Índice
¿En qué sentido la literatura es “la gran extranjera”?, por Edgardo Castro
Presentación de la edición francesa
Advertencia
El lenguaje de la locura
El silencio de los locos
El lenguaje como locura
Literatura y lenguaje
Primera sesión
Segunda sesión
Conferencias sobre Sade
Primera sesión
Segunda sesión
Trabajos e intervenciones de Michel Foucault sobre la literatura
Referencias biográficas
Nota sobre los textos
biblioteca clásica
de siglo veintiuno
serie fragmentos foucaultianos
Dirigida por Edgardo Castro
Michel Foucault
LA GRAN EXTRANJERA
Para pensar la literatura
Edición original establecida y presentada por Philippe Artières, Jean-François Bert, Mathieu Potte-Bonneville y Judith Revel
Edición en español al cuidado de Edgardo Castro
Foucault, Michel
La gran extranjera: Para pensar la literatura.- 1ª ed.- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2015.- (Biblioteca clásica de Siglo Veintiuno)
E-Book.
Traducido por Horacio Pons // ISBN 978-987-629-533-8
1. Estudios Literarios. I. Título
CDD 807
Cet ouvrage a bénéficié du soutien des Programmes d’aide à la publication de l’Institut français.
Esta obra cuenta con el apoyo de los Programas de ayuda a la publicación del Institut français
Título original: La grande étrangère. A propos de littérature
© 2013, Éditions de l’EHESS
© 2015, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.
Diseño de colección: Tholön Kunst
Ilustración de cubierta: Sebastián Dufour
Diseño de cubierta: Eugenia Lardiés
Digitalización: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina
Primera edición en formato digital: xxx de 2014
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
ISBN edición digital (ePub):
Los editores agradecen a la familia Foucault,
a Daniel Defert, a Bertrand Richard y al IMEC.
¿En qué sentido la literatura es “la gran extranjera”?
Edgardo Castro[1]
El presente volumen contiene una serie de intervenciones –emisiones de radio, conferencias– acerca de la literatura y del lenguaje, pronunciadas por Michel Foucault entre 1963 y 1971. Los editores franceses han querido reunirlas bajo el título de La gran extranjera. Esa decisión justifica algunas reflexiones que pueden echar luz sobre el objeto central de los textos. Empecemos por la expresión en sí, que proviene del propio Foucault, de una entrevista o, mejor, una conversación que tuvo lugar en 1975, en ocasión de la publicación del libro Le Voyage à Naucratis. Además de Foucault, participaron de ella el autor del libro, Jacques Almira, y el periodista Jean Le Marchant.
Para comprender el sentido y el alcance de la expresión en cuestión, conviene detenerse en el contexto exacto en que aparece. Esa breve conversación –al menos en su versión publicada–[2] comienza con una curiosa anécdota que refiere Foucault, según la cual el día de Navidad recibe un llamado telefónico en el que le solicitan la evaluación de un manuscrito, precisamente el del libro de Almira. Seguidamente, la conversación se desplaza hacia los autores que de algún modo formaron parte del trabajo de escritura de Le Voyage à Naucratis y que constituyen, retomando otra expresión de Foucault, las “joyas del escritor”: Flaubert, Balzac, Zola, Joyce, Maupassant, Borges, Proust, Kafka, Roussel… En un determinado momento de la conversación, Le Marchant le pregunta a Foucault si lee a los escritores contemporáneos. Y él responde: “Poco. […] Para la gente de mi generación, la gran literatura era la literatura norteamericana. […] La literatura era la gran extranjera”.[3]
Tomada en su contexto, la expresión “la gran extranjera” se refiere a la literatura contemporánea respecto de su generación, a la que no pertenecen, al menos en términos cronológicos, varios de los autores de los que Foucault se ocupa en las intervenciones reunidas en el presente volumen, como Shakespeare, Cervantes, Diderot o Sade. En este sentido, entonces, respecto de la literatura que Foucault aborda en sus intervenciones, no parece que podamos hablar de una gran extranjera. Y, si tomamos la cronología y la contemporaneidad en otro sentido, esto es, en relación con el trabajo que llevó a cabo Foucault durante los años en que estas intervenciones sobre la literatura fueron pronunciadas, tampoco. En efecto, basta con hojear la Historia de la locura, Raymond Roussel o Las palabras y las cosas para darse cuenta de que la literatura no es una extranjera. Al contrario, y ello no sólo por el estilo con que estos libros están escritos, sino sobre todo por el hecho de que la literatura desempeña en cada uno de ellos una función esencial respecto de las tesis que sostienen. Así, por ejemplo, en Las palabras y las cosas, la relación de exclusión entre el ser del lenguaje y el ser del hombre hace de la literatura moderna la manifestación de la eminente muerte del hombre. Y a la gran presencia de la literatura en sus libros, especialmente durante la década de 1960, hay que agregar los otros escritos, artículos, prefacios o introducciones, dedicados, para mencionar sólo algunos nombres, a Sade, Blanchot o Bataille.
