Primera Edicion.
BUENOS-AIRES.
IMPRENTA DEL ESTADO.
1836.
Hemos sido generosos en franquear nuestras páginas á los trabajos inéditos del finado Coronel D. Pedro Andres Garcia, porque en todos ellos resalta un talento de observacion, fortificado por la experiencia, y una perseverancia, sostenida por el deseo de ser ùtil al pais que habia adoptado. Cuanto mas se agolpaban las dificultades, tanto mayor era su ahinco, y mas acerado el temple de su patriotismo. Penetrado de la necesidad de ensanchar los límites de esta provincia, se ofreciò á entrar en relaciones amistosas con los indios, para estudiar su índole, ponderar sus recursos y adquirir un conocimiento práctico de los parages que ocupaban.
Buenos-Aires, cabeza entonces del vasto vireinato de este nombre, yacia en un rincon de las pampas, rodeada de unos pocos fuertes, que formaban como una línea de circunvalacion à menos de treinta leguas de sus arrabales; y Chascomus, Lujan y Salto marcaban los límites territoriales de una ciudad, cuya jurisdiccion se extendia hasta el Desaguadero.
Tal era el estado de nuestra frontera en 1768, cuando dejò el mando Bucareli, hombre activo, pero ocupado exclusivamente en dar cumplimiento á la cédula de expulsion de los Jesuitas. En los últimos dias de su administracion, D. Manuel Pinazo, gefe del cuerpo de blandenguez, notò la inseguridad de la campaña, y aconsejò que se ocupase Camarones, los Manantiales de Casco y la Laguna del Carpincho: pero los pilotos Pavon, Eguia y Ruiz, contestando al Virey Ceballos que les habia encargado de elegir puntos á propósito para fuertes y poblaciones, opinaron que debia avanzarse hasta las Lagunas de los Huesos, del Trigo y del Bragado Grande.
Estos proyectos, que tendian à alejar los salvages de las inmediaciones del Salado, fueron desechados por Vertiz, que se contentó con añadir á los fuertes existentes los de la Guardia del Monte y de Rojas, interpolando entre ellos los fortines de Ranchos, Lobos, Navarro y Areco. La ineficacia de estos arbitrios se manifestò en la invasion de 1780, en que los indios penetraron por Lujan, sin hacer caso de los elementos de defensa tan penosamente amontonados al rededor de nuestros establecimientos.
Entretanto se celebraban parlamentos con los caciques, para inducirlos à que dejasen pasar las expediciones que costeaba el Cabildo para cargar sal en la Laguna de Salinas. El Maestre de Campo Pinazo,[1] el mismo de quien acabamos de hacer mencion, dirigió tres de estas expediciones en el espacio de pocos años[2];--la última de ellas muy remarcable por haber proporcionado à D. Pablo Zizur la oportunidad de determinar astronomicamente varios puntos ignorados. Al mismo tiempo otros facultativos recorrian la costa patagónica para reconocer sus puertos, y el Gobierno tomaba medidas eficaces para establecer un camino militar entre Buenos Aires y el Fuerte del Carmen en el Rio Negro.
Estos trabajos, que anunciaban el deseo de ensanchar el ámbito de la provincia, no alteraron el estado de sus fronteras, que en 1796 halló Azara reducidas à los estrechos limites que les fueron trazados por sus fundadores. Ni se hubiera ganado mucho con llevar á efecto el plan de este Oficial, cuya linea de fuertes y poblaciones costeaba timidamente el Salado, desplegándose por ambos lados del desague del Arroyo de las Flores; al norte, por las lagunas del Espejo, Palantelen, Tigre Tuerto y Carpincho, y al sud, por los Manantiales de Lopez, de Porongos, y los Altos de Troncoso, acabando en la Isla Postrera[3] por el Paso de los Camarones. Pinazo, que en su edad avanzada tomó parte en la expedicion, hizo notar la poca amplitud de esta linea: pero se desatendieron sus consejos, y las cosas quedaron en los términos indicados.
Entretanto eran perentórias las òrdenes que se recibian de la metrópoli para abrir comunicaciones interiores con el reino de Chile. La guerra marítima, en que se hallaba empeñada España por efecto de su alianza con la Francia, le hacia recelar una interrupcion con las colónias establecidas del otro lado del Cabo de Hornos; y hombres celosos é intrépidos se ofrecieron á explorar los puntos mas retirados de la Gran Cordillera, que abrió sus flancos à Molina, à Cruz, y al mas diligente de todos, Sourryère de Souillac.
Estas tentativas, que pertenecen á la última época del gobierno colonial, multiplicaron los puntos de contacto con los indígenas, cuya amistad se solicitaba con una templanza que rayaba en humillacion. Los gefes de estas expediciones científicas, con un corto séquito y un copioso surtido de chucherias, entraban en conferencias con los caciques para atraerlos con los presentes, y captarlos con sus palabras. Esta actitud pacifica, si producia momentaneamente el efecto de amansarlos, los hacia tambien mas exigentes é intratables, porque estos agasajos les parecian una prueba de debilidad del poder que los amagaba. Los acontecimientos del año 10 cambiaron el aspecto de los negocios, y uno de los primeros cuidados de la Junta que se organizò entonces, fué poner la campaña al abrigo de las incursiones de los bárbaros: con cuyo objeto hizo salir una expedicion para Salinas, al mando del Coronel Garcia, con el encargo de proyectar un plan de defensa, fundado en los datos que le ministraria la inspeccion ocular del terreno, y la actitud de las tribus que lo ocupaban.
