Con pragmática habilidad, simple teoría, filosa ironía y gran sentido del humor, Manuel Sbdar contribuye con su trabajo a que los hombres de negocios aflojemos el nudo de nuestras corbatas, muchas veces inútilmente ceñido.

Juan Sarquis, Gerente de Banca Minorista del Banco Galicia

Prólogo

El laburo, la mejor (¿o la única?) escuela.

“Con guita cualquiera es vivo, son anzuelos los canarios”. Norberto Aroldi en “Pa’que sepan cómo soy”, 1951.

¿Cuál es la diferencia entre “hacer negocios” y “hacer empresas”?

Toda empresa vive haciendo negocios, pero hacer negocios no necesariamente implica hacer empresa.

Cuando pregunto en el aula a los empresarios mayoritariamente pymes que asisten a la Escuela de Negocios de MATERIABIZ el motivo por el cual están ahí sentados, me contestan que están ahí porque son empresarios. Cuando repregunto por qué son empresarios, obtengo muchas respuestas diferentes que podrían resumirse o agruparse en dos grandes categorías: los voraces y los trascendentales. Voraces son aquellos que buscan ganar dinero, acumular dinero, derrochar dinero. Dinero por el dinero mismo. ¿Y para qué querés acumular tanto dinero? Para poder acumular más dinero todavía.

Entre los “trascendentales” nos encontramos con personas que buscan hacer algo que les dé placer. También dejar, una vez que no estén sobre esta tierra, un legado que los trascienda físicamente. La continuidad de la persona en sus ideas o en sus creaciones. Para ellos, la empresa es, por sobre cualquier otra cosa, “su” creación.

Si bien sobre motivación nadie puede sentenciar lo que está bien y lo que está mal, sí podemos acercarnos a lo que las diferentes motivaciones provocan a unos y a otros.

Los voraces buscan hacer negocios. Hoy pueden estar comprando y vendiendo oro, mañana soja, pasado futuros, opciones o bitcoins (último invento del mundo financiero virtual). Para hacer esos negocios hace falta, al menos, uno de estos dos insumos: información y/o capital.

Quien tiene la información acerca de qué barrio de la ciudad se va a convertir en un “polo tecnológico” y con esa información compra un terreno esperando que, en pocos meses, suba de precio por su recalificación, está haciendo un negocio. En este caso, este señor contó con los dos elementos: información y capital. Información privilegiada (¿ilegalmente privilegiada?). Y también contó con capital.

El capital es amigo, muy amigo diría yo, de la información privilegiada. El capital no tiene sensores para distinguir entre la legalidad o la ilegalidad de un privilegio. Al capital le interesa la recuperación y la multiplicación del capital. Esto es, en cuánto tiempo se recompone, en cuánto tiempo se rehace y está en condiciones de volar a otros negocios.

Preferentemente, de información privilegiada.

¿Está mal hacer este tipo de negocios? No. Está mal hacer negocios ilegales e ilegal es tanto comprar y vender productos ilegales, como comprar y vender con información privilegiada. Ahora, si bien no existe nada irregular en comprar algo a 5 para venderlo a 7, hay que decir con todas las letras que ese pase de manos NO crea riqueza.

“Fabricar” empresas es otra cosa. Para fabricar empresas, y más aún para que estas sean sustentables, la información (por privilegiada que sea) no alcanza. Es necesario comenzar a hablar de conocimiento, un concepto mucho más amplio. No alcanza con “el dato” que logre una ganancia-por-pase-de-manos. Es necesario conocimiento sobre modelos que hagan más inteligentes las decisiones de gestión.

Conocimiento que permita decidir cuánta materia prima comprar, cuál es el recorrido óptimo para el reparto de los productos que se vendieron, qué precios establecer para esos productos, cuál es la mejor estructura financiera a adoptar...