BIBLIOTECA STUDIO GHIBLI:
LA PRINCESA MONONOKE
Laura Montero Plata
BIBLIOTECA STUDIO GHIBLI:
LA PRINCESA MONONOKE
Laura Montero Plata
Biblioteca Studio Ghibli:
La princesa Mononoke
Primera edición: Octubre 2017
ISBN: 978-84-947149-5-5
©2017 Ediciones Héroes de Papel, S.L., sobre la presente edición
P.I. PIBO. Avda. Camas, 1-3. Local 14. 41110 Bollullos de la Mitación (Sevilla)
Autora: Laura Montero Plata
Edición: Ricardo Martínez Cantudo
Diseño de colección: Juan Alberto Brincau Berlanga
Arte y maquetación: Ezequiel Sona
Corrección: Isaac López Redondo y Daniel García Raso
Producción del ebook: booqlab
Libro no oficial. La princesa Mononoke es una marca registrada de STUDIO GHIBLI Inc. © 1997.
© Todas las imágenes incluidas en el libro tienen sus respectivos propietarios, licenciatarios y/o titulares de contenido, y han sido incluidas en el libro a modo de complemento para ilustrar el contenido del texto y/o situarlo en su contexto histórico y/o artístico. En caso de que existiera cualquier tipo de error en la identificación de los respectivos titulares o ausencia en la identificación de los mismos, puede ponerse en contacto con la editorial para subsanar el posible error en futuras ediciones.
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A mi hombre gris,
por compartir conmigo esa cosa
preciosa y escasa llamada tiempo.
INTRODUCCIÓN A LA BIBLIOTECA STUDIO GHIBLI
PRÓLOGO POR TOMM MOORE
CAPÍTULO 1: EL EQUIPO QUE CREÓ LA PRINCESA MONONOKE
CAPÍTULO 2: PUNTO DE PARTIDA
CAPÍTULO 3: INFLUENCIAS
CAPÍTULO 4: TEMAS
CAPÍTULO 5: PERSONAJES
CAPÍTULO 6: GUION Y PRODUCCIÓN
CAPÍTULO 7: PROMOCIÓN, TRADUCCIÓN Y PROYECCIÓN DE LA PRINCESA MONONOKE
CAPÍTULO 8: AUTORREFERENCIAS
CAPÍTULO 9: FICHA TÉCNICA
CAPÍTULO 10: ENTREVISTAS
EPÍLOGO
MERCHANDISING LA PRINCESA MONONOKE
BIBLIOGRAFÍA
AGRADECIMIENTOS
La pregunta entonces se convierte en ¿qué es esperanza? Y la conclusión que me gustaría aventurar es que la esperanza implica trabajar juntos y avanzar con dificultad con las personas que son importantes para nosotros. De hecho, he llegado a un punto en el que creo que esto es lo que significa estar vivo.
No sabemos qué va a pasar cuando plantemos césped y limpiemos ríos. ¿Es algo que siquiera nos conectará con el futuro? No, para nada. Pero no va a suceder nada a menos que lo hagamos. Y si lo hacemos, sabemos también que creará problemas en nuestra vida diaria. Pero tenemos que disfrutarlo.
Hayao Miyazaki
El valor emocional de la animación es indiscutible en nuestros días. Son muchas las series y películas de dibujos que perduran en la memoria y el corazón de generaciones enteras de niños que en algún momento de su infancia se asomaron a través del televisor a fascinantes mundos de ficción. Experiencias que conformaron recuerdos imborrables de héroes, seres fantásticos, niños especiales y criaturas del espacio, construyendo parte de la identidad y personalidad de los que ahora somos adultos.
Es innegable, también, el valor didáctico de la animación. A través de los dibujos todos hemos aprendido algo siendo niños: la importancia de la amistad, el poder del trabajo en equipo, la recompensa al esfuerzo… una forma inmejorable de enseñar, de dar a conocer experiencias aún ajenas, de formar en aspectos tan importantes como el civismo, la solidaridad y el altruismo.
No obstante, la animación no se quedó ahí. El inevitable paso del tiempo y la consecuente madurez del espectador han llevado a esta forma de hacer cine a un nuevo nivel, en el que se han descubierto sus infinitas posibilidades narrativas. Gracias a la animación no solo es posible imaginar nuevos mundos, sino reflejar el nuestro a través de un espejo sin igual. Y es que sin las limitaciones de la imagen real, la animación puede llevar al espectador a lugares inexistentes desde los cuales observar desde otra perspectiva nuestra realidad.
Pocos artistas a lo largo de la historia han sido tan conscientes de esta cualidad única de la animación como los genios detrás de Studio Ghibli. Nombres como Hayao Miyazaki o Isao Takahata resuenan ya en el imaginario colectivo tras haber dado vida a algunos de los personajes más memorables de la historia de la animación japonesa: Totoro, Chihiro, Nicky o San han robado el corazón de millones de espectadores con historias únicas, cargadas de épica, nostalgia y ternura. Películas de gran profundidad argumental, artísticamente inigualables y con esa capacidad tan especial para atraer tanto a niños como adultos. Un estudio que a lo largo de más de treinta años de carrera se ha consolidado como el más importante de la historia del cine de animación nipón, y el más reconocido por crítica y público a nivel mundial.
La Biblioteca Studio Ghibli es un sentido homenaje a la legendaria filmografía del célebre estudio japonés. A lo largo de una colección de libros monográficos, los autores repasan pormenorizadamente los detalles que rodearon al proceso de producción de todas y cada una de las películas de Studio Ghibli, así como el contexto histórico en el que se estrenaron y las personas que estuvieron detrás de su creación. Cada volumen analiza con detenimiento las distintas escenas de cada filme, reflexionando acerca del significado de las mismas y mostrando al lector las influencias de sus creadores a la hora de imaginar personajes, situaciones y escenarios. Además, cada volumen de la Biblioteca Studio Ghibli incluye entrevistas exclusivas, ilustraciones y fotografías originales, todo ello en una edición de lujo ideal para coleccionistas.
Una colección necesaria para abordar con profundidad y madurez la obra de uno de los estudios de animación más importantes y aclamados de todos los tiempos.
El editor
La princesa Mononoke se estrenó justo cuando estaba terminando mis estudios en la Irish School of Animation de Ballyfermot, en Dublín, y ha continuado siendo parte de mi vida desde entonces.
