Elena Rubio Orden. Licenciada en Derecho con diecisiete años de experiencia como abogada. Cursó varios másteres, uno de ellos de Dirección de Recursos Humanos. Su especialidad en el campo jurídico eran las empresas.
Después de esos diecisiete años, la vida le sorprende con una situación que la obliga a dar un giro personal y profesional, cuando su hija mayor sufre un derrame cerebral. Se va a EEUU y allí descubre el verdadero potencial de nuestro cerebro. Tal es la pasión que desarrolla por este, que comienza su formación en Neurociencia. Con el tiempo descubre la importancia de esta disciplina en el campo empresarial. Continúa sus estudios, esta vez en Gestión y Administración Sistémica de Empresas y Desarrollo Personal Sistémico.
Formadora durante más de veinte años en escuelas de negocio y asociaciones de empresarios, tanto en el ámbito jurídico como en el de recursos humanos y neurocoaching.
Emprendedora. Actualmente es la fundadora de Soluciones NSB Neurosystemic Business.
Cree en el poder y la capacidad de las empresas para cambiar y transformar sus entornos, siendo capaces de construir nuevas formas de hacer negocio donde todos, incluida la sociedad, salgan beneficiados de una nueva forma de hacer las cosas.
Actualmente, además de dirigir su empresa, imparte formación, seminarios y conferencias en escuelas de negocio, es mentora en aceleradoras empresariales y colaboradora habitual de la cadena SER, donde divulga la importancia del pensamiento sistémico en los entornos empresariales.
A mis padres por su apoyo incondicional durante toda mi vida, a Álvaro por su paciencia y dedicación a nuestras hijas para que yo tuviera tiempo, y a mis hijas, Paula y Claudia, por ser una fuente de aprendizaje inagotable que me obliga a replantearme mi forma de comunicarme con ellas continuamente.
Y a todas y cada una de las personas que han formado parte de mi vida de una forma u otra: sin sus contribuciones nada de esto sería una realidad.
Mil gracias a todos.
Es sencillo escribir un prólogo. Lo difícil es lo que viene después, porque son muchas horas, días, semanas, meses e incluso años de esfuerzo para sacar un trabajo en el que pones toda tu ilusión.
En estas páginas nos encontramos con el conocimiento acumulado por Elena durante años, durante toda su vida. Y no me refiero solo al conocimiento profesional, que no es lo más importante, sino a la parte personal, porque antes que profesionales somos personas en todos los ámbitos de la vida, incluida la empresa.
El resultado de la fusión de ambas partes lo tenemos en La comunicación sistémica. Nos ofrece información sobre su origen, allá a mediados del siglo pasado, y nos muestra cómo aplicarlo en el entorno empresarial.
Todo ello sin olvidar que la empresa no es más que una gran familia donde hay gente que se quiere mucho y otra no tanto. En todas las familias cuecen habas, y en las empresas también. Lo importante es ser conscientes de que todos pertenecemos a la misma organización. Según cómo rememos todos, si lo hacemos o no en la misma dirección, así será el resultado de nuestro esfuerzo colectivo.
Hay una parte muy importante que es, precisamente, la relación entre el individuo y la empresa, que debe ser equilibrada y beneficiar a ambas partes. Si solo una de ellas se beneficia, esto no funcionará.
Estamos hablando, en parte, de empatía, porque tenemos que intentar ponernos en la piel de los otros para intentar satisfacer sus necesidades laborales o de cualquier tipo. Y aquí tiene un papel esencial el liderazgo, un tema que he estudiado profundamente en los últimos años. Esa empatía es lo que marca en muchas ocasiones la diferencia entre el éxito y el fracaso, no solo del líder, sino de toda la organización.
Y para ello hay que saber comunicar, utilizar palabras sencillas que entienda todo el mundo. En la actualidad tenemos tendencia a usar palabras grandilocuentes de muchas sílabas, tecnicismos y anglicismos, cuyo significado en ocasiones no conoce ni siquiera quien las está pronunciando. El liderazgo es todo lo contrario. Se trata de ser sencillos y hablar con claridad, que nos entienda todo el mundo.
Elena en este libro no habla de comunicación, sino que va más allá. Nos habla de cómo integrar todos los factores, que son muchos, y que afectan de forma directa o indirecta a esa comunicación.
