A través de nuestras publicaciones se ofrece un canal de difusión para las investigaciones que se elaboran al interior de las universidades e ­instituciones de educación superior del país, partiendo de la convicción de que dicho quehacer intelectual se completa cuando se comparten sus resultados con la colectividad, al contribuir a que haya un intercambio de ideas que ayude a construir una sociedad madura, mediante una discusión informada.

Con la colección Pública ensayo presentamos una serie de estudios y reflexiones de investigadores y académicos en torno a escritores fundamentales para la cultura hispanoamericana, con los cuales se actualizan las obras de dichos autores y se ofrecen ideas inteligentes y novedosas para su interpretación y lectura.

Títulos de la colección

1. México heterodoxo. Diversidad religiosa en las letras del siglo XIX y comienzos del XX

José Ricardo Chaves

2. La historia y el laberinto. Hacia una estética del devenir en Octavio Paz

Javier Rico Moreno

3. La esfera de las rutas. El viaje poético de Pellicer

Álvaro Ruiz Abreu

4. Amigos de sor Juana. Sexteto biográfico

Guillermo Schmidhuber de la Mora

5. Los jeroglíficos de Fernán González Eslava

Édgar Valencia

6. México en la obra de Roberto Bolaños

Fernando Saucedo Lastra

7. Avatares editoriales de un “género”: tres décadas de la novela de la Revolución mexicana

Danaé Torres de la Rosa

8. Los hijos de los dioses. El Grupo filosófico Hiperión y la filosofía de lo mexicano

Ana Santos

9. Los dioses llegaron tarde a Filadelfia. Una dimensión mitohistórica de la soberanía

Ignacio Díaz de la Serna

10. Nada mexicano me es ajeno. Papeles sobre Carlos Monsiváis.

Adolfó Castañón

11. La memoria olvidada. Estudios de poesía popular infantil

Pedro C. Cerrillo

12. Edenes subvertidos. La obra en prosa de Homero Aridjis

Laurence Pagacz

13. Edgar Allan Poe y la literatura fantástica mexicana (1859-1922)

Sergio Armando Hernández Roura

14. Praxis de la poesía

Jean-Clarence Lambert / Prólogo, traducción y notas de Adolfo Castañón

Este libro fue financiado con recursos PFCE 2019, Partida 7973.

Los derechos exclusivos de la edición quedan reservados para todos los países de habla hispana.

Prohibida la reproducción parcial o total, por cualquier medio conocido o por conocerse, sin el consentimiento por escrito de los legítimos titulares de los derechos.

Primera edición, agosto de 2019

D.R. © 2019 Alejandro Lámbarry

De la presente edición:

D.R. © 2019

Bonilla Distribución y Edición, S.A. de C.V.,

Hermenegildo Galeana #111

Barrio del Niño Jesús, Tlalpan, 14080

Ciudad de México

procesoseditoriales@bonillaartigaseditores.com.mx

www.bonillaartigaseditores.com

ISBN edición impresa: 978-607-8636-27-3 (Bonilla Artigas Editores)

ISBN ePub: 978-607-8636-45-7

Cuidado de la edición: Bonilla Artigas Editores

Diseño editorial y de portada: Jocelyn G. Medina

Realización ePub: javierelo

Fotografía del autor: Kitzia Salgado

Hecho en México

 

A Deni

Contenido

Agradecimientos

Introducción

I

El Cuarto Mundo (1921-1936)

Escribir como yo mismo (1936-1942)

Exilio político, ingreso literario (1942-1945)

M. encuentra a M. (1944-1953)

Bolivia y Chile, el segundo exilio (1953-1956)

II

El primer libro (1957-1961)

La creación y el amor excéntrico (1962-1969)

La oveja negra y Movimiento perpetuo (1969-1972)

III

¿Todas las cartas de amor son ridículas? (1970-1978)

La palabra mágica y el libro fallido (1979-1987)

La política y la fama (1976-2000)

Burger Boy (1986-2002)

Escritor para escritores (2000-2003)

Bibliografía general

Sobre el autor

Agradecimientos

Al término de mis estudios de doctorado, pasé una temporada leyendo solo aquello que me causaba placer: libros de historia, uno que otro de ciencia, mucha ficción y biografías. Cuando decidí que era el momento de iniciar un nuevo proyecto de investigación, en lugar de continuar con la línea donde ya más o menos me había especializado, el análisis literario, pensé que sería mejor hacer algo distinto. El resultado es este libro que, si bien tendrá sus logros y sus limitaciones académicas, tuvo una realización puramente placentera. Esta es la impresión que me gustaría dejar en el lector. Y agradecerle a ella y a él (reflejados en mi propia imagen de lector hedonista) por haber estado presentes desde el inicio del proyecto.

