El año 2013 supuso un auténtico revulsivo para la manera de vivir y de entender la imagen del papado que durante siglos habían tenido los católicos. En primer lugar, un cansado Benedicto XVI, ante la sorpresa de todos, cesaba voluntariamente en el ejercicio del ministerio petrino. La conmoción fue gigantesca. Surgieron preguntas: ¿puede un papa hacerlo?, ¿debe hacerlo?, ¿qué consecuencias puede tener un gesto así en el futuro?, ¿se hará costumbre?...
Algo después y siguiendo el cauce previsto para ello, el cónclave elegía como su sucesor al cardenal Jorge Mario Bergoglio. También fue grande el asombro, esta vez por una serie de circunstancias que concurrían en él: religioso jesuita, de la periferia latinoamericana, poco citado en las listas de los papables…
¿Cómo encajar tanta novedad?
El Centro marianista de Formación de la antigua Provincia marianista de Madrid llevaba años organizando ciclos anuales de conferencias para los religiosos, religiosas y laicos agrupados en esa familia religiosa. Pareció oportuno centrar el ciclo del curso 2013-2014 en torno al tema del papado, proporcionando así a los interesados una herramienta para comprender y situar mejor todo lo que estaba pasando de una manera tan inesperada y sorprendente. Se quiso desde el principio rehuir la anécdota para centrarse en la categoría. No se pretendió tanto informar de lo que iba ocurriendo, o sobre la personalidad de los dos papas, etc., cuanto, venidas de manos y cabezas expertas, presentar las grandes líneas del papado en su origen, en su doctrina y, también evidentemente, en su actualidad. Este conjunto de conferencias se ofreció, posteriormente, a la Editorial PPC, que ya había abierto este camino de reflexión unos meses antes con su libro El valor de una decisión, en el que Reyes Mate, Vicente Vide y Juan Mª Laboa intentaban calar seriamente en el significado y las consecuencias de la dimisión de Benedicto XVI. La editorial, como el lector puede comprobar, consideró oportuno llevar a cabo la publicación de dichas conferencias.
La primera es un detallado y muy ordenado estudio de lo que el Nuevo Testamento dice sobre el apóstol Pedro. Con tino y precisión, Severiano Blanco, cmf, expone todo, pero solo, lo que los textos bíblicos afirman sobre el papel tan especial de este apóstol en los primeros momentos del movimiento de Jesús.
Fernando Rivas sigue la reflexión histórico-doctrinal del ministerio petrino en los siglos inmediatamente siguientes, en concreto los siglos II a IV, lo que nos permite asistir al lento y matizado crecimiento de la influencia de la sede de Roma en el conjunto de la Iglesia.
Juan María Laboa describe, con su habitual competencia, la figura ya sí papal, surgida en la Edad Media y que llega prácticamente hasta nuestra época. Les presta una especial atención a los papas del siglo XIX y del siglo XX.
Tras la descripción histórica, en la que sin duda se vehicula mucha información más teológica, era necesario recoger las bases doctrinales del papado, tal como las vive hoy la Iglesia católica. Santiago Madrigal cubre esta dimensión, tomando como referencia tres documentos oficiales: la constitución Pastor aeternus del Vaticano I; la constitución Lumen gentium del Vaticano II y la encíclica Ut unum sint de Juan Pablo II.
Y es así como llegamos en el ciclo de conferencia a la actualidad. María del Carmen Márquez aborda algunos de los grandes retos ad extra que el papado tiene hoy, en concreto el ecumenismo, el diálogo interreligioso y el diálogo con la cultura.
Y José María Arnaiz, sm, viejo amigo de Jorge Mario Bergoglio y profundo conocedor de muchos aspectos de nuestra Iglesia, se hacía cargo de presentar las claves del pontificado del papa Francisco.
Es posible, al final de la lectura de esta obra, que se pueda responder a la pregunta que se formulaba más arriba: ¿cómo encajar tanta novedad? En estas páginas laten claves de interpretación teórica para comprender más adecuadamente el complejo y diversificado papel que el papa –cualquier papa– ha jugado en la comunidad católica a lo largo de los siglos. Esa mirada permite afrontar si miedos esta etapa que nos toca vivir hoy, pues queda patente que han sido muchas también las vicisitudes superadas, los estilos practicados, las formas de entender la función papal.
También hay en ellas –y conviene decirlo– una afirmación clara de que el nuevo talante que la dimisión de Benedicto XVI y la elección de Francisco han traído son no un problema, sino ante todo una oportunidad, un estímulo y una esperanza para una Iglesia más evangélica.
En este sentido se ofrecen al lector, con el deseo de que también para él lo sean.
DIEGO TOLSADA, SM