Una vez integrados todos ellos, es cuando nosotros tenemos acceso a la comunicación de verdad, a la que nos llega de todas partes y que somos capaces de analizar y procesar en su conjunto.
Creo que uno de los grandes valores del trabajo de Elena es permitirnos acceder a esa comunicación total y aprovecharla para mejorar como profesionales y, sobre todo, como personas.
Muchas gracias por abrirnos los ojos, Elena.
Juanma Romero
Conferenciante, speaker, moderador y presentador eventos y mesas redondas, formador en habilidades de comunicación, escritor y networker. Director y presentador del programa Emprende que emite TVE.
El pensamiento sistémico es aquel que se encarga del estudio de los comportamientos de los sistemas como seres vivos. Actualmente existen dos corrientes sobre el pensamiento sistémico; por un lado, el constructivismo sistémico, que establece la teoría aplicable a los principios que rigen los sistemas, y por otro lado la mirada fenomenológica, basada en una apertura de nuestra percepción. Esta apertura nos permite ampliar nuestra capacidad de percibir y de mantenernos presentes en nuestras relaciones y por ende, en nuestras comunicaciones.
El pensamiento sistémico es entendido como una actitud del ser humano por la que este observa, analiza y comprende el mundo que le rodea desde la totalidad, desde el “todo es parte de todo” y “todo está conectado entre sí”.
A través de la mirada fenomenológica nos hacemos más presentes, más conscientes en el momento que estamos viviendo en el presente, lo que permite obtener una información que de otra manera permanecería oculta a nuestros sentidos.
En este libro desarrollaremos la comunicación sistémica desde esta mirada, esa que nos acerca a nuestro interlocutor desde la escucha pausada, que permite los silencios en los que aflora una información hasta ese momento desconocida y que nos permite que nuestra comunicación se vea enriquecida.
Cuando desarrollamos esta forma de “mirar”, somos capaces de percibir en conjunto, de absorber más información y con ello generar una conexión más fuerte con aquel con el que nos relacionamos. Nuestros cerebros se sincronizan y se activan las neuronas espejo.
A través de esta mirada nos disponemos a escuchar sin juicios, sin críticas, sin tener un pensamiento previo y sin analizar la información que estamos recibiendo. Al adoptar el pensamiento sistémico, adoptamos la posición del observador, aquel que no incorpora sus creencias o prejuicios a la situación, sino que percibe la realidad tal y como es y después actúa en consecuencia. Aquí nuestra percepción se vuelve más intuitiva.
Al utilizar este tipo de mirada, no reaccionamos ante el discurso de nuestro interlocutor, cosa habitual puesto que si el discurso no nos gusta o nos hace sentirnos vulnerables nos ponemos a la defensiva. Aquí es donde nuestras creencias, juicios previos y patrones de conducta salen a relucir y se manifiestan de forma automática, y donde nuestra responsabilidad es ser capaces de percibirlos y gestionarlos adecuadamente.
Gracias a la mirada sistémica fenomenológica podemos generar un tipo de mensajes y discursos donde crearemos confianza, seguridad y honestidad en nuestra comunicación.
Muchos son lo autores que desde hace años nos hablan y nos enseñan sobre “los sistemas”. También es cierto que el “fenómeno fenomenológico” tampoco es algo novedoso; ya el gran filósofo Kant nos hablaba de ello.
Quizá la parte novedosa de estas dos concepciones, de cómo funcionan los sistemas y cómo deben observados, es el aunar dichas visiones y generar una observación diferente.
Desde la teoría de los sistemas se dice que estos deben ser analizados desde sus subsistemas y que es a través de este análisis desde el que podemos conocer la información que necesitamos para regular el sistema.
Por otra parte, la fenomenología plantea una posición diferente, una posición en la que actuamos como observadores del sistema, utilizando una observación globalizada que será la que nos permita encontrar el origen el problema o del conflicto.
Bert Hellinger, teólogo, filósofo y pedagogo alemán consiguió de alguna manera aunar ambas perspectivas. Gracias a la fenomenología, Hellinger descubre los principios básicos que regulan los sistemas y el impacto que estos principios tienen en la vida de las personas y de las empresas u organizaciones cuando se alteran o no se respetan.
