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Alfonso López Quintás

Alfonso López Quintás es doctor en filosofía, catedrático emérito de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, doctor honoris causa de la Universidad Francisco de Vitoria, miembro de número de la Real Academia Española de Ciencias Morales y Políticas, cofundador del Seminario Xabier Zubiri (Madrid) y fundador del proyecto formativo Escuela de Pensamiento y Creatividad (Madrid).

En sus cincuenta obras publicadas ha tratado, sobre todo, estos temas: la necesidad de pensar con rigor (Metodología de lo suprasensible, El triángulo hermenéutico, Cinco grandes tareas de la filosofía actual, Inteligencia creativa), la estética (Estética de la creatividad, El enigma de la belleza, el poder transfigurador del arte), la ética (La ética o es transfiguración o no es nada, El secreto de una vida lograda), el pensamiento dialógico (El poder del diálogo y el encuentro, Cuatro personalistas en busca de sentido, Romano Guardini y la dialéctica de lo viviente), la manipulación (La revolución oculta, La tolerancia y la manipulación, La palabra manipulada), la historia de la filosofía (Filosofía española contemporánea, Cuatro filósofos en busca de Dios, El pensamiento filosófico de Ortega y d´Ors), el poder formativo de la literatura y el arte (Cómo formarse en ética a través de la literatura, Literatura y formación humana, Poder formativo de la música).

Este libro complementa La ética o es transfiguración o no es nada (BAC, Madrid 2014). Estudia el decisivo tema del paso del nivel 3 al nivel 4, que no había podido ser desarrollado en el libro anterior. El autor lo aborda dentro de un contexto muy significativo para toda persona: cómo superar, por vía de elevación, los límites que nos acosan durante la vida. El autor va a la raíz del problema y nos muestra con claridad y precisión que, si pensamos con el debido rigor, ateniéndonos a la lógica propia de cada nivel de realidad, se nos abren multitud de posibilidades. Esto sucede ya al subir del nivel 1 al nivel 2. Cuando descubrimos la riqueza que encierran las «experiencias reversibles» —declamar un poema, interpretar una obra musical, conversar con una persona…—, descubrimos lo que significa «participar» en una «realidad abierta» y advertimos que las realidades más valiosas de la vida humana —las obras culturales, las personas y comunidades, los valores, las entidades religiosas…—, sólo se nos revelan si participamos en ellas.

Esto no nos conduce por la vía del irracionalismo. Al contrario, la inteligencia se potencia con ello al máximo, la libertad de maniobra —de actuar conforme a la propia voluntad— se convierte en libertad creativa —libertad de actuar por el bien de los demás—, se aumenta la capacidad de crear modos valiosos de unidad con las realidades del entorno, se consigue superar diversas aparentes paradojas u oposiciones: por ejemplo, entre libertad y normas, independencia y solidaridad, lo interior y lo exterior, lo individual y lo comunitario…

Esta potenciación de la inteligencia nos permite descubrir el poder clarificador que tienen los «círculos virtuosos», anillos de conceptos integrados entre sí. Uno de ellos clarifica el sentido profundo del «silencio de Dios». Al descubrirlo, la supuesta indiferencia de Dios ante nuestros males no sólo no nos aleja de la fe, sino que incrementa al máximo nuestro amor agradecido a la figura del Cristo silente en la Pasión, que da la vida por nosotros con un amor absolutamente incondicional.

Al final del libro, la mirada profunda que hemos adquirido nos lleva a captar el papel decisivo que juega el amor en nuestros actos de participación. Si acogemos la palabra del Evangelio que nos manda amarnos con amor oblativo —amor de ágape— y participamos, así, del tipo de amor que constituye el ser de Dios, tenemos la promesa de que Jesús y el Padre vendrán a nosotros y morarán en nuestro interior.

Para llegar a Dios no hemos de dar un paso o un salto hacia Él. Si participamos en su ser —que se define como amor de ágape, amor oblativo—, Él vendrá a nosotros y nos convertirá en amigos suyos (Jn 15, 14). Lo decisivo en el tránsito del nivel 3 al 4 no es un paso o un salto; es una transfiguración. El camino hacia Dios consiste en transfigurarnos mediante nuestra participación en su amor incondicional. «…Quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él» (1 Jn 2, 5).

Colección Digital

La mirada profunda
y el silencio de Dios

Una antropología dialógica

Alfonso López Quintás

Colección:

Digital

Director:

Francisco J. Bueno Pimenta

Comité científico asesor:

Javier Barraca Mairal
Mauro Jiménez Martínez
M.ª Antonia Labrada Rubio
Belén Mainer Blanco
Wilfredo Rincón García

© 2019 Editorial UFV

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Tel.: (+34) 91 351 03 03

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Wolfgang Amadeus Mozart. Obra inacabada de Joseph Lange, 1782 (dominio público).

Diseño de cubierta:

Cruz más Cruz

ISBN edición impresa: 978-84-17641-44-3

ISBN edición digital: 978-84-18360-16-9

Depósito legal: M-20015-2019

Impresión: Producciones Digitales Pulmen, S. L. L.

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Impreso en España – Printed in Spain

A Asumpta Oriol y Charo Carrión,
siempre en camino hacia la sabiduría

CONTENIDO

PRÓLOGO

I. LA SITUACIÓN DE EMERGENCIA EDUCATIVA

1. Desorientación en cuestiones éticas y religiosas

2. Cómo elaborar un método educativo eficaz en este momento

3. La eficacia del método propuesto pende de la riqueza de las realidades superiores

4. Rasgos básicos de los cuatro niveles positivos de realidad y de conducta

II. CÓMO SUPERAR LA SITUACIÓN DE EMERGENCIA EDUCATIVA

1. Rasgos básicos de la emergencia educativa

2. En un entorno desértico, las soluciones solo se obtienen por vía de elevación

3. El poder liberador del juego, bien entendido

4. Necesidad de potenciar la inteligencia

III. LA EXPERIENCIA DE NUESTROS LÍMITES

1. La vida en el espíritu

2. Limitaciones posibles en los cuatro niveles positivos

IV. DE DÓNDE PROCEDEN CIERTAS LIMITACIONES

1. Vivir apegado al nivel 1 bloquea nuestro desarrollo personal

2. Una vida anodina es sentida como una grave limitación

3. La falta de recursos para superar las pruebas de la vida convierte las limitaciones en barreras

4. Al subir a los niveles superiores, calibramos el alcance de nuestras limitaciones

5. Al conocer la experiencia religiosa (nivel 4), podemos sentirnos lejos de la perfección, pero nos vemos, a la vez, llamados a ella

