1 J.R.R. Tolkien, «Sobre los cuentos de hadas», en Cuentos desde el Reino Peligroso, Minotauro, Barcelona 2009, pp. 316.
2 Jacob Grimm. Citado en Cosquin, E. «Sobre el origen y la propagación de los cuentos populares europeos», en Menéndez Pidal, R. Antología de cuentos de la literatura universal, Labor, Barcelona 1958, p. 1038.
3 Bettelheim, Bruno. Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Crítica, Barcelona 2010, p. 16.
4 Ver «Las transformaciones de los cuentos maravillosos» en Propp, Vladimir, Morfología del cuento, Fundamentos, Madrid 1992, p. 158.
5 La fuente original de estos cuentos es la Vitae Patrum, también llamada Vidas de los Padres del yermo, del desierto o de la Tebaida. Una edición accesible en español es la que se encuentra en los volúmenes LXXIII y LXXIV de la Patrología latina de Jacques-Paul Migne, digitalizada y disponible en Internet en Documenta Catholica Omnia.
6 Una versión adaptada y actualizada de este clásico de la literatura puede encontrarse en: Lasala, Magdalena. Cuentos de la Disciplina Clericalis, Prensas de la Universidad de Zaragoza, Zaragoza 2013. El prólogo corre a cargo de Mª Jesús Lacarra, probablemente la mayor especialista en esta obra medieval y traductora de la obra, junto con su madre Esperanza Ducay, en: Alfonso, Pedro. Disciplina clericalis, Guara, Zaragoza 1980.
7 De la Vorágine, Santiago. Leyenda Dorada (vol. I y II). Alianza Forma, Madrid 2011.
8 Lozano Escribano, Jacinto (trad.) y De la Torre Rodríguez, Ventura (trad.), Gesta Romanorum, Akal, Madrid 2004.
9 Der Wolf und die sieben jungen Geißlein. Jacob y Wilhelm Grimm/KHM 005 (Cuentos de la infancia y del hogar, nº 5). ATU 123. Adaptado del original por el autor.
10 Ver Teresa de Jesús, Camino de perfección. Cántico, Alcoy 2011, p. 166 (adaptado al castellano actual por Raúl Alonso).
11 Bernardo de Claraval, citado en Jiménez, E. Padrenuestro. Fe, oración y vida. Caparrós, Madrid 2006, p. 234.
12 ATU-124: Los tres cerditos. Versión del autor sobre las de: Jacobs, Joseph, English Fairy Tales, David Nutt, Londres 1890, pp. 68-72; Orchard Halliwell, James, The Nursery Rhymes of England (primera versión conservada por escrito y fuente de la de Jacobs), Frederick Warne and Company, Londres 1886, pp. 37-41; Lang, Andrew, The Green Fairy Book, Longmans, Green and Company 1906, pp. 100-105 y Gillett, Burt, Walt Disney’s Silly Symphony: Three Little Pigs, United Artists, 1933. La moraleja incluida en el comentario está extraída de A Treasury of Pleasure Books for Young People, edición de J. Cundall. Sampson, Low and Son, Londres 1856, p. 16.
13 ATU-709: Blancanieves. Versión del autor sobre Sneewittchen, Jacob y Wilhelm Grimm/KHM 053 (Cuentos de la infancia y del hogar, nº 53), versión de 1857 y Hand, David, Snow White and the seven dwarfs, Walt Disney Productions, RKO Radio Pictures, 1937.
14 Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 3, q. 1, a. 3, ad 3.
151 ATU-410: Bellas durmientes. Versión del autor sobre Dörnroschen, Jacob y Wilhelm Grimm/KHM 050 (Cuentos de la infancia y del hogar, nº 50), versión de 1857; Lang, Andrew, The Blue Fairy Book, 5ª ed. Longmans, Green and Company, Londres 1891, pp. 54-63, que traduce al inglés a Perrault, Charles: «La belle au bois dormant», en Histoires ou contes du temps passé, avec des moralitéz, París 1697 y Geronimi, Clyde, Sleeping Beauty, The Walt Disney Company, Walt Disney Studios Motion Pictures, 1959.
16 Sobre este tema recomiendo encarecidamente la lectura de Kaplan, A., Las aguas del Edén, Desclée De Brouwer, Bilbao 1992.
