CLAVES DEL DESARROLLO NEUROLÓGICO PARA UN BUEN APRENDIZAJE
AUTORA: SALLY GODDARD BLYTHE
TRADUCCIÓN: AURORA ALONSO AMIGO
©Ing Edicions, S.L.
Av. Josep Tarradellas, 118, 1 B
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The Well Balanced Child Copyright © 2004 Hawthorn Press Ltd, Hawthorn House, 1 Lansdown Lane, Stroud, Gloucestershire, GL 5 1BJ, UK.
© 1ª edición en castellano: Ing Edicions, 2017
© Texto: Sally Goddard Blythe
© Traducción: Aurora Alonso Amigo
Asesora de contenidos: Laura Pellico Nebreda
Corrección de contenidos: Alicia Bastos Sancho
Corrección: Zaida Díaz García
Asesora pedagógica: Àuria G. Galcerán
Maquetación: Susanna Pérez
Todos los derechos reservados para la versión castellana
1ª edición: marzo de 2017
2ª edición: mayo de 2017
ISBN: 978-84-120293-3-8
Producción del ebook: booqlab.com
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni su transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
Durante los últimos 25 años, he tenido la fortuna de conocer a hombres y mujeres expertos en sus campos de investigación a nivel mundial; personas de extraordinaria talla intelectual y creativa; pioneros que han pasado su vida desarrollando y comprobando sus ideas.
Los trabajos que publican, con frecuencia, solo muestran una fracción de su pensamiento. He aprendido más escuchando sus conferencias y debatiendo con ellos sus ideas que leyendo miles de páginas. De cada uno de ellos, me ha llamado la atención que estas mentes tan brillantes nunca menospreciaron las ideas de otros, y continuamente me han hecho constatar que las ideas casi nunca surgen de un solo individuo, sino que se fraguan como resultado de discusiones y pensamientos expuestos en común. En otras palabras, la creatividad surge normalmente de las experiencias compartidas y de las chispas que saltan durante el intercambio.
Este libro está dedicado a todos los hombres y mujeres de ideas que han ofrecido sus pensamientos y sabiduría, permitiendo así la existencia del conocimiento actual y la posibilidad de los sueños del mañana.
A mi marido Peter y a mis hijos James, Thomas y Gabriella.
A Ewout Van-Manen, al catedrático Lyelle Palmer y al doctor Harold Levison por su tiempo y sus generosas contribuciones a este libro.
A todos los que han estado involucrados de una u otra manera en el trabajo del Instituto de Psicología Neurofisiológica (INPP) durante muchos años. Todos han contribuido al trabajo que el INPP lleva a cabo en la actualidad.
A Martin, Rachel y Richard de Hawthorn Press por su ayuda, asesoramiento y apoyo, a Marije Rowling por sus bellas ilustraciones de bebés y a Sharon Lewis por ilustrar el cuento infantil “Por la mañana temprano en el estanque”.
PRÓLOGO DEL DR. HAROLD N. LEVINSON
PRÓLOGO DE EWOUT VAN-MANEN
NOTA DE LA AUTORA
INTRODUCCIÓN
I. GÉNESIS
• Por qué es importante el movimiento para tu hijo
• Movimiento y aprendizaje temprano
II. EQUILIBRIO
• Equilibrio: el sentido primario
• Origen del equilibrio y la audición
• Desarrollo del equilibrio
• Equilibrio a través del movimiento: una práctica vital
• El sentido de la dirección
• Equilibrio y aprendizaje
• ¿Cómo se entrena el equilibrio?
III. CEREBRO Y CUERPO:
EL DESARROLLO DE LA MENTE
• Desarrollo motor
• Reflejos: Indicadores del desarrollo
• Funciones de los reflejos en el desarrollo temprano
IV. DE LA CUNA A LA COORDINACIÓN:
LOS REFLEJOS Y LA MENTE EN DESARROLLO
• El reflejo de Moro
• El Reflejo Tónico Laberíntico (RTL)
• El Reflejo Tónico Asimétrico del Cuello (RTAC)
• El Reflejo Tónico Simétrico del Cuello (RTSC)
• Los reflejos de búsqueda y succión
• Los reflejos palmar y plantar
• El reflejo de Babinski
• El reflejo Espinal de Galant
V. LA MÚSICA DEL LENGUAJE
VI. MÚSICA Y CEREBRO
• El poder de cantar
• Sonido y voz
• Música y cerebro
• ¿Qué más hace la música?
