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EDITORIAL
Título: Me enamoré junto a ti.
© 2021 Moruena Estríngana.
© Imagen de portada: Svitlana Sokolova
© Edición y corrección: Merche Diolch
© Diseño y maquetación: nouTy.
Colección: Noweame.
Director de colección: JJ. Weber.
Primera edición mayo 2021.
Derechos exclusivos de la edición.
© nou EDITORIAL 2021.
ISBN: 978-84-17268-57-2
Edición digital mayo 2021
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Para mi marido y mi hijo, mi mundo.
Prólogo
Thea miraba al chico por el que había perdido la cabeza en ese viaje que había programado con su mochila a cuestas. Lo que empezó con una serie de coincidencias, acabó por ser un increíble amor de verano, y eso sí que no lo había previsto.
Le sacaba cinco años; ella tenía diecinueve y él veinticuatro. Era alto, rubio y tenía unos intensos ojos marrones, de ese tipo de marrón que, según la luz, parecen dorados y otras veces el verde se cuela en su mirada, sin saber de dónde ha venido.
Le encantaba mirarlo. Devorarlo con la mirada y acariciar sus rasgos mientras él dormía a la luz de las estrellas.
Se había enamorado de él. Lo sabía. Nunca había sentido eso por nadie.
Ahora lo esperaba sentada en un banco cerca de un preciso valle. Le sonrió y vio algo en la mirada del chico, que le hizo temblar.
Ulises se sentó a su lado y se puso las gafas de sol.
—¿Pasa algo?
—Regreso a casa.
—Vale, podemos volver antes. —Thea descubrió hace pocos días que vivían en la misma ciudad y la idea era regresar juntos para seguir con su relación.
—Me marcho solo. No quiero nada serio ni contigo ni con nadie.
Thea abrió la boca incrédula. Hace unas noches ella había jurado leer en sus ojos un te quiero.
—¿Me tomas el pelo?
—No, solo ha sido sexo. Muy bueno, pero nada necesario para mi vida. Puedo encontrar mujeres mejores y con más experiencia.
Thea le dio una bofetada que le tiró las gafas.
—¡Eres un capullo!
—Sí, ¿no te lo dije? Se me conoce como un capullo y mujeriego. En realidad, solo me acerqué a ti por esa cara de virgen que tenías, para saber cómo sería hacerlo con una. Y está sobrevalorado. Prefiero a las que saben cómo dar placer a un hombre.
—Pues a ver si una de esas te muerde los huevos y te quedas eunuco, pedazo de gilipollas. No te quiero volver a ver en la vida. Si me ves, más te vale hacer como si no me conocieras de nada. No quiero saber nada de ti. ¡Nada! Y el sexo…, el sexo ha sido una mierda. Doloroso y horrible. Yo también buscaré a otro que sepa darme placer.
Thea cogió su mochila y salió corriendo.
Apenas lo conocía, por lo que no debería dolerle tanto. No debería sentirse así. No era nadie para ella hace unos meses.
Lo odiaba.
Lo odiaba tanto como hace unos segundos había jurado amarlo.
♡ ♥ ♡
Ulises miró a Thea irse con el corazón hecho pedazos, ese que siempre había pensado que no era capaz de tener ni de sentir emociones. Lo habían educado y pulido para que no sintiera nada por nadie, y, sin embargo, mientras perdía a Thea, sabía que lo que había sentido por ella no lo sentiría por nadie más.
Lo había hecho por ella, sabiendo que, cuando hablara, pasaría eso. Sabiendo que, desde ese instante, sus caminos se separaban para siempre.
Lo que él deseara daba igual. Su alma era suya, pero su persona hace años estaba atada a los deseos de otros. Desde que nació su destino ya estaba trazado para ser más que un hombre en una guerra iniciada por otros.
Era mejor que no volviera a olvidar que no podía amar.
Capítulo 1
Ulises
Nos ha costado rastrear toda la información pero fuimos tirando del hilo y ya sabemos dónde se encuentra Thea. Creo que no he dormido desde que el padre de Gideon nos dijo que estaba secuestrada.