17 ATU-327: Los niños y el ogro. 327A-Niños abandonados por sus padres/Hansel y Gretel. ATU-1121: Brujas quemadas en su propio horno. Versión del autor sobre: Hänsel und Gretel, Jacob y Wilhelm Grimm/KHM 015 (Cuentos de la infancia y del hogar, nº 15), ediciones de 1812 y 1857 y Basile, Giambattista, «Nennillo y Nennella» en El Pentamerón, The Story of Stories, edición y traducción al inglés de J. E. Taylor, David Bogue, Londres 1848, pp. 370-78.
18 ATU-510: Heroína perseguida. 510A-La heroína es explotada por su madrastra y hermanastras. Versión del autor sobre: Lang, Andrew, «Cinderella or The Little Glass Slipper» en The Blue Fairy Book, 5ª ed. Longmans, Green and Company, Londres 1891, pp. 64-71, que traduce al inglés a Perrault, Charles: «Cendrillon, ou la petite pantoufle de verre», en Histoires ou contes du temps passé, avec des moralitéz, París 1697; y Jacobs, Joseph, «The cinder Maid», en Europa’s Fairy Book, GP Putnam’s Sons, Londres 1916, pp. 1-12.
19 De la Carta a Diogneto, en www.vatican.va.
20 ATU-328: El niño roba el tesoro del ogro. Versión del autor sobre: Lang, Andrew, «Jack and the Beanstalk» en The Red Fairy Book, Longmans, Green and Company, Londres 1895, pp. 133-145; y Jacobs, Joseph, «Jack and the Beanstalk», en English Fairy Tales, David Nutt, Londres 1890, pp. 59-67.
21 Argüello, Kiko, Anotaciones 1988-2014, Biblioteca de autores cristianos, Madrid 2016, p. 20.
22 ATU-425: Búsqueda del esposo perdido. 425-C: La Bella y la Bestia. Versión del autor sobre: LePrince de Beaumont, Jeanne-Marie, «Cuento de la Bella y la Fiera», en Almacén y biblioteca completa de los niños. Diálogos de una sabia directora con sus discípulas de la primera distinción, Julián Viana Razola, Madrid 1829, pp. 69-102; y Jacobs, Joseph, «Beauty and the Beast», en Europe’s fairy book, GP Putnam’s Sons, Nueva York 1916, pp. 34-41.
23 ATU-310: La doncella en la torre. Versión del autor sobre: «Rapunzel», Jacob y Wilhelm Grimm/KHM 012 (Cuentos de la infancia y del hogar, nº 12), versiones de 1812 y 1857.
24 ATU-333: Caperucita roja. Versión del autor sobre: «Rothkäppchen», Jacob y Wilhelm Grimm/KHM 026 (Cuentos de la infancia y del hogar, nº 26), versión de 1857; y Lang, Andrew, «Little Red Riding Hood» en The Blue Fairy Book, 5ª edición, Longmans, Green and Company, Londres 1891, pp. 51-53; que traduce a Perrault, Charles, «Le Petit Chaperon rouge», en Histoires ou contes du temps passé, avec des moralités: Contes de ma mère l’Oye, París 1697.
25 https://www.elmundo.es/madrid/2018/04/09/5aca7c3246163fc2258b4639.html.
26 Final de Caperucita Roja, «Rothkäppchen», Jacob y Wilhelm Grimm/KHM 026 (Cuentos de la infancia y del hogar, nº 26), versión de 1857.
Diego Blanco Albarova
Érase una vez el Evangelio en los cuentos
© El autor y Ediciones Encuentro S.A., Madrid, 2020
© Ilustraciones interiores e imagen de portada: Maialen Echaniz
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Colección 100XUNO, nº 67
Fotocomposición: Encuentro-Madrid
ISBN EPUB: 978-84-1339-344-5
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Para Óscar, mi padre, capitán de mar y guerra.
Para Paco, mi suegro, un hombre bueno.
Y para José, mi hijo, que ahora está jugando con ellos en el Cielo.
Deseamos que este libro quede absolutamente fuera del alcance de aquellos que no permiten a los pobres y humildes disfrutar de las migajas de la poesía.
Jacob y Wilhelm Grimm
Prólogo a los Cuentos de la infancia y del hogar
Índice
Introducción
Nota sobre los cuentos
1
Debajo del manzano te desperté
El lobo y los siete cabritillos
2
Será como en los días de Noé
Los tres cerditos
3
Historia de un alma
Blancanieves
4
Se alejó hasta el tiempo oportuno
La Bella Durmiente
5
Sexo, drogas e Instagram
Hansel y Gretel
6
La madrastra contraataca
La Cenicienta
7
Conquistar el Cielo
Jack y las judías mágicas
8
Crisálida
La Bella y la Bestia
9
Ketubá
Rapunzel
10
Moraleja
Caperucita Roja
Agradecimientos
Introducción
Sobre los cuentos de hadas
El ateo siente una creencia positiva de que no hay Dios. Yo no tengo esa creencia. Lo que tengo es una ausencia de cualquier razón para creer en Dios, como tampoco en las hadas. Veo perverso que a los niños se les eduque en falsedades cuando la verdad es tan hermosa. No puedo evitar preguntarme si una dieta de cuentos de hadas repletos de encantamientos y milagros, hombres invisibles incluidos, es dañina desde un punto de vista educativo. ¿Por qué los adultos promueven la credulidad de los niños?