• Música y números
• Activación, atención y creatividad
VII. DE MUCHAS MENTES
• ¿Qué implicaciones tienen las diferentes etapas del desarrollo del cerebro en la educación?
• Desarrollo, madurez para el aprendizaje y el juego
VIII. ALIMENTACIÓN, CRECIMIENTO Y CEREBRO
• Grasas buenas y malas
• Zinc
• Magnesio
• Calcio
• Manganeso
• Contexto social y patrones de alimentación
• Factores biológicos
IX. LA TRANSFORMACIÓN DE LOS NIÑOS
• Un espacio para jugar
• Creando una utopía urbana
• Estudio en una escuela
X. APRENDIENDO DE NUESTROS ANTEPASADOS:
EDUCACIÓN A TRAVÉS DEL MOVIMIENTO
• Educación oriental
• Educación griega
• La manera romana
• La edad de los caballeros medievales
• Educación infantil y guarderías
• Resumen
• Conclusión
• Temas generales en el desarrollo del niño
XI. EL PRIMER PARQUE INFANTIL
• Por qué es importante el movimiento
• Introducción a los principios de un programa de movimiento
• Equilibrio
• Gimnasia en la guardería
• Tiempo boca abajo
• Tacto
• Masaje
• Sonido
• Actividades: “Por la mañana temprano en el estanque” (Cuento)
• Programas generales para niños de 6 –7 años en adelante
• Los programas INPP
• Resumen
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS NUMERADAS
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS GENERALES
RECURSOS
El niño bien equilibrado es un título acertadísimo para un libro de contenido extraordinario, escrito con mucha habilidad por una terapeuta consagrada. Este trabajo explora la esencia científica que subyace a la cita latina mens sana in corpore sano, y explica por qué el movimiento temprano es vital para desarrollar un equilibrio sano, así como los cimientos interrelacionados y dependientes del lenguaje, el aprendizaje, la cognición y el afecto. En otras palabras y de acuerdo con la autora, el mecanismo del equilibrio es como un piano que se entrega genéticamente al niño en el momento del nacimiento, aunque el niño solo aprenderá a usar y tocar el piano, si el maravilloso potencial y la “sintonización” neuropsicológica contenida en su cerebro inmaduro se desarrolla de manera normal. Más importante aún, los sucesivos capítulos de este libro proporcionarán a sus lectores, especialmente a padres, maestros y otros profesionales, conocimientos cruciales necesarios para conseguir el máximo rendimiento sensoriomotor y el funcionamiento cognitivo asociado mediante la mejora del equilibrio en niños con o sin dificultades.
Con el objetivo de mantener el enfoque y evitar confusiones innecesarias, el equilibrado contenido de este libro se ha presentado como una melodía relajante y armoniosa, libre de aquellos tonos estridentes que caracterizan la confusión y la complejidad. Sin embargo, para comprender en profundidad y con perspectiva el primer plano de esta melodía escrita, es esencial resaltar y enfatizar su trasfondo vital. Así, por ejemplo, tras una reciente validación independiente, mis esfuerzos de tres décadas de investigación han sido reconocidos como la primera y más exhaustiva determinación de que los múltiples y diversos síntomas que caracterizan la dislexia y otros trastornos relacionados –sensoriomotores, déficit de atención y ansiedad o fobias– son causados por una disfunción médicamente diagnosticable y tratable que afecta la codificación de las señales en el oído interno y su “superordenador”, el cerebelo; cerebro inferior “reflejo” del hombre y cerebro superior de la mayoría de los animales. Con anterioridad, estos conocimientos tan importantes, así como los que aparecen a continuación y que están incluidos en este trabajo tan trascendental, fueron científicamente negados o ignorados.
Además, mi investigación también demostró que la dislexia no era solamente un trastorno severo de lectura caracterizado por las inversiones, como se pensaba y se definía tradicionalmente. En realidad, la dislexia es un conjunto de múltiples y variados síntomas con diferentes intensidades que afectan a funciones importantes de orden superior, como la lectura, la escritura, la ortografía, las matemáticas, la memoria, el habla, etcétera. Por consiguiente, se hizo patente que un grupo de disfunciones de orden superior, previamente incomprendidas y denominadas de distintas formas, que afectan a más del 20% de la población, eran meramente partes sintomáticas del síndrome de dislexia denominado vestibulocerebelosa. Más importante todavía, esta disfunción sintomática que se origina en el cerebro inferior responde favorablemente a terapias que mejoran el funcionamiento del oído interno y el cerebelo en interrelación con terapias de mejora cognitiva, e incluyen: Dislexia (déficit lector), Dificultades de aprendizaje (memoria y lentitud en el aprendizaje), Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (inatención y niveles de actividad), Dispraxia (débil equilibrio-coordinación-ritmo), Disgrafía (mala escritura), Discalculia (deficientes habilidades matemáticas), Disfasia y Disnomia (dificultades del habla y para recordar palabras o nombres), Síndrome de Asperger (inadecuada interacción social y emocional), Trastornos de Ansiedad (sensoriomotor y fobias relacionadas), Trastornos emocionales y autoestima (bajo estado de ánimo y de la imagen propia), etcétera.
