Son innumerables las mujeres que desde la antigüedad hasta nuestros días han contribuido al surgimiento de este libro en particular y en este momento en concreto. Me encantaría poder nombrarlas a todas, pero no es posible. Por eso quiero expresar mi gratitud a las siguientes personas, y me resigno al hecho de que sin duda me voy a dejar fuera del tintero a importantes amigas y maestras.
En primer lugar quiero dar las gracias, como siempre, a mi agente, Sarah Jane Freymann, que en realidad ya es parte de mi familia. Sarah Jane, tú encarnas en silencio las cualidades de lo místico femenino que he descrito en este libro: la bondad amorosa equilibrada con un instinto fiero de decir la verdad, la generosidad de espíritu que comporta una compasión comprometida en nombre de todos los seres. Gracias a mi editora, Joelle Hann, cuya atención por el detalle, hermanada con una percepción interior que ha cultivado tras muchos años de práctica espiritual, ha sobrepasado cualquier otra experiencia editorial que haya tenido jamás. Fue ella quien me ayudó a transformar este manuscrito, que era un poema de amor personal a la Madre, en una ofrenda universal. Y a Haven Iverson y Tami Simon, que siguen guardándome un lugar a la mesa de Sounds True, les expreso toda mi gratitud. Compañeras, sois mucho más que editoras; sois mi sangha. Me encantó que Diana Rico, cuya obra siempre he admirado, fuera la editora a cargo de revisar mi texto. Leslie Brown y Karen Bullock, con su predecesora Sarah Gorecki y el equipo al completo de producción de Sounds True, lanzaron este proyecto al mundo con cariño y gracia. Cuando Rebecca Mayer entró en el proyecto para gestionar todos los permisos y preparar las notas del final, pensé que lo único que me faltaba era subir al cielo; una profesionalidad como la suya, que combina amor y la reflexión interior, son un don raro y precioso. Mi ayudante, Pouria, es una mística femenina encarnada en el cuerpo de un hombre, que se ocupa de cuidar de los detalles de mi obra cuando sale al mundo priorizando siempre la bondad humana por encima del negocio. Gracias a Erin Currier por su asombrosa obra de arte, que, con tanta maestría, evoca el espíritu y la justicia, la esencia misma de lo que me esfuerzo por defender aquí. Siempre he querido tener una obra tuya, y ahora esta adornará para siempre con su gracia la cubierta de mi libro.
A mis hijas, hijastras y nietas, gracias por llenar mi vida de gozo: Danicla, Kali, Ganga, Yamuna, Jacob, Bree, Niko, Metztli, Sol, Naya y Aliyah. Quiero expresar mi gratitud a mi sabia y amorosa madre, Susanna Starr, y a mis risueños y leales hermanos, Amy Starr y Roy Starr, que forman la matriz de mi vida. No concibo vivir en el mundo sin esta familia. Quiero expresar mi gratitud asimismo a mi suegra, Bette Little, que con casi 100 años, sigue encarnando la esencia de una sabiduría y una moda esenciales, y a mis cuñadas, Linda, Marbie y Lynn, que son las primeras en apuntarse a todo lo que implique lograr la sanación y el despertar colectivos.
A mi marido, Ganga Das (alias Jeff), que me escuchó leerle el libro a medida que este se iba fraguando. Gracias a él, la casa está limpia y la comida nunca falta, para que así yo pueda devanarme los sesos escribiendo; y, por si fuera poco, siempre se asegura de avisarme cuando llega el momento perfecto para ir a divertirnos. Eres la encarnación misma de lo masculino divino. Yo no tendría el valor de hablar en voz alta y clara si no contara con el refugio de tus brazos.
Mis más profundos respetos para las mentoras que he ido teniendo a lo largo de la vida: Charlene McDermott, Natalie Goldberg y Asha Greer. Vuestra sabiduría es el manantial del que fluyen mis palabras. Y a mis hermanas de dharma, cuyo compromiso para recurrir a la voz auténtica de lo femenino está cambiando el paradigma ante nuestros ojos: Roshi Joan Halifax, Gangaji, la lama Tsultrim Allione, Caroline Myss, Anne Lamott, Dena Merriam, la lama Palden Drolma, Zuleikha, Tamam Kahn, Saraswati Markus, Miranda Macpherson, Beverly Lanzetta, Cynthia Jurs, Camille Helminski, Sera Beak, Cynthia Bourgeault, Devaa Haley Mitchell, Pat McCabe, Dorothy Walters, la rabina Tirzah Firestone, Eve Ilsen, Laurie Anderson, Sharon Salzbeg, Pema Chödrön, Taj Inayat Kahn, Diane Berke, Tessa Bielecki, la rabina Leah Novick, la hermana Greta Ronningen, la yogacharya Ellen Grace O’Brian, la doctora Clarissa Pinkola Estés, Nina Rao, Ondrea Levine, Mirabai Bush, la doctora Joanne Cacciatore, y otras muchas mujeres más cuyas alas salvajes y misericordes nos ayudan a todas a elevarnos. Gracias a todas las personas que entrevisté, tanto si llegué a plasmar sus palabras en este libro como si no lo hice, incluidas Lisa «Kishan» Seepaul, Billy Stewart y Jeannie Zandi.
