Therapeutic Storytelling: 101 Healing Stories for Children © 2012 Susan Perrow
El libro original en inglés ha sido publicado por la editorial Hawthorn Press, Hawthorn House
1 Lansdown Lane, Stroud
Gloucestershire, GL5 1BJ
Reino Unido
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Av. Josep Tarradellas, 118, 1o B
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© 1a edición en castellano: Ing Edicions, 2018
© Texto: Susan Perrow
© Traducción: Zaida Díaz
Corrección: Marta Busquets
Asesora pedagógica: Àuria G. Galcerán
Maquetación: Susanna Pérez
Todos los derechos reservados para la versión castellana
1a edición: diciembre 2018
ISBN: 978-84-123221-3-2
Producción del ebook: booqlab.com
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro ni su tratamiento informático ni su transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
Se ha hecho todo el esfuerzo posible para dejar constancia de la autoría de todo el material registrado con derecho de autor. Si se hubiera cometido cualquier omisión, se ruega que se haga saber a la autora y a la editorial para que en las próximas ediciones se le otorgue el reconocimiento correspondiente.
Se han publicado veintiséis cuentos con el amable permiso de los veintidós autores que aparecen en el apartado “Relación de cuentos” (véanse páginas 289 y 290).
Susan Perrow, como autora de sus cuentos, establece que no se puede reproducir ningún cuento sin el permiso por escrito de la editorial.
A todos los niños y niñas del mundo
Agradecimientos
Doy gracias a mis hijos por su infinito amor y por darme aliento en mi pasión por los “cuentos”.
Doy gracias a mi marido, siempre amable, solícito y cariñoso, con un agradecimiento especial por haber aceptado el contrato de trabajo tan oportuno en Ololo Lodge, en Kenia… que me permitió disfrutar del refugio ideal del escritor: ¡”vivir” en los límites del Parque Nacional de Nairobi con vistas a un bosque de acacias y una colina llena de vida salvaje!
Gracias a Martin Large y a Matthew Barton por el compromiso y la seriedad de su trabajo editorial, y por sus observaciones sinceras y alentadoras.
Gracias a mi colega Annie Barrat por nuestras charlas tan constructivas sobre los desafíos y alegrías de nuestra solitaria profesión de escritoras.
Gracias a mi amiga y colega Sandra Frain por nuestras conversaciones llenas de entusiasmo e inspiración sobre los cuentos y el arte de narrarlos.
Gracias a los veintidós maestros, padres y terapeutas por dedicar su tiempo a compartir conmigo sus cuentos y el resultado de los mismos. Gracias por colaborar en este libro accediendo generosamente a la publicación de esos cuentos.
OPINIONES SOBRE EL TRABAJO DE SUSAN PERROW
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN: LOS CUENTOS CONOCEN EL CAMINO
PRIMERA PARTE: ¿QUÉ SIGNIFICA ESCRIBIR CUENTOS SANADORES?
I MODELO Y ESTRUCTURA EN LA CREACIÓN DE CUENTOS
¿Qué es un cuento sanador?
Tejiendo la estructura del cuento
Resoluciones positivas
El misterio y la magia de las metáforas
Metáforas de “obstáculos” y de “ayuda”
La elección de las metáforas. Algunos consejos prácticos
Precaución en la elección de las metáforas
La tensión del cuento: el desarrollo o viaje
Desarrollos diferentes para edades diferentes
El valor de los accesorios
Una cuestión de principios
La adaptación de los cuentos a las diferentes situaciones
El final de los cuentos se puede cambiar
El camino de la sencillez
Cuentos sanadores para todas las edades
Cuentos para adultos
Cuentos sanadores para jóvenes
II QUE BROTE LA SAVIA DE LOS CUENTOS
El “esqueleto de los cuentos”
Ejercicios de imaginación
La historia sobre “la bolsa de los cuentos”
SEGUNDA PARTE: 101 CUENTOS SANADORES
III EL ENFADO, LA AGRESIÓN, LOS GOLPES, LOS ARAÑAZOS Y LOS MORDISCOS
Los palillos de ritmo
A bebé Hipopótamo le han salido los dientes
Fiesta en la jungla
El palo cantarín
Pequeño Canguro
El amigo Abrazos
El niño marinero
Puercoespín y sus afiladas púas
El gnomo errante de amables manos
Las bayas rojas y la ardillita mañosa
El pequeño lápiz guía
La trompa del elefante
“Esqueleto de cuentos”: caballeros, dragones y princesas
IV LA ANSIEDAD, LA INSEGURIDAD Y EL MIEDO
El Gigante de la sombra
La rosa y la espina
Las hormigas y la tormenta
El río resplandeciente
El caramillo dorado
El viaje del Niño de las Estrellas
La canción de la concha marina
Las abejas
Al loro rosella le gustan las fresas
El barquito y el delfín
Tan perfecta no era la casa
“Esqueleto de cuentos”: Tan perfecto no era el coche - Tan perfecto no era el jardín
V LA INTIMIDACIÓN, EL AISLAMIENTO Y LA BURLA
El camaleón inteligente
Los colores del arcoíris
El delfín dorado
Baba Simba
El oso abusón
El hipopótamo acalorado
La flor del rey
“Esqueleto de cuentos”: El delfín y la tormenta
VI LA ENFERMEDAD Y LA MUERTE
Magia celestial
El cerezo y su amigo dorado
El manto de luz del abuelo
La mariposa
Una muñeca del cielo
La tortuga, ¿va o no va al mercado?