Por otro lado, durante más de un siglo, los aspectos cognitivos, emocionales, lingüísticos, de memoria, concentración y funcionamiento social relacionados con los trastornos vestibulocerebelosos, nombrados anteriormente, se asociaron erróneamente a disfunciones en el procesamiento primario del cerebro superior o corteza cerebral en lugar de identificarlos como dificultades secundarias en el manejo de las señales distorsionadas recibidas de los decodificadores disfuncionales del cerebro inferior. Por lo tanto, también fueron negados de una forma similar los beneficios terapéuticos que generaban ciertas terapias no médicas que mejoraban el funcionamiento vestibulocerebeloso, como la integración sensorial, la inhibición de reflejos, etc. o la investigación previa que fundamentaba estas terapias, como el trabajo de Jean Ayres o Peter Blythe (mentor de la autora) y de una multitud de otros médicos e investigadores de gran talento.
En resumen, el vínculo funcional interdependiente entre el cerebro superior y el inferior se puede entender fácilmente mediante un experimento sencillo. Todos los síntomas típicos e incluso atípicos que caracterizan la dislexia, el déficit de atención, la ansiedad y otros trastornos relacionados de equilibrio-coordinación-ritmo, pueden desencadenarse en individuos normales tras un giro excesivo y el consecuente mareo. Todos estos síntomas de la lectura o la no lectura pueden prevenirse o minimizarse significativamente mediante la implementación previa de terapias médicas o no médicas que trabajen el oído interno y el cerebelo, similares a las que utilizan los astronautas en gravedad cero para evitar lo que yo llamo “dislexia espacial”. Ciertamente, uno no puede más que maravillarse ante el ingenioso pensamiento basado en el funcionamiento vestibular que el neuropsiquiatra y psicoanalista Paul Schilder elaboró y utilizó para fundamentar sus predicciones: “Si comprendemos el mecanismo del equilibrio, entenderemos la etiología de la neurosis” y este equilibrio es esencial para las funciones más básicas en un entorno en gravedad.
Sin lugar a dudas los lectores se preguntarán por qué se ha tardado décadas en aceptar la comprensión intuitiva de la idea del equilibrio cuerpo-mente, conceptos relacionados y otros avances en esa línea, especialmente cuando las teorías antiguas sobre el cerebro no condujeron a nada en términos de comprensión, diagnóstico, tratamiento e incluso prevención de cualquiera de los trastornos mencionados previamente. Aunque en mi libro The Discovery of Cerebellar-Vestibular Syndromes and Therapies: A Solution to the Riddle – Dyslexia (El descubrimiento de los síndromes vestibulocerebelosos y sus terapias: una solución al rompecabezas de la dislexia) doy una explicación psicoanalítica basada en hechos a la negación científica a distinguir e investigar los trastornos del oído interno y del cerebelo, creo que Max Plank, premio Nobel de Física, lo expresó de una manera más sencilla e incluso mejor: “La Ciencia progresa sin convencer a los defensores de viejas teorías de que están equivocados, pero da el suficiente tiempo para que pueda surgir una nueva generación libre de la carga de los viejos errores”.
En resumen, creo que los conocimientos de gran intensidad y alcance sobre el equilibrio, desarrollo sensoriomotor y cognitivo que presenta esta obra intelectualmente cautivadora son absolutamente vitales para todos los padres y aquellos profesionales que trabajan con niños. Además, cuando este contenido, vibrante científicamente, se integra adecuadamente con el conocimiento médico vestibulocerebeloso basado en el paciente, que aparece en mi trabajo Smart But Feeling Dumb (Listo, pero sintiéndose tonto), entonces se crea y desarrolla una nueva sinergia terapéutica. Como consecuencia, ahora es posible, para médicos con experiencia, combinar adecuadamente terapias médicas y no médicas, que mejoren el funcionamiento del oído interno y el cerebelo, así como las funciones cognitivas, para que todos los niños listos que se sienten tontos y adultos con trastornos de codificación puedan recibir ayuda significativa, rápida e incluso conmovedora: ahora todos pueden sentir que son listos porque realmente lo son. Además, todos pueden alcanzar los sueños y ambiciones que, de otra manera, nunca hubieran sido suyos.