V. EL ASCENSO A LOS NIVELES SUPERIORES PERMITE SUPERAR MÚLTIPLES LIMITACIONES

1. El proceso ascensional del ama de casa

2. La superación de los límites en los diversos niveles

3. La superación de los límites en los niveles superiores y la creatividad

4. La transformación de cuatro conceptos decisivos

5. El secreto del crecimiento radica en cambiar de signo a los límites

6. La necesidad de ambitalizarse y la comparación del injerto

7. La tradición, bien entendida y asumida, nos libera de muchos límites

Síntesis: La mirada profunda y la superación de límites

VI. CARÁCTER RELACIONAL-DIALÓGICO DE LA PERSONA HUMANA. NECESIDAD DE ADOPTAR UNA MENTALIDAD ABIERTA

1. La persona y el lenguaje

2. La condición relacional de la persona

3. El complejo ser dinámico-relacional del hombre

4. Características de la persona

5. Estructura del ser personal

6. La «salida de sí» hacia lo valioso supone un ascenso a un nivel superior

7. El cultivo del espíritu y la voz de la conciencia

8. El logro de una mirada profunda

9. El ser personal tiene su origen en una llamada

10. La persona es un alguien, además de un algo

11. Visión sintética de la persona

VII. EL ASCENSO AL NIVEL 3 Y AL IDEAL DE LA UNIDAD

1. El valor del ideal

2. El ideal visto con una mirada profunda: una meta que irradia valor, nos atrae y motiva

3. La aportación positiva de los ideales

4. Los ideales superan nuestros límites en el nivel 3

VIII. EL VALOR DE LA UNIDAD, VISTA COMO EL IDEAL DE NUESTRA VIDA

1. El valor de la unidad, vista en sí misma

2. El orden preestablecido en el universo asombra y orienta a los investigadores

3. El pensamiento relacional nos revela formas valiosas de unidad

4. Formas de unión del ser humano con su entorno, en los cuatro niveles

5. La unidad con otras personas en las experiencias reversibles

6. La relación de participación crea modos elevados de unidad (Nivel 2)

7. Formas de unidad que surgen en los distintos modos de participación

8. Descubrimiento de realidades estéticas universales y concretas a la vez

9. El modo de ser de realidades todavía más abstractas, al parecer

10. La unidad de identificación propia del nivel 4

IX. EL VALOR DEL BIEN. LO QUE ME HACE SUBIR DE NIVEL Y PERFECCIONARME

1. La experiencia de nuestra ob-ligación al bien

2. La libertad y el deber de ob-ligarnos al bien

3. La experiencia reversible del bien. Sinergias entre los grandes valores

4. Descripción global de la experiencia del bien

5. Qué es el bien y cómo se revela en la conciencia

6. La unidad operativa del hombre con el bien y el surgir de la conciencia y la certeza

7. La conciencia, fuente de luz y de seguridad

8. Concepción dialógica del modo de ser de la conciencia

9. La conciencia errónea parece rentable, pero nos empobrece peligrosamente

10. Ob-ligarse libremente a normas fecundas acrecienta nuestra libertad creativa

11. Actuar en conciencia

12. ¿Decidir en conciencia o decidir por consenso?

13. La conciencia, norma suprema

14. No basta ser coherente con uno mismo; hay que estar acorde con la propia verdad

15. Carácter incondicional del bien

16. El bien y el sentido de la vida

17. Necesidad de cuidar el uso de los términos espaciales

X. LA JUSTICIA, EL VALOR DE DAR LO NECESARIO PARA CRECER

1. El lenguaje y la formación humana

2. El origen del ideal de la justicia

3. La justicia y el desarrollo cabal de cada persona

4. La justicia, la belleza y la verdad

5. La precariedad de la autonomía absoluta

6. La justicia, la dignidad del hombre y sus derechos

7. Una ética de mínimos no es suficiente

8. La justicia debe inspirar nuestra vida cotidiana

9. Poder promocional de los grandes ideales

10. Si nos alejamos de la justicia, nuestro espíritu enferma

11. La justicia nos exige «vivir históricamente»

12. La justicia y la ley natural

13. Análisis dinámico-dialógico de la ley natural

XI. EL VALOR DE LA BELLEZA QUE SALVA

1. ¿Es posible definir la belleza?