El padre de Uma no sabe nada. El tío de Anastasia solo le pidió a su socio que presionara al padre de Gideon para que este se casara con su hija, y su socio le indicó que lo haría con gusto y jodiendo a don perfecto. Ahora sabemos que siempre ha odiado al padre de Gideon por ser amigo de su hermano y, a ojos de él, tenerlo todo. Nunca se llevaron bien y ha querido desquitarse.
Fedro sigue sin recordar nada en la cárcel y, por lo que sabemos, parece perdido y asustado.
Hemos estado investigando cada paso de Thea. Cada vídeo y llamada hasta dar con sus secuestradores. Ella estaba sola de viaje. Había roto con su novio y había proseguido el viaje en solitario.
En las cámaras vimos la secuencia del secuestro y como Thea se defendió por todos los medios hasta que le pusieron un pañuelo en la cara que la durmió. Ver ese instante, me llenó de rabia. Gideon se puso muy nervioso y me consta que, como yo, tampoco ha dormido mucho.
Entre él y sus amigos, Bruce y Steven, hemos hilado todo hasta dar con el lugar exacto donde se encuentra Thea secuestrada por un mafioso, que tiene en mente sacar más dinero a la familia por el intercambio ahora que el plan ha cambiado.
Hemos visto la casa con las gafas especiales de infrarrojos y sabemos dónde se encuentra Thea y, por sus movimientos, está viva.
Mis compañeros de la agencia de espías ya están listos, esperando mi señal.
—Estamos preparados —dice Anastasia y lo escuchamos en nuestros oídos.
—Tened cuidado —responde Gideon a mi lado.
Anastasia dijo de venir y su abuelo se apuntó también. No pudimos negarnos porque sabemos que se siente culpable por todo lo que ha hecho su hijo. Están en una furgoneta, no muy lejos de nosotros, atentos a todas las imágenes que les llegan de las cámaras secretas que llevamos en los trajes negros, por si necesitamos que nos ayuden.
—Tened cuidado vosotros. Están todos listos, Ulises —me informa.
Le doy la señal a Bruce y Steven para que avancen a su posición. Cuando están listos, miro a Gideon y a su padre para entrar en la casa.
—¡Ahora! —les ordeno a todos.
Avanzamos.
Anastasia y su abuelo nos informan de todo.
No tardan en empezar los disparos. Era algo que esperábamos y, por eso, ellos van asegurando el terreno, mientras nosotros vamos hacia Thea.
Anastasia nos dice cuántos hombres hay antes de llegar.
—Nosotros nos encargamos de ellos —indica el padre de Gideon—. Tú salva a mi hija.
Asiento y me escondo cuando llegan a por nosotros. Voy derecho hacia la puerta, que tiene un código de seguridad para abrirse. Le pongo una bomba y me aparto antes de detonarla. Entro en la casa y me dirijo a la habitación en la que tienen retenida a Thea y, tras tirar la puerta abajo del cuarto, me encuentro a la hermana de Gideon en medio de este, atada y con la cara tapada con un saco.
—Ni se os ocurra acercaros a mí. Os pienso morder.
Sonrío pese a todo y llego hasta las ataduras de las muñecas para liberarla. Thea siempre tuvo ese punto salvaje que me encantó de ella. Junto a su alma libre. Le encantaba perderse por la naturaleza y quedarse horas ahí sentada escuchando los sonidos que la rodeaban.
Pensé muchas veces en cómo sería nuestro reencuentro, pero nunca creí que se diera en estas circunstancias.
Una vez liberada la cojo de la mano para salir de aquí.
Llevo guantes pero su calor me traspasa y me trae recuerdos que desearía poder olvidar para que mi vida no fuera tan horrible, al añorar una mejor a su lado.
—¡No pienso acostarme contigo! —Me recorre un escalofrío por lo que ha debido sucederle y por eso hablo.
—Hemos venido a rescatarte. Tu hermano y tu padre están cerca —le anuncio y noto como se tensa. He endurecido mi voz, pero temo que me haya reconocido pese al tiempo que ha pasado sin vernos.