Harol N. Levinson,
Doctor en Medicina
Director del Levinson Medical
Center (centro médico para las
dificultades de aprendizaje)
www.dyslexiaonline.com
En otros tiempos, cuando la gente vivía en comunidades estrechamente unidas, respaldadas por vecinos, amigos y familia, la paternidad era, de alguna manera, un trabajo mucho más sencillo de lo que es hoy en día, en el siglo XXI. Los miembros más pudientes de la sociedad contrataban profesionales, como institutrices, para criar y educar a sus hijos; en las familias pobres toda la comunidad se implicaba y los niños pasaban bastante tiempo ayudando a sus padres en muchas tareas prácticas.
En la actualidad, a principios del siglo XXI, la paternidad se ha convertido en una de las tareas más difíciles de realizar con éxito. Por un lado, tenemos menos ayuda de familiares y amigos: las madres con exitosas carreras profesionales a menudo se sienten presionadas para volver a trabajar para conservar su puesto en la empresa, y muchas familias dependen de los ingresos de ambos progenitores para sobrevivir económicamente. Tenemos una carencia de “asesoramiento” desde los medios de comunicación y el gobierno acerca de la forma en que debemos educar a nuestros hijos. Mucha de la información es confusa y se publican y difunden informes con puntos de vista contradictorios.
¿Cómo dar sentido y revisar toda esta información para poder tomar decisiones adecuadas buscando lo mejor para nuestros hijos? Sin duda, la mejor manera para empezar a mirar este tema es observando el desarrollo general del niño. Solo cuando entendamos el desarrollo del niño y observemos al niño a nuestro cuidado, empezaremos a estar en disposición de tomar decisiones apropiadas y fundamentadas.
Los psicólogos y pedagogos destacan etapas significativas y secuenciales en el desarrollo del niño. A principios del siglo pasado, el pedagogo austriaco Rudolf Steiner describió la primera etapa en el desarrollo del niño (desde el nacimiento hasta la edad aproximada de los 7 años, coincidente con el cambio de dentición) como fundamentalmente dependiente del organismo físico del niño. Algunos años después, en la década de 1940, el psicólogo suizo Jean Piaget observó que el movimiento físico del niño es la base para el desarrollo cognitivo, social y emocional. Si el sentido físico del equilibrio no se desarrolla, es probable que surjan también problemas en el equilibrio mental. Los problemas en el movimiento se corresponden con retrasos en el desarrollo del lenguaje; y si el desarrollo sensorial es deficitario, el desarrollo de la inteligencia se interrumpe y se obstaculiza el aprendizaje.
Desafortunadamente vivimos en una época donde existe una tremenda presión para que los niños se introduzcan a la lectoescritura precozmente. Estamos en un momento en el que a los niños se les está robando su infancia, ya que se emplea gran cantidad de tiempo en ver la televisión de forma estática y “jugar” significa estar sentado delante de un ordenador en lugar de estar implicado en actividades que estimulen y desarrollen el sentido del movimiento.
Cada vez es más común en las aulas de los colegios encontrarse con muchos niños que no han tenido la suficiente y apropiada experiencia sensorial; movimiento, juego, música y habla. La consecuencia es que estos niños no están maduros en su desarrollo para hacer uso de lo que la educación les puede ofrecer.
El desarrollo de las habilidades motoras, la adquisición del lenguaje y las competencias visuales y auditivas deben tomarse en serio y fomentarse intensamente. Si estos desarrollos no tienen lugar a la edad apropiada, aunque sea posible compensarlos en etapas posteriores, solo se podrán adquirir con mayor esfuerzo y dedicación.
El médico y catedrático Peter Struck, una autoridad alemana en el desarrollo del niño, dice:
“[…] los niños que apenas han corrido y saltado, que han tenido escasas oportunidades para jugar columpiándose y ensuciándose, de trepar y entrenar el equilibrio tendrán dificultades al andar hacia atrás. Se quedan atrás en aritmética y parecen torpes y rígidos. Estos niños no calculan con precisión la fuerza, la velocidad y la distancia; por eso tienden a tener más accidentes que otros niños”.*
Por supuesto, como padres sabemos instintivamente que es natural que los niños estén moviéndose casi constantemente. No podemos esperar de un niño pequeño que esté sentado durante largos períodos porque está todavía aprendiendo a controlar su equilibrio. Sin la oportunidad de moverse y pasar por las etapas tempranas del desarrollo, el cerebro es incapaz de desarrollar las habilidades necesarias para el desarrollo intelectual. Los (pobres) niños huérfanos rumanos, que estaban confinados en sus cunas y privados de movimiento, de la oportunidad de jugar y de una adecuada nutrición, experimentaron retrasos en el desarrollo.