2. Necesidad de vivir la belleza en su albor, genéticamente

3. Concepción relacional de la belleza

4. Carácter relacional de estas categorías estéticas

5. Tres criterios para explicar el origen de la belleza

6. Formas de belleza características de los cuatro niveles positivos

7. La belleza nos salva en cuanto nos transfigura

8. La belleza inefable de una sonrisa

9. Nexo de la forma y la belleza

10. Concepción relacional de la belleza artística en el nivel 4, según Marko Ivan Rupnik

11. Sin atención a la belleza nos alejamos del bien y de la verdad

12. Qué tipo de belleza es la que nos salva

XII. LA VERDAD, O LA PLENITUD DE VIDA QUE DEBEMOS LOGRAR

1. El concepto de verdad

2. La verdad de un ser dinámico

3. Verdad se vincula con sentido

4. Cómo llegamos a la verdad

5. Para llegar a la verdad debemos perfeccionar la capacidad cognoscitiva

6. La racionalidad singular de la experiencia de participación

7. Vínculo entre la intensidad de la participación y el grado de racionalidad

8. El conocimiento por vía de presencia

9. Capacidades que surgen en nosotros al hilo del proceso de crecimiento y potencian nuestra inteligencia

10. Vivir para la verdad, en la verdad y de la verdad

11. La verdad y la conciencia

12. La fecundidad de vivir para la verdad, en la verdad y de la verdad

13. Carácter creativo del actuar en conciencia

14. La idea relacional de la verdad

XIII. LOS CÍRCULOS VIRTUOSOS Y EL INCREMENTO DE NUESTRA CAPACIDAD COGNOSCITIVA

I
Dos tipos de círculos virtuosos

1. El pensamiento circular

2. Los círculos virtuosos propiamente dichos

II
Diversos ejemplos de círculo virtuoso

1. La clarificación grandiosa del concepto religioso de alabanza

2. La conversión de una niña refugiada

3. El paso de la suma belleza a la vida de fe

4. Importancia de la categoría de relación en el universo, en la vida ética y en la vida religiosa

5. Necesidad de pasar de la «razón débil» a la «razón grande». Un círculo virtuoso que clarifica el alcance de la fe

6. La grandeza del canto gregoriano, visto a la luz de un círculo virtuoso

III
La fundamentación de los círculos virtuosos

1. Transfiguración del sentido de los conceptos al hilo del proceso de desarrollo personal

2. La potencia expresiva y configuradora de la unidad

3. En el nivel 2 todo cambia

4. En el nivel 2 se enriquece el lenguaje

5. El perfeccionamiento del conocer por vía de participación

6. Primer hito del proceso de desarrollo: el encuentro

7. Segundo hito: La opción por el ideal de la unidad

8. El tránsito al nivel 4 y el poder expresivo del lenguaje

XIV. LOS CÍRCULOS VIRTUOSOS Y LA CLARIFICACIÓN DEL SENTIDO DEL SILENCIO DE DIOS

1. La precariedad de ciertas reacciones al silencio de Dios

2. El camino zigzagueante del hombre hacia Dios

3. Este anillo de conceptos o «círculo virtuoso» clarifica el sentido del silencio divino

Síntesis: el silencio de dios y el entusiasmo por la figura de Jesús abandonado

XV. EL SILENCIO DE DIOS Y LA ILUSIÓN POR DIFUNDIR LA VIDA CRISTIANA

1. De la perplejidad hemos de pasar al entusiasmo

2. La solución surge cuando subimos de nivel

3. Para resolver el problema de Dios, hemos de cambiar la mentalidad

4. La forma más peligrosa de simplificación es analizar las realidades más valiosas con categorías del nivel 1

XVI. LA LÓGICA DE LA VIDA ESPIRITUAL RELIGIOSA (NIVEL 4)

I
Experiencias de acceso a la lógica del nivel 4

1. Primera experiencia: Modos de influir sobre las realidades del entorno en los cuatro niveles

2. Segunda experiencia: La función del lenguaje en cada uno de los niveles

3. Tercera experiencia: Distintas formas de tratar las realidades del entorno en los cuatro niveles

4. Cuarta experiencia: Carácter relacional del proceso de crecimiento

5. Quinta experiencia: Sentido del término «amar» en los cuatro niveles

6. Sexta experiencia: Modos de agrado propios de cada nivel

7. Séptima experiencia: Diversos modos de fundamentación en cada uno de los niveles

II
Características de la lógica del nivel 4

1. El amor es la clave de la lógica del nivel 4

2. El amor incondicional y la superación definitiva de las paradojas

3. Carácter relacional de la doctrina de la gracia

4. En el nivel 4 vivimos una vida en el espíritu

5. Dios se revela a quien cultiva el amor auténtico

6. La plenitud de la ética y el acceso al reino del amor incondicional

7. El lenguaje y el poder clarificador de los círculos virtuosos

8. Intercambio personal, amor oblativo y vida interior

9. El ordo amoris, el amor incondicional y la participación en la vida divina

XVII. LA LÓGICA DEL NIVEL 4, SEGÚN ADRIENNE VON SPEYR

1. La verdad de Dios, fuente de vida espiritual en la que somos invitados a participar

2. La verdad de Dios se nos comunica en su Palabra

3. Poder transfigurador de la Palabra

4. El conocimiento de las realidades divinas

5. La verdad de Dios

6. La lógica del espíritu

7. La verdad, como vida divina en plenitud

CONCLUSIÓN

EPÍLOGO. UN MÉTODO FORMATIVO ENTUSIASMANTE

1. Necesidad de un método que proceda por vía de descubrimiento y sea rápido, bien articulado, sugestivo y entusiasmante

2. Carácter ascendente y promotor del método

3. La verificación o autentificación de las doctrinas religiosas

4. Aplicaciones del método

ÍNDICE DE AUTORES Y MATERIAS

Alfonso López Quintás

La mirada profunda
y el silencio de Dios

Una antropología dialógica

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PRÓLOGO

En la obra La ética o es transfiguración o no es nada omití, por falta de espacio, el análisis de las características del nivel 4, el religioso. En este nuevo libro subsanaré esa laguna, pero dentro de un contexto diferente —y no menos importante—, inspirado por la gran pregunta de cómo accedemos al nivel 4 en una situación de emergencia educativa.

LA SUPERACIÓN DE LA EMERGENCIA EDUCATIVA

Esta emergencia debemos resolverla por vía de elevación. Ningún problema grave se resuelve con medidas superficiales. A mayor gravedad, más alto vuelo se requiere. A mayor peligrosidad, mayor rigor en el pensar se necesita, sobre todo porque, a mi entender, el gran fallo que provoca esta tremenda crisis es que hoy día —hablando en general— no se piensa bien, se carece del debido rigor por una razón muy profunda que urge delatar ya al comienzo.

La realidad en la que nos movemos no es uniforme; presenta diversos caracteres que podemos clasificar en cuatro clases o niveles:

a) el nivel 1 —el de los objetos y el manejo de los mismos—,

b) el nivel 2 —el de las realidades abiertas o ámbitos y las experiencias reversibles, entre las cuales destacan las de encuentro—,

c) el nivel 3 —el de los grandes valores y la conversión de los mismos en ideales de la vida—,

d) el nivel 4, el de las realidades religiosas, fundamento de nuestra adhesión incondicional a los grandes valores.

Cada uno de estos niveles está regido por una lógica propia, es decir, un modo peculiar de ser y de comportarse.

