Dr. Nicholas Romanov
¿Cómo correr?
Un nuevo paradigma para correr
Con John Robson
• Cambia radicalmente tu forma de correr
• Evita las lesiones
• Mejora la resistencia física
• Aumenta la velocidad
• Reduce el tiempo de recuperación
• Aumenta la flexibilidad
• Mejora la coordinación
Prólogo del profesor Vadim Balsevich
Publicado según acuerdo con Pose Tech Corporation
Título original de la obra: Pose Method of Running
Copyright de la edición original © 2002 by PoseTech Corp.
Traducción: Pedro González del Campo Román
Diseño de cubierta: Rafael Soria
©2014, Nicholas Romanov
Editorial Paidotribo
www.paidotribo.com
E-mail: paidotribo@paidotribo.com
Primera edición:
ISBN: 978-84-9910-512-3
ISBN EPUB: 978-84-9910-907-7
BIC: WSKC
Fotocomposición: Editor Service, S.L.
A mi abuela María, mi querida santa María, cuyo afecto y amabilidad siempre alabo y recuerdo.
A mi amada hija Marianna, que nos hizo aspirar a las estrellas, pero que inesperadamente nos abandonó pronto.
A mi esposa, Svetlana, cuyo amor y fe en mí siempre me han guiado en este viaje llamado vida, y cuyo apoyo constante me ha ayudado a cumplir mis sueños, de los cuales este libro es el mejor de todos.
ÍNDICE
Agradecimientos
Prefacio
Prólogo
Introducción
Primera parte. Los comienzos
Capítulo 1. La búsqueda de la técnica perfecta para correr
Capítulo 2. Mi filosofía del atletismo
Capítulo 3. El mejor momento para aprender el método de la postura
Capítulo 4. Antes de empezar: un sencillo experimento
Segunda parte. Argumentos a favor del método de la postura
Capítulo 5. Elimina las lesiones por correr
Capítulo 6. Mejora del rendimiento
Capítulo 7. La libertad de correr al máximo
Capítulo 8. La increíble ligereza de correr
Tercera parte. Los conceptos del método de la postura
Capítulo 9. Aprende por ti mismo el método de la postura en carrera
Capítulo 10. Pensar… Ver… Sentir
Capítulo 11. La postura en carrera
Capítulo 12. El concepto de la caída libre
Capítulo 13. Posturas alternativas
Capítulo 14. El concepto de la rueda
Capítulo 15. Elasticidad muscular
Capítulo 16. La importancia de una rápida frecuencia de zancadas
Capítulo 17. No te limites a correr: ¡No hagas nada!
Capítulo 18. El marco conceptual
Cuarta parte. De la idea a la acción
Capítulo 19. Integración de los componentes del método de la postura en tu nuevo estilo para correr
Capítulo 20. Dominar la técnica para correr
Capítulo 21. Sensibilidad al correr
Capítulo 22. Aprender la postura en carrera
Capítulo 23. Aprender la caída libre
Capítulo 24. Desarrollar las sensaciones de la caída libre
Capítulo 25. Salir a correr
Quinta parte. Transformar el cuerpo… y la mente del corredor
Capítulo 26. Aumentar la fuerza para correr
Capítulo 27. Desarrollar la elasticidad muscular
Capítulo 28. Ejercicios para las caderas
Capítulo 29. Ejercicios para los isquiotibiales
Capítulo 30. Integrar el aumento de la fuerza en tu programa de entrenamiento
Capítulo 31. Correr por la playa
Capítulo 32. Subir y bajar cuestas corriendo
Capítulo 33. Correr «fuera de pista»
Capítulo 34. Correr descalzo
Capítulo 35. Desarrollar la flexibilidad
Capítulo 36. Superar el miedo a correr
Sexta parte. Refinar la técnica en carrera
Capítulo 37. Reconocer y corregir errores
Capítulo 38. Corregir errores en el movimiento de las piernas
Capítulo 39. Corregir errores en el movimiento del tronco
Capítulo 40. Corregir errores en el movimiento de los brazos
Capítulo 41. Mantener la técnica de la postura durante el entrenamiento
Sobre los autores
Apéndice A. Definiciones y conceptos
Apéndice B. Errores habituales al correr
Apéndice C. Lecturas recomendadas
Elogios para el Dr. Romanov y su método de la postura
AGRADECIMIENTOS
Es casi imposible mencionar a todas las personas a las que me gustaría expresar mi gratitud por ayudarme a que el método de la postura en carrera llegue a ti, lector. Quiero mencionar a aquellos sin los cuales este libro nunca hubiera llegado a la imprenta.
A mi familia (AKA Team Romanov) por su amor y dedicación incondicionales a mis ideas. A mi esposa, Svetlana, cuya magistral traducción me ayudó a comunicar estas ideas al mundo.
A mi amigo John Robson, coautor de este libro, cuyo talento y brillantez en la escritura hizo de estas ideas una lectura de la que disfrutar. A mis estudiantes y amigos el doctor Andrey Pianzin (Rusia) y Sylvia Corbet (Canadá) por sus hermosas ilustraciones, que convirtieron las ideas en conceptos visuales.
