sinrazón de los votos antes de emitirlos; también, significa resolver algo con premeditación.

3.Mark Dever, Nueve Características de Una Iglesia Sana (Wheaton, Ill.: Crossway, 2004, 2000; edición original Founders Press, 1997)

4.Mark Dever, ed., Polity: Biblical Arguments on How to Conduct Church Life, (Sistema de Gobierno: Argumentos Bíblicos sobre Como Conducir la Vida de la Iglesia) (Washington, D.C.: Center for Church Reform, 2001)

5.Mark Dever, A Display of God’s Glory (Una Manifestación de la Gloria de Dios) Washington, D.C.: 9Marks Ministries, 2001).

6.Mark Dever, en Danny Akin, ed., A Theology of the Church (Una Teología de la Iglesia) (Nashville: Broadman & Holman, 2006).

PREFACIO DE PAUL

Mark Dever realmente escribió este libro. Las palabras son mías, pero mayormente son las ideas de Mark; yo solo las puse en el papel.

Escuché, por primera, vez a Mark mientras estaba haciendo mi obra de graduación en Trinity Evangelical Divinity School en Deerfield, Illinios, para prepararme para el pastorado. Leí su libro: Nueve Marcas de una Iglesia Saludable, para una clase pastoral de deberes, y un profesor mío, Mike Bullmore, me animó a tomar ventaja del programa de prácticas de la iglesia de Mark. Decidí pensar acerca de su sugerencia por unas semanas. Cuando tuve la rara ocasión de llamar al Dr. Bullmore a su casa, para aclarar el detalle, él me preguntó si había hecho mi solicitud para el programa de prácticas de la Iglesia Capitol Hill. Le dije: “No, aun no”. El respondió con unas palabras que nunca olvidaré. “Paul, persiga eso con vigor”. No necesitó decírmelo dos veces. Volví a la solicitud ese fin de semana.

Conocí a Mark, por primera vez, en Septiembre de 2002 cuando visité la Iglesia en Capitol Hill en los 9Marks Weekender, un largo fin de semana en la iglesia que sirve en D.C., diseñada para dar a los pastores y estudiantes de seminario un vistazo detrás de bastidores sobre cómo una iglesia saludable es guiada[ 7 ]. Solo confirmé mi deseo de venir y aprender más. Así que terminé mi tarea de clase en Trinity aquel mismo semestre y, en Enero de 2003, comencé un programa de prácticas en CHBC.

Parecía más bien prácticas con esteroides. Mi programa en Trinity requería 400 horas de experiencia en prácticas; ¡las prácticas de CHBC eran 1,100 más! Me senté en cada una de las reuniones de ancianos; asistí a cada reunión de la iglesia; leí diez libros acerca de la iglesia y escribí 5 hojas de respuestas cada semana; me reuní con Mark una vez por semana, durante tres horas, con otros cinco internos para discutir temas sobre teología, liderazgo, y la vida congregacional de la iglesia; acompañé a los pastores a cada reunión que asistieron; y observé un modelo de predicación expositiva evangelística. Esos seis meses cambiaron mi vida; cambiaron mi entendimiento de lo que significa ser un pastor y pastorear una iglesia fielmente. Sentí que había sido lanzado veinte años, hacia delante, en mi entendimiento de cómo la teología bíblica gobierna la vida y el liderazgo de la iglesia local.

En la bondadosa providencia de Dios, aquellos meses cambiaron mi vida de otra forma también: conocí a mí amada esposa durante esos días, sin sorprenderme, era miembro de la iglesia.

Me quedé con los Ministerios 9Marks, contribuyendo como editor, y continué asistiendo a la iglesia, y Dios me permitió empaparme, aún más, en los principios y prácticas que cultivan la salud y la santidad en la iglesia local. También me dio el privilegio de trabajar hombro con hombro con algunos buenos hombres, incluyendo a Mark, el pastor mas fiel que he conocido; y Matt Schumucker, director de los Ministerios 9Marks, ¡el mejor jefe y administrador de iglesia que haya conocido el mundo!

Estoy profundamente agradecido por ser parte de este proyecto, y aún más agradecido por la oportunidad de trabajar con estos hermanos. Ellos han sido instrumentos de Dios en la formación continua de mi carácter personal y entendimiento pastoral, sé que no sería el hombre que soy hoy sin su instrucción paciente y su fiel amistad.