Por ejemplo, en el nivel 1, la libertad y las normas se oponen, pero en los niveles 2, 3 y 4 sucede lo contrario; no solo no se oponen sino que se enriquecen y complementan. Si analizamos las realidades de los niveles 2, 3 y 4 con la lógica propia del nivel 1 —considerado a menudo erróneamente como el normal, el que da la norma—, sembramos el caos en el pensamiento y en la vida privada y social. Sirva de ejemplo la siguiente anécdota:

Un transeúnte vio a un niño que llevaba un niño más pequeño a cuestas y le dijo: «¿Cómo cargas tu espalda con semejante peso?».

El niño le contestó: «¡No es un peso, señor; es mi hermano!».

FECUNDIDAD DE LA DISTINCIÓN DE LOS NIVELES DE REALIDAD

Obviamente, el transeúnte interpretó la acción del hermano mayor con categorías o conceptos propios del nivel 1. Consideró la persona —nivel 2— del hermano menor como un mero peso —nivel 1—. La rebajó, injustamente, de condición. Con fina intuición, el niño mayor entendía que llevar con afecto un hermano a la espalda (nivel 2) implica cargar con un peso (nivel 1), pero no se reduce a ello; se presta un servicio a un familiar desvalido. Con lo cual se realiza una actividad decisiva en la vida: ascender al nivel 2.

Es sorprendente el cambio que experimentamos al decidirnos a analizar cada realidad de nuestro entorno —empezando por nosotros mismos— con la lógica propia del nivel al que pertenece. Entonces, todo encaja —porque se ordena conforme al ordo rerum y al ordo amoris— y gana en claridad, en orden y articulación, y, por tanto, en unidad, justicia y belleza. Si, al conocer estos valores de cerca, nos entusiasmamos con ellos y los convertimos en principio de nuestro obrar, toda nuestra vida se transfigura. Es decisivo en nuestro proceso de desarrollo el momento en que descubrimos la transfiguración que experimenta nuestra vida al vincular el nivel 2 con el nivel 3 y tomar los grandes valores como criterios de vida.1

Este cambio a mejor nos dispone para vivir a fondo nuestra conexión con los valores y nuestro acceso al estado de plenitud que podemos denominar con un término de gran abolengo: la verdad.

Este ascenso a la verdad nos hace posible ir transfigurando el lenguaje, dotándolo de mayor expresividad, mayor capacidad de clarificación de nuestras posibilidades creativas. Tal perfeccionamiento da lugar a la formación de diversos círculos virtuosos, que nos van a permitir escalar cimas de pensamiento singularmente elevadas.

Esta nueva fuente de luz nos dispondrá para intuir la inmensa riqueza de la lógica del nivel 4, que supera a las anteriores y nos abre sorprendentes horizontes de pensamiento y de vida.

DESTINATARIOS DE ESTE LIBRO

De lo antedicho se desprende que este libro se dirige —en el plano intelectual académico— a quienes deseen potenciar la inteligencia, descubrir las perspectivas que nos abre el pensamiento relacional y disponernos, así, para hacer la experiencia de integrar los ámbitos de la fe y la razón.

Los seguidores del Pensamiento Dialógico o Personalista podrán descubrir en estas páginas la inmensa fecundidad intelectual y espiritual que alberga la concepción dialógico-relacional de la persona humana.

Para elaborar un tipo de pensamiento concreto y jugoso, bien dotado para destacar la grandeza de la vida humana, se solicita con frecuencia la llamada «antropologización de la filosofía».2 De hecho, esta medida se lleva a cabo en este libro al estudiar cada realidad con los conceptos exigidos por su lógica propia. Es llamativa la eficacia que muestra esta medida, que parece al principio sencilla —por obvia—, pero que, por ser sencillamente justa, posee toda la fuerza de la realidad, en sus diversos planos de perfección.

En el área de la asistencia psicológica y psiquiátrica, el método aquí seguido abre mil posibilidades para resolver —por vía de elevación— situaciones de desánimo —o incluso depresión— ante las limitaciones diarias de todo orden provocadas por una defectuosa concepción del poder creativo del hombre. Viktor Frankl lo intentó con su logoterapia. En este libro deseo potenciar ese laudable empeño desde otra perspectiva. Mi método creativo-dialógico presta aquí una gran ayuda, pues nos enseña a vivir ascendiendo, y superando, con ello, diversos fallos y límites. Muchas limitaciones de la inteligencia son provocadas por malentendidos, fácilmente superables con este método. Por ejemplo, el de la existencia de ciertas supuestas paradojas en la vida del espíritu.

A los educadores se les propone aquí un método de formación por vía de descubrimiento que resulta convincente e ilusionante. Hoy día no basta con informar; hay que entusiasmar, y esto se logra ofreciendo posibilidades creativas a los jóvenes y convirtiéndolos en protagonistas de su propia aventura formativa. Es toda su persona la que está en juego. Lo vio bien Romano Guardini:

«Nuestra época va viendo claro que “formar” es algo distinto de “enseñar”, de adquirir ciencia y saberes. Algo distinto de elaborar una concepción teorética o estética del mundo. La formación es una labor realizada con un ser vivo; con las energías y las aspiraciones vivas del hombre; con la figura interna y externa que va adquiriendo; con su mundo interior y su entorno».3

NECESIDAD DE UNA «MIRADA PROFUNDA»

Para formarnos y formar a otros en este amplio y profundo sentido necesitamos una «mirada profunda», una forma de mirar adecuada a la riqueza de las realidades propias de los cuatro niveles positivos. Lo intuyó con agudeza el cardenal Godfried Daneels, en un artículo que termina con esta frase:

«Las necesidades más grandes del hombre están ocultas profundamente en él. La felicidad duradera se encuentra un poco más lejos, un poco más hondo de lo que suponemos (…). Dichoso aquel que da un primer paso en esa dirección».4

Para llevar a cabo esta decisiva búsqueda necesitamos, a juicio del autor, una «mirada profunda». La intuición es sin duda sugestiva, pero se ha quedado sin desarrollar. Por mi parte, describí algunas características de la mirada profunda en el amplio estudio publicado en la obra El arte de leer creativamente.5 En este nuevo libro he querido ponerla en juego para mostrar a qué altas cotas puede llevarnos.