En mi adolescencia, a principios de la década de los noventa, era fan de la animación japonesa y del cómic –en la limitada medida en la que era consciente de ellos a través de las reediciones de manga y de VHS que se lanzaban de películas como Akira–. Por supuesto, como muchos niños que crecieron en Europa en los ochenta, vi mucha animación japonesa en televisión sin saber dónde se habían producido esos dibujos o la cultura de la que emanaban. Pero en algún momento de 1997, empecé a oír en las radios irlandesas y británicas a críticos de cine y periodistas hablar sobre una nueva obra maestra de Japón que era como ninguna otra que hubiésemos visto.
Siento decir que perdí la oportunidad de disfrutar de los deleites de los primeros trabajos de Miyazaki, por lo que el lanzamiento de Miramax de La princesa Mononoke iba a ser mi primer encuentro con su visión única y sus sensibilidades. El rumor era que ésta era una forma más adulta de animación que aquellas a las que los estudios occidentales nos tenían acostumbrados. Los noventa supusieron un renacimiento del cine de animación americano y condujeron a un gran paso adelante en el avance de las técnicas de animación, aunque la actitud predominante continuó considerando que la animación era un simple entretenimiento para niños. Así que, como un idealista estudiante de animación y aspirante a director, escuchar que esta película estaba dirigida a un público más adulto y que lidiaría con temas más maduros fue muy emocionante. El hecho de que el escritor encargado de adaptar el guion fuera uno de mis autores de cómic británicos favoritos, Neil Gaiman, incrementó aún más la expectación.
Había soñado con formar un estudio con mis amigos de la universidad: queríamos crear filmes animados que ofrecieran algo distinto a lo que las convencionales películas comerciales nos tienen acostumbrados. Para nuestra ópera prima, El secreto del libro de Kells (The Secret of Kells, 2009), quería crear una película animada que se inspirase en el arte, el folclore y la historia irlandesa, y que procediera realmente de la cultura en la que habíamos crecido. Y aun así deseábamos también crear algo que fuera universalmente atractivo e imperecedero. Cuando vimos que La princesa Mononoke había hecho eso justamente con la cultura, la mitología y las tradiciones japonesas, se convirtió inmediatamente en una gran fuente de inspiración para nosotros.
No obstante, en mis primeros visionados de La princesa Mononoke, no estoy seguro de que apreciara por completo la importancia que este filme y los trabajos que Studio Ghibli tendrían en mi vida. Quizá todavía estaba demasiado enamorado de los estilos de animación más caricaturescos que habíamos intentado dominar en la universidad, o tal vez habíamos estado esperando algo más acorde con las comparativas que críticas previas habían establecido con Star Wars u otras más estandarizadas formas de fantasía. Mi primer visionado se centró principalmente en la increíble técnica, en la fluida integración del CG y de los elementos dibujados a mano, y en las muy gráficas representaciones de acción y de violencia que no habíamos visto antes en una película de animación. Estaba asombrado en gran medida por el espectáculo, las exóticas localizaciones, los personajes, los trajes y las criaturas, y, por supuesto, por la impecable técnica de dibujo. Sin embargo, cuando compramos el VHS, rápidamente se convirtió en la película favorita de mis hijos y, como Miyazaki ha dicho, quizá solo los niños son lo suficientemente inocentes como para apreciar sus complejas temáticas. Irónicamente, nosotros los adultos proclamamos querer historias más «maduras» pero a menudo nos vemos sorprendidos por su complejidad y su ambigüedad.
Me costó visionarla repetidas veces con mi hijo para apreciar las sutilezas de la narración, y absorber y valorar realmente cuán especial y diferente era con respecto a cualquier otra cosa procedente tanto de Estados Unidos como de Japón. Situándose en algún lugar entre el arte y el entretenimiento, y lidiando con temas míticos y, aun así, llena de emociones humanas mundanas y honestas, y de estudios de personalidad, la película se ha convertido para mí en un tesoro al que aún sigo volviendo una y otra vez.
Siento que todavía estoy empezando a entender y apreciar hasta qué punto ha sido un regalo para el medio animado este filme. Desafía toda convención y comparación. Los tempranos intentos de darle un contexto a Miyazaki como «el Walt Disney o el George Lucas japonés» no alcanzan de ninguna manera a describir sus talentos y la profundidad de su trabajo. Es por este motivo por el que un libro como éste es tan valioso. El trabajo de investigadores como Laura Montero Plata ofrece un servicio a aquellos de nosotros que deseamos estudiar la película, nos permite ahondar en nuestro entendimiento y valoración de esta obra, y ayuda a situarla en contexto con otras obras importantes de nuestra forma de arte.
Hoy por hoy la película es mencionada con regularidad en nuestro estudio; sin ir más lejos la semana pasada una animadora italiana que trabaja en nuestra nueva producción me contó que se pregunta para qué nos molestamos en hacer películas de animación ¡teniendo en cuenta que existe La princesa Mononoke! Sin embargo creo que más que venerar ciegamente este gran éxito es mejor contemplarlo como un referente, como un ejemplo de lo que es posible hacer en este medio más allá de los tropos y los clichés en los que la animación se empantana con frecuencia. Una llamada a la acción y un punto de referencia al que mirar cuando creamos nuestras historias.
Los temas de La princesa Mononoke siguen siendo hoy más relevantes que nunca; la incómoda relación del hombre con el medio ambiente nunca ha sido más precaria y recuerda al público que respetar nuestro lugar dentro de la Naturaleza se ha vuelto todavía más importante. En un mundo cada vez más globalizado y homogéneo, una película que habla de manera universal, y aun así logra incorporar la cultura y la mitología autóctona de sus creadores, es muy valiosa.
Los emotivos matices que Hayao Miyazaki pinta en sus personajes, con no solamente héroes nobles o malvados villanos sino con seres humanos en conflicto, con lealtades cambiantes y visiones del mundo morales, ofrecen una panorámica de la humanidad emocionalmente inteligente y matizada, tan importante hoy en un mundo cada vez más polarizado. Y en una industria que parece solo interesada en las más novedosas y brillantes técnicas de CG, La princesa Mononoke se erige como un testamento atemporal del poder de la pintura y de los pinceles.
