Título original: C’era un volta… la música!
© 2017 Didattica Attiva / Musica Practica, Turín, Italia
© 2021, Redbook ediciones
Compaginación: Regina Richling
ISBN: 978-84-9917-627-7
«Este libro ha sido traducido gracias a una subvención del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Cooperación Internacional italiano.» («Questo libro è stato tradotto grazie a un contributo del Ministerio degli Affari Esteri e della Cooperazione Internazionale italiano.”)
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Traducción: Cristina Zuil
Ilustraciones: Giorgio Delmastro
una
vez...
la música!
Érase
La historia
de la música
explicada
a los niños
Paola Venturi
Este libro está dedicado a mis hijas Sofía y Sara, a quienes Papageno les contó esta historia hace mucho tiempo.
¿Se puede? ¿Se puede entrar en este libro? ¡Perdonad! Perdonad, vengo… bueno, vengo de otro mundo… Sí, de un mundo lleno de notas musicales. ¡Por cierto! Me llamo Papageno y, en el mundo de la música, no es por presumir, soy un personaje bastante importante.
¿Que por qué estoy aquí? ¡Uy, si lo supierais… si supierais lo preocupados que están allí! Tienen miedo. Pensad un poco, tienen miedo de que a los niños ya no les guste la música, de que estén demasiado ocupados con los ordenadores y los teléfonos y de que ellos acaben en la buhardilla.
Por eso, a mí, para tranquilizarlos, se me ha ocurrido una idea… ¿Queréis saber cuál? ¡La idea de venir hasta aquí para contaros la historia! ¿Qué historia? ¡Pues la historia de la música, naturalmente! Esa a la que vosotros llamáis música clásica, la que escucháis en los discos o aprendéis a tocar con los instrumentos. Es una historia larga, ¿sabéis? Oh, sí, un montón de nombres, fechas… Pensad que comienza con los hombres primitivos y termina… hoy… ayer, más o menos… Pero ahora viene lo mejor: ¡yo no me acuerdo de todos esos nombres y fechas!
¿Sabéis qué haremos? Volar… ¡Sí, como los pájaros! Y veremos desde lo alto el paso de los siglos. De vez en cuando, quizás nos detengamos un poco para observar de cerca algún personaje que nos interese en particular… Entonces, ¿qué? ¿Qué decís? Tenéis ganas de escuchar mi historia, ¿verdad?
¡Oh, bien!
Lo primero….
Lo primero es
hacer la cubierta,
que es la puerta a cada libro…
Eso es… Ya está…
Los primeros músicos ........................................................12
El arte de las musas ............................................................15
Música de los cristianos ......................................................20
Comenzamos a escuchar ....................................................24
Al compás de las damas y los caballeros .............................27
La música a capas ...............................................................30
¡Qué bonito es recitar cantando! ........................................33
Los músicos inventan un juego nuevo ..............................37
Los instrumentos comienzan a tocar solos ........................41
Una forma para los sonidos ...............................................44
Conocemos a un personaje importante .............................49
En el reino de los cantantes ................................................54
Una música a la moda .......................................................60
Quietos todos… ¡eso es un piano! .....................................64
La historia de un niño muy particular (y su familia) .................67
Índice
… y, a continuación… bueno, ahora tenemos que hacer el índice,
que es como… el mapa de la casa, ¿no?
Un mundo nuevo ..............................................................71
Una música nueva .............................................................76
En el salón del castillo .......................................................82
¿Qué quiere decir romántico? ............................................86
Una tarde en el Teatro de La Scala .....................................92
La alfombra mágica ...........................................................97
Una música distinta ........................................................101
La muchacha de los cabellos de lino ...............................105
Lo poco gusta y lo mucho cansa .....................................109
¡Reinventamos la música! ...............................................113
La moraleja de la historia ................................................118
Papageno aconseja… ......................................................123
¡Ya está! Ahora que todo está listo, podemos comenzar.
Y empezaremos, por supuesto, por…
uiénes habrán sido los primeros músicos? ¡Venga, lo sabéis! Los primeros hombres, ¿no? Esos que vivían en las cavernas o en las chozas y que inventaron las flechas, las vasijas y todas las otras cosas que servían para sobrevivir.
Estos hombres se darían cuenta de que, al soplar dentro de una caña o un cuerno vacío de animal o al golpear un trozo de madera sobre un tazón, surgían sonidos.
Los primeros
músicos
Q
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También cantarían, quizás no muy afinados, para dormir a sus hijos o para mostrar alegría tras una cacería afortu-nada… En fin, imaginaos a esos hombres primitivos. Es posible que se las arreglaran como pudieran porque hacer música aparece de forma espontánea en todos o casi to-dos los hombres.
Sin embargo, a decir verdad, no sabemos nada de nada con seguridad porque de esta actividad musical no queda ninguna prueba. De hecho, si construyeron instrumen-tos, debieron de ser de madera o de caña, que son mate-riales que no duran miles de años.
Así, para tener alguna noticia fiable sobre personas que tocaban o cantaban, debemos dar un gran salto en el tiempo hasta llegar a aquellas que pertenecían a lo que llaman en vuestros libros de texto primeras grandes civili-zaciones del mundo antiguo. Es decir, aquellas poblaciones que sabían construir ciudades o palacios, que guerreaban, comerciaban con pueblos vecinos y, sobre todo, que co-menzaron a escribir y describir los hechos importantes que sucedían para que sus hijos y nietos los recordaran.