En 2012 obtuve una beca de la Biblioteca de la Universidad de Princeton. Estuve un mes, durante el otoño, consultando más de cincuenta cajas llenas de cartas, diarios, borradores, dibujos, fotos y papeles personales de Augusto Monterroso. Descubrí la manera en ocasiones inspirada y en otras trabajosa con la que Monterroso escribió cada página que yo leí, de joven, en un suspiro. Descubrí cartas de amor, de agonía, de entusiasmo, todo eso que los escritores no dicen porque ellos están más allá de una confesión ingenua, una escritura sentimental y tonta, aunque, recordando a Fernando Pessoa: los que creen que están más allá de todo esto son los tontos. Quisiera agradecer, por lo tanto, en primer lugar al Department of Rare Books and Special Collection y a la organización Friends of the Princeton University Library, quienes financiaron mi estancia. En la Biblioteca, a la amable y siempre eficiente labor de Fernando Acosta-Rodríguez, responsable de la sección de autores ibero e hispanoamericanos, a Don C. Skemer, Gabriel A. Swift, Linda A. Oliveira, y al personal administrativo: Brianna Cregle, Sandra Bossert y Linda Bogue.

Después de la estancia en Princeton, consulté el archivo de Augusto Monterroso en la Universidad de Oviedo. Cuando llegamos mi esposa y yo a la ciudad, gran parte de la gente había salido a la playa, así que caminábamos por el parque solitario de San Francisco, a un costado del centro donde asomaba la impresionante catedral gótica, hasta la biblioteca donde, si había dos o tres personas ya era mucho: otra experiencia plenamente paradisiaca. La ayuda y compañía de Virginia Gil Amate fue clave para aprovechar y disfrutar de esta estancia. En el archivo de Monterroso, el trabajo de Fernando Arce Fernández fue siempre amable y eficiente.

Además de los archivos, Monterroso cobró vida en los recuerdos y la memoria de los personajes estupendos que lo acompañaron en vida. En primer lugar, y sobre todo, muchas gracias a Bárbara Jacobs quien me sirvió desde un inicio como un gran apoyo y aliciente para el trabajo; Bárbara me acompañó en todos estos años con correos electrónicos y hasta envíos postales. Sin ella, este trabajo no habría sido el mismo.

Gracias a Milena Esguerra y a su hija María Monterroso, a quienes entrevisté en la ciudad de Bogotá. La capital colombiana me impresionó por su gente amable, y ellas, la segunda esposa y la hija de Augusto Monterroso, fueron las más amables de todos. Gracias también a Jean Franco, a quien entrevisté en su departamento de Nueva York, a Margo Glantz y a Vicente Rojo, con quienes charlé en su casa y estudio de Coyoacán. Los académicos Fabienne Bradu, Jorge Ruffinelli, Will H. Corral y An Van Hecke me guiaron en el terreno de la crítica biográfica y en la vida y obra de Monterroso. Especial agradecimiento le debo a Adolfo Castañón, quien además de la entrevista, tuvo la enorme gentileza de leer y revisar mi manuscrito.

Discutiendo sobre el tema de mi primer libro de crítica académica, Adela Pineda mencionó, al paso, el que sería su título definitivo. En esta segunda ocasión, fue ella quien me inspiró a contactar a la editorial Bonilla Artigas. Le agradezco a Adela seguir siendo para mí un modelo de investigadora, profesora y amiga. La editorial Bonilla Artigas ha hecho un trabajo excepcional de dictaminación, revisión y lectura de mi manuscrito. Juan Bonilla, su director, estuvo siempre atento al proceso de corrección, dictaminación y lecturas. Gracias.

Una mención especial merece Roberto García Bonilla, quien leyó y revisó mi manuscrito en varias ocasiones, y cuyo aporte fue además sumamente importante para la versión final del texto.

Por último, debo mencionar a los alumnos del posgrado en Literatura Hispanoamericana de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), donde me honro en trabajar, por su participación activa e inteligente durante los cursos en los que abordamos la vida y la obra de Augusto Monterroso; a mis colegas del mismo posgrado, que me ayudaron en la realización de un Congreso Internacional dedicado al autor centroamericano; y a mi familia: mis padres, mi hermana y a Deni, de quien siempre he recibido apoyo y cariño.