El catedrático Struck también señala que en Alemania:
“Uno de cada diez adolescentes sufre ya de pérdida auditiva; el 60% de los niños que empiezan a ir a la escuela tienen un déficit postural; 35% tienen sobrepeso; 40% tienen mala circulación; 38% no pueden coordinar adecuadamente brazos y piernas; y más del 50% carecen de energía para correr, saltar y nadar. El centro para el desarrollo infantil de Hamburgo trata 4 000 niños al año con trastornos sensoriales o del movimiento”.
Una sociedad que no promueve el desarrollo sensorial de sus nuevas generaciones está disminuyendo al mismo tiempo su capacidad intelectual global.
Cuando conocí la investigación y el trabajo del Instituto de Psicología Neurofisiológica (INPP), me fascinó. Aquí se llevaba a cabo una investigación sobre el desarrollo infantil, observando cómo el cerebro y el movimiento interactúan en el desarrollo del niño. Me llamó especialmente la atención que el trabajo realizado por el INPP en realidad confirma un enfoque en la educación del niño de sentido común y nos da una comprensión moderna de por qué el movimiento, la música, la alimentación, etc., son vitales para el desarrollo del niño.
El trabajo de la autora de este libro, Sally Goddard Blythe, como investigadora y terapeuta, supone una contribución significativa a la comprensión del desarrollo del niño y de la relación neurológica entre movimiento y aprendizaje. Tanto como padre como profesor de apoyo, la investigación y los conocimientos de Peter Blythe y Sally Goddard Blythe me han ayudado mucho en mi trabajo con niños. Aunque existen libros y publicaciones disponibles para profesionales de la educación y terapeutas, desafortunadamente no hay mucho material adecuado para el público en general y padres en particular. Esto había sido hasta ahora, pero, por fin, ya lo tenemos.
Este libro supone una enorme contribución para la paternidad y la educación sensible e informada. Proporciona al lector una buena introducción sobre el efecto de los reflejos primitivos retenidos, la música y la alimentación. En El niño bien equilibrado, la Sra. Goddard Blythe no solo escribe como experta en Neurofisiología y Psicología, sino también como madre experimentada.
Ewout Van-Manen
Padre y Educador Waldorf
del colegio Michael Hall School
*Peter Struck (1997). Yesterday’s Education, Today’s Pupils and Tomorrow’s School.
Munich, Alemania: Hanser Verlag.
Este libro no pretende ser una receta sobre cómo criar a tu hijo o cómo educar a un niño (como si algo así fuera posible). Cada niño es diferente y cada cultura promueve diferentes fortalezas y valores en sus miembros, pero entre esas diferencias individuales hay un tema común, el del desarrollo, factor universal compartido por todos los niños independientemente de sus orígenes y de su futuro.
En los siguientes capítulos, he investigado algunos de estos factores universales y analizado su impacto en el aprendizaje y en el desarrollo emocional, con la esperanza de que un conocimiento profundo de estos temas o denominadores comunes en el desarrollo puedan ayudar a cualquiera que esté involucrado en el cuidado de los niños a proporcionarles el mejor entorno posible en el que nuestros hijos puedan crecer.
Sally Goddard Blythe
INSTITUTE FOR NEURO-PHYSIOLOGICAL PSICHOLOGY
1 Stanley Street
Chester CH1 2LR
United Kingdom
Tel. (+44) 1244311414
Cuando mis hijos eran pequeños, había muchos libros que describían cuidadosamente las diferentes etapas del desarrollo infantil con consejos prácticos para educarlos, pero nunca encontré una explicación clara de cómo el proceso dual de lo innato y lo adquirido operan juntos para producir destrezas que son puramente humanas, como, por ejemplo, el lenguaje y la creatividad.
Cuando empecé a trabajar con niños y adultos con dificultades, enseguida me di cuenta de que, independientemente de los problemas que presentaran, todos tenían algo en común: las exigencias del entorno superaban la capacidad individual para hacerles frente, y si para conseguir superar la exigencia se les entrenaba, engatusaba, chantajeaba o presionaba, el estrés emocional o el problema cobraba mayor importancia.