Fui lo bastante afortunado como para estar en Los Ángeles en la entrega de los Óscar honoríficos de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de 2014, cuando John Lasseter entregó a Hayao Miyazaki un premio por su trayectoria profesional. Después de la ceremonia, vi a Hayao Miyazaki fuera, en la zona de fumadores, y pedí un cigarrillo a un amigo. No fumo normalmente pero necesitaba una excusa para ponerme al lado de mi héroe y, quizás, intercambiar algunas palabras. Cuando le expliqué mis intenciones a su intérprete, ella se lo tradujo y él se rió y me ofreció un encendedor y su cenicero. Mientras tosía y carraspeaba con la extraña sensación de fumar un cigarrillo, me las arreglé para decir:
«Gracias».
Creó que él lo entendió.
Tomm Moore,
director de animación dos veces nominado a los Óscar por El secreto del libro de Kells y La canción del mar.
Nació el 5 de enero de 1941 en Akebono (Tokio), como el segundo de cuatro hermanos. Su padre, Katsuji Miyazaki (1915-1993), era un ingeniero aeronáutico que, junto a su hermano, fundó Miyazaki Airplanes. En esta empresa se encargaron de construir piezas de aviones, como el timón de dirección del avión Mitsubishi A6M Zero. Su madre, ávida lectora, inconformista y con mucho carácter, fue una gran influencia para el joven Miyazaki; entre 1947 y 1955 sufrió una tuberculosis espinal que la mantuvo en cama.
Durante sus primeros años, Hayao Miyazaki y su familia cambiaron de domicilio en varias ocasiones. Él era un lector empedernido y le gustaba dibujar barcos, tanques y aviones de guerra. Tenía el sueño de convertirse en dibujante de manga como sus ídolos Osamu Tezuka, Tetsuji Fukushima o Sanpei Shirato; sin embargo en 1958, tras ver en el cine Panda y la serpiente mágica (Hakuja-den, 1958), decidió convertirse en animador. En 1959 empezó sus estudios en Gakushūin University. Allí se unió al club de estudio de literatura infantil, donde cayeron en sus manos numerosas novelas juveniles de autores occidentales. En 1963 se graduó en Ciencias Políticas y Económicas.
En abril de 1963, después de tres meses de instrucción, empezó a trabajar en Toei Dōga. Sus primeros proyectos, como intercalador, fueron para la película Rock el valiente (Wan wan chūshingura, 1963) y para la primera serie de televisión de la compañía: Ket Pepito, el niño lobo (Ōkami shōnen Ken, 1963). Durante esa época fue vital la figura de Yasuo Ōtsuka, a quien el propio Miyazaki considera su mentor. El joven animador pronto se convirtió en el secretario jefe del sindicato de trabajadores. Allí conoció a Isao Takahata, que era el vicepresidente, con quien empezó a trabar amistad. En ese mismo año inició su relación sentimental con la animadora Akemi Ōta, quien dos años después se convertiría en su esposa y con la que ha tenido dos hijos: Gorō y Keisuke –en 1967 y 1970 respectivamente–.
Hayao Miyazaki demostró iniciativa y buen talante profesional desde el principio: fruto de su tenacidad, y gracias a sus aportaciones, fue acreditado de forma excepcional como «artista conceptual» en la película Las aventuras de Hols, el príncipe del Sol (Taiyō no ōji Horusu no daibōken, 1968), dirigida por su amigo Takahata.
En 1971, precisamente junto a Isao Takahata, dejó Toei Dōga para entrar en la productora A Pro en busca de nuevos retos. Allí se reencontró con Yasuo Ōtsuka, con quien colaboró en series como Lupin III (Rupan Sansei, 1971–1972) o Las aventuras de Panda y sus amigos (Panda kopanda, 1972–1973), además de conocer a Yoshifumi Kondō. En 1973 dejó A Pro por Zuiyō Eizō (Nippon Animation) compañía en la que trabajó en clásicos de la animación como Heidi (Alps no shōjo Heidi, 1974), Marco, de los Apeninos a los Andes (Haha wo tazunete sanzenri, 1975), Conan, el niño del futuro (Mirai shōnen Konan, 1978) —que fue su debut como director de una serie de televisión— y Ana de las Tejas Verdes (Akage no An, 1979), proyecto que abandonó para abordar su primer largometraje como realizador: El castillo de Cagliostro (Rupan Sansei, Kariosutoro no shiro, 1979) para el estudio TMS Entertainment.
A principios de la década de 1980 trabajó como director en diversos proyectos: dos episodios de la cuarta temporada de la serie de televisión Lupin III (Rupan Sansei shin-shiriisu); seis capítulos de la coproducción italo-japonesa Sherlock Holmes (Meitantei Hōmuzu, 1984-1985), y El pequeño Nemo–que finalmente se estrenaría en 1989 con el nombre de Little Nemo: Adventures in Slumberland (Nemo)–, una coproducción americano-japonesa de la que se desvincularía por razones artísticas.
Por aquel entonces Hayao Miyazaki anhelaba disponer de un espacio de trabajo que le permitiera crear una animación de gran nivel técnico y artístico. En sus ratos libres, en un periodo de inactividad laboral, esbozó algunas ideas de posibles argumentos y se las presentó a Toshio Suzuki, un joven editor que por aquel entonces trabajaba para la revista de animación Animage, y a quien conoció gracias al estreno de El castillo de Cagliostro. Suzuki decidió presentar a sus superiores en Tokuma Shoten Sengoku majō [El castillo diabólico de los Estados Guerreros]1, uno de los proyectos en los que Miyazaki había estado trabajando, pero éstos lo rechazaron por no estar basado en ninguna obra ya publicada, algo que les permitiría asegurarse un cierto margen de éxito en el mercado.
Aún sin empleo, Miyazaki aceptó la propuesta de Suzuki de dibujar un manga para su revista. Así, en febrero de 1982 empezaría a serializarse Nausicaä del Valle del Viento (Kaze no tani no Naushika, 1982-1994). La serie tuvo un éxito inmediato y, finalmente, consiguió la financiación para hacer la película de nombre homónimo que se estrenó en 1984. Para ello contó con la ayuda de su compañero Isao Takahata y del estudio de animación Topcraft. La experiencia fue positiva y, en 1985, Miyazaki pudo por fin fundar su propia empresa: Studio Ghibli.
