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EDITORIAL
Título: Un mundo para el olvido.
© 2019 Dioni Arroyo Merino.
© Diseño Gráfico y cubiertas: nouTy.
Director de colección y editor: JJ Weber.
Colección: Volution.
Crónicas cibernéticas vol.2
Primera edición marzo 2020
Derechos exclusivos de la edición.
© nowevolution 2020
ISBN: 978-84-16936-56-4
Edicición digital marzo 2020
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Para los que sueñan y para los que ambicionan los sueños,
sabedores de que son la semilla de la acción.
Para que gocen de un dulce despertar.
Los Sueños que se convierten
en historias; las historias que los lectores sueñan leer.
Quizá sea cierto que todo sea un sueño. Que nuestras vidas —nuestro pasado, nuestro presente y el futuro que imaginamos— no sean más que el sueño de un ser superior del que no sabemos su origen ni dónde se encuentra. Tal vez. Como tal vez la creación literaria, la chispa de la creación y su desarrollo, no sea otro asunto que nuestra entrada en el terreno desconocido y enigmático de los sueños sin que lo sepamos, y además sin la necesidad de estar dormidos, convirtiéndonos también en seres superiores; y que la literatura, y todo tipo de arte, resulte el reflejo de un sueño, o el reflejo de un espejismo tan extraño como creador de vida, o de ilusión de vida.
Lo que sí sé, es que Un mundo para el olvido, la nueva novela del escritor vallisoletano Dioni Arroyo, y él mismo me lo ha confesado, tiene su origen en un sueño inquietante que tuvo durante una lluviosa madrugada invernal poco después del día de su cumpleaños, en esa otra posibilidad de que la «chispa creadora» se origine mientras estamos dormidos, en ese viaje tan extraño hacia no se sabe qué lugar y del que regresamos cada mañana, como nos hizo ver Octavio Paz en uno de sus célebres textos; y en este sentido se une al grupo tan numeroso de autores que han escrito obras valiosas tras tener un sueño que les originó la posibilidad de una idea, de unos personajes, de un potente territorio y de una atmósfera para una historia que conmueva y perturbe los corazones de los lectores.
Cuenta Dioni Arroyo que aquella noche sufrió con las oscuras imágenes de unas terribles algas verdes que poblaban todo aquello que su mirada podía abarcar, en un mar inmenso que no reconocía, y en el que en su horizonte se estaba poniendo un sol que parecía gritar de angustia. Unas algas que le acechaban, porque él estaba dentro de ese mar, y al que no sabía cómo había llegado, ni sabía tampoco cómo salir de él. Fue un sueño que no parecía acabar, y del que se despertó, dice: «instantes antes de que una de esas algas fuera a llegar a mí, y seguramente hubiera acabado con mi vida…»
A partir de aquello, y como todo o casi todo le puede servir a un escritor para hacer buena literatura, y como también este sueño le acompañó en su memoria durante muchos días, Dioni comenzó a elaborar una trama que tuviera como protagonistas, o al menos que fueran uno de los protagonistas, a estas algas verdes que a quienes se acercaban les cambiaba su existencia.
El asunto es que fue creando de manera compulsiva, obsesiva, como el gran escritor vocacional lleno de entusiasmo que es, que ama su oficio sin ninguna cortapisa ni dejándose llevar nunca de manera muy inteligente por ningún desengaño, un argumento distópico, de pura ciencia ficción, que es el género que le ha llevado a convertirse en uno de los escritores de referencia en España de este tipo de literatura, con ya cinco novelas publicadas, aunque también ha frecuentado otros géneros en otros cinco libros más. Como podemos ver, es un narrador puro, un narrador total, un amante fiel de la literatura y que incluso tiene la suerte de sentirse amado por ella, y que se encuentra cómodo en cualquier terreno, haciendo caso únicamente a su necesidad de escribir la historia que debe escribir.