Por ello, en las presentaciones a cada una de las partes del presente volumen, los mismos editores franceses que escogieron el título no dejan de insistir en esa relación tan estrecha entre las intervenciones aquí reunidas y los libros de Michel Foucault. A nuestro modo de ver, muy justa y apropiadamente.
Y, sin embargo, aunque con un sentido diferente al que Foucault atribuye a la expresión “la gran extranjera” en la conversación citada, puede decirse que la literatura es, en su pensamiento, una gran extranjera. Pero, ¿en qué sentido lo es?
***
Acerca de estas intervenciones, el lector encontrará, en las notas de los editores franceses, las informaciones precisas sobre las circunstancias en que tuvieron lugar. Por el momento, basta consignar que se trata de tres grupos temáticos. El primero se ocupa de la relación entre el lenguaje y la locura, y reúne dos emisiones de radio de 1963, “El silencio de los locos” y “El lenguaje como locura”. El segundo está constituido por las dos sesiones de la conferencia “Literatura y lenguaje”, pronunciada en Bruselas en 1964. Y el tercero, por las dos sesiones de otra conferencia, esta vez sobre Sade, pronunciada en 1970 en la Universidad de New York-Búfalo, cuyos temas fueron retomados en 1971 en Montreal. El orden de estos bloques sigue, como vemos, un criterio temporal. Resumiendo en términos extremadamente escuetos la línea de desarrollo del conjunto, podría decirse que se ocupa de la literatura en relación con la locura, el ser del lenguaje y el deseo.
Ahora bien, es precisamente respecto de cada una de estas tres dimensiones donde la literatura aparece precisamente como una gran extranjera. Así, en “El silencio de los locos”, a partir de algunas escenas escogidas de El rey Lear de Shakespeare y del Quijote de Cervantes, Foucault demuestra cómo esta literatura pone en escena esa dimensión trágica de la locura respecto de la cual nuestra cultura ha querido mantenerse a distancia y echar sólo una mirada lejana. Más tarde, en el siglo XVIII, también Diderot, en El sobrino de Rameau, ha mostrado el “blasón sin palabras de la locura” mediante gestos extremos condensados en gritos, lágrimas y risas. Y, con una simetría inversa, en que los gestos son desplazados por un discurso de minucioso despliegue argumentativo, Sade nos ha revelado “la pura locura de un corazón desmesurado”.
Si la locura es, como insiste Foucault, lo otro de la razón y, por lo tanto, lo que nos permite comprender el contorno que dibuja sus fisonomías históricas –como el gran juego entre razón y sinrazón en los siglos XVII y XVIII–, ello es posible, en gran medida, porque esta ajenidad se hace presente en la literatura. En este sentido, la historia de la razón no puede prescindir de la ajenidad de la literatura. Por ello, la Historia de la locura en la época clásica, es decir, desde la institución del hospital general a la aparición del asilo psiquiátrico, de Descartes a Kant, es al menos en cierta medida una historia de la literatura.
