“Por fin disponible en castellano –en la fantástica traducción de Helen Torres– la obra de una de las voces feministas y ecologistas más importantes del siglo XXI. Donna Haraway es el Tomás Moro del presente, y su Chthuluceno, la utopía de una nueva alianza entre especies que se organiza para revitalizar un planeta devastado por el capitalismo patriarcal. Consciente de la potencia transformadora del relato, Haraway inventa una nueva gramática de la interdependencia y de la hibridación. Un lenguaje indispensable para prensar el cambio de paradigma planetario en el que estamos inmersos. Haraway certifica el fin de las humanidades y escribe la biblia del nuevo pensamiento interespecies.” — Paul B. Preciado
“Vivimos tiempos muy inquietos. La hemos liado. Pero, por eso mismo, Seguir con el problema nos recuerda que menos que nunca es hora de “soluciones” que prometen unidades tranquilas o separaciones limpias, sino un momento para perseverar en repensar y reanudar vínculos que permitan vivir y morir mejor. Para tratar la doble parálisis de la desesperanza y la indiferencia, líate con Haraway. ¡Te crecerán tentáculos!”— María Puig de la Bellacasa
“Seguir con el problema está escrito con amor y rabia, poniendo sobre la mesa lo que implica no dar la espalda a las demandas de este tiempo terrible al que hay quienes se atreven a llamar Antropoceno. Donna J. Haraway moviliza el poder de palabras, imágenes y cuentos para librarse de la doble tentación de la fe en las soluciones tecnológicas providenciales y la amarga seudo-sabiduría del game over. Su libro reclama de manera contundente que aceptemos participar en la continuidad del mundo”. — Isabelle Stengers
“Donna Haraway formula la pregunta de cómo pensar-con, vivir-con y ser-con otros organismos planetarios en un mundo que no olvida la magnitud del problema ecológico en el que se encuentra. Esto no significa lamentarse ante la destrucción del mundo, sino volver a ver cuáles han sido las posibilidades de vida desde siempre. Seguir con el problema es, a la vez, la irresistible secuela de una serie de trabajos fundamentales, un manifiesto lleno de energía intelectual para poner junto a su famoso Manifiesto Cyborg y, al mismo tiempo, solo un lugar de reposo momentáneo en una vida comprometida a hacernos pensar”. — Marilyn Strathern
Donna Haraway es profesora emérita del departamento de Historia de la Conciencia de la Universidad de California, Santa Cruz. Obtuvo el doctorado en Biología en la Universidad de Yale en 1972. Escribe y da clases sobre estudios de la ciencia y la tecnología, teoría feminista y estudios multiespecies. Ha dirigido más de sesenta tesis doctorales en distintas áreas disciplinarias e interdisciplinarias. Participa activamente en el Science and Justice Research Center y el Center for Creative Ecologies de la Universidad de California, Santa Cruz.
El trabajo de Haraway presta especial atención a la intersección de la biología con la cultura y la política, explorando las figuras de cuerdas compuestas por hechos científicos, ciencia ficción, feminismo especulativo, fabulación especulativa, estudios de la ciencia y la tecnología y configuraciones-de-mundos multiespecies. Algunos de sus libros son La promesa de los monstruos (2019); Manifestly Haraway (2016); When Species Meet (2008); The Companion Species Manifesto (2003) [Manifiesto de las especies de compañía (2016)]; The Haraway Reader (2004); Modest_Witness@Second_Millennium (1997, 2ª ed. 2018) [Testigo_Modesto@Segundo_Milenio (2011)]; "Simians, Cyborgs, and Women (1991) [Ciencia, cyborgs y mujeres (1995)]"; Primate Visions (1989); y Crystals, Fabrics, and Fields (1976, 2004). En 2016 se estrenó la película documental de Fabrizio Terravova titulada Donna Haraway: Story Telling for Earthly Survival, disponible en DVD. Ha editado, junto con Adele Clarke, Making Kin Not Population (2018), que trata sobre la cantidad de humanos, la justicia reproductiva feminista antirracista y medioambiental y el florecimiento multiespecies.
Autora Donna J. Haraway
Traducción de Helen Torres
Corrección de Sonia Berger
Conversación colectiva corrección Matilde Pérez, Sonia Berger y Fernanda Carvajal
Diseño y maquetación Rosa Llop
Imagen de cubierta Geraldine Javier
Edición consonni
C/ Conde Mirasol 13-LJ1D,
48003 Bilbao
www.consonni.org
Primera edición en español:
junio de 2019, Bilbao.
ISBN: 978-84-16205-42-4
Edición original:
Staying with the trouble: making kin in the Chthulucene, Donna J. Haraway
Published by arrangement with International Editors’ Co. and Duke University Press.
© 2016 by Duke University Press.
© 2019, de la traducción, Helen Torres
© 2019, de la edición, consonni
Capítulo 1, publicado como “Jeux de ficelles avec des espèces compagnes: Rester avec le trouble” en Les animaux: deux ou trois choses que nous savons d’eux, ed. Vinciane Despret y Raphaël Larrère (París: Hermann, 2014), 23–59. © Éditions Hermann. Traducido por Vinciane Despret.
Capítulo 4, ligeramente revisado de “Anthropocene, Capitalocene, Plantationocene, Chthulucene: Making Kin”, publicado originalmente en Environmental Humanities, vol. 6, bajo licencia Creative Commons cc by-nc-nd 3.0. © Donna Haraway.
Capítulo 5 de WSQ: Women’s Studies Quarterly 40, nos. 3/4 (primav./ver.- 2012): 301–16. Copyright © 2012 Feminist Press at the City University of New York. Utilizado con permiso de The Permissions Company, Inc., con autorización de feministpress.org. Todos los derechos reservados.
Capítulo 6 de Beyond the Cyborg: Adventures with Donna Haraway, ed. Margaret Grebowicz y Helen Merrick, 137–46, 173–75. Copyright © Columbia University Press, 2013.