En una memoria, con que este oficial acompañó al Gobierno el diario de su viage[4], insistiò en la necesidad de ocupar las lineas del Colorado y del Negro, y de establecer un cuartel general en Salinas, para poblar sucesivamente las sierras de Guamini, de la Ventana y del Volcan; y de trasladar mas al sud las fronteras de Còrdoba y Cuyo para ampliar la jurisdiccion de estas provincias.
Este modo de resolver el problema era el mas lato, y los sucesos posteriores han probado que era tambien el mas prudente: pero las circunstancias del momento no se prestaban á la realizacion de este plan. Su autor, que abrigaba el convencimiento de ser el ùnico que podia librarnos de la rapacidad de los bàrbaros, volvió à proponerlo en 1814; y habia logrado que se le autorizase para llevarlo á efecto, cuando la caida del gobierno lo envolvió en sus ruinas, y de la residencia de Moron fué arrastrado à los calabozos de la capital.
Restablecido poco despues en su rango y prerogativas, olvida el agravio recibido, los perjuicios que se le habian irrogado, y se ofrece à acometer la empresa, que formaba el objeto de sus anhelos, y que, segun se expresa, le costaba cuarenta años de meditacion.
Pero estos deseos fracasaban siempre en la instabilidad de los gobiernos, y la escasez de recursos que se empezaba ya à sentir en el erario. Talvez se hubieran olvidado en los trastornos del año 20, sin la grande invasion de los indios que se verificò poco despues. La mala direccion que se diò à la campaña que se abrió bajo el mando inmediato del Gobernador de la provincia, armó á los Pampas, que el Señor Rosas habia logrado separar de la alianza de los Ranqueles, y que no hubieran engrosado las filas de nuestros enemigos, si, contra el consejo de este Gefe, no hubiesen sido sorprendidos y acuchillado, en Chapaleufú. Este error del General Rodriguez costò à la provincia pérdidas considerables, y trajo los indios hasta 15 leguas de la capital.
El año siguiente se ordenó al Coronel Garcia que emprendiese el viage, cuyo diario publicamos por primera vez. Su objeto debia ser, no solo el ajustar paces con los indios, sino predisponerlos á favor de las nuevas poblaciones que se pensaba fomentar en el sud.
La exiguidad de los recursos que franqueó el Gobierno para una empresa tan árdua, comprometió su buen éxito, y puso en peligro la vida misma de los comisionados. El Coronel Garcia salió con una escolta de catorce hombres y sesenta caballos, para ir à tratar con los caciques de tres naciones belicosas,[5] de las cuales, las dos primeras, en el parlamento celebrado el dia 28 de Abril, le presentaron una fuerza de 2,520 hombres de pelea, subdivididos en nueve divisiones; bien armados, bien montados, y formando una hermosa y regular línea de parada.[6]
La opinion del Coronel Garcia variò notablemente en este viage. Su primer plan habia sido reforzar el punto de Kakel, construir un fortin en Nahuel-Rucá, y avanzar las demas guardias en el órden siguiente: 1º. La de Chascomus à la Laguna del Sermon.--2. La de Ranchos à la de los Huesos.--3. La de San Miguel del Monte á la del Toro.--4. La de Lobos á la Laguna Blanca, ó à las Polvaderas.--5. El Fortin de Navarro à la Laguna del Trigo, ó à la de Gomez.--6. La Guardia de Lujan à la Cañada de las Saladas; desde donde se inclinaría la línea hácia la Laguna de los Leones, para juntarse al Fortin de Areco, Salto, Rojas y Mercedes, que quedaban inmoviles, por no tener poblaciones que cubrir en su frente.
Pero no tardò en conocer que la obliquidad y las inflexiones de esta traza, tan prominente por un lado, y tan retirada por otro, hacian tanto mas difícil su custodia, cuanto que el Salado, que la cortaba en el medio, en vez de ser una defensa presentaba un estorbo.
Redujo pues el problema á un postulado: á saber, que "la mejor lìnea de defensa es la que, siendo mas corta, abrace y guarde la mayor extension de terreno posible"; y se decidiò por la ocupacion de las Sierras, aguardando una época mas favorable para avanzar hasta el Colorado y el Negro.
Al reasumir sus ideas, preguntaba à sì mismo el Coronel Garcia ¿cuales no serán los resultados de una combinacion tan acertada, y cual la gloria del que la lleve á efecto?--sin preveer que esta gloria estaba reservada al génio emprendedor y perseverante del Sr. General Rosas. ¡Cual no hubiera sido el júbilo de este respetable anciano al ver coronados tantos esfuerzos, y realizadas tantas esperanzas!.... Pero la Parca inexorable truncó el hilo de su existencia, cuando se preparaba à celebrar los triunfos del que desplegò primero el estandarte de la Pátria en los desiertos del sud, y que en una sola campaña anonadò para siempre el poder salvage de los bárbaros.
El Coronel D. Pedro Andres Garcia falleció en Buenos Aires el dia 21 de Abril de 1833, en su avanzada edad de 75 años. Naciò en Santillana, cerca de Santander, donde se educó en un colegio de esculápios, y pasó á América en la edad de las ilusiones y esperanzas. Adquiriò gran renombre en las invasiones de los Ingleses, en que con valor heróico peleó al frente de los Montañeses, y cuando el curso de los acontecimientos lo colocó en una situacion mas azarosa, teniendo que pronunciarse entre una patria que idolatraba, y los nuevos destinos que se preparaban en las Colónias, se identificò con los de sus hijos, y obró, no con la hesitacion de un trásfuga, sino con la firmeza que inspira el recuerdo de un acto magnánimo. Desde entonces fueron muy pocos los momentos que pasò en el descanso, acreditando sumo celo é inteligencia en todos los trabajos que le fueron encomendados.