Las ideas representadas en este libro, han cambiado la forma de mi propio entendimiento sobre qué significa ser un pastor fiel. Oro para que haga lo mismo con usted, y que su iglesia sea cada vez más sana como resultado. Soli Deo Gloria.


7.Para inscribirse en 9Marks Weekender, visite www.9marks.org, entre a “Events” y vaya a “Weekenders”

PRÓLOGO
POR D.A. CARSON

¿Por qué tomó este libro del estante? ¿Qué le llamó la atención? Vamos, sea honesto. ¿Se sintió intrigado por el diseño de portada? ¿Leyó las recomendaciones del reverso? ¿Se preguntó qué quería decir una iglesia “deliberante”? Quizás lo tomó porque quería estar actualizado con lo nuevo sobre crecimiento de iglesias y modelos de ministerio.

O quizás la razón es más profunda. Quizá usted ha sido pastor, por mucho tiempo, y está desanimado por la falta de crecimiento en su iglesia. “¿Que estoy omitiendo? ¿Por qué no estoy siendo efectivo como el pastor que está a unas cuadras?” Quizás lo tomó porque está cansado de no ser “exitoso” en el ministerio; el pez no ha mordido el anzuelo, así que ¿por que no cambiar el cebo?

Por el otro lado, quizá usted es un joven plantador de iglesias, que está buscando hacer un impacto para el reino. Quizá usted esté cansado de mirar al nuevo mundo con los lentes antiguos y quiere llegar más lejos, innovando, ser creativo, experimentar con algunos métodos nuevos, tratar algunas ideas descabelladas, encontrar realmente qué es lo que motiva a la gente en un generación post-todo.

Luego una vez más, quizás invirtió los últimos cinco años de su vida tratando de implementar el último modelo de crecimiento de iglesias y no funcionó. Quizás esté leyendo porque está desilusionado con el fracaso de un modelo que parecía prometedor y produjo resultados asombrosos en otro lado. Así que ahora está en el siguiente paso: la iglesia deliberante.

Tal vez, su interés fue provocado por la posibilidad de una nueva manera de hacer iglesia, que pueda traer aliento de vida a su congregación. Quizás esté leyendo porque puede ser la próxima gran ola en el ministerio de la iglesia, que pueda provocar un crecimiento explosivo en su iglesia y encender el fuego en su comunidad. O quizás se sienta un poco anticuado –como los coordinados de camisa y pantalón de color claro en el mundo de Bloomindale –así que fue a la librería cristiana para actualizar el vestuario del ministerio. Busque en su corazón -¿Por qué abrió este libro? ¿Qué está buscando?

Antes de que pueda leer seriamente, permítame aclararle lo que La Iglesia Deliberante no es, solo para veracidad de la publicidad. Primero, no es nueva. Es antigua… muy antigua. No estamos diciendo que todo lo que mencionamos es originalmente de nosotros; no es una “idea fresca” o un “formato único”, no es innovador. De hecho, no queremos ser innovadores (¡lo afirmamos!). Segundo, no es un programa. No es algo que pueda conectar en su iglesia y presionar “REPRODUCIR”. No es dependiente de una técnica; no queremos establecer un plan para la madurez espiritual, o pasos sistemáticos para edificar una iglesia; no hay lenguaje en forma de jerga llamativa o gráficas profesionales o metáforas agradables. Tercero, no es una reparación rápida. En otras palabras, no espere leer este libro e implementar sus sugerencias y ver resultados inmediatos y observables. El crecimiento saludable toma tiempo, oración, trabajo duro, paciencia y perseverancia.

“Bueno, si no es un programa nuevo, entonces ¿qué es?” En términos sencillos, es la Palabra edificando la iglesia.

Es fácil estar de acuerdo, con nuestra cultura, de que lo novedoso es siempre mejor. La ropa nueva es mejor que las prendas usadas; un carro nuevo es mejor que el viejo cacharro de papá. Solo hay pocas cosas que, casi irresistiblemente fascinantes para nosotros, tienen esta gravedad que nos jala con su brillo resplandeciente, su olor a coche nuevo, su aspecto moderno, su promesa de eficiencia aumentada y eficacia. Sabemos que es tonto, pero de algún modo nos hacen sentir nuevos con ellos, casi como si fuésemos renovados en imagen.