La primera intervención sistémica en el ámbito empresarial fue desarrolla por el propio Hellinger en el año 1995, pese a que su área de actuación se centró en el ámbito familiar.
Para el desarrollo de esta metodología Hellinger, se apoyó en otras teorías como la terapia del movimiento concentrativo, de Ruth McClendon y Les Kadis, que desarrollan los primeros pasos a través de la terapia de Virginia Satir, en la obra de Ivan Boszormenvi-Nagy y en otras muchas que ayudaron a Hellinger a crear un marco teórico sobre esta nueva herramienta.
Poco tiempo después de esa primera intervención sistémica organizacional, se extrapolan los principios de la metodología sistémica fenomenológica a todo el ámbito empresarial. Gunthard Weber fue el encargado de ordenar los principios de la nueva metodología al mundo de las empresas y organizaciones, lo que hizo posible que las herramientas sistémicas organizacionales tengan hoy un desarrollo propio.
Actualmente, en España es una metodología relativamente nueva, mientras que en otros países europeos llevan más de 40 años trabajando con ella.
Otro de los grandes exponentes en este campo, junto a Gunthard Weber, es Jam Jacob Stam, fundador del Instituto Bert Hellinger de los Países Bajos, uno de los pioneros en la aplicación del coaching sistémico en las empresas y las organizaciones, que lleva más de 15 años siendo formador de desarrollo organizacional sistémico en más de 20 países.
Hoy ya nadie duda que las empresas y las organizaciones son sistemas complejos que están en continuo cambio y que el análisis de las mismas es cada vez dificultoso.
Hacer uso de herramientas que nos permitan acelerar los procesos de cambio, de aprendizaje, de una forma más cómoda, eficaz, rápida y con un menor desgaste para todos los elementos que conforman la empresa, es algo que se ha vuelto imprescindible en nuestros días.
Y precisamente, el pensamiento o visión sistémica nos ofrece la posibilidad de ver y observar nuestras empresas desde una mirada global, integrativa, que nos permite identificar y comprender con mayor acierto los problemas que subyacen en una empresa, así como sus causas primigenias y las posibles consecuencias de su falta de resolución.
Aplicando esta mirada a las empresas podemos desarrollar la capacidad de detectar las problemáticas con una mayor extensión y en cualquier situación, generando la posibilidad de dar una resolución que implique a todos los elementos necesarios en el proceso de cambio, al mismo tiempo que nos permitirá sostener la solución en el tiempo.
A través del pensamiento sistémico la empresa se entiende como una totalidad, y como tal plantea soluciones globales, soluciones sostenibles en el tiempo que produzcan una mejora en la organización a largo plazo ahondando en las verdaderas causas de los problemas.
El pensamiento sistémico tiene en cuenta, para encontrar la mejor solución, los puntos más sutiles, aquellos que no son perceptibles en una visión normal; nos ayuda a encontrarlos y a resolverlos.
Otra de las grandes ventajas de este planteamiento sistémico es su orientación hacia futuro, hacia la solución y hacia la preparación de modelos que generen una mayor comprensión de las situaciones y acontecimientos, y ayuden a comprender los efectos que estos tienen y tendrán en la empresa.
El pensamiento sistémico es innato en el ser humano. Cuando somos niños todos desarrollamos instintivamente conductas que van dirigidas a dar pertenencia y sentirse parte del “sistema”, a que exista un orden y a que todo esté en equilibrio para el buen funcionamiento de nuestras relaciones. A medida que crecemos dejamos de utilizar este pensamiento e incluso llegamos a reprimirlo si no está de acuerdo a la conciencia social.
Con el pensamiento sistémico la mente realiza una actividad dirigida a comprender como funciona el sistema y a encontrar las soluciones más idóneas para ese sistema.
Este tipo de pensamiento aglutina el “todo” y al mismo tiempo todas sus partes, observa las relaciones que se dan entre ellas para reconocer como se está interactuando en esas relaciones, y aprende rápidamente aquello que está funcionando y aquello que debe ser modificado por el bien del propio sistema.
Este libro, además de una guía práctica, es una invitación a ver el mundo de la empresa con otros ojos, desde otra perspectiva, con otra mirada que nos ayude a redescubrir nuestra empresa como un todo en su parte interna y como una parte de otro “todo” mayor en sus relaciones externas.