La liebre, el loro y el oso
La paloma arcoíris
El rey y sus tres hijos
“Esqueleto de cuentos”: El corredor de maratón
VII LA FALTA DE RESPETO Y LA FALTA DE CUIDADO (DE UNO MISMO, DE OTROS, DE LAS COSAS)
Un día en la vida de mi sombrero
Un día en la vida de mi abrigo
La princesa de las Gracias
Kipury y su cordero
La familia wombat
El árbol de las reverencias
En el parque del océano
“Esqueleto de cuentos”: La pluma dorada
VIII EL COMPORTAMIENTO DISRUPTIVO, EL TEMPERAMENTO INQUIETO Y LAS EMOCIONES DESPROPORCIONADAS
Julia encuentra un nuevo amigo
Los tres cántaros
Panya el ratón
Los tres ponis
Mindy va a la feria del pueblo
El wombat ayuda a reparar el embalse
El regalo de Frangipani
“Esqueleto de cuentos”: El banquete de las hormigas
IX LA FALTA DE HONRADEZ Y LOS ACTOS FURTIVOS
Jennifer, la conejita blanca
El Niño del Bosque y los zapatos rojos
El granjero y el palo mágico
Las gorras del vendedor ambulante
“Esqueleto de cuentos”: La rama plateada
X EL DIVORCIO, LA SEPARACIÓN Y LAS FAMILIAS MIXTAS
Una familia de caracoles
Grandes cosas cuando eres pequeño
Mis sábados
Los niños y la mariposa
El pequeño bulbo marrón
La cazuela mágica
“Esqueleto de cuentos”: pingüinos, torres, setas y canoas
XI LAS MANÍAS Y LAS QUEJAS
Winnie, un comensal escrupuloso
Los pájaros blancos y la lluvia
Pequeño Lobo
El elefantito no quiere caminar más
“Esqueleto de cuentos”: el cuento del cepillado del cabello
XII LA INTOLERANCIA Y LA FALTA DE ACEPTACIÓN (DE UNO MISMO Y DE LOS DEMÁS)
Silvestre el caracol
Estaciones
La Niña Canoa
Las tres mariposas
Los caballos arcoíris
El pequeño tamborilero
“Esqueleto de cuentos”: La carrera de trineos y otras ideas
XIII LA FALTA DE CONFIANZA Y LA RESILIENCIA
El caballo alado
Los gnomos y las coronas doradas
Los tres cerditos y la hiena
La estrella brillante
El caballito dorado
La Luz del Futuro
El hilo de Ariadna: cuentos, manualidades y juegos de “laberintos”
“Esqueleto de cuentos”: La capa mágica
XIV EL ABUSO SEXUAL Y LA CONCIENCIA DE LA SEXUALIDAD
Yoyi y la cobra
La oruga
La princesa y el espejo
“Esqueleto de cuentos”: muñecas rotas, leones y cocodrilos
XV LA TIMIDEZ, LA INTROVERSIÓN Y LA BAJA AUTOESTIMA
La margarita blanca
Un robot muy tímido
El petirrojo solitario
Los conejos payasos
El osito polar
“Esqueleto de cuentos”: magos, hadas, sirenas y tritones
XVI LAS PALABROTAS, LOS GRITOS Y LOS SINSENTIDOS
Pitón canta y la osa danza
Cuqui, la cucaburra
El niño y la caracola color perla
Un ave lira con voz de cacatúa
Los gritos del reloj
“Esqueleto de cuentos”: hombres enmascarados, monos, tornados, leones y princesas
XVII LOS PROBLEMAS RELACIONADOS CON IR AL BAÑO Y LA INCONTINENCIA NOCTURNA
El pez cubierto de percebes
El eucalipto
¡El techo tiene goteras!
Buenas noches, Buen Descanso y Bendiciones
Una muñeca llamada Arcoíris
“Esqueleto de cuentos”: diente de león, casa de “caquitas” y jardines bajo el mar
XVIII LA OBSTINACIÓN Y LA FALTA DE SENTIDO SOCIAL
La hormiga Siafu y su tambor
La excavadora dice que no
Un amigo en la granja
Una jirafa en la niebla
La Guardiana del Lago
Conchas para dar y regalar
“Esqueleto de cuentos”: ¡La casa que ya no podía más!
NOTAS FINALES
APÉNDICE 1
Relación de cuentos
APÉNDICE 2
Sobre la autora del libro
Sobre la autora del “Prólogo”
Libros de Susan Perrow
LIBROS RECOMENDADOS PARA PADRES Y EDUCADORES
“El mensaje de Susan Perrow es hermoso y poderoso en su sencillez. Cuéntale cuentos a los niños y ellos escucharán la sabiduría que esos cuentos les ofrecen. ¡Qué manera tan delicada y efectiva de llegar a “nuestros” niños! ¿Qué más podemos pedir como padres y profesionales? Estamos ante un material de aprendizaje esencial y de gran utilidad para los padres y todos aquellos que sean responsables del cuidado y desarrollo de los niños”.
Christina Crawford.
Psicóloga de la educación. Irlanda.
¡El taller de cuentos sanadores fue increíble! Sentí una gran alegría al observar las caras relucientes y sonrientes de los noventa asistentes cuando se marchaban. ¡Se sentían tan empoderados! La belleza de tus ideas sobre los “cuentos sanadores” radica en que es tan sencillo ponerlas en práctica y ¡sorprendentemente tan efectivas! Personalmente, me has abierto otra puerta en lo que respecta a la imaginación del niño. Es evidente que 101 cuentos sanadores. Más cuentos para ayudar… pasará a formar parte del currículo de nuestro centro.
Bijal Shah.
Directora del colegio Montessori
“My School” (Mi escuela).
Nairobi, Kenia.
El taller de cuentos sanadores de Susan dio vida a la teoría plasmada en su libro. Sus cuentos están escritos con tanta belleza, con tanta creatividad que llegan al alma. El segundo día del taller muchos asistentes compartieron sus cuentos escritos especialmente para atender su situación específica; fue maravilloso y sorprendió gratamente a los propios escritores, puesto que nunca habían pensado que serían capaces de hacerlo. Durante el taller, Susan nos transmitió su entusiasmo al compartir los maravillosos resultados que se pueden obtener a través de los cuentos sanadores y creativos, y nos ayudó a ¡creer en nuestra propia capacidad para crear cuentos! Si utilizamos este libro como un manual al que poder recurrir siempre que lo necesitemos, ¡la vida con nuestros niños será más interesante y divertida!
Scarlet Cheng.
Maestra/madre. Beijing, China.