Cuando se trata de dar ideas sobre cómo edificar la iglesia, es tentador permitir nuestra fascinación con lo nuevo, para dirigir nuestro pensamiento y determinar nuestros métodos. Esta tentación es totalmente la más seductora, en el contexto de la cultura evangélica emergente, que incrementa distancias entre ella y la clara proclamación de las certezas doctrinales basadas en la verdad bíblica, y transmitidas a nosotros por los credos y las confesiones cristianas históricas. Como estamos desarraigados de nuestra rica herencia doctrinal e histórica, la innovación y la creatividad comienza a parecer más convincente que lo ya probado y la verdad, en parte porque nos hemos sumergido en una cultura que abraza con estridencia su propia superioridad a todo lo que es pasado. Entonces, naturalmente, el pragmatismo prevalece. Sin siquiera darse cuenta o haber reflexionado en ello, rápidamente nos excitamos acerca del modelo creativo reciente, que promete los resultados más inmediatamente visibles, normalmente medidos por estadísticas santificadas.

En la raíz de todo esto, a menudo inconscientemente, está la rápida erosión de nuestra fe en la suficiencia de la Escritura para nuestra efectividad en el ministerio. Pablo instruye a Timoteo a dedicarse a la predicación de la Palabra (2 Tim. 4:2) precisamente porque la Palabra hace al hombre de Dios “perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:17). Timoteo no necesitaba las últimas técnicas de retórica, prácticas de negocios, o modelos creativos de ministerio basados en metáforas cautivadoras. El solo necesitaba ser guiado, gobernado y equipado por la Palabra de Dios.

Deliberante, por supuesto, significa bien planeado con intención o ser cuidadoso. De lo que estamos tratando de ser cuidadosos como líderes de la iglesia, pues, es de edificar la iglesia en y alrededor del evangelio de Cristo. Más específicamente, estamos tratando de ser cuidadosos en edificar nuestra iglesia de acuerdo al patrón que Dios nos ha dado en las Escrituras. Óptimamente, la iglesia deliberante es cuidadosa en confiar en la Palabra de Dios, ejercida por Jesucristo, para hacer la obra de edificar la iglesia local. Es un intento de tener congruencia entre lo que pensamos, y lo que decimos, acerca de nuestra creencia en la suficiencia de las Escrituras para la vida, la salud, y el crecimiento de la iglesia local. Nuestra meta no es ver cuán innovadores podemos ser. Nuestra meta es ver cuán fieles podemos ser.

Lo que sigue, entonces, podría ser llamado un modelo de ministerio. Pero es solo un intento de ser deliberantes sobre cómo tratar el evangelio bíblico como lo que alimenta el crecimiento de la iglesia, dirige su proceso, y gobierna cada aspecto de la vida congregacional de la iglesia y el liderazgo. En todo lo que hagamos, queremos ser cuidadosos en permitir que la Palabra de Dios trace nuestra trayectoria, fortalezca nuestro progreso y gobierne nuestros métodos. Desde nuestra predicación y evangelismo, hasta la manera en que aceptamos nuevos miembros; de nuestras prácticas de disciplina y discipulado hasta nuestros modelos de liderazgo; desde nuestra estructura de los servicios del domingo por la mañana hasta la agenda de la reunión de los ancianos; queremos que nuestros procedimientos reflejen confianza en el evangelio bíblico, sometiéndonos a sus demandas, y siendo conscientes de sus implicaciones para nuestra vida congregacional.

