La colección Emaús ofrece libros de lectura
asequible para ayudar a vivir el camino cristiano en el momento actual.
Por eso lleva el nombre de aquella aldea hacia la que se dirigían dos discípulos desesperanzados cuando se encontraron con Jesús,
que se puso a caminar junto a ellos,
y les hizo entender y vivir
la novedad de su Evangelio.
Joan Febrer
Queremos ver a Jesús, de la mano de Juan
Col·lecció Emaús 102
Centre de Pastoral Litúrgica
CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA
Calle Nápoles 346,1 08025 Barcelona
www.cpl.es
Ilustración de la cubierta: Jesús y la samaritana, en San Apollinare Nuovo de Rávena
Diseño de la cubierta: Mercè Solé
No está permitida la reproducción total o parcial de esta obra por
cualquier procedimiento sin la autorización escrita de la editoria
Edición Digital: febrero de 2020
ISBN: 978-84-9165-296-0
Quiero dedicar este libro a los hermanos presbíteros Flavio, Isidoro y Williams, de la comunidad católica de Bluefields (Nicaragua), que me acogieron en su casa como a un hermano y me dieron a compartir con ellos una misma solicitud pastoral; y también a las amigas Miriam, Inés y Verónica, compañeras en esta pequeña aventura. La idea de este escrito nació y empezó a cobrar forma justamente allí en julio de 2011.
Joan Febrer Rotger
Introducción
Aún hoy son muchos los que, desde intereses diversos, buscan a Jesús.
Este libro es fruto de una búsqueda que quiero compartir con todos los que buscan a Jesús. Como aquellos griegos de Jerusalén que manifestaron a Felipe su deseo de “ver a Jesús”, también nosotros estamos interesados como ellos en verle. Haremos llegar nuestra demanda a quien nos pueda facilitar el encuentro. Lo queremos ver no simplemente para saber más cosas de él, sino para encontrarnos con él, para entrar en contacto con él para ver si descubrimos o redescubrimos su secreto y él nos ilumina con su luz.
Hemos recorrido muchos caminos en busca de sentido: desde confiar totalmente en que los cambios sociales, políticos, eclesiales nos llevarían a un futuro más justo y claro, pasando por la ciencia como última explicación de todo, y por las nuevas tecnologías como posibilitadoras de casi todo, hasta experimentar un cierto vacío que hemos querido llenar con métodos nuevos de auto-ayuda y filosofías orientales. Siempre nos queda abierta la cuestión de si el sufrimiento, el fracaso, la misma muerte, pueden formar parte de un proyecto global de vida que dé sentido a todo.
Quizá iríamos de noche a ver a Jesús, como Nicodemo, porque caminamos a tientas en una cierta confusión, y desde un ambiente donde confesarse públicamente cristiano no está de moda. Como aquellos primeros seguidores surgidos de las filas del Bautista y cautivados por la sinceridad del predicador del desierto, también nosotros le pediremos al maestro Jesús: “¿Donde vives? ¿Dónde está tu casa? ¿Cuál es tu secreto? ¿Lo puedo compartir?” Como ellos aceptaremos la misma amable invitación, “venid y lo veréis”, sin saber bien dónde nos llevará esta busca.
Vayamos, pues.
Quien nos guiará en esa búsqueda es Juan, el evangelista. Lo haremos de su mano, él que, según una antigua tradición escribió el cuarto evangelio “para que los lectores crean y tengan vida”. Confiamos en su testimonio de primera mano, así como la profundización llevada a cabo en su comunidad. Nos tomamos en serio su escrito que vemos como resultado de un viaje interior que ha conducido a muchos discípulos a una perspectiva nueva desde la que han empezado a cobrar sentido palabras y obras de Jesús de Nazaret antes enigmáticas y oscuras.
