ETOLOGÍA FELINA

Guía básica sobre el comportamiento
del GATO

 

 

 

 

 

 

Rosana Álvarez Bueno

 

 

Es propiedad de:

© 2018 Amazing Books S.L.

www.amazingbooks.es

 

Editor: Javier Ábrego Bonafonte

 

Pº de la Independencia Nº 24-26.

8ª planta, oficina 12.

50004 Zaragoza - España.

 

Primera edición: Diciembre 2018

 

ISBN: 978-84-17403-31-7

 

Cómo citar este libro:

Rosana Álvarez Bueno. Etología felina. Guía básica sobre el comportamiento del gato. Zaragoza (España). Editorial Amazing Books; 2018.

 

Presentación del libro:

https://amazingbooks.es/etologia-felina

 

Reservados todos los derechos.

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Las imágenes incluidas tanto en la cubierta como en el interior de este libro han sido proporcionadas por la autora y por: Clínica Veterinaria Olivar de Quintos, Montequinto, Sevilla, Clínica Veterinaria Pet&vet, veterinarios en positivo, Zaragoza, y Clínica Veterinaria Triavet, Sant Cugat del Vallés, Barcelona. Excepto las que aparecen en las páginas 158 y 167 que pertenecen a la licencia standard de 123RF. Para cualquier aclaración al respecto diríjanse a la siguiente dirección de e-mail: info@amazingbooks.es

 

Presentación

Este proyecto nace de la colaboración entre Amazing Books y Etolia (Rosana Álvarez) con el fin de hacer llegar a todos los propietarios de mascotas y a los profesionales, tanto veterinarios como educadores, información veraz y científica sobre el comportamiento de los gatos, esos grandes desconocidos.

El comportamiento es la expresión de la respuesta del animal a su medio interno y al entorno que le rodea. Todo lo que piensa, siente y padece se refleja en su conducta.

Es muy importante que los profesionales puedan asesorar a sus clientes mediante una herramienta práctica en donde encontrar la mayoría de las situaciones cotidianas que se pueden encontrar con sus gatos.

Los gatos no son perros, como especie tienen características muy diferentes y que no todo el mundo conoce. El propietario encontrará en este libro un documento de consulta al que acudir en cualquier momento que lo necesite y hallar esa información que busca de forma sencilla y rápida.

Es fundamental hacer de nuestro entorno un sitio agradable donde pueda desarrollar todas sus necesidades de comportamiento, que son conductas naturales que debe poder realizar para asegurar su bienestar, como cazar o escalar a sitios altos.

La prevención es la mejor arma de que se dispone frente a los problemas que pueden sobrevenir a nuestros gatos, y en el caso del comportamiento no es diferente, sino más importante aún.

Según el Estudio de Abandono y Adopción 2018 de la Fundación Affinity, en el año 2017 fueron recogidos más de 138.000 perros y gatos en España, de los cuales 33.473 fueron gatos; y el 11 % de ellos fueron abandonados por un problema de comportamiento. Queremos contribuir a disminuir esta cifra, por ello, queremos enseñarles a conocerlos.

Los gatos desempeñan una labor fundamental de compañía en nuestros hogares. Su compañía produce en el humano muchos beneficios, tanto físicos como psíquicos. Pero para convivir en armonía hace falta conocer cómo aprende, cómo se comporta y cuáles son los principales problemas que se pueden producir en el día a día. Debemos aprender a disfrutar observándolos.

La etología es la herramienta que nos va a ayudar a conseguirlo; mediante este libro, particulares y profesionales podrán entender cuál es el origen de los distintos comportamientos y las principales acciones que debemos emprender para paliarlos y prevenirlos.

Situaciones cotidianas como el marcaje con las uñas, habituar al gato al uso del transportín o la introducción de un nuevo individuo en un hogar, tendrán su explicación en este libro, y usted podrá consultarlas en forma de guía práctica.

Esperamos que reciban con ilusión este proyecto, tanta como a nosotros nos hace el crearlo.

 

Presentación de la autora

Rosana Álvarez Bueno

Licenciada en Veterinaria y en Ciencia y tecnología de los alimentos por la Universidad de Córdoba.

Máster en Etología clínica y bienestar animal por la Universidad de Zaragoza.