Este tipo de mirada colabora estrechamente con el «método en espiral», que expone al principio un puñado de ideas interconexas y luego las va retomando para explanarlas y clarificarlas más y más en vueltas sucesivas.

Agradezco de veras a la Universidad Francisco de Vitoria la buena acogida que tuvo a bien dispensar a mi manuscrito.

Alfonso López Quintás

Madrid, enero de 2019

I

LA SITUACIÓN DE EMERGENCIA EDUCATIVA

1. DESORIENTACIÓN EN CUESTIONES ÉTICAS Y RELIGIOSAS

En cuestiones de ética y de religión, la situación actual muestra un desconcierto preocupante. No faltan motivos para el desánimo: la juventud —con notables excepciones— parece alejarse de la moral tradicional y la práctica religiosa; el agnosticismo crece; se incrementa, en ciertos ámbitos, la sensación de que el cristianismo ha languidecido y se muestra poco eficaz para guiar a las gentes…

LA DESINFORMACIÓN ACTUAL EN CUESTIONES ÉTICAS

El conocido escritor Alasdair McIntyre —un referente en cuestiones éticas— escribe en su obra Tras la virtud: «Ha habido una catástrofe que interrumpió la transmisión del saber moral y, más ampliamente, la de sus fundamentos».6 ¿Se ha reanudado ya dicha transmisión? Mucho me temo que no, al menos del modo como pienso que debería hacerse. Urge tratar a fondo esta cuestión, pues, cuanto mayor es un problema, más riguroso ha de ser su planteamiento. En un clima desilusionado —erosionado por la tendencia a situarse en el tiempo de la «postverdad»— no basta incrementar la difusión de una sana doctrina moral; hay que hacerlo de tal modo que resulte convincente y entusiasmante. Solo así se moverán las gentes a ponerla en práctica con ilusión, y no cejar hasta abrir a la propia vida los más amplios horizontes.

¿DEFICIENTE INFLUENCIA DEL CATOLICISMO EN LA CULTURA ACTUAL?

A este respecto, me han impresionado —como síntoma de lo que piensa hoy una parte de la opinión pública— los reproches que hizo el periodista alemán Peter Seewald a Benedicto XVI en el libro-entrevista Luz del mundo.7 Amparado, tal vez, en la confianza que parecía tener en él el Papa emérito, le planteó sin ambages la siguiente cuestión:

«La Iglesia católica es la mayor organización del mundo, y funciona bien. Posee un culto propio, una ética propia y lo más sagrado de lo sagrado: la Eucaristía. Y, sobre todo, tiene la legitimación “de lo alto” y puede afirmar de sí misma: somos lo original, somos los custodios del tesoro. En realidad, más no puede pedirse. ¿No es, acaso, extraño o incluso un escándalo que esta Iglesia no haga mucho más con ese potencial incomparable?».

El Papa admitió que es un tema digno de plantearse, y se limitó a hacer dos observaciones:

«Se trata del choque de dos mundos espirituales: el mundo de la fe y el mundo del secularismo. Lo decisivo es determinar dónde tiene razón el secularismo —es decir, dónde la fe tiene que hacer suyas las formas y figuras de la modernidad— y dónde tiene que oponer resistencia. Esta gran lucha atraviesa hoy el mundo entero».

«Para vencer en esta lucha es necesario que los creyentes, conscientes del valor de su fe, se confronten con el secularismo y hagan una labor lúcida de discernimiento. Este enorme proceso es propiamente la gran tarea que se nos encomienda en esta hora. Solo podemos esperar que la fuerza interior de la fe, que está presente en el hombre, llegue a ser después poderosa en el campo público, plasmando asimismo el pensamiento a nivel público y no dejando que la sociedad caiga simplemente en el abismo. A menudo, uno se pregunta realmente qué han de hacer los cristianos para que su fe tenga una mayor eficacia política».

El periodista se permitió reargüir con la siguiente pregunta, más comprometida todavía:

«¿No se podría partir de la base de que, después de dos mil años, el cristianismo simplemente se ha agotado, del mismo modo que en la historia de la civilización se agotaron también otras grandes culturas?».

La respuesta del Papa puede condensarse en estas palabras:

«Si observamos este asunto de modo superficial y solo en Occidente, puede parecer que estamos ante una situación de agotamiento. Pero en otros países —por ejemplo, Brasil y África— surgen constantemente nuevos movimientos. Por tanto, hay un vigor de surgimiento y de nueva vida. También en Occidente hay un despertar de iniciativas católicas, suscitadas por la alegría de personas jóvenes, al margen de una burocracia desgastada y cansada. Mi experiencia me permite ser optimista en cuanto a que el cristianismo se halla ante un nuevo dinamismo».

El periodista no pareció haber quedado muy convencido con las respuestas del Pontífice, porque insistió en su visión pesimista, diciendo:

«Sin embargo, a veces se tiene la impresión de que hubiese una ley natural por la cual, en cierta medida, el paganismo recupera una y otra vez los territorios que han sido roturados y cultivados por el cristianismo».

El Papa se limitó a insistir en su misma línea:

«La verdad del pecado original se confirma. Una y otra vez el hombre vuelve a caer de su fe, quiere volver a ser solamente él mismo, se vuelve pagano en el sentido profundo de la palabra. Pero una vez y otra se pone también de manifiesto la presencia divina en el hombre».

LA SITUACIÓN ACTUAL, ¿SUPONE UN TRAUMA DE DESMORONAMIENTO O DE RENOVACIÓN?

Comparto con el Papa la afirmación de que en la Iglesia hay brotes de espiritualidad muy prometedores por su fuerza juvenil y su compromiso espiritual renovador. Pero en estos mismos movimientos se advierte la necesidad de renovar los métodos de formación, sobre todo la de los jóvenes. Esta es una cuestión mayor que debemos analizar muy a fondo.

En cuanto a la sospecha de que el cristianismo se halle agotado, es muy posible que una mirada superficial lo vea así. Pero añadiré que, si hay razones para el desánimo, tenemos otras muy serias para inducir que nos hallamos en un tiempo propicio —un verdadero «kairós»— para presentar la fe cristiana como una fuente inagotable de posibilidades creativas y de una elevada riqueza espiritual.