Y Dioni es capaz otra vez, para regocijo de todos sus lectores (a mí no me cabía ninguna duda), de lograr con esta su nueva obra otra novela destacable de ciencia ficción, sencilla en su estructura, pero que tiene varios y ricos niveles de lectura, con la que el lector no solo se engancha desde el primer párrafo y que lee en muy pocas horas, logrando una historia apasionante e increíblemente entretenida que mezcla con pulso maestro acción, intriga, suspense y un fino lirismo, y en la que también hay lugar incluso para el amor, una historia sentimental y romántica que rebosa ternura y calidez (Dioni borda siempre este aspecto porque él mismo es un auténtico romántico de buen corazón y lleno de espiritualidad), sino que además Un mundo para el olvido es un relato cargado de reflexión y crítica, de debate moral, político y filosófico, por todo aquello que puede seguir creando ese monstruo depredador que es el interés económico y el salvaje capitalismo, y lo que pueda depararnos también un futuro totalmente tecnologizado, y que estamos empezando a crear y del que somos testigos en nuestro presente, sin saber con certeza adónde nos conducirá, con qué consecuencias.
Con Un mundo para el olvido, con la que se puede comprobar que Dioni se encuentra en su madurez narrativa y en el dominio pleno de su oficio, y que le sigue manteniendo en la cumbre del panorama literario, nos hace ver de nuevo, dando la voz de alarma, que estamos ante todo un difícil reto en el que debemos estar en alerta. Para ello, no hay mejor género que la ciencia ficción para mostrarnos dónde nos encontramos, y para enseñarnos 'lo que puede ser', lo que podemos crear en un tiempo que llegará. Porque, al fin y al cabo, el futuro lo hacemos nosotros, lo crearemos nosotros, y está en nuestra mano elegir la mejor opción, aprovechando lo que tenemos para convertirnos en seres y en sociedades verdaderamente felices y libres, aplicando una mirada humanista, igualitaria y piadosa para con nosotros mismos, y no dejarnos arrastrar por todo aquello que pueda dañarnos y residir en un mundo que nunca deseamos ni esperamos, y que creo que tampoco merecemos. Como decía antes, si la vida no es más que un sueño, debemos hacer todo lo posible para que no se convierta en una tenebrosa pesadilla.
La ficción está y estará siempre de nuestro lado. "La literatura, el arte, nunca dejarán de ser nuestros compañeros cómplices para hacernos la vida mejor", decía Borges, y como también ha recordado en varias ocasiones el propio Dioni Arroyo en entrevistas y en conferencias. Con libros como los tuyos, querido amigo y compañero, y con todos los que vendrán, de eso no cabe duda: la literatura, tu literatura, se convierte en nuestro soñado y anhelado territorio. En un sueño del que nunca queremos salir.
Jorge D. Alonso Curiel
(Escritor y Crítico cinematográfico)
PRÓLOGO
Publicamos Fracasamos al soñar el verano del 2017, después de documentarme durante bastante tiempo sobre transhumanismo, la condición poshumana, el futuro de la I.A autoconsciente y leer abundante literatura ciberpunk.
Con aquella novela, la primera de mi colección de «Crónicas cibernéticas», quise enfocar el tema hacia las corrientes más antropológicas y filosóficas, dado que la mayor parte de literatura del mercado reflejaba el futuro tecnológico y científico, sin explorar la situación del ser humano, los dilemas éticos y el cuestionamiento de la libertad y de la nueva clase social que naciera de los que no tuvieran acceso a las nuevas tecnologías. Con Fracasamos al soñar tampoco quise descuidar los asuntos más hard de la ciencia ficción, y a pesar de retratar lo que podría llamar «un nuevo humanismo», investigué la deriva futurista en lo cotidiano, intentando mostrar cómo sería la vida de Jia y Logan en el 2047, sus usos y costumbres, alimentación e inventos tecnológicos que poseyeran la suficiente verosimilitud como para poder vislumbrarlos delante de nosotros. Tal vez esta fue la parte más complicada, más elaborada y que me empeñé en investigar e indagar, aprendiendo, yo que soy de letras, muchas cuestiones de ingeniería industrial y aeroespacial.
Disfruté de la tarea como un niño, lo reconozco, aunque mi objetivo era el lado social, que considero que, desde una visión antropológica, no estaba suficientemente explorado; así que, en mi humilde condición de antropólogo, me decidí a ofrecer mi versión de las teorías sobre el transhumanismo, dado que nos encontramos en un mundo en el que hay numerosos ingenieros, informáticos y personajes de las ciencias puras, pero en los que las humanidades nos vamos retirando como si fuésemos un estorbo, y si podemos realizar alguna aportación, esa es en la ciencia ficción, al abordar temas humanos y sociales, empatizando, comprendiendo los sentimientos ajenos e intentando desvelar los entresijos del futuro y en cómo nos afectarán.