A Milton Ferrell Jr. y a Phillip Wolman por su apoyo increíble a mi familia, lo cual volvió mi vida más estable y segura en mi nueva patria. A Stefan Hunter, por su aportación espiritual y material a Pose Tech Corporation, que ayudó a promocionar el método de la postura por todo el mundo.
A Pasquale Manocchia, uno de los primeros profesionales norteamericanos que aceptó y apoyó el método de la postura, cuya amistad siempre ha combinado el negocio con el placer.
Al profesor Tim Noakes y sus colegas de la Universidad de Ciudad del Cabo por su apertura de miras y su gran apoyo al método de la postura.
A mis queridos amigos y socios Graham Fletcher y Connie Sol por trabajar conmigo en la labor científica, educativa y en el entrenamiento de corredores y triatletas de todos los niveles de todo el mundo. A mis colegas y amigos del USA Triathlon Coaching Committee: Cyle Sage, George Dallam y Joe Friel por aceptar y promover el método de la postura en el deporte del triatlón.
A la British Triathlon Association y a su director de Rendimiento, Graeme Maw, así como a los atletas de elite Tim Don y Andrew Johns por su estupendo trabajo a la hora de llevar a la práctica y con éxito el método de la postura.
Dr. Nicholas Romanov
PREFACIO
Este libro es muy distinto a cualquier otro que hayas leído sobre atletismo. ¿Por qué? Para empezar, porque comienza aceptando que solo hay cuatro razones para leer otro libro sobre atletismo:
1) Para correr más rápido.
2) Para no lesionarse.
3) Para perder peso.
4) Para quien no sabe cómo dar salida al corredor que la vida le concedió.
Aquí tenemos un manual por completo distinto a cualquier otro libro sobre atletismo: damos por sentado que no sabes correr, o, mejor dicho, que muy pocos corredores saben correr.
La mayoría de los libros de atletismo parten del supuesto de que correr no es un deporte de habilidad sino un deporte de entrenamiento. Estos libros centran su asesoramiento en la información sobre el entrenamiento: cuánto correr, a qué ritmo correr, cómo aplicar entrenamientos alternativos, qué comer, etc. Todo lo cual es información valiosa, pero no aborda el tema central, a saber, el modo en que uno corre.
Supongamos que quieres iniciarte en un deporte nuevo, como esquí, tenis, golf, ballet o artes marciales. Antes de empezar a entrenar en estos deportes, se espera que aprendas a practicarlos. Es lo más habitual del mundo apuntarse a clases o incluso inscribirse en un curso introductorio de una semana para dar los primeros pasos.
Por el contrario, los consejos que reciben la mayoría de los corredores novatos se resumen en los siguientes: 1) comprarse unas zapatillas buenas, y 2) no correr demasiado fuerte al principio. E incluso si un corredor novato siente la necesidad de buscar asesoramiento profesional sobre la técnica para correr, en contraposición a las sesiones de entrenamiento, ¿a quién se dirige? ¿A los clubes locales de atletismo? ¿A un entrenador personal? ¿A profesores de instituto o universidad? En ausencia de alguna teoría de aceptación generalizada sobre cómo correr, son astronómicas las posibilidades de que no encuentres asesoramiento fiable e informado.
De ahí el porqué de este libro. El método de la postura en carrera es el producto de 25 años de estudios sobre el movimiento del cuerpo humano y del desarrollo de un método singular sobre la técnica al correr. Nunca antes un libro de atletismo había comenzado con la noción de que antes de comenzar a entrenar, primero debes aprender a correr.
En vez de suministrarte información sobre frecuencias cardíacas durante el ejercicio, ritmos, tácticas, reposo y nutrición —todos los cuales son componentes muy importantes de la experiencia deportiva—, el método de la postura en carrera se dirige al meollo del asunto con ejercicios y sesiones pensados para convertirte en un corredor capaz y eficaz. Y una vez que sepas correr, descubrirás que el resto se asimila con facilidad y naturalidad.
Piensa en ello. Si no sabes golpear una pelota de tenis para que pase por encima de la red, no tiene sentido jugar un partido. Si no sabes golpear una pelota de golf más allá del punto de salida, ¿para qué jugar 18 hoyos? Si no sabes correr de forma relajada, eficaz y sin lesiones, ¿por qué apuntarte a correr una prueba de 10 km o un triatlón?
Con toda probabilidad, el método de la postura en carrera será más fácil para los corredores novatos, que no tienen ideas preconcebidas sobre la técnica o el entrenamiento, pero a largo plazo tal vez tenga más valor para los corredores veteranos que se ven frustrados por lesiones crónicas o por la incapacidad de mejorar al llegar a cierta meseta en su rendimiento. El principiante apreciará los sencillos pasos necesarios para adaptarse al método de la postura y será capaz —literalmente— de levantarse con el pie derecho al iniciarse en este deporte.
