MARÍA SOLEDAD CERVANTES
YO, UNA FLOR EN EL DESIERTO
La poesía de María fluye libre cual arroyo que el mar intuye
y baja suavemente por la ladera hasta que el océano descubre.
Su canto al amor es constante con una rima sencilla y andante
que a buena música romántica suena para todo buen amante.
Como una solitaria flor en el desierto desprende su fragante perfume
que es llevado por el viento con letras y aromas para que lo disfrutes.
Y entre rimas María nos transporta a otro universo,
en el que nos sentimos amados por un delicioso verso.
La poetisa del amor yo la llamo porque él es su único amo,
al que persigue y se aferra cual novia en la boda a su ramo.
José Ramón Herrera
Prólogo al libro de María Cervantes
Que la vida nos sorprenda amando,
que nos alcance felices cantando,
porque es preciso poder transcender,
para volver nuestra alma a encender.
Que la vida me sorprenda viajando,
con olor a hierba fresca mientras ando,
que pueda yo descansar bajo un árbol,
y vea el ocaso con su bello arrebol.
Que la vida me sorprenda llorando,
¡por la gente que amo y orando!
Que me encuentre sensible y loca,
con mi pelo en la cima de una roca.
Que la vida me sorprenda buscándote,
así sea en las montañas o en un bosque,
acariciando feliz las nubes de terciopelo,
que me atrape besando tus labios y pelo.
Quiero que cuando trascienda,
llevar tu sonrisa en mi diadema…
Hoy me perdoné a mí misma,
acaricié y cerré cada herida,
decidí llegar feliz hasta la cima,
avanzar y jamás ser vencida.
Porque en este plano de aprendizaje
cada situación es una enseñanza,
¡Caminar feliz sin maquillaje,
fuerte para lo que la vida me lanza!
Solo soy viajera en este recorrido.
Mi morada es detrás de las estrellas.
El equipaje será ligero sin tanto ruido.
¡La fe y bondad serán cosas bellas!
Hoy me di tiempo para amarme,
para decir gracias a los del camino
que me dieron su paz para sanarme,
porque Dios los puso en mi destinó.
Me abrazo, palpo mi corazón,
mis labios dibujan una sonrisa.
Soy libre, es una divina sensación;
mi espíritu es fugaz como la brisa.
Solo me pertenece este momento,
la vida se va como nube del cielo.
Hoy digo adiós a cualquier lamento;
preparo mis alas, tengo un gran vuelo.
Hoy vestí esa blusa blanca,
la que compramos por artesanas.
Nos la ofrecieron ahí, en esa banca,
¡donde juntos veíamos a las palomas!
Sin querer me embriagó la melancolía,
porque todo parecía un lindo cuento.
Siendo tú, mi luz a todas horas del día,
¡cómo recuerdo esas risas en el cuarto!
Mi blusa vestí para ese concierto de piano.
¡Tú me prestaste tu pulsera de ángeles!
¡Yo el brazalete de plata de mi mano!
¡Cómo gozamos y reímos a raudales!
Una noche sin luna, la magia terminó:
cesaron las risas, las rimas, las caricias…
¡Fuiste algo majestuoso en mi destino!
¡Hoy me visto con la nota de tus sonrisas!
Rodeada siempre de rayos divinos,
a veces escribo versos clandestinos;
mi ser se limita para volar en libertad.
¡Soy mar intenso y gaviota con lealtad!
He recorrido mi tierra descalza,
sintiendo el aroma que ella abraza,
¡tomando agua del fresco manantial!
¡Me he abrigado con la aurora celestial!
En mi andar luciérnagas he encontrado;
amigos amorosos me han abrigado;
unos decoran mi cielo con girasoles,
¡otros dibujan poemas de tantos colores!
En mi majestuoso mundo con diversidad,
¡soy una mujer libre, plena en esta vida!
¡El universo me brindo más que fortaleza!
¡Soy mujer agradecida con más entereza!
Gracias por tus sonrisas,
gracias por tus caricias,
gracias por tu bello arte,
¡gracias por hoy, a ti amarte!
Cuento ya las noches para estar contigo,
en dos lunas nuevas estaré en tu mirada.
Los luceros de mi lamento son testigo,
ya deseo nuevamente por ti ser amada.
Juntos haremos una linda travesía,
nuestra tierra de sueños será el paraíso;
de la mano cumpliremos cada fantasía.
¡Del mismo cielo ya tenemos el permiso!
Ya eres parte de mi mágica historia;
yo soy parte de tus amores al anochecer.
Eres mi ovación, mi arte y mi victoria.
¡Te ofrezco mis labios cada amanecer!
Desde antes de verte ya te esperaba,
¡me lo decían las estrellas fugaces!
Y ese mar que me vio, cuando yo lloraba;
¡solo seremos dos amantes audaces!
Dos lunas nuevas y seremos felices.
Ámame con mis risas, en mi llanto.
