Para Jim Gee, por su sabiduría, ideas y generosidad de espíritu.
A mi mujer, Rie, por su amor y apoyo, y para Sky,
y para los niños en cualquier lugar, con la esperanza
de una educación del siglo XXI que merezca la pena.
Lo que queremos es ver al niño tras el conocimiento,
y no el conocimiento tras el niño.
Prólogo
Qué siglo más notable para el aprendizaje está resultando ser este. Por todo el mundo, profesores, centros educativos, familias e incluso los responsables de crear políticas están tomando conciencia de que construir aprendizaje en el siglo XXI, usando las estructuras y las restricciones del siglo xx, es una apuesta absurda y temeraria que con demasiada frecuencia fracasa. Pero lamentablemente, a muchos de ellos, explorar y verificar nuevas ideas en su propio contexto les hace sentirse solos, valientes y bastante expuestos. Resulta curioso y tranquilizador que, estando aislados, muchos hayan llegado a conclusiones muy parecidas sobre lo efectivas que pueden resultar las estrategias de aprendizaje del siglo XXI. ¡Piensa en el progreso que pueden lograr juntos!
Marc Prensky ha realizado una contribución fundamental para construir ese carácter conjunto. Por medio de escritos y colaboraciones previas, Marc ya ha hecho un trabajo notable conduciendo al mundo hacia un nuevo vocabulario compartido; vocabulario que nos ayuda a todos a ver las nuevas oportunidades que este siglo ofrece a sus jóvenes ciudadanos. Este vocabulario compartido ha dado a los innovadores solos, valientes y expuestos cierta colegiación, incluso camaradería. De repente, forman parte de algo grande, algo consensuado.
Y una vez más, en este nuevo libro, Marc se presenta con la contribución precisa en el momento justo. Su resuelta e incontestable defensa de la necesidad de hacer que el aprendizaje avance está expuesta de forma clara y accesible. Mucho de este libro será la base para argumentos triunfadores en debates en la escuela o en los fórums sobre políticas.
Marc ha añadido esto, un cofre del tesoro de práctica efectiva y reconfortante. La sensación palpable de una revolución de arriba abajo en el aprendizaje (construido por los niños, maestros y comunidades que realmente se preocupan por él), llega hasta nosotros alta, clara y reconfortante. La posibilidad de ojear el libro rápidamente en busca de ideas probadas, efectivas y alcanzables, hará que haya un ejemplar muy usado en todas las salas de profesores.
Últimamente, los Estados han parecido despertar de nuevo. Hay algo en las palabras “Yes, we can” (Sí, podemos) que ha llegado a una nueva generación, mucho más allá de Estados Unidos, para expresar un nuevo optimismo. Necesitamos que ese optimismo se centre decididamente en el aprendizaje. Nuestros antepasados empezaron una revolución médica que cambió la vida de continentes enteros y transformó las oportunidades potenciales de vida de generaciones. No se conformaron con las aparentes certezas de sus propios antepasados, sino que fueron más allá para crear una revolución de la medicina moderna, y al hacerlo cambiaron su mundo.
Hoy el mundo es un caos y muchos de nosotros hemos visto el impacto que el
aprendizaje puede tener para reparar ese desastre. Hemos visto a niños vacunarse contra la pobreza a través de un gran aprendizaje, cómo los desvinculados se vinculan, sanar las grietas de la comunidad, que problemas sin solución se pueden superar y dejar atrás con ingenio, y que los niños que aprenden juntos con alegría es simplemente menos probable que crezcan para matarse unos a otros. Nuestra generación puede tener un impacto notable y duradero, además, a través del aprendizaje. Nuestra contribución puede ser una revolución del aprendizaje.
“Sí, podemos”, por supuesto. Y lo que Marc ha hecho aquí es mostrar precisamente por qué y cómo podemos. Solo añado a este prólogo que, dadas todas las oportunidades que tenemos ahora para marcar la diferencia a nivel local y global a través del aprendizaje, y dadas las necesidades del mundo, entonces, seguramente “Sí, por supuesto, que deberíamos poder”.
Este libro nos ayudará y ayudará a que ayudemos a otros.
Profesor Stephen Heppell
Centro de Excelencia en Medios de Comunicación Práctica
Universidad de Bournemouth
Resumen
Este libro une tres aspectos de la discusión educativa actual que raramente se han tratado juntos.
