Luis Carlos Torres Soler
Matemático, Universidad Nacional de Colombia. MSc Ingeniería de Sistemas de la misma Universidad. MA Ciencias de la Educación, Universidad de Sherbrooke, Quebec (Canadi). Doctorado en Pensamiento Complejo, Multiversidad Mundo Real Edgar Morin, México, docente-investigador de distintas Universidades. Pertenece a varios grupos de investigación catalogados en Colcicncias. Ha escrito variedad de textos en creatividad, inteligencia artificial c investigación. Actualmente es docente-investigador en la Universidad El Bosque, integrante del grupo Osiris ¿cBioaxis.
Germán Gonzalo Vargas Sánchez
Ingeniero de Sistemas, Universidad Distrital Francisco Jos¿ de Caldas. Especialista en Ingeniería de Software de la misma Universidad. Especialista en Informática y Ciencias de la Computación, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Magístcr en Software Libre de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Doctorado en Pensamiento Complejo, Multivcrsidad Mundo Real Edgar Morin, México. Actualmente se desempeña como docente-investigador asociado en la Universidad El Bosque.
Pensamiento complejo y sistémico |
Luis Carlos Torres Soler
Germán Gonzalo Vargas Sánchez
Fue editado y publicado por la Editorial Universidad El Bosque,
Noviembre de 2018
Bogotá, Colombia
El pensamiento complejo y el pensamiento sistémico son visiones que conducen a analizar las situaciones complejas en el entorno de maneía más holista. Ambos suigcn ante la debilidad que presenta el método científico para analizar situaciones humanas, sociales y ambientales, ya que, induce a que el todo debe separarse en partes para ser analizadas, pero en estas situaciones no es posible. El pensamiento sistémico se emplea más en el análisis de las organizaciones donde existe variedad de interrelaciones en su entorno interno como extemo, tomando características de la Cibernética. El pensamiento complejo es una visión que lleva a proponer pautas para poder comprender las incertidumbres, propiedades emergentes y dinámicas que suceden en una situación; toma consideraciones del pensamiento sistémico, por ello, los dos se hallan muy interreladonados. Se les puede considerar como método para el análisis de distintas situaciones complejas; sin embargo, son solo visiones y, por tanto, su aplicabüidad varía de un entorno a otro, de problema en problema, de organización en organización. Se pueden combinar para mejores resultados, en especial, en el análisis de situaciones de los sistemas educativos.
El estudio de diversas situaciones, por la complejidad que poseen, requiere de un pensamiento sistémico y complejo con el fin de entenderlas en su globalidad, como un todo no separado del entorno. Diversas situaciones se abordan de manera reduccionista y lineal, conduciendo a que variadas interrelaciones entre los componentes generen propiedades emergentes no consideradas.
La complejidad que existe en casi todas las situaciones humanas, organizacionales, sociales y ambientales requiere de estrategias de pensamiento según los nuevos contextos y estudios amplios, teniendo en cuenta que este término ha dejado de ser extraño en esta sociedad de la información, y ya no entendido como sinónimo de complicado, oscuro o difícil de entenderse. No obstante, la necesidad de evitar confusiones y el uso indiscriminado del término, lleva a que se genere; primero, el pensamiento sistémico para estudiar lo que sucede en las organizaciones al compararse con un ser vivo que debe adaptarse a los cambios que ocurren en el entorno. Luego, surge el pensamiento complejo como una visión o enfoque que permite comprender la complejidad que existe en diversas situaciones, variando de nivel según las dinámicas que suceden tanto en el interior (auto) como en el exterior (eco).
Este libro permite obtener bases para la comprensión de lo complejo y la complejidad, desde una mirada sistémica y holística. Entonces, el libro paso a paso, introduce en la concepción del pensamiento complejo y el pensamiento sistémico, permitiendo, que las apreciaciones sean graduales, sin prisa, con pausas y con relaciones necesarias para generar reflexión crítica en el proceso de aprendizaje.
Sin duda alguna, existe un abismo profundo en el conocimiento, principalmente entre el conocimiento científico (que lo conforman las ciencias formales o “exactas”, en las que se aplica el método científico) y el conocimiento social (en donde se encuentra la parte humana, social o ambiental). De ahí que se entra en la problemática de los sistemas complejos para extenderse en el ámbito social.
Y ante las dificultades a las que está expuesta una persona formada en la educación tradicional, es decir, con un pensamiento reduccionista para afrontar el análisis de las situaciones complejas, es que se plantea esa nueva visión que provee el pensamiento sistémico y el pensamiento complejo, la cual se incrementa al pensar en lo transdisciplinar como necesidad imperante en esta sociedad de la información que se dirige hacia la sociedad del conocimiento (del nuevo pensar), que además de las posibilidades que genera un pensamiento divergente, creativo, contribuya a la búsqueda de soluciones a los problemas que sufre la sociedad. Quizá, debido a la globodominación en el mundo y el uso en todas las actividades del ser humano de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), nos condu- cimos a una formulación poco adecuada de los problemas y a que no se incluyan los nuevos fundamentos teóricos, que resultan muy importantes al momento de trabajar con equipos multidisciplinarios para un diálogo de saberes humanos y una integración de los mismos.
