Apéndices
EN PORTADA se ha reproducido
Primera Escuadra Nacional,
óleo de Thomas Somerscales
EN CONTRAPORTADA
Captura de la Esmeralda en el Callao,
óleo de Charles Wood
© Gustavo Jordán Astaburuaga y Piero Castagneto Garviso, Editores, 2018
Registro de Propiedad Intelectual Nº 294.335
ISBN Edición Impresa: 978-956-17-0787-0
ISBN Edición Digital: 978-956-17-0938-6
Derechos Reservados
Tirada: 5.110 ejemplares
Ediciones Universitarias de Valparaíso
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Calle Doce de Febrero 21, Valparaíso
Teléfono 32 227 3902
Correo electrónico: euvsa@pucv.cl
www.euv.cl
Diseño: Guido Olivares S.
Índice
Primera Parte
Introducción de los editores
Antonio García Reyes, bosquejo biográfico
Análisis de la obra
Segunda Parte
Memoria sobre la Primera Escuadra Nacional
I. Introducción de Antonio García Reyes
II. Operaciones marítimas del primer período de la Independencia. 1810 a 1814
III. Desde la batalla de Chacabuco al arribo de Lord Cochrane. 1817-1819
IV. Desde el arribo de Lord Cochrane hasta la Expedición Libertadora del Perú. 1818-1820
V. Desde los preparativos de la Expedición Libertadora del Perú hasta el retiro de Lord Cochrane y primer desarme de la Escuadra. 1820-1823
- Notas
- Apéndices
Introducción de los editores
Que un libro lleva a otro es una verdad más que comprobada, pero aplicable no sólo a la lectura, sino también a la edición y la publicación; una prueba es la obra que aquí comienza. La idea de rescatar éste, el primer libro de historia naval chilena, surgió, precisamente, al calor del trabajo arduo al que estuvimos abocados entre 2016 y 2017: nuestro libro “Los almirantes Blanco y Cochrane y las campañas navales de la Guerra de Independencia”.
Entre las diversas fuentes consultadas surgió esta Memoria sobre la Primera Escuadra Nacional publicada en 1846 por el abogado y político Antonio García Reyes. Pese a que tanto la obra como su autor, hombre público destacado de su tiempo, han pasado al olvido con el transcurrir de más de 170 años, al releerla descubrimos múltiples virtudes de solidez, concisión y amenidad. Cualidades a las que se añade el permanecer perfectamente vigente, no sólo en su carácter testimonial de trabajo pionero sobre el tema, sino porque su lectura sigue cautivando, y, además, porque es una fecha propicia para reeditarla.
El año 2018, a 200 años del zarpe y bautismo de fuego de la Primera Escuadra Nacional y del arribo de Lord Thomas Cochrane para entrar al servicio de la Armada de Chile, no podía ser una ocasión mejor ni más precisa para ello, y con una edición que, sin perjuicio de las necesarias exigencias de rigor, vaya destinada a un público amplio.
Si bien sigue siendo una obra perfectamente asequible al lector del siglo XXI, era indispensable darle un nuevo contexto, no porque no se bastase a sí misma, sino para enriquecerla y resaltar su valor. Al desconocer el grueso del público quién era el autor de este libro, que en su momento fue para nosotros una grata sorpresa, era indispensable adjuntar un bosquejo biográfico, seguido de un breve análisis de la obra en cuestión. Asimismo, al dejar trazada una estela, también era necesario contrastarla con la historiografía naval posterior, que ha seguido produciéndose hasta nuestros días; de este modo, se reafirma a García Reyes como un adelantado al que se le debe más de lo que se le reconoce.
Como ya hemos dicho en otra ocasión, desde 2010 a la fecha la revisión de los diversos hitos de la emancipación nacional por parte de los investigadores de la actual generación y la sociedad chilena en general, ha dado lugar a algunas obras meritorias, pero aún insuficientes como para dar una mirada integral de dichos hechos. En ésta, la segunda oportunidad en que nos aproximamos al tema, quisimos aportar en la difusión de esta obra pretérita por la posteridad, que sin embargo debería ser un clásico de la historia naval chilena.
Los editores
Antonio García Reyes,
bosquejo biográfico1
En nuestra época, el nombre de este personaje se asocia principalmente a una calle del casco histórico de Santiago, en el sector de República, uno de tantos nombres de arterias transitadas, relativamente centrales, pero cuyo origen pocos o nadie saben. Análogo ha sido el destino con la posteridad de Antonio García Reyes (1817-1855), pese a que en su tiempo fue un personaje destacado de la vida pública nacional, tanto en la abogacía como en el periodismo y la política, una figura acaso destinada a un puesto aún más destacado en la historia nacional, de no ser por su muerte prematura.