Para ésta ha dirigido películas como El castillo en el cielo (Tenkū no shiro Rapyuta, 1985), Mi vecino Totoro (Tonari no Totoro, 1988), Nicky, la aprendiz de bruja (Majo no takkyūbin, 1989), Porco Rosso (Kurenai no buta, 1992) y La princesa Mononoke (Mononoke hime, 1997). Ésta última le abrió las puertas al mercado internacional gracias al acuerdo firmado entre Tokuma Shoten y Disney, y se convirtió en el año de su estreno en la película más taquillera de todos los tiempos en Japón; una proeza absoluta para un filme de animación en la época. Su corto reinado en la taquilla concluiría con el estreno en el país de Titanic (1997) de James Cameron. Tras la gran acogida de La princesa Mononoke, Miyazaki realizó El viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no kamikakushi, 2001), su mayor éxito, tanto de crítica como de público, la cual se ha convertido en la única película de animación japonesa que ha logrado exaequo el Oso de Oro del Festival de Cine de Berlín a la mejor película y el Óscar a mejor película de animación, ambos en 2002. Posteriormente, ha dirigido El Castillo ambulante (Hauru no ugoku shiro, 2004), Ponyo en el acantilado (Gake no ue no Ponyo, 2008) y El viento se levanta (Kaze tachinu, 2013).
Además de películas, ha dirigido videoclips musicales, cortometrajes, anuncios para televisión; ha dibujado también manga, diseñado edificios, mascotas, logotipos y colaborado en numerosas causas benéficas.
El 5 de septiembre de 2013, en una multitudinaria rueda de prensa, Hayao Miyazaki anunció que dejaba de dirigir largometrajes de animación. Desde entonces se ha dedicado a preparar exposiciones para el Museo Ghibli, a dibujar manga y a la beneficencia. Tras finalizar la producción de su primer cortometraje en 3D para el Museo Ghibli, el cineasta ha anunciado que volverá a dirigir un largometraje cuya fecha de estreno está prevista para 2019-2020.
«Si no fuera por el señor Suzuki, no habría existido Studio Ghibli». Es la contundente afirmación con la que Hayao Miyazaki reconoció el papel primordial del productor, director y mánager general de la compañía. Mucho menos visible en Occidente, Suzuki ha sido responsable de la gestación de Nausicaä del Valle del Viento, de la fundación del estudio y del diseño de sus magníficas campañas de marketing.
Nació en Nagoya en 1948. Tras finalizar sus estudios en Literatura en Keio University, Suzuki fue contratado en 1972 por el emporio editorial Tokuma Shoten para trabajar en la publicación semanal Asahi Geinō como miembro de la redacción para la sección de astrología y manga. Seis años después, en 1978, cuando estaba colaborando para la revista mensual sobre programas infantiles TV Land, se le brindó la oportunidad de encargarse de la primera revista japonesa dedicada exclusivamente al anime: Animage. Aquí trabajaría doce años, primero como director adjunto y luego como director de redacción. El primer número de Animage gozó de una calurosa acogida y agotó sus primeros 70.000 ejemplares en tres días. La apresurada elaboración del mismo, que se realizó en un tiempo récord de tres semanas, permitió a Suzuki hacer una primera y bizarra toma de contacto telefónica con Isao Takahata y Hayao Miyazaki para realizar un reportaje sobre Las aventuras de Hols, el príncipe del Sol; un intento frustrado por la negativa del primero y las demandas desmedidas del segundo.
Su primer encuentro real con Hayao Miyazaki se produjo con la llegada de su ópera prima: El castillo de Cagliostro. Animage quería hacer un reportaje sobre ésta, pero Miyazaki se negaba a ser entrevistado. Por un tiempo aproximado de una semana, Suzuki y un compañero de la publicación fueron al estudio donde Miyazaki trabajaba para verle dibujar desde las 9 de la mañana hasta las 2 de la madrugada; finalmente el silencio fue roto por el animador cuando empezó a mostrarle el storyboard y a pedir su opinión. A raíz de este encuentro surgieron una amistad y una trayectoria profesional entrelazadas que se mantienen hasta nuestros días. El pasaje, que podría ser puramente anecdótico, revela el fuerte carácter de dos voluntades no dispuestas a dar su brazo a torcer sin una buena razón.
A partir de este momento, Suzuki, Miyazaki y Takahata se convirtieron en inseparables. El trío pasaría largas horas charlando y discutiendo sobre diversos menesteres; en estas primeras reuniones, Suzuki llevaba consigo un cuaderno de notas para apuntar todo lo que decían sus interlocutores. Posteriormente estudiaba a fondo todas las referencias cinematográficas y literarias que le habían sugerido; después de todo uno de los lemas de Suzuki es que «para codearte con alguien, tienes que compartir su cultura». Sin embargo, la relación que se estableció entre ellos no se basaba en una mera admiración, dado que el joven redactor vio el potencial de Miyazaki y quiso ayudarle a desarrollar su carrera profesional. El primer paso, en 1981, fue proponer a Yasuyoshi Tokuma la producción de una película llamada El castillo diabólico de los Estados Guerreros, quien lo descartó por no estar basado en una obra original. Esto provocó que la pareja de amigos concibieran la creación del manga de Nausicaä en Animage, en febrero de 1982, con un objetivo claro: conseguir el visto bueno para llevar la historia a la gran pantalla. Con esta estrategia, Suzuki dejó claras sus grandes dotes para la negociación y se convirtió en el interlocutor entre Tokuma Shoten y el equipo que se acabaría constituyendo como Studio Ghibli.
A pesar del éxito de Nausicaä, Takahata y Miyazaki no encontraban lugar en el que realizar sus siguientes proyectos. Los tres compañeros vieron como única posibilidad viable la creación de su propia compañía. Así, desde 1985 Suzuki asumiría un doble papel: como editor de Animage y como colaborador de Ghibli, donde no ostentaba ningún cargo oficial. Durante esos años y bajo el ala de Isao Takahata, Suzuki se encargó de la producción de películas. En 1989 se incorporó a tiempo completo a la compañía de animación, mientras que en 1991 firmó su primer filme como productor: Recuerdos del ayer (Omohide poro poro, 1991) de Isao Takahata y pasó a ser el presidente de Ghibli tras la partida de Tōru Hara. Suzuki ha producido la mayor parte de las películas del estudio y ha diseñado inteligentemente sus campañas de promoción asegurando unos beneficios económicos que ningún título de anime había conseguido hasta la aparición de Ghibli. Entre las medidas que tomó para asegurar la visibilidad internacional de sus obras, se encuentra el acuerdo que firmó con Disney en 1996. Asimismo, también ha producido trabajos ajenos a Ghibli como Shiki-jitsu [Día de la ceremonia] de Hideaki Anno en 2000 y Ghost in the Shell 2: Innocence (Kōkaku kidōtai 2: Innocence, 2004) de Mamoru Oshii.