Soy consciente de que el evangelio de Juan, leído superficialmente y conocido fragmentariamente, tiene unos peligros que quiero señalar, como serían que nos llevase a:
● infravalorar la humanidad de Jesús en favor de su divinidad, ya que Jesús es presentado más como Hijo de Dios que como hijo del hombre;
● justificar una oposición Iglesia-mundo como si la Iglesia fuese un búnker-refugio inmune al exterior, por el hecho de que subraya, en muchos pasajes, como una incompatibilidad irreconciliable entre el mundo y Jesús;
● legitimar la animadversión de los cristianos contra los judíos que son genéricamente tratados como enemigos de Jesús y de sus discípulos;
● fundamentar, en consecuencia, la intolerancia y la oposición a todo diálogo con los que no son de los nuestros debido a la radicalidad con que se presenta el dilema de creer en Jesús o rechazarlo.
Quisiera, con mi lectura de Juan, evitar estos peligros. Es cierto que el evangelio de Juan es un libro duro en muchas de sus expresiones; y resulta chocante en una sociedad líquida como la nuestra, donde van y vienen convicciones débiles y se va extendiendo una mentalidad humildemente relativista. Alguien quizá lo rechazará por indigesto. Debajo de su corteza dura yo he redescubierto una humanidad compasiva y leal; en él he visto un enorme potencial para nuestra vida de creyentes en este mundo, a condición, eso sí, de que sea leído desde dos coordenadas:
● su contexto histórico de finales del siglo I, en que el imperio romano se endureció y no toleró la disidencia de los ciudadanos pertenecientes a la secta cristiana; y cuando cristianos y judíos se separaron tratando unos y otros de definir por oposición su identidad;
● y la situación actual con sus retos y búsquedas en una sociedad ampliamente secularizada y global, en la que se mezclan culturas, morales y religiones con una relación que va desde posturas fundamentalistas, pasa por la indiferencia o inicia formas inéditas de diálogo.
He hecho una lectura y relectura del evangelio de Juan desde el principio hasta el final esforzándome en ver la coherencia interna y buscando una comprensión, más allá de la letra, a la luz del Espíritu de la Verdad como guía a una verdad más amplia, profunda y sincera. Es desde esta lectura que el evangelio de Juan me ha permitido un nuevo encuentro con el hábitat de Jesús y con su rostro.
No quisiera que esta lectura mía del evangelio de Juan sustituyese la lectura directa del mismo evangelio, sino que animase a muchos a hacerla personalmente y en grupo.
COSAS A TENER EN CUENTA
I. LA ESTRUCTURA
PRÓLOGO: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (1,1-18)
A. SIGNOS Y DIÁLOGOS (1,19—12,50)
1. Testimonio de Juan Bautista y primeros discípulos de Jesús (1,19-51).
2. Las bodas de Caná (2,1-12); inicio de los signos antes de la Hora.
3. La purificación del Templo y la destrucción/reedificación de este santuario (2,13-24).
4. Jesús y el maestro de Israel Nicodemo: “Nacer del agua y del Espíritu” (3,1-21).
5. Jesús y Juan Bautista, el esposo y el amigo del esposo (3,22-36).
6. Jesús y la Samaritana en el pozo de Jacob: “Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna” (4,1-42).
7. Curación del hijo del funcionario real: “Tu hijo está curado” (4,43-54). Segundo signo.
8. Curación de un hombre en la piscina de Betesda en sábado: “Levántate, toma tu camilla y echa a andar” (5,1-18). La autoridad del Hijo que trabaja igual que el Padre (5,19-47).
9. Cerca de la Pascua, el signo de la multiplicación de los panes y los peces (6,1-15). En Cafarnaún con los discípulos: Jesús, pan de vida. Abandono de muchos y confesión de Pedro (6,16-71).
10. En la fiesta de las Tiendas: enseñanzas de Jesús y desacuerdos sobre quién es y de dónde es Jesús. No ha llegado la Hora (7,1-53).
11. La mujer adúltera (8,1-11).
12. Jesús, luz del mundo, enviado del Padre, más que Abrahán. Acusaciones e intento de lapidación (8,12-59).
13. Curación de un ciego de nacimiento en la fuente del Enviado –”Yo era ciego y ahora veo”– y reacciones (9).
14. Jesús Buen Pastor: relación con las ovejas y con el Padre: “Yo y el Padre somos uno”. Nuevo intento de lapidación (10).