Las palabras de Dios en la Escritura son los ladrillos que edifican la iglesia. Como pastores y líderes de la iglesia, entonces, nuestra primera prioridad es asegurarnos de que el evangelio disfrute de centralidad funcional en la iglesia. Esto es, debemos asegurarnos que el evangelio gobierne la manera en que la iglesia funciona. Cuando el evangelio disfrute de centralidad funcional, la iglesia ganará fuerza en la cultura, porque el evangelio es poder de Dios para salvación (Rom. 1:16; 1 Cor. 1:17-18). El evangelio es lo que da a las personas el nuevo nacimiento espiritual (Stg. 1:18; 1 Ped. 1:23). El evangelio lucha con los enemigos de la iglesia, tales como el error doctrinal y la debilidad moral (Hech. 6:7; 12:24; 19:20). En pocas palabras, la Palabra de Dios, condensada en el evangelio, edifica la iglesia.8

Preservar esta centralidad funcional del evangelio, es la razón por la que no queremos promover programas, pasos, y metáforas innovadoras en La Iglesia Deliberante. Para preservar la centralidad funcional del evangelio, el método humano debe permanecer sencillo, o naturalmente reemplazará el papel legítimo del evangelio, de esta manera, nuestro método al edificar la iglesia funcionará de una forma semejante al estilo de comunicación de un pastor. Un predicador puede ser tan llamativo y animado, que su propia personalidad se vuelve más notable y afectiva que el mensaje que esté tratando de predicar. Similarmente, los métodos de los pastores y de los líderes de las iglesias para edificar la iglesia local pueden volverse tan prominentes que comenzarán a desviarse hacia su propia gloria por el crecimiento de la iglesia que, justamente, solo pertenece al evangelio. Nuestra meta, como predicadores y líderes, es mantener nuestros métodos básicos y simples, con el propósito de que el evangelio sea presentado con un realce prominente contra el telón de fondo de nuestra propia debilidad admitida.

PARA REFLEXIONAR

1. ¿Disfruta el evangelio una centralidad funcional en su iglesia? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Existen maneras en las cuales su modelo actual de ministerio pueda desviarse de la gloria deL evangelio por sí mismo? ¿Qué tanto?

Hemos llamado este libro La Iglesia Deliberante porque queremos un título que pueda servir para arrojarnos a la lucha de los debates de la metodología de las iglesias. El evangelicalismo americano está empapado de diversas clases de iglesias: La Iglesia Emergente, La Iglesia con Propósito, La Iglesia Conectada, La Iglesia Hacedora de Discípulos, y casi cualquier otro tipo de iglesia que usted podía posiblemente querer. Nosotros guardamos el formato de “La Iglesia _________” para un título que podría obtener pie en la puerta del debate. “Deliberante” es la mejor palabra que pude encontrar para sucintamente describir lo que estamos hablando. Pero es un título que nos hará entrar en la conversación, espero, para levantar la forma de hacer las cosas que actualmente están siendo recuperadas de los siglos pasados, una iglesia guiada y gobernada por el evangelio. La Iglesia Bautista de Capitol Hill en Washington D.C., ha sido el laboratorio para probar estas ideas en los pasados diez años. Lo que sigue, entonces, son las aplicaciones de estos principios que han sido demostrados fieles y estimulantes en nuestro contexto. No tienen la intención de ser tomados como exhaustivas o exclusivas, sino simplemente como un intento de revivir una conversación cálida acerca de cómo cosechamos, dirigimos, y protegemos el rebaño de Dios.

Y ahora la pregunta del millón de dólares: ¿Es aplicable? ¿Lo puede hacer en su iglesia? Claro, pero no porque sea un programa conectar y usar, y ciertamente por ninguna brillantez nuestra en proponer un modelo transferible. Es aplicable porque es bíblico y simple. No importa que tamaño sea su iglesia, o donde esté localizada, o que clase de personas este ministrando, usted siempre puede ser deliberante al ser guiado y gobernado por el evangelio en todo lo que usted haga. Usted no necesita implementar un programa de estudios artificial, o ser un pensador increíblemente creativo, o aun ser el líder más carismático. Usted solo debe confiar que Jesús edificará su iglesia por medio de Su Espíritu y el poder de Su evangelio sin comprar el programa más nuevo o seguir la tendencia más popular.