A los que hemos mencionado, deben agregarse:--1.º Un plan de contribuciones, que elevò al Gobierno en 1811, para la manutencion de un ejército de 6,000 hombres. 2.º Una razon estadística de los partidos de campaña, con sus respectivos planos, indicando los terrenos baldios y los poblados. 3.º Un reconocimiento científico del caudal de aguas del Rio de las Conchas, de la fuerza de su corriente, de la elevacion de sus barrancas, y de todo cuanto era necesario para establecer una fábrica de armas en sus inmediaciones. 4.º Un padron general de los habitantes de los partidos de campaña. 5.º Un mapa topogràfico, desde la provincia del Tucuman hasta el Desaguadero. 6.º Otro de todas las provincias del antiguo vireinato de Buenos Aires, hasta el puente de Apurimac, en que se comprendia el reino de Chile, señalando los rios navegables, etc.
Estos apuntes los hemos sacado de un cuaderno autógrafo, que nos ha sido franqueado por el Señor Dr. D. Tomas Manuel de Anchorena, à quien los que se interesan en el buen nombre del Coronel Garcia deben agradecer la conservacion de estos títulos con que lo presentamos à la estimacion pública.
[1]: Este valiente oficial fué el alma de todas las empresas de esta clase que se proyectaron en su tiempo.]
[2]: En 1770, 1778 y 1786.
[3]: Le hemos conservado el nombre que le dá el Departamento Topografico en sus mapas, á pesar de que se lea Potrera en el borrador original del de Azara, que forma parte de nuestra coleccion.]
[4]: Forma parte del III tomo de la presente Coleccion.
[5]: Los Pampas, Huilliches y Ranqueles.
[6]: Son palabras del Diario, pág. 81.
Siendo uno de los objetos mas interesantes de este gobierno, la seguridad y adelanto de las poblaciones y fronteras de la provincia, teniendo presente la dedicacion de V. S. á este importante ramo, tiene por conveniente comisionarle al efecto, y espera que á la mayor brevedad se le presentarà un plan correspondiente en que á su juicio crea el mas oportuno por ahora á precaver las incursiones del enemigo infiel; sin perjuicio de ulteriores medidas, y pacificacion y avenimientos, que sucesivamente prevendrá á V. S. el gobierno para su cumplimiento.--Buenos Aires, Noviembre 15 de 1821.
(Firma del Ministro.)
Al Coronel D. Pedro Andres Garcia.
La Comision, despues de haber reconocido varias piezas que en diversas épocas se tiraron, con objeto al adelanto de nuestras fronteras y seguridad de las campañas de la Provincia contra las frecuentes invasiones con que la han mortificado y afligido los indios Pampas; despues tambien de haber dedicado la mas diligente y madura meditacion al desempeño de esta honrosa confianza, tiene el honor de presentar sus tareas á la atencion de la superioridad de V. E.
Convertida á tan dificil exámen, ella hubo de proceder en él con gran circunspeccion, para no aventurar el descubrimiento de la verdad en una materia en que los errores son de tan general y perniciosa influencia. Su exposicion aparecerá con el caracter de sencillez y unidad que distingue la verdad de las opiniones, apoyada en el principio que presentan las leyes primitivas de la naturaleza y de la sociedad, tan general y fecundo, que envuelve en sí todas las consecuencias aplicables á su grande objeto.
Los extravios de la razon y el celo, admitidos ó tolerados sobre este particular, acaso han deslumbrado á los gobiernos precedentes, principalmente desde el año de 1740. Ellos no han podido provenir sino de supuestos falsos que hicieron lugar á falsas inducciones, ó de hechos ciertos y constantes á la verdad, pero juzgados siniestra y equivocadamente. De unos y otros pudieran citarse muchos egemplos, si la Comision no estuviese tan distante de censurarlos, como de seguirlos, y si dejase de creer que no son desconocidos á la penetracion de V. E.
La Comision, Señor Exmo., mas convencida que nadie de lo mucho que falta á nuestra poblacion, agricultura y ganaderia, para llegar al grado de prosperidad á que puede ser elevada, que es el distinguido anelo de V. E., lo está tambien de la decantada decadencia, que á ser cierta, supondria la caida de nuestro cultivo, desde un estado próspero y floreciente á otro de atraso y desaliento. Pero, despues de haber hecho muchas observaciones sobre la história de la Provincia, desde su origen de civilidad, y buscado en ella el estado progresivo de nuestra poblacion y agricultura en sus diferentes épocas, puede asegurarse que en ninguna se ha encontrado tan estendida ni tan animada como en la presente.
La política errada de los Españoles en querer sugetar los indios á la bayoneta, mantuvo al país en guerra abierta mas de doscientos años: los males que con este motivo sobrevinieron à la provincia, haciéndola teatro de continuas y sagrientas batallas, bastan para probar que hasta la paz del año de 1790 ella no pudo gozar el cultivo, la estabilidad, ni gran fomento, á cuyo tiempo parece debe referirse la primera época de su felicidad. Es cierto que desde aquel punto la agricultura, protegida algun tanto por las leyes, y mas perfeccionada por el progreso de las luces del siglo que ya empezaban á desplegarse, cuenta por primero, y acaso el único de sus mejores periodos, aquel tiempo.
Pero, al paso que la necesidad estrechaba á dar ensanches á la poblacion ganadera y labradora, se cruzaban los obstáculos que paralizaban las mas interesantes ideas: á la vez se sucedian las mezquinas con las extremadamente confiadas:--aquellas por lo comun hijas de la pusilanimidad ó cobardia, y estas de una avanzada intolerante necedad: unas y otras nacidas de la ignorancia de la posicion geográfica de los terrenos, número de habitantes indígenas, poder fisico y moral que podian presentar en caso de atacarlos, como muchas veces se meditó.