Richard Dawkins
El cielo es un cuento de hadas para los que tienen miedo a la muerte.
Stephen Hawking
No quisiera parecer muy presuntuoso, pero debes saber que tienes en tus manos un libro de incalculable valor. No se debe a la destreza del autor, por supuesto, ni a la increíble belleza de sus ilustraciones. No. Es que este libro revela un montón de secretos que habían permanecido ocultos casi por completo en el mejor escondite del mundo, ese que está a simple vista justo delante de nuestras narices. Si conoces el camino que conduce al bosque de los cuentos de hadas donde viven Caperucita, Blancanieves y la Bella Durmiente junto con Jack y sus habichuelas, dos hermanos perdidos, un tierno ruiseñor, siete cabritillos, tres cerditos, una bestia, un lobo y un rey desnudo y presumido entre otros muchos personajes, tal vez puedas encontrar, allí escondidos, todos los secretos que viven con ellos. Pero, cuidado, porque son muchísimos los que, desde tiempo inmemorial, han intentado apoderarse de estos secretos y son muchos también los que se han jactado de haberlo conseguido, pero en la mayoría de los casos, lo único que han logrado ha sido disfrazar a los habitantes del bosque con las ideas preconcebidas que habían metido en sus mochilas antes de salir de casa. Eso es porque se acercaron al bosque por el camino equivocado. El folclore, la psicología jungiana, el marxismo, el estructuralismo, la historiografía, el psicoanálisis, el feminismo o la ideología de género lideraron muchas expediciones que pretendían desvelar los enigmas del bosque de los cuentos, pero todas ellas fracasaron porque no lograron atravesar la muralla de árboles que protege su gran tesoro del exterior.
Uno de los secretos más importantes de todos se lo reveló J.R.R. Tolkien a su amigo C.S. Lewis la noche del 19 de septiembre de 1931 usando unas palabras muy sencillas: «los mitos no son mentiras». Algún tiempo después, el mismo Tolkien reveló un segundo secreto, tan importante como el primero, en una conferencia a la que llamó Sobre los cuentos de hadas. El secreto era este: los cuentos contienen «un eco del evangelium en el mundo real1». Cuando escuché el primer secreto me di cuenta de que el viejo profesor de Oxford, al hablar de los mitos, se estaba refiriendo también a los cuentos de hadas. Jacob Grimm dijo que «los cuentos populares son los últimos ecos de los antiguos mitos»2 y demostró sobradamente la conexión entre mitos y cuentos en su Deutsche Mythologie al revelar que las correspondencias argumentales entre ambos no eran en absoluto coincidencias. Y por lo que parece, algo sabía de cuentos ese tal Grimm. Así que al decir que los mitos no eran mentiras también quería decir que los cuentos tampoco lo son. Tenemos aquí, por tanto, la primera de las razones por las que no deberíamos tomar los cuentos de hadas a la ligera, a saber:
1. Los cuentos son verdad
Respecto al segundo secreto, debo confesar que desde que leí por primera vez que los cuentos contenían un eco del Evangelio no he vuelto a dormir tranquilo. Así que son muchos años sin dormir tranquilo. Y como en algo había que ocupar las largas horas de vigilia y la televisión, salvo contadas excepciones, no daba para mucho (¡ay! aquellas noches en Cicely, en la consulta del doctor Fleischman...), entre libro y libro me dediqué a devorar cuentos de hadas, buscando ese eco del Evangelio del que hablaba el profesor. Sabía que estaba ahí porque Tolkien me había dicho que estaba: «no se trata solo de un consuelo para las tristezas de este mundo, sino de una respuesta al interrogante: ¿es eso verdad?». Una cosa era que los cuentos de hadas fuesen verdaderos a un nivel pedagógico o moralizante; ¿pero que fueran ecos del Evangelio? ¿En qué sentido, entonces, eran verdad los cuentos de hadas? ¿Era posible el obstinado final feliz? Si era verdad que la bruja acababa muriendo y la princesa se casaba con el príncipe, ¿qué significaba?