Pero permítanos ser claros. No estamos prometiendo resultados inmediatos y visibles. Dios es soberano. El determina nuestros tiempos y lugares, la duración de nuestros días y el fruto de nuestra labor. Dios el Padre y el Hijo resucitado, soberanamente, deciden cuando derramar el Espíritu en gran medida9. Su trabajo en la viña de Cristo no será fructífero solo porque lea este libro y aun aplique este modelo. Pensamos que, porque manifestamos una medida de fidelidad y obediencia a la Palabra normativa de Dios, usted probablemente verá un fruto duradero. Pero nadie viene a Cristo a menos que el Padre no lo lleve a Él, nadie obedece el evangelio a menos que el Espíritu le de los dones de entendimiento, arrepentimiento y fe –y solo Dios hace crecer las cosas.10

Muchos, de los líderes de hoy, están diciendo que la iglesia será lanzada al futuro cuando sus métodos se pongan al corriente con nuestros tiempos. Nosotros estamos diciendo exactamente lo opuesto. En un sentido, nuestra meta es tomar la iglesia hacia el futuro recordándole cómo debería ser originalmente. Pensamos que la iglesia será catapultada hacia el futuro solo cuando la cosa más notable, acerca de su vida congregacional, sea su gobierno cuidadoso y poderosa conducción dirigidos por la antiquísima y probada Palabra de Dios.

¿Está aún interesado? Espero que sí. Después de todo, la función del evangelio en la vida de la iglesia debe ser el mero centro de nuestras vidas como cristianos, aun de los pastores y líderes de la iglesia. Si usted se va hasta el capítulo final y rechaza todo el “modelo”, sea deliberante al menos –sepa porque lo está rechazando. Pero si lee través de todo y está de acuerdo con ello, entonces usted tiene una mayordomía en sus manos. No permita que se llene de polvo –sea deliberante en aplicarla. Platíquelo en las comidas con sus compañeros líderes de la iglesia. Observe, alrededor de las reuniones de su iglesia y estructuras de liderazgo, para ver que necesita ser cambiado con el fin de ser más cuidadosamente gobernados y dirigidos por el evangelio. Enseñe a las personas los principios bíblicos detrás de los métodos prácticos, e intencionalmente cultive unidad en esa enseñanza. Luego tome acción congregacional y dirijan juntos el cambio en una manera sabia, paciente y cautivadora.

INTRODUCCIÓN

¿Qué estamos edificando?

Sería patentemente tonto comenzar a construir un edificio sin antes primero conocer qué clase de edificio estamos planeando construir. Un complejo apartamento es diferente de un complejo de oficinas, el cual es aún más diferente de un restaurante. Todos tienen diferentes planos, diferentes clases de cuartos, diferentes materiales, usos y formas. De manera que el proceso de construir será diferente, dependiendo de la clase de estructura que estamos planeando construir.

Lo mismo es al construir una iglesia. Una iglesia no es una compañía de Fortune 500. No es simplemente otra organización no lucrativa, menos aún es un club social. De hecho, una iglesia saludable es diferente a cualquier organización que el hombre pudiera crear, porque el hombre no la ha creado.

Solo tiene sentido entonces, para nosotros, cuando echamos un vistazo a la Palabra de Dios para darnos una idea de lo que exactamente Él quiere que nosotros edifiquemos. Una negligencia aquí resultaría en una inutilidad tanto temporal y eterna. Temporalmente, una iglesia es espiritualmente algo muy pesado de construir, y está diseñada para un uso relacional fuerte. Se requiere de materiales resistentes y, esos materiales, deben ser colocados en las posiciones y lugares correctos, especificados en los planos bíblicos con el propósito de que la integridad estructural sea incorporada. No importa que tan bonita sea la fachada, nuestra estructura se desmenuzará si construimos sobre fundamentos arenosos o con materiales de mala calidad.

Eternamente, nuestro trabajo resistirá el fuego del último día solo si construimos con “oro, plata y piedras preciosas” especificadas en los planos bíblicos (1 Cor. 3:12). Al construir sin esos planos, virtualmente garantizamos que estamos construyendo con lo más barato y más abundante de los recursos: “madera, heno, hojarasca”, todos serán consumidos y se acabarán (vv. 13-15). Ignorando el plan de Dios para la iglesia, y reemplazándolo por el suyo propio, asegurará un fracaso eterno en su obra. Desde un principio, entonces, es crucial reflexionar bíblicamente sobre la cuestión fundamental: ¿Qué es la iglesia local?