Por el contrario, los corredores experimentados cuentan con cierto bagaje y expectativas por los muchos años de experiencia en el deporte. Alguien que está acostumbrado a rodar 48, 64 u 80 kilómetros semanales y conoce sus MP (marcas personales) de memoria tal vez se desespere por la paciencia requerida para desaprender la zancada en carrera arraigada tras muchos años y kilómetros. Si formas parte de esa categoría, relájate y ábrete a la posibilidad de que sea posible convertirse en un corredor mucho mejor cuando realmente sepas correr.
De hecho, creo que un conocimiento verdadero de la técnica correcta para correr tiene un mayor impacto sobre tu rendimiento atlético que cualquier otro factor por sí solo, incluyendo el uso de fármacos potenciadores del rendimiento. Es un hecho triste de nuestros tiempos que el éxito en el atletismo, el ciclismo, la natación y otros deportes de fuerza y fondo casi siempre esté bajo la sombra de la sospecha, tan extendido está el consumo de sustancias ilícitas. Y lo peor es que este «dopaje» no se limita a los atletas de elite, sino que se ha extendido también por institutos y universidades, e incluso es posible que se encuentre entre atletas de categoría máster que, no me cabe duda, deberían saber mejor lo que hacen.
Dependiendo de las sustancias implicadas, el dopaje no sólo provoca problemas de salud a largo plazo, sino que a corto plazo también favorece el sobreentrenamiento y enfermedades debilitantes. Estoy convencido de que obtendrás más beneficios a corto y largo plazo evitando la atracción de los fármacos potenciadores del rendimiento para concentrar tus esfuerzos en un método mucho más natural con que mejorar el rendimiento: aprender a correr de manera correcta. Tus marcas mejorarán, tu salud no sufrirá y disfrutarás con la satisfacción de saber que esa mejoría es tuya al ciento por ciento, y no algo que te ha aportado una píldora o una inyección.
¿Hará el método de la postura en carrera que seas un corredor más rápido y que sufras menos lesiones? Sin lugar a dudas, la respuesta es «sí», siempre y cuando domines la técnica e incorpores a tu vida un régimen sensato de entrenamiento.
¿Te ayudará a perder peso? Dejemos una cosa muy clara: éste no es un libro sobre adelgazamiento, y nunca podrá considerarse como tal. Aunque si combinas un régimen sensato de entrenamiento con un estilo de vida igual de sensato e incorporas una dieta sana y bien equilibrada, con suficientes horas de sueño y un consumo mínimo de alcohol y dulces, conseguirás tu peso adecuado y nunca tendrás que pensar en ello.
¿Y sabes qué? Tal vez incluso des las gracias a la persona que te ofreció este libro, sobre todo si llegas a amar el atletismo la mitad de lo que yo lo amo.
PRÓLOGO
Los «movimientos viven y se desarrollan», dijo un famoso filósofo ruso del siglo XX, Nikolai Bernstein, padre de la «fisiología de la actividad» y uno de los fundadores de la cibernética, tal como se denomina a la ciencia de la formación de movimientos y sistemas complejos de control. Desde la época de Bernstein, desvelar la vida secreta de los movimientos y formular las reglas que regulan los procesos de su desarrollo se convirtieron en la materia de investigación de muchos científicos del mundo, y en el sueño de muchos entrenadores.
No obstante, como es bien sabido, pocas veces la naturaleza revela gratis sus secretos, y se muestra cauta a la hora de elegir a los merecedores de ese privilegio. Quien posee información, posee el mundo o, por lo menos, puede conseguir mucho más que alguien a quien le está negado el conocimiento, o no lo acepta.
Por lo que se refiere a los secretos de un fenómeno de la actividad del movimiento como correr, el elegido parece haber sido Nicholas Romanov. Parece que fue el primero en darse cuenta de que la aparente simplicidad de los movimientos cuando corremos está plagada de trampas, y que suelen ser infructuosos los intentos de elaborar técnicas para correr acordes a postulados inciertos de la biomecánica de los deportes —o siguiendo el dicho de los entrenadores, «haz como yo».
Correr es un movimiento cíclico, y cualquier error técnico se multiplica en todos y cada uno de sus ciclos. Así, alguien que busca mejorar su salud en cada zancada se daña el tendón de Aquiles, la tibia o la articulación de la rodilla, o la columna vertebral, o los músculos o ligamentos. Como resultado, en vez de estimular el fortalecimiento de esas partes de su aparato locomotor, les inflige daños casi irreparables.
El método de Nicholas Romanov se basa en conocimientos estrictamente científicos sobre los secretos de correr en armonía con la naturaleza y con las leyes de la biomecánica del movimiento humano. Su integridad metodológica y sus fundamentos libres de toda controversia están condicionados por el uso de la fuerza de la gravedad como factor natural del campo de fuerza de un movimiento como correr, y también por algoritmos psicológicos-pedagógicos para que los principiantes alcancen un claro entendimiento de la esencia de la carrera y, lo más importante, adquieran una marcha fácil y sin restricciones, con un coste energético aceptable.
