XXX años- "Aún recuerdo cuando no solo eras un sueño o un recuerdo, eras lamento de dioses en la noche eterna. Recuerdo cuando eras un despertar y un dormir, pecado, de hombres, que asoma por el alba. Aún duermo viéndote en mi sombra, resurgir de las cenizas que claman los truenos. Aún sombreo mis pensamientos con incienso embriagador de un despertar. Aún pienso que allá donde se juntan el mar y el cielo, tu pecho, hay sonidos que me ciegan y se encuentra un alma cosida con gotas secas, llanto de dioses, envidias que me clavan, de esas que escuecen los ojos y lamentan mares de horrores en la cruz con dos reos, derramadas en vano en el cáliz de tu boca. Padre, ¿por qué me has abandonado?"
XXX años
© 2019, Juan José Sotoca
© 2019, La Equilibrista
info@laequilibrista.es
www.laequilibrista.es
Primera edición: diciembre de 2019
Maquetación: La Equilibrista
Imprime: Ulzama Digital
ISBN: 9788494872037
ISBN Ebook: 9788418212000
Depósito legal: T 1332-2019
Queda prohibida la reproducción total o parcial de cualquier parte de este libro, incluido el diseño de cubierta, así como su almacenamiento, transmisión o tratamiento por ningún medio sea electrónico, mecánico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin el permiso previo por escrito de: NOCTIVORA, S.L.
Juan José Sotoca - Nació en Barcelona en la década de los 70. A los dieciséis años empezó a trabajar en un pequeño taller. Desde entonces ha compatibilizado los estudios con diferentes trabajos hasta que, finalmente, ha logrado asentarse y formar una familia. Es autor del libro de relatos El Trovador Decapitado y de la novela Negociando con la muerte. XXX años (La Equilibrista, 2019) es su primer poemario publicado.
la vida empezó con ella
a mi madre,
el tiempo nada cura
a mi padre,
da sentido a mi vida
a mi hija,
a quienes han creído en mí
Yo no soy poeta y no sé hacer poesía, pero empecé a escribir poemas hace treinta años; eran malos, sencillos, demasiado dulces, pero un adolescente romanticón y enamoradizo vomitaba sus sentimientos en hojas en blanco. Un día hice limpieza, pasaba por una época extraña (pero eso es otra historia) y los tiré, no me arrepiento, la verdad, porque me parecían horribles. Dejé de escribir poesía para centrarme en mis relatos, la poesía pasó a ser solo un recurso literario, muchos de mis personajes cantaban, componía odas o canciones mientras transcurría la historia. De mis primeros poemas solo salvé el primero de esta recopilación, no tenía título, pero en los folios guardados en mi carpeta de bachillerato ponía enero del 90, al transcribirlo en la actualidad me pareció gracioso titularlo «Enero», de hecho son tres fragmentos diferentes y no recuerdo si quería formar un único poema, pero veintitantos años después, he decidido que sí.
La poesía siempre ha estado ahí, nunca la he dejado de lado, supongo que empezó a gustarme lo que hacía en mis relatos así que saqué la «poesía recurso» para que fuera tan solo «poesía». Ya no solo usaba los versos como recurso, sino como parte de mi literatura escrita. No atiendo a métricas, ni a rimas, no quiero marcarme pautas ni límites. Algo surrealista, a veces caótico, navegando entre el sueño y la fantasía, pero teniendo muy presente un realismo crudo, lleno de sentidos y sentimientos, dolor, frustración, mucha melancolía y, por qué no, amor, aunque prefiero la pasión. Puedo decir lo mismo de mis relatos, quizás hago una «poesía prosada» (me gustaba llamar así a mi forma de escribir).