Fundamentalmente, Dios quiere que la iglesia local sea un despliegue congregacional de Su Gloria y sabiduría, tanto hacia los incrédulos como a los poderes espirituales invisibles (Juan 13:34-35; Efes. 3:10-11). Más específicamente, somos la morada corporal del Espíritu de Dios (Efes. 2:19-22; 10 Cor .3:16-17), el cuerpo orgánico de Cristo en el que Él magnifica Su gloria (Hech. 9:4, 10 Corintios 12). La palabra griega para iglesia es ekklesia, una reunión o pueblo congregado. La iglesia es el vehículo de Dios para mostrar Su gloria a Su creación.

La singularidad de la iglesia es su mensaje: El Evangelio. La iglesia es la única institución, comisionada por Dios, con el mensaje de arrepentimiento del pecado y fe en Jesucristo para perdón de pecados. El evangelio es visualizado en las ordenanzas del bautismo y la Cena del Señor, ambas instituidas por el Señor. Las marcas distintivas de la iglesia, son la correcta predicación de este evangelio y la correcta administración de las ordenanzas bíblicas escenificadas.

La estructura que estamos construyendo, entonces, es fundamentalmente centrada en Dios, es una estructura de Dios, diseñada para mostrar las glorias del carácter de Dios y la verdad de Su Evangelio. Es, también, una estructura con apariencia exterior, pero aun cuando en su apariencia exterior es centrada en Dios, miramos hacia afuera con el propósito de extender el carácter de Dios y el Evangelio, a través de todas las naciones, para reunir más adoradores para El y exaltar Su gloria.

Este es nuestro ministerio de magnificación, haciendo que la gloria de Dios sea vista por los ojos del mundo tan grande como lo es realmente, haciéndola más cercana a uno, con un enfoque más nítido en la forma de la iglesia local. Lo que estamos construyendo, entonces, no es una simple organización no lucrativa o una compañía cristiana. Estamos construyendo una estructura corporal y orgánica que exaltará con exactitud la gloria de Dios y fielmente comunicará Su Evangelio.

Jesús es el Único quien en última instancia construye Su Iglesia (Mat. 16:18). Pero Él gentilmente nos permite participar en el proceso de construcción, y por lo tanto está de acuerdo con sus planos bíblicos para poder construir la estructura y la vida de la iglesia. ¿Qué es lo que está tratando Usted de construir?

¿Cómo debemos construirlo?

¿Entonces, cómo va con la construcción de esta iglesia saludable? Incontables respuestas se han ofrecido desde diferentes cuarteles del evangelicalismo. Algunos piensan que es conocer la audiencia objetivo y atrayéndolos a satisfacer sus necesidades.[ 11 ] Otros proponen que la clave es tener una vibrante red de grupos pequeños, donde “una comunidad verdadera” tenga lugar. Muchos aconsejan que necesitamos echar por la borda los “antiguos” métodos que han funcionado por 50 años atrás, y abrazar otros nuevos que trabajen en nuestro contexto postmoderno.[ 12 ] Algunos defienden un regreso a los símbolos religiosos en la adoración para dar a la gente la experiencia sagrada y la conexión con el pasado para que puedan buscar la iglesia.[ 13 ] Otros, dicen que la manera de salir adelante es vender nuestros edificios de la iglesia y comenzar a desarrollar iglesias en las casas.[ 14 ] Aun otros, dicen que somos libres de hacer cualquier cosa que funcione en nuestro contexto local, mientras sea ético.

Así que, ¿cómo debemos navegar en el laberinto de los métodos modernos? ¿Hay una regla que podamos usar para que nos guíe hoy? ¿Existe una manera de resurgir de la maleza de los modelos del ministerio artificial, de manera que tengamos una vista aguda para salir adelante?

Lo que estos modelos de ministerio y muchos otros asumen, es que el método es todo lo que le importa a Dios. “Si esto trae a las personas a la iglesia o les ayuda a hacerlos sentir que están realmente adorando en el domingo, debe ser algo bueno, ¿verdad?”