Miembro de AVEPA (Asociación de veterinarios especialistas en pequeños animales), de su grupo de etología (GrETCA) y de la European Society of Veterinary Clinical Ethology (ESVCE).

Acreditada AVEPA en Medicina de comportamiento.

Responsable de Etolia. Etología veterinaria, desempeñando un servicio de especialidad veterinaria en medicina del comportamiento en Málaga desde el año 2006.

Actualmente presta servicio de consulta en el Centro Veterinario de Referencia Bahía de Málaga.

Formadora en cursos de etología y educación canina a nivel nacional e internacional.

Ponente en diversos seminarios y congresos.

Colaboradora en diversos blogs y publicaciones.

Community manager en Etolia.

En Etolia contamos con tres pilares básicos para tratar a tu mascota:

1. Amplios conocimientos en etología y más de 10 años de experiencia profesional en el tratamiento de casos de comportamiento animal.

2. Una filosofía de trabajo basada en el cuidado y respeto absoluto al bienestar de los animales.

3. Vocación, esa pasión que nos lleva a dar lo mejor de nosotros mismos e implicarnos al 100 % con cada mascota.

 

Capítulo 1
¿NECESITO UN GATO?

Una buena pregunta para comenzar un libro, un curso o una convivencia: ¿necesito esto? Porque a menudo hacemos cosas que no necesitamos, que realmente no queremos o a las que quizás nos estamos viendo forzados, coaccionados o convencidos. Quizás una amiga tiene una camada de gatitos (Figura 1) y necesita darles salida o nos da mucha pena un documental que acabamos de ver sobre el abandono; a lo mejor nos han sugerido que es mejor un gato porque no hay que sacarlo a la calle o porque no hay que bañarlos ni peinarlos; puede que queramos tener un gato porque dicen que es bueno para no sentirse solo o porque es más cómodo ya que como vivo en un piso no hay que vacunarlo porque no va a salir a la calle.

Exactamente lo mismo ocurrirá cuando tengamos problemas, nos aconsejarán, nos convencerán o nos darán opiniones diversas: será mejor librarse del gato porque ha surgido un embarazo, porque se ha desarrollado una alergia o porque el gato se ha vuelto agresivo de la noche a la mañana; porque el gato es un rollo que no para de jugar y nos molesta por las noches, que ahora hay que ponerse a desarrollar un plan de enriquecimiento ambiental de 10 páginas o que es que resulta que no podemos recoger gatos abandonados de la calle porque al nuestro le molesta compartir la casa.

¿Y qué es un gato? La respuesta principal a esta pregunta comienza por una negación: no es un perro. Un gato no es un animal social, aunque pueda formar grupos opcionalmente si hay disponibilidad de recursos y de territorio. No es un animal al que se le pueda abrazar, acariciar y besar constantemente (algunos perros y algunas personas tampoco), aunque exista variabilidad de comportamientos hoy en día debido al proceso de domesticación. Al gato no le pueden faltar elementos de enriquecimiento ambiental, no le vale con un plato de comida, otro de agua y una bandeja de arena de 30 centímetros todo ello colocado en fila en el lavadero.

El gato es un ser inteligente y maravilloso de observar (Figura 2). Se obtiene mucho más placer y compañía de su observación que de su contacto intenso. Ahora bien, cuando es él el que decide establecer contacto, la sensación es muy gratificante. Pero hay que dejarle elegir, tomar la decisión por sí mismo (Figura 3). Si lo forzamos, rehuirá nuestra compañía incluso más que antes.

El gato necesita tiempo: ¿lo tienes? Porque es imprescindible pensar en modo gato si se quiere adaptar lo mejor posible el hogar a ser también su hogar. No vale eso de pensar que sea él el que se adapte, que ha llegado el último. Si se ha elegido convivir con un animal, hay que hacerlo con todas las consecuencias y, principalmente, hay que atender a sus necesidades; y no son pocas, ni menos que las del perro.

Es un animal que se estresa fácilmente y puede ser huidizo. Quizás no elija estar pegado todo el día al cuidador o quizás lo busque permanentemente para jugar, sobre todo, por las noches.

El propietario tendrá que tener cuidado con los ruidos, deberá comprar una bandeja de arena bastante grande, o más de una, y colocarla en sitios donde quizás se vea y huela. No podrá introducir todos los animales que quiera y, quizás, si tiene un bebé no se adapte al cambio.