La universalidad de la tecnología de la enseñanza y la perfección de esta técnica de carrera que ofrece el doctor Romanov descansan en el hecho de que, casi con los mismos logros en los resultados deportivos, es útil para los profesionales del deporte y los atletas aficionados, así como también para cualquier hombre o mujer que «corra para mantener la salud». Todos estos grupos obtendrán todo cuanto necesitan de esta tecnología: resultados y buena salud.
Para los atletas, el único inconveniente de este método es su incompatibilidad con el dopaje y cualquier otro estimulante prohibido para el deporte o la capacidad física en el trabajo (eficiencia). Con el fin de obtener ciertas ventajas para el corazón, los vasos sanguíneos y los músculos, tal vez los corredores aficionados tengan problemas para abandonar la vieja creencia de que es posible correr de cualquier modo, incluso aterrizando sobre los talones para apoyarse. Aquí se les planteará un estilo de correr muy diferente, con una técnica distinta, sensaciones muy diferentes y ventajas que mejorarán su salud.
Una advertencia: para países como Estados Unidos y Rusia, las oportunidades perdidas sin este nuevo método de enseñanza y tecnología del entrenamiento se calculan en miles de millones de dólares a escala nacional, y en cientos de miles para el presupuesto familiar de sus ciudadanos.
Al final de esta introducción para el libro de Nicholas Romanov, me di cuenta de que siento cierta envidia de sus futuros lectores, porque todavía tienen por delante muchas horas de dicha descubriendo su contenido y disfrutando de él, lo cual para mí ya es demasiado tarde…
Profesor Vadim Balsevich
Miembro correspondiente de la Academia Rusa de Educación
INTRODUCCIÓN
A pesar de la cantidad de artículos y libros científicos escritos sobre la técnica para correr, el problema de cómo correr y enseñar la técnica para correr todavía no se ha abordado de forma satisfactoria. Este copioso río de información y opiniones sigue estando desarticulado, es ecléctico y constituye una amalgama de observaciones y experiencias anecdóticas, carentes de cualquier concepto unificador integral.
Como resultado, el proceso de enseñanza se parece a un hijo adoptivo; es un proceso que depende totalmente de la intuición, de las preferencias y de la competencia del entrenador. Sin una escuela de pensamiento que haya sistematizado lo que constituye una técnica correcta para correr, lo que enseña cualquier entrenador o instructor no es mucho más que un tema de preferencia personal y subjetivo.
Este libro es mi intento por llenar ese vacío mediante un método uniforme e integrado sobre la técnica para correr que instructores y entrenadores de todo el mundo puedan enseñar de forma sistemática. Los conceptos que constituyen la base del método de la postura en carrera derivan no sólo de principios científicos, sino también de la observación, la intuición y más de 20 años de trabajo con corredores de todos los niveles.
Me baso en la sencilla suposición de que como cualquier otro movimiento del ser humano, correr debe contar con una «mejor forma» de hacerse. Para encontrar esa «mejor forma», observé a personas y animales corriendo y traté de identificar los principios científicos de la locomoción.
Una vez identificados esos principios, traté de crear un sistema sobre el movimiento humano del que se obtuvieran los máximos beneficios de las fuerzas de la naturaleza. Aunque en esencia realiza tareas mecánicas, mi creencia es que este movimiento es tan artístico y refinado como los movimientos que caracterizan al patinaje sobre hielo, el ballet o la gimnasia.
A mi entender, esta búsqueda de la «mejor forma» de correr era un tema urgente. Si, de hecho, pudiera crear un programa que permitiera a las personas correr sin lesiones, con un mejor rendimiento y —más importante, si cabe— más placentero en su consecución, habría hecho un buen servicio a incontables atletas.
Tus ideas e intuiciones pueden convertirse en elementos valiosísimos para la siguiente edición de este libro, y compartirlos con corredores de todas las edades y nacionalidades.
Doctor Nicholas Romanov
Primera parte
LOS COMIENZOS
Svetlana y Nicholas Romanov en 1972
Capítulo 1
La necesidad es la madre de la invención.
Jonathan Swift
LA BÚSQUEDA DE LA TÉCNICA PERFECTA PARA CORRER
Una mañana fresca y lluviosa de octubre de 1977 volvía a casa desde el estadio de la Universidad Pedagógica, donde acababa de dar una lección sobre atletismo a mis estudiantes de la Facultad de Educación Física. Por aquella época, la Universidad Pedagógica, situada en la ciudad de Cheboksary, a 963 kilómetros de Moscú, era una pieza clave del asombroso imperio deportivo de la Unión Soviética. Muchos de los atletas que llegarían a colgarse medallas olímpicas, batirían récords mundiales y se integrarían en los mejores equipos soviéticos se matriculaban en esta universidad, y realizaban su entrenamiento diario en nuestra pista y en nuestras salas de entrenamiento.
Como antiguo estudiante de aquella Universidad, ahora era profesor y entrenador de atletismo. No obstante, a pesar de los muchos éxitos de nuestros atletas y del prestigio de la Facultad, mi estado de ánimo estaba en consonancia con aquel día triste y me mostraba alicaído y taciturno.
