Índice

Cubierta

Índice

Portada

Copyright

Este libro (y esta colección), por Melina Furman

Dedicatoria

Agradecimientos

Aclaración

Introducción

Panorama de los capítulos de este libro

Los cien lenguajes (por Loris Malaguzzi)

1. Historia inusualmente breve e incompleta del crear

Una lección de historia, o algo por el estilo

Jean Piaget

John Dewey y la era progresista

Seymour Papert: el padre del movimiento maker

La educación progresista prepara su regreso

La creatividad contraataca

¿Qué está pasando?

2. El aprendizaje

Constructivismo y construccionismo

Crear, manipular y hacer ingeniería

La manipulación de objetos, la ingeniería y el trabajo real (por Sylvia)

3. Pensar en pensar

El pensar en la escuela

Los modelos de diseño del mundo real

Los modelos de diseño para aprender

El mundo, modelo para armar y diseñar

La integración del arte

Superideas o cómo cambiar la educación gracias a las ideas poderosas

4. ¿Qué hace que un proyecto sea bueno?

Los ochos elementos de un buen proyecto

Las preguntas que vale la pena preguntar

La hipótesis de Stager: una buena consigna vale más que mil palabras (por Gary)

¿Qué es una buena consigna?

Cambiemos el ángulo de la mirada

Planificar los proyectos

Cuatro abordajes del uso de los materiales

Elevar nuestras expectativas: el trabajo de los estudiantes que perdura

Crear recuerdos

5. La enseñanza

Un mantra para quienes enseñamos: “Menos nosotros, más ellos”

Para que su aula empiece a centrarse más en los estudiantes, demuestren un concepto y luego pídanles que hagan algo

Hacer construccionismo

Ocho ideas capitales de Seymour Papert

Enseñar mediante ciclos de diseño iterativo

Frustración de labios hacia arriba o hacia abajo

Una enseñanza que promueve la creatividad

La evaluación

La satisfacción del docente

6. Crear hoy

Estamos mejor preparados de lo que creemos

Composición versus consumo (por Gary)

Usar materiales conocidos para aprender

Decisiones, decisiones

7. Los puntos de inflexión

Los puntos de inflexión: la fabricación, la informática física y la programación

La fabricación

Usar un ciclo de diseño iterativo

Para tener en cuenta

Ideas para proyectos

La fabricación y el aprendizaje

La informática física

Algunas definiciones útiles

Colecciones de proyecto con Arduino

Otras opciones de informática física

Muchísimas consignas de robótica

La programación

La ciencia informática (por Gary)

Matemáticas y programación de videojuegos (por Sylvia)

Más lenguajes de programación

8. Los elementos

El inventario básico

Un feliz cambalache

El MIT sale de compras

Tiendas en línea

9. Preparar el entorno de aprendizaje

¡Ayuden o háganse a un lado!

Avanzar cuesta arriba

Consejos de Irving para solucionar problemas (por Sylvia)

Espacios y estilos aptos para todo género

La documentación

El inspirador entorno tecnológico

La colaboración y el trabajo en grupo

¡No olviden: “Menos nosotros, más ellos”!

No sean Bob (por Sylvia)

¿Presentaciones de modelos?

Volver accesible lo complejo

Sacar el laboratorio afuera del fablab

Diseñar un espacio de creación que propicie el ingenio (y su ingeniería)

Educar, respetar, cuidar, ser flexibles

Definir expectativas

¡Enciéndelo! Referencias y expectativas del curso optativo (por Amy Dugré y Kristy Acero)

Buscar inspiración en las ferias maker

Los espacios comunitarios

10. La iniciativa de los estudiantes

Apoyar la iniciativa de los estudiantes

Comprometidos y conocedores de sus capacidades

11. Organizar nuestro Día del Maker

La planificación

Las actividades

El cierre

Ideas de proyectos para el Día del Maker

12. Manual de retórica maker

Los padres y la comunidad

Los estudiantes

¿Qué decir y qué no? Argumentos a favor

¿Qué decir y qué no? El delicioso arte de la refutación

Argumentar con investigaciones

Investigaciones sobre la fabricación y la computación física

13. ¡Hagámoslo nosotros mismos!