Aunque más de un formador opine que «con la juventud actual no hay nada que hacer», mi larga experiencia en diversos países me lleva a pensar que hay mucho que hacer y muy prometedor, a condición de que dispongamos de un método adecuado. Los grandes valores son eternos, sin duda alguna; pero los métodos para transmitirlos de modo eficiente pueden y deben ser mejorados cuando es necesario. Y hoy nos urge disponer de un método nuevo que sea rápido, lúcido, bien articulado y entusiasmante. Con un método así cambiaría la situación a mejor, es decir, se transfiguraría.

Lo veremos en este libro cuidadosamente. Y, al final, les invitaré a pensar conmigo si el cristianismo «está agotado» —como piensa la opinión pública que recogió Peter Seewald— o si alberga un tesoro de posibilidades de crecimiento personal que nos asombran no bien vislumbramos su existencia.

2. CÓMO ELABORAR UN MÉTODO EDUCATIVO EFICAZ EN ESTE MOMENTO

Para inspirarme, analicé cuidadosamente diversos escritos de autores renombrados. Apenas me ayudaron, por no ser cuidadosos en el pensar. Y una intuición clara me advertía, desde el principio, que sin un pensamiento muy aquilatado no se puede dar un paso firme en las tareas formativas.

Los pacientes análisis que hice en Metodología de lo suprasensible, El triángulo hermenéutico y Cinco grandes tareas de la filosofía actual me sugirieron el camino recto: proseguir y mejorar el estudio de las realidades que diversos autores centroeuropeos denominaron «in-objetivas», por no tener las condiciones básicas de los meros «objetos», realidades mensurables, asibles, manejables, analizables con métodos técnicos. La lectura atenta —entre líneas— de los pensadores dialógicos (Martin Buber, Ferdinand Ebner, Romano Guardini, August Brunner, Emmanuel Mounier…) y los existenciales (Martin Heidegger, Karl Jaspers, Gabriel Marcel…) me confirmó en mi presentimiento de que tales realidades constituyen un tesoro, pero requieren un tratamiento muy preciso.

Esto me llevó a estudiar los diversos niveles de realidad que hay en nuestro mundo y a descubrir que las realidades que se dan en ellos están regidas por una lógica propia. Si a las realidades de los niveles 2, 3 y 4 les aplicamos los conceptos básicos del nivel 1 —el más elemental y menos evolucionado—, nos condenamos a rebajarlas y a empobrecer nuestra forma de pensar. En diversas investigaciones pude advertir que el desconcierto actual procede, en buena medida, de este fallo metodológico.

Una circunstancia feliz me permitió relacionarme, en Múnich, con Romano Guardini y su Movimiento de Juventud. Me llamó la atención su cuidado en ser fiel a cada tipo de realidad, según el nivel al que pertenece. Sin detenerse a realizar un estudio sistemático de los diversos niveles de realidad y de la conducta humana respecto a ellos, tendía por intuición a analizar cada tipo de realidad con los conceptos pertinentes y con el método adecuado. Por ejemplo, si hablaba del encuentro, movilizaba un método relacional de pensar. Varios estudios sobre la eficacia de su labor publicista me llevaron a la conclusión de que, en buena medida, la excelente acogida que tuvo en diversas naciones fue debida a esta finura metodológica. A esta se debe la forma aquilatada de tratar temas tan complejos y ricos como el simbolismo de la liturgia, la condición humana y trascendente de la Iglesia, el carácter enigmático de la belleza artística…

EL PERFECCIONAMIENTO DE ESTA VÍA METODOLÓGICA Y HERMENÉUTICA

El cultivo entusiasta de los estudios hermenéuticos, unido a mi trato frecuente con las realidades artísticas —sobre todo musicales—, éticas y religiosas me permitió ahondar en el análisis de la lógica propia de los niveles 2, 3 y 4 de realidad y llegar al descubrimiento de que, si analizamos cada realidad con las categorías propias de su lógica, podemos abrir a los jóvenes múltiples posibilidades creativas, que les permitan superar —de modo ilusionante— buen número de prejuicios y bloqueos que entorpecen su marcha hacia la madurez personal.

Nos sorprende advertir de qué manera tan sencilla se consiguen grandes logros cuando se hacen análisis precisos de las realidades más valiosas de nuestro entorno. Pero no es extraño, porque eso significa «pensar a medida», como pedía el gran Henri Bergson;8 a medida de lo que es y demanda cada realidad, según su lógica propia, es decir, su modo peculiar de ser y de actuar.

Esta atención pormenorizada al modo de ser de cada realidad me llevó de la mano a cultivar el modo de pensar relacional y a descubrir la importancia de las realidades abiertas o ámbitos, que nos ofrecen posibilidades creativas y nos permiten comprender a fondo los dos grandes acontecimientos del proceso formativo del hombre: el encuentro y la opción por el ideal de la unidad.

Estos análisis me permitieron descubrir el admirable poder transfigurador que tiene el hombre en diversos aspectos: el trato con el lenguaje, la creación artística y literaria, la actividad lúdica en sus diversas modalidades, la vida ética…

NECESIDAD DE UNA «MIRADA PROFUNDA»

La movilización conjunta del pensamiento relacional y la actividad transfiguradora me ayudó a perfilar la idea de lo que hemos de entender por «mirada profunda». Si queremos abordar con buen tino las grandes cuestiones de la vida, debemos aprender a mirar con penetración, trascender lo superficial para alcanzar lo profundo, integrar diversos niveles… Para ello, hemos de movilizar un método adecuado, pues ese tipo de mirada no depende solo de la inteligencia de cada uno, sino de la forma de analizar la realidad. A mi entender, tal método se basa en el descubrimiento de la lógica propia de los cuatro niveles positivos de realidad y en la decisión de pensar conforme a sus exigencias. Al hacerlo, podemos mirar las realidades que constituyen cada uno de esos niveles de forma lúcida, aguda, ágil, flexible, integradora…

Los frutos de tal mirada serán sorprendentes: daremos madurez a nuestra inteligencia —consistente en ver a lo lejos, a lo ancho y a lo profundo—, captaremos el largo alcance de los símbolos, admiraremos la energía que irradian los grandes ideales cuando respondemos activamente a su llamada. Pensemos en el ideal de la unidad y sus valores afines: el amor, el bien y la bondad, la justicia, la belleza y como resultado de la opción por todos ellos, la verdad. Por el contrario, si no distinguimos los diversos niveles y analizamos todas las realidades con las categorías propias del nivel 1 —el menos evolucionado—, lo confundiremos todo e iremos por la vida con los ojos vendados.