¡Los dos talleres del fin de semana pasado fueron fantásticos! Muchas gracias por un fin de semana maravilloso, divertido, interesante, intelectualmente provocador e inspirador. Si tuvo tanto éxito, fue porque eras tú quien estabas al frente, por quien eres y por tu manera de ser: abierta, sin juicios y centrada; y, por supuesto, por los cuentos que nos narraste, ¡tan interesantes, maravillosos! Me encanta lo que estás haciendo con estos cuentos; son una enriquecedora herramienta para llegar al alma de los niños. ¡Qué bendición! Me encantaría poseer tu fluidez para crear historias; aun así, me siento inspirada para llevarlo a la práctica.
Monique Rutherford.
Psicoterapeuta infantil y asesora familiar. Noosa, Queensland, Australia.
El taller de cuentos sanadores fue inspirador. Con una amplia gama de posibilidades y ¡tan útil! ¡Este curso puede realmente marcar la diferencia para la vida de muchos niños! Susan es una maestra excelente… clara, imaginativa, motivadora.
Ursula Godber.
Maestra de educación primaria. Irlanda.
Tan solo un mensaje rápido para hacerte saber cuánto disfruté de tu curso sobre contar cuentos para niños que se celebró aquí, en Coffs Harbour (Australia). Era el único padre entre los asistentes, lo cual fue una lástima, porque como padre y cuentacuentos me beneficié enormemente de tus considerados puntos de vista, consejos y sabiduría. Gracias por dedicar tiempo a ayudarnos a ser mejores padres.
Anthony Cougle.
Padre. Moonee Beach, Australia.
Aunque a menudo me invento pequeños cuentos y rimas para mis hijos, siempre me he bloqueado cuando he querido inventar un cuento para un determinado comportamiento o situación desafiante relacionado con mi hijo. Tu técnica, con su sencillez, ha eliminado ese “bloqueo” y ha llenado de vida y magia el momento de escribir un cuento sanador. Estoy deseando hacer mi viaje por el mundo de los cuentos terapéuticos. Gracias una vez más por tu regalo “sanador”.
Shalini Christodoulou.
Maestro/padre. Singapur.
Quisiera expresarte mi profundo agradecimiento por compartir tu don y tus experiencias; asimismo, te agradezco el método tan completo que nos has enseñado para facilitarnos la tarea de encontrar el cuentacuentos que todos llevamos dentro y de apoyarnos unos a otros. Esta mañana me siento como una ciruela jugosa —viva, inspirada y positiva— y también como si estuviera en un fuerte y fértil ciruelo jugoso compartiendo el viaje de la vida con otras muchas ciruelas. A través de tus cuentos siento la unicidad de la conciencia universal como no la había sentido antes: ¡los símbolos y las metáforas con las que estamos todos conectados son tan fuertes y atemporales! Bendiciones y gracias.
Monique.
Trabajadora social. Melbourne, Australia.
Recientemente tuve la fortuna de participar en uno de los talleres de cuentos sanadores de Susan Perrow que tuvo lugar en el colegio de nuestra ciudad. Susan tiene un talento especial tanto para crear cuentos como para ayudar a los demás a encontrar la voz de sus propios cuentos. ¡Es una cuentacuentos fabulosa! El día estuvo envuelto en “metáforas”. ¡Me sentí hechizada al instante! Susan compartió muchos de sus propios cuentos y éxitos personales, y también algo sobre sus viajes; estábamos fascinados.
Nos sumergió en un proceso y una estructura del cuento que nos ayudó a escribir cuentos sanadores y convertirnos en cuentacuentos. A mucha gente del grupo esta idea les pareció nueva y fue un placer ver cómo se marchaban con un impulso extra de confianza y caminando con brío al ponerse el sombrero invisible del cuentacuentos. ¡Yo solo sé que a mi sombrero lo han abrillantado bien!
Amber Greene.
Educadora, escritora y madre. Nueva Gales del Sur, Australia.
Un poema sobre África escrito por la doctora Claire Inala (doctora y dramaturga de Kenia; autora de Healing with Words and Hands [Sanar con las palabras y las manos]) después de asistir a un taller de cuentos sanadores.
mi amiga teje cuentos con paciencia
arropados bajo su don especial y mágico
sanadora de tesoros bendecidos
con sus palabras compone desavenencias
entre el corazón, la cabeza y el alma
que nuestro interior dividen
a sueños sagrados persuade para que salgan
(y sin que tú lo percibas, ella se lo permite)
y el lenguaje no es barrera
para su hechizo mágico enriquecedor
si escuchas y atención le prestas
de la antigua sabiduría serás merecedor
recoge la esperanza y la envuelve
con lazos de hebras coloridas
las historias entretejidas
al desamparado el ánimo devuelve
no existe salvadora más delicada
para aliviar el dolor de la vida
nuestro gran tesoro merece nuestras alabanzas
nuestra querida madre, hija, esposa y amiga.
El siglo XXI se revela como una época de grandes retos, pero estos desafíos vienen acompañados igualmente de mucha incertidumbre. ¿Qué podemos ofrecer, por lo tanto, a nuestros hijos y a los jóvenes para prepararlos ante un futuro tan incierto?
Actualmente es tan difícil seguir el ritmo con el que se van sucediendo los cambios que es normal que, al final, nos sintamos como si viviéramos en una “olla exprés”. Desde la era de la Revolución Industrial, la economía ha controlado nuestro concepto del tiempo —regido antiguamente por los ciclos naturales—, como se aprecia en expresiones como “el tiempo es oro” o “comprar el tiempo”.