Las técnicas de evaluación y recuperación desarrolladas por Peter Blythe y sus colaboradores en la década de los 70, en el Instituto de Psicología Neurofisiológica de Chester, se practican actualmente en todo el mundo y constituyen un método preciso para identificar problemas del desarrollo, retomando las etapas del desarrollo físico con el objetivo de dar al cerebro una “segunda oportunidad” de subsanar aquellos déficits del desarrollo temprano que continúan interfiriendo en el desempeño posterior del niño.
De la revisión de las etapas clave del desarrollo en el niño, me interesa especialmente el impacto funcional que tiene cada una de ellas en etapas posteriores. En otras palabras, ¿cómo contribuye, en realidad, cada etapa del desarrollo infantil en la construcción de la arquitectura cerebral? ¿Por qué el saltarse alguna etapa del desarrollo afecta posteriormente a determinados aspectos del aprendizaje cognitivo y de la regulación emocional de algunas personas y de otras no? Este libro pretende responder a algunas de estas preguntas. No es un libro de ideas nuevas; más bien es una forma nueva de mirar ideas y tradiciones ampliamente aceptadas que corren el riesgo de perderse en nuestro entusiasmo por aceptar nuevas concepciones.
Hoy en día desconfiamos cada vez más de la evidencia que nos proporcionan nuestros sentidos y nuestra intuición. En la medicina oriental los médicos utilizan sus sentidos para diagnosticar la enfermedad. Una infección produce un cambio químico en el cuerpo, que puede ser detectado por el aliento, el color y la textura de la piel y el cabello, la superficie de la lengua, el brillo de los ojos, etc. La medicina occidental solía confiar en este mismo poder de observación; sin embargo, el médico occidental actual busca, cada vez más, confirmar su observación mediante complejas analíticas de laboratorio y equipos de imagen. Nos acercamos a una época donde lo que no podemos medir parece que no existe.
Mientras que la ciencia –la contrastación de observaciones e ideas– sigue siendo una parte esencial de la civilización y el progreso, la intuición es la chispa que enciende el fuego de la investigación científica. Teniendo en cuenta la diversidad cultural y a pesar de vivir en un mundo en constante cambio, me gustaría aunar proceso científico e intuición en el análisis del desarrollo infantil para poder encontrar una explicación a por qué ciertas prácticas y tradiciones sociales en la crianza de nuestros hijos siguen siendo claramente competentes.
Este libro trata de recoger algunos de los procesos del desarrollo del niño y aquellas oportunidades positivas del entorno que permanecen a pesar de las novedades y las modas. Este libro nos presenta la importancia que tiene el movimiento en todos los aspectos de la vida, prestando una especial atención al papel físico que desempeña el equilibrio –el primer sistema sensorial en madurar–. El libro cuenta la historia del desarrollo sensoriomotor durante los primeros años, subrayando la importancia del movimiento, la experiencia sensorial, la música y las oportunidades que brinda el entorno, favoreciendo el desarrollo cerebral para el aprendizaje posterior.
El proceso del desarrollo motor durante el primer año de vida se describe a través de una serie de reflejos. Este proceso es el espejo del desarrollo del sistema nervioso del niño y, a la vez, un programa de entrenamiento integral de sus habilidades motoras. El desarrollo del lenguaje se concibe como una habilidad física integral y la música, entendida en sentido amplio, como parte intrínseca del lenguaje. También se analiza el papel de la alimentación, que ayuda a mantener el estado químico corporal y facilita, a su vez, la interacción y el desarrollo social.
Se ilustran los efectos de un programa de movimiento a través de estudios de casos individuales, dibujos y cartas de niños. Por último, se presenta un recorrido histórico de los aspectos claves del papel del movimiento en la educación desde el antiguo Oriente hasta nuestros días.
En una época de aparatos que ahorran trabajo y juguetes electrónicos para niños y adultos, en la que el ejercicio físico es cada vez más un “deber” extra en lugar de algo normal en nuestro día a día, este libro es un recordatorio de que la experiencia física es la auténtica expresión de la vida. De la misma manera que el cerebro controla el cuerpo, el cuerpo tiene mucho que enseñar al cerebro.
‘Un niño es un préstamo que Dios
encomienda a sus padres. Su corazón puro
es una piedra preciosa en bruto, libre de
forma o talla, que podrá ser esculpida de
muchas maneras y que estará lista según sea
la dirección que reciba de los demás’
~ Al-Ghazali (1111) ~
El movimiento existe desde el principio de la vida. Apenas unos días tras la concepción, dentro de un pequeño océano, empieza a actuar un acróbata. Comenzando con suaves movimientos de vaivén en respuesta a las mareas del océano interior, pequeños movimientos primitivos van ganando fuerza hasta convertirse gradualmente en movimientos espontáneos y respuestas reflejas. Estos movimientos tempranos ya forman parte de una danza del desarrollo, cuyas etapas han sido coreografiadas a lo largo de miles de años transcurridos en la evolución de la humanidad.