La construcción del conocimiento moderno

El entorno de aprendizaje

La práctica

Los proyectos

14. Recursos para explorar

Bibliografía

Sylvia Libow Martínez

Gary Stager

INVENTAR PARA APRENDER

Guía práctica para instalar la cultura maker en el aula

Traducción de
Ana Bello

Supervisión de
Cristián Rizzi Iribarren

Libow Martínez, Silvia

© 2013, Sylvia Libow Martínez y Gary Stager

© 2019, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

Este libro (y esta colección)

Todos aprendemos mejor cuando el aprendizaje forma parte de una actividad, un “hacer algo”, que realmente nos interesa. Y aprendemos mejor acerca de todos los temas cuando usamos lo que aprendemos para crear algo que realmente deseamos.

Seymour Papert

El movimiento maker, que posiciona a niños, niñas y jóvenes como creadores, hacedores y protagonistas activos de la gran aventura del aprendizaje, está llegando con fuerza al mundo educativo. Cada vez más, los dispositivos digitales nos permiten hacer más a menor costo. Y, combinados con herramientas y materiales del mundo no digital (desde martillos, clavos y bloques de madera hasta motores, cables, pinceles y telas de colores), abren las puertas para que las escuelas, los espacios de educación informal y nuestras casas se conviertan en espacios de exploración y creación colectiva.

Las oportunidades de inventar para aprender parecen casi infinitas. Desde filmar y editar nuestras propias películas hasta programar un robot que juegue al fútbol, crear un videojuego y compartirlo con muchas personas, diseñar un artefacto y luego imprimirlo en tres dimensiones o planificar y construir un modelo de casa inteligente. Los límites se borran y dan paso a la creatividad de los docentes, pero especialmente de los chicos y chicas, que de este modo aprenden a resolver colaborativamente problemas del mundo real y a dar forma y vuelo a sus ideas. Así, el aprendizaje combina conocimiento y acción, experiencia y reflexión, desafío e interés. A partir de esas vivencias cobra sentido, se vuelve relevante, y contribuye al gran propósito de que la educación prepare a los estudiantes para crear y sostener su propio proyecto de vida.

Pero ¿cómo se hace para llevar este enfoque del “aprender creando” a la realidad? ¿Por dónde empezamos?

En este libro, Sylvia Libow Martínez y Gary Stager, dos grandes referentes internacionales del movimiento maker, nos abren las puertas de este mundo fascinante bajo su guía cálida y experta. Comienzan proponiéndonos un fascinante viaje por la historia de la educación experiencial y el constructivismo como grandes enfoques que constituyen las bases del construccionismo, la teoría pedagógica que da sustento al movimiento maker.

Propuesto en los años ochenta por Seymour Papert (el gran impulsor del uso creativo de las computadoras en las escuelas, de quien Libow Martínez y Stager fueron amigos y discípulos), el construccionismo postula la importancia del “aprender haciendo”, entendiendo este “hacer” como una actividad que combina lo físico con lo intelectual. Y que hoy se enmarca en el enfoque más amplio muy conocido como “STEM” (en castellano, “CTIAM”: ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemática), un paradigma que pone el acento sobre la formación del pensamiento creativo y riguroso de los niños y jóvenes, en un mundo cada vez más permeado por la tecnología y sus posibilidades transformadoras.

En esta guía detallada, con numerosos ejemplos de proyectos e ideas para trabajar con estudiantes de distintas edades, los autores inspiran y dan orientaciones concretas para quienes busquen dar sus primeros pasos en el mundo maker. Y también acompañan a quienes tengan más experiencia en este camino para profundizar y seguir enriqueciendo su repertorio de propuestas. Con ese objetivo, ofrecen a docentes de todos los niveles, educadores no formales y familias una guía para preparar entornos de aprendizaje propicios para jugar, manipular y crear, y también argumentos para sumar a colegas y directivos en la creación de una cultura institucional que fomente los espacios de creación como parte de la experiencia educativa.

Todos los interesados en esta nueva corriente van a encontrar en este libro, además, una lista detallada de recursos para llevar estas ideas a la acción, desde sitios web, libros, kits, piezas, software hasta tiendas en línea. Se trata de un ámbito en el que las plataformas, dispositivos y materiales cambian y seguirán cambiando rápidamente a lo largo del tiempo, y por eso el libro se propone ayudar a construir criterios y estrategias que permitan estar siempre actualizados en la búsqueda de recursos valiosos para construir un “aula maker”.

No sabemos del todo cómo va a ser el mundo dentro de pocas décadas. Pero sí sabemos que la capacidad de crear y pensar individualmente y con otros va a ser esencial para seguir construyendo sociedades en las que valga la pena vivir. Tal vez por eso, lo más maravilloso del movimiento maker es que genera en niños, niñas y jóvenes la sensación poderosa de que el mundo es un lugar en construcción. Y de que todos podemos ser protagonistas.