Cuando yo me tarde en arreglar tanto,
abrázame sin esperar a que yo te lo pida.
¡Y más aun cuando yo me sienta perdida!
Quiéreme cuando tenga mis manos frías;
protégeme en esas noches sombrías;
abrígame en ti, sin hacer preguntas.
¡No es fácil decir tantas cosas juntas!
En las mañana déjame estar en tu cuerpo,
acurrucada. ¡Qué importa si pasa el tiempo!
Un día ya no tendremos esos momentos
para besarnos con deseos lentos.
Quiéreme con mis imperfecciones,
siénteme en todas mis estaciones.
¡Ámame en todas mis lunas,
cuando tu río a mi manantial unas!
Ámame cuando menos lo merezca,
¡besando mis labios hasta que amanezca!
Somos sublimes breves momentos,
estampas del tiempo en lamentos,
sonrisas que abrazan al viento
con notas de melancolía en el tiempo.
Somos suspiros que evocan sueños,
besos profanados por otros dueños,
espacios que desean ser conquistados,
letras y pinceles de gritos callados.
Somos una noche solitaria de viernes,
que en cama vemos los minutos perennes
y nos preguntamos el porqué de la lejanía
cuando vemos el celular con tanta manía.
Somos una fecha en el calendario,
que construye un nido en el campanario,
esperando encuentros en pléyades
y roces de amor en el mismo hades.
Somos un baile que no ha comenzado,
soy los labios que no has besado.
Eres mi torrente pasión acumulada,
en mis noches de luna enamorada
Somos tú y yo los más sensatos locos,
porque para morir en amor hay tan pocos.
Contaré la más bonita historia,
de un ruiseñor que llegó a mi vida.
Al momento, él supo de mi plegaria
cuando leyó mi poesía abatida.
Sin ver mi rostro, me llamó Bonita.
¡Jamás ha tratado de enamorarme!
Es tan simple como la misma Margarita
y tan fuerte que me alienta a levantarme.
Todas las tardes me regala una flor;
con su voz me hace sentir muy contenta.
Es ave que ilumina su cielo de otro color
con risas y girasoles mi alma sustenta.
Yo soy su Bonita de todas sus mañanas,
¡Él, la inspiración de estos lindos versos!
Con ternura me veo en sus ojos avellanas,
con amor filial, Él está en todos mis rezos.
Yo soy su Bonita de la tierra azteca.
Él, mi ruiseñor de los cielos azules.
¡Soy tormenta, volcán y fortaleza!
¡Él es manantial, arena de mil colores!
¡El amor es el lazo con más libertad,
porque nos permite ser libres en verdad!
Deseo ser tu sonrisa,
de cualquier amanecer;
ser la fresca brisa
de un bello atardecer.
Ser el canto y tu poesía,
ser tu paz de la montaña,
poder estar en tu historia,
ser la oración de cada mañana.
Volar bajo un mismo cielo,
con nuestras alas fortalecidas
sin temor de alzar el vuelo,
ser bálsamo en tus heridas…
Quiero plasmar este idilio,
por todo el universo.
Que lo sepa el mismo río,
que a ti dedico mi verso.
Nuestros mundos son distantes,
y nuestras almas tan bendecidas
que solo gozamos de instantes
para amarnos vida tras vida.
El destino es tan incierto,
y nuestras promesas tan reales…
Mis lágrimas caen en el desierto;
ahora sé lo que es amar a raudales.
Hace varios eones mi alma te esperaba;
errante en otras dimensiones te buscaba,
indagando en diversas miradas para verte.
¡Mi corazón por varias vidas estuvo inerte!
Apenas hace un suspiro nos vimos.
¡De otros corazones fugitivos fuimos!
Entre lunas vacías te hilvané poesías,
con cascadas sin melodía ya me querías.
Hoy las mariposas preparan encajes;
con seda de sueños tejen paisajes.
Los grillos de medianoche son testigos
de este idilio que se formó hace siglos.
Con tu alma que lucha serena,
y yo con mi piel con brillos de arena,
pediremos al cielo una nueva unción
¡para ser uno y no amantes de ocasión!
Ya las mariposas tejen sus telares
y las gardenias sus azares.
De qué manera te digo
¡que la vida es bella!
Es tan frágil como el trigo
o brillante cual estrella.
Cómo poder decirte
las maravillas que he visto,
¡si tú de aquí quieres irte
y yo de nada desisto!
De esta vida somos autores;
día a día hacemos historia,
aun con tristezas y dolores
la meta es que el alma sonría.
Cómo te explico que no es fácil
caerse y volverse a levantar,
sacudirse y continuar en el carril
y con más fuerza las alas agitar.
Nuestra existencia, regalo divino.
Hay ángeles que quieren ser mortales
y disfrutar el amor, los abrazos y el vino.
¡Nosotros lo disfrutamos a raudales!
¡Que esta vida sea de bendición,
de plantar buena semilla
a nuestra nueva generación,
fortaleciendo este andar milla a milla!