Quienes leyeron el libro, supongo que extrajeron la conclusión de que es tan difícil oponerse al transhumanismo como apoyarlo, que todo depende de los argumentos a los que demos mayor peso y credibilidad, y que lo importante era abrir el debate, reflexionar y elaborar muchas y buenas preguntas. Al fin y al cabo ese es el espíritu de la ciencia ficción, el de advertir, prevenir, analizar y especular las consecuencias futuras de nuestras decisiones presentes.
Si ha servido para ello, me daré por satisfecho.
Fracasamos al soñar, ahora que han pasado dos años y se puede contemplar desde la distancia, recibió abundantes críticas positivas de personas inesperadas, de lectores a los que admiro, y que me animaron a continuar relatando historias sobre la misma temática. El libro agotó —hasta la fecha— dos ediciones, y también se encuentra en formato digital y en audiolibro, por lo que ha conseguido llegar a numerosos lectores de diversos países.
Con Un mundo para el olvido, deseo deslumbraros con una historia radicalmente distinta, un horizonte nuevo y personajes diferentes, pero en los que el transhumanismo jugará un papel determinante en su argumento.
Un mundo para el olvido es ante todo una novela de aventuras, de acción y amor, en la que las reflexiones antropológicas se hallan adheridas a la trama. Y he deseado que sea una novela corta, fulminante, de lectura ágil y agradable, pero con un mensaje que perdure en el tiempo, que se recuerde con los años. Es mi segunda entrega de las «Crónicas cibernéticas» y para mí es un honor volver a contar con el apoyo y el entusiasmo de una de las editoriales más dinámicas y singulares del mercado, como es Nowevolution.
En esta nueva «Crónica cibernética», he intentado que el entretenimiento marque el ritmo de la novela, y que gracias a él, surjan las preguntas y se deslicen las reflexiones sobre el futuro que le espera a nuestra especie.
Se desarrolla en otro planeta en el que he creado mitos, leyendas y otras formas de entender la convivencia, una nueva civilización que bien podría haber surgido en nuestro mundo hace muchos siglos. Y en ese planeta acuático repleto de misterios y peligros, es donde moran nuestros personajes, a los que tampoco trataré muy bien, y que tendrán que tomar decisiones en los que la ética volverá a ser fundamental. Al fin y al cabo, los dilemas éticos, una asignatura de la Antropología Social y Cultural en la que me licencié, son los que miden nuestra calidad humana, los que, algún día, nos salvarán de la extinción.
Si os gustó Fracasamos al soñar, estoy convencido de que esta nueva entrega también os cautivará y os dejará el mismo sabor nostálgico y deseos de que continúe la trama, y si aún no la habéis leído, bien podría ser una nueva propuesta literaria después de disfrutar de Un mundo para el olvido.
Gracias por leerme y gracias por leer ciencia ficción española, una rara avis de nuestro mundo literario.
Dioni Arroyo
«Mirar dentro de tus pupilas es una experiencia extraña: ahí es donde reside el pensamiento, en ese otro rostro… da la impresión de que, con la luz adecuada, podrías verte a ti mismo».
Kim Stanley Robinson
«Icehenge».
En primavera del 2016, todos los medios de comunicación se hicieron eco de una apasionante noticia que se confirmaría un año después. Trappist poseía varios planetas en su zona habitable. En pocas semanas me dediqué a devorar cuanta información se publicaba sobre este sistema de la constelación acuariana, y como escritor, mi imaginación se vio desbordada ante la posibilidad, no tan descabellada, de hallar vida. Fruto de aquellos meses cargados de esperanza, fue la idea de concebir la presente novela, como un homenaje a un mundo que aún no existe, a un mundo que tal vez, nunca llegue a existir.
TRAPPIST-1, cuyo nombre oficial es 2MASSJ230629 28-0502285, se trata de una estrella considerada «enana roja» por su reducido tamaño, aproximadamente como Júpiter, y localizada a casi cuarenta años luz en la constelación de Acuario. Sus magnitudes en distintas longitudes de onda son: banda V=18.798, banda R= 16.466 y la banda I=14.024.