Mientras que los gobiernos fluctuaban, sin poderse decidir en tal contraste de opiniones, por la medida que deberian adoptar, eran bien rápidas las irrupciones vándalas que cometian en las poblaciones de nuestras campañas, cubriéndolas muchas veces de cadáveres, y menguando considerablemente sus familias: asesinando unas y cautivando otras.
Estas escenas, con lastimosas lamentaciones del pueblo, alarmaban por algunos dias á las autoridades que indicaban querer prepararse á vindicarlas. Pero, ó fuese que los recursos no podian proporcionarse con la premura que exigia el remedio; ó, lo que parece mas cierto, que la obscuridad é ineptitud de la medida presentaban justas desconfianzas del favorable éxito, quedando sin efecto, el mal multiplicaba las desgracias.
La Comision cree un deber de su desempeño presentar á V. E. con respetable libertad su opinion, apoyada en mas de cuarenta años de observaciones en este particular: y así es, que cuando asienta que se propone no aventurar el descubrimiento de la verdad, en una materia en que los errores tienen tan perniciosa influencia, tiende sus miras á indicar los que á su juicio han retardado demasiadamente las ventajas que le han arrancado de las manos la apatia é indolencia de aquellas personas, á cuyo cargo se hallaba la direccion y seguridad de la Provincia y sus habitantes.
No hay cosa que mas impida los progresos de una república, que insistir en yerros antiguos, en especies mal averiguadas, ó vulgaridades indignas de adoptarse.
La crítica, y el discernimiento que resulta del exàmen de las cosas sin preocupacion, es el único norte que nos puede libertar de tales inconvenientes: parece, pues, que en nada ha de ponerse mayor ahinco que en no dejarse llevar como los rebaños, desatendiendo el camino que debe tomarse, por atender ciegamente al que suele seguirse.
La Comision deja asentado que tiene mas de cuarenta años de observaciones sobre esta Provincia, y puede añadir que ha reconocido sus costas, atravesado y cruzado por tierra la parte de los Pampas, objeto de este informe: ha podido distinguir muy de cerca los muchos indígenas que la habitan, sus génios, usos y costumbres, y no puede lisongearse que tenga los conocimientos necesarios para calcular, ni por aproximacion, las medidas de una fuerza imponente para atacarlos con suceso feliz, aun cuando se considere justo hacerlo. Porque, viviendo en pequeñas tribus diseminadas en un mundo desierto, no es facilmente averiguable su número: pero sí, no cabe duda, que en tratándose de defensa comun, se reunen, por la amovilidad que tienen, con la velocidad del rayo, al punto donde les llama su defensa, con tal entusiasmo y ferocidad, que cargan sobre el cañon en el mas activo fuego, hasta morir al pié de él: y acaso V. E. mismo ha presenciado alguna vez este atrevido hecho, con otros no menos respetables, en el manejo de sus armas y formacion de batalla, bastante á mandar idea de su disposicion guerrera para defender sus propiedades, de que son tan idólatras como vengativos; pues nunca perdonan el agravio, cuya venganza reencargan á sus hijos, cuando ellos no han podido tomarla.
La agricultura y ganaderia en una nacion puede ser considerada bajo dos grandes respectos, á saber:--con relacion á la prosperidad pública y á la felicidad individual. En el primer caso, es innegable que los grandes estados y señaladamente los que gozan de un fértil y estendido territorio, deben mirarlo como la primera fuente de su prosperidad, puesto que la poblacion y la riqueza, primeros apoyos del poder nacional, penden mas inmediatamente de ella, que de cualquiera de las demas profesiones lucrativas, y aun mas que de todas juntas. En el segundo, tampoco se podrá negar que la agricultura sea el medio mas fácil, mas seguro y entendido de aumentar el número de los individuos del Estado y la felicidad particular de cada uno: no solo por la inmensa suma de trabajo que puede emplear en sus varios ramos y objetos, sino tambien por los que puede proporcionar á las demas profesiones que se emplean en el beneficio de sus productos.
Proteger la industria y el comercio, talvez con daño y desaliento de la agricultura y ganaderia, es tomar el camino al reves, ó buscar la senda mas larga, mas torcida y mas llena de riesgos y embarazos para llegar al fin. Si el comercio, la industria y la navegacion son dependientes de la agricultura y ganaderia, y estas la cuna de los pueblos, la fuerza y la riqueza de ellos, ¿como puede mirarse con indiferencia su postergacion, ó casi abandono de las bases primeras del Estado? Todos los ramos á la vez sufragan, son necesarios y forman el todo de su respetabilidad que se les tributa á las naciones que las poseen.
Cuando la defensa del Estado es una pension natural de todos sus miembros, no puede, es verdad, desconocer la agricultura y ganaderia esta primitiva y sagrada obligacion, ni en manera alguna libertarse de ella los cultivadores: entonces corran en hora buena á las armas y cambien el arado y la azada por el fusil, tratándose de socorrer á la Patria y defender su causa: pero nunca será justo que, en el mayor conflicto de sus afanosas tareas, abandonen sus hogares, haciendas y cultivos para surtir los talleres, los cuarteles y otros semejantes destinos, y acaso los asilos de la ociosidad, á que por esta causa se entregan. Parece sumamente necesario que, aclarando cuanto sea dable la legislacion y la política en este particular, se alejen los sistemas parciales, los proyectos quiméricos, las opiniones absurdas y las màximas rateras, que tantas veces han convertido la autoridad pública, destinada á proteger y edificar, en instrumento de opresion y de ruina.
La Comision parece en parte haberse extraviado de su principal objeto, cuando ha discurrido sobre la importancia de esta porcion del Estado mas interesante, y cuando ha intentado demostrar que ella ha sido abatida y aun oprimida, hasta el estado de emigar de sus hogares, y acogerse al último y miserable recurso de la mendicidad para alargar su vida.