En esta época postmoderna, la adicción a la velocidad se ve reflejada en la comida basura, internet que viaja a la velocidad de la luz, los mensajes de texto instantáneos, las técnicas de lectura rápida —conocida también como speed-reading— y la cultura de “Conozca los tres pasos para alcanzar la iluminación espiritual”. Para poder enfrentarnos al mundo donde vivimos, tenemos a nuestro alcance medicamentos que nos ayudan a mantener ese ritmo frenético, por un lado, y, por otro, los que nos sirven para recuperar la calma. Además, como psicóloga, educadora y futuróloga, soy bastante consciente de esa tendencia del corto plazo que está invadiendo nuestra cultura. Cuando observo cómo se apresuran los padres a llevar a sus hijos de una actividad extraescolar a la siguiente, sin un segundo que perder, para poder garantizar así que sigan siendo “competitivos”, no dejo de preguntarme: “En realidad, ¿cuánto tiempo de calidad pasan juntos?”. Es preocupante constatar la cantidad de padres que hoy en día afirman que “no tienen tiempo para contar cuentos a sus hijos”. Asimismo, parece ser que los adinerados se han suscrito al mito de la publicidad que anuncia que pueden comprar la felicidad de sus descendientes con el ordenador y el móvil de última generación, y que las imágenes de la pantalla, compuestas previamente, pueden sustituir la imaginación e incluso la respuesta creativa que el niño puede ofrecer al mundo.
Sin embargo, lo que los niños necesitan verdaderamente es que sus padres los sienten en su regazo o a sus pies y les cuenten cuentos. Susan Perrow es consciente de esto y, por esa misma razón, nos desafía en su libro a que nos demos cuenta nosotros mismos.
Los niños nacidos en los últimos diez o quince años en los países más prósperos no han conocido el mundo sin las tecnologías de la comunicación. Incluso en África la televisión ha desplazado a las abuelas que, consecuentemente, han perdido su papel de cuentacuentos, según ha podido observar Susan durante su trabajo de investigación.
Por otra parte, cada vez se hallan más pruebas que demuestran que los niños que están muy expuestos no solo al uso del ordenador, sino también a otras formas de comunicación a través de la pantalla, se desconectan más rápidamente de todo lo que les rodea. Paradójicamente, toda esta “conectividad” dificulta la interacción real con su entorno humano y natural. Se ha podido comprobar que ha ido en aumento el número de niños de educación infantil que tardan más en empezar a hablar; es muy probable que esto se deba a que el contacto directo con las personas —con sus caras, con su voz— ha disminuido considerablemente: una bomba de relojería educativa que puede que explote dentro de diez años.
Hace décadas el filósofo Marshall MacLuhan opinaba que cada avance tecnológico entorpecía una antigua capacidad humana. Así, por ejemplo, el uso creciente del correo electrónico y los mensajes de texto a través del teléfono móvil por parte de los jóvenes trunca dramáticamente la riqueza existente en las amistades que interactúan cara a cara. Por el contrario, cuando un cuentacuentos se sienta a narrar sus cuentos a los niños, les está ofreciendo, al mismo tiempo, los ricos matices de la voz, la entonación, el contacto visual, los gestos, las expresiones faciales, el lenguaje corporal, la respuesta emocional y el calor del alma.
Elise Boulding, futuróloga e investigadora para la paz, ha sugerido que mientras más claridad haya en nuestra visualización sobre el futuro deseado, más probabilidades tendremos de actuar para crearlo. Opina, además, que mientras más se estimule la imaginación de los niños a través de los cuentos y el arte, más posibilidades tendrán de poder desarrollar la capacidad para imaginar qué quieren para sí mismos y el mundo y, por lo tanto, actuar con creatividad para conseguirlo.
Hoy en día existe una gran necesidad de nuevos puntos de vista a todos los niveles —global, regional y local—. Mucha gente considera que los conflictos actuales en el mundo, en el ámbito medioambiental, psicosocial y político, son una prueba del declive de la cultura y, en consecuencia, de la pérdida de la seguridad y el bienestar. Otros, como yo misma, también percibimos señales de un gran avance luminoso.
El segundo libro de Susan Perrow, 101 cuentos sanadores. Más cuentos para ayudar a padres y educadores a gestionar situaciones difíciles y comportamientos desafiantes, es una de esas señales de progreso que nos transmiten la esperanza de que, en realidad, podemos transformar algunos de los problemas que nosotros mismos nos hemos creado. Debido al estilo fragmentado y excesivamente abstracto de la educación que hemos recibido la mayoría de nosotros, lo que “conocemos” está a menudo desconectado de nuestros corazones, anulando nuestro coraje y, por lo tanto, nuestra habilidad para realizar cambios creativos. Susan nos muestra cómo los cuentos pueden solucionar esa carencia gracias a su poder de reconectar lo que nuestra mente sabe con lo que siente nuestro corazón; los cuentos pueden inspirarnos, alentarnos y empoderarnos para emprender aquellas acciones que harán de este mundo un lugar mejor para las generaciones futuras.
Los cuentos pueden ayudar a los niños a abrirse y a conectarse con su corazón; esto implica, en sí mismo, una sanación. Al abordar las dificultades por las que atraviesan mediante un contenido real y verdadero, los cuentos terapéuticos de Susan van incluso más allá: este libro cambiará la vida de los niños y, al mismo tiempo, inspirará a los adultos a crear y contar más cuentos sanadores.
Jennifer M. Gidley,
doctora universitaria, miembro de
investigación de la Universidad
RMIT de Melbourne, Australia, y
Presidenta de la Federación Mundial
para Estudios sobre el Futuro
HACE MUCHOS AÑOS UN CUENTACUENTOS INDIO-AMERICANO, “PLUMA DE ÁGUILA QUE FLOTA”, ESTUVO DE VISITA EN LA COSTA ORIENTAL DE AUSTRALIA Y TUVE EL PRIVILEGIO DE ASISTIR A SU SESIÓN DE CUENTOS. ACOGIÓ A LA AUDIENCIA DICIENDO A MODO DE BIENVENIDA: “ALGUNAS PERSONAS PIENSAN QUE EL MUNDO ESTÁ HECHO DE ÁTOMOS […], YO CREO QUE ESTÁ HECHO DE HISTORIAS”.
Esta afirmación aún me conduce a la reflexión, puesto que se convirtió en uno de los diferentes procesos de catálisis que contribuyeron a cambiar el rumbo de mi vida hacia la búsqueda del cuentacuentos. Esta búsqueda, este camino, esta pasión que siento por contar cuentos, ha serpenteado por muchos niveles e historias —personales, familiares, comunitarias, las que yo misma he escrito, junto con las de muchas culturas, pasadas, presentes y futuras—. Ni siquiera soy capaz de preguntarme a dónde me conduce ni dónde terminará; es como el manantial de los cuentos del mundo, infinito. Solo sé que mi mayor satisfacción, y también la más profunda, se produce cuando puedo conectar con los demás a través de las historias.