Capítulo 7, reeditado de Angelaki 20, no. 2 (2015): 5–14. Publicado con permiso del editor. © Taylor and Francis Ltd., tandfonline.com
Ilustración 3.1. Endosymbiosis: Homage to Lynn Margulis. [Endosimbiosis: Homenaje a Lynn Margulis]. © Shoshanah Dubiner, www.cybermuse.com.
Imagen de cubierta: Geraldine Javier, Untitled A. [Sin Título A] (detalle), 2012. De la exposición Playing God in Art Lab [Jugando a ser Dios en el laboratorio de arte]. Producido en STPI-Creative Workshop & Gallery. © STPI/G
consonni es una editorial con un espacio cultural independiente en el barrio bilbaíno de San Francisco. Desde 1996 producimos cultura crítica y en la actualidad apostamos por la palabra escrita y también susurrada, oída, silenciada, declamada; la palabra hecha acción, hecha cuerpo. Desde el campo expandido del arte, la literatura, la radio y la educación ambicionamos afectar el mundo que habitamos y afectarnos por él.
Para quienes generan parentescos raros
Cocinada durante muchos años, la pila de compost de colegas, estudiantes y amistades que han hecho posible este libro es promiscua, estratificada y caliente. A pesar de que el holobioma que conforma este libro está lleno de bichos humanos y no humanos con quienes pensar y sentir, necesito dar las gracias especialmente a Rusten Hogness, Susan Harding, Anna Tsing, Scott Gilbert, Vinciane Despret, Isabelle Stengers, Bruno Latour, Marilyn Strathern, John Law, Jim Clifford, Katie King, Chris Connery, Lisa Rofel, Dai Jinhua, Carla Freccero, Marisol de la Cadena, Jenny Reardon, Beth Stephens, Annie Sprinkle, Helene Moglen, Sheila Namir, Gildas Hamel, Martha Kenney, Karen DeVries, Natasha Myers, Maria Puig de la Bellacasa, Megan Moodie, Margaret Wertheim, Christine Wertheim, Val Hartouni, Michael Hadfield, Margaret McFall-Ngai, Deborah Gordon, Carolyn Hadfield, Thelma Rowell, Sarah Franklin, Marc Bekoff, Rosi Braidotti, Allison Jolly, Adele Clarke, Colin Dayan, Cary Wolfe, Joanne Barker, Kim TallBear, Thom van Dooren, Hugh Raffles, Michael Fischer, Emily Martin, Rayna Rapp, Shelly Errington, Jennifer Gonzalez, Warren Sack, Jason Moore, Faye Ginsberg, Holly Hughes, Thyrza Goodeve, Eduardo Kohn, Beatriz da Costa, Eva Hayward, Harlan Weaver, Sandra Azeredo, Eric Stanley, Eben Kirksey, Lindsay Kelley, Scout Calvert, Kris Weller, Ron Eglash, Deborah Rose, Karen Barad, Marcia Ochoa, Lisbeth Haas, Eileen Crist, Stefan Helmreich, Carolyn Christov-Bakargiev, Sharon Ghamari, Allison Athens, Bettina Stoetzer, Juno Parreñas, Danny Solomon, Raissa DeSmet, Mark Diekhans, Andrew Matthews, Jake Metcalf, Lisette Olivares, Kami Chisholm y Lucien Gomoll. Cada una de estas amistades me ha dado algo especial para este libro, además de tantas otras personas a las que debería nombrar.
Mi hogar en la Universidad de California en Santa Cruz nutre grupos y centros de investigación vitales que son células madre en mi médula ósea. Tanto miembros como visitantes del Center for Cultural Studies, la Science and Justice Research Network, el Center for Emerging Worlds, el Research Cluster on Crisis in the Cultures of Capitalism, el Institute of Arts and Sciences y el Departamento de Historia de la Conciencia de la UCSC contribuyeron profundamente a dar forma a Seguir con el problema.
Muchos de los capítulos empezaron como conferencias y talleres, y las personas que participaron influyeron en mi pensamiento de maneras obvias y sutiles. Quiero agradecer especialmente a Kavita Philip, Gabriele Schwab, el Critical Theory Institute de la UC Irvine y a Jennifer Crewe de la Columbia University Press por la oportunidad de llevar a cabo las conferencias Wellek Lectures en 2011.
A lo largo de cuatro años, participé en un taller de escritura sobre Worlding [configuración del mundo], en el que tanto la escritura como los generosos comentarios críticos a mis garabatos por parte de Susan Harding, Anna Tsing, Katie Stewart, Lesley Stern, Allen Shelton, Stephen Muecke y Lauren Berlant volvieron a dar forma a las figuras, la voz, las historias y texturas de este libro.
Vinciane Despret me invitó a Cerisy, Normandía, en 2010, para formar parte de un coloquio de una semana a partir de la pregunta de cómo conocemos con otros animales. Cuando se anunciaba la hora de la comida, el personal llamaba “les animaux” a la pandilla del château para distinguirnos del resto de académicas y académicos más estrictamente humanistas de aquel verano, cosa de la que estábamos orgullosas. Isabelle Stengers me volvió a invitar a Cerisy en el verano de 2013 para su coloquio de una semana llamado Gestes spéculatifs, un encuentro extraordinario que para mí se caracterizó especialmente por las tardes en el taller de narración especulativa. Las personas con las que trabajé y jugué en Cerisy habitan cada capítulo de Seguir con el problema. No puedo nombrar a todas, pero quiero agradecer especialmente a Jocelyn Porcher, Benedikte Zitouni, Fabrizio Terranova, Raphaël Larrère, Didier Debaise, Lucienne Strivay, Émelie Hache y Marcelle Stroobants.
Nacida en parte a partir de las discusiones en Cerisy, la conferencia Thousand Names of Gaia /Os Mil Nomes de Gaia llevada a cabo en Río de Janeiro en 2014 dio un nuevo enfoque a mi pensamiento sobre las geografías, las temporalidades y los pueblos humanos y no humanos de nuestra época. Gracias especialmente a Eduardo Viveiros de Castro, Déborah Danowski y Juliana Fausto.
