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Última función,
de Marcelo Uribe.

Para su composición tipográfica se empleó la fuente Minion de 16:15 y 10:15.

El diseño de portada es de Alejandro Magallanes.

La mirada oblicua

Éstas son las líneas de tu rostro,
ésta la inclinación de tu mirada.
Así está escrita tu voz
en esas pupilas,con estos trazos,
éstas son las palabras
que extravía tu memoria,
la luz desenfocada que filtra el aire.

Los ojos se detienen, van, regresan,
buscan tus indicios entre las formas.

Pero eres tan sólo una tela
con pigmentos adheridos,
un recuerdo de aire,
tan sólo una forma de ver y tocar;
un nombre en una cédula,
un recuerdo en una lápida
que tarde o temprano
nadie podrá leer.

Una ventana para Mark Rothko (Sin título, 1970)

La hipnosis es translúcida,
algo que está atrás, imposible,
impensable página en blanco,
página en azul, página en rojo.
Ventana tapiada, ventana manchada,
ventana sin luz, juego de ventanas
clausuradas,
bordes sin borde.
¿Qué hubo, qué hay, qué habrá detrás?
Un filo chorreando luz roja,
una ventana ciega, un cuadro de luz negra,
una adivinación de gris luz,
un hilo de sangre de brillos verdes,
un hilo de noche,
un hilo de alba,
un tejido de sombras,
un tejido de preguntas y silencios
en cada ventana.
Ventanas en movimiento
sin rumbo,
rumbos de luz,
reflejos de reflejos
que velan una transparencia.
Pero allá, siempre más atrás,
su voz que nos mira apagada de angustia
se filtra entre los colores
hipnóticos que hace tiempo no cesan.
Entran los recuerdos por las rendijas,
entra el silencio,
el rito del silencio que filtra apenas
rumores
–¿cuál es el color de los rumores
que deja pasar el silencio?
Fino rojo sobre rojo,
hondo azul sin título,
banda roja, número diez.

La carta

Sostiene una carta en la mano
doblada cuidadosamente
tantas veces. Susurros
de notas perdidas corren
por los muros crepitantes.
Cuando murió su madre
cruzó continentes para llegar
a ella.

Los pliegues de las cortinas,
su peso, las remotas escalas
de piano en la tonalidad
del aire de la calle
mientras los ojos de las niñas
se fijan en el pentagrama.
Sobre la mesa había flores
más o menos marchitas
y un frutero.

Cielo vacío

Una casa
contra el cielo vacío
de Cape Cod,
la luz del sol
contra un muro
no significaban
nada para él,

nunca vio
un horizonte de
Edward
Hopper
al filo
de la caída
de la tarde.

Mar blanco

a Brian Nissen

La música de esquirlas de mar
en el silencio de la luz blanca.

Es el desorden siempre nuevo,
el milagro de cada instante que no se repite,
el vuelo de la flecha
convertido en el blanco.

La mirada se funde
en el mar roto en espejos
de luz que saltan por todas partes.

El estallido del mar
persigue siempre la calma
de la mirada suspensa
donde toda luz es música,
translúcida espuma que reposa
un instante
y cae.

Vendrá la noche,
blanca como todo,
a iluminar sus misterios
en ese espacio vacío del mar.
La noche siempre estuvo ahí,
el mar blanco construye
y destruye su historia
en las horas oscuras
con un vaivén de brillos silenciosos
que estallan en sus profundidades de luz.

Pétalos