Primero, que los alumnos de nuestras aulas están cambiando, en gran medida como resultado de sus experiencias con la tecnología fuera de la escuela, y ya no están satisfechos con una educación que no se dirige de forma inmediata al mundo real en el que viven.
Segundo, que la pedagogía consistente en “contar y hacer exámenes” que mayoritariamente hemos estado usando en nuestras escuelas se ha vuelto cada vez menos efectiva con los alumnos. Hace falta una pedagogía mejor, y la buena noticia es que está disponible y se puede utilizar hoy.
Tercero, que la tecnología digital que está entrando ahora, más o menos rápidamente en nuestras aulas, usada correctamente, puede ayudar a volver el aprendizaje de nuestros alumnos conectado con la realidad, atractivo y útil para su futuro.
Irónicamente es la generación criada en la expectativa de la interacción la que está por fin madura para los métodos de enseñanza basados en las habilidades y en el “hacer” que los expertos del pasado han indicado siempre que son los mejores para aprender, pero que fueron ampliamente rechazados por las altas esferas educativas al considerarlos demasiado difíciles de implementar.
El feliz hilo que ata estos tres aspectos es que la misma tecnología digital que produjo los cambios en nuestros estudiantes también proporciona las herramientas para implementar por fin las formas de aprender más efectivas y reales.
Agradecimientos
Ha habido muchas contribuciones tanto a la formulación de mis ideas como específicamente a este libro. La gente que ha influido en mi pensamiento incluye a (por orden alfabético y con disculpas por cualquier omisión) Mark Anderson, Jessica Braithwait, Milton Chen, Chris Dede, David Engle, Howard Gardner, James Paul Gee, Lynnette Guastaferro, Stephen Heppell, Ian Jukes, Liz Kolb, Juliette LaMontagne, Kip Leland, Nicholas Negroponte, Lisa Nielsen, Alan November, Will Richardson, Phil Schlechty, David Warlick, Tom Welch, el numeroso público de mis presentaciones y muchos corresponsales por correo electrónico que amablemente me han ofrecido su retroalimentación.
El pensamiento original para este libro vino de mi editor, Deb Stollenwerk, quien a lo largo del proceso de escritura del libro sugirió amablemente, empujó suavemente y dio forma al libro hasta que se convirtió en lo que es. También fue de enorme beneficio el gran tallado de la versión original realizado por Dan Richcreek, de la editorial Corwin.
Entre las personas que leyeron y comentaron las primeras versiones del libro se encuentran Jessica Braithwait, Chris Dede, Jim Gee, Lynnette Guastaferro y Stephen Heppell.
Aunque asumo la responsabilidad única y final de lo que aquí está escrito, es importante que los lectores comprendan que muchas de las ideas que adopto las comparten un número creciente de profesores de pensamiento avanzado, miembros de la dirección de los centros, oradores y especialistas. De hecho, es su consenso creciente, como yo lo percibo, lo que motivó la escritura de este libro.
¡Gracias a todos, y que vuestras buenas ideas consigan cada vez más aceptación!
Introducción
Nuestro mundo cambiante
Tecnología y sociedad global
Preguntas-guía
1. ¿Los alumnos de hoy son diferentes? ¿Tienen déficit de atención? ¿Qué es lo que quieren?
2. ¿Cómo podemos motivar y enganchar a los alumnos actuales?
3. ¿Hay una forma mejor de ayudar a aprender a los alumnos de hoy? ¿Cómo podemos llegar a ella?
En el siglo XXI, muchas de nuestras viejas suposiciones e ideas muy consolidadas se han dado la vuelta, y muchos otros cambios bruscos vienen de camino. Este es sin duda un lugar diferente donde están creciendo nuestros hijos. Tres tercios de la gente del planeta posee un teléfono móvil. Un nuevo mundo virtual (por ejemplo, en línea) ha surgido de la nada y se ha convertido en el foco de atención de muchos de nuestros chicos. Los ingenieros están poniendo un trillón de transistores en un solo chip de ordenador. Los científicos manipulan átomos individuales para crear máquinas a nanoescala que ni siquiera podemos ver. El volumen de información del mundo pronto se duplicará cada pocas horas. Los concursos de la televisión ya no te ponen en una cabina aislada para probar que nadie te ayuda, sino que te estimulan para que telefonees a un amigo o sondees al público.