La educación es el proceso fundamental con que cuenta el ser humano, sobre todo, si allí puede participar activamente para correlacionar el conocimiento en práctica con miras a enriquecer su propia formación como sujeto social-crítico-reflexivo.
Este texto es una guía que pone en contacto al lector con nuevos enfoques para las actuales realidades, además que invita a aprender a enlazar las diferentes situaciones del mundo, a verlas de manera global, como un todo y sin separarse del entorno, que es hacia donde se deben direccionar los procesos educativos con miras a construir personas que puedan afrontar las dinámicas de la contemporaneidad.
Luis Carlos Torres Soler
Germán Gonzalo Vargas Sánchez
El trasegar por distintos caminos lleva al ser humano a ser cada vez más selectivo, más especializado; sin embargo, esa especialización no facilita enfrentar variadas situaciones, puesto que el conocimiento le resulta insuficiente. Ante esto, surgen necesidades de complementarlo, se construyen nuevas teorías, interrelaciones y hasta lenguajes para proveer mejores significados, que por las incertidumbres se percibe incompleto; sobre todo, porque no puede comprender algunos fenómenos.
El lenguaje es una herramienta que le sirve para desarrollar cualidades, flexibilizar el pensamiento, interpretar y valorar la naturaleza; además de entender los fenómenos que percibe, establece mecanismos para protegerla como vida en sí misma. El lenguaje le permite plasmar belleza, conocimiento, sentimientos, emociones y la misma realidad.
El ser, con esa creatividad que posee, siempre desarrolla procesos que le permitan comprobar, refutar, percibir y contrastar cuando intenta comprender diversas situaciones, en especial aquellas de las que se posee conocimiento incierto. La naturaleza, el ser, la sociedad, el mundo es complejo.
El ser humano es consciente de la complejidad de diversas situaciones y fenómenos en el mundo, de su comportamiento impredecible, de los sistemas caóticos y dinámicos: biológico, psicológico y social; de procesos que conducen a resultados distintos; sobre todo, por los cambios internos y del entorno. Aunque todo depende de quien observa. Por momentos la preocupación surge por comprender algo, por entender las bifurcaciones, las dinámicas y crisis que inciden y alteran situaciones sociales, pero es arduo el camino por recorrer ya que se debe abordar la complejidad.
En el transcurso de su vida el ser humano vive en diferentes comunidades (sociedades), genera conflictos sociales desde donde se evidencian diversas necesidades. Por su mente pasan cuestionamientos, contradicciones, le surgen propósitos de ampliar su conocimiento, de comprender por qué ese fenómeno y, en algunos casos, busca soluciones.
La formación del profesional ante la globalización, el establecimiento de un nuevo orden mundial, el mar de información disponible en cualquier instante y el desarrollo tecnológico que facilita la comunicación conduce a que surjan transformaciones que ayuden a generar verdaderas competencias para aprender a pensar, aprender a aprender y, desde luego, comprender la complejidad en las situaciones que debe abordar; además motiva a que se interese en que sus proyectos adquieran mayor relevancia y pertinencia.
Hoy prolifera la información, especialmente en la gran red. Es parte de la globalización. Existe una avalancha, un alud o un mar de datos que estructuran una jungla informativa, una red dinámica de ideas. Pero lo real es que mucha de la información caduca rápidamente, generando así la necesidad constante de búsqueda y actualización.
Esto hace también que sea necesario establecer estrategias para comprender la información: estructurar esquemas de organización, interpretar y sintetizar lo que se halla. El panorama que se vislumbra lleva a repensar la formación de las personas, visualizando perspectivas para superar la tradicional división del conocimiento en el saber práctico (cómo) y el saber temático (qué), con estrategias que ayuden a saber dónde hallarlo, cómo conseguirlo, evaluarlo y saber qué validez tiene pero sobre todo, qué hacer con él.
El fenómeno de la modernidad o posmodernidad es la proliferación de especializaciones (disciplinas, ciencias,…) y el desarrollo de jergas y lenguajes que, en general, distorsionan la comunicación entre diferentes profesionales, especialmente si están formados en áreas distintas del conocimiento.
La creciente participación del ingeniero en lo social, lo político y lo ambiental, exige amplio conocimiento sobre antecedentes, circunstancias, consecuencias, alternativas para llevar a cabo un proyecto, sea de tipo técnico (ingenieril), de educación (formativo), ambiental o ecológico. Por ello cada vez se hace más difícil emitir una opinión en un proyecto de transporte masivo, conciencia ciudadana, seguridad pública, legislación ambiental o educativa, debido a la aguda complejidad en los procesos, la cual parece escapar a la capacidad de comprensión del ser humano por los elementos, las interacciones, el comportamiento y las funciones.