Este libro forma parte de la colección “Educación que Aprende”, pensada para todos aquellos involucrados en la fascinante tarea de educar. Porque la educación ha sido desde sus inicios un terreno de exploración, reflexión y búsqueda permanente. Y porque, para educar, tenemos que seguir aprendiendo siempre.

Melina Furman

A la memoria de Seymour Papert. Gracias por tu visión, tu amistad

y por tener la audacia de creer que todos podemos hacer lo mejor por los niños.

Agradecimientos

A Kristy Acero, Ed Baafi, Paulo Blikstein, Karen Blumberg, Josh Burker, Joshua Callman, Andrew Carle, Chris Champion, Amy Dugré, Jaymes Dec, Erin Mumford Glenn, Gary Greenberg, Ted Hamory, Brian Harvey, Charisse Hewitt-Webster, Michelle Hlubinka, Paul Jones, Guy Kawasaki, León Martínez, Vivian Martínez, Yvonne Martínez, Henry Mielarczyk, Rob Mielarczyk, Maryann Molishius, Caine Monroy.

También a Nicholas Negroponte, Henry Petersen, Juan Peña, Mitchel Resnick, Peter Reynolds, Bob Rhodes, Will Richardson, Eric Rosenbaum, Tracy Rudzitis, Brian C. Smith, Superingeniosa Sylvia, Sparkfun, Stacked Del Amo Mall, Arlene y Brian Stager, Kate Tabor, The Oaks, David Thornburg, James Todd, Cynthia Solomon, Andrew B. Watt, Rick Weinberg, Mirabel Wolf.

Aclaración

A lo largo del libro utilizamos dos íconos:

Dicen y piensan los que saben:

Intercambio de experiencias:

Para recursos y fuentes de inspiración, el lector encontrará al final de cada párrafo el siguiente reenvío: ( cap. 14), que remite al capítulo 14, donde están todos reunidos.

Introducción

Los juegos y las salas de juegos, las plantas y los animales, los clavos y la madera deben tener un lugar a la par de los libros y las palabras.
Angelo Patri

Las palabras que escribió hace un siglo el gran educador italoestadounidense Angelo Patri (1917) no podrían ser más ciertas hoy en día. Los niños de varias generaciones disfrutaron de aulas llenas de objetos pensados para ellos y de oportunidades para usarlos de maneras formales e informales. El juego y la experimentación se consideraban el trabajo de la niñez. Hasta hace poco, los docentes estudiaban cómo crear proyectos interdisciplinarios para aprovechar la predisposición de los niños al juego en la construcción de sentido. Las aulas de la escuela primaria contaban con espacios donde los niños podían explorar con determinados materiales y navegar sin rumbo fijo, llevados por la corriente en el mar abierto del aprendizaje (y buceando en profundidad en zonas específicas). Los docentes primarios eran polímatas que no solo enseñaban lectura, escritura y aritmética, sino que también daban vida a los temas académicos valiéndose de las artes.

Ya hacia el final del siglo pasado –más exactamente, a mediados de los años ochenta–, saber tocar el piano, hacer títeres con envases vacíos o con medias, lana y dos botones para los ojos (en un plan al cual no son ajenos los famosos Muppets), fabricar materiales manipulables para la clase de matemáticas y enseñar educación física eran una práctica habitual (y a veces, hasta ineludible) entre quienes se preparaban para ser docentes de la escuela primaria. La idea piagetiana de que “comprender es inventar” (Piaget, 1976) dio forma a la manera en que los docentes enseñaban y los niños aprendían.

En muchas escuelas las últimas décadas han sido nuevas eras oscuras (esa nueva Edad Media tan anunciada como temida). El acento puesto en los exámenes de alto impacto estandarizados (al estilo de las pruebas PISA), la enseñanza centrada en esos mismos exámenes, la desprofesionalización de los docentes y la dependencia respecto de los datos –que deja de lado la experiencia docente misma– han hecho que las aulas estén cada vez más vacías de juego, carentes de materiales entretenidos y escasas de tiempo para llevar adelante proyectos. Por suerte, está en marcha una revolución tecnológica y educativa que puede cambiarlo todo.