En mi primer libro de cuentos terapéuticos (Cuentos sanadores. Una ayuda para padres y educadores para gestionar situaciones difíciles y desafiantes), compartí esta pasión a raíz de mis experiencias como maestra y madre; además, ofrecí una estructura que sirviera para escribir cuentos sanadores, junto con una colección de ochenta cuentos que fueran de utilidad ante comportamientos y situaciones desafiantes. El libro se ha abierto camino en diferentes partes del mundo y ha sido traducido a varios idiomas; en realidad, me ha abierto nuevas puertas de trabajo y me ha llevado a impartir talleres en multitud de países y continentes diferentes, desde China, en Asia, hasta África, desde Europa hasta América e incluso hasta mi tierra quemada por el sol, Australia.
Este segundo libro, 101 cuentos sanadores. Más cuentos para ayudar a padres y educadores a gestionar situaciones difíciles y comportamientos desafiantes, contiene algunas ideas para cuentos específicos que se han ido planteando en esos talleres (algunos de los cuales he terminado de desarrollar y completar yo misma), además de los cuentos escritos por algunos de los asistentes (maestros, terapeutas y padres del mundo entero) y otros que pertenecen a mi propia colección.
El objetivo de este libro es doble: ayudarte en el proceso de crear tus propios cuentos sanadores y compartir contigo muchos ejemplos de cuentos que tienen el potencial de resolver situaciones desafiantes y que, en líneas generales, alimentan y forjan el carácter. La primera parte, “¿Qué significa escribir cuentos sanadores?”, proporciona ideas y pautas para motivarte a crear tus propios cuentos y solucionar ciertos comportamientos desafiantes; te ofrece, por lo tanto, una estructura compuesta de “metáfora, desarrollo o viaje y resolución” y nuevas ideas para escribir cuentos terapéuticos: ¡un trabajo práctico! En cuanto a la segunda parte, ofrece ejemplos del fruto de ese trabajo: 101 cuentos sanadores para transformar una amplia gama de conductas y situaciones desafiantes en los niños.
Los 101 cuentos están divididos en diferentes categorías, según el tipo de comportamiento, a fin de facilitar su consulta: puedes trabajar con ellos directamente, adaptarlos o utilizarlos como modelos a la hora de crear tus propios cuentos. Cada cuento viene precedido de una pequeña introducción en la que se incluye la edad recomendada y algunas sugerencias para su utilización. Al igual que en mi primera colección de cuentos, estas categorías abarcan muchos de los tipos de conductas desafiantes más frecuentes: desde el enfado y la agresión, pasando por la falta de honradez, la obstinación y la timidez, hasta la intimidación. Asimismo, se han incluido otras categorías a partir de los temas nuevos que se han trabajado en los talleres celebrados en diferentes partes del mundo: la ansiedad y la inseguridad; las manías; la intolerancia; la falta de confianza y la resiliencia; el uso inadecuado de las palabrotas y los sinsentidos, así como los problemas relacionados con ir al baño y la incontinencia nocturna.
Al enfrentarnos con lo que consideramos un “comportamiento desafiante”, es vital utilizar la imaginación para poder entrar en las propias experiencias del niño, en lugar de imponer un código moral a través de “cuentos con moraleja”, es decir, aquellos donde se trabaja el miedo a las consecuencias. El enfoque sanador le ofrece al niño el impulso para cambiar el comportamiento desde su propio interior, ya que adopta como suyas las imágenes metafóricas e imaginativas que se desarrollan en el cuento; por lo tanto, este enfoque es más duradero y efectivo que el simple hecho de imponer el conformismo ante las “normas” externas. En realidad, los cuentos sanadores se encuentran en el extremo opuesto de la escala en lo que se refiere a la imposición de reglas, puesto que son dulces cuentos infantiles que respetan la propia experiencia del niño y afirman su deseo y capacidad de crecer de todas las maneras ocultas y sorprendentes posibles.
Es imposible elaborar una lista de cuentos que se adapte a cada situación y, aunque 101 cuentos puedan parecer una colección bastante amplia, solo estamos ante la “punta del iceberg” de los cuentos sanadores. El comportamiento tiene que ver con las relaciones y el contexto, de modo que solo en raras ocasiones puede tratarse de manera aislada. Cada niño existe y se desarrolla en una intrincada red de relaciones y entornos (la familia, el colegio, la comunidad y el mundo), mientras que tú, estimado lector, eres quien está en contacto directo con las relaciones, contextos y características individuales de los niños a los que cuidas, aconsejas y enseñas; por lo tanto, tú eres el más indicado para crear cuentos que aborden sus necesidades específicas e individuales. De este modo, en la primera parte del libro, “¿Qué significa escribir cuentos sanadores?”, pretendo motivarte para que te conviertas en un creador de cuentos. El acto imaginativo de crear un cuento para un niño o un grupo en particular se comunica sutilmente con esos niños en algún nivel, de modo que se sentirán arropados por tu cariño y esfuerzo.
Al escribir tus propios cuentos, recuerda que un punto de partida positivo es tener la esperanza de que tu cuento sanador pueda simplemente ayudar en una situación determinada. ¡Qué logro si lo consigues! Según mi experiencia, he aprendido que al escribir cuentos terapéuticos deberíamos trabajar siempre bajo esa intención de “ayudar”, con la bendición esporádica de que el cuento realmente consiga “sanar”. A pesar de que este libro trata de cuentos “sanadores”, creo que es importante que mantengas esta intención de “ayudar” junto a tu corazón de escritor y evites crearte expectativas o insistir más de la cuenta. Es improbable que haya un remedio instantáneo para los problemas de conducta, pero contar cuentos es, indudablemente, uno de los muchos enfoques y estrategias posibles a nivel terapéutico.