Una sola obra, pero de notable nivel, pese a su brevedad, le hace merecedor a la condición de primer historiador naval de Chile. Obra que, ciertamente, no fue la única que dejó, puesto que su contribución al afianzamiento de la joven República tuvo variadas facetas, en campos como los ya mencionados.
Era hijo del militar español Antonio García de Haro y la dama chilena Tadea Reyes y, sin exagerar, debió enfrentarse a la adversidad prácticamente desde su nacimiento. Ello porque su padre era oficial del Regimiento de Talavera del Ejército Realista, derrotado en la batalla de Chacabuco del 12 de febrero de 1817. Antonio García Reyes nació el 15 de abril de ese año, es decir, a dos meses de este encuentro, que había obligado a su padre a emprender la huida, logrando embarcarse rumbo al Perú, donde siguió sirviendo a la causa realista.
Ya desembarcada la Expedición Libertadora del Perú, en 1821 García de Haro fue tomado prisionero, enviado a Chile y liberado por influencias de su familia política. Trabajó brevemente como comerciante en la firma de José Manuel Cea, futuro socio de Diego Portales. Pero este militar era un irreductible de su causa, se fugó nuevamente al Perú y participó en acciones de la campaña postrera que culminó en Ayacucho. Ante lo irreversible de la derrota de las armas del Rey, García de Haro optó por regresar a España, en cuyo ejército siguió sirviendo y ascendiendo.
Por lo tanto, su hijo Antonio creció, llegó a la adultez y comenzó su carrera de hombre público en total ausencia de su padre, siendo su educación asumida por sus tíos maternos. Su inquietud intelectual fue precoz, como lo demuestra su empeño de escribir un Diccionario Geográfico de Chile, cuando sólo tenía unos 16 años. En una época en que el estudio de la historia nacional era muy escaso, fomentó y fundó una sociedad para este fin en el Instituto Nacional.
Un momento clave en que reveló su talento, fue un artículo que escribió en 1836, a los 19 años, relativo a la inminente Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, publicado en El Araucano, diario gubernamental de la época, y que llamó la atención del propio Diego Portales. Éste hizo llamar al joven Antonio para confiarle el puesto de secretario del ministro plenipotenciario Mariano Egaña, quien se embarcaba rumbo al Callao en un último intento de lograr un arreglo pacífico con los confederados. Según Diego Barros Arana, durante el desempeño de esta misión, y al calor de conversaciones con Egaña en la víspera de una guerra, el joven García Reyes fue concibiendo su idea de escribir sobre las campañas navales de la Independencia.2
Al regreso, comenzó a trabajar como empleado público, mientras en sus ratos libres cultivaba su afición por la historia naval de Chile, copiando documentos o entrevistando a veteranos de la Independencia. Ahora soñaba con publicar una obra sobre la materia que, de haber visto la luz, habría figurado entre las pioneras de la historiografía nacional. En 1837, cuando aún era un estudiante, se le encargó la redacción de la Memoria del Ministerio de Hacienda.
Retrato de Antonio García Reyes
Grabado de Narciso Desmadryl en base a un óleo de Alejandro Cicarelli
Del libro Galería de Hombres Célebres de Chile, Tomo II.
Poco después, en 1840, García Reyes se titulaba de abogado, profesión en la que comenzó pronto a destacar, con acciones como la fundación de la Gaceta de los Tribunales, ese mismo año. En 1843, comenzó su primer período como diputado por el Partido Conservador, ganándose pronto el apodo de El Ventarrón por la elocuencia e ímpetu de sus intervenciones, destacando también por su iniciativa para presentar proyectos de ley relevantes para el progreso nacional. Seguiría ocupando un escaño en la Cámara Baja hasta el final de su vida.
También incursionó en las publicaciones periódicas, al contribuir al sostenimiento del periódico El Agricultor, de la Sociedad Nacional de Agricultura (1838), de la que fue secretario, y de El Semanario de Santiago, iniciativa del escritor liberal José Victorino Lastarria (1842).
Entretanto, sólo en 1843, su padre, Antonio García de Haro, accedió a volver a Chile y reunirse con su familia, convencido por fin por su hijo, con el argumento de que su presencia sería útil y necesaria como representante consular de España, luego que ésta reconociese a Chile como país independiente. Antonio padre venía a conocer a Antonio hijo cuando éste era ya adulto y con una sólida posición en la sociedad y vida pública nacionales, pese a su juventud. Finalmente, Antonio padre adoptaría la nacionalidad chilena y se quedaría en el país el resto de su vida.