En 2005 asumió el cargo de director general cuando el estudio se independizó de Tokuma Shoten, y en marzo de 2014 anunció que se retiraba como productor, si bien a día de hoy sigue ejerciendo el cargo de mánager general. Desde 2007, a través de su programa de radio en Tokyo FM, Suzuki Toshio no Jiburi ase mamire [Toshio Suzuki, Ghibli con sudor], y gracias a los libros como Shigoto dōraku: Sutajio Jiburi no genba [En Studio Ghibli: trabajar divirtiéndose, 2008] o Ghibli no nakama-tachi [Mis amigos de Ghibli, 2016], Toshio Suzuki se perfila como voz pública, estratega y mano de hierro de la compañía de animación. Él es el pilar indiscutible de la empresa y quien ha encauzado el trabajo de Miyazaki para conducirle hacia narrativas más familiares o ha modificado profundamente algunos conceptos de sus guiones. También consiguió que Takahata se encargara de la producción de Nausicaä y convenció a Miyazaki para que cambiara la escena final de esta película; persuadió a Miyazaki para que Totoro apareciera a mitad de la película y no al principio, o para que realizara La princesa Mononoke en lugar de Boro, la oruga (Kemushi no Boro) –historia que ha terminado utilizando para la creación del primer proyecto en 3D del cineasta–.
Mamoru Fujisawa, conocido artísticamente como Joe Hisaishi, es responsable de las inconfundibles bandas sonoras de todas las películas de Hayao Miyazaki desde 1984 y de la última película de Isao Takahata hasta la fecha, El cuento de la princesa Kaguya (Kaguya hime no monogatari, 2013).
Hisaishi nació en Nagano en 1950. Desde niño mostró una clara inclinación por la música y empezó a practicar el violín a la temprana edad de cuatro años. Más adelante se formaría como arreglista, intérprete, director de orquesta y tipógrafo, además de compositor. En su juventud fue aprendiz de Takeo Watanabe, el experimentado músico que trabajó con Isao Takahata y Hayao Miyazaki en Heidi (1974). Cuando comenzó a dedicarse de manera profesional a la música, adoptó el pseudónimo de Joe Hisaishi, en homenaje al compositor Quincy Jones. En 1983 fue recomendado por Tokuma Shoten y por Isao Takahata para que compusiera el Image Album de Nausicaä del Valle del Viento, de Hayao Miyazaki, con lo que comenzó así una amistad y vinculación profesional que le llevaría a colaborar en todos y cada uno de los siguientes largometrajes del director. Para La princesa Mononoke, Hisaishi confeccionó una banda sonora llena de motivos japoneses que, sin embargo, buscó complacer a una audiencia internacional. Así lo demuestran las profundas diferencias entre Image Album y la banda sonora oficial de la película. En 1998 creó la música de los Juegos Paralímpicos de Invierno de ese año y en 2001 compuso su primera banda sonora para una película extranjera, Le petit poucet de Olivier Dahan. Ese mismo año colaboraría con Miyazaki en El viaje de Chihiro con una partitura que le valió la condecoración a la mejor banda sonora en la 56ª Edición del Mainichi Film Awards y el Premio Japan Gold Disk Award al mejor álbum de animación.
Su música, de una poderosa fuerza evocadora y emocional, presenta tintes tradicionales japoneses y estilo clásico europeo, además de una gran influencia del minimalismo y, en ocasiones, de la electrónica. En la actualidad, Joe Hisaishi cuenta con más de cien álbumes, goza de un gran reconocimiento internacional y ha sido galardonado con más de una veintena de premios.
Nació el 25 de octubre de 1921 en Yokosuka, en la prefectura de Kanagawa. Estudió en el instituto Zushi Kaisei y se licenció en Empresariales por la prestigiosa universidad de Waseda. Desde joven formó parte del partido comunista. A los veintidós años comenzó a trabajar en el diario Yomiuri Shinbun, pero fue despedido durante la purga de comunistas que la empresa llevó a cabo después de la guerra. En 1950 se hizo cargo de la imprenta Shinko.
En 1954 fundó la editorial Tokuma Shoten, de la que se convirtió en presidente. El éxito de la compañía se vería catapultado con la aparición de la publicación semanal Asahi Geinō. Durante la década de 1970 compró Tokuma Japan Communications, una compañía especializada en música, y Daiei Films, un estudio de cine. Gracias a estas adquisiciones amplió el negocio y convirtió Tokuma Shoten en una de las empresas de entretenimiento más importantes del país, editando libros, revistas, mangas y videojuegos. Fue responsable de la creación de la revista Animage, la primera en el país dedicada en exclusiva a la animación japonesa y en donde Toshio Suzuki trabajaría primero como director adjunto y, más adelante, como director de redacción. La compañía fue una de las empresas más poderosas del país hasta la década de los noventa.
Yasuyoshi Tokuma fue una de las figuras que hizo posible la creación de Studio Ghibli, gracias a su apoyo económico y a la fe que tenía en los proyectos de Hayao Miyazaki e Isao Takahata. El estudio de animación se convirtió en filial de Tokuma Shoten durante los primeros años. En agosto de 1996, gracias a las negociaciones de Toshio Suzuki y Tokuma, el gigante editorial firmó un importante acuerdo para distribuir internacionalmente La princesa Mononoke y el resto de obras de Studio Ghibli. Tokuma fue productor ejecutivo de todas las películas de la compañía hasta El viaje de Chihiro, con excepción de La tumba de las luciérnagas (Hotaru no haka, 1988).