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Estos pueblos eran, por ejemplo, los egipcios. ¿Os acor-dáis de aquellos que construyeron las pirámides y escri-bían con dibujos llamados jeroglíficos? También estaban los hebreos, pueblo cuya historia se narra en la Biblia, así como los sumerios.
Según lo que dicen los académicos, estos pue-blos antiguos utilizaban muchos instrumentos musicales, muy distintos entre sí: instrumentos de percusión, es decir, los que se tocan golpeán-dolos con las manos o con otros objetos, y los de viento, como las trompetas y las flautas. Ade-más, había instrumentos de cuerda como el arpa y una especie de laúd. ¿Qué es un laúd? Bueno, un instrumento que funciona como una guita-rra, pero con una forma un poco diferente…
En resumen, sabemos que los pueblos antiguos ya ha-bían descubierto los principales modos de producir so-nidos. Pero sobre todo sabemos que la música era im-portante para ellos y que estaba presente en muchos momentos de su vida, como las fiestas o las ceremonias religiosas, esto es, cuando las personas iban juntas a los templos, que eran sus iglesias, para rezar a los dioses en los que creían.
¿Cómo lo sabemos? ¡Ah, aquí no hay duda! Las pinturas y esculturas antiguas son las que nos lo han contado, ha-ciéndonos llegar las imágenes de aquellos que han sido, con total seguridad, los primeros músicos.
ero ¿quién ha inventado la palabra «música»? Segu-ro que esto no lo sabéis. Bueno, para responder a esta pregunta, debemos hablar de otro pueblo antiguo, los griegos. Bien, debéis saber que estos griegos eran hom-bres que querían conocer el porqué de todas las cosas y observaban el mundo que los rodeaba en un intento por comprender las razones por las que estaba hecho así y por las que se comportaba como veían.
No tenían telescopio para mirar las estrellas ni todos los instrumentos que tienen los hombres modernos para explorar la naturaleza. No obstante, sabían usar dos ap-titudes valiosísimas que todos poseemos: la capacidad de observar y la de imaginar.
Así, al contemplar, por ejemplo, el sol que aparece por la mañana en una parte del horizonte y que, por la tarde, se esconde por la contraria, imaginaban que atravesaba el cielo montado en un carro de fuego guiado por caballos muy veloces y que, al llegar al lado opuesto, descansaba en un palacio hecho de oro antes de volver después al lugar de donde había partido… En resumen, ¡sus explica-ciones eran una especie de fábulas! Eran cuentos que no
P
Musa
de la
El Arte
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servían para divertir, sino para enseñar. Los protagonistas de dichas fábulas eran los dioses.
Justo así. Porque los griegos no creían en un solo dios, sino que tenían toda una colección de deidades, cada una con su especialidad. Estaba la diosa del amor y la belleza, el dios de la guerra, el del mar, el de los vientos, etc. Estos dioses eran muy parecidos a los hombres y se comporta-ban como ellos: batallaban, se ofendían, se enamoraban, tenían hijos, se engañaban los unos a los otros… Pero no morían nunca y estaban dotados de poderes extraordina-rios con los que podían intervenir en los asuntos de los hombres.
Entre estas deidades, estaban también las musas, nueve hermanas protectoras de las artes y, en particular, de la música. Las musas sa-bían cantar de maravilla y podían darles a los hombres la capacidad de decir las cosas de forma dulce y bonita y de cantar de
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modo tal que el que los escuchaba se olvidaba de todo lo demás, incluso de las preocupaciones y el dolor, con lo que se restablecía la paz y la alegría. Por eso, la música se llamó así, porque era el arte de las musas.
Sin embargo, los griegos no entendían por música solo el arte de los sonidos, sino también el de la poesía. Sí, señor, los músicos también eran poetas que cantaban poemas acompañados de instrumentos musicales.
No podemos saber cómo era esta música porque los músicos se la aprendían de memoria al escucharla y repe-tirla. Por lo tanto, no nos han llegado melodías escritas que podamos tocar.
Sin embargo, lo que nos interesa saber es que los griegos habían entendido una cosa muy importante: la
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música es una especie de magia, una magia potente que ejerce su poder sobre los humanos y los animales. Justo en una de sus fábulas más famosas, la de Orfeo y Eurídice, podemos comprender el gran poder que tenía la música para los griegos.
Orfeo no era un dios, sino un hombre especial. De hecho, era hijo de una de las musas y su madre le había dado la capacidad de cantar y tocar tan bien que, cuando recitaba sus poemas acompañado de la cítara (instrumen-to hecho con cuerdas que se pellizcan), todos se detenían encantados a escuchar, incluso los animales feroces.
Sin embargo, un día oscuro, a su mujer Eurídice le mordió una serpiente venenosa mientras paseaba por la hierba y murió. Orfeo, angustiado y casi enlo-quecido por un dolor tan grande, co-menzó a caminar, a la vez que lloraba y cantaba su desesperación.
Así llegó a las puertas del Hades, lugar donde los an-tiguos creían iban parar almas las muertas. reinaban y el y reina este oscuro espantoso ningún vivo entrar. obstante, apareció la y de tan