—Vale. ¿Me puedes quitar la bolsa de la cara por favor?
—¡Thea! —grita Gideon antes de llegar hasta ella y la abraza.
Su padre va detrás de él, uniéndose al abrazo.
Suelto la mano de Thea y me marcho dispuesto a olvidarla si quiero que mi misión salga bien.
Esto aún no ha terminado. Alguien sigue moviendo los hilos y esta vez no sabemos quién puede estar detrás.
Thea
Gideon me quita la bolsa y veo salir a un hombre rubio de la habitación. Su voz me ha recordado a alguien, pero estoy tan agotada que no sé si lo he soñado todo.
Mi padre tiene los ojos llenos de lágrimas, y me abraza roto de dolor.
—Tenemos que salir de aquí —nos apremia Gideon.
Asiento y salimos de la casa hasta que me fallan las fuerzas, y mi hermano me sube a caballito como tantas veces lo hizo en la infancia. Lo abrazo aspirando su aroma. Al fin estoy a salvo. Al fin ha pasado esta pesadilla.
Llegamos a una furgoneta y al entrar veo a Anastasia y su abuelo, lo que me descoloca.
—¡Thea! —Anastasia me abraza y me protege—. Nosotros la cuidamos. Id a atraparlos a todos. La llevamos al hospital más cercano.
—Pronto estaremos contigo —me dice mi padre.
Anastasia cierra la puerta y coge el control de la furgoneta.
Su abuelo cuida de mí con cariño. Siempre me cayó bien.
Me quedo dormida antes de llegar al hospital y entonces me hacen cientos de pruebas; entre ellas me preguntan si me han violado. No lo han hecho pero, a cada segundo de ese encierro, viví con el miedo de que lo hicieran. El jefe de la operación se encaprichó de mí y me angustió pensar que un día no aceptaría mis negativas. Espero que esté ya entre rejas y pague por todo.
Trato de dormir pero me cuesta hacerlo sin recordar esa pesadilla. Al final solo consigo descansar cuando mi hermano entra en la habitación y toma mi mano como cuando me asustaba la oscuridad de pequeña.
♡ ♥ ♡
Al fin me dan el alta tras cientos de pruebas y de que la policía me haya hecho muchas visitas.
Gideon y mi padre me han puesto al tanto de todo: Ahora mi padre ha sido suspendido y mi hermano ha formado su propia agencia con Bruce y Steven. Lo mejor de todo es que Anastasia y Gideon están juntos, y al parecer casados.
Estoy muy cansada y me cuesta asimilar todo esto de golpe.
Mi madre vino hace unos días y no me deja sola.
Por eso, cuando proponen quedarnos un tiempo al margen de todo, en una de nuestras casas cerca del mar, les digo que sí porque necesito tiempo para asumir lo que ha sucedido y para aprender a vivir con el miedo de volver a ser secuestrada, estar expuesta a los deseos de otro.
Necesito volver a ser yo misma.
Entre toda esta negrura recuerdo al hombre que me liberó. Algo me hace pensar en él de vez en cuando, como si hubiera una pieza de un puzle que no se ha terminado de completar.
Capítulo 2
Ulises
Anastasia entra al pub donde sigo trabajando. Todas mis tapaderas siguen como siempre. No he querido alterar nada, aunque ahora en la agencia de espías me han dado más rango y tengo acceso a más cosas.
Mi madre me dio la enhorabuena en público por la misión y luego en privado me enumeró todos los errores que cometimos. Están inquietos por si el tío de Anastasia recuerda algo; al tener acceso a todos los archivos de espías, sabe quién lleva una doble vida y puede hacer pública su identidad.
—Es temprano para la fiesta —le digo cuando se sienta en la barra frente a mí.
—He aprobado todas y al fin puedo dejar de pensar en esa carrera. ¡¿No me felicitas?!
—Enhorabuena. Y ahora dime a qué has venido.
—Me conoces muy bien.
Sonrío y sigo preparando todo mientras espero a que hable. Cuando Anastasia descubrió todo, le costó un poco cerrar todas las heridas, pero al final lo logró y siguió siendo como siempre ha sido. Algo que ellos no han podido matar ni manipular. Su personalidad es más fuerte que todo eso y lo ha demostrado.