Tras la muerte de Yasuyoshi Tokuma, el 20 de septiembre del 2000, su sucesor decidió vender algunas empresas del grupo y regresar a sus orígenes, al negocio editorial, consiguiendo sanear sus cuentas. En 2005, Studio Ghibli se independizó y dejó de formar parte del conglomerado Tokuma Shoten.
Nacido en 1969 en Hiroshima, dejó sus estudios universitarios y fue contratado como asistente en Studio Ghibli, donde comenzó como intercalador en Recuerdos del ayer. Un año más tarde trabajó en Porco Rosso y, durante los noventa, supervisaría la animación de obras memorables como Puedo escuchar el mar (Umi ga kikoeru, 1993), Pompoko (Heisei tanuki gassen Ponpoko, 1994), Susurros del corazón (Mimi wo sumaseba, 1995), el videoclip On Your Mark (1995), La princesa Mononoke y Mis vecinos los Yamada (Hōhokekyo tonari no Yamada-kun, 1999).
Tras ser el director de animación de El viaje de Chihiro abandonó Studio Ghibli por motivos todavía no aclarados, aunque es posible que las numerosas discrepancias con Hayao Miyazaki durante la producción de la película motivaran su partida. En los años siguientes trabajó junto a Satoshi Kon en Tokyo Godfathers (Tōkyō Goddofāzāzu, 2003), Paranoia Agent (Mōsō Dairinin, 2004), Paprika (Papurika, 2006) y, junto a Mamoru Oshii, en Ghost in the Shell: Innocence (2004). Recientemente volvió a unirse a Studio Ghibli para participar en El cuento de la princesa Kaguya y El recuerdo de Marnie (Omohide no Marnie, 2014), película en la que, además de dirigir la animación y diseñar los personajes, colaboró en el guion. Ha sido animador en Miss Hokusai (Sarusuberi~Miss HOKUSAI~, 2015), de Keiichi Hara, y en 2016 ha dirigido la animación de Your Name (Kimi no na wa), de Makoto Shinkai.
Nació en la Prefectura de Kanagawa en 1962. En su juventud quiso dedicarse al mundo de la animación debido a su pasión por el dibujo y a su admiración por Hayao Miyazaki. Cuando decidió iniciar su carrera profesional descubrió que Miyazaki trabajaba en Telecom Animation Film y, al enterarse de que la compañía buscaba nuevos talentos, envió una solicitud. Sin embargo, no pasó la selección y en 1979 comenzó su trayectoria en el seno del estudio Oh! Production, para más tarde convertirse en freelance en 1986. En esta etapa trabajó para el proyecto televisivo de Sherlock Holmes, serie en la que Miyazaki estuvo involucrado en su etapa inicial y donde Kōsaka ejerció como director de animación para el capítulo veinte; más adelante se incorporó como animador clave a la producción de Nausicaä del Valle del Viento. Desde entonces Kōsaka ha compaginado sus colaboraciones con Ghibli con proyectos para otros estudios de renombre como Madhouse, en películas como The Dagger of Kamui (Kamui no ken, 1985) y Metrópolis (Metoroporisu, 2001), ambas dirigidas por Rintarō, o Akira (1988) de Katsuhiro Ōtomo.
En 1995 Kōsaka adquirió mayor peso en el equipo de Ghibli al convertirse en supervisor de animación del largometraje Susurros del corazón. Para La princesa Mononoke desempeñaría la misma función, junto a Yoshifumi Kondō y Masashi Andō, así como en El viaje de Chihiro, El castillo ambulante, Ponyo en el acantilado, La colina de las amapolas (Kokuriko-zaka kara, 2011) y El viento se levanta.
Además de su estrecha colaboración con Studio Ghibli, Kitarō Kōsaka también ha forjado una alianza con el conocido mangaka Naoki Urasawa, con quien ha trabajado como animador, director, diseñador de personajes y artista de storyboard en las adaptaciones televisivas de Master Keaton (1998-1999), Yawara! (1989–1992) y Monster (Monsutā, 2004-2005).
En 2003, dio el salto a la dirección con la película Nasu: Summer in Andalusia (Nasu: Andarushia no natsu, 2003) que fue presentada en la Quincena de realizadores del Festival de Cannes. La historia está basada en un manga que Hayao Miyazaki le recomendó, ya que conocía la afición de Kōsaka por los deportes. A este filme le seguiría una continuación de la historia en forma de OVA titulado Nasu: A Migratory Bird with Suitcase (Nasu: Sūtsukēsu no wataridori, 2007). Su último trabajo hasta la fecha ha sido como animador clave para el largometraje El niño y la bestia (Bakemono no ko, 2015) de Mamoru Hosoda.
Fue uno de los pilares imprescindibles de Studio Ghibli prácticamente desde su incorporación a la empresa en 1987 y hasta su muerte en 1998. Nacido en la prefectura de Niigata en 1950, desde joven ya mostró su predisposición por el arte al unirse al club de Arte de Muramatsu High School. En 1968, siguiendo su vocación profesional, entró en el Departamento de Animación de Tokyo Design College.
Más tarde, fue contratado como animador por A Pro; allí coincidió con unos jóvenes Isao Takahata y Hayao Miyazaki, con quienes colaboraría en Las aventuras de Panda y sus amigos, así como en Conan, el niño del futuro (1978) y Ana de las Tejas Verdes (1979) para Nippon Animation. El trabajo en estas series, adaptaciones de obras literarias pero con una fuerte personalidad estética y artística, sentó las bases de una compenetración y una admiración mutua que se proyectaría en los primeros trabajos de Studio Ghibli. De hecho, el mismo Isao Takahata recordaría sentidamente, tras su muerte, la influencia que tuvo la labor de diseño de personajes de Kondō en sus obras posteriores.
Yoshifumi Kondō desempeñaría la labor de diseñador de personajes a lo largo de su carrera en obras como la ya citada Ana de las Tejas Verdes o The Blinkins: The Bear And The Blizzard (1986), Mujercitas (Ai no wakakusa monogatari, 1987), Sherlock Holmes (1984) y, ya en Studio Ghibli en La tumba de las luciérnagas y Recuerdos del ayer, películas en las que también tuvo el rol de director de animación. Asimismo, en el ámbito editorial, fue coautor de un manual para animadores principiantes en 1978, Animēshon no hon ― ugoku ewokaku kiso chishiki to sakuga no jissai [Libro de animación: Conocimientos fundamentales para dibujar movimiento y prácticas de dibujo] y, a partir de 1993, colaboró en la publicación de distintos bocetos de corte costumbrista para la revista Animage, un trabajo que la editorial Tokuma Shoten recopilaría en 1998 en un libro llamado Futo furikaeru to [Y sin pretenderlo vuelves la vista atrás].