Tras dos años de trabajo con los estudiantes y cursando mis estudios de posgraduado, aunque ahora contaba con más datos y conocimientos que antes y que hacía mi transición de atleta competitivo a entrenador y científico, me di cuenta de que vivía en una paradoja. También me di cuenta de que toda mi formación universitaria no me había pertrechado para enseñar a mis estudiantes algo en apariencia tan sencillo como correr. El problema no era que yo fuera un mal estudiante ni nada parecido. Al contrario, me había graduado entre los mejores y me estaba preparando para escribir mi tesis de doctorado en el ámbito de la ciencia del deporte.
Era un dilema curioso. Aprovechándome de los maravillosos profesores y de los excelentes manuales, había tenido a mi alcance todo el conocimiento que sobre correr se había acumulado en el campo científico y en la práctica educativa de aquella época. Pero lo que yo quería —un método que enseñase la técnica para correr— no existía en la teoría ni la práctica.
Lo que sí existía era un cúmulo de puntos de vista distintos, por lo general contradictorios, sobre la importancia de la técnica en la carrera y los métodos para enseñarla. Una teoría prevalente afirmaba que para los seres humanos correr era algo natural y no debía ni podía enseñarse, ya que el estilo individual para correr era algo determinado, sobre todo al nacer, por la estatura física. Otra idea muy difundida era que la técnica apropiada para correr de velocistas, mediofondistas y fondistas era distinta y, por lo tanto, requería diferentes formas de enseñanza en cada caso.
Con independencia de a qué lado de la pista estuvieran, los entrenadores y profesores más cualificados estaban de acuerdo en cierta actitud respecto al atletismo. Casi sin excepción, creían que correr era un ejercicio sencillo y que los mejores corredores eran los que combinaban el entrenamiento más duro con una herencia genética superior. Siguiendo este razonamiento, creían que a diferencia de otras pruebas de atletismo como los saltos, las carreras de vallas o los lanzamientos o, en lo que aquí nos concierne, otras disciplinas de movimiento como el ballet, el karate o la danza, donde la técnica sí se considera de vital importancia, había poca necesidad de prestar atención a aspectos específicos de la técnica para correr.
Se acepta en todo el mundo que dominar cualquiera de aquellas especialidades requiere una dedicación intelectual y psicológica para estructurar los movimientos fundamentales, generar una imagen mental y perfeccionar los movimientos repetitivos. Por el contrario, se esperaba que creyéramos que correr, tal vez el movimiento más esencial del ser humano, no requería entrenamiento técnico alguno.
Así, me sorprendía ser consciente de que, desde un punto de vista biomecánico y psicológico, básicamente no sabía qué es correr. Por consiguiente, no sabía qué tenía que enseñar ni cómo enseñárselo a mis estudiantes. Me sentía impotente ante este reto. Sin nadie al que plantear mis preguntas, sabía que tendría que resolverlo por mi cuenta. La pregunta llevaba mucho tiempo madurando, pero nunca me había resultado tan urgente darle respuesta como aquel día triste y gris.
Llevaba cierto tiempo tratando de resolver el acertijo de qué enseñar y cómo hacerlo. En mi búsqueda había estudiado artes marciales, danza y ballet. Como vivía en Rusia, donde el arte y la tradición del ballet se habían llevado a la perfección, el ballet me resultó en especial fácil. Tenía amigos bailarines y pude asistir a sus ensayos y actuaciones, con lo cual mezclé el trabajo con el placer.
Mis observaciones sobre algunas de las mejores bailarinas del mundo me plantearon una pregunta candente: ¿por qué los movimientos de ballet, los bailes y el karate son tan perfectos (fig. 1.1)? ¿Podría reducirse todo al número de repeticiones de ejercicios sencillos? Y la respuesta llegó esa grisácea mañana de otoño como una visión repentina…, ¡todo es sencillo!
La simplicidad en sí es la clave. La formación en ballet, danza, artes marciales, etc., se produce por medio de posturas o, para ser más precisos, mediante una serie incontable de posturas. La perfección del movimiento se consigue mediante la transición fluida entre posturas ensayadas hasta la perfección. Como si se tratara de un puzle, de repente todas las piezas encajaron en su sitio. Los patrones neuromotores son más fáciles de adquirir y enraizarse por medio de la fijación espaciotemporal de movimientos del cuerpo; es decir, mediante posturas.
Entonces tuve que plantearme otra cuestión. ¿Cuáles eran esas posturas al correr y cómo aislar las posturas clave de entre el número infinito de posturas con las que el cuerpo se mueve en el tiempo y el espacio? ¿Cuáles eran los criterios para elegirlas? Decidí concentrarme en las posturas que hacían hincapié en el equilibrio, la compactación del cuerpo, la disposición de los músculos para hacer el trabajo requerido para cambiar de una postura a otra.
Figura 1.1. Enseñanza de la técnica mediante posturas.