—¿Qué quieres?
—Pues he pensado hacer una fiesta por el fin de mi carrera.
—¿Aquí?
—No, en mi casa. En el jardín. Quiero que me ayudes a prepararlo.
—¿Y tu flamante marido no tiene tiempo para ti?
—No, tienen mucho trabajo en la nueva agencia y no pasa mucho tiempo en casa.
—¿Sabes que yo tampoco tengo mucho tiempo?
—Ya, pero hasta que abras, tienes una hora. Me he traído una libreta y me puedes ayudar diciéndome dónde debo llamar para tener una buena cena de picoteo y esas cosas.
—¿Tengo otra opción?
—No. —Me mira con una sonrisa y asiento.
—¿Y cuál es la verdad de todo esto?
—Que no quiero estar sola en casa. Gideon se ha ido de viaje y estará fuera. Alma y Ninian están liadas con sus trabajos, y el abuelo sigue de viaje tratando de curar su alma… No quiero estar sola.
—Vale. Te ayudo. —Anastasia salta sobre la barra y cae en mis brazos—. Estás loca.
—Eso ya lo sabes. Ahora ponme algo rico de beber.
—Por las horas que son… un café. —Son las seis de la tarde.
—Vale. —Sonríe y saca su libreta para tomar apuntes mientras le preparo la bebida.
Le pongo el café con algo de comer dulce y hacemos la lista con todo lo que pueda necesitar. No va a invitar a mucha gente y sé que esta lista la podría hacer ella sola, pero es una excusa para no estar sola en su casa. Cuando Gideon se va lejos por trabajo, lo pasa mal.
Anastasia ayuda en las misiones que tienen, pero desde casa. No le gusta estar donde está la acción desde lo sucedido con su tío y, tras ayudar a su amiga Thea, prefirió mantenerse lejos porque le altera mucho estar cerca de los disparos o las peleas.
Eso sí, ella y su abuelo revisando vídeos y atando cabos son los mejores.
Estamos acabando la lista cuando le suena el móvil que ha dejado sobre la barra.
—Hola, Thea. —Me altero con solo escuchar ese nombre y saber que está al otro lado, algo que no debería suceder. Ya creía tenerlo superado tras estos meses—. Tu hermano está de misión y suele mirar el móvil cuando acaba… ¿Tus padres no regresan? Ah… No puedes irte a esa casa tú sola. En nuestra casa hay mucho espacio libre… No es molestia. Nosotros estamos en la planta de arriba y la de abajo tiene otro cuarto que puedes usar… Por favor, que me aburro mucho cuando Gideon se va de misión… ¡Genial! Mañana te recojo en el aeropuerto. Estoy deseando que vengas. —Me mira con una gran sonrisa cuando cuelga—. Thea se viene a casa. Le ha salido trabajo en la ciudad, en un colegio dando clases de Biología, y lo ha aceptado.
—Genial.
—¿Lo dices de forma irónica? —Asiento—. En algún momento deberá saber la verdad.
—No puedo contarle a nadie lo de mi identidad.
—Ya la sabemos casi todos. Ella no es tonta y sumará dos más dos.
—Es mejor dejar las cosas como están.
—Lo mismo dices eso porque te importa y no quieres hacerle daño. Si te diera igual, sería bueno para cerrar el pasado y seguir con tu vida.
Nos miramos a los ojos. Anastasia con una sonrisa y yo desafiante.
—¿Puedes meterte en tus asuntos y dejar de analizarme?
—No, pero lo puedo intentar. —Sonríe y recoge sus cosas—. Me marcho a prepararlo todo para la llegada de Thea. ¡Nos vemos! —La veo irse contenta.
Yo ahora mismo no sé qué siento. Es inevitable que nuestros caminos se crucen porque paso mucho tiempo al lado de Anastasia. Es la persona que me hace recordar que no todo en el mundo es gris y oscuro.