15. Muerte y resurrección de Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida”. Reacciones: decisión de eliminar a Jesús (11).
16. Unción de Jesús en Betania con el perfume de la sepultura (12,1-11).
17. Entrada en Jerusalén: “Ha llegado la Hora”. Conclusión y balance (12)
B. LA HORA DE LA GLORIA DEL HIJO (13–20)
1. Antes de la Pascua, el Maestro y Señor lava los pies de los discípulos: en la mesa Pedro, el discípulo amado, y Judas. El mandamiento nuevo (13).
2. Discurso de despedida: Jesús, camino, verdad y vida. Preguntas de Tomás y Felipe (14,1-14).
3. Promesa del Paráclito, el Espíritu de la verdad. “Levantaos y vámonos” (14,15-31).
4. Jesús la vid: hay que estar unidos para dar fruto en la misión por todo el mundo (15,1-17).
5. Como Jesús, los discípulos odiados por el mundo, y la acción del Defensor, el Espíritu de la verdad. Jesús ha vencido al mundo (15,18–16,33).
6. Plegaria de Jesús: “Que sean uno” (17).
C. PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN (18–20)
1. Detención. Comparecencia ante Anás y Caifás, negaciones de Pedro (18,1-27).
2. Ante Pilato: el testigo de la verdad es condenado a muerte como rey de los judíos y crucificado (18,28–19,27).
3. Testimonio sobre el traspasado y sepultura (19,28-42).
4. El sepulcro vacío. aparición a María Magdalena y a los discípulos (20,1-29).
EPÍLOGO (20,30-31).
APÉNDICE: Aparición a los discípulos en el lago. Jesús y Pedro y el discípulo amado. Conclusión (21).
II. EL PROCESO DE ELABORACIÓN
El cuarto evangelio es fruto de un largo proceso de elaboración en el cual unos cristianos, que formarían las llamadas comunidades joánicas, habrían ido ahondando en el conocimiento del misterio de Cristo a la luz de la Pascua y guiados por el Espíritu de la Verdad. Muchos indicios hacen pensar en un redactor que ha dado unidad y coherencia al texto definitivo que tenemos en nuestras manos.
En este proceso podemos distinguir tres etapas:
● Primera generación (desde Jesús hasta el año 70): se forma el núcleo original o evangelio básico procedente de un testimonio de primera mano, que ha visto y escuchado (19,35). Contiene detalles de lugares, conceptos provenientes de fuentes distintas de los sinópticos. Contiene informaciones sobre: el Bautista y Jesús, la actividad terapéutica de Jesús, tradiciones independientes diversas, palabras de Jesús, historia de la Pasión, relatos pascuales.
● Segunda generación (desde el 70 hasta el 90 aproximadamente): los primeros testimonios van desapareciendo y se ponen por escrito las tradiciones orales. Judíos y cristianos definen su identidad. En las comunidades joánicas se profundiza en la relación Jesús-Dios a través de discursos y diálogos insertos en aquella primera colección. Jesús es el Hijo Enviado del Padre, superior a Abrahán, Moisés, el Templo. Con él, las antiguas fiestas quedan superadas.
● Tercera generación (finales del siglo I hasta principios del II): de este período sería la definitiva redacción del evangelio con el nuevo epílogo añadido del c. 21, así como las tres cartas atribuidas a Juan. Se subraya la igualdad y unidad de Jesús con Dios y se da respuesta a problemas nuevos surgidos recientemente: el papel de la autoridad pastoral de Pedro, la alerta contra los falsos profetas que infravaloran o niegan la humanidad de Cristo, y el mandamiento nuevo por él enseñado, rivalidades de poder en el interior de las comunidades.
Fuente: Así empezó el cristianismo,
de R. Aguirre y otros. Ed. Verbo Divino, Estella, 2011