NATALIA LÓPEZ MORATALLA
HUMANOS
Los vínculos familiares en el corazón del cerebro
EDICIONES RIALP
MADRID
© 2021 by NATALIA LÓPEZ MORATALLA
© 2021 by Ediciones Rialp, S. A.,
Manuel Uribe 13-15, 28033 Madrid
(www.rialp.com)
Realización ePub: produccioneditorial.com
ISBN (versión impresa): 978-84-321-5381-5
ISBN (versión digital): 978-84-321-5382-2
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A mis hermanos
ÍNDICE
PORTADA
PORTADA INTERIOR
CRÉDITOS
DEDICATORIA
PRÓLOGO
I. LA SORPRENDENTE PECULIARIDAD DEL CUERPO Y EL CEREBRO HUMANO
UN CUERPO PARA QUIENES POSEEN UN PLUS DE REALIDAD
LA RIQUEZA BIOLÓGICA DEL ANIMAL
LA POBREZA BIOLÓGICA DEL CUERPO HUMANO, PRESUPUESTO DEL PLUS DE REALIDAD
UN CEREBRO PARA UN CUERPO PERSONAL: UN LOGRO DE LA NATURALEZA
DOS NIVELES DE COMPLEJIDAD DEL CEREBRO Y UN PECULIAR FUNCIONAMIENTO
UN CEREBRO CON CORAZÓN
UN MOMENTO ESTELAR DE LA EVOLUCIÓN: SE LOGRA EL CEREBRO HUMANO
II. LOS ESPACIOS PERSONALES DEL CUERPO HUMANO
EL ESPACIO DE LA VIDA
UN CUERPO CON ROSTRO
UN CUERPO CON GESTOS UNIVERSALES
ÓRGANOS CORPORALES ABIERTOS A ESPACIOS PERSONALES
UN ESPACIO MENTAL PERSONAL INSEPARABLE DEL ESPACIO FÍSICO
UN MOMENTO ESTELAR DE LA EVOLUCIÓN: UN NIÑO SABE QUE ES ÉL Y NO OTRO
III. EL CORAZÓN DEL CEREBRO
LO QUE CONTIENE EL CORAZÓN DEL CEREBRO
LOS AMORES FAMILIARES
LA REGLA DE ORO DEL CONTENIDO DEL CORAZÓN
LA MEMORIA ENTRE LO QUE SE SIENTE Y LO QUE SE VIVE
LOS CEREBROS HUMANOS EVOLUCIONARON PARA QUE LOS MOLDEASE LA EXPERIENCIA
IV. CUERPO Y CEREBRO DE MUJER. CUERPO Y CEREBRO DE VARÓN
EL CUERPO Y EL CEREBRO SON INSEPARABLES
CONSTRUCCIÓN DEL CUERPO DE MUJER Y DEL CUERPO DE VARÓN
CONSTRUCCIÓN DEL CEREBRO FEMENINO Y DEL MASCULINO
LATERALIZACIÓN Y DISTRIBUCIÓN DE FUNCIONES CEREBRALES SEGÚN EL SEXO
EL ESPACIO INTERIOR FEMENINO Y EL ESPACIO MASCULINO
PERSONALIZACIÓN DE LA CONDICIÓN SEXUADA
LAS CATEGORÍAS DE GÉNERO EN LA EVOLUCIÓN DEL SEXO
V. EL ESPACIO PROCREADOR QUE CREA LA FAMILIA
ESPACIO PROCREADOR: EL MISTERIO DE LA “UNA SOLA CARNE”
«LOS DOS VENDRÁN A SER UNA SOLA CARNE»
EL VÍNCULO DE APEGO DEL AMOR HUMANO
LOS ESTÍMULOS ERÓTICOS ORDENADOS A LA FECUNDIDAD
LA RELACIÓN SEXUAL CON PERSONAS DEL MISMO SEXO
LOS ESPACIOS FAMILIARES
LA SEXUALIDAD HUMANA ELEVÓ LOS PROCESOS DE SUPERVIVENCIA ANIMAL A LIBRE CAPACIDAD DE AMAR
VI. EL VÍNCULO DE APEGO FILIAL
LA CRIATURA HUMANA NACE INACABADA Y NECESITADA DE PADRES
ESTABLECIMIENTO DEL VÍNCULO DE APEGO FILIAL DEL RECIÉN NACIDO
EL SER HUMANO NACE PREPARADO PARA EL ENCUENTRO CON LA MADRE
MAPA DE LA REPRESENTACIÓN DEL CUERPO Y CONSCIENCIA EN PRESENTE
OTRAS PREDISPOSICIONES INNATAS
EVOLUCIÓN DE LA CONSCIENCIA: MENTE PRECURSORA, MENTE PRIMITIVA, MENTE MODERNA
VII. VÍNCULO DE APEGO MATERNO Y PATERNO
UNA INCLINACIÓN NATURAL EN LOS PADRES
LA SUPERVIVENCIA DE LOS MAMÍFEROS DEPENDE DE LA CRIANZA
LOS CAMBIOS EN EL CEREBRO DE LA MUJER GESTANTE HACIA LA MATERNIDAD
EL CEREBRO MATERNO ES EMPÁTICO E INDULGENTE
LA EXPERIENCIA DE LA PATERNIDAD
UN ANTIGUO INSTINTO EVOLUTIVO PARA CUIDAR A LA DESCENDENCIA
EPÍLOGO
PARA SABER MÁS
AUTOR
PRÓLOGO
SE DICE, CON RAZÓN, DEL SER HUMANO que es el “nacido de mujer”. Para llegar al mundo, todos necesariamente hemos pasado los nueve primeros meses de vida en el seno materno. Somos seres familiares y no huérfanos en la inmensidad de los espacios siderales.
