PRÓLOGO
EXCEPCIÓN
Elizabeth Duval
Colección: Letra Bastarda, 2
© 2020, de los poemas, Elizabeth Duval
por mediación de MB Agencia Literaria, S.L.
© 2020, del prólogo, Rodrigo García Marina
© 2020, de la cubierta, Juan Manuel Rodríguez
jmanuelrodriguez.com - @juanmanuelrodriguez
© 2020, de esta edición, Letraversal
Dirección editorial: Ángelo Néstore
Diseño y maquetación: Martín de Arriba
eISBN: 978-84-121526-3-0
THEMA: DC DCF
Todos los derechos reservados. La reproducción total o parcial de la obra, por cualquier medio, deberá tener el permiso previo por escrito de la editorial. Diríjase a CEDRO si necesita escanear o fotocopiar algún fragmento de esta obra.
LETRAVERSAL
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à Hannah : voici un livre à l’odeur de lacrymo.
I LA ROSA FLORECERÁ EN FRAGMENTOS AUDIOVISUALES
II TODOS LOS FUEGOS ANTERIORES
III ESTADO DE ALARMA DE EXCEPCIÓN DE SITIO
IV LA CIUDAD NEGATIVISTA
V PALABRAS PERDIDAS EN EL NAUFRAGIO
ANEXO 1 SOBRE LEER LIBROS EN LA NUEVA DÉCADA
ANEXO 2 CUESTIONES DE BELLEZA LÉXICO-SEMÁNTICA
ANEXO 3 EL LENGUAJE MILITARIZADO
οὐ γάρ τί μοι Ζεὺζ ν ὁ κηρύξας τάδε,
οὐδ᾽ ἡ ξύνοικος τν κάτω θεν Δίκη
τοιούσδ᾽ ἐν ἀνθρώποισιν ὥρισεν νόμους.
οὐδὲ σθένειν τοσοτον ᾠόμην τὰ σὰ
κηρύγμαθ᾽, ὥστ᾽ ἄγραπτα κἀσφαλ θεν
νόμιμα δύνασθαι θνητὸν ὄνθ᾽ ὑπερδραμεν.
οὐ γάρ τι νν γε κἀχθές, ἀλλ᾽ ἀεί ποτε
ζ τατα, κοὐδεὶς οδεν ἐξ ὅτου ‘φάνη.
τούτων ἐγὼ οὐκ ἔμελλον, ἀνδρὸς οὐδενὸς
φρόνημα δείσασ᾽, ἐν θεοσι τὴν δίκην
δώσειν: θανουμένη γὰρ ἐξῄδη, τί δ᾽ οὔ;
κεἰ μὴ σὺ προὐκήρυξας. εἰ δὲ το χρόνου
πρόσθεν θανομαι, κέρδος αὔτ᾽ ἐγὼ λέγω.
ὅστις γὰρ ἐν πολλοσιν ὡς ἐγὼ κακος
ζ, πς ὅδ᾽ Οὐχὶ κατθανὼν κέρδος φέρει;
οὕτως ἔμοιγε τοδε το μόρου τυχεν
παρ᾽ οὐδὲν ἄλγος: ἀλλ᾽ ἄν, εἰ τὸν ἐξ ἐμς
μητρὸς θανόντ᾽ ἄθαπτον ἠνσχόμην νέκυν,
κείνοις ἂν ἤλγουν: τοσδε δ᾽ οὐκ ἀλγύνομαι.
σοὶ δ᾽ εἰ δοκ νν μρα δρσα τυγχάνειν,
σχεδόν τι μώρῳ μωρίαν ὀφλισκάνω.
Eli,
Cuando me preguntaste si quería escribir este prólogo estábamos en los mensajes directos del Twitter que es el barrio donde un día —no recuerdo la forma— una dio con la otra. No conozco casi ningún lugar en el que te instalas. Jamás he ido a tu casa de Alcalá, ni a tu habitación en París —la imagino diminuta— ni a la biblioteca de un sitio en no sé qué parte de Extremadura donde hiciste el tránsito tan complejo de niña a neomujercita (te hiciste mayor muy pronto, como las moras agraces, conjeturo mientras tomo como mías aquellas palabras de Herta Müller «yo siempre fui vieja»). Es extraño estar en la vivencia, en los propósitos —en definitiva: en el lenguaje— de alguien sin haber visitado ninguna de sus casas. Hemos nacido a la orilla de un milenio donde tanta gente ha interpuesto su esperanza para evitar una tal fractura de mundo y, de repente, ya no existe siquiera la prórroga del relato (los posmodernos nos lloran, como fallados de sí, cuando se entiende por prórroga aquello que se cede antes de que el partido —el simulacro de la batalla— termine). Parecía que estábamos destinadas a ello, que alcanzaríamos los textos de Preciado con otra sensibilidad, una religiosamente revelada o más o menos así se rezó: «a partir del 2000 el sentir será otro». Y, sin embargo, qué cosas, las cuestiones fundamentales siguen siendo las mismas o lo que es peor, siguen sucediéndose desde la misma fase modálica. Se cercena la forma y, sin embargo, sigue todo siendo tan mismo. Esto también debe ser la nostalgia.