Un equipo de astrónomos y astrofísicos encabezado por Michael Gillon, del Instituto de Astrofísica y Geofísica de la Universidad de Lieja, usó un telescopio llamado TRAPPIST, cuyo acrónimo corresponde a Telescopio Pequeño para Planetas y Planetesimales en Tránsito, en el Observatorio de La Silla, en Atacama (Chile), para observar el sistema Trappist-1 con el objetivo de encontrar planetas orbitando.
Su búsqueda dio resultado y descubrieron tres planetas del tamaño de la Tierra que orbitaban la estrella, usando para sus pesquisas el tránsito fotométrico. Los dos planetas internos que se encontraron, estaban «acoplados» por la gravedad a Trappist, mientras que el externo parecía estar en la tan anhelada zona habitable. El equipo había estudiado detenidamente aquel lejano sistema durante el último trimestre del 2015, para publicar posteriormente su hallazgo en la prestigiosa revista Nature el mes de mayo del 2016.
En febrero del 2017, los astrónomos, radiantes de optimismo, anunciaron por sorpresa el descubrimiento de cuatro exoplanetas más en torno a TRAPPIST-1, por lo que el número total de mundos que orbitan la estrella son siete, de los cuales al menos tres están en su «zona habitable circunestelar».
Terminada la novela, he seguido muy pendiente de todo lo relativo a este sistema, sintiendo una poderosa e inexplicable atracción. Y en febrero del 2018, la Universidad de Berna ha publicado un nuevo descubrimiento que me ha dejado con la boca abierta: la densidad de algunos de dichos exoplanetas podría poseer hasta un cinco por ciento de su masa de agua líquida, un porcentaje mucho mayor al de la Tierra. Concretamente, el planeta E, el cuarto, podría ser un mundo acuático, tal como lo describo en mi obra, escrita antes de la publicación de dicha investigación.
Y, dado que se dan numerosas semejanzas con la Tierra, se especula sobre las enormes posibilidades de que albergue vida.
PREFACIO
Con un amerizaje tan catastrófico, parecía un milagro que solo hubiera muerto la mitad de la tripulación. Para incrementar la desesperación, la nave estaba siendo engullida por las cálidas aguas de aquel ignoto planeta. Un millar de hombres avanzaban despavoridos entre cadáveres y cuerpos carbonizados, atravesando la cubierta de la bodega de carga en la que habían permanecido amarrados tanto tiempo, caminando a oscuras hasta la escotilla de seguridad, un amasijo de hierros y esquirlas en los que el menor cortocircuito podría electrocutarlos. Entre gritos de impotencia, bañados en sudor y sangre, aquella plebe de escoria derrotada fue alcanzando la salida, y sin pensarlo, se arrojaron al agua para sentir el placer de la libertad. Huir sin ningún objetivo, huir impulsados por el noble deseo de libertad.
Un centelleante sol iluminó con fuerza a la ingente masa humana aturdida, que comenzó a nadar por el vasto océano, siguiendo por inercia a uno de sus líderes.
—¡Por allí, por allí he visto una isla! ¡Vamos, no os podéis rendir ahora, seguidme!
El oleaje no impedía que cientos de ellos se movieran con asombrosa agilidad, sintiendo la emoción de ser dueños de su destino bajo la silueta de dos planetas cuyo fulgor hería sus ojos cansados. Masticaron el desagradable sabor de la sal con las gargantas abrasadas, pero el anhelo de alcanzar tierra firme, les impulsaba con rabiosa furia.
—¡Nadad, vamos, no dejéis de nadar! ¡Ganaos la libertad!
De repente, atravesaron una zona salpicada de plantas acuáticas que frenaron su avance. Rodeados por un espeso manto de ponzoñosas talofitas verdosas, gritaron de dolor cuando los punzantes extremos de algunas algas les inyectaron su veneno urticante.
El planeta E, les daba su particular e inesperada bienvenida.
La reacción de muchos fue seguir nadando con exasperación, alejarse de aquella alfombra de algas mortales, mientras otros sintieron cómo sus cuerpos se paralizaban hundiéndose en las aguas, al tiempo que sus ojos, anegados en lágrimas, observaban una isla que casi podían rozar con los dedos.
Una isla llamada esperanza.