Es cierto que cuando no me veo inspirado para hacer un relato he acabado escribiendo un «parte-frases» (poema en mi argot), como persona impaciente que soy me ha ido muy bien hacer poesía. Escribir algo rápido, empezar y acabar en pocos minutos. Cuando me pongo delante de una hoja en blanco jamás sé qué va a salir, no me planteo un tema o estilo, simplemente me dejo llevar (a no ser que esté trabajando en alguna novela), por tanto decido si es un relato o un poema durante la composición del mismo, dependerá también del ritmo de la música que esté escuchando. La música es mi gran musa, puedo asegurar que nunca he escrito nada sin ella.
La inspiración para escribir no siempre depende del estado anímico, de lo que nos rodea o de si estamos bajo los influjos de alguna dama, sea algo físico o solo mental, yo soy muy enamoradizo oníricamente hablando. Pero reconozco que soy muy influenciable por mis sentimientos. Un día publiqué en una red social una reflexión: «Creo que la base de un escritor es enamorarse de estrellas, de aquellas lejanas, aquellas que acaban por apagarse en el firmamento… dejando en su camino una estela de poemas, relatos y otras mierdas», se generó un debate, en general mis lectoras/es estuvieron de acuerdo, pero destacaré una de las críticas que me hizo una lectora, «los escritores no tenéis ni puta idea de amar», una buena frase para empezar a machacarme. En resumen, me venía a decir que los escritores nos enamoramos solo para poder escribir, nos sintamos bien o «doloridos hasta lloriquear»; entiendo que me quería decir que banalizamos el amor, que ante una hoja en blanco todo vale. Quizás tuviera razón, las musas van y vienen, pocas se quedan, si lo hacen, buscamos otras; pero que no sepamos entregar un pedacito de nuestro corazón a alguien, ahí discrepo, yo lo entrego en cada renglón que escribo. Y si te escribo a ti, será que te amo. Puede ser que no se encontrara o supiera encontrarse entre mis poemas y solo estuviera enfadada, ya se lo preguntaré algún día si llegamos a conocernos en persona y le contaré un secreto (me matará). No siempre se le escribe a alguien en concreto, a veces ni existe, a veces es una fantasía, otras un engaño, otras es muy real y no está…
Cuando recopilé los poemas, sinceramente me sorprendí de la cantidad que tenía escritos, no van a ser los últimos, lo tengo claro. Me remonté a poemas de hace muchos años, algunos escritos en la temporada de verano que trabajé en la isla de Mallorca (hará más de veinte años), otros en una etapa de poca inspiración para crear relatos, pero la mayoría son bastante recientes, época fructífera en este recurso literario, lo que ha hecho que mi novela vaya más lenta de lo que yo quisiera. El orden de los poemas no va relacionado con su creación temporal, a excepción de «Enero», que, como ya he explicado, es de los primeros que escribí, tampoco siguen ninguna pauta; cabe destacar que los poemas «Soy», «Mí y «Pecado», forman un relato que también incluyo, ya que enlacé los versos de los tres poemas, cada línea de verso forma una frase, cada frase correlativa forma el relato. Finalizo con cuatro muy especiales, los tres penúltimos guardan una pequeña relación, que no desvelaré, y cuando estaba a punto de cerrar mi poemario recordé uno que hice en mi viaje a Granada, «Gitana»; mientras lo escribía tenía muy presente a Lorca (uno de los pocos que considero realmente poeta), es mi pequeño homenaje a alguien que me ha dado tanto.
La verdad es que me sienta bien escribir caóticamente versos, me desconectan de lo que esté escribiendo en ese momento, me rompen la rutina, me sacan de una línea marcada, de mis propias pautas. Cuando estoy con una novela cambio por completo mi forma y manera de escribir, por eso a veces tengo la necesidad de escribir algún poema, que me genere un huracán mental, obviamente siempre están ahí mis relatos.
No soy poeta, de hecho a la mayoría de poetas los odio, quizás tanto como hacer un prólogo. Considero poetas a muy pocos, casi todos ya muertos. Hola, me llamo Juanjo Sotoca, soy escritor y os presento mis «parte-frases».