SOY MAYOR
Pensamientos para regalar
A mi madre,
que ya tiene más de ochenta.
La peor vejez es la del espíritu
(WILLIAM HAZLITT)
Muchas veces me he preguntado –como en otros ámbitos– qué escribimos para los mayores. Escribimos sobre geriatría, gerontología; escribimos para los que cuidan a los mayores; investigamos cómo cuidarles bien y generamos conocimiento «sobre los mayores». Generamos literatura más «sobre» que «para» las personas mayores.
El origen de este libro es sencillamente el deseo de ofrecer una lectura a los ancianos. Una lectura que les pueda resultar interesante en un nivel psicológico y espiritual, una lectura que les haga bien a la mente y al corazón.
Sueño este libro en manos de un nieto regalándolo a su abuelo o abuela, o de un hijo haciéndolo con sus padres. Pienso este libro en manos de un vecino que lo regala a quien vive en el piso o la casa de al lado. Lo deseo en manos de cualquiera que lo lleva a una residencia de mayores para regalarlo a un residente. Más aún: lo sueño en manos de algún joven que lo lee en voz alta sentado sin prisa al lado de una persona mayor, porque esta no puede a causa de la limitación de la vista o cualquier otra limitación pequeña o grande.
Estas páginas quieren ser, pues, una propuesta de vida sana. Son diez sencillos temas en torno a los cuales, además de la reflexión introductoria, el lector encontrará algunas frases célebres que podrán provocarle el gusto de pensar en torno a ellas. Quizá no para aceptarlas en su totalidad, quizá para comentarlas con otros, quizá para aprender alguna de memoria y repetirla a algún amigo, a algún joven, como enseñanza propia de la sabiduría de la edad… Sigue un poema o lectura semejante que quiere contribuir a disfrutar del tema del capítulo, para concluir con una oración, de modo que el creyente termine poniendo en manos del buen Dios los pensamientos, sentimientos, deseos, compromisos… que pueden suscitarse con ocasión de la lectura del capítulo.
Entiendo que la ancianidad no ha de concebirse como un período de paso, sino como una etapa de la existencia humana. No se trata simplemente de que se haya perdido la juventud, sino de una manera diferente de estar en la vida, con una nueva situación, con una nueva tarea: realizar la «cabalidad» de la persona. Será un fracaso si seguimos constatando que los mayores se limitan a dejarse vivir.
Si es cierto que se envejece como se ha vivido y se es cuidado como se ha cuidado, confiemos que, al luchar por dar más años a la vida y más vida a los años, aprendamos a envejecer y enseñemos a los más jóvenes a respetar, amar, estimar y mirar de frente a la vejez, es decir, a cada hermano anciano. Esta es la forma en que habremos humanizado la relación en cualquier edad que tengamos.
La Organización Mundial de la Salud, en el año 2001, utilizaba la expresión «envejecimiento activo» en este sentido: «El envejecimiento activo es el proceso por el cual se optimizan las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida, con el objetivo de ampliar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida en la vejez».
La expresión «envejecimiento activo» fue adoptada por la OMS a finales del siglo XX con la intención de transmitir un mensaje más completo que el de «envejecimiento saludable» y reconocer los factores y sectores, además de la mera atención sanitaria, que afectan a cómo envejecen individuos y poblaciones.
Otros organismos internacionales, círculos académicos y grupos gubernamentales (entre los que se incluyen el G8, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la Organización Internacional del Trabajo y la Comisión de las Comunidades Europeas) están usando también la expresión «envejecimiento activo» principalmente para expresar la idea de una implicación continua en actividades socialmente productivas y en un trabajo gratificante.
La palabra «activo» quiere referir una implicación continua en cuestiones sociales, económicas, espirituales, culturales y cívicas, no solo la capacidad para estar físicamente activo. Personalmente aprecio también la terminología de «envejecimiento saludable» –y no solo sanitarizada–, bienvenida sea por lo que nos evoca.
En efecto, también las personas mayores que estén enfermas o tengan limitaciones físicas como consecuencia de discapacidades pueden seguir colaborando activamente con sus familias, sus semejantes, en el ámbito comunitario y nacional. También se puede vivir saludablemente en esta situación.
Se trata de promover el máximo de autonomía posible, es decir, potenciar la propia capacidad para controlar, afrontar y tomar decisiones sobre la vida diaria, de sacarle el mayor y mejor partido posible –agradecido y gozoso– a la oportunidad de vivir cada día.
En esta segunda edición de este libro, que quiere ser sobre todo un regalo a los mayores, he añadido algunas indicaciones para la reflexión individual o en grupos que pueden resultar de interés para hacer del envejecimiento una oportunidad.
Frases célebres para pensar
Saber envejecer es la obra maestra de la sabiduría y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir (HENRI FRÉDERIC AMIEL).
Vieja madera para arder, viejo vino para beber, viejos amigos en quien confiar y viejos autores para leer (SIR FRANCIS BACON).
Todo el mundo quisiera vivir largo tiempo, pero nadie querría ser viejo (JONATHAN SWIFT).
Gran libro es la vejez. ¡Lástima que el hombre tenga que morirse cuando comienza a leerlo con provecho! (JOSÉ MARÍA DE PEREDA).
En los ojos de los jóvenes vemos llamas, pero en el ojo del viejo vemos la luz (VÍCTOR HUGO).
Ponte en pie ante las canas y honra el rostro del anciano; teme a tu Dios (LEVÍTICO 19,32).
¿No es cosa de ancianos la sabiduría, la perspicacia asunto de viejos? (JOB 12,12).
Corona de honra es la vejez que se halla en el camino de justicia (PROVERBIOS 16,31).