Cuando se trata de edificar a personas para Su nombre y gloria, Dios cuida cómo estamos participando en sus propósitos redentores. Como hemos visto en el capítulo 1, El evangelio mismo es el poder constructivo de Dios para edificar el cuerpo de Cristo (Isa. 55:10-11; Rom. 1:16; 10 Ped. 1:23-25). La Palabra edifica la iglesia. Nuestro poder no está en tener grupos pequeños, o en satisfacer las necesidades de nuestra audiencia objetivo, o usar el programa evangelístico correcto, o teniendo narraciones chistosas, o proveer servicio de estacionamiento, enfocando nuestros ministerios a los postmodernos. Nuestro poder está en nuestro mensaje único (El Evangelio [griego: evangelion]) no en nuestras innovaciones. Así mismo, nuestro método principal debe ser comunicar claramente ese mensaje tan extensamente como sea posible. Bíblicamente, eso significa que debemos predicarlo fielmente (Griego, evangelizo), valientemente llamando al arrepentimiento y a creer como la única respuesta salvífica (Marcos 1:14-15).

Así que, antes de comenzar a hablar sobre lo básico y esencial para construir la iglesia, seamos responsablemente claros en la relación entre el Evangelio de Cristo y el método de sus ministerios:

  1. La teología impulsa los métodos. Démonos cuenta o no, nuestro pensamiento acerca del Evangelio formará la manera en que lo compartimos. Nuestra teología de las Buenas Nuevas persuadirá e influirá en cómo edificamos la iglesia.
  2. Los métodos de Dios determinan lo nuestros. Los métodos que usamos al plantar y regar en la viña del Señor deben estar en total armonía con el método de Dios para el crecimiento (El Evangelio, fielmente predicado por sus siervos). Trabajar en contra de los procesos de Dios significa ir en contra de Sus propósitos.[ 15 ]
  3. El evangelio habilita e informa nuestra participación en los propósitos de Dios. No somos capaces de entrar en el reino de Dios, mucho menos de ministrarlo, a menos que Su Evangelio primero obre en nosotros; ni nosotros sabemos cómo ministrar en Su reino, a menos que Su Evangelio primero nos provea de los parámetros para hacerlo. Como tal, solo el Evangelio debe formar y evaluar el método que usamos en el ministerio.
  4. La fidelidad al Evangelio debe ser nuestra medida de éxito, y no nuestros resultados. El poder de Dios para la vida espiritual y la santidad genuina está en el Evangelio. La fidelidad es primordial, no la innovación, y no los resultados inmediatos observables. Simón el mago se metió en problemas, hizo que lo llamaran el Poder de Dios; pero su poder, motivos y mensaje eran fraudulentos (Hech. 8:9-11). Nuestro llamado es a la fidelidad como mensajeros. Solo Dios provoca el crecimiento real (10 Cor. 3:6-7), y Él lo realiza por medio del Evangelio (Rom. 10:14-17; Gal. 3:1-5).

Este evangelio, entonces, es que Dios es nuestro Creador santo y justo Juez. Él nos creó para glorificarse y disfrutarlo para siempre, pero todos hemos pecado en Adán como nuestra cabeza representativa, y en nuestros propios actos individuales (Rom. 5:12; 3:23). Por tanto merecemos la muerte: separación eterna espiritual de Dios en el infierno (Rom. 6:23; Efes. 2:3) y estamos en realidad muertos desde que nacemos, sin esperanza en nuestros pecados (Sal. 51:5; Rom. 5:6-8; Efes. 2:1) y en necesidad de Dios para impartirnos vida espiritual (Ezeq. 37:1-14; Juan 3:3) Pero Dios envió a Su Hijo Jesucristo, que es cien por ciento Dios y cien por ciento hombre (Fil. 2:5-11), a morir la muerte que merecíamos, y el resucitó para nuestra justificación, demostrando que Él es el Hijo de Dios (Rom. 5:1; 1:4). Si hemos de tener la justicia perfecta de Cristo acreditada a nuestro favor, y el castigo de nuestros pecados sobre Él, debemos arrepentirnos de nuestros pecados y creer en Jesucristo para salvación (2 Cor. 5:21; Marcos 1:14-15).

Solo el Evangelio (Gal. 1:6-9) es lo único que se nos ha ordenado predicar (2 Tim 4:2). Este Evangelio, por sí solo, contiene la teología que debe dirigir nuestros métodos en el ministerio. Este Evangelio nos capacita e informa de nuestra participación en los propósitos redentores de Dios. Consecuentemente, solo con este Evangelio merece dar forma y evaluar tanto nuestros métodos como ministerios.