Introducción

Augusto Monterroso cambió la manera de escribir y de leer literatura. Conocemos “El dinosaurio”, dispositivo de una frase que alteró nuestra noción del cuento; habrá que agregar la renovación de la fábula, ya sin moraleja; la creación de un género misceláneo, que en lugar de excusar su desorden lo planteaba como el orden legítimo; de un nonbook y de una novela cuyo personaje principal surgió de los límites del libro en una metaficción quijotesca. En cada uno de sus libros experimentó con una forma distinta. Fue un renovador en una época de incesante experimentación formal como fue el siglo XX en Hispanoamérica.

Monterroso nació y vivió sus años de formación en Centroamérica: lejos de Francia, Inglaterra y el Mediterráneo, escenarios de sus primeras lecturas; lejos de París, Londres y Nueva York, las metrópolis donde se producía y consumía el gran arte. Esa distancia le permitió una visión en conjunto de la cultura occidental con la cual colmó el vacío de referentes culturales de su región. En sus primeros textos fue serio y presuntuoso; le pesaban los bustos en mármol de Cervantes, Quevedo, Homero y Dante. Desde su primer libro fue irreverente y lúdico; parodió los géneros tradicionales, satirizando e ironizando de igual modo sobre el acto de escribir y la situación política de subordinación de Centroamérica. En lugar de echarse a los clásicos a las espaldas, voló a su alrededor como una mosca zumbona.

La paz social no es el privilegio de países con grandes desigualdades sociales, ni la indiferencia una opción para un joven humanista. A los veintiún años Monterroso se involucró en las protestas contra la dictadura en Guatemala; el arrojo y la sublevación lo condujeron a un primer exilio. Llegó a la Ciudad de México en la década de los cuarenta. Se aventuró al café de la universidad donde conoció y se hizo amigo de Juan Rulfo, Juan José Arreola y Rosario Castellanos; con ellos leyó, entre tantos, a Jorge Luis Borges y James Joyce. El resplandor y el misterio atrajo a la capital del país a personajes como Ret Marut –que firmaba como B. Traven–, Antonin Artaud, André Breton y D. H. Lawrence; los muralistas ya eran leyenda. La Ciudad de México era el espacio apropiado para su escritura compleja e irreverente. Pudo además conservar su libertad, sin censura ni represión ante las impericias y abusos de los políticos rapaces.

Publicó sus primeras plaquettes en colecciones que dirigía su amigo Juan José Arreola, autor de una gran experimentación formal en sintonía con la suya, y consiguió trabajo en la embajada de Guatemala. Rompió esta perfecta armonía entre la estabilidad económica y la vida bohemia con su segundo sueño de utopía social. En Guatemala ganó las elecciones el gobierno antiimperialista de Jacobo Árbenz; Monterroso abandonó amistades, publicaciones y a la familia para apoyar durante un año al nuevo gobierno como agregado cultural en la embajada de La Paz, Bolivia. Al término del cual, un golpe de Estado, organizado con la ayuda de la CIA, lo obligó a un nuevo exilio. En Santiago de Chile conoció un medio cultural cuyo centro era Pablo Neruda. Alrededor del poeta giraban proyectos de revistas, actividades culturales, fiestas y encuentros.

De regreso en México, tras el desengaño social y dos exilios, retomó el vuelo de su vida creativa. Uno a uno surgieron sus libros centrales, imprescindibles: Obras completas (y otros cuentos), La oveja negra (y demás fábulas), Movimiento Perpetuo, Lo demás es silencio, La palabra mágica. No se repitió en la forma. Al primer libro de cuentos le siguieron fábulas, luego fragmentos, una novela y un nonbook. Cuando el molde le fue insuficiente creó la minificción y el género híbrido en “movimiento perpetuo”. Esta carrera contra la forma se acompañó de una permanente curiosidad en temáticas precisas: la literaria –el acto de escritura y de lectura, la república de las letras–, la geopolítica –la relación desigual entre América Latina con Europa y Estados Unidos– y las patéticas relaciones humanas.

Era tan enciclopédico que afrontó la muerte con una autobiografía y dos libros de ensayos. Su vejez, como la de Borges, pareció abarcar toda su vida porque fue este su periodo de mayor fama. Antes había sido un autor de culto, leído por un pequeño grupo de iniciados que cazaba sus obras cuando se publicaban en pequeñas editoriales de México; cuando llegó a los sesenta años se convirtió en un escritor premiado y mediático, a quien acompañaba además una bella e inteligente mujer mucho más joven que él, la escritora Bárbara Jacobs.