LA CLARIFICACIÓN DE LOS «CÍRCULOS VIRTUOSOS»

La movilización de la mirada profunda nos facilita la agilidad mental necesaria para descubrir los círculos virtuosos, y valorarlos como una fuente singular de luz que nos permite clarificar las realidades más valiosas. Lo experimentaremos gozosamente cuando descubramos —en el capítulo 14— que, gracias a la luz que irradia un círculo virtuoso, el delicado tema del «silencio de Dios» no solo no perturba nuestra confianza en Dios y nuestra fe sino que incrementa al máximo nuestra adhesión agradecida a la figura del Cristo silente en la Pasión.

Todos estos descubrimientos se presentan —en mi método creativo-dialógico— bien engranados entre sí, de modo que, cuando un joven se adentra en el proceso de desarrollo —tal como lo describo—, se siente motivado e ilusionado para subir, de nivel en nivel, hasta el fundamento último de nuestro pensar y vivir (nivel 4).

Este proceso nos eleva a una madurez integral como personas y nos dispone para advertir, por propia experiencia, que el cristianismo no está, en sí, agotado; sigue ofreciendo una vía de desarrollo sobremanera eficiente a quienes adapten su conducta a la lógica de los niveles 2, 3 y 4.

3. LA EFICACIA DEL MÉTODO PROPUESTO PENDE DE LA RIQUEZA DE LAS REALIDADES SUPERIORES

En este libro he jugado con ventaja. Al analizar cada una de las realidades —las realidades abiertas, las relaciones de encuentro y amistad, los grandes valores…— con los conceptos propios de la lógica del nivel al que pertenecen, se pone de relieve el valor de cada una, su potencia creativa, su capacidad de entrar en relación con nosotros y dar lugar a diversas «experiencias reversibles», que culminan en distintas formas de encuentro.

Bien vividas éstas, nos llevan a descubrir la clave de una buena formación humana, a saber: la convicción de que el «ideal de la unidad» es el «ideal de nuestra vida». Cuando conocemos en su génesis —es decir, en estado naciente— este ideal de la unidad y el amor, descubrimos la densidad de sentido de los otros grandes valores: el bien y la bondad, la justicia, la belleza. Si optamos por ellos y los convertimos en el principio de nuestro obrar, asumimos activamente toda su potencia constructiva. Y nos vemos llevados a un estado de plenitud.

Este singular estado recibe de antiguo el nombre de verdad. A lo largo de todo el libro veremos, con creciente nitidez, que este vetusto y admirado término no es fruto de una mera especulación filosófica, sino de un perfeccionamiento integral de nuestra personalidad, y, consiguientemente, de la inteligencia. Vivir, una a una, las distintas fases de ese crecimiento nos enriquece sobremanera y nos anima. Es un venero de ilusión creciente y de entusiasmo, de tal modo que, cuando alguien se adentra en este método formativo, capta desde el principio su carácter sugestivo, es decir, su poder de elevarnos a niveles superiores. Por eso, tiene asegurada, en buena medida, su perseverancia en la búsqueda de la verdad.

4. RASGOS BÁSICOS DE LOS CUATRO NIVELES POSITIVOS DE REALIDAD Y DE CONDUCTA

La importancia del papel que juegan en esta obra los cuatro niveles positivos de realidad me mueve a condensar seguidamente lo escrito en otro lugar. Ruego al lector que retenga los datos básicos para comprender a fondo las explicaciones que siguen.

Nivel 1. En la vida cotidiana, poseemos y manejamos diversos objetos o cosas. Por «objeto» se entiende una realidad mensurable, pesable, asible, manejable…, que podemos situar frente a nosotros porque no nos sentimos comprometidos con ella. Podemos comprarla, canjearla, venderla, usarla o tirarla, según nuestros intereses. Este tipo de realidades que están a nuestra disposición y esos modos de conducta posesiva y utilitarista podemos considerarlos como el nivel 1 de realidad y de conducta.

Nivel 2. Una hoja de papel es un mero objeto, en el sentido indicado. Si un compositor escribe en ella unos signos que expresan una obra musical, deja de ser una realidad cerrada en sí y se convierte en realidad abierta, porque se dirige a quien entienda el lenguaje musical y le revela una composición. Por haber sufrido una transformación, esa hoja de papel recibe un nombre distinto: partitura. Al estar abierta a quien pueda entenderla, la partitura es una realidad que abarca cierto campo y se parece más a un ámbito de realidad que a un objeto cerrado. Podemos llamarle sencillamente «ámbito», o «realidad abierta». No ha sido «producida» por un artesano a lo largo de un proceso fabril, sino «creada» por un artista a través de un proceso creador. El intérprete que compra la partitura la posee, en cuanto es una hoja de papel, pero, en cuanto partitura, no puede tratarla a su arbitrio; debe respetarla, estimarla y colaborar con ella, para dar vida a la obra que en ella se expresa. Ya tenemos un nuevo tipo de realidad y un modo distinto de conducta respecto a ella. Ambos constituyen el nivel 2.

En un plano superior dentro de este nivel, la persona humana, por ser corpórea, puede ser delimitada, asida, manejada…, como si fuera un objeto. Pero presenta una sorprendente apertura y capacidad de iniciativa: puede pensar, desear, proyectar, colaborar, amar, ofrecer diversas posibilidades y recibir las que le son ofrecidas. Al hacerlo, crea toda suerte de encuentros. Abarca, por ello, mucho campo de realidad; debe ser considerada como el «ámbito» por excelencia. En cuanto tal, ha de ser tratada con sumo respeto, estima y voluntad de colaboración.