Habrá que llevarlo al veterinario, porque los gatos también se vacunan y sufren enfermedades. Y se deberá aprender a hacerlo con el mínimo estrés para él y en un transportín adecuado (Figuras 4 y 5).

Se le deberá permitir subir a sitios altos y si no se quiere que se suba a los muebles o al sofá, se deberá adaptar la decoración o adquirir una torre desde donde pueda observar su entorno. Puede que haya que dejar cajas por medio y algún armario abierto. ¡Ah! ¡Y sueltan pelo! Se necesitará una aspiradora o rulos quita pelos.

Si nos da un arranque de cariño, seguramente el gato se quitará de en medio o nos propinará un zarpazo o un mordisco. Y si le tiramos una pelota puede que nos mire con cara de perdonavidas. Es un gato y es adorable por ello. Pero si no te gusta alguno de estos detalles, simplemente, no lo tengas. Si, por el contrario, te entusiasma la idea, sigue leyendo el resto del libro.

 

Capítulo 2
¿QUÉ GATO ELIJO?

Una vez tenemos claro que queremos un gato y que cumplimos los requisitos para darle lo que necesita, podemos pasar a la elección del individuo. Por supuesto, siempre está presente la elección impulsiva, el capricho o el enamoramiento, pero si queremos que todo salga bien y poder elegir lo más adecuado a nuestras características de vida y familia, será mejor que nos paremos un tiempo a pensar y a valorar distintas opciones posibles, que no todas serán viables o recomendables.

Para empezar, podemos decidir si vamos a adquirir o adoptar un gato adulto o un gatito. Lo que son ventajas para unos, son inconvenientes para otros y viceversa. Un gatito puede representar mejor opción para poder influir en su vida, su desarrollo y su comportamiento desde el principio y poder socializarlos con los que nos parezca oportuno o interesante, según la vida que llevemos. Sobre todo, puede ser más importante si tenemos niños pequeños o si pretendemos que el gato nos tenga menos miedo en el futuro y sea más manipulable, pues estos estímulos y actividades se deben introducir durante el periodo de socialización del gatito, entre las 2 y las 7-9 semanas de vida (Figura 1).

En este caso, lo ideal sería que el gatito pasara el tiempo suficiente con su madre y hermanos para que adquiriera el aprendizaje referente a su especie y su conducta normal, que esta cría se produjera en una casa con una familia y que los pudiéramos visitar para que se habituaran a nuestra presencia y al contacto, además de a los estímulos habituales del día a día de un hogar (Figura 2).

Pero claro, esta es una situación idealizada. Lo que más abunda son los gatitos abandonados en un contenedor destetados prematuramente procedentes de camadas indeseadas (Figura 3). Estos gatitos privados del contacto de su madre y hermanos no tendrán un futuro muy halagüeño en cuanto a lo que se refiere a su comportamiento, pero también tienen derecho a vivir en una familia. Si se adopta un individuo así, se deberá pedir asesoramiento a un etólogo veterinario para poder suplir las carencias que trae en la medida de lo posible y para saber a qué atenerse en un futuro. Estos gatos pueden sufrir en adelante más problemas de conductas extremas, miedo, agresividad en el juego, alta reactividad, menor capacidad de tolerancia a los cambios, eliminación inadecuada, falta de control, conductas compulsivas, poca tolerancia a la manipulación, etc.

También debemos estar preparados para la cantidad de energía derrochada, para dedicarle el tiempo suficiente para jugar y proporcionarle un entorno estimulante.

Otra opción es llevar a casa un gato adulto. Generalmente estos gatos inundan los refugios y tienen menos salida, sobre todo, los de color negro (Figura 4). Un gato adulto ya tuvo su cría, su periodo de socialización y la experiencia basada en sus vivencias personales en el entorno o entornos por los que pasara. Podemos decir que es una aventura, aunque también podemos solicitar asesoramiento para poder trabajar los problemas que ya tenga, si es que los tiene, y los que le pueda producir la adaptación. Si es posible disponer de información sobre su pasado será mejor, para poder saber o predecir a qué nos podemos enfrentar. Es muy frecuente, por ejemplo, que los animales sean abandonados en refugios debido a problemas de comportamiento. Algunos, por tanto, han convivido en hogares con personas y otros animales; otros, sin embargo, proceden de la calle.