Miraba los cuentos y sus finales felices como quien mira una de esas ilusiones ópticas, esos dibujos en blanco y negro que muestran dos imágenes a la vez: ¿es una anciana o una muchacha? ¿Es un indio o un esquimal? Y sin darme cuenta, como suele ocurrir con estos dibujos, bastó un parpadeo para ver con toda claridad lo que se escondía detrás del primer vistazo. Y la misma sensación de asombro que te invade cuando logras ver el otro lado del mismo dibujo es la que se apoderó de mí cuando al fin comprendí por qué todo el mundo piensa que Eva comió una manzana en el Jardín del Edén, a pesar de que la Biblia en ningún momento especifica cuál fue la fruta prohibida. Todo se debía a una mala traducción, sí, pero también a una jovencita de piel tan blanca como la nieve, labios tan rojos como la sangre y cabellos tan negros como el ébano. Una jovencita, hija de Eva... y de Idún. Después, todo fue encajando de la forma más sencilla. No es difícil encontrar ese eco del Evangelio si sabes que está. Comprendí que la frase de Tolkien no era una insinuación críptica, sino una indicación objetiva. Busca y encontrarás. Por eso, esta se convirtió en la segunda razón por la que no conviene tomarse los cuentos de hadas a la ligera.
1. Los cuentos son verdad.
2. Los cuentos son ecos del Evangelio.
El tercer secreto lo reveló un hombre llamado Bruno Bettelheim en el estudio más conocido que existe sobre los cuentos de hadas, el famoso Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Ni el libro ni el autor pretendían ser considerados religiosos, más bien al contrario. Como Bettelheim quiso interpretar los cuentos de hadas bajo una perspectiva exclusivamente freudiana, para la cual la religión es considerada una neurosis, terminó por reducir su significado todo lo necesario con el fin de hacerlo encajar en los estrechos límites del ateísmo. Sin embargo, y he aquí el secreto, no le quedó más remedio que reconocer que: «La mayor parte de los cuentos de hadas se crearon en un período en que la religión constituía la parte fundamental de la vida; por esta razón, todos ellos tratan, directa o indirectamente, de temas religiosos (...). Muchos relatos occidentales poseen un contenido religioso, pero la mayor parte de estas historias están, hoy en día, olvidadas, siendo desconocidas para el gran público, precisamente porque, para muchos, estos temas religiosos ya no provocan asociaciones de significado universal ni personal»3.
Dicho de otro modo, el hombre moderno ignora el eco del Evangelio de los cuentos de hadas porque la religión ya no le dice nada y además no le interesa. Pero esto no quiere decir que el eco no esté presente. La afirmación de Bettelheim implica que en los cuentos de hadas existe una dimensión mucho más profunda que la psicológica, una capa rica en significado religioso que él mismo califica de importante y que, por desgracia, los especialistas han estudiado muy poco. De todos modos, lo más significativo de este tercer secreto era descubrir que esta dimensión religiosa de los cuentos de hadas no estaba formada por las creencias de las religiones paganas precristianas en las que previsiblemente fueron creados, sino que estaba compuesta por piezas de una fe eminentemente cristiana; al menos, como es lógico, en los cuentos de origen occidental, de igual manera que las narraciones de origen oriental estaban repletas de referencias al islam.
Es bien sabido que en sus primeros siglos de historia, el cristianismo tomó diversos aspectos del paganismo y los transformó, llenándolos de contenido nuevo, como una ayuda para dar a conocer los rudimentos mínimos de la religión a las grandes masas que pedían el bautismo, ya que a causa de su gran número no era posible iniciarlas en la fe como había sido norma hasta entonces. Así, se sustituyeron unas fiestas por otras, se cambió el uso de ciertos edificios o se añadieron algunos aspectos rituales al culto. De igual modo, la Europa cristiana fue adaptando paulatinamente sus antiguas fábulas, cuentos y leyendas de origen pagano y las cristianizó, después de examinarlo todo, quedarse con lo bueno y añadir lo que la tradición oral, con el paso de los años, fue considerando necesario.