Marisol de la Cadena me invitó dos veces a participar en sus increíbles seminarios Indigenous Cosmopolitics Sawyer Seminars en la UC Davis en 2012. Agradezco la oportunidad de hacer figuras de cuerdas con ella y sus colegas y estudiantes, y con Marilyn Strathern e Isabelle Stengers. Me siento especialmente en deuda con Joe Dumit, Kim Stanley Robinson, James Griesemer y Kristina Lyons, participantes en estos eventos.
Tanto en la UCSC como en Dinamarca, mi trabajo ha sido moldeado por el fermento de AURA (Aarhus University Research on the Anthropocene), organizada por Anna Tsing con un grupo central de investigadores e investigadoras en biología y antropología. Agradezco especialmente a Nils Bubandt y Peter Funch, además de a Elaine Gan, Heather Swanson, Rachel Cypher y Katy Overstreet.
Estudiantes de doctorado y de la facultad de estudios de las ciencias de la UC San Diego entraron en mi libro en un momento especial de 2013; quiero agradecer especialmente a Monica Hoffman y Val Hartouni.
Los estudios multiespecies han ido surgiendo bajo diferentes formas en todo el mundo. Tengo una deuda especial con la gente de los estudios animales y las humanidades medioambientales de Gran Bretaña, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Estados Unidos. Quizás el hecho de que hayamos heredado el problema del colonialismo y el imperialismo en redes anglófonas densamente relacionadas y mayoritariamente blancas hace que nos necesitemos mutuamente cada vez más, a medida que aprendemos a repensar y resentir con bichos terráqueos situados y su gente. Invitada dos veces a intervenir en los encuentros de la British Animal Studies Network, incluida la pandilla reunida para los Animales Cosmopolíticos, quiero agradecer especialmente a Erica Fudge, Donna Landry, Garry Marvin, Kaori Nagai, John Lock y Lynda Birke. Annie Potts, Thom van Dooren, Deborah Bird Rose, Lesley Green, Anthony Collins y otras personas que me hacen recordar que pensar sobre estas materias desde el “sur global” puede ayudar a deshacer parte de la arrogancia del “norte global”. Y también quiero recordar que este “norte” problemático es el “sur” de las luchas decoloniales de humanos y no humanos del norte circumpolar indígena, una perspectiva que debo especialmente a Susan Harding.
La gente de la SF es fundamental para este libro, en tanto que escritores y escritoras y como colegas, especialmente Ursula K. Le Guin, Kim Stanley Robinson, Octavia Butler, Vonda McIntyre, Gweneth Jones, Julie Czerneda, Sheryl Vint, Marleen Barr, Sha La Bare, Istvan Csicsery-Ronay, Helen Merrick, Margaret Grebowicz y, siempre, Samuel R. Delany.
Colegas de Suecia, Noruega y Holanda contribuyeron de manera enriquecedora a este libro con sus generosas respuestas a mis conferencias y seminarios, así como con sus propias investigaciones. Gracias especialmente a Rosi Braidotti, Piet van de Kar, Iris van der Tuin, Tora Holmberg, Cecelia Åsberg, Ulrike Dahl, Marianne Lien, Britta Brena, Kristin Asdal e Ingunn Moser.
El grupo de investigación sobre Metodologías y Ecologías sobre Investigación-Creación de 2014 en la Universidad de Alberta, en Edmonton, me ayudó a repensar un capítulo en un momento crítico. Estoy en deuda con Natalie Loveless y su extraordinario grupo de colegas y estudiantes. También quiero agradecer a las personas del Institute for Humanities Research de la Universidad Estatal de Arizona en 2013, así como a Laura Hobgood-Oster y sus colegas en los encuentros de la American Academy of Religion de 2011, por su pensamiento innovador sobre humanos y otros animales.
Las Niñas y Niños del Compost de este libro deben muchísimo a los encuentros de la American Association for Literature and the Environment, llevados a cabo en junio de 2015, bajo el tema Notes from Underground: The Depths of Environmental Arts, Culture and Justice [Apuntes desde el subsuelo: las profundidades del arte, la cultura y la justicia medioambientales]. Gracias especialmente a Anna Tsing, mi compañera en el cavado de túneles, así como a Cate Sandilands, Giovanna Di Chiro, T. V. Reed, Noël Sturgeon y Sandra Koelle.
Agradezco de corazón a las inteligentes, hábiles y generosas personas de la Universidad de Duke, especialmente a Ken Wissoker y Elizabeth Ault. Su inteligencia y calidez me sostuvieron en la creación de este libro. Al salvarme de muchas meteduras de pata, la astuta revisión ciega por pares disminuyó mi miopía. Sin el trabajo exhaustivo y casi invisible de este grupo de revisión, la erudición se caería a pedazos.
El capítulo 1, “Jugando a figuras de cuerdas con especies compañeras”, es una versión ligeramente revisada de “Jeux de ficelles avecs des espèces compagnes: Rester avec le trouble”, en Les animaux: Deux ou trois choses que nous savons d’eux, editado por Vinciane Despret y Raphaël Larrère (París: Hermann, 2014), 23–59, traducido por Vinciane Despret. El capítulo 2, “Pensamiento tentacular: Antropoceno, Capitaloceno y Chthuluceno”, es una versión significativamente revisada de “Staying with the Trouble: Sympoièse, figures de ficelle, embrouilles multispécifiques”, en Gestes spéculatifs, editado y traducido por Isabelle Stengers (París: Les presses du réel, 2015). Una versión muy abreviada del capítulo 3, “Simpoiesis: Simbiogénesis y las artes vitales de seguir con el problema”, aparecerá en Arts of Living on a Damaged Planet: Stories from the Anthropocene, editado por Anna Lowenhaupt Tsing, Nils Bubandt, Elaine Gan y Heather Swanson para la University of Minnesota Press. El capítulo 4, “Generar parientes: Antropoceno, Capitaloceno, Plantacionoceno, Chthuluceno”, es una versión ligeramente revisada de la Environmental Humanities 6 (2015). El capítulo 5, “Inundada de orina: DES y Premarin® en una respons-habilidad multiespecies”, está ligeramente revisado de la versión en WSQ: Women’s Studies Quarterly 40, nº. 3/4 (primavera/verano de 2012): 301–16. Copyright © 2012 de la Feminist Press at the City University of New York. Utilizado con permiso de The Permissions Company, Inc., en nombre de los editores (feministpress.org), todos los derechos reservados. El capítulo 6, “Sembrar mundos: una bolsa de semillas para terraformar con alteridades terráqueas”, es una versión ligeramente revisada de Beyond the Cyborg: Adventures with Donna Haraway, editado por Margaret Grebowicz y Helen Merrick, 137–46, 173–75, copyright © Columbia University Press, 2013. El capítulo 7, “Una práctica curiosa”, es una versión ligeramente revisada de Angelaki 20, nº. 2 (2015): 5–14, reeditada con permiso de la editorial (Taylor and Francis Ltd., tandfonline.com). El capítulo 8, “Historias de Camille”, se publica por primera vez en este volumen.