No se puede considerar los cuentos como píldoras mágicas que curan o arreglan todos los problemas. Enfrentarse a conciencia a estas dificultades requiere un estudio del complejo “tapiz” de la disciplina: los cuentos tienen el potencial de ser hilos llenos de luz en este tapiz, pero sus hilos entrelazados son los puntos de apoyo conscientes y consistentes que velan por los niños.
Buena parte de los 101 cuentos son adecuados para niños de tres a diez años, pero debo insistir en que no se deben encasillar en una edad concreta. En ocasiones, un cuento escrito para un niño puede tener un efecto de transformación en un adulto; de hecho, en algunos de mis talleres ha habido participantes que han tenido la necesidad urgente de escribir un cuento para resolver su propia situación como adulto, sea del presente o del pasado. En el libro comparto varios ejemplos de este tipo y también he incluido ideas para utilizar cuentos terapéuticos dirigidos a jóvenes y adultos. En realidad, la estructura y técnicas que propongo pueden utilizarse para escribir cuentos dirigidos a todas las edades.
Además de los cuentos para comportamientos desafiantes en casa y en el colegio, en este libro, 101 cuentos sanadores. Hay cuentos para ayudar a padres y educadores a gestionar situaciones difíciles y comportamientos desafiantes, también se han incluido ejemplos relacionados con los desafíos globales, nacionales y de la propia comunidad.
Debido a mi trabajo inmerso en la creación de cuentos terapéuticos, he visitado muchos países a lo largo de estos años y, a medida que viajo, me voy encontrando cada vez con más peticiones de cuentos sanadores orientados específicamente a la “crisis global” que estamos viviendo. Mi primera reacción a esta solicitud fue: “¿Cómo puede ayudar un cuento en esta situación? ¡Las crisis mundiales son demasiado grandes para un cuento!”. Sin embargo, en el año 2011, después de estar oyendo hablar durante dos semanas sobre el terrible terremoto en Nueva Zelanda, al que le siguió el tsunami en Japón, ¡me sentí motivada a darle una oportunidad al cuento! En aquel entonces estaba de viaje por China, sin mi fiel portátil, así que abrí un cuaderno de los de verdad, cogí un bolígrafo real y empecé a escribir siguiendo mi propia estructura de “metáfora, desarrollo y resolución”. Una vez que tuve clara la resolución (“¡Fortaleza en el cariño, fortaleza en la unidad!”), las metáforas se colocaron en su sitio y nació “El Gigante de la sombra” (página 102).
Entre algunos de los cuentos para situaciones nacionales he incluido: “Los caballos arcoíris” (página 209), un cuento contra la discriminación y escrito para los niños de la nueva Sudáfrica; y “La rosa y la espina” (página 104), un cuento para los niños de Noruega.
Un ejemplo de cuentos relacionados con la comunidad se encuentra en “El río resplandeciente” (página 107), que escribí después de la devastación causada por las inundaciones del río Brisbane, en Australia, para así darles a los niños de esta ciudad el sentimiento de esperanza al ayudarles a comprender los ciclos naturales de destrucción y recuperación. “Las hormigas y la tormenta” (página 105) es un cuento que surgió después de un terremoto y se escribió para los niños de la ciudad de Chengdú, en China. En “La Guardiana del Lago” (página 281), mi intención fue animar a la comunidad de Byron Bay (Australia) a que se implicara en la protección del yacimiento aborigen sagrado situado cerca del pueblo.
Parece ser que no hay límites sobre dónde y cómo puede ayudar un cuento: en cualquier lugar y en todo el mundo, porque ¡los cuentos conocen el camino!
En marzo de 2011 visité China para impartir mis talleres y reunirme con el editor encargado de la edición y la traducción al chino de mi primer libro. En esta versión se modificó el título, cuyo equivalente al español sería: “Los cuentos conocen el camino”. Me sentí muy feliz, porque capta verdaderamente la esencia de mi trabajo de creación de cuentos terapéuticos.
Mientras estaba en Beijing, tuve el privilegio de conocer a un maestro del Tao, así como a varios de sus estudiantes, que me mostraron una conciencia de la vida y de la comprensión fuertemente relacionada con el trabajo imaginativo de los cuentos. El camino del Tao crea las condiciones que favorecen el “dejar que las cosas sucedan” (de manera natural), mientras que muchos occidentales intentan crear las condiciones que “hacen que las cosas sucedan”. Este camino del Tao muestra una visión interior profunda sobre una forma determinada de ser: humilde, natural y simple.
La intuición del Tao que habla del “camino natural” y la “sencillez natural” es una base sana para escribir cuentos para niños. El Tao parece ir más allá de las palabras; de hecho, me han dicho que para conocerlo se debe experimentar personalmente. Sin embargo, en un intento de captarlo a través de las palabras, me parece que la mejor descripción es que combina tanto el sentimiento como el pensamiento; lo cual resuena fuertemente con mi experiencia personal como escritora de cuentos, puesto que utilizo mis pensamientos de tal manera que me ayuden a “sentir” un buen cuento más que a organizarlo intelectualmente. Este proceso intuitivo es generalmente imposible de describir; yo solo he podido sugerir (a los entusiasmados estudiantes de narración de cuentos) que solo se comprende cuando se experimenta.
Caminar o estar en medio de la naturaleza es normalmente la mejor manera que tengo para poder “sentir” o “escuchar” un nuevo cuento. La Madre Naturaleza sirve de gran ayuda en estos casos, pues ofrece un camino natural hacia la elaboración de cuentos. Los bosquimanos de África (mi otro hogar, además de Australia) también conectan los cuentos con la naturaleza y los sentimientos; definen el cuento “… como el viento: viene de un lugar muy lejano y lo sentimos”1.
En el libro Storytelling: Process and Practice (Contar cuentos: el proceso y la práctica), Livo y Rietz definen el cuento como “un orden antiguo, quizás natural, de la mente”2; descripción que está directamente relacionada con la comprensión del “camino natural” del Tao. Ciertamente, ofrece la visión sobre la importancia de los cuentos en nuestro mundo y de que nuestros niños los escuchen –¡en el pasado, en el presente y en el futuro!–.