Hablar del pensamiento complejo y sistémico es querer tener una visión amplia de la realidad, con miras a comprender los fenómenos que se perciben. Se necesita conocer las interrelaciones entre los componentes, los procesos u objetos que de alguna manera no son visibles, ya sea por falta de conocimiento, de capacidades o habilidades del pensamiento. Es decir, se desconocen en razón de los límites al considerar solo un enfoque, se mira solo lo que se quiere ver, lo que se conoce, producto de la formación que la educación con pensamiento mecanicista (reduccionista, cartesiano, lineal) fue impartida y que prima por lo menos en occidente. Como registra la historia que no sucedió en otras épocas (griegos, egipcios, romanos, chinos).
Se educa según el pensamiento reduccionista, lineal o cartesiano. Se trasmite conocimiento reducido que insinúa y obliga a separar el todo para comprenderlo. Los procesos educativos solo dan el conocimiento que se consideran necesario, el que imparte el docente; conocimiento que aunque no esté completo sirve para generar competencias básicas. Sin embargo, más allá de eso no existen procesos o estrategias que gestionen conocimiento, amplíen la reflexión, la crítica o motiven a ser más observadores, curiosos, imaginativos y creativos.
Existen deficiencias en investigación por ese razonamiento, por falta de conocimiento y capacidades para comprender fenómenos complejos o la complejidad que existe en ellos, para síntesis de la información que se accede por las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), para comprender las interrelaciones en la sociedad globalizada y el conocimiento que los científicos generan. Por ello se estructuran diferentes procesos y métodos que ayuden en mayor escala a comprender las situaciones, las propiedades emergentes, las dinámicas de las interacciones y que son imposibles de modelizar por el cúmulo de variables, relaciones y características. Además, porque el conocimiento incompleto que se recibe no se integra con otro.
Hablar del paradigma de la complejidad, del pensamiento complejo, del pensamiento sistémico exige tener diferentes enfoques. Cada persona, por la disciplina, por los intereses, por la estructuración del conocimiento comprende la naturaleza de diferente forma y, por tanto, desarrolla una conciencia entorno a ella.
Se propone, según las premisas del pensamiento complejo de Edgar Morin, la construcción de un nuevo enfoque para la educación con el fin de aplicarlo en la formación escolar y profesional; igualmente, entender qué es para facilitar el desarrollo tanto de la conciencia que ayude al planeta (conciencia planetaria) como de la reflexión sobre las emergencias por la interacción entre el saber y el hacer, válidas para mejorar la calidad de vida de cada uno de los individuos de la sociedad.
El pensamiento sistémico tiene como principio concebir un sistema como algo único e inseparable tanto del entorno en que se circunscribe como del mismo sujeto que lo estudia, además, que el estudio debe ser como un todo y sus partes estudiarse sin separación alguna con a fin de comprender los comportamientos y propiedades de manera global.
A partir del conocimiento básico, todo individuo debe emprender un camino y hallar aplicaciones prácticas, construir mecanismos que faciliten una mejor calidad de vida, plantear problemas; esto lleva a establecer relaciones en red del conocimiento con otros. Por ejemplo la relación que surge entre profesor y estudiante en el aula; además, de distintos intereses, por prevenir de contextos complejos, la formación debe llevar a hacer algo por la humanidad, aun con la complejidad en situaciones de la vida cotidiana.
Plantear características del pensamiento complejo y del pensamiento sistémico, indicando por qué son herramientas, exige emprender un recorrido por aspectos de la complejidad, de los sistemas complejos, de la transdisciplinariedad y de los procesos de la educación que deben existir y poner en su punto estos pensamientos, los cuales son complementarios.
Es inevitable dejar de vincular complejidad y transdisciplina, pero no se puede identificar ni establecer una dependencia bidireccional de forma absoluta; existe un vínculo que la liga y una separación entre ellas. Están en la misma red.
En este trabajo se plantean aspectos para que el pensamiento complejo se considere llave epistemológica que lleva a una conciencia planetaria con miras a ascender como especie a niveles superiores para el desarrollo humano, donde el profesional debe actuar sabiendo cómo hacerlo.
El texto se divide en secciones para cumplir los propósitos planteados. La primera, visualiza el pensamiento sistémico y complejo como herramientas. La segunda, provee bases sobre el pensamiento complejo y la complejidad, aspectos relevantes para concebir lo que se expresa en las siguientes secciones. La tercera, aspectos del pensamiento sistémico. La cuarta, aborda los sistemas complejos orientados hacia el proceso de enseñanza-aprendizaje, que es complejo por ser un sistema que se halla dentro de otro sistema complejo: el social. Se consideran aspectos de la transdisciplinariedad por ser un pilar para la comprensión de la realidad. Como parte adicional se incluye un léxico que cobija gran parte de los términos empleados y que en un futuro podrá desarrollarse en la misma complejidad que acoge.
Se busca, en pocas palabras, plantear lo que debería ser la formación del conocimiento que contribuya a gestar una “conciencia planetaria”, que a su vez genere procesos de gestión del conocimiento y, por tanto, autoaprendizaje para comprender la complejidad de los fenómenos.