Trouble1 es una palabra interesante. Deriva de un verbo francés del siglo XIII que significa “suscitar”, “agitar”, “enturbiar”, “perturbar”. Vivimos (todos los seres sobre Terra) en tiempos perturbadores, tiempos confusos, tiempos turbios y problemáticos. La tarea es volvernos capaces de dar respuesta de manera recíproca, en todos nuestros arrogantes tipos. Los tiempos confusos están anegados de dolor y alegría; de patrones ampliamente injustos de dolor y alegría, de un innecesario asesinato de la continuidad, pero también de un resurgimiento necesario. La tarea es generar parientes en líneas de conexión ingeniosas como una práctica de aprender a vivir y morir bien de manera recíproca en un presente denso. Nuestra tarea es generar problemas, suscitar respuestas potentes a acontecimientos devastadores, aquietar aguas turbulentas y reconstruir lugares tranquilos. En tiempos de urgencias, es tentador tratar el problema imaginando la construcción de un futuro seguro, impidiendo que ocurra algo que se cierne en el futuro, poniendo en orden presente y pasado en aras de crear futuros para las generaciones venideras. Seguir con el problema no requiere de este tipo de relación con los tiempos llamados futuro. De hecho, seguir con el problema requiere aprender a estar verdaderamente presentes, no como un eje que se esfuma entre pasados horribles o edénicos y futuros apocalípticos o de salvación, sino como bichos mortales entrelazados en miríadas de configuraciones inacabadas de lugares, tiempos, materias, significados2.
Chthuluceno es una palabra simple3. Es un compuesto de dos raíces griegas (khthôn y kainos) que juntas nombran un tipo de espaciotiempo para aprender a seguir con el problema de vivir y morir con respons-habilidad4 en una tierra dañada. Kainos significa ahora, un tiempo de comienzos, un tiempo para la continuidad, para la frescura. Nada en kainos debe significar pasados, presentes o futuros convencionales. No hay nada en los tiempos de comienzos que insista en eliminar completamente lo que ha venido antes ni, ciertamente, lo que viene después. Kainos puede estar lleno de herencias, de memorias y también de llegadas, de criar y nutrir lo que aún puede llegar a ser. Entiendo kainos como una presencia continua, densa, con hifas5 infundiendo todo tipo de temporalidades y materialidades.
Los chthónicos son seres de la tierra, antiguos y de última hora a la vez. Los imagino repletos de tentáculos, antenas, dedos, cuerdas, colas de lagarto, patas de araña y cabellos muy desenmarañados. Los chthónicos retozan en un humus multibichos, pero no quieren tener nada que ver con el Homo que mira al cielo. Los chthónicos son monstruos en el mejor sentido: demuestran y performan la significatividad material de los bichos y procesos de la tierra. También demuestran y llevan a cabo consecuencias. Los seres chthónicos no están a salvo; no quieren tener nada que ver con las ideologías; no pertenecen a nadie; se retuercen, se deleitan y crecen profusamente con formas variadas y nombres diversos en las aguas, los aires y los lugares de la tierra. Hacen y deshacen; son hechos y deshechos. Son quienes son. No es de extrañar que los grandes monoteísmos del mundo, tanto los de disfraz secular como religioso, hayan intentado una y otra vez exterminar a los chthónicos. Los escándalos de los tiempos llamados Antropoceno y Capitaloceno son las últimas y más peligrosas de estas fuerzas exterminadoras. Vivir-con y morir-con de manera recíproca y vigorosa en el Chthuluceno puede ser una respuesta feroz a los dictados del Ántropos y el Capital.
Pariente [kin] es una categoría salvaje cuya domesticación es intentada por personas de todo tipo. Generar parientes en parentescos raros6 más que, o al menos sumándole, el parentesco divino y la familia biogenética y genealógica, problematiza asuntos importantes, como ante quién se es responsable en realidad. ¿Quién vive y quién muere, y de qué manera, en este parentesco en lugar de en aquel otro? ¿Qué forma adquiere este parentesco, dónde y a quiénes conectan y desconectan sus líneas, y qué pasa con ello? ¿Qué debe cortarse y qué enlazarse para que los florecimientos multiespecies sobre la tierra (incluidos humanos y alteridades-no-humanas en parentesco) tengan una oportunidad?