En 1843, con la creación de la Universidad de Chile, García Reyes también comenzó a demostrar sus dotes en el ámbito académico, al ser designado miembro de la Facultad de Humanidades, y en 1845, miembro del Consejo Universitario. De 1846 data su Memoria sobre la Primera Escuadra Nacional, objeto de esta reedición: “Empleó mes y medio para estudiar los documentos y demás fuentes históricas, sólo quince días para redactar la memoria y una sola noche para hacer la introducción ¡Tan prodigiosa era su facilidad para escribir!3 Esta obra, que en su momento fue premiada y muy celebrada, en contraste con el olvido en que cayó en épocas posteriores, fue leída en sesión solemne del 11 de octubre de ese año; más adelante en estas páginas profundizaremos en sus cualidades.
Paralelamente seguía destacando en el ámbito jurídico, al formar parte de la comisión redactora del Código Militar (1843) y trabajar en la redacción del Código Penal (1852) y revisión del Código Civil (1853). Entre junio de 1849 y abril de 1850, ocupó el cargo de ministro de Hacienda:
“Durante los diez meses que estuvo en el poder hizo obra de alto interés y de efectos duraderos: dotó de nueva maquinaria a la casa de Moneda; fomentó la colonización de Valdivia; impulsó las obras de la Quinta Normal; reformó la Moneda; inició la recopilación de las leyes aduaneras; ensanchó el comercio d cabotaje, etc.”4
Al sobrevenir la Guerra Civil de 1851, Antonio García Reyes asumió como secretario del general Manuel Bulnes, tras la decisiva batalla de Loncomilla, librada el 7 de diciembre. Tras sobrellevar la campaña junto al Ejército gubernamental, le tocó una labor de mediador, y fue redactor del tratado de Purapel, en virtud del cual las tropas revolucionarias liberales deponían las armas. También se cuidó de reunir, para la historia futura, la información relativa a este conflicto.
Llegada la paz, en 1853 reemplazó a Francisco Bello como miembro de la Facultad de Leyes.
Respecto de su personalidad, el biógrafo Pedro Pablo Figueroa escribe lo siguiente:
“Hombre de gran carácter, poseía un valor a toda prueba, siendo delicado y modesto. Protegió y formó abogados y literatos notables con el mayor desinterés”.5
Tras haber rechazado en varias oportunidades la oferta de asumir cargos diplomáticos, aceptó, en parte por razones de salud, asumir la representación de Chile en los Estados Unidos. Además, pensaba estudiar la legislación y economía de aquel país, y luego pasar a Europa, para seguir buscando antecedentes sobre la historia de Chile, proyecto que no alcanzó a concretar: cuando se dirigía a asumir su cargo en Washington, falleció en Lima, 16 de octubre de 1855. Muerte sin duda prematura, pues tenía sólo 38 años. Dejaba no sólo a una viuda, sino también a su padre, quien le sobrevivió hasta 1867.
La noticia fue motivo de duelo nacional. Sus restos fueron repatriados, y en 1873 se erigió un monumento en la Alameda de las Delicias de Santiago, que conmemoraba su nombre y los de sus compañeros de letras Manuel Antonio Tocornal, Salvador Sanfuentes y Diego José Benavente. Su biografía, escrita por Diego Barros Arana, fue incluida en el Tomo Segundo de la Obra Galería de Hombres Celebres de Chile,6 acompañada de un grabado de Narciso Desmadryl, y su retrato, pintado por Alejandro Cicarelli, fue colocado en la Universidad de Chile.
Quedaron inconclusas sus obras sobre geografía e historia de Chile con que había soñado desde sus años de juventud, y que esperaba completar en su vejez. Sobre su producción intelectual, comenta el historiador Diego Barros Arana:
“Los trabajos literarios de García Reyes son más numerosos de lo que generalmente se cree. En sus ratos de ocio, comenzó una multitud de trabajos históricos y literarios, escribió muchas biografías sueltas y varias descripciones de las batallas más notables de nuestra revolución. La historia militar de Chile le debió mucha contracción; a su estudio le dedicaba largas horas de examen y trabajo, y sus apuntes y borradores tienen grande importancia para el esclarecimiento de ciertos sucesos mal conocidos hasta hoy. Muchas producciones publicadas con diversos nombres fueron también obras exclusivas de su fecunda pluma”.7
De la multifacética personalidad y obra de Antonio García Reyes llama la atención, en nuestra época de especialización cada vez más acentuada, las múltiples materias que abordó, incluyendo el haber salido airoso de la prueba de escribir su trabajo sobre la Primera Escuadra Nacional. Del derecho a la economía y la agricultura, con este importante aporte a la historia naval chilena, ¿cómo se explica? Creemos que la razón se halla en la época en que le tocó vivir: nacido en pleno proceso emancipador, creció y maduró en las primeras décadas del Chile independiente, y por ello, perteneció a las generaciones que llevaron el peso de construir la República. Su labor de recoger la memoria histórica nacional fue, sin duda, una de las obras destinadas a permanecer.