Estos diminutos movimientos son la primera expresión externa de su experiencia del mundo –el primer lenguaje–. Estos movimientos también contribuirán a moldear el cerebro y son la herramienta para establecer millones de conexiones en el sistema nervioso en desarrollo del embrión, del feto y del niño en crecimiento.
Los movimientos repetidos ayudan a fortalecer las conexiones neuronales que se establecen entre el cerebro y el cuerpo. Esta red de conexiones formará el principal sistema de comunicación entre el individuo y el mundo exterior.
Todos los seres vivos comparten la experiencia del movimiento, desde la rotación de la Tierra sobre su eje hasta el oír el canto de los pájaros. El movimiento está presente en la creación de la vida humana, cuando el óvulo y el espermatozoide se unen como resultado de los movimientos celulares. El proceso posterior de la división celular, la estructura proteínica y el desarrollo pueden entenderse como motilidad biológica. El movimiento también está involucrado en cada una de nuestras percepciones sensoriales. Nuestra experiencia de balanceo, por ejemplo, es en realidad una respuesta al movimiento lento; oímos cuando los receptores especiales del oído interno reciben ondas de vibración de sonido viajando a una velocidad entre 125 y 16-20 000 Hz. El ojo detecta el movimiento de los fotones de la luz viajando a una velocidad todavía mayor. Los fotones entran en contacto con la retina desde donde se envían impulsos eléctricos al cerebro que convierte las señales en imágenes visuales.
Nuestro lenguaje refleja que la vida y la experiencia del movimiento son inseparables. Se utiliza para decir que el bebé “da pataditas” cuando la madre embarazada siente por primera vez que su bebé se está moviendo; cuando algo nos duele, podemos decir que “nos rasga el alma” para expresar la intensidad de la sensación. Cuando se estimulan enérgicamente nuestras emociones las sentimos profundamente; el término actual de “emoción” tiene su origen en la palabra emovere que significa “moverse”.
En este sentido, el movimiento es una parte integral de la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte, y la experiencia de movimiento de los niños jugará un papel esencial dando forma a su personalidad, sus sentimientos y sus logros. Aprender no solo es leer, escribir y saber matemáticas. Estas son capacidades superiores que se construyen sobre la relación integral que se establece entre cuerpo y cerebro.
En el momento del nacimiento, las conexiones con los centros superiores del cerebro solo están tenuemente establecidas. Vendría a ser el equivalente neurológico de un boceto preliminar de un gran diseño. Llevará muchos años que el proyecto sea ejecutado completamente y los bocetos se conviertan en una estructura sólida. La naturaleza o la huella genética proporcionan un primer borrador; cómo seamos criados o las oportunidades que nos proporcione nuestro entorno posibilitarán la construcción de la estructura. La educación es, en su más amplio sentido, el proceso a través del cual se desarrollará esta estructura.
Los primeros años de vida se dedican a adquirir control corporal. El bebé humano nace en una etapa relativamente prematura del desarrollo en relación a sus habilidades motoras, cuando se compara con la situación de partida de otros mamíferos, que pueden levantarse sobre sus propias patas poco después del nacimiento. La dimensión del cerebro humano en relación a la pelvis materna está pensada para que el bebé pueda nacer cuando todavía puede atravesar los huesos pélvicos con seguridad. Los primeros nueve meses de vida posnatal son, de hecho, la segunda mitad de la gestación. Durante este tiempo se forman muchas de las conexiones vitales entre los centros superiores e inferiores del cerebro, que son necesarias para que el niño gane fuerza muscular frente a la gravedad, se levante sobre sus manos y rodillas, gatee y, finalmente, camine. Una vez que logra el control de la postura erguida, las manos se liberan de la tarea de soportar el peso para desarrollar habilidades manipulativas. Es a partir de este momento cuando el niño puede prestar atención al desarrollo de capacidades que son exclusivamente humanas: la capacidad de andar, hablar y utilizar el lenguaje simbólico.