Que sea adulto no quiere decir que necesite menos tiempo de dedicación; cada edad tiene sus necesidades. Siempre hay que estar preparado para acondicionarle el entorno y dedicar tiempo a pasarlo con el animal, ya sea jugando, leyendo, enseñándole conductas nuevas o para procedimientos de higiene.

Una última opción puede ser adoptar un gato geriátrico. Pocas personas hacen esto, debido a la responsabilidad y mayores complicaciones que puede implicar, dada la avanzada edad y las posibles patologías asociadas. Este quizás sería el caso en el que mayor beneficio mutuo en la relación felino-humano puede producirse. Cada edad tiene sus requerimientos y un gato geriátrico deberá disponer de atenciones suficientes para la edad que vive, sobre todo, revisiones veterinarias, además de adaptar el entorno a sus requerimientos físicos y emocionales.

El tiempo de adaptación que necesite el gato en el nuevo entorno varía en función de la edad, siendo más fácil y breve cuanto más joven sea el individuo.

La raza sería otro factor importante a considerar, si es que estamos pensando adquirir un ejemplar de una raza determinada. La raza lleva emparejadas unas determinadas características conductuales y físicas que se deben tener en cuenta, no sin olvidar que dentro de la raza existe una marcada variabilidad individual que podrá hacer que estas características se cumplan o materialicen o no. A este respecto comentamos como siempre la importancia para la personalidad futura del individuo del temperamento de los padres, de la cría correcta en el entorno adecuado, de la permanencia hasta aproximadamente 6-8 semanas junto a la madre y hermanos y de la socialización lo suficientemente estimulante realizada mediante habituación.

Algunas razas sabemos que son más activas en cuanto a su conducta. Los gatos de origen oriental representan el extremo más activo (siameses) y los persas, el más tranquilo. En otro plano, el tipo de manto y su longitud es otro dato que nos puede influir en la decisión. Un gato de pelo largo requiere unos cuidados que no los necesita un gato de pelo corto. Deberíamos habituarlo a ser cepillado con frecuencia sin que lo pase mal, ya que tener que llevarlo a la peluquería canina sería un evento muy estresante al que no es recomendable someterlo, además de tener mucho cuidado con el comportamiento posterior al mismo, sobre todo, si tenemos otros gatos en casa. Debido al estrés del gato tras el transporte y la visita a la peluquería, su apariencia diferente y los olores extraños que porta podría generar agresividad por miedo o territorial entre los gatos que antes convivían tolerándose o formando grupo social.

La edad, la raza y el sexo pueden ser más tenidos en cuenta en función de si el nuevo inquilino va a convivir o no con otros compañeros en el hogar. Si estos fueran otros gatos se tendría que tener en cuenta qué grupos sociales existen ya formados a la hora de la introducción. Es más fácil introducir un gatito o un gato joven que un adulto donde ya viven otros y el sexo puede ser importante dependiendo de los sexos del grupo de partida, teniendo en cuenta que es preferible que estén esterilizados previamente.

Estas y muchas otras cuestiones pueden ser valoradas en una consulta de asesoramiento preadopción de la que podemos salir muy beneficiados y con las ideas mucho más claras sobre el individuo con el que vamos a compartir vida y hogar.

 

Capítulo 3
¿DE DÓNDE VIENE MI GATO?

La especie salvaje de la cual proviene el gato, la especie originaria del gato doméstico (Felis catus), se sitúa en el Felis silvestris lybica, el gato salvaje africano. Existen referencias a nivel molecular, arqueológico y conductual.

La domesticación comenzó a producirse hace 4.000 años en el antiguo Egipto, gracias a su valioso trabajo como cazador de ratones en los almacenes de cereales.

Los gatos han sido adorados y despreciados por su simbolismo, desde representante de la diosa Bastet (Figura 1) en Egipto hasta simbolizar la maldad y la brujería en la Edad Media.

La domesticación de nuestro adorable compañero felino es mucho más reciente que la del perro doméstico, siendo este dato responsable de que existan fenotipos diferentes actualmente en nuestros hogares, desde el tipo salvaje hasta el gato-perro. Se considera que el gato no está del todo domesticado debido a estas diferencias, a que el gato puede vivir en solitario y ser autosuficiente y a que sigue necesitando cazar, aunque disponga de comida.