En un entorno así es inevitable que el cambio llegue finalmente a la educación de nuestros jóvenes, y lo ha hecho. Pero hay una enorme paradoja para los educadores: el lugar donde se han producido los mayores cambios educativos no es en nuestras escuelas, es en cualquier lugar menos en nuestros colegios. Los mismos jóvenes que vemos aburridos y reacios en nuestros centros educativos con frecuencia trabajan duro aprendiendo después de la escuela (expresión que empleo para abarcar conocimiento informal entre iguales, internet, YouTube, televisión, juegos, teléfonos móviles y otras muchas oportunidades emergentes, así como a través de programas organizados como FIRST Robotics). Es en el mundo fuera de la escuela, más que en la propia escuela, donde muchos de nuestros chicos se enseñan a sí mismos y a los demás todo tipo de experiencias importantes y realmente útiles sobre su presente real y futuro. Existe un gran número de herramientas poderosas para ellos con este fin, y estas herramientas (y nuestros chicos al usarlas) se están haciendo más y más poderosas día tras día. Tras la escuela nadie dice a los chicos qué aprender o hacer. Siguen sus pasiones e intereses, convirtiéndose en expertos durante el proceso.
¿PROBLEMAS DE ATENCIÓN?
Pese a lo que puedas haber oído, o incluso observado, hoy día los alumnos no tienen el pequeño margen de atención o la incapacidad de concentrarse de que se les acusa. Muchos de los alumnos que no se concentran en el colegio se sientan horas, por ejemplo, completamente centrados en una película o en videojuegos. Así pues, no es la capacidad de atención de nuestros estudiantes lo que ha cambiado, sino más bien su tolerancia y sus necesidades. Hoy los jóvenes tienen que elegir continuamente entre una plétora de reclamos a su atención producidos de forma muy costosa: música, películas, anuncios, televisión, internet y muchos más. Han aprendido a centrarse solo en lo que les interesa y en las cosas que les tratan como individuos más que como parte de un grupo o clase (como nosotros hacemos con frecuencia en la escuela). En un mundo cada vez más poblado, la elección, diferenciación, personalización e individualización se han convertido para los jóvenes de hoy no solo en una realidad, sino en una necesidad.
Más y más gente joven ha mejorado profunda y permanentemente en cuanto al uso de la tecnología, conectando con sus iguales y el mundo como ninguna generación anterior lo había hecho. Ríos de información les llegan las veinticuatro horas del día de los siete días de la semana. Cada vez en mayor medida lo que quieren y necesitan está disponible en su bolsillo bajo demanda. “Si pierdo mi móvil, pierdo la mitad de mi cerebro”, comenta un alumno.
¿Necesitan chicos así el centro educativo? Cada vez más chavales (casi un tercio a nivel nacional y la mitad en las ciudades) creen que no, y abandonan. Pero los adultos, especialmente los educadores, saben que eso es un enorme error, porque hay muchas cosas que los jóvenes de hoy pueden y deben aprender de nosotros. El problema, sin embargo, es que (de nuevo en palabras de un alumno): “Hay tanta diferencia entre cómo piensan los alumnos y cómo piensan los profesores…”. Estamos fracasando cada vez más a la hora de dar a los alumnos lo que necesitan, en las formas que lo necesitan. Para lo que sí tienen poco margen de atención los chicos de hoy es para nuestros viejos métodos de enseñanza.
QUÉ QUIEREN LOS ALUMNOS DE HOY
¿Qué es lo que quieren estos alumnos de la escuela? A través de entrevistas a casi mil alumnos actuales de todos los estratos económicos, sociales, intelectuales y de edad, en todo el mundo, he encontrado que lo que dicen es notablemente coherente:
No quieren charlas teóricas.
Quieren que se les respete, se confíe en ellos, y que sus opiniones se valoren y se tengan en cuenta.
Quieren seguir sus pasiones e intereses.
Quieren crear, usando las herramientas de su tiempo.
Quieren trabajar con sus compañeros (iguales) en trabajos de grupo y proyectos (y evitar que los vagos viajen gratis).
Quieren tomar decisiones y compartir el control.
Quieren conectar con sus iguales para expresar y compartir sus opiniones, en clase y alrededor del mundo.
Quieren cooperar y competir entre sí.
Quieren una educación que no sea únicamente relevante, sino conectada con la realidad.