Una figura ubicua en este libro es SF: ciencia ficción, fabulación especulativa, figuras de cuerdas, feminismo especulativo, hechos científicos y hasta ahora7. Esta reiterada lista gira y orbita a lo largo de las próximas páginas, en palabras e imágenes, entrelazándonos a quienes me leen y a mí en seres y patrones en riesgo. El hecho científico y la fabulación especulativa se necesitan mutuamente, y ambos necesitan al feminismo especulativo. Pienso en SF y el juego de cuerdas en un triple sentido de la figuración. En primer lugar, sacando fibras promiscuamente de entre prácticas y eventos densos y coagulados, intento seguir el camino de los hilos para poder rastrearlos y encontrar sus marañas y patrones cruciales para seguir con el problema en tiempos y lugares reales y particulares. En este sentido, SF es un método de rastreo, seguir un hilo en la oscuridad, en un peligroso relato verdadero de aventuras en el que quién vive, quién muere y de qué manera podría llegar a ser más evidente para el cultivo de una justicia multiespecies. En segundo lugar, la figura de cuerdas no es el rastreo, sino más bien la cosa en cuestión, el patrón y ensamblaje que requiere respuesta, la cosa que no es una misma pero con la que una tiene que seguir andando. En tercer lugar, hacer figuras de cuerdas es pasar y recibir, hacer y deshacer, coger hilos y soltarlos. SF es práctica y proceso; es devenir-con de manera recíproca en relevos sorprendentes; es una figura de la continuidad en el Chthuluceno.
El libro y la idea de “seguir con el problema” se impacientan especialmente con dos respuestas a los horrores del Antropoceno y el Capitaloceno que oigo con demasiada frecuencia. La primera es fácil de describir y –creo– de descartar: se trata de la fe cómica en las soluciones tecnológicas, ya sean seculares o religiosas. De alguna manera, la tecnología vendrá al rescate de sus traviesas pero astutas criaturas o, lo que vendría a ser lo mismo, Dios vendrá al rescate de sus desobedientes pero siempre esperanzadoras criaturas. Ante esta conmovedora estupidez sobre las soluciones tecnológicas (o el tecno-Apocalipsis), a veces es difícil recordar que sigue siendo importante el sumarse a proyectos tecnológicos situados y a sus gentes. No son el enemigo, pueden hacer muchas cosas importantes para seguir con el problema y generar raros parentescos generativos.
La segunda respuesta, más difícil de descartar, es probablemente aún más destructiva: concretamente, una posición en la que se da por terminado el juego, en la que es demasiado tarde y no tiene sentido intentar mejorar nada, o al menos no tiene sentido tener una confianza activa recíproca en trabajar y jugar por un mundo renaciente. Conozco personas de la comunidad científica que manifiestan este tipo de cinismo amargo, aunque ellas mismas trabajen duramente para marcar una diferencia positiva para las personas y otros bichos. Algunas personas que se describen a sí mismas como críticas culturales o progresistas en política también piensan así. Creo que la extraña pareja de trabajar y jugar por el florecimiento multiespecies con habilidad y energía tenaz y, a la vez, manifestar una actitud explícita de game over que puede –y de hecho lo hace– desanimar a otras personas (incluyendo a estudiantes) es propiciada por diversos tipos de futurismo. Uno de ellos parece creer que las cosas realmente importan solo si funcionan. O, peor, que algo importa solo si lo que yo y mis colegas expertos hacemos funciona para arreglar las cosas. Más generosamente, a veces los científicos y otras personas que piensan, leen, estudian, agitan y se preocupan saben demasiado, y se les hace demasiado pesado. O, al menos creemos que sabemos lo suficiente como para llegar a la conclusión de que la vida en la tierra que incluye a las personas de una manera tolerable ha llegado realmente a su fin, que realmente se acerca el Apocalipsis.
Esta actitud tiene todo el sentido en medio de la sexta gran extinción de la tierra y de abrumadoras guerras, extracciones y pauperizaciones de miles de millones de personas y otros bichos por algo llamado “beneficio” o “poder”; o, de hecho, algo llamado “Dios”. Una actitud de game over se impone en los vientos huracanados no solo de saber, sino de sentir que la cantidad de humanos estará a punto de superar los once mil millones de personas en 2100. Esta cifra representa un incremento de nueve mil millones de personas a lo largo de los 150 años que van desde 1950 a 2100, con consecuencias enormemente desiguales para personas pobres y ricas –por no mencionar las cargas enormemente desiguales impuestas a la tierra por las personas ricas en comparación con las pobres– y consecuencias aún peores para los no humanos en casi todas partes. Hay muchos otros ejemplos de realidades nefastas: las Grandes Aceleraciones de la postguerra de la Segunda Guerra Mundial han dejado sus marcas en las rocas, aguas, aires y bichos de la tierra. Hay una fina línea entre el reconocimiento de la vastedad y seriedad de los problemas y el sucumbir a un futurismo abstracto y a sus afectos de desesperación sublime y sus políticas de indiferencia sublime.
Este libro argumenta e intenta performar, evitando el futurismo, que seguir con el problema es a la vez más serio y más animado. Seguir con el problema requiere generar parentescos raros: nos necesitamos recíprocamente en colaboraciones y combinaciones inesperadas, en pilas de compost caliente. Devenimos-con de manera recíproca o no devenimos en absoluto. Este tipo de semiótica material es siempre situada, en algún lugar y no en ningún lugar, enredada y mundana. A solas, desde nuestras maneras distintivas de experiencia y pericia, sabemos a la vez demasiado y demasiado poco, y así sucumbimos a la desesperación o la esperanza. Ninguna de las dos es una actitud sensata. Ni la desesperación ni la esperanza están en sintonía con los sentidos, ni con la materia consciente, la semiótica material o los terrícolas mortales en densa copresencia. Ni la esperanza ni la desesperación saben enseñarnos a “jugar a figuras de cuerdas con especies compañeras”, el título del primer capítulo de este libro.
Seguir con el problema se inicia con tres largos capítulos. Cada uno de ellos rastrea historias y figuras para generar parientes en el Chthuluceno, con el fin de romper ataduras con el Antropoceno y el Capitaloceno. Las palomas, en toda su mundana diversidad –desde criaturas del imperio a pájaros de carreras de trabajadores, desde espías de guerra a colegas de investigación científica, desde colaboradoras en activismos en el mundo del arte en tres continentes a plagas y compañeras urbanas– funcionan como guías del capítulo 1.