Nadie puede negar que en unos pocos años las computadoras, los celulares, internet y sus recursos (que en su avance no mezquinaron avatares, intercambios de recursos en tiempos fulmíneos o realidades aumentadas) modificaron de modo radical todas las facetas de la vida. A medida que los artefactos se vuelven más pequeños, más potentes y más baratos, se los integra a objetos y herramientas, y así va cambiando nuestra interacción con esos elementos. Por primera vez, hay herramientas “inteligentes” que nos permiten diseñar nuestros propios objetos y fabricarlos rápidamente en el mundo real.

Las comunidades virtuales en línea funcionan como núcleos de espacios de aprendizaje digital, facilitando que la gente no solo comparta ideas, sino también los programas y diseños concretos que ha desarrollado. Esta facilidad para compartir reduce de antemano las barreras, ya que para sus creaciones los principiantes pueden acceder y usar sin problemas –al estilo de los bloques que usaban para jugar y construir en su infancia– el código y el diseño aportados por los demás.

Hoy en día contamos con materiales, herramientas, instrumentos y recursos increíbles, que nos convierten a todos en creadores o makers.[1] Por supuesto, podemos, queremos y debemos usar la tecnología para crear, reparar o personalizar lo que necesitamos a partir de la ingeniería, el diseño y la informática, que así se vuelven accesibles para grandes masas. Cientos de miles de adultos y niños suelen visitar los eventos conocidos como “ferias maker”, los espacios para hackers y los sitios web para aficionados. Nuestra biblioteca no deja de crecer, alimentada por material publicado en formato libro y revista, e incluso ganamos aportes para nuestra mediateca: formas tan habituales como los reality shows televisivos y los grandes experimentos del transmedia con sus tutoriales inspiran a los participantes a tomar el control del mundo que los rodea. Afortunadamente para los educadores, este “movimiento maker” va en línea con los intereses más naturales de los niños y la poderosa fuerza del hacer para aprender. El participante activo es el centro del proceso de aprendizaje, lo cual amplifica las mejores tradiciones de la educación progresista. Este libro ayuda a los educadores a acercar las formidables oportunidades del movimiento maker a todas las aulas.

Dale Dougherty, fundador de la revista Make, señala:

Además, el origen del movimiento maker se encuentra en algo más bien personal: lo que llamaría “juego experimental”. Cuando lancé la revista Make, me di cuenta de que los makers eran entusiastas que jugaban con la tecnología para aprender sobre ella. Una nueva tecnología representaba una invitación a jugar, y para los makers este tipo de juego es sumamente satisfactorio: prueban, desarman las cosas e intentan hacer otras que ni siquiera los fabricantes pensaron (Dougherty, 2013).

Las experiencias trascendentales de aprendizaje de los niños provienen de la experiencia directa con los materiales. Los dispositivos digitales de fabricación, como las impresoras 3D y la informática física, incluidos Arduino, MakeyMakey y Raspberry Pi, suman al cajón de juegos y la caja de herramientas de los niños nuevas formas de hacer cosas y nuevas cosas para hacer. Por primera vez, los inventos de la niñez se pueden imprimir, programar o dotar de interactividad. Se puede dar vida a los materiales reciclados una vez más.

Si bien tradicionalmente la escuela traza una separación entre arte y ciencia, entre teoría y práctica, estas divisiones son artificiales. ¡El mundo real no funciona así! Los arquitectos son artistas. Los artesanos lidian con la estética, la tradición y la precisión matemática. Los diseñadores de videojuegos dependen de la informática. La ingeniería y el diseño industrial son inseparables. Muchos de los mejores científicos suelen ser músicos brillantes. La comunidad maker reúne a los niños, los aficionados y los profesionales en una celebración gloriosa de la expresión personal con un toque moderno.

Acaso haya quien intente dejar de lado a la robótica o la fabricación 3D y considere que nada tienen que ver con la escuela o que simplemente son un pasatiempo sobrevalorado. También algunos podrían desestimar a la comunidad maker como si la integrara una suerte de niños exploradores del siglo XXI. Sin embargo, los actuales materiales flexibles, creativos, dúctiles y de bajo costo deberían pensarse como los juegos de bloques o de mecánica que los niños de hoy en día pueden usar para construir. Los tipos de proyectos que estos materiales posibilitan tal vez generen, en los lectores, nostalgia por lo que solía ser la educación primaria y den nueva vida al aprendizaje por medio de proyectos. Las aulas podrían volver a convertirse en lugares de mucha diversión, creatividad e invención. Ese sería un resultado muy positivo; sin embargo, la revolución maker trae consecuencias mucho más profundas en la educación.