Naturalmente es posible ver esta lista como un conjunto de expectativas narcisistas o irreales por parte de los estudiantes. Pero hacerlo sería un gran error. A algunos les puede parecer que esta serie de expectativas es incompatible con impartir el curriculum obligatorio o con conseguir mejores resultados en los exámenes. Esta también sería una conclusión equivocada.
Los alumnos de hoy quieren aprender de manera diferente al pasado. Quieren formas de aprender que tengan significado para ellos, métodos que les hagan ver (de inmediato) que el tiempo que pasan en su educación formal tiene valor, y formas que hagan buen uso de la tecnología que saben que es su derecho de nacimiento.
Nuestros alumnos ven que viene un nuevo mundo (su mundo), un mundo en el que lo que ellos creen que debería ser importante lo es realmente. El mundo al que se encaminan es diferente e importante para ellos, y ya saben más sobre algunos aspectos de él que nosotros. Pero el mundo del que vienen también es importante para ellos, y nosotros sabemos más de él que ellos. Necesitamos enseñar a los chicos a respetar el pasado, pero a vivir en el futuro.
Y por eso necesitamos ser socios[1]. El cambio clave y el reto para todos los maestros del siglo XXI es conseguir estar cómodos, no con los detalles de la nueva tecnología, sino más bien con un nuevo y mejor tipo de pedagogía: la coasociación.
LA COASOCIACIÓN Y LA TECNOLOGÍA DEL SIGLO XXI
Todos los profesores actuales saben que la tecnología digital se está convirtiendo en una parte importante de la educación de los estudiantes. Pero aún no está completamente claro cómo usarla en la escuela, y la mayoría de los educadores está en algún punto del proceso de imaginar (o preocuparse ante la idea de) cómo usar la tecnología para enseñar de forma significativa. Y esos docentes están en lo cierto al estar preocupados dado que en función de cómo se use la tecnología puede o bien ayudar, o bien entorpecer el proceso educativo.
Los profesores preocupados están pidiendo continuamente más formación y desarrollo profesional adicional sobre el uso de la tecnología. Pero de nuevo esto es una paradoja porque para tener más éxito en el uso de tecnologías en sus aulas los profesores no necesitan aprender a usarlas ellos mismos (aunque si quieren pueden hacerlo). Lo que los profesores sí necesitan saber es cómo la tecnología puede y debe ser usada por los estudiantes para mejorar su propio aprendizaje.
En la pedagogía de la coasociación, usar la tecnología es tarea de los alumnos. El trabajo del profesor consiste en actuar como orientador y guía del uso de la tecnología para el aprendizaje efectivo. Para hacer esto, los profesores necesitan centrarse y volverse incluso más expertos en cosas que ya forman parte de su trabajo, incluido hacer buenas preguntas, proporcionar contexto, garantizar el rigor y evaluar la calidad del trabajo de los alumnos.
REAL, NO SOLO RELEVANTE
Un resultado importante de la introducción de tecnología en la educación de nuestros niños es una reducción del margen entre aprendizaje y acción significativa. Los alumnos de hoy saben que cuando aprenden algo después de la escuela, lo pueden aplicar de forma inmediata a una situación real. Cuando aprenden a jugar un juego, pueden colaborar y competir con otros alrededor del mundo. Cuando aprenden a descargar, mandar SMS y tweets, pueden participar inmediatamente en profundas revoluciones sociales, como cambiar la industria de la música e influir en políticas del gobierno. Mientras aprenden a publicar en línea sus creaciones e ideas, toman conciencia de que incluso como jóvenes pueden influir verdaderamente y cambiar el mundo. Esto da nueva urgencia y significado a “¿Por qué debería aprender esto?”, pregunta que nuestros alumnos plantean sin cesar, y demanda de la que más nos valdría tener una mejor respuesta que “Algún día lo necesitarás”. Los alumnos de hoy esperan lo mismo de su educación formal que del resto de sus vidas: que no sea solo relevante, sino aplicable a la realidad.