Mi gratitud infinita a mi amigo de toda la vida y hermano mayor y gurú Ram Dass. Tu amor por lo femenino sagrado y tu relación íntima con los grandes estilos sapienciales del mundo han influido en todo lo que hago y lo que soy. Gracias por mantenerte siempre en contacto para interesarte por lo que escribo, y por escucharme atentamente y apoyar mi obra con la claridad de un sabio… ¡y el entusiasmo de un tío carnal!
Mi amistad con otros personajes relevantes del cambio social, como la reverenda ángel Kyodo Williams, Christena Cleveland, Mona Haydar y Anita Rodríguez, ha dado un vuelco a mi mundo y lo ha transformado para bien. Aunque estaba terminando este libro sobre la sabiduría interconectada de lo femenino desde todas las tradiciones espirituales, mi conciencia estaba despertando a todo aquello que tiene que ver con el privilegio de los blancos, la espiritualidad blanca, y con las preguntas que me iban surgiendo sobre el racismo inconsciente, que me hicieron desear reestructurarlo todo de nuevo a la luz de estos temas (cosa que no hice). Ahora que este barco ya ha zarpado, sé que nunca podré regresar a la tierra de la bendita ignorancia sobre todas las maneras en que las tradiciones que he abrazado fueron responsables del sufrimiento del pueblo que amo. La aventura continúa.
Doy las gracias a las jóvenes que están presentes en mi vida y avanzan con voz brillante y profética, voces que necesitamos con suma urgencia, y cuya obra me siento honrada de apoyar con todo mi amor: Mona Haydar, Vera de Chalambert, Lyla June Johnston, Callie Little, Rachel Halder, Ganga Devi Braun, Melani Moser, Cora Neumann, Jaime Grechika, Phileena Heuertz, Kate Sheehan Roach, Jennifer Alia Wittman, Adriana Rizzolo, LiYana Silver, y todas las mujeres que trabajan con tanto amor tras las bambalinas y comparten las enseñanzas de Ram Dass y el darshan de Neem Karoli Baba con el mundo.
Mi círculo de amigas es una fuente inagotable de fuerza, humor y perspectiva: Jenny Bird, Tot Tatarsky, Nancy Laupheimer, Tania Casselle, Tara Lupo, Kausalya Karen Pettit, Julie Tato, Brady Hogan, Jean Kenin, Sara Morgan, Susan Berman, Bobbi Shapiro, Kate Rabinowitz, Satrupa Kagel, Toinette Lippe, Kelly Notaras, y muchas otras hermanas mías del alma. Cada una de vosotras habéis contribuido a este libro de una manera que ignoro si conocéis. Vuestro ejemplo viviente de misericordia salvaje enriquece mi vida y traspasa todo límite.
Y a todos los hombres que habéis conmovido mi vida con vuestra ternura, vuestra vulnerabilidad y predisposición a escuchar atentamente y apoyar lo femenino, os doy mi más sinceras gracias.
Muchas de las prácticas más profundas que presento en este libro son ejercicios escritos. Pocos métodos conozco que sean más transformadores que practicar la escritura automática durante unos 10 o 20 minutos en respuesta a una señal evocadora.
Te animo a que hagas una lista de temas, además de los que presento en este libro, y los uses para tus sesiones de práctica de escritura, en solitario, con una compañera o con más gente incluso.
A continuación, verás algunas directrices que he adaptado de mi amiga y mentora Natalie Goldberg, autora reconocida de Writing Down the Bones, Wild Mind y muchos otros libros que consideran la escritura una práctica espiritual.
A continuación te presento algunos de los términos clave de este libro definidos en mi propio idioma, que es el Mirabai, tanto si se ajustan como si no a la teología establecida.