Las hipótesis sobre el origen y la domesticación del gato han sido diversas a lo largo del tiempo. El F. silvestris lybica es una subespecie del gato montés (F. silvestris), concretamente la variante africana y de Oriente Próximo. Las otras dos variedades que pertenecen al F. silvestris son la europea, F. silvestris silvestris y la de Oriente Medio y Asia Central, el F. silvestris ornata.

Según los estudios mencionados, existe al parecer más parecido entre la variedad africana y el gato doméstico, tanto en comportamiento como en físico. Otros estudios más recientes sugieren que existen cinco líneas diferentes de la subespecie de Oriente Próximo (F. s. lybica) de las que procedería el gato doméstico; y un problema importante para la identificación genética es la constante hibridación de las variedades salvajes originales con gatos domésticos.

La primera evidencia arqueológica de existencia de domesticación procede del Cercano Oriente hace entre 9.000 y 10.000 años. Pero la domesticación real probablemente ocurrió miles de años antes. Algunos estudios la sitúan en la época en la que el hombre se hizo agricultor, en la zona del Creciente Fértil, en que comenzó a almacenar el grano recolectado y los gatos cumplían una útil función como cazadores de roedores (Figura 2). Los gatos se dispersaron por todo el mundo antiguo y hoy en día siguen siendo útiles para mantener a raya las plagas de roedores, aunque estemos olvidando esta función en pro de su almacenamiento en refugios y exterminio.

La presión de la selección artificial no ha sido tan grande en el gato como en el perro, y sus objetivos principales eran meramente estéticos, no funcionales (Figura 3). Por ello, no encontramos grandes diferencias de comportamiento entre las razas felinas como sí ocurre en las caninas. Sorprendentemente, a pesar de su gran dispersión, el gato no se ha modificado mucho desde su forma originaria de gato montés.

De una forma similar a lo que ocurrió con el lobo durante el proceso de domesticación, un mayor número de gatos comenzó a instalarse alrededor y dentro de los graneros donde abundaban los roedores, comenzando a criar y a permanecer en grupos y cerca de los humanos, siempre que el alimento y el espacio fueran suficientes. Más tarde, fueron perdiendo el miedo y transmitiéndose este cambio durante las sucesivas generaciones. Este es el dato más aceptado sobre los cambios en el comportamiento sucedidos debido a la domesticación, ya que faltan estudios que describan el comportamiento del ancestro.

 

Capítulo 4
EL GATO, ¿ANIMAL SOLITARIO?

Como hemos aprendido en el capítulo anterior, el gato doméstico procede del gato salvaje africano. Y de él ha heredado lo que llamamos un modelo de comportamiento social no gregario o de cazador solitario, lo que significa que dentro de su comportamiento social normal, prefiere vivir y cazar en soledad que formar grupos (Figura 1).

Pero el proceso de domesticación ha propiciado que se produzcan determinados cambios en el comportamiento social, debido a su capacidad de permanecer en un número elevado alrededor de una fuente de alimento. De hecho, actualmente, algunos gatos podrán elegir comportarse de una u otra manera. Pero, ¡cuidado!, eso no quiere decir que podamos mantener los que elijamos en un espacio cerrado, limitado y también elegido por nosotros (llámese un piso) y que tengan que vivir juntos, tolerarse, incluso, llevarse bien (Figura 2).

Tal y como habíamos mencionado, existen pocos estudios que hablen acerca del comportamiento del gato salvaje africano, aunque sí disponemos de información básica, como que son territoriales y solitarios, que solo permiten a otros individuos en su territorio para la reproducción y que tienen miedo de las personas.

Como uno de los factores principales que hacen que sea más o menos tolerante a permitir gatos en su territorio es la disponibilidad de espacio y de recursos suficientes, es de suponer (y es cierto) que cuanto más espacio libre y más recursos dispersos existan, más oportunidad tendremos de observar una distribución de estos en grupos. Esto podría ocurrir dentro de una casa o no, pero donde más frecuentemente se encuentra esta forma de organizarse es en gatos que viven en libertad o semilibertad (Figura 3) (casas en donde tiene disponibilidad para salir al espacio exterior y volver a entrar).