Nivel 3. Para adoptar de manera estable la actitud de generosidad y colaboración que nos exigen las realidades ambitales —sobre todo, las personas e instituciones—, necesitamos estar vinculados de raíz no solo a ellas sino a ciertas realidades más sutiles y difíciles de captar, pero que se muestran sumamente fecundas en nuestra vida. Me refiero a valores tales como la unidad, la bondad, la justicia, la belleza, la verdad. El animal, por tener «instintos seguros» —instintos que ajustan su actividad a las condiciones de supervivencia—, no necesita inspirar su modo de actuación en esos grandes valores. El animal actúa bien con solo dejarse llevar de sus pulsiones instintivas. El ser humano necesita orientar dichas pulsiones y armonizarlas con las energías que se generan en su espíritu cuando se orienta hacia el ideal auténtico de la vida. El ideal verdadero viene dado por la unidad y sus cuatro valores complementarios: la bondad, la justicia, la belleza y la verdad.

El vínculo profundo con estos valores solo es posible cuando adoptamos una actitud alejada de toda voluntad de dominio, posesión, manejo arbitrario e interesado —nivel 1— y cercana a los sentimientos de respeto, estima y colaboración —nivel 2—. Precisamente por ser muy elevados, esos valores no se nos imponen coactivamente, pero muestran un poder imponente para atraernos y colmar nuestra vida de sentido, creatividad y libertad interior. Cuando sabemos responder positivamente a la llamada de tales valores, experimentamos su fuerza transfiguradora. Esa energía interior la adquirimos en el nivel 3.

Nivel 4. Para lograr que nuestra vinculación radical a la unidad, el bien, la justicia, la belleza y la verdad sea incondicional, de modo que se mantenga por encima de cualquier vicisitud, debemos sentirnos religados por nuestra misma realidad personal a un Ser que no cambia y constituye la encarnación perfecta de tales valores. Al sentirnos religados, en el núcleo de nuestra persona, a Quien es la unidad, el bien, la bondad, la justicia, la belleza y la verdad por excelencia, situamos nuestra vida en el nivel 4.

La experiencia propia del nivel 4 hace posible la del nivel 3, que es, a su vez, la base de la vida de encuentro propia del nivel 2. En un ser corpóreo-espiritual como es el hombre, estos tres niveles se apoyan en el nivel 1. Y, viceversa, la vida en el nivel 1 adquiere un sentido personal en las experiencias propias del nivel 2 que, para ser auténticas, remiten al nivel 3, el cual, a su vez, requiere la fundamentación última del nivel 4. Esta implicación mutua y jerarquizada de los cuatro niveles es indispensable para verlos en toda su riqueza y con su poder configurador de nuestra personalidad.

II

CÓMO SUPERAR LA SITUACIÓN DE EMERGENCIA EDUCATIVA

Si en la raíz del problema educativo se encuentra la cuestión antropológica, el camino para superar la actual situación de emergencia no puede ser otro que el reconocimiento unánime de la centralidad de la persona en el proceso educativo.

J. RATZINGER, apud E. ALBURQUERQUE:

Emergencia y urgencia educativa, Editorial CCS, Madrid, 204

Si analizamos la situación actual de emergencia educativa con objeto de dar un giro hacia la excelencia espiritual, hemos de esforzarnos desde el principio en hacer un diagnóstico certero de la misma, a fin de ver, en su raíz, las deficiencias que nos preocupan.

1. RASGOS BÁSICOS DE LA EMERGENCIA EDUCATIVA

A mi entender, los rasgos destructivos que muestra la sociedad de hoy tienen un origen común. Expongamos primero algunos de esos rasgos, para luego descubrir el fallo que los inspira.

LA FALTA DE UN PENSAMIENTO RIGUROSO

El gran mal del momento presente es —a mi entender— que no se piensa bien y la mente parece haber renunciado a su alta función de guía. El motivo radical de esta grave defección es muy claro. La realidad en la que estamos situados y con relación a la cual hemos de organizar nuestra vida presenta cuatro niveles distintos, que debemos ir conociendo mejor paulatinamente, sobre todo por vía de experiencia:

a) En el nivel 1 se hallan los objetos, realidades que podemos poseer, dominar y manejar para nuestros fines.

b) El nivel 2 nos sorprende con realidades que albergan posibilidades creativas y nos las ofrecen. Si las recibimos activamente, damos lugar a diversos modos de «experiencias reversibles» o de doble dirección. Estas culminan en las experiencias de encuentro, encuentro con personas o con obras culturales y artísticas.

c) En el nivel 3 la vida de encuentro adquiere todo su valor cuando se halla inspirada por los grandes valores: la unidad y el amor, el bien y la bondad, la justicia, la belleza. Los valores solo se manifiestan a quienes estén dispuestos a responder positivamente a su invitación a realizarlos en sus vidas. Cuando optamos por esos cuatro grandes valores y los convertimos en el principio de nuestro actuar, logramos un estado de plenitud personal que conocemos con el nombre prestigioso de verdad.

d) En el nivel 4 nos vemos invitados a asumir los valores de modo incondicional.

Cada uno de estos niveles está regido por una lógica propia. Según la lógica del nivel 1, las normas y la libertad humana se oponen y enfrentan. Por el contrario, en el nivel 2 se complementan y enriquecen. Si, al analizar las distintas realidades y los diferentes acontecimientos de nuestro entorno, no nos ajustamos a las condiciones de cada una de sus lógicas —o modos de ser y proceder—, y les aplicamos los conceptos procedentes del nivel 1 —el más elemental y pobre de recursos—, no descubriremos lo que es y ofrece cada realidad; tergiversaremos su sentido, ignoraremos las posibilidades que nos ofrece, sumiremos nuestra inteligencia en la confusión y nuestra voluntad en la impotencia. Esta es la raíz del confusionismo actual, la inseguridad en el pensamiento, la indecisión en el obrar, la indolencia en el decidir…

Si no queremos perder el tiempo en lamentaciones vanas, tenemos a mano la solución: aprender a pensar, y esto se consigue de una manera relativamente fácil: buscando la verdad de cada ser, el conjunto de posibilidades creativas que nos puede ofrecer, las condiciones que nos pone para ello.

Si trato a una persona y una obra de arte como si pertenecieran al nivel 1 y no al 2, les hago injusticia y, además, me perjudico a mí mismo. He cometido un fallo grave en el pensar y en el actuar.

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