Al principio, el niño experimenta con el mundo exterior a través del movimiento. Durante los primeros 9-12 meses de vida, el bebé adquirirá miles de patrones nuevos de movimiento y la capacidad de moverse. Al mismo tiempo que aprende estos movimientos, el niño reproduce el desarrollo cerebral de sus ancestros en la evolución, pasando de un entorno acuático en el vientre materno donde los movimientos son de carácter pisciforme, hasta arrastrarse sobre su vientre como un reptil, gatear con sus manos y rodillas como un mamífero, desplazarse sobre dos pies mientras utiliza las manos para agarrarse, y finalmente, adquirir confianza y control del equilibrio sobre los dos pies.
Las diferentes etapas del desarrollo motor tienen un reflejo en el desarrollo del cerebro. Durante el primer año de vida el niño realiza un viaje relámpago por su propia herencia evolutiva a través de las fases del desarrollo motor por las que pasa, estableciendo las conexiones cerebrales que esos movimientos implican.
¿Cómo desarrolla el niño estas habilidades físicas?
Equilibrio: ‘El arte de no moverse’
Ana tenía 12 años. En su corta vida ya había conocido a innumerables especialistas: un pediatra para ver si existía alguna razón que explicara por qué tardaba en sentarse; un logopeda para investigar el retraso para aprender a hablar; un terapeuta ocupacional para ayudar a mejorar su coordinación; un psicólogo para valorar su cociente intelectual y saber por qué tenía dificultades con la escritura. Todos estaban de acuerdo en que había un problema, pero las dificultades de Ana no cuadraban dentro de ninguna categoría reconocida y nunca recibió un diagnóstico.
A los 12 años tenía la edad lectora de 7 y apenas podía escribir. También era emocionalmente inmadura y tenía dificultades para hacer amigos. Cuando vino para ser evaluada, se sentó encogida en el rincón de la habitación, con los hombros hacia adelante, con la cabeza escondida bajo una de sus piernas, mirándome por debajo de su largo flequillo rubio. Cuando le pregunté si estaba a gusto, su padre contestó: “Oh sí. Así te puede ver mejor”. Cuando le pregunté qué pasaba si se sentaba erguida, dijo: “El mundo se pone del revés”.
Posteriores evaluaciones revelaron que Ana había tenido graves problemas con el equilibrio. Doce meses más tarde, tras un año de programa diario de ejercicios diseñados para entrenar el equilibrio, nos envió una foto andando por el borde de una barca, con la cabeza alta, sonriendo. No solo mejoró su equilibrio, sino que su percepción del mundo se estabilizó y mejoró su lectura y escritura al nivel de su edad cronológica. Esto nos lleva a preguntarnos el porqué.
Una mujer de unos 45 años acudió a un psicólogo por agorafobia grave. Durante muchos años, había encontrado cada vez más difícil salir sola de casa. Cuando lo hacía, tenía una sensación de ansiedad aguda y pánico y de la única manera que era capaz de salir de casa con cierto grado de seguridad, era llevando, dentro del bolso, una vieja plancha de hierro envuelta en una toalla. Todo ello constituía en sí mismo la confirmación de su neurosis creciente. Cuando el psicólogo evaluó su equilibrio, ella se cayó al suelo. Su necesidad “neurótica” de llevar la plancha cuando salía de casa estaba cumpliendo, en realidad, una función importante; ante un problema no identificado de equilibrio, le proporcionaba un contrapeso que le permitía sentirse más estable. Cuando su trastorno de equilibrio fue tratado, los síntomas de pánico, ansiedad y agorafobia empezaron a remitir.
La convicción última de Paul Schilder fue que muchos de los síntomas neuróticos y psicóticos pueden tener su origen en un mal funcionamiento del mecanismo del equilibrio.
¿Por qué puede una disfunción del equilibrio generar una variedad de síntomas tan amplia, muchos de los cuales pueden estar enmascarados como trastornos emocionales o cognitivos?
El equilibrio (el sistema vestibular) es el más antiguo de los sistemas sensoriales; se cree que tiene alrededor de 6 000 millones de años de antigüedad. Sin embargo, la audición en comparación es más joven y ha evolucionado desde hace más de 3 000 millones de años. La función del equilibrio es facilitar la orientación y los hábitos posturales, la capacidad del cuerpo para funcionar con gravedad o reconocer su lugar en el espacio. Reconocer el lugar en el espacio nos proporciona el punto de referencia primario desde el cual poder establecer cualquier otro juicio espacial y otras adaptaciones posibles1.
El sistema vestibular es el único que no tiene percepción de sí mismo. No somos conscientes del equilibrio cuando está funcionando bien, y solo nos damos cuenta de él a través de los otros sistemas sensoriales.