Los cuentos conocen el camino, lo sienten, pueden encontrarlo. Los cuentos pueden abrirse camino hacia tu alma, del mismo modo que el agua encuentra la forma de salir a través de la grieta del muro cuando tiene la oportunidad. Al igual que el agua, los cuentos rejuvenecen y son vitales para un crecimiento y un desarrollo saludables.
El conjunto de muchos cuentos se convierte en un “pozo” para que los viajeros de la vida se sumerjan y puedan continuar su viaje tras revitalizarse y refrescarse…
… viajeros de Australia…
… viajeros de África…
… viajeros de China…
… viajeros del este y viajeros del oeste…
… viajeros del norte y viajeros del sur…
Espero que los viajeros que lean este libro se revitalicen y se refresquen cuando se sumerjan en el pozo de los cuentos; donde estos les salgan al encuentro como una fuente viva, creativa, jamás inmóvil, sino fluyendo continuamente. Asimismo, espero que les anime a crear sus propios “cuentos”, esos “cuentos que conocen el camino”.
Susan Perrow
www.susanperrow.com
MI OBJETIVO AL ESCRIBIR ESTA PRIMERA PARTE DEL LIBRO ES COMPARTIR EL MODELO Y ESTRUCTURA QUE YO MISMA HE UTILIZADO PARA CREAR CUENTOS SANADORES PARA LOS NIÑOS Y QUE NO SOLO ME HAN SERVIDO A MÍ, SINO TAMBIÉN A MUCHOS DE LOS ASISTENTES DE MIS TALLERES. ES CIERTO QUE EN MI LIBRO ANTERIOR ESBOCÉ ESTE TEMA EN TÉRMINOS GENERALES; SIN EMBARGO, HE PREFERIDO VOLVER A PLANTEARLO PARA PODER AÑADIR OBSERVACIONES Y EXPERIENCIAS ACTUALIZADAS, BASADAS EN EL TRABAJO QUE HE VENIDO REALIZANDO EN LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS.
Mi intención es proporcionar una guía para escribir cuentos, no una “fórmula infalible”, puesto que los cuentos tienen vida propia y no les gusta que los encasillen ni los clasifiquen. ¡Cuántas veces me he sorprendido a mí misma, tanto en mi propia creación de cuentos como cuando estoy impartiendo mis talleres, estableciendo una fórmula o una norma para romperla después!
En el caso de que hubiera una guía fija, sería aquella que alentara a “intuir y jugar”. Esto significa liberarse y jugar, lo cual a nuestra conciencia de adultos, a menudo demasiado crítica, le resulta muy duro. El creador de cuentos necesita un espíritu de apertura, confianza y quietud mental; ser capaz de “permitir que las cosas sucedan” (de manera natural), en lugar de intentar “provocar que las cosas sucedan” a la fuerza. Como creadora de cuentos, intento “sentir” un buen cuento, en vez de organizarlo desde el intelecto.
Aunque es muy difícil describir un proceso tan intuitivo —tan difícil quizás como describir el agua—, este primer capítulo es un humilde intento de liberar este proceso de cualquier rigidez y envolverlo en una especie de flexibilidad o “soltura” que tú, querido lector, puedas experimentar.
El segundo capítulo de esta primera parte, “Que brote la savia de los cuentos”, proporciona algunas ideas y ejercicios que permitirán que descubras tu creatividad y veas el enfoque divertido en la creación de cuentos.
Los dos capítulos de esta primera parte están basados fundamentalmente en mi libro anterior (Cuentos sanadores. Una ayuda…), pero hay detalles que no he considerado necesario volver a repetir, como los que se encuentran en los capítulos “Los ‘cuentos’ y el ‘comportamiento”, “Cuentos diferentes para edades diferentes”, “Verdad y moralidad” e incluso los cinco capítulos que conforman la quinta parte del libro, “El arte de contar cuentos”; en todo caso, te recomiendo que utilices mi primer libro conjuntamente con 101 cuentos sanadores. Más cuentos para ayudar a padres y educadores a gestionar situaciones difíciles y comportamientos desafiantes, puesto que ambos se complementan.
Todos los cuentos son, en potencia, sanadores o terapéuticos. Cuando un cuento hace reír o llorar —o las dos cosas—, la risa y las lágrimas pueden ser sanadoras. En los cuentos populares y los cuentos de hadas, a través de sus temas y resoluciones, se encuentra esa posibilidad de sanación: pueden ofrecer la esperanza y el valor necesarios para enfrentarse a las vicisitudes de la vida, afirmando así nuestra capacidad para cambiar y avanzar.
El ecologista de fama mundial David Suzuki opina que los cuentos pueden ayudar a “sanar” nuestro planeta al crear una conexión espiritual con el lugar. Si, por ejemplo, un simple cuento ambientado en la naturaleza es capaz de conectar a los niños con la playa, el río o el bosque de su entorno, es posible que, a medida que se vayan haciendo mayores, estos niños se conciencien de la necesidad de protegerlos y cuidarlos. Los cuentos pueden contribuir, por lo tanto, a que desarrollemos y fortalezcamos nuestra relación holística con el medioambiente.
La propia experiencia de escuchar un cuento, independientemente del contenido, puede ser “sanadora”. Si a los niños les ofrecemos regularmente una sesión de cuentos, podrán desarrollar y fortalecer la concentración y activar la imaginación. Hoy en día estos efectos son un bálsamo sanador especialmente beneficioso, ya que los niños pasan muchas horas en estado pasivo viendo la televisión y películas en DVD. Mientras que dichos medios tecnológicos presentan una imagen fija, creada de antemano, que el espectador debe aceptar sin recurrir a sus propias capacidades creativas, un cuento, por el contrario, requiere y estimula la creación imaginativa de imágenes internas.
Además del potencial sanador que generalmente poseen los cuentos, ante situaciones concretas, un determinado cuento puede ayudar o incluso sanar el comportamiento derivado de ellas. Atendiendo a la finalidad de este libro, he denominado a estos cuentos “sanadores” o “terapéuticos”, entendiendo ambos términos como sinónimos.
Si consideramos que sanar significa “devolver la salud, recuperar el equilibrio, volver a recuperar completamente el estado saludable”, los cuentos sanadores podrían describirse como “aquellos cuentos que devuelven el equilibrio y la integridad a un comportamiento o situación en desequilibrio”.