La segunda intervención, “El lenguaje como locura”, profundiza aún más esa dimensión de ajenidad de la literatura, lo que hace de ella esa gran extranjera. La tesis expuesta por Foucault en esta emisión radial consiste precisamente en sostener que “la posibilidad de hablar y la de estar loco [ser otro, extranjero] son, en un aspecto muy fundamental, contemporáneas y como gemelas”. El hombre que habla se sirve de esta posibilidad, es “un hacedor de ocurrencias”, un “maestro artesano de metáforas”.
La conferencia “Literatura y lenguaje” explora otro aspecto de esa ajenidad de la literatura. En este caso, se trata de la ajenidad respecto del lenguaje y la obra. La literatura, sostiene Foucault, no es ni lenguaje ni obra, ni lenguaje transformado en obra ni ocasión para la obra de fabricarse un lenguaje. Ella es “profanación” del lenguaje y de la obra, sea en la forma de transgresión, de reiteración o de simulacro, cuyas figuras son, respectivamente, Sade, Chateaubriand y Proust.
La última conferencia trata de la relación entre verdad y deseo en el acto de escritura, en este caso de Sade, tal como se despliega en La nueva Justine o Las desgracias de la virtud, pero también en la Historia de Juliette o Las prosperidades del vicio. A la luz de estos trabajos, en la primera sesión Foucault se pregunta ¿qué significa para Sade escribir? Y en la segunda, ¿cuál es para Sade la función de la escritura? En las respuestas, la ajenidad de la literatura se hará de nuevo presente. El acto de escritura, sostiene Foucault, suprime las fronteras entre lo real y lo imaginario, permite borrar los límites del tiempo (del agotamiento, del cansancio, de la vejez); es la ilimitación del límite, la emergencia de la irregularidad, la supresión de la separación entre lo que está permitido y lo que no lo está. En efecto, en Sade, verdad y deseo no juegan el uno contra el otro; en el discurso libertino, “el discurso verdadero multiplica el deseo” y “el deseo hace cada vez más verdadero el discurso”.
***
Pero no se trata de eximir al lector de leer las intervenciones reunidas en este volumen. Creemos que las indicaciones que acabamos de señalar son suficientes para comprender en qué sentido es posible hablar de la literatura como de una gran extranjera.
Como dijimos, los editores franceses se han ocupado de poner de relieve el nexo que existe entre estas intervenciones y los libros de Foucault. Este nexo es evidente en cuanto concierne a las emisiones “El lenguaje de la locura” y la Historia de la locura en la época clásica. De alguna manera, en efecto, estas emisiones constituyen un rastreo del uso de la literatura en la descripción foucaultiana de la experiencia de la locura en los siglos XVII y XVIII. Menos evidente es quizá la relación entre la conferencia “Literatura y lenguaje” y Las palabras y las cosas. Al respecto, puede decirse que el lector encontrará en esta conferencia una descripción muy precisa de lo que Foucault entiende por literatura en esta obra de 1966. En la “Conferencia sobre Sade”, como también señalan los editores franceses, nos encontramos con un ejercicio de análisis que se sitúa en la línea de El orden del discurso. Los temas en gran medida se superponen: las funciones de la escritura, la relación entre deseo, discurso y verdad, la materialidad del lenguaje, etc.
Por ello, si bien es posible leer estas intervenciones como una especie de compendio acerca de la concepción foucaultiana de la literatura en el período que va de 1963 a 1971, también es posible servirse de esta lectura para abordar sus libros ya clásicos desde la perspectiva de la literatura y, más precisamente, de su ajenidad, de lo que hace de ella una “gran extranjera”.
1 Doctor en Filosofía, investigador del Conicet.
2 Michel Foucault, “La fête de l’écriture. Entretien avec J. Almira et J. Le Marchand”, Le Quotidien de Paris, 328, 25 de abril de 1975, p. 13. Reeditado en Dits et écrits, 1954-1988 [en lo sucesivo, DE], 4 vols., edición de Daniel Defert y François Ewald con la colaboración de Jacques Lagrange, París, Gallimard, 1994, vol. II, texto nº 154; reedición en col. “Quarto”, 2 vols., 2001, vol. I, pp. 1599-1602 (todas las referencias a Dits et écrits siguen esta última edición).
3 Ibíd., p. 1602.