LA MOTIVACIÓN A TRAVÉS DE LA PASIÓN
Los profesores han sabido desde siempre que la implicación y la motivación son lo que causa que los alumnos hagan el esfuerzo para aprender bien. Y ese esfuerzo no es trivial. Tanto estudiosos como Howard Gardner (en Five Minds for the Future [Cinco mentes para el futuro]), y escritores famosos como Malcolm Gladwell (en Outliers) señalan a un gran cuerpo de investigación que muestra que se necesitan aproximadamente diez mil horas (algunos dicen diez años) para convertirse en alguien verdaderamente experto en algo, cualquier cosa. Los profesores de hoy, por supuesto, con frecuencia no pueden hacer que sus alumnos hagan deberes de una hora. Una razón es que en el siglo XXI el camino hacia la implicación ha cambiado.
La perspectiva de la educación para motivar a los alumnos ha sido tradicionalmente el palo, es decir, la disciplina. El palo ha sido usado tanto literalmente como en sentido figurado (como deméritos, castigos, repetición de curso). En algunos ámbitos, la disciplina incluso está regresando como un remedio para nuestro sistema, que fracasa con frecuencia.
Pero los expertos en educación y los profesores que realmente conocen a los jóvenes cada vez señalan más la necesidad de un mejor enfoque hacia la motivación de los alumnos, que funciona mucho más eficazmente tanto a corto como a largo plazo. Esa forma mejor de enseñar consiste en motivar a cada estudiante a que aprenda a través de su propia pasión. La pasión hace que la gente aprenda (y rinda) mucho más allá de sus y de nuestras expectativas. Y aquello que se aprende a través de la motivación y la pasión raramente se olvida.
Como veremos, además de abrir las mentes de los alumnos a nuevas ideas, los profesores actuales necesitan asegurarse de averiguar y comprender la pasión que cada alumno tiene ya por alguna cosa en particular, tema o idea (o tendrá, si todavía no la ha encontrado). Estas pasiones son, o pueden ser, la clave para que los alumnos aprendan casi cualquier cosa. Si un profesor realmente estimula a cada estudiante para que descubra su propia pasión y comprende en profundidad cuál es la pasión de cada uno, ese profesor puede proporcionar un camino beneficioso al máximo para cada alumno y puede permitirle llegar tan lejos como sea capaz.
Y ese, por lo que yo sé, es nuestro objetivo como educadores.
ENSEÑAR PARA EL FUTURO
Los estudiantes de hoy no vivirán en un mundo en el que las cosas cambien relativamente despacio (como nos ocurrió a muchos de nosotros), sino en uno en el que las cosas cambian extremadamente rápido, a diario y de manera exponencial. De forma que los profesores de hoy deben estar seguros de que, sin importar qué asignatura enseñan, la enseñan con el futuro en mente. Aunque hay mucho que no sabemos acerca de ese futuro, sabemos lo suficiente para comprender que los alumnos de las asignaturas de Lengua en la actualidad deben publicar artículos en blogs, y comunicar con el mundo en los múltiples medios de hoy y mañana; que los estudiantes actuales de la asignatura de Ciencias deben estudiar lo que está pasando en la frontera (no solo de las disciplinas, sino de sus propios intersticios), que es donde está teniendo lugar todo el trabajo realmente interesante; que los estudiantes de las asignaturas de Matemáticas deben entender los órdenes de las magnitudes, la estimación de cantidades desconocidas y las matemáticas que sustentan las encuestas y las estadísticas que nos lanzan en nuestras vidas políticas; y que los alumnos de Ciencias Sociales deben aprender a manejar un mundo cada vez más superpoblado, caótico y peligroso, y a producir cambios en él.
Sabemos que debemos respetar el pasado y aprender de él. Pero si no dedicamos un tiempo semejante al futuro en nuestra educación, estaremos haciendo una gestión ruinosa de nuestros estudiantes.
ASÍ QUE, ¿CÓMO MANEJAMOS ESTO?
Si eres un profesor experimentado, casi seguro que los alumnos que llenan tus clases serán en muchos sentidos diferentes de los del pasado. Probablemente sientes una necesidad o la presión de hacer algo diferente por ellos (e incluso puede que hayas empezado). Es probable que también te sientas presionado para mejorar las notas de los alumnos en los exámenes y conseguir o aumentar el adecuado progreso anual. Aunque muchas de las técnicas de enseñanza que has usado alguna vez con éxito no parecen funcionar con los estudiantes de hoy. Tal vez le has dado vueltas a la posibilidad de introducir cambios en la forma en que enseñabas anteriormente y quizá incluso ya has empezado a hacerlo.
