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Índice

Portada

Ediciones Granica

Créditos

Prefacio

Bienvenidos

Nuestro iceberg jamás se derretirá

¿Y ahora qué hago?

¿Un problema? ¿Qué problema?

Yo no puedo hacer esto solo

La gaviota

El orden del día

Buenas noticias y malas noticias

Los exploradores

El segundo turno

El cambio más notable

El cambio y el éxito

El proceso de ocho pasos para el cambio exitoso

El papel de pensar y sentir

Recursos adicionales: portales web

El origen del libro

Acerca de los autores

Contratapa

Selección de títulos

Portada

John Kotter - Holger Rathgeber

Ilustraciones: Peter Mueller

Nuestro iceberg se derrite

Cómo cambiar y tener éxito en condiciones adversas

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Buenos Aires – México – Santiago – Montevideo

Ediciones Granica

© 2013 by Ediciones Granica S.A.

www.granicaeditor.com

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Créditos

Kotter, John

Nuestro iceberg se derrite: cómo cambiar y tener éxito en condiciones adversas / John Kotter y Holger Rathgeber.

1a ed.–Buenos Aires : Granica, 2014.

E-Book.

ISBN 978-950-641-774-1

1. Coaching. I. Rathgeber, Holger II. Título

CDD 158.1

Fecha de catalogación: 08/08/2013

© 2013 by Ediciones Granica

© 2013 John Kotter, Holger Rathgeber

Título original: Our iceberg is melting

Publicado por St. Martin’s Press, Nueva York, 2005.

Diseño de Tapa: El ojo del huracán

Conversión a EPub: Daniel Maldonado

Reservados todos los derechos, incluso el de reproducción en todo o en parte, en cualquier forma.

Prefacio

A primera vista, este maravilloso libro parece ser una sencilla fábula fácil de leer y entender; pero ésa es exactamente la punta del proverbial iceberg.

Al trabajar con John Kotter en la Escuela de Negocios de Harvard, me di cuenta de que él sabe más sobre el cambio en las organizaciones que cualquiera en cualquier rincón del mundo. Líderes y gerentes de todas partes han leído su muy respetado libro Leading Change y descubierto que utilizar sus ocho pasos es la mejor manera de asegurar que el cambio organizacional se dé con éxito.

¿Qué tiene eso que ver con la mayoría de nosotros?

Pues bien, gracias a Nuestro iceberg se derrite, todos los que trabajan en cualquier tipo de empresa y eso quiere decir la mayoría de la gente pueden ahora descubrir cómo utilizar los ocho pasos y disfrutar de más éxito en estos tiempos cambiantes.

El profesor Kotter y su igualmente creativo coautor, Holger Rathgeber, nos permiten ver cómo un grupo de pingüinos en condiciones adversas utilizan los pasos, aparentemente sin saberlo. Así trabaje usted en un negocio, o en el negocio de la vida, sea el presidente de una empresa o un estudiante de secundaria, podrá derivar lecciones de esta historia.

Una pregunta que todos pueden hacerse es: «¿Cuál es mi “iceberg”, y cómo puedo poner en práctica lo que he descubierto en este relato?». Después, ¿por qué no compartirlo con sus compañeros de trabajo? Al fin y al cabo, las cosas generalmente resultan mejor cuando todos van en pos de un mismo objetivo.

Spencer Johnson, M.D.

Autor de ¿Quién se ha llevado mi queso? y coautor de El ejecutivo al minuto.

Bienvenidos

El que acierte a controlar bien el cambio prosperará grandemente; el que no sepa hacerlo correrá un riesgo.

Con demasiada frecuencia las organizaciones no ven la necesidad del cambio. No identifican correctamente qué deben hacer, o cómo actuar para que suceda, o para que se mantenga. Esto les ocurre a las empresas; a las instituciones educativas; a las naciones.

Hemos estudiado el desafío del cambio durante décadas. Conocemos las trampas en que puede caer aun la gente más inteligente, y también conocemos los pasos que pueden asegurar el éxito del grupo. Nuestro propósito es mostrar lo que hemos encontrado.

Nuestro método es mostrar, más que dar instrucciones, y lo haremos utilizando la fábula, que a través de los siglos ha demostrado ser la manera más eficaz de impartir enseñanzas.

Las fábulas pueden tratar asuntos graves, complejos y amenazadores y hacerlos claros y comprensibles.

Las fábulas pueden ser memorables, a diferencia de la mayor parte de la información con que hoy nos bombardean por todas partes y que mañana se habrá olvidado. Pueden estimular el pensamiento, darnos valiosas lecciones e inspirarnos, a todos –jóvenes y viejos– para que saquemos provecho de ellas. En nuestro mundo moderno de alta tecnología es fácil pasar por alto esta sencilla pero profunda verdad.

La historia que se cuenta a continuación trata de la vida en un mundo cambiante. Habla de las cuestiones básicas, ésas que son difíciles de resolver en la vida real.