Estar al mando de una sección de la agencia me está haciendo ver demasiadas cosas que, sinceramente, prefería ignorar. Hay demasiada maldad y avaricia en el ser humano; sobre todo de aquellos que sonríen de puertas para fuera mientras, cuando creen que nadie los ve, se hacen ricos sin importar las vidas que implican y comprometen a cambio de conseguir sus fines.
Capítulo 3
Thea
Aterrizo y voy a buscar mis maletas. La verdad es que no me quería quedar sola en casa de mis padres ahora que ellos y Carlitos están viviendo lejos. Creo que por eso llamé a mi hermano y al no cogérmelo decidí llamar a Anastasia con la esperanza de que me ofrecieran quedarme en su casa.
Yo antes no era así. Disfrutaba de la soledad, de irme de viaje sin saber dónde dormiría. Me gustaba la aventura…Pero todo cambió desde que me secuestraron.
Les he hecho creer a mis padres que estoy mejor, cuando lo cierto es que por las noches sigo teniendo cientos de pesadillas.
He decidido regresar porque me ofrecieron un trabajo para dar clases de Biología el curso que viene. Quieren verme y explicarme cómo será todo. Aunque estaré un tiempo sin empezar a trabajar, he querido estar ya aquí para prepararlo bien, poder ir al centro para ver el material que utilizan y familiarizarme con él.
Cojo las maletas y trato de llevarlas todas sin que se me caigan.
—Joven, póngalas aquí —me dice una amable señora que lleva un carro con las suyas. Lo hago sin dudarlo—. Son muchas cosas para llevarlas sola.
—Gracias. No caí en usar algo así.
—Los años te hacen más lista. No lo olvides.
Sonrío.
—Lo sé, mi padre lo dice mucho.
—Entonces tu padre es un hombre sabio.
Asiento y seguimos andando para salir de aquí.
Pienso en mi padre. En el miedo que siempre he sentido de que lo mataran. Lo mucho que odié cuándo metió a Gideon en todo ese mundo y como eso nos distanció. Gideon solo pensaba en ser el mejor a los ojos de papá y eso hizo que el tiempo pasara y nuestra unión se fuera haciendo cada vez más lejana.
He respetado siempre su trabajo de la misma forma que he odiado que sean espías y por eso he tenido claro que nunca me casaría o me enamoraría de alguien que fuera como ellos. He sufrido demasiados años el miedo de perderlos.
Salgo de la terminal y veo a Anastasia.
Al verme su cara se ilumina con esa preciosa sonrisa que la acompaña siempre. Corre hacia mí y me abraza con fuerza. Como si fuéramos las mejores amigas del mundo y no unas que hace años que no se ven o que no comparten un café. Ella es así.
—¡Qué alegría tenerte aquí! —me dice sincera.
Recogemos mis maletas y le damos las gracias a la señora.
Vamos hacia el coche de Anastasia y no me sorprende nada que sea rosa. Creo que otro color no le pegaría. La verdad es que no pega nada con mi hermano. Son muy diferentes, pero opino que eso es lo que hace que se quieran tanto.
Metemos todo en el coche y vamos hacia su casa.
—Mañana daré una fiesta. Era porque he aprobado todas pero, ahora que has regresado, será porque has venido.
—No tienes que cambiarlo por mí.
—Ya, pero mi fiesta era una excusa para tener la mente ocupada y así juntar a mis amigos y familiares. Ahora el motivo es mejor.
—Como quieras.
—Ya verás. Te vas a sentir genial con nosotros.
—Lo sé.
Anastasia me mira con una sonrisa antes de poner música y cantar mientras conduce.
Sé lo que le pasó, lo que ha vivido, lo que ha recordado y me sorprende ver que eso no ha matado su esencia. Sigue siendo tan fuerte. Quiero absorber su fuerza para superar mis demonios y aprender de ella.
Anastasia siempre fue diferente al resto por algo muy sencillo y es que nunca le importó el qué dirán. Siempre ha sido ella misma contra viento y marea.
Yo no he sabido ser así. Sabía qué era mi padre y sin querer yo no quería llamar la atención para que nadie reparara en mi familia, para que nadie hiciera daño a mi padre.