En sus hogareñas historias, las palomas dan paso a una práctica de “pensamiento tentacular”, título del segundo capítulo. En él, expando el argumento de que el individualismo limitado, en sus distintos sabores en la ciencia, la política y la filosofía, se ha demostrado finalmente incapaz para pensar con, es verdaderamente impensable, técnicamente o de cualquier otra manera. Simpoiesis (generar-con) es una palabra clave a lo largo del capítulo, a medida que exploro los regalos al pensamiento que necesitamos, ofrecidos por teóricos y narradores. Mis colegas de los estudios de la ciencia, la antropología y la narración (Isabelle Stengers, Bruno Latour, Thom van Dooren, Anna Tsing, Marilyn Strathern, Hannah Arendt, Ursula Le Guin y más) son mis compañeros en el pensamiento tentacular. Con su ayuda, presento los tres cronopaisajes del libro: el Antropoceno, el Capitaloceno y el Chthuluceno. Medusa (la única gorgona mortal, representada como Señora de los Animales), aliada con el pulpo del día del Pacífico, salva el día y termina el capítulo.
El capítulo 3, “Simbiogénesis y las artes vitales de seguir con el problema”, teje los hilos de la simpoiesis en la biología ecológica y evolutiva del desarrollo y en los activismos de arte-ciencia comprometidos con cuatro lugares emblemáticos turbulentos: los holobiomas de los arrecifes de coral; la zona carbonífera de Black Mesa en las tierras navajo y hopi y otras zonas de extracción de combustibles fósiles, con impactos especialmente devastadores sobre los pueblos indígenas; los complejos hábitats forestales de los lémures en Madagascar; y las tierras y mares circumpolares de América del norte, sujetos a nuevos y viejos colonialismos y atenazados por el deshielo acelerado. Este capítulo hace figuras de cuerdas con los hilos de energías de movimientos oscilatorios de biologías, artes y activismos a favor del resurgimiento multiespecies. A lo largo del capítulo, ovejas navajo-churro, orquídeas, abejas en extinción, lémures, medusas, pólipos coralinos, focas y microbios desempeñan un papel primordial en compañía de sus artistas, biólogos y activistas. Aquí y en todo el libro, la creatividad sostenida de personas que se preocupan y actúan anima la acción. No sorprende que personas y pueblos indígenas contemporáneos, en conflicto y colaboración con muchos tipos de asociados, marquen una diferencia considerable. Biólogas y biólogos, empezando por la incomparable Lynn Margulis, infunden el pensamiento y el juego de este capítulo.
El capítulo 4, “Generar parientes”, es a la a vez un bis de los cronopaisajes del Antropoceno, el Capitaloceno y el Chthuluceno y un alegato a “Generar parientes, no bebés”. Feministas antirracistas, anticolonialistas, anticapitalistas y proqueer de todos los colores y todos los pueblos han sido durante mucho tiempo líderes en el movimiento por la salud y los derechos sexuales y reproductivos, prestando especial atención a la violencia de los órdenes sexuales y reproductivos hacia personas pobres y marginadas. Las feministas han sido líderes en argumentar que libertad sexual y reproductiva significa ser capaces de que niñas y niños, propios o ajenos, alcancen una madurez sólida con salud y seguridad en comunidades intactas. Las feministas han sido también históricamente las únicas en insistir en el poder y el derecho de toda mujer, joven o vieja, de escoger no tener hijos o hijas. Conscientes de la facilidad con que este posicionamiento repite las arrogancias del imperialismo, feministas de mi convicción insisten en que la maternidad no es el telos de las mujeres y que la libertad reproductiva de una mujer sobrepasa las demandas del patriarcado o de cualquier otro sistema. Alimentación, trabajo, vivienda, educación, la posibilidad de viajar, la comunidad, la paz, el control del propio cuerpo y la propia intimidad, los cuidados de la salud, una contracepción en buenas condiciones y amigable con las mujeres, la última palabra sobre si debe o no nacer un bebé, la alegría: estos y otros son derechos reproductivos y de la salud. Su ausencia en todo el mundo es pasmosa. Por excelentes razones, las feministas que conozco han resistido los lenguajes y las políticas de control de población ya que, con evidente frecuencia, responden más a los intereses de estados biopolíticos que al bienestar de las mujeres y su gente, joven y vieja. Los consecuentes escándalos en las prácticas de control de la población son fáciles de encontrar. Sin embargo, según mi experiencia, las feministas, incluyendo las de los estudios antropológicos y de la ciencia, no han considerado seriamente la Gran Aceleración de la cantidad de humanos, por temor a que hacerlo significara caer una vez más en el fango del racismo, el clasismo, el nacionalismo, el modernismo y el imperialismo.
Pero ese miedo no basta. Abstenerse de tratar la urgencia del casi insondable aumento de la cantidad de humanos desde 1950 puede llevar a caer en algo similar a la manera en que algunos cristianos evitan la urgencia del cambio climático porque toca muy de cerca la esencia de la propia fe. Cómo tratar la urgencia es la pregunta candente para seguir con el problema. ¿Qué significa la libertad reproductiva feminista decolonial en un mundo multiespecies peligrosamente turbulento? No puede tratarse únicamente de un asunto humanista, por más antiimperialista, antirracista, anticlasista y promujer que sea. Tampoco puede ser un asunto “futurista”, prestando atención solo a números abstractos y datos masivos y dejando de lado las vidas y muertes diferenciadas y estratificadas de personas reales. Sin embargo, un aumento de nueve mil millones de seres humanos a lo largo de 150 años, hasta llegar a unos once mil millones en 2100 –si tenemos suerte– no es solo un número; y no puede justificarse culpando al Capitalismo o a ninguna otra palabra con mayúsculas. Es necesario empezar a pensar colectivamente de manera innovadora, a lo largo y ancho de los diferentes posicionamientos históricos y tipos de conocimiento y experiencia.