Crear es una manera de acercar la ingeniería a los jóvenes estudiantes. ¿En qué sentido? En tanto se trata de experiencias concretas que aportan un contexto significativo para comprender la ciencia abstracta y los conceptos matemáticos. Para los alumnos mayores, combina disciplinas de modo que mejoran el proceso de aprendizaje en diversas poblaciones de estudiantes y abren las puertas a carreras inesperadas.

Eric Schmidt, director ejecutivo de la empresa Google, además de mostrarse sorprendido de que la enseñanza de informática no sea habitual en las escuelas, lo que hace que sean pocos los alumnos que la reciben, nos recuerda que en la era victoriana las mismas personas que escribían poesía eran las que construían los puentes (Robinson, 2011). Lewis Carroll escribía a las mil maravillas relatos de maravillas y era un formidable matemático y lógico (en todas sus creaciones la lógica, el lenguaje y la imaginación se desafían y se divierten a sí mismos, consigo mismos). Incluso en nuestros días hay ingenieros, programadores y operadores que revolucionan las industrias del cine y de la música. Sería bueno que las escuelas formaran polímatas.

Jugar manipulando los objetos es una muy buena manera de aprender haciendo, un ethos que comparten la comunidad maker, en rápida expansión, y muchos educadores. Celebra lo mejor de lo que significa ser humano. Una de las cosas más atractivas del movimiento maker es que se reconoce a muchos niños como héroes, líderes e innovadores.

Cuando la impresión 3D, el corte de precisión, el control de microcomputadoras, la robótica y la programación informática se integran al taller de arte, el taller o el laboratorio de física, todos los alumnos necesitan tener acceso a las herramientas e instrumentos, el conocimiento y las destrezas de resolución de problemas. Lo más importante de todo es que de este modo queda anulada la distinción entre la educación de formación profesional y la educación académica. Cuando el laboratorio de física, el taller de arte y el taller necesitan el mismo hardware y las mismas destrezas, se vuelve innecesario que las escuelas separen a los estudiantes en orientaciones imaginarias para empleos que ya no siguen esas reglas arbitrarias.

En la actualidad, tenemos la capacidad de dar a cada niño las herramientas, los materiales y el contexto para que alcance su potencial, liberándolas de las ataduras impuestas por la escasa imaginación de quienes ahora deciden las políticas educativas. Existen múltiples caminos para aprender lo que siempre hemos enseñado y sobran desafíos y actividades que hace algunos años eran inimaginables.

Incluso si no pueden conseguir un hardware caro (aunque cada vez promete estar más al alcance de los presupuestos institucionales), todas las aulas pueden convertirse en un espacio de creación, donde niños y docentes aprendan juntos experimentando con diversos materiales de alta y baja tecnología. En este presente, la potencial variedad, la amplitud, la potencia, la complejidad y la belleza de los proyectos son mayores que nunca gracias a las increíbles herramientas y materiales nuevos, el ingenio y el carácter lúdico, que este libro no dejará de celebrar.

Estas páginas no solo promueven la feliz tarea de crear o manipular las cosas porque es divertido, aunque eso sería suficiente. La tesis central es que los niños deberían crear y manipular cosas porque estas vivencias son muy buenas formas de aprender.

A lo largo de este libro, suponemos que los lectores están familiarizados con los cursos tradicionales de las escuelas primarias y secundarias (desde el jardín de infantes hasta el ciclo preuniversitario) en Occidente. Utilizamos el término “docente” para referirnos a cada adulto que trabaja con jóvenes y desempeña un papel de educadora o educador. Con “aula” nos referimos a cualquier lugar en que ocurra la enseñanza, incluso un club, un campamento de verano, un centro de reunión vecinal o un centro comunitario. Se puede enseñar en una escuela tradicional o no tradicional, en una de formación profesional y también mediante distintas modalidades semipresenciales o de educación en el hogar (también en hospitales, cárceles, fábricas). Las distintas escuelas pueden tener programas rígidos y asignaturas separadas, o una mayor flexibilidad. Ningún entorno es por definición mejor que el otro. Esperamos que puedan leer entre líneas cuando decimos “aula”, “escuela” o “docente”, y que puedan traducirlo sin prejuicios a su propio entorno.