Tras años de estudio y observación, al fin sentí que estaba listo para iniciar el trabajo de mi vida, para encontrar la verdadera naturaleza de la carrera, descomponerla en las posturas que la integran y desarrollar un sistema para enseñarla a todo el mundo.
Ahora me encuentro casi 25 años después de aquel día gris de octubre. Tras tomar aquella decisión, he dedicado mi vida laboral al conocimiento de una de las actividades más fundamentales del ser humano y al desarrollo de una técnica que permitiese a todo el mundo correr más lejos, más rápido y con menos esfuerzo y desgaste para el cuerpo.
En esos 25 años, muchas cosas han ocurrido en mi vida. Conseguí emigrar de Rusia con mi mujer, Svetlana, y mis hijos, y me instalé en Miami (Florida). En Florida abrí mi negocio como entrenador de corredores profesionales, trabajando con personas y pequeños grupos al tiempo que refinaba mis teorías sobre la técnica correcta para correr.
Al mismo tiempo comencé a establecer contacto con diversas organizaciones nacionales y clubes de atletismo. He trabajado en el comité nacional de entrenadores de Triatlón de Estados Unidos, dirigiendo seminarios y talleres con los mejores entrenadores y triatletas del país, He viajado a los Juegos Olímpicos de 2000 en Sídney como asesor y entrenador de triatletas de Gran Bretaña. En 1997 saqué mi primer vídeo, que corredores y entrenadores de todo el mundo siguen comprando.
Durante todo este tiempo me he propuesto trabajar con corredores de todos los niveles, desde olímpicos hasta octogenarios. A mi entender, si en verdad hay una técnica correcta para correr, tendría que funcionar con todo el mundo, no sólo con los corredores de elite de categoría mundial. De hecho, aunque me he sentido muy orgulloso al ver bajar de manera considerable las marcas parciales de mis triatletas olímpicos, he sentido más satisfacción, si cabe, con atletas de mediana edad que estaban a punto de dejar de correr por sufrir lesiones crónicas y ahora corren sin dolor, más rápido y con menos esfuerzo que hace 20 años.
Al aumentar mi conocimiento sobre la técnica para correr, mi frustración de 1977 se ha ido transformando. Hubo una época en que me debatía por descubrir la naturaleza del acto de correr, ahora me siento frustrado cuando observo a gente que quiere correr bien, pero está en inferioridad de condiciones por su falta de conocimientos sobre la técnica correcta.
Es para esas personas para las que he escrito El método de la postura en carrera. Este libro representa 25 años de reflexión, investigación y trabajo de campo en el laboratorio humano. Mi máxima esperanza es que proporcione un método a todos los que quieran correr mejor de lo que alguna vez creyeran posible. Y que, a la vez, su salud mejore y sus vidas se enriquezcan al dedicarse al deporte más humano y elemental.
Capítulo 2
Si quieres estar sano, corre; si quieres ser atractivo, corre; si quieres ser listo, corre.
Antiguo aforismo griego
MI FILOSOFÍA DEL ATLETISMO
Si pensabas que las promesas con grandes titulares referentes a salud, belleza y bienestar general eran una invención de la prensa popular de finales del siglo XX, el citado antiguo aforismo griego debería desengañarte. La gente siempre ha buscado «píldoras mágicas» para mejorar sus vidas, y los griegos no fueron una excepción. Y en esencia tenían razón, porque es probable que no haya otro ejercicio físico tan sencillo, accesible y beneficioso para el ser humano como correr. Correr es bueno para ti, y cuando se incorpora a un estilo de vida equilibrado, se consigue ser una persona más sana, atractiva (o bella) y reflexiva.
Como civilización ilustrada, los antiguos griegos fueron los primeros en reconocer la importancia de correr, lo cual reflejaron en su amor por los deportes y en el arte. Las imágenes de corredores en vasijas griegas retratan el inherente valor emocional y estético de correr. En estas elegantes vasijas, los artistas tal vez mostraran la técnica correcta de los atletas que se preparaban para las olimpiadas, o quizá estuvieran brindando homenaje a los grandes héroes de los juegos (fig. 2.1).
Figura 2.1 (a). Visión de las carreras en el arte de los antiguos griegos.
Con independencia de su propósito, es cierto que estos dibujos no son meros vuelos de la imaginación artística. Muy detallados en su descripción de la técnica para correr, los dibujos muestran con claridad la diferencia en los variados esfuerzos que realizan los atletas mientras corren distintas distancias a diferentes velocidades. Lo interesante es que muestran una similitud general de los estilos al correr. Fuera para esprintar o para correr una distancia larga, la técnica en sí es la misma.
Creo que estas similitudes no eran sólo la plasmación de la imaginación emocional o de la estética de diversos artistas griegos. Los movimientos al correr de los atletas de estas vasijas me han convencido de que los antiguos griegos, fuera por intuición o producto de la observación, descubrieron los elementos eficaces de la técnica para correr, que siguen siendo tan relevantes hoy en día como lo fueron hace miles de años.