Kondō fue una figura clave dentro del estudio y, además de ocuparse de la supervisión de la animación de Nicky, la aprendiz de bruja o de la animación de Porco Rosso y Pompoko, tuvo allí la oportunidad de dirigir su primer y único largometraje en 1995: Susurros del corazón. Esta película, que contaba con guion de Hayao Miyazaki, le granjeó reconocimiento por su éxito y calidad, así como por su sensibilidad y su delicadeza artística, lo cual no hizo más que reforzar el conocimiento compartido y tácito de que era el sucesor del afamado director.
Posteriormente, Kondō desempeñó la labor de supervisor de animación en La princesa Mononoke, pero tras la dura producción del filme, en 1998, falleció de un aneurisma pulmonar dejando a Isao Takahata, Hayao Miyazaki y el resto de trabajadores del estudio profundamente afectados. Los mismos directores, en sendas cartas de homenaje que dedicaron al que había sido su fiel compañero durante décadas, expresarían una profunda desolación, así como culpabilidad ante la posibilidad de que el excesivo trabajo pudiera haber influido en el fallecimiento de quien podría haber sido el futuro de Studio Ghibli, aquel a quien llamaban afectuosamente «Kon-Chan».
La animadora Hitomi Tateno nació en 1960 en la prefectura de Fukushima. Tras graduarse en el Tokyo Designers Gakuin College, se unió a Telecom en 1983 y colaboró en la segunda parte de la serie de animación de Sherlock Holmes, en la cual Hayao Miyazaki había participado unos años antes. En 1987 entró en Studio Ghibli, donde trabajó como intercaladora y supervisora de animación de muchas de sus obras y se responsabilizó de la fluidez del movimiento de las obras Mi vecino Totoro, Nicky, la aprendiz de bruja, Recuerdos del ayer, Porco Rosso, Susurros del corazón, La princesa Mononoke, Mis vecinos los Yamada y El viaje de Chihiro.
Después de esta película también colaboró en Haru en el reino de los gatos (Neko no ongaeshi, 2002), el cortometraje Ghiblies: Episode 2 (Giburīzu 2, 2002), El castillo ambulante y El cuento de la princesa Kaguya, su último trabajo antes de retirarse del estudio y abrir el café Sasayuri en Suginami (Tokio), del cual actualmente es chef y propietaria. Además de Studio Ghibli también participó en importantes obras de anime como Akira (1988), Como las nubes, como el viento (Kumo no yō ni, kaze no yō ni, 1990), de Studio Pierrot, y .hack//Liminality (2003). En 2015 la animadora publicó un libro titulado Enpitsu senki: dare mo shiranakatta Studio Ghibli [La guerra de los lápices: El Studio Ghibli que nadie conoció], en el que relata sus impresiones y sus vivencias durante los veinticinco años en los que trabajó en la compañía de animación.
Nació en el distrito de Nakano, Tokio, en 1939. Fue una de las colaboradoras más veteranas de Hayao Miyazaki e Isao Takahata. Justo antes de cumplir los veinte años, en 1958, se incorporó al departamento de entintado y color de Toei Dōga, poco tiempo después de terminar sus estudios en el instituto Tokyo Metropolitan Shakujī. Su primera colaboración con el tándem Takahata-Miyazaki tuvo lugar en 1968, cuando Yasuda se unió al proyecto de Las aventuras de Hols, el príncipe del Sol como entintadora. Desde este momento su carrera quedó ligada a las obras de estos dos creadores. Con Miyazaki ha trabajado en todos sus proyectos con la excepción de dos títulos: El castillo de Cagliostro e Imaginary Flying Machines (Kūsō no sora tobu kikaitachi, 2002).
Más allá de los lazos que la unen a la obra de Miyazaki, Yasuda ha estado también implicada en la mayoría de las obras de Ghibli como diseñadora de color. En calidad de jefa del departamento de entintado y color del estudio desde la creación de Ghibli, la artista considera que el color sirve para realzar el significado y la emoción de un filme, al igual que las palabras lo hacen en las narraciones. Con un estilo muy marcado, su trabajo se ha convertido en una de las señas de identidad del universo Ghibli.
En 2008 Michiyo Yasuda anunció su jubilación. Sin embargo, volvió a ponerse al frente de la sección de diseño de color para trabajar en dos nuevos proyectos de Hayao Miyazaki: Mr. Dough and the Egg Princess (Pan-dane to Tamago hime, 2010) y El viento se levanta.
Tras una vida dedicada a su trabajo, Michiyo Yasuda falleció en octubre de 2016. Su inestimable aportación al mundo del anime ha quedado recogida en el libro Animēshon no iro shokunin [La artesana del color de la animación], publicado por Tokuma Shoten en 1997.
Nació en Tokio en 1963. Después de terminar sus estudios en Musashino Art University Junior College of Art and Design, Tanaka se unió a las filas de Ghibli en 1990. Su primer trabajo para la compañía fue para Recuerdos del ayer donde se encargó de los fondos. Desde entonces ha trabajado en la mayoría de los largometrajes creados por el célebre estudio de animación. Su primer proyecto como director de arte llegaría con Puedo escuchar el mar, dirigida por Tomomi Mochizuki. En La princesa Mononoke fue uno de los cinco directores de arte encargados de dar forma a la película.
Además de trabajar en proyectos como Mis vecinos los Yamada o Arrietty y el mundo de los diminutos (Karigurashi no Arietti, 2010), Tanaka ha trabajado en varios de los cortometrajes creados para el Museo Ghibli: Mei and the Baby Cat Bus (Mei to nekobasu, 2002), Monmon, the Water Spider (Mizugumo Monmon, 2006), o A Sumo Wrestler’s Tail (Chū-zumō, 2010).
Desde 2014 la mayoría de las colaboraciones de Naoya Tanaka se han centrado en el diseño de producción. Algunos de los ejemplos más recientes los podemos encontrar en series como Btooom! (Butoūmu, 2012), Knights of Sidonia (Sidonia no Kishi, 2014) y Ajin: Semihumano (Ajin, 2016). Como director de arte, colaboró fuera de Studio Ghibli en las dos obras dirigidas por Kitarō Kōsaka: Nasu: Summer in Andalusia y Nasu: A Migratory Bird with Suitcase.
