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CRÓNICA DE UN VIAJE DE SEIS SEMANAS

 

MARY SHELLEY

CRÓNICA DE UN VIAJE DE SEIS SEMANAS

A través de Francia, Suiza, Alemania y Holanda

TRADUCCIÓN DE SUSANA INÉS PÉREZ

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TÍTULO ORIGINAL:

History of a Six Weeks’ Tour through a part of France, Switzerland, Germany, and Holland

© de la traducción, Susana Inés Pérez

© Malpaso Holdings S. L., 2020

C/ Diputació 327, principal primera.

08009 Barcelona

www.malpasoycia.com

Crónica de un viaje de seis semanas

ISBN: 978-84-18236-14-3

Diseño de interiores: Sergi Gòdia

Maquetación: Palabra de apache

Diseño de cubierta: Cecilia Picco

Imagen de portada: © Retrato de una mujer, de Ivan Nikolaevich Kramskoj. Ekaterinburg Museum of Fine Arts.

Todos los derechos reservados.

Queda prohibida la reproducción total o

parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,

incluidos la reprografía, el tratamiento informático,

la copia o la grabación, sin la previa autorización

por escrito de los editores.

 

PRÓLOGO

 

No debe existir nada más modesto que este pequeño volumen. Contiene la narración de algunos viajes espontáneos realizados por un grupo de jóvenes a lugares que ahora les resultan bien conocidos a nuestros compatriotas, cuyos detalles no han pasado desapercibidos ante estos experimentados y minuciosos observadores que han enviado sus diarios a la prensa. De hecho, ellos no han hecho más que organizar los pocos materiales sacados de un diario imperfecto y dos o tres cartas a sus amigos en Inglaterra. Se arrepienten, dado que su pequeña Crónica va a publicarse, de que estos materiales no sean más numerosos y exhaustivos. Esto es solo un aviso para aquellos que tienden a criticar más que a dejarse entretener. Aquellos que han pasado su juventud como ellos (con mayor o menor éxito) persiguiendo, cual golondrinas, el inconstante verano de alegría y belleza que envuelve el mundo visible, quizás encontrarán entretenimiento acompañando a la autora, junto con su marido y su hermana, en su viaje a pie, por parte de Francia y Suiza, y navegando con ella por los castillos del Rin, atravesando paisajes bellos de por sí, pero que, desde que ella los visitó, un gran Poeta los ha adornado con la frescura de una naturaleza aún más divina. Les interesará escuchar a la que ha visitado Meillerie y Clarens, y Chillon, y Vevey, tierra clásica, poblada por delicados y gloriosos recuerdos del presente y el pasado.

Puede que ellos nunca hayan hablado con quienes han contemplado desde el entusiasmo de la juventud los glaciares, y los lagos, y los bosques, y las fuentes de los majestuosos Alpes. Estos últimos quizás disculpen las imperfecciones de su narración por la simpatía que las aventuras y sentimientos, y la curiosidad que le suscitan los paisajes, ya descritos como interesantes y distinguidos, podrían llegar a inspirarles.

El Poema, titulado «Mont Blanc», está escrito por el autor de las dos cartas desde Chamonix y Vevey. Fue compuesto bajo la influencia directa de emociones profundas y poderosas suscitadas por los objetos que intenta retratar; y como un descontrolado desbordamiento del alma, comprensible ante el intento de imitar la indomable naturaleza y la inaccesible solemnidad desde las que esos sentimientos surgieron.

 

CRÓNICA DE UN VIAJE DE SEIS SEMANAS

A través de Francia, Suiza, Alemania y Holanda

 

Han pasado casi tres años desde que este Viaje tuvo lugar, y el diario que entonces conservaba no era demasiado largo; pero he hablado tan a menudo sobre los incidentes que sufrimos e intentado describir los paisajes por los que pasamos, que creo que no he omitido ningún detalle de ningún tipo.

Salimos de Londres el 28 de julio de 1814, uno de los días más calurosos que se hayan registrado en muchos años. No soy una buena viajera, y este calor me sentó muy mal, hasta que, al llegar a Dover, pude refrescarme con un baño en el mar. Deseábamos cruzar el canal lo más rápido posible, y no esperamos al servicio del día siguiente (que saldría sobre las cuatro de tarde), sino que alquilamos un pequeño barco, decididos a realizar la travesía esa misma tarde, ya que los marineros nos habían prometido que el recorrido duraría unas dos horas.

Era una tarde preciosa; hacía un poco de viento, y las velas ondeaban en la leve brisa: salió la luna, y llegó la noche, y con la noche vino un suave, intenso oleaje y una brisa fresca, que pronto se tornó en un mar tan bravo que sacudía el barco con fiereza. Yo me sentía terriblemente mareada, y como era costumbre cuando esto me sucedía, dormí gran parte de la noche, despertando en contadas ocasiones para preguntar dónde estábamos, y escuchar la misma lamentable respuesta: «Ni siquiera a mitad de camino».

El viento era violento y poco favorable; en caso de no poder llegar a Calais, los marineros propusieron poner rumbo a Boulogne. Aseguraron que solo quedaban dos horas hasta la orilla, pero pasaban las horas y seguíamos lejos, hasta que la luna se ocultó en el rojizo y borrascoso horizonte, y los relámpagos intermitentes se tornaron pálidos al amanecer.

Íbamos en dirección contraria al viento, cuando de repente un trueno impactó contra la vela, y las olas invadieron el barco: incluso los mismos marineros reconocían que nos encontrábamos en una situación peligrosa; pero lograron arrizar la vela; el viento había cambiado, y atravesamos la tormenta hasta Calais. Cuando entramos en el puerto, me desperté de un mal sueño, y contemplé un amplio, rojo y despejado amanecer sobre el muelle.