Otro estudioso de los cuentos, el ruso Vladimir Propp, más importante que Bettelheim pero menos conocido para el gran público, también defendió sin tapujos el germen y contenido religioso de los cuentos de hadas: «podemos convencernos de que, en los cuentos maravillosos, las formas fundamentales están claramente vinculadas con representaciones religiosas»4. Pero lo que le otorga su verdadero valor a esta idea es que Propp la desarrolló bajo la vigilancia de los comisarios políticos del régimen soviético, una dictadura atea ante cuyas directrices tuvo que plegarse para poder sobrevivir, terminando por convertir sus estudios sobre los mitos heroicos en una serie de cuentecillos sobre superhéroes comunistas, cuya única misión, desde los albores de la humanidad, consistía en promover la revolución y la dictadura del proletariado. Sin embargo, a pesar de haber tenido que llegar a ese extremo, en ningún momento negó u ocultó el significado religioso de los cuentos de hadas, lo cual nos permite comprender hasta qué punto es evidente para todo aquel que los mire con cierta honestidad.
En este tercer secreto, los mayores estudiosos de los cuentos, sean ateos voluntarios como Bettelheim o ateos forzados como Propp, reconocen el eco religioso que existe en los cuentos de hadas, pero no han dedicado ningún esfuerzo en estudiarlos desde esa dimensión, ya que entraría en conflicto con su modelo de ateísmo. Por lo tanto, la tercera razón por la cual no conviene tomarse los cuentos de hadas a la ligera es esta:
1. Los cuentos son verdad.
2. Los cuentos son ecos del Evangelio.
3. Lo admiten hasta los ateos.
Quizá nunca nos hemos tomado en serio los cuentos de hadas. Tal vez porque no hemos comprendido que son las herramientas que de forma inmemorial ha utilizado el ser humano para captar los destellos de Dios en la creación e intentar comprender lo que le rodeaba. La tarea de todos los pensadores a lo largo de la historia de la humanidad ha consistido en responder a las preguntas fundamentales con las que el ser humano nace: ¿para qué vivo? ¿Por qué sufro? ¿Hay algo después de la muerte? Pero antes de que surgiesen los primeros filósofos tal como los conocemos, nuestros antepasados, por medio de los cuentos, ya intentaban explicar la realidad que habían logrado discernir entre las sombras. Esta es la razón por la que el mundo de los cuentos está más cerca de ti de lo que crees, porque su significado toca la raíz de tu existencia por medio de una fantasía que es más real que la propia realidad.
Los cuentos de hadas hablan de Dios, de su Hijo Jesucristo, de la historia de tu salvación. De hecho, cada cuento es una historia de salvación: de la princesa, del huérfano, del pobre. Así como el pueblo de Israel ha transmitido la fe de generación en generación por medio de los cuentos, sobre todo de los llamados midrashim,midrashimCuentos de la Tebaida,Disciplina clericalis de Pedro Alfonso de Huesca, en la 7Gesta Romanorum,Kinder und Hausmärchen, Cuentos de la infancia y del hogar,
Por eso no me sonrojo al decir que este libro tiene un incalculable valor, porque se lo dan los tesoros que contiene y que no vienen del autor. Este libro pretende descubrir alguno de estos tesoros sacando a la luz el eco escondido del Evangelio. Lo ofrezco como una pobre herramienta para ayudar a transmitir la fe a los niños de esta generación. Y es que me ha invadido una sensación familiar de urgencia, de prisa y de apremio al contemplar a estos niños a los que jamás les han contado los cuentos como son. A los que se los han cambiado contándolos al revés. De los intentos, honestos muchos de ellos, por estudiar e intentar comprender los cuentos desde diversas perspectivas, se ha pasado a demonizarlos y cambiarlos radicalmente con el fin de arrodillarlos al servicio de la ideología dominante. Espero que este libro te ayude a comprender por qué esto es tan grave, tanto como sería cambiar el texto del Evangelio. Esta es la cuarta y triste razón por la que no se deben tomar los cuentos de hadas a la ligera.
1. Los cuentos son verdad.
2. Los cuentos son ecos del Evangelio.
3. Lo admiten hasta los ateos.
4. Cambiarlos significa renegar de la verdad y del Evangelio.
No me detendré a profundizar en las raíces y las consecuencias de esta apostasía cultural. El formato de este libro nos exige entrar ya en el bosque de los cuentos, dejando inacabada, o mejor, apenas esbozada, esta cuestión. Pero si Dios quiere y la proverbial paciencia de mis editores lo permite, dentro de poco un nuevo libro se encargará de ello. De momento, toca ahora contemplar los cuentos de hadas desde la perspectiva del Evangelio. Interpretémoslos bajo este prisma, a ver qué encontramos. Adentrémonos en el bosque, deprisa, el lobo está a punto de devorar a siete inocentes muchachos que han hecho lo que han podido para esquivar sus engaños, pero no han logrado evitarlo.
Porque el lobo ha sido mucho más inteligente que ellos.