“Inundada de orina”, el capítulo 5, comienza con relaciones íntimas y personales, deleitándose con las consecuencias de seguir estrógenos que conectan a una mujer mayor con su perra más vieja, concretamente, yo y mi compañera e investigadora asociada Cayenne. Antes de que los hilos de la figura de cuerdas hayan sido rastreados lejos, recordando a sus colegas cíborg de camada y desechos8, mujer y perro se encuentran en historias de investigación veterinaria, grandes farmacéuticas, crianza de caballos para estrógenos, zoos, activismo feminista DES9, acciones interrelacionadas entre derechos de los animales y salud de las mujeres, y mucho más. El tema central es habitar con intensidad cuerpos y lugares específicos como medio para cultivar la capacidad de responder a las urgencias del mundo de manera recíproca.
Ursula K. Le Guin, Octavia Butler, hormigas y semillas de acacia pueblan el capítulo 6, “Sembrar mundos”. La tarea es contar un relato de aventuras SF con acacias y sus asociados como protagonistas. Es entonces cuando la teoría de la narrativa como bolsa de Le Guin viene al rescate, junto con las teorías de la bióloga Deborah Gordon sobre las interacciones entre las hormigas y el comportamiento de la colonia, para elaborar las posibilidades de la biología ecológica y evolutiva del desarrollo y las teorías de sistemas no jerárquicos para dar forma a las mejores historias. La ciencia ficción y el hecho científico cohabitan alegremente en este relato. Con Le Guin como su escriba, en los pasajes finales, la prosa de las semillas de acacia y la lírica de los líquenes dan lugar a la poética muda de las rocas.
“Una práctica curiosa”, el capítulo 7, se aproxima a la filósofa, psicóloga, estudiante humano-animal y teórica cultural Vinciane Despret, por su incomparable habilidad para pensar-con otros seres, humanos o no. El trabajo de Despret sobre la sintonización y sobre bichos que se vuelven mutuamente capaces de hazañas inesperadas en encuentros reales es necesario para seguir con el problema. Ella no presta atención a lo que se supone son capaces de hacer los bichos, por naturaleza o educación, sino a aquello que los seres evocan juntos y de manera recíproca que antes verdaderamente no existía, ni en la naturaleza ni en la cultura. Su tipo de pensamiento amplía las capacidades de todos los jugadores, esa es su práctica de configuración de mundos10. Las urgencias del Antropoceno, el Capitaloceno y el Chthuluceno requieren de ese tipo de pensamiento más allá de categorías y capacidades heredadas, en maneras concretas y modestas, como el tipo de cosas en las que se involucraron los turdoides árabes11 y sus científicos en el desierto del Neguev. Despret enseña cómo tener curiosidad y de qué manera estar de duelo haciendo presentes a los muertos en una presencia activa. Necesitaba su toque antes de escribir las historias finales de Seguir con el problema. Su práctica curiosa me preparó para escribir sobre las Comunidades del Compost y las tareas de los palabreros de los muertos12, ya que trabajan por la recuperación y el resurgimiento multiespecies de la tierra.
“Historias de Camille: Niñas y Niños del Compost” cierra este libro. Esta invitación a una fabulación especulativa colectiva sigue a cinco generaciones de una alianza simbiótica entre una niña humana y mariposas monarca a lo largo de las muchas líneas y nodos de las migraciones de estos insectos entre México y los Estados Unidos y Canadá. Estas líneas trazan socialidades y materialidades cruciales para vivir y morir con bichos al límite de la desaparición con el fin de que puedan continuar. Las Comunidades del Compost surgieron en todo el mundo a principios del siglo XXI sobre tierras y aguas arruinadas, comprometidas a nutrir capacidades para dar respuesta y cultivando maneras de volverse recíprocamente capaces. Estas comunidades se comprometieron a contribuir de manera radical a reducir la cantidad de humanos durante algunos siglos, a la vez que desarrollaron prácticas de justicia medioambiental multiespecies de una miríada de tipos. Cada nuevo bebé tenía al menos tres progenitores humanos, y la progenitora gestante ejercía la libertad reproductiva en la elección de un animal simbionte para el bebé, una elección que se ramificaba en las distintas generaciones de todas las especies. Las relaciones entre personas simbiogenéticas y humanos no enlazados trajo muchas sorpresas, algunas de ellas mortíferas, pero quizás las sorpresas más profundas surgieron de las relaciones entre vivos y muertos en los holobiomas de la tierra en una complejidad sinanimagénica.
Muchos problemas, muchos parientes con quienes continuar.
Trouble: problema, dificultad, disturbio. [Nota de la Trad.]
En Estados Unidos, critters [bichos] es una expresión cotidiana para llamar a los animales salvajes problemáticos de todo tipo. La comunidad científica habla todo el tiempo de sus “bichos”, igual que lo hace la gente común en todo el país, aunque más especialmente en el sur. La contaminación de “criaturas” (creatures) y “creación” no es aplicable a los “bichos”; si ven este tipo de lapa semiótica, rasquen hasta eliminarla. En este libro, “bichos” (critters) se refiere de manera promiscua a microbios, plantas, animales, humanos y no humanos, y a veces incluso a máquinas.
Fue más difícil decidir cómo escribir Chthuluceno de manera tal que llevara a poderes y seres divisibles chthónicos arrogantes y no al Chthulhu, Cthulhu, o cualquier otra deidad o monstruo de gestación única. Una persona experta en ortografía griega que fuera quisquillosa podría insistir en la “h” entre la última “l” y la “u”, pero en aras de la pronunciación inglesa y también para evitar caer en el Cthulhu de Lovecraft, dejé caer esa “h”. Esto es un metaplasmo.
Traducción de response-ability: responsabilidad y habilidad de dar respuesta. [Nota de la Trad.]
Filamento, ramificado o no, de tamaño microscópico, que reunido con otros filamentos forma el micelio, el cuerpo vegetativo de los hongos. [Nota de la Trad.]
Traducción de oddkin: odd significa “diferente a lo habitual o esperado”; kin significa “pariente”. [Nota de la Trad.]
SF son las siglas en inglés de science fiction, speculative fabulation, string figures, speculative feminism, scientific facts y so far. [Nota de la Trad.]