A lo largo del libro también vamos a utilizar la designación “espacio de creación” o “espacio maker” (makerspace) como un concepto genérico. Y con esto avisamos a los docentes que de ninguna manera estamos promoviendo un tipo de espacio aparte de aquel en que sus alumnos se reúnen actualmente. No existe ninguna lista de equipamiento necesario que defina el espacio de creación. Compartimos ejemplos de docentes que crean espacios efectivos para, precisamente, crear más allá de las limitaciones físicas. El creciente movimiento maker incluye laboratorios, sitios para hackers, laboratorios de fabricación digital (fablabs), aulas taller, espacios de artes y de oficios, museos, talleres tecnológicos comunitarios y clubes de aficionados. Estos espacios se guían por ideales en común: crear, manipular objetos, aprender en forma colaborativa e inventar ( cap. 14).

¡Alerta! ¡Peligro!

Al escribir este libro, hemos intentado ser lo más precisos posible. Los precios seguramente cambiarán, la tecnología avanzará, los productos se actualizarán o incluso desaparecerán, y las direcciones web probablemente dejen de funcionar. Si este libro se convierte en su mejor amigo, Google debería ser su segundo mejor amigo.

Panorama de los capítulos de este libro

Los capítulos de este libro intentan ir de las grandes ideas de esos gigantes de la educación sobre cuyos hombros nos apoyamos a las cosas puntuales que hoy en día los docentes pueden hacer para fomentar estos ideales.

1. Historia inusualmente breve e incompleta del crear
Se sitúa el actual movimiento maker en un contexto educativo histórico.

2. El aprendizaje
El construccionismo es una teoría del aprendizaje muy relevante para el movimiento maker. Observamos el aprendizaje desde el punto de vista de la creación, la manipulación con objetos y la ingeniería.

3. Pensar en pensar
Exploramos maneras de pensar el diseño, el proceso de invención.

4. ¿Qué hace que un proyecto sea bueno?
¡Buena pregunta! Tenemos algunas respuestas.

5. La enseñanza
¿Dónde vemos la creación y el construccionismo en el aula?

6. Crear hoy
Crear en el aula no es algo nuevo; relacionamos los nuevos materiales con oportunidades de aprendizaje de larga tradición.

7. Los puntos de inflexión
Tres actividades del actual movimiento maker pueden revolucionar el aprendizaje: la fabricación, la informática física (la robótica, Arduino, etc.) y la programación.

8. Los elementos
Seguramente ustedes se preguntaban dónde había quedado la lista de compras.

9. Preparar el entorno de aprendizaje
Cómo crear un entorno de aprendizaje (físico, emocional e intelectual) más propicio para crear.

10. La iniciativa de los estudiantes
El movimiento maker es una oportunidad para que los estudiantes conozcan su potencial y se vuelvan defensores de sus escuelas y comunidades.

11. Organizar nuestro Día del Maker
Compartan la diversión de crear con todos.

12. Manual de retórica maker

Cómo convencer a los demás de que la invención, el crear y los espacios de creación deben ser parte de su escuela.

13. ¡Hagámoslo nosotros mismos!
¿Cómo pueden los docentes aprender a hacer y enseñar cosas que no existían cuando iban a la escuela?

14. Recursos para explorar
Sitios web, libros, kits, piezas, software, tiendas en línea y más recursos para tener un aula maker.

Sylvia y Gary en un motor de reacción

Los cien lenguajes

(Y en cambio, ahí está el cien)

por Loris Malaguzzi (fundador del enfoque Reggio Emilia)

El niño

está hecho de cien. El niño tiene

cien idiomas

cien manos

cien pensamientos

cien formas de pensar

de jugar y de hablar

cien y siempre cien

maneras de escuchar

de asombrar y de amar

cien alegrías

para cantar y entender

cien mundos

que descubrir

cien mundos

que inventar,

cien mundos

que soñar.

El niño tiene

cien idiomas

(y otros cien más cien más cien…)

pero le roban noventa y nueve.

La escuela y la cultura

le separan la cabeza del cuerpo.

Le dicen:

que piense sin manos

que haga sin cabeza

que escuche y que no hable

que entienda sin alegrías

que ame y se asombre

únicamente en Semana Santa y en Navidad.

Le dicen:

que descubra un mundo que ya está ahí

y de cien

le roban noventa y nueve.

Le dicen:

que el juego y el trabajo

la realidad y la fantasía

la ciencia y la imaginación

el cielo y la tierra

la razón y el sueño

son cosas que no van juntas.

En definitiva le dicen

que el cien no existe.

Y el niño dice:

y en cambio, ahí está el cien.

[1] Aficionados del aprendizaje activo y del “hágalo usted mismo”, que crean tecnología propia (o adaptan y recrean la existente) con materiales de bajo costo y mucha imaginación. La primera feria maker, organizada por la revista Make, se celebró en 2006, en California.