Eso me hizo luchar por ser perfecta e igual al resto. Para no destacar.
Llegamos a la casa de mi hermano y Anastasia, y sacamos mis cosas. Me parece un lugar precioso y acogedor. Nada ostentoso.
Entramos a la casa y veo fotos de ellos y de la familia. Me gusta verme entre ellas.
Anastasia lleva mis cosas a una habitación que hay cerca de la cocina. Abre la puerta y veo que está equipada con una cama de matrimonio y una mesa de escritorio. También hay una tele y un cuarto de baño.
—Si quieres el lunes vamos de compras y lo decoramos a tu gusto.
—No hace falta, Ana. Todo es perfecto así.
—No, quiero que tenga tu esencia. Así está decorado para invitados, pero tú eres familia. Quiero que te sientas como en tu casa. Esta es tu casa ahora.
—Vale, pero está bien así.
—Tú ponte cómoda que yo voy a preparar algo de cenar.
—¿Sabes cocinar?
—No muy bien, pero sé hacer unos bocadillos geniales. Tu hermano me enseñó. El jodido sabe de todo —lo dice con tanto amor que siento envidia por ellos, pero de esa sana que no te hace querer destruir su felicidad sino desear algo así para ti.
—Seguro que están deliciosos —le indico.
Anastasia se va y me siento en la cama para llamar a mis padres para decirles que estoy bien.
—¿A que es bonita la casa de tu hermano? —me comenta mi madre.
—Mucho.
—Estarás bien ahí —señala mi padre porque han puesto el manos libres para hablar los dos a la vez.
—Sí. Ahora os dejo que voy a colocarlo todo. Dadle a Carlitos muchos besos y abrazos de mi parte cuando vuelva de jugar con sus amigos.
—Lo haremos —me indica mi madre.
Cuelgo y abro mis maletas para ordenar un poco todo.
Cuando me canso, miro por la ventana y veo el jardín trasero de la casa. Tiene muchas flores y detalles de duendes y hadas, y un unicornio muy mono entre las flores. Al fondo hay una pequeña piscina que parece natural por la forma en la que está diseñada y la cascada de agua es preciosa, además de relajante.
Ana llama a mi puerta y me dice que la cena está lista.
Salgo tras cambiarme de ropa y asearme.
Lo ha preparado todo en el cenador del jardín. Me siento a su lado y bebo un gran trago de agua.
—Se respira mucha paz aquí —le digo.
—Sí, tu hermano alquiló este lugar con opción a compra mientras yo estaba recuperándome en el hospital. Al mes siguiente ya sabía que quería que este fuera mi hogar. Además, Bruce y su familia viven en la casa de al lado y eso le da puntos. Me gusta estar cerca de la familia.
—Te entiendo. ¿Y tu abuelo que tal está?
—Bien…, eso dice él. A ver si pronto decide regresar. Lo echo de menos. Siempre ha estado ahí en mi vida. Se me hace raro pasar tanto tiempo sin él, pero entiendo que no es fácil todo esto para él.
—¿Y tu tío ha recuperado la memoria?
—No, nada. Y tampoco dejan que lo visite la familia.
—¿Y tu padre cómo lo lleva?
—Él dice que bien. Pero desde que pasó esto no nos hemos visto porque afectó mucho a su campaña y está más liado que nunca para no perder votos. Lo echo de menos.
—Normal. Ya pasará todo.
—Sí, le dimos el suero para recuperar sus recuerdos y proteger su mente. Se lo enviamos por correo. Tus padres también lo tomaron pero tú sé que no.
—No sé si estoy preparada para descubrir que alguien manipuló mi mente.
—Yo creo que no. Cuando quieras ya sabes lo que tienes que hacer.
—Sí.
—Sobre todo para que nadie te use y te haga hacer cosas que no quieres.
—Ya. Lo pensaré.
Asiente.
No he tomado ese suero por miedo a revivir cosas de mi secuestro que he preferido olvidar. Me aterra volver a sentir todo aquello de nuevo. No estoy preparada.