A decir verdad, contar cuentos terapéuticos es una manera delicada, fácil y a menudo muy efectiva de abordar temas controvertidos con los niños, porque la estructura del cuento ofrece un medio sanador que permite que los niños se embarquen en un viaje imaginativo, en lugar de aleccionarlos o hacer comentarios directos sobre su comportamiento. Al identificarse con el protagonista o los protagonistas, el niño se empodera, puesto que se superan los obstáculos y se alcanza una resolución.
Los cuentos se podrían comparar con los remedios naturales u homeopáticos, dado que, al igual que la medicina natural, se valen de las fuerzas y capacidades latentes en el niño para restablecer el equilibrio. Con todo, aceptar esta fórmula de contar cuentos se asemeja, en ocasiones, a la lucha que surge ante la aceptación de las terapias alternativas: el sentido común nos dice que deberíamos recibirlas con los brazos abiertos, pero el mundo de la publicidad y el de la ciencia se oponen radicalmente. Asimismo, a quienes poseen una mentalidad más materialista les cuesta más aceptar que es mejor tratar un problema convocando las fuerzas imponderables y ocultas de la imaginación que abordándolo directamente.
Afortunadamente ya se están produciendo ciertos cambios, aunque lentamente. Desde tiempos inmemoriales se han utilizado los cuentos como una herramienta poderosa para educar y “sanar”; hoy en día, ha surgido la emocionante tendencia de volver a despertar este arte antiguo. Existe un pequeño grupo, que poco a poco va en aumento, de pensadores, investigadores, profesores y maestros —vinculados al mundo de la educación— que otorgan el debido reconocimiento a todas estas formas expresivas e imaginativas de pensar y aprender, y que están contribuyendo, por lo tanto, a que renazca el arte de contar cuentos y se utilice como herramienta terapéutica.
Mantengo la esperanza y el sueño de que una vez más volvamos a contar con maestros, profesores y familias que utilicen el poder de los cuentos y de la imaginación en su función de educadores y guías de los niños de su comunidad; que apoyen las capacidades de los niños con el método ante el cual responden mejor y que, además, les encanta: la imaginación. Después de todo, son estas capacidades las que unen a comunidades enteras y hacen posible que las relaciones humanas valgan la pena, pues nos permiten tantear las experiencias de los demás.
El modelo que utilizo para escribir los cuentos terapéuticos (sanadores) tiene una estructura dividida en tres partes: la “metáfora”, el “viaje” o “desarrollo” y la “resolución”. Aunque por lo general estas partes se entrelazan para poder dar forma a todo el cuento, es de gran ayuda identificarlas y debatir cada una de ellas por separado.
A pesar de que en este libro describo este marco de referencia para escribir cuentos, se trata tan solo de una sugerencia; de hecho, algunos de los cuentos incluidos en este libro no se han escrito en base a este enfoque (ni a ningún otro), sino que se han guiado por la propia intuición. Te ruego, por lo tanto, que no lo adoptes como la única manera de escribir cuentos, sino simplemente como un punto de partida. Podría servirte, además, para “deconstruir” otros cuentos que, posteriormente, podrías transformar en otras historias diferentes. Te animo a realizar este ejercicio de “deconstrucción” con algunos de tus cuentos populares o cuentos de hadas favoritos; es muy posible que te aporte mayor claridad para comprender su construcción y composición internas.
En primer lugar, debes tener claro qué intentas conseguir al escribir un cuento sanador. Un cuento cuyo propósito sea sanar un comportamiento desafiante no implica transformar el “mal” comportamiento en uno “bueno” ni convertir a los niños “traviesos” en “niños buenos”; al contrario, se trata de intentar restablecer la integridad o el equilibrio en la propia experiencia del niño. Asimismo, es importante entender que la conducta del niño, al igual que la de todos los seres humanos, está vinculada con el contexto y con las relaciones; raras son las ocasiones en las que es posible abordar un comportamiento concreto de manera aislada (véase Cuentos sanadores. Una ayuda…, en particular el capítulo que profundiza sobre “Los ‘cuentos’ y el ‘comportamiento”). No obstante, cuando se quiere abordar y tratar de hallar soluciones para el comportamiento desafiante de los niños, contar cuentos es solo uno de los muchos enfoques y estrategias posibles, una hebra de todo el tejido.
Cuando se escribe un cuento sanador, es muy útil seleccionar con esmero las metáforas terapéuticas y preparar un viaje o búsqueda que responda a las necesidades de la situación que deseemos tratar y también se adapte a la edad del niño o de los niños en cuestión. El objetivo del cuento no puede estar enfocado, bajo ningún concepto, ni a moralizar ni a provocar el sentimiento de culpa; ¡es importante recordarlo siempre! El objetivo debe centrarse en reflejar simplemente los hechos, lo que está sucediendo, y ofrecer, a través de las “metáforas” y el “viaje” o “desarrollo”, la manera de trabajar y cambiar poco a poco ese comportamiento, al mismo tiempo que se proporciona una resolución realista. Si se fuerza este proceso orientándolo a conseguir un propósito, el cuento no solo resulta demasiado intelectual, sino menos efectivo. Es preciso considerar que, a menudo, el comportamiento reside en lo profundo de nosotros en forma de un hábito, de modo que solo se puede cambiar cuando se permite que la nueva percepción y las imágenes creativas se sumerjan en las profundidades de la voluntad y allí, ocultas y en silencio, realicen sus efectos misteriosos transformadores.
Un cuento sanador debería, en la medida de lo posible, dejar que el oyente sea libre de sacar sus propias conclusiones, que el “poder del cuento” pueda ejercer así su propia magia. Como sugiere el escritor Ben Okri, deja que el cuento haga su trabajo “en silencio, de forma no visible”:
Es fácil olvidar lo misteriosos y poderosos que son los cuentos. Hacen su trabajo en silencio, de forma no visible. Trabajan con todo el contenido de la mente y del yo. Se convierten en parte de uno mismo mientras nos cambian3.