Observa estas imágenes y verás con claridad que todos los atletas corren apoyando la porción anterior del pie y que no aterrizan sobre el talón. Al correr descalzos, era la técnica obvia para correr con eficacia y prevenir lesiones. A mi entender, este estilo al correr descalzos en que se aterriza sobre el antepié es el ejemplo más puro de la correcta naturaleza de las carreras…, y los griegos lo sabían hace siglos.
No creo que los griegos carecieran de los conocimientos necesarios para comprender la esencia de una actividad como correr. Aunque no tuviesen los conocimientos científicos subyacentes, tenían una poderosa capacidad para entender la realidad, mentes agudas y la más infrecuente de las virtudes, sentido común.
Como agudos observadores del mundo, los griegos apreciaban la armonía de la interacción del hombre con la naturaleza. Con ese enfoque holístico, valoraban el papel íntegro de la humanidad en el mundo. Fue una época en la que gozaba de alta estima la pureza de pensamiento y acción.
Figura 2.1 (b). Otra imagen de una carrera.
A medida que fue quedando atrás la Edad de Oro de Grecia, la humanidad pareció dejar de lado esos valores. Durante mucho tiempo, pareció como si se hubiera perdido el valor de correr per se. Sólo a finales del siglo XIX, con el revivir de los Juegos Olímpicos, pareció recuperarse el valor de esta actividad elemental del ser humano.
Aunque las Olimpiadas y el Maratón de Boston surgieron cuando el siglo XIX daba paso al siglo XX, no fue hasta la década de los sesenta cuando se produjo el primer bum de amplio espectro con el éxito de los corredores australianos y neozelandeses, sobre todo tras los libros publicados por el famoso entrenador neozelandés Arthur Lydiard (3). En Estados Unidos, la moda de correr se desencadenó con la victoria olímpica en 1972 del maratoniano Frank Shorter (1).
Correr dejó de considerarse un capricho estudiantil que había que abandonar en la adultez, y empezó a considerarse como un componente clave de un estilo de vida completo. En algunas instancias, se vio casi como una panacea, como una cura para todos los males de la sociedad moderna. Como sucede con todo primer amor, parecía que no tuviera defectos, sólo méritos.
A medida que correr se convirtió en un deporte de masas, empezó a mostrar todos los aspectos de aquella sociedad. Mientras antes sólo unos pocos lunáticos se derrengaban corriendo en pantalones cortos y deportivas, de pronto las zapatillas para correr se convirtieron en el calzado de rigor para la vida diaria. Las empresas fabricantes de zapatillas prosperaron de la noche a la mañana hasta convertirse en gigantes del mercado. El campo de la competición se trasladó a las calles de las principales ciudades, en las que se corrían carreras de 5 km, 10 km y maratones. Parecía como si correr estuviera a punto de convertirse en una religión nacional.
A medida que el arrebato del enamoramiento empezó a mitigarse, se plantearon preguntas inevitables. La gente se preguntaba: si correr es tan bueno, ¿por qué los corredores siempre cojean? Si correr 48 kilómetros semanales es bueno, ¿no sería mejor correr 96 kilómetros semanales y con mayor rapidez? Llegó la inevitable reacción. Para las personas sedentarias, la imagen de un corredor demacrado, trastabillando y agotado era la confirmación de las virtudes de estar sentado ante el televisor. Menos mal que nunca me puse a correr, podría decir un poltrón pagado de sí mismo. Mira lo que ha hecho contigo.
En vez de acabar con el deporte, esta nueva visión de las carreras llevó a realizar estudios más sobrios sobre los aspectos positivos y negativos del deporte. El aprecio recién adquirido por correr no murió, sino que, como sucede con las grandes historias de amor, maduró hasta convertirse en una relación de por vida.
Al acabar la fase de amor platónico, el arte de correr recibió un nuevo impulso saludable basado en la influencia combinada de los estudios científicos y los intereses comerciales. Aunque ahora había una visión más equilibrada del papel de correr en un estilo de vida saludable, los problemas permanecieron y algunos eran muy urgentes.
Uno de los desafíos globales, determinar el modo de convertir la carrera en un medio en verdad eficaz para estar sano, mantener en buen estado el cuerpo y listo para correr, pasó a estar en la agenda de los entrenadores, científicos, médicos y los mismos corredores. El hecho fue que a medida que las carreras siguieron creciendo en popularidad, también la incidencia de lesiones de atletismo fue pisándole los talones.
Las causas aisladas de las lesiones y la adquisición de medios para prevenirlas se convirtieron en el tema de numerosos estudios, de los cuales hablaremos en capítulos posteriores. Aunque gran parte del debate se centró en el desarrollo de mejores zapatillas o en el diseño de un régimen de entrenamiento más sensato, quedó claro que había llegado el momento de abordar un tema aún más capital. ¿Hay alguna técnica correcta y universal para correr?