Si eres nuevo en la profesión, un profesor que acaba de empezar, puede que hayas comenzado tu primer día con muchas ideas nuevas sobre cómo enseñar y llegar a alumnos que están todavía muy cerca de tu edad. Pero puedes haber recibido presión por parte de los administradores de tu centro para hacer las cosas de la forma antigua y tradicional, con el fin de conservar las notas altas y no revolver las aguas.
Si eres un nuevo profesor que viene de otra profesión, como muchos en estos tiempos, puede que no sepas mucho sobre enseñanza, salvo cómo te enseñaron a ti y lo que hayas retenido de un breve curso de formación. Como resultado, puede que tengas una idea muy tradicional de lo que es enseñar. Pero puede que estés buscando formas más efectivas de enseñar a esta nueva generación, especialmente una vez que te hayas encontrado con los chavales.
Y si eres un estudiante de Educación, que piensa en enseñar o se está preparando para ello cuando aún está en la escuela, puede que te estés preguntando qué harás, bien porque te emociona hacer las cosas de una forma nueva, o bien porque algunas de las antiguas ideas que estás oyendo sobre la forma de enseñar entran en conflicto con tus experiencias pasadas o actuales como alumno del siglo XXI.
Sea cual sea tu caso, no estás solo. Actualmente hay un gran número de profesores que sienten la necesidad de enseñar de un modo diferente y están buscando una orientación específica para realizar ese cambio.
UN NUEVO ENFOQUE
¿Cómo te ayudará este libro?
Este libro está dirigido a profesores y directores de centros educativos, y se centra principalmente en la pedagogía: una pedagogía de la coasociación que afronta las necesidades de los alumnos del siglo XXI. Naturalmente el libro incorpora tecnología del siglo XXI, así como el papel clave que desempeña la tecnología en la pedagogía de la coasociación. Dado que muchos maestros están preocupados por lo que supone el uso de tecnología actualizada en su docencia, este libro ofrece información específica sobre la tecnología y sobre formas de calmar los miedos respecto a la tecnología que tienen muchos profesores. El libro propone formas de trabajar con cualquier nivel de tecnología, disponible o no disponible en tu escuela y aula, y plantea dónde y cuándo los maestros deberían y no deberían usar ellos mismos la tecnología. Finalmente, hace hincapié en que maximizar el uso de la tecnología por parte de los estudiantes les beneficiará más.
Además, se ocupa de la importante cuestión preguntada a menudo por los educadores acerca de cómo conservar lo que es importante del pasado (y de la educación en términos generales) mientras se adoptan las herramientas del futuro. Hago la distinción útil entre “verbos” y “sustantivos”, en la que los verbos son las habilidades que los estudiantes deberían conocer (como comprender y comunicar), que cambian poco o nada en absoluto, y los sustantivos, que son las herramientas que empleamos para aprender, practicar y usar estas habilidades (como PowerPoint, correo electrónico, Wikipedia, YouTube, etc.), que cambian con velocidad cada vez mayor. Animo a los profesores a pensar en los verbos como en la parte que es fundamental, y en los sustantivos como en algo que continuará cambiando continuamente a lo largo de nuestras vidas.
Los cambios pedagógicos debatidos en este libro ya se han iniciado en varios lugares del mundo. Miles de profesores, tanto nuevos como experimentados, ya están utilizando la pedagogía de la coasociación de una forma u otra. Esta es tu oportunidad de sumarte a esa corriente mundial positiva, un movimiento que os beneficiará tanto a tus alumnos como a ti. Este libro te mostrará el camino para hacer los cambios necesarios para pasar de ser un profesor teórico, que controla con firmeza el aprendizaje de sus alumnos mediante la disciplina y los exámenes, a ser un orientador, socio y guía de los estudiantes que, llevados por su propia pasión, se están enseñando a sí mismos y aprendiendo por sí mismos con tu ayuda.
Dado que una abrumadora mayoría de profesores quiere a los chicos a los que enseña y desea ayudarlos, la mayoría tiene también el valor necesario para sentir el miedo real asociado a poner en práctica estos cambios y, pese a ello, hacerlo de todas formas. Todo cambio requiere valor, valor para empezar y (quizá más importante) valor para continuar incluso cuando las cosas no salen como se esperaba. Venga de donde venga este valor (sea del deseo de los profesores de ayudar a sus chicos, del respeto de los profesores por sí mismos y el deseo de hacer el mejor trabajo posible o preferiblemente de ambos) es crucial para el éxito.