Litter en el original. Litter viene del fr. ant. litiere, del lat. lectaria, lectus “litera”, “camada”; desde el siglo XVIII, se refiere a los desechos abandonados en un sitio público. Otra acepción es “hojarasca”, “lecho de hojas”. Como verbo, significa también “hacer un nido” y, en los animales, “parir”. Lo hemos traducido por “desechos” (por su etimología: del latín disiectus, “dispersión de la materia”; dis-iacere, “yacer”) y “camada”. [Nota de la Trad.]
Se refiere al estrógeno Dietilestilbestrol. [Nota de la Trad.]
Traducimos worlding como “configuración de mundos”. [Nota de la Trad.]
El turdoide árabe o tordalino arábigo (Turdoides squamiceps) es una especie de ave de nidificación comunitaria que habita en matorrales áridos de Oriente Medio. [Nota de la Trad.]
Speakers for the dead, en el original. La traducción literal sería “voceros de los muertos”, y es también título de la novela de ciencia ficción de Orson Scott Card (1986). Lo hemos traducido como “palabreros de los muertos”, a partir del “palabrero”, figura central en la cultura Wayuu para la administración de justicia a través de la mediación y negociación de conflictos entre diferentes clanes y entre personas u organizaciones no pertenecientes al pueblo Wayuu, ya que el protagonista de las novelas de O. Scott Card actúa como intermediario para resolver conflictos entre vivos y muertos de manera similar a como lo hacen los palabreros entre personas vivas. [Nota de la Trad.]
En idiomas sintonizados con la traducción parcial, las figuras de cuerdas son llamadas Cat's Cradle en inglés estadounidense, jeux de ficelles en francés; na’atl’o’ en navajo. Ver Haraway, “SF: Science Fiction, Speculative Fabulation, String Figures, So Far”.
SF son las siglas en inglés de science fiction, speculative fabulation, string figures, speculative feminism, scientific facts y so far: ciencia ficción, fabulación especulativa, figuras de cuerdas, feminismo especulativo, hechos científicos, hasta ahora. [Nota de la Trad.]
Para una presentación matemática chistosa de Terrápolis, ver Haraway, “SF: Science Fiction, Speculative Fabulation, String Figures, So Far”.
“Guma”, del gótico y anglo sajón antiguo, se transformó más tarde en “human”, pero ambos términos se ensucian con la tierra y sus bichos, ricos en humus, humaine, seres terráqueos en tanto que opuestos a los dioses. En hebreo, Adán viene de “adamah” o “suelo, tierra”. El género lingüístico histórico de “guma”, como el de “humano” y “hombre” [man], es masculino-universal; pero en la configuración de mundos SF, “adán”, “guma” y “adamah” devienen más bien un microbioma de bichos en fermentación de muchos géneros y tipos, como por ejemplo las especies compañeras, juntas en la mesa, alimentándose y siendo alimento, comensales, compost. Puig de la Bellacasa, en “Ethical Doings in Naturecultures”, discute una biopolítica transformadora, el cuidado de la tierra y sus muchas especies (incluyendo las personas) a través del cuidado del suelo en el movimiento de la permacultura.
Strathern, Reproducing the Future, 10; Strathern, The Gender of the Gift.
Whitehead, Adventures.
Stengers, Cosmopolitics I y II.
Despret, “The Body We Care For”; Despret, “The Becoming of Subjectivity in Animal Worlds”. Despret me regaló el “volver capaces” y mucho más. “Devenir-con” es desarrollado en Haraway, When Species Meet, 16–17, 287.
Para el realismo agencial y la intraacción, ver Barad, Meeting the Universe Halfway.
Para una etnología a la antigua usanza, ver Jayne, String Figures.
Hogness, “California Bird Talk”.
Cat's cradle o “juego de la cunita” es uno de los nombres en inglés para el juego de las cuerdas; jeux de ficelles es el nombre en francés. La autora habla de string figures, cat's cradle y jeux de ficelles de manera diferenciada. [Nota de la Trad.]
Naabeehó Bináhásdzo (la nación navajo, el territorio legal geográficamente definido para la nación semi-autonómica), o Diné Bikéyah (el nombre del Pueblo para la tierra navajo), está localizada en la región de Four Corners, al suroeste de los Estados Unidos, rodeada por Colorado, Arizona, Utah y Nuevo México. Para estudios navajos sobre su historia, escritos en la red de historias de creación del Diné y la disciplina de historia académica, ver Denetdale, Reclaiming Diné History. En Internet hay muchas fuentes sobre juegos de cuerdas y figuras de cuerdas navajo, con diversos nombres e historias. Por ejemplo, “Diné String Games” y la extensa “Library of Navajo String Games” [“Biblioteca de Juegos de Cuerdas”]. Para ver un vídeo extraordinario de una anciana navajo, Margaret Ray Bochinclonny, jugando juegos de cuerdas, ver “Navajo String Games by Grandma Margaret”. El nieto de Margaret Ray, Terry Teller, explica constelaciones estelares de figuras de cuerdas navajos en “So Naal Kaah, Navajo Astronomy”. Los juegos de cuerdas navajo se juegan principalmente en invierno, la temporada de cuenta cuentos de la Mujer Araña.
Anderson, Creatures of Empire.
Las palomas bravías han mantenido probablemente relaciones de codomesticación con personas durante aproximadamente diez mil años; hay grabaciones de palomas en tablillas cuneiformes de la Mesopotamia de hace cinco mil años. A lo largo de este capítulo, usaré el término común de “palomas” y “palomas bravías” de manera intercambiable, a no ser que indique lo contrario. Existen varias docenas de especies vivas y fósiles en la familia Columbidae que incluye a la Columbia livia domestica, incluyendo a más de treinta especies de palomas vivas del Viejo Mundo o especies de palomas. Algunas especies de Columbidae . Durante siglos, Irán ha sido un centro apasionado de las carreras de palomas, una práctica que aún continúa, a pesar de ser ilegal (aunque tolerada) bajo el régimen actual, ya que en estas carreras se practican apuestas. Para un tratamiento etnográfico bilingüe persa/francés de esta historia fascinante, ver Goushegir,Le combat du colombophile