Si un gato vive en libertad o semilibertad, pero se alimenta de presas que caza, normalmente, será solitario, ya que no cooperan para la caza ni quieren ser advertidos por otros cuando cazan.

Los grupos estables de gatos asilvestrados que vemos en nuestras ciudades congregados alrededor de fuentes de comida que les ponen algunas personas suelen estar formados por un número variable de hembras, que son parientes entre sí, junto a las cuales permanecen gatos que todavía no han llegado a la pubertad, momento tras el cual saldrán del grupo para reproducirse y colonizar territorios propios, aunque pueden quedarse alrededor de la colonia.

Dentro de la colonia se producen conductas afiliativas, pero desarrollarán una conducta agresiva hacia otros gatos desconocidos (Figura 4). Y esto es lo que podemos ver en los hogares cuando intentamos introducir uno en un grupo que ya convive.

Se dice en algunos estudios que cada grupo es único frente a otro y que las relaciones que estén representadas dentro del grupo serán también únicas y estarán influenciadas por la personalidad única de cada individuo.

Por lo tanto, el gato doméstico ha heredado del proceso de domesticación la capacidad de organizarse de forma más compleja que su antepasado (Figura 5).

 

Capítulo 5
LAS DIFERENCIAS ENTRE RAZAS

Existen muy pocos estudios que hayan comparado las diferencias entre las razas en cuanto al comportamiento a lo largo del tiempo. No obstante, existen reportes de diferentes libros y de unos pocos estudios basados en calificaciones subjetivas respecto a esas diferencias.

Según un estudio bastante reciente que comparaba dos razas que supuestamente están en ambos extremos en cuanto a las características de comportamiento más objetivamente, el siamés y el persa, con razas sin pedigrí, las diferencias encontradas favorecían a las razas puras en cuanto a características que son agradables a las personas como la sociabilidad, la proximidad incluso a las personas desconocidas, las vocalizaciones al propietario, la curiosidad, la afectividad al humano y la falta de agresividad o independencia.

Entonces, ¿cómo influyen las variaciones en la genética y en el ambiente en el comportamiento de los gatos?

Unos pocos estudios de varios investigadores encuestaron a jueces de exposiciones felinas y a veterinarios. Encontrando reportes similares a los que ya se sospechaban, como por ejemplo la mayor tendencia de los gatos siameses (Figura 1) a demandar atención de los propietarios, a vocalizar, a ser más activos, más destructivos y más extrovertidos con personas extrañas; el carácter tímido del azul ruso (Figura 2); la pasividad en los persas (Figura 3); mayor actividad y destructividad en los orientales de pelo corto (Figura 4).

En otros estudios se incluyen resultados de cuestionarios a los propietarios y observación directa de las actividades de propietarios y gatos, arrojando aproximadamente los mismos resultados.

No obstante, no se conocen los mecanismos mediante los cuales los genes ejercen influencia en el comportamiento.

Otros estudios relacionan el color de la capa del gato con diferencias en el comportamiento; así, los gatos que poseen el gen no-agutí (gatos negros) serían más tolerantes al contacto que los que tienen el alelo agutí; o que en los gatos con el alelo naranja, los machos serían más agresivos (Figura 5). Estas diferencias influyen incluso en el número de gatos que existe de cada capa dependiendo de si es un entorno urbano, donde la mayor presión poblacional hace que los agresivos no sean seleccionados dadas sus frecuentes peleas con otros machos que priman frente a la reproducción; o si el entorno es rural, donde la densidad de gatos es menor y puede prosperar en mayor medida el alelo naranja. Otros mecanismos que relacionan la transmisión genética del color y del comportamiento son la cercanía de genes que controlan ambas características en el cromosoma o la relación entre el control de la expresión de algunos pigmentos, como la melanina, y algunos neurotransmisores, como la dopamina.

En cuanto al ambiente, sabemos que la ausencia de madre en la cría tiende a formar adultos más agresivos, nerviosos, huidizos e intolerantes al contacto; menos amigables, en definitiva, y más extremos en su comportamiento. Por lo que permanecer en contacto con la madre, además de ser manipulados por personas durante la cría, favorece la expresión de un comportamiento amigable con las personas y más estable, pertenezca el gato a una raza u otra.