Nació en Filadelfia (Estados Unidos) en 1964. Tras abandonar el departamento de pintura al óleo de Tama Art University fue contratado por Studio Ghibli para trabajar en los fondos de Mi vecino Totoro junto a Kazuo Oga. También trabajó en Recuerdos del ayer y se unió oficialmente al equipo de Studio Ghibli durante la producción de Porco Rosso. Tras supervisar los fondos de Pompoko y Susurros del corazón, desempeñó el cargo de director artístico en el videoclip de On Your Mark, La princesa Mononoke, Mis vecinos los Yamada, El viaje de Chihiro y El castillo ambulante. Para Ghibli también ha trabajado como diseñador de fondos en Haru en el reino de los gatos. En la producción de La princesa Mononoke, Yōji Takeshige fue el encargado de dar vida a la Ciudad del Hierro y a la guarida de Moro.
Desde 2015, junto a Kazuo Oga, trabaja como asesor de la plantilla de artistas de Deho Gallery, un estudio fundado por antiguos trabajadores de Studio Ghibli que se dedica a preservar la tradición de elaborar artesanalmente los diseños de escenarios y la dirección artística.
Nació en la prefectura de Miyazaki en 1963. Ha trabajado para los estudios Fūga y Ghibli. Kuroda ha colaborado con muchos de los grandes autores del cine de animación japonés en calidad de creador de fondos: Katsuhiro Ōtomo para Akira, Mamoru Oshii para Patlabor 2 (Kidō keisatsu patoreibā The Movie, 1993) y Ghost in the Shell 2: Innocence y Yoshiaki Kawajiri para Ninja Scroll (Jūbei ninpūchō, 1995).
Su primera colaboración con Ghibli, también dibujando fondos, se produjo a finales de los ochenta para Nicky, la aprendiz de bruja. Repetiría dicha labor para Recuerdos del ayer, Porco Rosso, Puedo escuchar el mar y Pompoko. Con la producción de Susurros del corazón, Kuroda alcanzó el estatus de director de arte, cargo que repetiría junto a Naoya Tanaka, Nizō Yamamoto, Kazuo Oga y Yōji Takeshige para La princesa Mononoke, su última colaboración con Studio Ghibli.
Nació en 1952 en Daisen, en la Prefectura de Akita. Tras graduarse en Akita Prefectural Kakunodate High School se mudó a Tokio, donde empezó a estudiar en una escuela de diseño. En 1972 inició su carrera en el mundo de la animación trabajando en Las aventuras de Panda y sus amigos. Durante los siguientes catorce años trabajó en diferentes series de televisión y películas como The Fantastic Adventures of Unico (Unico, 1979), Cobra: Space Adventure (Kobura Supēsu Adobenchā, 1982), Harmageddon: la guerra contra Genma (Genma Taisen, 1983), Hiroshima (Hadashi no gen, 1983), Lensman: La lente (SF Shinseiki Lensman, 1984) y Wicked City (Yōjū Toshi, 1987) entre otras.
En 1987 fue reclutado por Hayao Miyazaki como director de arte para Mi vecino Totoro (1988). A partir de entonces, ha trabajado en diversos proyectos de Studio Ghibli bien como director de arte o como diseñador de fondos. Entre sus colaboraciones se encuentran títulos como Recuerdos del ayer, Porco Rosso, Pompoko, On Your Mark y Susurros del corazón. Para La princesa Mononoke fue uno de los cinco directores de arte designados por Miyazaki; entre sus funciones se encontraban los diseños del poblado emishi y el claro por donde merodea el Espíritu del Bosque. Tras esa película participó en El viaje de Chihiro, Haru en el reino de los gatos, El castillo ambulante, Cuentos de Terramar (Gedo Senki, 2006), Ponyo en el acantilado, Arrietty y el mundo de los diminutos y El cuento de la princesa Kaguya.
Paralelamente a su trabajo en Studio Ghibli, colaboró para otras compañías de animación en proyectos como Ninja Scroll, Joseph: Rey de los sueños (Joseph: King of Dreams, 2000), La chica que saltaba a través del tiempo (Toki wo kakeru shōjo, 2006), Summer Wars (Samā wōzu, 2009) o Una carta para Momo (Momo e no tegami, 2012).
En 2006 dirigió The Night of Taneyamagahara (Taneyamagahara no yoru, 2006), un cortometraje basado en un cuento del escritor japonés Kenji Miyazawa, producido por Studio Ghibli. Un año más tarde se organizó en su honor una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Tokio que, bajo el título Kazuo Oga-Totoro no mori wo egaku hito [Kazuo Oga: El hombre que dibujó el bosque de Totoro], mostraba una recopilación de sus trabajos que gozó de una calurosa acogida con una gran afluencia de público, en torno a las 300.000 personas. Actualmente es asesor de Deho Gallery, una entidad vinculada a las empresas de animación Dwango, Studio Khara y Studio Ponoc, y que tiene como objetivo continuar elaborando fondos y elementos de la dirección artística de forma artesanal.
Sus aportaciones como ilustrador, tanto para el mundo de la animación como para el universo de la literatura infantil, han sido recogidas en diversos volúmenes: Oga Kazuo Animation Studio Ghibli Artworks (Oga Kazuo Gashū, 1996), Oga Kazuo Animation Studio Ghibli Artwork II (Oga Kazuo Gashuu II, 2005) y Akita, asobi no fukei [Akita, escenario de recreo, 2009].
Nació en 1953 en la ciudad de Gotō (Nagasaki). Estudió Arquitectura en un instituto nocturno de la prefectura de Gifu, antes de trasladarse a Tokio. Mientras estudiaba Arte en Tokyo Designer Gakuin College, comenzó a trabajar como diseñador de fondos. Decidió iniciar una carrera profesional en el mundo de la animación inspirado por la serie de televisión Heidi, de Isao Takahata. Su primer trabajo como director de arte fue para Nippon Animation en la en la serie Conan, el niño del futuroAna de las Tejas VerdesEl castillo de CagliostroSherlock HolmesJarinko Chie