Es verdad que el horroroso azote de la guerra civil de estos últimos tiempos ha cooperado á la devastacion de nuestra campaña; la desmoralizacion que ella causa, la ha aumentado, y á su vez los indios, conducidos de su inclinacion y seducidos de los invasores, han aumentado grados de ambicion y ferocidad á la que poseian: ellos han traspasado los limites de sus antiguas correrias, y sobreponiéndose á nuestras tropas, las han atacado de frente, de una manera desusada por ellos en sus incursiones, y harto imponente á nuestros labradores y hacendados.
La atencion repartida del Gobierno à los diferentes puntos de la Provincia, que imperiosamente llamaban sus cuidados y auxilios por mar y tierra, no le permitian una contraccion tan asidua y eficaz como deseaba, y era necesario al reparo de la campaña, hasta que mas desembarazado, asistió personalmente á ella.
Este conocimiento, que le presentó la marcha hasta la Sierra, y que le proporcionó observar la animosidad de los indios, sus depravados intentos, la fertilidad de sus campos, las posiciones ventajosas para mantener una guerra devastadora sobre nuestras poblaciones, lo indefenso de estas, y la absoluta necesidad de repararlas, ha sido precisamente el primer paso de felicidad, que preságia que la suerte futura de nuestras fronteras và necesariamente á tomar una marcha la mas lisongera y ventajosa á la Provincia en el aumento de su poblacion y primeras riquezas, con la seguridad de personas y propiedades: lo que no podia suceder jamás sin que el Gobierno, rompiendo enérgicamente aquellas ataduras que siempre tuvieron ligados á sus antecesores, no hubiese tocado tan de cerca y practicamente el error que desgraciadamente los tuvo envueltos por tantos años, cuando en estas materias vivian á merced de un informante tímido, ó acaso cobarde, y de otro neciamente atrevido, sin todos los conocimientos de la geografia del país, y demas que se ha expuesto.
Así es que, teniéndose por un triunfo el avanzo de terrenos hechos por los años de 1778 y siguientes, por el cordon de fronteras que se estableció con las guarniciones del cuerpo de blandengues, compuesto de 700 hombres, se miró en seguridad la Provincia, respecto à su anterior estado. Y aunque este cuerpo tuvo necesidad de batirse muchas veces parcialmente en la línea, para contener las irrupciones que repetian los bárbaros, sin embargo, el aumento de poblacion que recibian las guardias y sus inmediaciones, ya le imponian y hacian menos osados, pero no destemidos para impedir sus invasiones: y en una de estas fué que, por la primera vez en el año de 1790, se trató de establecer paz y permitir á los caciques venir á la capital, y sus indios á las guardias.
El trato docilizó á algunos y acomodó á todos, hasta establecer sus artículos de comercio con peleteria, plumas y otras pequeñeces de su rústica industria; tomando en cambio diferentes útiles, algunas ropas, tabaco y yerba, y especialmente bebidas; formando de algunos de estos artículos una absoluta necesidad, especialmente el tabaco y la yerba del Paraguay.
Esta recíproca comunicacion determinó á algunos hacendados á establecer sus estancias al sud del Salado, á su riesgo, y á merced ó tolerancia de los mismos indios, sufriendo unas veces sus rudas impertinencias, y otras sus robos y raterias, dejando nuestra línea de fronteras á retaguardia mas de sesenta leguas. Sin embargo, algunos indios con este motivo se mantenian en las labores de campaña de peones en toda clase de trabajo, y otros en la ciudad y suburbios, prefiriendo la civilidad á la vida errante y salvaje. Mucho contribuyó el Gobierno mismo, halagando con gratificaciones efímeras á los que se presentaban con el título de caciques, que se creian serlo sobre su palabra: porque esto era mas fácil que averiguarlo, y todo contribuia á mantener una paz aparente, de la que siempre se reportaba mejor partido.
El avanzo de nuestras poblaciones á tanta distancia, sin poder ser observadas de la fuerza militar ni de la jurisdiccion civil, produjo muchos excesos, dificiles hoy de reparar, y de que la Comision tratará mas abajo, en órden à su minoracion ó exterminio.
Por lo expuesto en el artículo antecedente, resultaban casi en toda la línea de fronteras, inútiles las guardias, por cuanto las poblaciones ya guardaban las fronteras, subrogándose aquellas à estas, bien que sin armas ni defensores.
La atencion sobre la frontera de Portugal puso en la necesidad á este Gobierno de mandar las tropas de caballeria, casi únicas de la Provincia, que eran los blandengues, á cubrir aquellas líneas, donde permanecieron muchos tiempos, y casi acabaron su número en aquel servicio y en la pérdida de Montevideo: resultando otra mayor, de la horfandad de sus familias, antes avecindadas en las guardias á que pertenecian, y sostenidas de los soldados que ordinariamente era cada uno un padre de familia, de que resultaba la seguridad del soldado en el servicio y el aumento de la poblacion.
En el año 10 terminó de todo punto el resto de esta fuerza y armamento con que cubria sus fuertes, porque pasó integramente á la Banda Oriental, como necesaria allí. He aquí el último período de vida militar de las que fueron guardias, y que con dispendiosos gastos fueron establecidas en los años de 1778 y siguientes.