PARA REFLEXIONAR

  1. ¿Qué es lo que mueve a tu iglesia: el contenido del mensaje, o la singularidad de la presentación?
  2. ¿Está tu método en el ministerio guiado por teología bíblica, o sobre qué base trabaja?
  3. ¿Mides tu éxito por los resultados, o por al fidelidad a la Palabra de Dios?

11.Rick Warren, The Purpose Driven Church (La Iglesia con Propósito), Gran Rapids, Mich.; Zondervan, 1995.

12.James White¸ Rethinking the Church (Pensando la Iglesia de nuevo), Gran Rapids,: Mich. Baker, 2003.

13.Dan Kimball, The Emerging Church (La Iglesia emergente), Grand Rapids, Mich: Zondervan, 2003.

14.Wolfgang Simson, Houses That Change the World (Casas que cambian el mundo), Grand Rapids, Mich. Zondervan, 2003.

15.Esto no es decir que tenemos textos de prueba para todas nuestras prácticas. La entrevista con el nuevo miembro no se encuentra en la Biblia. Pero es una expresión metodológica de nuestro entendimiento en el contenido y la primacía del Evangelio, y la importancia de la pureza de la membresía de la iglesia local y el testimonio del Evangelio en la comunidad circundante.

SECCIÓN 1
LA REUNIÓN DE LA IGLESIA

1
LAS CUATRO "P"

Cuando fui entrevistado en la Iglesia Bautista de Capitol Hill antes de ser llamado para ser pastor, algunos me preguntaron si tenía algún programa o plan de crecimiento para implementar. Para la sorpresa de estas personas (¡y quizás para usted también!), le respondí que no tenía en realidad ningún programa o planes para implementar. Estaba solamente armado con las cuatro “P”: Yo predicaría, oraría, desarrollaría relaciones de discipulado personal y sería paciente.[ 16 ]

Predicar

Tal vez más sorprendente para algunos, dije que estaría feliz de ver que cada aspecto de mi ministerio público fallara si fuera necesario... excepto el de predicar la Palabra de Dios. Ahora, ¿qué clase de cosa es decir eso a la iglesia por un candidato a pastor? Lo que quería establecer era que existe solo una cosa que es bíblicamente necesario para edificar una iglesia, y eso es la predicación de la Palabra de Dios. Otros pueden efectuar otros deberes, pero solo yo soy responsable de ser apartado por la congregación para la enseñanza pública de la Palabra de Dios. Esta sería la fuente de nuestra vida espiritual, tanto para individuos como para la congregación.

La Palabra de Dios ha sido siempre Su instrumento escogido para crear, convencer, convertir y conformar a Su pueblo. Desde el primer anuncio del Evangelio en Génesis 3:15, hasta la palabra inicial de la promesa a Abraham en Génesis 12:1-3, hasta Su cumplimiento de esa promesa por Su Palabra en los Diez Mandamientos (Éxodo 20), Dios da vida y aliento y santidad a Su pueblo por medio de Su Palabra. Desde la reforma bajo Josías en 21 Reyes 22-23, hasta el avivamiento de la obra de Dios bajo Nehemías y Esdras en Nehemías 8-9, hasta aquella gran visión del Valle de los Huesos Secos en Ezequiel 37:1-14, Dios da aliento de vida de Su Espíritu hasta la muerte de su pueblo a través de la predicación de Su Palabra, Dios siempre envía Su Palabra cuando Él quiere renovar la vida en Su pueblo y reunirlos para Su gloria. La manera en que Dios obra es por medio de Su Palabra. El dice mucho en Isaías 55:10-11:

“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” (Énfasis añadido).

El Nuevo Testamento testifica de la primacía de la Palabra de Dios en Su método, que es muy notorio: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:4). La Palabra nos sostiene: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios... En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres... Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:1, 4, 14). Jesús el Verbo hecho carne, es la vida real encarnada: “Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor” (Hechos 19; 20 cf. 6:7, 12:20-24). La Palabra crecía y peleaba: “Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hechos 20:32). La Palabra es lo que nos edifica y nos mantiene: “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación” (Rom. 1:16; cf. 10 Cor. 1:18). El Evangelio, la más clara expresión de Su Palabra, es Su poder efectivo para salvación:[ 17 ]