Si bien a alguien ajeno al tema podría parecerle una pregunta evidente y perfectamente razonable, en las filas de la comunidad atlética se convirtió en objeto de acalorados debates. La pregunta se discutió muchísimo, y fue estudiada desde los puntos de vista del sentido común, la experiencia de los entrenadores y la investigación científica de cientos de artículos, libros y tesis doctorales. Pero incluso en el momento en que escribo estas líneas, ni los científicos ni los entrenadores en activo han alcanzado un consenso sobre la técnica correcta para correr, y mucho menos sobre cómo enseñarla.
En un lado estaban los que creían que correr era algo natural y que, en principio, todo el mundo sabe correr. Tipifica esa actitud la siguiente cita: «A lo largo de kilómetros y kilómetros depuré la acción de las piernas […]» (2). Es decir, la técnica se amalgama con un kilometraje significativo. Se podría bautizar con el nombre de escuela de pensamiento «abracadabra». Corre lo suficiente y, ¡abracadabra!, correrás de manera correcta. ¿No sería algo maravilloso?
En el otro lado estaban los que admiten la existencia de una técnica correcta para correr, aunque paradójicamente afirmen: «No existe una técnica ideal con bases científicas que se ajuste a todo el mundo […], ni hay posibilidad de evaluar la disposición individual para ciertas actividades deportivas. Afirmaciones absolutas como “esto está mal” o “esto está bien” sólo revelan la falta de conocimientos de los entrenadores a la hora de proceder a una evaluación técnica […]; un buen entrenador debe poseer conocimientos sobre la teoría del movimiento de la cinesiología y […] ser capaz de transferir observaciones a una técnica adaptada de forma individual.» (Arno Nytro) (3). Es decir, el entrenador tiene que conjurar un estilo perfecto al correr que sea exclusivo de cada persona.
Si tuviera que tomar partido por uno de estos puntos de vista, tendría que admitir que a la naturaleza «no le importa» cómo se realizan los movimientos con que se corre respecto a la fuerza de la gravedad y los esfuerzos aplicados. Pero no estoy de acuerdo, porque creo que dentro de la naturaleza es posible encontrar pautas y principios que nos demuestran la forma correcta de desplegar toda actividad natural. Acepto la filosofía de la naturaleza como un todo y la existencia del ser humano como un elemento clave dentro de la naturaleza, la cual impone límites a nuestras funciones fisiológicas y biomecánicas.
En vez de aceptar que no hay una técnica correcta para correr o que la técnica correcta es exclusiva de cada individuo, creo que mediante el estudio de las fuerzas naturales en las que se mueve el ser humano es posible hallar los principios que lleven al descubrimiento de una técnica ideal para correr y apta para todas las personas, con independencia de su tamaño, somatotipo, edad y sexo.
Empecé con el concepto de que el ser humano nace, crece y vive dentro del campo gravitatorio de la Tierra, y que actúa con más eficacia dentro de cierto marco biomecánico dictado por la gravedad. Nuestros movimientos deben formar parte integral de este entorno, integrarse de forma orgánica con él y aprovechar la gravedad como fuente de energía y oponerse lo menos posible a su influjo. Por el contrario, los movimientos ineficaces y las lesiones se producen cuando nos salimos de ese marco de interacción orgánica con las fuerzas de la gravedad y trabajamos en contra, y no con la gravedad.
La enorme fuerza de la gravedad queda ampliamente demostrada por los fenómenos de la naturaleza, o en los esfuerzos del hombre por vencerla. En la naturaleza, un simple paso en falso puede desencadenar un alud y provocar que una enorme masa de nieve se deslice montaña abajo a 130 km por hora o más. Todos hemos visto la fuerza tremenda que desarrollan los cohetes en la plataforma de lanzamiento para escapar a la atracción gravitatoria de la Tierra. Imagina cómo afectaría tu forma de correr si fueras capaz de transferir la tremenda fuerza de la gravedad a la inercia de tu cuerpo moviéndose hacia delante.Para alcanzar una técnica óptima en la carrera, la clave radica en aprovechar al máximo la fuerza de la gravedad de la Tierra. Al igual que un balandrista aprovecha la energía del viento, todo corredor experto debería saber colaborar con la fuerza de la gravedad. Todo buen marinero aprovecha los vientos de cola para hacer avanzar la embarcación; todo buen corredor aprovecha la fuerza de la gravedad para ganar velocidad con impactos mínimos contra el suelo y el menor gasto de energía posible.
Durante más de 25 años estudiando, enseñando y entrenando, me he dedicado a aprovechar la energía ilimitada de la gravedad de la Tierra para diseñar una técnica en la carrera que canalice la energía de la gravedad con bajo impacto, libre de lesiones y, lo más importante, a un ritmo rápido. He llamado a esta técnica y al medio para enseñarla método de la postura en carrera (también llamado método «pose»). Tanto si eres un corredor principiante que espera comenzar con buen pie como si eres un veterano que lleva 30 años corriendo por carreteras y caminos, este libro está pensado para ayudarte a correr más rápido y con más eficacia reduciendo al mínimo las lesiones y su impacto global sobre el cuerpo.
Pero todavía hay más, quiero que te conviertas en un corredor completo, que trabajes en armonía con la naturaleza para deslizarte con suavidad