Aunque en el desconcierto general del sistema del antiguo gobierno y subrogacion del nuevo, por virtud de la revolucion para obtener la independencia, se hicieron indispensables muchos trastornos, y tocar necesidades extremas en toda línea y órden de cosas; sin embargo, la de fronteras se miró siempre con el cuidado que demandaba su peligrosa situacion: pues en el año 10, entre los apuros y escaseses de tropas y auxilios, se formó una expedicion, que marchó hasta la laguna de Salinas, mas afianzada en la maña y política, que en las fuerzas y auxilios que la componian. El éxito, en efecto, correspondió á las esperanzas, y los indios mismos lo auxiliaron con sus personas y cabalgaduras en su regreso, hasta la fortaleza de esta plaza.
Esta primera relacion de amistad estuvo afianzada hasta el año de 15, y elevada á tal grado de harmonia, que presentándose ante el Gobierno doce caciques al adelanto de nuestras fronteras, se acordó precederia un parlamento general de los de su clase con el Comisionado del Gobierno, y encargado de este negocio que estableciese, no solo los puntos en que deberian construirse las guardias, sino tambien otros asuntos relativos á intereses particulares de los mismos caciques, á manera de los que disfrutan en Chile los Araucanos.
Aprestáronse los útiles que se creyeron mas necesarios, y muchos fueron transportados al otro lado del Salado, y estando en marcha el Comisionado, ocurrió una de las muchas oscilaciones que ha presentado el curso de nuestra revolucion, y aunque en distancia de los mismos revolucionarios, se le comprende y aprende, haciéndole volver á la capital, para sepultarle en un calabozo bien asegurado de grillos, hasta que se le confina á una guardia, y al año se le repone de oficio á su empleo, pero no á su comision.
Los indios estrañaron la falta de cumplimiento al término señalado: ocurrieron á averiguar el motivo, y se les dió por respuesta razones que no creyeron y que los preparó á la mayor desconfianza: las que manifestaron osadamente al Gobierno, cuando pudieron entender, que se trataba de formar á su frente nuevos establecimientos, á que abiertamente se opusieron; ya por la desconfianza en que se les habia puesto, y ya tambien por las funestas ideas que les inspiraban nuestros transfugos desertores que se habian refugiado á sus toldos, á quienes conservaban aun con armas, por la direccion que les daba para cometer robos y asesinatos sobre nuestras estancias.
Ultimamente, ellos fueron seducidos por Carreras y Ramirez, y perpetraron horrorosos excesos, que hoy llora nuestra campaña, ya por sí, ya sirviendo de auxilio à aquellos malvados invasores. Estas ocurrencias les han dado causa á creer, que pueden hacernos frente, y à considerarse vencedores de los desarmados, como si lo hubiesen estado, á estender sus miras mucho mas allá donde alcanza su vista, y finalmente, á creer que tienen un derecho á devastarnos.
Las ocurrencias en suma hasta aquí detalladas, referentes á nuestra poblacion de campaña y fronteras, presentan la nulidad absoluta en que se hallan, la de no poderlas defender ni mantener, y que es de la mayor urgencia é interes poner nuestras poblaciones á cubierto del enemigo que las acecha, vigilante para extinguirlas.
Los puntos que hayan de formar esta línea, las fuerzas para mantenerla, los fondos de que subsistan sus guarniciones, son fecunda materia de opiniones, y divididas segun el modo de ver de cada uno, no parecen fácilmente combinables: pero el tiempo las insta, y es necesario que el Gobierno se decida con la posible brevedad, por el riesgo que ofrece la demora.
La que cree que contendria al enemigo un ataque, que lo alejase y pusiese al menos al otro lado de la Sierra, sin duda que no respeta su número y localidad y que el desaire de verse batidos, si lo fuesen en sus terrenos natalicios, los empeña á sostener la guerra hasta verse esterminados: tampoco cuenta con la suerte de la guerra y sus funestas variedades, que á no corresponder una suerte favorable, era inevitable la ruina de la Provincia.
La que discurre sobre formar en la Sierra del Tandil una poblacion de villa, otra en la Laguna Blanca, y la última en la Cabeza del Buey, toca aun mas inconvenientes en los ataques, formacion del pueblo y su conservacion: dejando en flanco los costados al este y oeste de la primera y última. Y aunque es verdad que las dos opiniones á la vez tendrán su lugar, este lo ha de graduar el tiempo, y ahora seria empezar por donde debe acabarse.
La que propone una línea ò camino militar hasta Patagones, se halla en el propio caso, aunque mas útil y afianzada sobre la costa del mar: pero á juicio de la Comision, tampoco debe emprenderse, y solo cree preciso y absolutamente necesario el establecimiento de una línea sobre las estancias avanzadas al sud del Salado, cuya línea de longitud este-oeste, en que corren sus poblaciones hasta aquí toleradas por los indios, no puede llamarles la atencion de un modo que traten de resistirlo.
La guardia de Kakelhuincul debe ser uno de los fuertes mas equipados, ampliando sus líneas, y el depósito en que provisionalmente se acopien los útiles de este y sus contiguos, hasta el punto de abrir los trabajos.
Esta guardia y poblacion, con las que sigan al sud, deben ser auxiliadas de las poblaciones de Bruscas, el Tordillo y Montes Grandes, de que podria encargarse el comandante del mismo fortin, ampliando antes sus líneas, para que con seguridad pueda recibir mas guarnicion, y en que con este motivo puedan apoyarse y defenderse en caso necesario la milicia, vecindario y tropas de línea, en cualquiera accidente de guerra, invasion ó sorpresa que cometan los indios.
Al costado izquierdo de esta guardia, y en la laguna Naquelrucà, debe formarse un fortin, que cubra el flanco que media á la Sierra del Volcan, distante de este punto diez leguas al sud-este: por manera que Kakelhuincul distará de este fortin detallado trece leguas, que unidas á las anteriores de la laguna Rucà, resulta el Volcan veinte y tres leguas:--puntos los tres los mas avanzados al sud y á la frontera enemiga, y los mas interesantes para las primeras y mas cuantiosas haciendas de aquellos destinos.