«La madre es siempre cierta», afirma un principio básico del Derecho Romano. La que gesta y da a luz al hijo es la madre y la naturaleza le dota de un cerebro materno. A la vez, el padre no tiene menor significación en la vida del hijo desde su nacimiento. De hecho, la correcta integración afectivo-cognitiva del hijo requiere la alineación con los cerebros del padre y de la madre, o de quienes hagan sus veces si ellos faltan. La experiencia del cuidado de la criatura es la que desarrolla en el padre su cerebro paterno.
Desde siempre se ha visto unida la secuencia natural de la concepción, gestación, parto, lactancia, en la que la protagonista es la madre, y educación conjuntamente con el padre. A lo largo de los 2 000 000 de años que el hombre puebla la tierra, el núcleo familiar se ha establecido precisamente conforme a esa secuencia, a fin de garantizar a los hijos el entorno favorable y necesario para su desarrollo. En el género humano se dice que el parto siempre es “prematuro”, porque imperiosamente necesita, tras nacer, un “acabado” en la familia.
La intención de este libro es mostrar que los vínculos de apego familiares son amores personales que, a su vez, están sustentados biológicamente por los procesos transmisores de la vida. Para comprender la realidad de esos vínculos tendremos que mirar muchas veces hacia atrás, a las especies antecesoras que constituyen nuestro “camino ontológico”.
El proceso evolutivo de la hominización, que parte del linaje de los grandes simios hasta alcanzar a los primeros hombres, ha seguido un proceso de optimización de las funciones cerebrales. Para analizarlo contamos actualmente con un objeto de estudio único, inimaginable antes de la aparición y desarrollo de la biología molecular. Disponemos del registro fósil de mayor importancia que hubiera podido hallarse. Se trata del genoma de los individuos de las diversas especies. El genoma conserva siempre las huellas de los cambios genéticos, de las especies precedentes de su misma línea evolutiva, y de todos los cambios desde que apareció el primer ser vivo.
Todo lo propio y genuinamente humano presupone disponer de un peculiar cerebro. Los datos comparativos entre el genoma del Homo sapiens y el genoma del Pan trogloditas señalan que las diferencias genéticas entre los miembros de las dos especies no alcanzan al 2 %. Y, sorprendentemente, no solo no hay más genes, sino que incluso se ha perdido alguno. La diferencia esencial se encuentra en el control que ejercen los genes rectores, que regulan la cantidad de proteína que se fabrica en la construcción y maduración del cerebro.
Este hecho es muy significativo. Un chimpancé por “inteligente” que sea no tiene decisiones, opiniones, amores, etcétera, que cambien el cerebro haciéndolo único y propio. Por el contrario, en el hombre todo deja huella de manera que no existen dos cerebros iguales. Cada uno es artífice de la construcción y maduración de su propio cerebro a lo largo de toda su vida. El presupuesto imprescindible es, precisamente, poder regular con la propia biografía los genes que recibe con la herencia genética.
El cerebro otorga al hombre las capacidades, entre otras, de pensar, hablar, proyectar el futuro, y se desarrolla gracias a las relaciones interpersonales y las decisiones propias. El pequeño porcentaje de genes perdidos en el proceso hace posible que el hombre pueda liberarse del encierro en el automatismo de los procesos biológicos y relacionarse personalmente con los demás. Así pues, podemos hablar de pobreza biológica del cuerpo del hombre, de modo que la autonomía respecto al entorno, propia de los animales más evolucionados, significa libertad personal.
Quizá sea por mi condición de bioquímica por lo que, precisamente, no puedo separar en el ser humano el nivel de la biología del nivel del espíritu. Por ello, no busco el límite que nos separa de nuestros ancestros más cercanos. Más bien, me pregunto por el modo en el que la sexualidad, reproducción y paternidad propias de la zoología se transforman en biología humana, que estudia el cuerpo sexuado del hombre, un ser esencialmente familiar.
La ciencia aporta una certeza inmensa acerca de lo que nos hace humanos: lo que nos permite liberarnos del encierro en los automatismos de la vida animal que siempre está presente. El cometido de la biología humana no es definir la libertad humana o determinar su origen. Sin embargo, lo que esta ciencia evidencia es que el principio vital del hombre trasciende al nivel biológico, puesto que el cuerpo humano que se constituye desde tal principio vital difiere cualitativamente de un organismo animal.
Trataremos del modo de cómo los procesos de reproducción animal, indispensables para la supervivencia de los individuos y las especies, se han hecho vinculos de apego, amores familiares, necesarios para una vida plenamente humana.
Hablaremos de esos momentos estelares de la evolución en que empieza a manifestarse lo que nos hace humanos.
Natalia LÓPEZ MORATALLA
Catedrática emérita de Bioquímica y Biología Molecular