Le hablo de mi nuevo trabajo y ella me dice que ayuda a Gideon y a sus amigos con su agencia de detectives y agentes privados. Ella hace el trabajo en la oficina que tiene en el centro de la ciudad.
Terminamos de cenar y Anastasia propone tomar unos helados sentadas en la hierba, donde va a colocar una manta.
Al acabar el helado me tiro al suelo para mirar las estrellas como tantas veces hacía antes.
Anastasia hace lo mismo a mi lado.
Le pido que me cuente cómo fue que empezó con Gideon.
—¿Tú sabías que le gustaba? —me pregunta tras contármelo todo.
—Sí, se le notaba. A menos yo sí. Nunca ha mirado a nadie como a ti. Por eso cuando te vi con Ulises McAllen, le llamé para ver cómo estaba e intuí algo por su forma de hablarme.
—Ulises era mi misión por ser hijo del más importante embajador de la ciudad.
—Ya…
—Sé que te hizo daño —me comenta.
He intentado sonar despreocupada pero es decir o escuchar su nombre y siempre me altero.
—Es el pasado. No me importa.
—Genial, porque somos amigos. De hecho, es mi mejor amigo… —Se calla cuando me siento y la miro desconcertada. Ella también se sienta—. Es buena gente. Lo que te hizo fue una guarrada…
—¿Gideon y él son amigos? —le pregunto y asiente.
Mi mente empieza a procesar todo con rapidez y es entonces cuando me viene a la mente un recuerdo, uno al que he recurrido varias veces como si algo no me cuadrara de mi rescate. Pienso en el chico rubio, esa voz, esa forma de andar… ¡Era Ulises!
—¡Ulises es espía!
—¡Joder! Das miedo.
—Si lo suponía, tú me lo has confirmado. Además, solo si lo que me hizo fuera justificado, haría que Gideon le hablara. ¿Le prohibieron estar conmigo?
—Esto no te lo debería decir yo…
—Si tú lo sabes y mi hermano también, es que no es un secreto.
—Bueno, pero es cosa de Ulises.
—Merezco saber si me dejó porque quiso o porque le obligaron.
—¿Y eso cambiaría algo?
—No, nada, y menos si es espía. Nunca tendría nada con un espía, pero me gustaría cerrar ese episodio de mi vida. Me costó mucho asimilar que la noche anterior me dijera que era la persona más importante de su vida y luego se comportara como un capullo. Algo no me cuadraba, pero lo odié tanto que no vi nada más. Ahora todo encaja. Si es espía y yo era su misión, o le dijeron que me dejara… Solo siguió órdenes.
—Habla con él. Mañana vendrá a tu fiesta.
Asiento y me muestro segura, pero en realidad no lo estoy para nada.
—Me marcho a descansar. Estoy cansada del viaje.
Asiente y recogemos todo para irnos dentro.
Ya en mi habitación me siento en la cama y noto el corazón acelerado.
La idea de ver a Ulises tras tres años, me agobia. Tenía diecinueve años recién cumplidos cuando lo conocí. Era mi primer viaje como mochilera y lo hice sola. La primera vez que lo vi, no pude evitar fijarme en él.
Era muy atractivo, pero no era solo eso. Era su magnetismo, esa sonrisa ladeada y esa forma de mirar, como si pudiera leerte el alma. Me quedé impresionada por él y más cuando me miró y me sonrió.
Sabía que seguramente eso se lo haría a todas, pero yo me sentí especial.
La segunda vez que nos vimos se acercó y empezamos hablar.
Desde ese momento, seguimos el viaje juntos. Me dijo que estaba huyendo, y yo no le conté que yo también. Huía de la vida que había elegido llevar mi familia.
Saber que me dejó por un motivo o una orden, me enfada a la vez que me calma. Ahora me queda saber si se acercó a mí o le ordenaron que lo hiciera. Como fuera lo segundo, pienso darle una gran bofetada por haber llegado tan lejos y haberse acostado conmigo. Hay un límite entre ser espía y un mentiroso.
Mañana descubriré qué es él,aunque sé que si Gideon es su amigo, está más cerca de ser lo primero y tener una buena razón para alejarse de mí.