No pudiendo guardar rectitud ni proporcion de distancia la línea de fuertes que al costado derecho de Kakel debe seguirse, sin aventurar un choque con los indios, pues se acercarian demasiado á los arroyos en que tienen situados sus toldos y ganados, se forma oblíqua, consultando las aguadas permanentes como de absoluta necesidad.
Debe seguir al frente de la guardia de Chascomus, y subrogarse esta en la laguna del Sermon, ocho leguas de Kakel, y diez y ocho al sud de Chascomus. Al frente de la guardia de Ranchos debe formarse otra en la laguna de los Huesos, distante nueve leguas de la del Sermon.
Por el mismo órden debe salir á su frente la guardia antigua del Monte, y situarse sobre la laguna del Toro, distante de aquella diez y ocho leguas, y de los Huesos diez leguas.
La de Lobos debe avanzar á la Laguna Blanca, ó si se quiere á las Polvaderas, distante de la antigua guardia diez y ocho leguas, y nueve de la del Toro.
El fortin de Navarro sale á la laguna del Trigo, ó laguna de Gomez, distantes diez leguas de la Blanca, y ocho de las Polvaderas.
La de Lujan, à la cañada de las Saladas, doce leguas distante de las del Trigo y Gomez.
Esta línea, que promedia obliqua la frontera, corre desde el Volcan hasta el punto de los Leones, ochenta leguas, y el resto hasta Rojas desde el fortin de Areco, incluso Salto y Pergamino que se encuentran hoy en frontera efectiva, por cuanto á su frente no hay hacienda alguna, por haber sido devastadas por los anarquistos y los indios, deben reponerse á su antigua fuerza en fuertes y guarniciones: así para que los vecinos que andan errantes vuelvan á sus hogares y puedan vivir seguros en sus personas y bienes, como para que los hacendados y pueblos interiores afiancen igualmente su propiedad, y se dediquen con tranquilidad á sus labranzas y talleres, libres de las zozobras que hasta aquí han experimentado; pues llegará bien pronto el tiempo en que, avanzada la guardia del Salto á la laguna de Palantelen, distante igualmente del Salto que de la guardia de Lujan, veinte y cinco leguas, cubra con una respetable guarnicion aquellos dos puntos y terrenos feraces de invernadas, en que ordinariamente eran ocupados: formando otra mas al oeste, sobre la laguna del Tigre tuerto, que deje á cubierto el Pergamino y Rojas, por ahora término de nuestra frontera al norte; hasta que formada una línea de demarcacion que señale la division con Santa Fé, manifieste si el fortin de Mercedes deba ó no salir á su frente al sud á la laguna del Milagro, para que deja en total seguridad la carrera del Perú y Chile.
La Comision cree, por los conocimientos que tiene de esta línea, por la que ocupan los indios mas inmediatos, á lo largo, sobre los arroyos que descienden de la Sierra y su distancia, por el bañado inmenso, de dificiles pasos que nos divide, como depósito de todas las aguas de la misma Sierra, cuyo terreno es tan nivelado por la naturaleza que no se le percibe declive alguno, inutil para todo genero de cultivo y haciendas; por todo esto, repite la Comision, que cree y le parece, que esta especie de vallado fija unos límites inequívocos, que dejándolos sin alteracion á la banda austral de él, no podrán los indios reclamar nuestras disposiciones como detentadoras de sus posesiones: pues tienen hasta ahora nuestros hacendados la ocupacion que ellos han tolerado sin reclamacion; haya sido ó nó con la doble mira de robarles, como lo han hecho, con repeticion, perfidia y atrozmente.
La Comision se vé necesitada de circunscribirse, á pesar de sus deseos, á la propuesta línea de fortificacion, siguiendo la máxima política de obrar segun el estado y circunstancias de la Provincia en el momento. Desea ciertamente que ella no esté reducida á tan escasos términos; pero toca como de bulto las dificultades que han de inutilizar otras medidas, que deben quedar pendientes para su ejecucion, en seguida de esta.
El transporte solo de la antigua línea á la que nuevamente se detalla, ofrece en su egecucion no pocos tropiezos, no obstante á deber hacerse casi en el centro de nuestros recursos. ¿Cuanto mas dificil seria establecerse fuera de ellos con las armas en las manos? Los terrenos por su aridez, falta de montes, y las mas veces de aguadas, son trabajosos aun á los escoteros, que miden las jornadas para auxiliarse. ¿Como se presentaria para vencerlos, un ejército que deberia ir provisto, no para ocho ni quince dias, sino para meses enteros? Era necesario arrastrar centenares de carruages y miles de caballos, para atacar á un enemigo, que siempre está en campo volante, y con mas amovilidad y destreza que los Arabes: ellos burlarian los mejores planes, y pondrian en ridículo á sus autores, y despues de haber llevado por los desiertos que los amparan, á un ejército sin vara de virtud que hiriese á las piedras para que brotasen agua, sin maná para su alimento, y sin nubes que interpusiesen sus sombras, para que les libertase de los rigores del sol, tendrian que sucumbir á la sed y al hambre, y finalmente á manos de sus enemigos. Sr. Exmo., la Comision se persuade que no debe confundirse un golpe de mano que suele darse para escarmentar á un enemigo, con las medidas de una ocupacion ó conquista: aquel es una aventura ó albur que se dá á la suerte; y estas, el resultado de una profunda meditacion, calculada sobre las fuerzas fisicas y localidades del país, con otras muchas reflexiones y razones que van á la par para su logro.
