A mis padres, José Luis Barbero López y María del Pilar Alcocer Clemente, por darme el mejor legado con el que enriquecer a una hija: una valiosa educación y unos férreos principios éticos y morales, pero sobre todo por darme siempre la opción de elegir mi propio camino. Os quiero de aquí a la luna.
A mis amigos, en especial Inés Matos González y Juan María González-Anleo, y a todos aquellos que han visto todo el proceso de creación de estas líneas; a todos ellos me gustaría agradecerles no solo sus aportaciones, sino su apoyo incondicional, sus palabras de aliento, asertividad y positivismo, y por descontado sus muchas y brillantes ideas. Por eso estas líneas van dirigidas especialmente a ellos.
Transcripción de la carta de Diego (Álvarez, 2016).
Papá, mamá, estos once años que llevo con vosotros han sido muy bueno y nunca los olvidaré, como nunca os olvidaré a vosotros.
Papá, tú me has enseñado a ser buena persona y a cumplir las promesas, además has jugado muchísimo conmigo.
Mamá, tú me has cuidado muchísimo y me has llevado a muchos sitios.
Los dos solos sois increíbles, pero juntos sois los mejores padres del mundo.
Tata, tú has aguantado muchas cosas por mí y por papi, te estoy muy agradecido y te quiero mucho.
Abuelo, tú siempre has sigo muy generoso conmigo y te has preocupado por mí. Te quiero mucho.
Lolo, tú me has ayudado mucho con los deberes y me has tratado bien. Te deseo suerte para que puedas ver a Eli.
Os digo esto porque ya no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir: por favor, espero que algún día podáis odiarme un poquito menos.
Os pido que no os separéis, papa y mamá. Solo viéndoos juntos y felices yo seré feliz.
Os echaré de menos y espero que algún día podamos volver a vernos en el cielo. Bueno, me despido para siempre.
Diego
Recuerdo perfectamente el día en que esta noticia salió a la luz; estaba en la cafetería de un buen amigo redactando parte de la metodología de la investigación de mi tesis.
Fue sencillamente aplastante; hacía pocos meses, en junio de 2016, se había producido el caso de Arancha. Una adolescente que también se había suicidado presuntamente por la persecución mediática de una serie de alumnos del centro educativo en el que estudiaba.
Aquello me horripiló de tal forma que no pude evitar llorar y empatizar con los padres, con el sufrimiento de ese niño que con tan solo 9 años había decidido suicidarse. Había optado por terminar con una vida que apenas comenzaba.
Después de aquello, obviamente tuve una larguísima conversación con mi director de tesis, la cual ayudo sin duda a que centrara definitivamente todo el marco de la metodología y gran parte del contexto teórico.
Estas líneas son un resumen de la investigación que realicé durante tres años y que dio como resultado la tesis que titulé Relaciones intergrupales y «ciberbullying» en el alumnado de ESO.
En estas páginas abordo un aspecto ciertamente complejo, de creciente interés no solo mediático, sino también social y, por supuesto, educativo. El bullying y su derivación a través de las redes sociales y TIC, el ciberbullying, son un fenómeno que se viene detectando en los últimos años en España y en el mundo. Se trata de un problema real que está causando auténticos quebraderos de cabeza en distintos sectores y en los componentes del sistema educativo; además, afecta de manera directa no solo al estamento docente en general, sino también a todos los miembros que lo componen, desde los propios alumnos a los padres, profesores y entidades relacionadas con los mismos.
Con la intención de dotar a estas páginas del peso que se merecen y poder ordenar las ideas, el presente libro constará de dos apartados; en primera instancia, un enfoque más teórico que indagará sobre la violencia desde los conceptos más generales a sus investigaciones y clasificaciones; posteriormente nos centraremos en el bullying escolar y el ciberbullying. En un segundo plano, este libro analizará la propia investigación y los resultados que se obtuvieron en ella.
Por eso quiero compartir los datos que conseguí, los resultados de mi investigación. Tal vez así todos juntos podamos hacer algo, tomar conciencia del problema que tenemos; una vez seamos conscientes y tengamos los pies en la tierra tal vez logremos empezar a educar y tomar medidas que, aunque difíciles, no son imposibles. Si empezamos a responsabilizarnos de nuestras acciones, tal vez haya esperanza después de todo.
PRIMERA PARTE
Amanece un día más, el sol brilla,
pero, para mí, es tan solo un día gris más.
La rutina, rutina, pero en mi caso un infierno
adornado con la brisa matutina;
camino con paso lento y pesado,
pensando que no pasaré por lo que ya he pasado,
esperando que esos «desgraciados»
piensen que han errado.
Entro bajo el arco que marca el comienzo
de una travesía larga. Soportando la lacra de ser juzgado
en una sala llamada aula.
Donde el juez se viste igual que yo,
donde el verdugo se sienta cerca de donde estoy yo.
¿Qué he hecho yo para merecer lo que estoy recibiendo?
¿Y quién es él para infligir todo el mal
que me está matando?
SIRYAN NÜRG, Grandes esperanzas