Si el lector sabe mucho sobre el escenario en que hemos situado nuestra historia –la Antártida– verá que, como sucede siempre en las fábulas, la vida no es exactamente como se presentaría en un documental de la National Geographic. Si cree que una historia divertida sobre los pingüinos tiene que ser para niños de corta edad, o por lo menos con mucha menos experiencia que usted, pronto verá que este libro aborda problemas que a todos nos dan mucho trabajo.

Para el que quiera leer algo acerca de la historia de este libro y sobre qué relación guarda con el tradicional «libro Kotter» o cómo puede ayudarle en una era de cambio, podrá consultar ese material, a partir de la página 123.

Si esto no le parece necesario, busque una silla cómoda y siga leyendo.

Nuestro iceberg jamás se derretirá

Érase una vez una colonia de pingüinos que vivía en la helada Antártida, en un bloque de hielo flotante, no lejos de lo que hoy llamamos el cabo Washington.

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Hacía muchos, muchísimos años que el iceberg estaba en ese sitio. Grandes muros de nieves perpetuas se erguían en la superficie y daban abrigo a los pingüinos durante las duras tormentas de invierno. El mar que lo rodeaba era rico en alimentos.

Hasta donde llegaba la memoria de cualquiera de los pingüinos, la colonia siempre había vivido en ese iceberg. «Éste es nuestro hogar», decían si alguien se aventuraba a descubrir su mundo de hielo y nieve.

También decían, con buena lógica desde su punto de vista: «y será siempre nuestro hogar».

En esas latitudes, el desperdicio de energía mata. En la colonia todos sabían que tenían que permanecer estrechamente unidos para sobrevivir, y habían aprendido a depender los unos de los otros. Se comportaban a menudo como si fueran una gran familia (lo cual, desde luego, puede ser bueno o malo).

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Los pájaros eran realmente hermosos. Se llamaban pingüinos emperador. Constituían el más numeroso de los diecisiete tipos de animales de la Antártida. Parecían estar perpetuamente vestidos de etiqueta.

Doscientos sesenta y ocho pingüinos vivían en la colonia. Uno de ellos era Fico.

Fico se parecía a los demás de su especie y actuaba más o menos como ellos. Un observador cualquiera podría haberlo caracterizado, o bien como «gracioso» o bien como «respetable», a menos que a uno en realidad no le gusten los animales.

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Pero Fico era distinto de los demás pingüinos por un aspecto muy importante: era extraordinariamente curioso y observador.

Algunos pingüinos se pasaban el día cazando criaturas del mar, cosa muy necesaria puesto que en la Antártida no había nada más que comer. Fico pescaba menos y estudiaba más el bloque de hielo flotante y el mar.

Otros pingüinos pasaban gran parte del tiempo con sus amigos y parientes. Fico era buen esposo y padre pero dedicaba menos tiempo que otros al trato social. A menudo se iba solo a tomar notas de lo que observaba. Aguien podría pensar que era un pájaro raro, tal vez un pingüino de esos en cuya compañía sus congéneres no se sentían muy a gusto. Pero no era así. Fico solo hacía lo que creía su deber, y lo cierto es que cada día aumentaba su alarma por lo que veía.

Tenía un maletín lleno de observaciones, ideas y conclusiones. (Sí, un maletín. Ésta es una fábula.) La información era cada día más y más alarmante. La información empezaba a decir a gritos:

¡El iceberg se está derritiendo y pronto puede resquebrajarse!

Si el iceberg estallase de pronto en mil pedazos sería un desastre para los pingüinos, sobre todo si esto ocurriese en medio de una tormenta de invierno. Muchos de los más viejos y de los más jóvenes sin duda perecerían. ¿Quién podía prever todas las consecuencias? Como sucede siempre en los siniestros inesperados, no había ningún plan para hacer frente a semejante catástrofe.

Fico no solía caer fácilmente presa del pánico, pero cuanto más estudiaba sus observaciones, más se inquietaba.

Comprendía que tenía que hacer algo, aunque no estaba en condiciones de hacer pronunciamiento alguno ni de ordenar cómo habían de actuar los demás. Él no era uno de los dirigentes de la colonia, ni siquiera hijo, hermano o padre de algún líder. Carecía, por lo demás, de antecedentes que lo autorizaran como pronosticador de bloques de hielo.

Y recordaba muy bien cómo habían tratado los pingüinos a su amigo Enrique cuando éste se atrevió a decir que su hogar se estaba haciendo más frágil. Nadie pareció interesarse en ese asunto y cuando Enrique trató de presentar algunos indicios, sus esfuerzos solo merecieron comentarios como:

«Enrique, tú te preocupas demasiado. Cómete un calamar y te sentirás mucho mejor.»

«¿Frágil? Salta y rebota, Enrique; haznos saltar y rebotar a cincuenta de nosotros a la vez. ¿Ocurre algo? ¿Eh?»

Algunos pájaros no hicieron ningún comentario pero de ahí en adelante trataron a Enrique de otra manera. El cambio fue sutil; sin embargo, Fico lo notó: estaba bien claro que ese cambio no era favorable.

Fico se sintió más bien solo.

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