Si solo esta medida, que podrá acaso ser tenida por mezquina de algunos génios exaltados y celosos del aumento de la Provincia, se pusiese en toda su evidencia, guarnecida la frontera de las fuerzas que demanda para su seguridad, y llegando á perfeccionarla, no solo habriamos alejado para siempre el recelo de otras invasiones, sino que habriamos dado el paso mas preciso y necesario para la total ocupacion á que aspiramos, sin pérdida de un hombre, ni menoscabo de hacienda.
La Comision se atreve á decir que, perfeccionada hasta el punto que debe, ella solo vá á ser la riqueza y seguridad de la Provincia, y capaz del mayor aumento de poblacion que necesita, abriendo la mano á recibir y proteger á cuantos quieran venir á establecerse en ella, bajo la proteccion del Gobierno.
Entre la antigua y nueva línea demarcada, se miden mas de 1,400 leguas cuadradas, terreno no solo feraz, productivo y útil, sino que proporciona, una vez asegurado, el descubrimiento de otras riquezas efectivas y abandonadas, que la escasez de poblacion no ha podido dar á luz ni reconocer con exactitud. Pero antes de esplanar cuales sean, cree la Comision hacer otras observaciones, para que el Gobierno ajuste sus resoluciones del modo que estime por conveniente á la salud pública de la Provincia y sus intereses.
Atendiendo al orgullo con que se presentan los indios, podran mirar de mal ojo nuestra nueva línea, y aun tratarla de enervar á viva fuerza, para cuyo caso es necesario estar prevenidos y alarmados á su repulsa. Ellos no deben desconocer que la fuerza de nuestras poblaciones los vá á acercar á la pèrdida de las faldas de la Sierra que ocupan, y este temor impulsarlos á tomar la medida de incursiones y ataques parciales de que ordinariamente usan: por lo tanto, dispuestos y armados los partidos, cuando hayan de dar principio á las obras, parece de necesidad que las obras se combinen y arreglen de modo, que sean escarmentados en su primera tentativa.
Es de absoluta necesidad que nuestras poblaciones se estiendan, y que esta estension sea correspondiente al objeto á que por ahora principalmente se dirigen, que es el de la labranza y ganaderia. Para conservar la que tenemos, y mas á la que aspiramos, debemos buscarla, si fuera preciso, con las armas en la mano, y mucho mas pronto, si la solicitud de paces que ellos tienen interpuesta con el gobierno, se descubre ser llamada falsa, de que usan con frecuencia mientras algun interes particular no les mueve á ello; bien sea por temor de ser atacados de otros indios, ó por carecer de comunicaciones que les faciliten los artículos, de que ya han formado necesidades que no pueden sobrellevar. Pero es preciso estar ciertos que jamas les anima un principio de buena fé ni desinteresado. Alguna vez se someten á una fuerza imponente, y se resignan al castigo si se les aprende en el delito: y aunque se les perdone, su carácter innoble y desconfiado les precipita de nuevo á cometer excesos y bajezas horrorosas, sin que se excepcionen entre sí aun sus propios deudos. Como la vida salvaje los tiene siempre cubiertos de miserias, estan á toda hora asechando el momento de robarse mutuamente; y por lo mismo no puede detener sus pasiones sino un motivo muy poderoso, como el de mirar su existencia en peligro.
La incertidumbre en que por el momento debe estar el gobierno acerca de la conducta ulterior de los indios, respecto á su propuesta de paces, ciertamente no puede decidirle á tomar medidas de oposicion: pero si en efecto continua su propósito de conservar la paz, entre otras cosas, parece que el comisionado del gobierno, despues de asentar la seguridad de la línea, seria muy conveniente que tratase de exigirles el acomodamiento de fortificar uno ó dos puntos del camino militar sobre el frente del Volcan al otro lado de la Sierra, porque con ellos, y los que puedan formarse sobre el Rio Colorado y á las márgenes de la Bahia Blanca, quedarian enteramente dominados, y en precision de abandonar las sierras y retirarse al oeste, ó repasar el Colorado. Esto es indispensable que suceda; pero será de un modo que los comisionados, ó gefes de los destinos, lo presenten en mas ó menos tiempo, segun los grados de su actividad en promoverlo.
No desconoce la Comision la necesidad que hay de sugetar á nuestras milicias á sus precisos deberes en los fuertes de fronteras, y de que han tenido orígen muchas desgracias, sobrevenidas por el mal trato dado á los indios, cuando en ellas se han presentado con sus miserables artículos de comercio, procurando robarselos descaradamente y aun darles de golpes, herirlos, y matar algunos. Estos hechos, que la Comision ha visto repetir, y aun castigado, han incendiado los ánimos de un modo terrible, provocándolos á la venganza: muchos y lastímosos hechos pudiera referir que mas de una vez han comprometido la mejor armonia con el gobierno; y este desórden puede facilmente remediarse, conviniendo con los indios en que sus arribos á las guardias sean á determinados puntos de la misma frontera, reservando solo á los caciques el paso franco al gobierno, escoltados para su seguridad.
Nuestra campaña, harto desmoralizada por muchas causas que la han conducido á tal desgracia, principalmente las escaseses á que la han reducido las incursiones anárquicas, la multitud de desertores y otros delincuentes que abriga, presenta un motivo de atencion muy particular sobre esta clase de hombres que la infestan, á mas de una gran porcion de familias indigentes que sirven de pesada carga al honrado labrador y útil hacendado, á quienes se les haria un bien en trasladarlos á aquellas nuevas poblaciones, dándoles propiedades que cultivasen, y útiles correspondientes: conduciéndoles, si fuese necesario, por fuerza á su fortuna, evitando su perdicion y la de sus hijos; y á aquellos persiguièndolos eficazmente, hasta ponerlos en seguridad, ó esterminio, segun sus delitos.