A lo largo de esta investigación que culmina en Augusto Monterroso, en busca del dinosaurio, me he propuesto conocer y entender la vida y obra de Monterroso adoptando para ello un género clásico que me dio amplias libertades. La biografía puede ser narrativa de vida, recuento sociohistórico y análisis literario; puede narrarse con la voz en apariencia neutra del académico o con la apasionada del novelista; puede prescindir de las notas al pie y las citas en el texto, pero debe, eso sí, sustentarse en una investigación sólida y profunda. Realizamos una investigación de archivo en la Universidad de Princeton y la Universidad de Oviedo e hicimos acopio de fuentes orales a través de entrevistas realizadas a personajes cercanos a Monterroso. Para facilitar la lectura, cuando no son citas textuales, nuestras fuentes bibliográficas aparecen al final del texto.

Vladimir Nabokov y Julian Barnes realizaron brillantes parodias del género biográfico. La pasión que impulsa a sus narradores a investigar la vida de autores admirados como Flaubert y Sebastian Knight es motivo de hilaridad porque sus hallazgos no ayudan en nada a la mejor comprensión de su obra literaria. Si creemos que, ante esto, la opción es la de un académico separando con bisturí la figura del actante, las funciones cardinales y las catálisis, habremos mal entendido la parodia; la habremos banalizado. La pasión del investigador es fundamental, y es normal que ésta, en ocasiones, lo vuelva proclive a conclusiones viscerales y errores involuntarios. Con todo, las mejores interpretaciones sobre un autor y su obra nacen de la búsqueda pasional que aquí confesamos poseer con respecto a la vida y obra de Augusto Monterroso.

El libro se divide en tres partes; la primera comprende los primeros años de la vida de Monterroso, desde su nacimiento hasta su segundo exilio en la ciudad de Chile. Son los años de su formación, lucha social y primeras publicaciones. Muy poco sabe la crítica sobre este periodo porque precede a la publicación de sus libros, que han sido estudiados con profundidad por críticos como Will H. Corral, Francisca Noguerol, Gloria González Zenteno y An Van Hecke. Es necesario conocer y entender el contexto cultural centroamericano en el que Monterroso se formó y alimentó sus intereses; el mexicano, que le permitió ampliar sus lecturas y posibilidades creativas; y el chileno, por su participación en la literatura y la política de la región.

El segundo periodo es el de la escritura y publicación de sus obras fundamentales; un corpus que para nosotros inicia con Obras completas (y otros cuentos) y concluye con La palabra mágica. Aquí se respira la búsqueda formal por momentos agónica y en otros casos lúdica; los gestos irreverentes como el de “El dinosaurio” y magistrales como el de Movimiento Perpetuo; la parodia de géneros clásicos (fábula) y modernos (novela). Escribe desde México, en el corazón de un medio cultural con trabajos en instituciones universitarias; es un espacio literario que se ha logrado construir después de dos exilios y precariedad económica. Ya no teme a las presiones políticas, la inestabilidad se debe ahora a sus romances y relaciones fallidas con mujeres brillantes.

El tercer periodo, por último, es el de la fama, la estabilidad y la muerte. Escribe una autobiografía y dos libros de ensayos; edita además un libro con todos los elementos biográficos que escribió sobre sus amigos escritores. Presenciamos su lucha por trascender que coincidió, para su suerte, con el cenit de su fama. Obtuvo algunos de los premios de mayor capital cultural de la literatura en lengua española: el Xavier Villaurrutia, el Juan Rulfo y el Príncipe de Asturias. Su obra fue alabada por autores consagrados como Italo Calvino. Se le editó y vendió en todo el mundo hispano, y se le tradujo a varios idiomas. A los premios, congresos, presentaciones acudió siempre con su última pareja, la más estable, con quien encontró una perfecta armonía romántica y literaria. Murió el 7 de febrero del año 2003.

Augusto Monterroso fue el autor de su tiempo y espacio, mismos que revolucionó con su obra. Conocer el medio en el que nació y llegó a la madurez; las maneras en las que descubrió la lectura y la posibilidad de convertirse, él mismo, en escritor; sus sueños de utopía social que lo impulsaron a luchar contra la represión e injusticia de gobiernos dictatoriales; su primera impresión de la Ciudad de México y los estímulos que le produjo; los amores, divorcios y affaires; la lucha contra las formas literarias preestablecidas, hasta lograr escribir algo que fuera a la vez nuevo y clásico; la búsqueda del estilo; la tradición literaria y la manera en la que él podía integrarse en ella, nos permitirá entender a Monterroso, a nuestra región, y al nuevo siglo que inició con su escritura breve, fragmentaria y excéntrica.