EL CAMINO HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA COASOCIACIÓN
Este libro proporciona una hoja de ruta para los educadores a los que les gustaría empezar (o continuar aplicando) una pedagogía de la coasociación con sus alumnos, con el fin de prepararles para vivir y trabajar en el siglo XXI. El enfoque que propugno realmente recibe diversas denominaciones. Prefiero (por razones que explicaré a lo largo del libro) la coasociación. Pero el nombre que se use es menos importante que los pasos que se den.
En este libro encontrarás estrategias, ideas y ejemplos de cómo hacer la transición a la coasociación. Hay propuestas sobre cómo pensar en enseñar de una forma diferente. Hay ejemplos y sugerencias para encontrar otros ejemplos que pueden ser mejores para ti. Hay instrucciones sobre cómo aplicar el enfoque de la coasociación, tanto con compañeros como con alumnos, crear y compartir buenos ejemplos propios. Porque no todo el mundo es un principiante en esto, hay formas de valorar si actualmente has recorrido parte del camino hacia la nueva pedagogía. Y hay ayuda para avanzar más.
Espero de veras que este libro te resulte útil. Espero que te inyecte una nueva dosis de energía y fuerza creativa con la que enfocar tu trabajo, exigente pero potencialmente maravilloso.
Estaré encantado de recibir información sobre tus éxitos en marcprensky@gmail.com.
ORGANIZACIÓN
Este libro está estructurado para llevarte de forma lógica desde una comprensión más profunda del problema (¿Por qué tantos chicos están hoy desvinculados de la enseñanza?), pasando por una solución que funciona (la coasociación), hasta la puesta en práctica diaria de esta solución en tu aula.
El capítulo 1 comienza ofreciendo una nueva forma más positiva de mirar a los alumnos del siglo XXI y describe la pedagogía de la coasociación, incluidos los nuevos roles del profesor, los alumnos y todos los demás implicados. El capítulo 2 añade más detalles sobre cómo trasladarse a la pedagogía de la coasociación y cómo implementarla, incluyendo cómo organizar la clase de otra forma, dejar la tarima, elegir el mejor tipo de coasociación para ti y tus alumnos, entender la diferencia entre verbo y sustantivo y relacionar la coasociación con el currículum actual. Los capítulos del 3 al 6 se dedican a cuestiones claves de la coasociación. El capítulo 3 versa sobre cómo usar las pasiones personales de los estudiantes para motivarles a aprender. El capítulo 4 trata sobre cómo hacer que el aprendizaje de los estudiantes sea real y no solo relevante. El capítulo 5 aborda cómo traducir el contenido en preguntas-guía y acentuar los verbos o habilidades. El capítulo 6 se centra en cómo usar la tecnología en la coasociación. El capítulo 7 es una lista comentada de más de 130 tecnologías disponibles para que las usen los estudiantes hoy. El capítulo 8 pone el acento sobre las creaciones de los alumnos. El capítulo 9 aborda la mejora continua, especialmente a través del compartir. El capítulo 10 se ocupa de la cuestión de la evaluación en la coasociación. En la conclusión vislumbro formas futuras en las que podemos mejorar, aún más, la educación de los nativos digitales.
Además de estos análisis, a lo largo de este libro hay características especiales destinadas a ayudarte y a servir como referencia. Entre ellas están:
Muchas propuestas prácticas, con el título “consejos de coasociación”, recogidas en cuadros.
Una serie de estrategias y opciones para hacer más exitosa la coasociación en tu entorno concreto.
Numerosos comentarios de casi 1000 alumnos a los que he entrevistado.
Un esquema con más de cincuenta verbos de aprendizaje.
Una lista comentada de más de ciento treinta sustantivos (herramientas) que tus alumnos pueden usar mientras aplican la coasociación, junto con los verbos para los que son apropiados.
Espero que le saques partido, disfrutes usándolo y recurras a estas herramientas y sus características.
Finalmente, para hacer más fácil el uso de este libro como una guía de estudio, he seguido mi propio consejo respecto a las preguntas-guía, y he situado una serie de estas preguntas al principio de cada capítulo. Tienen como objetivo proporcionar contexto y ayudarte a reflexionar mientras lees. Espero que te resulten útiles.