Título Original: La Brújula del Amor
SubTítulo: Eneagrama práctico y 33 Mapas para elegir bien.
N° Páginas 171
© 2018, Jaime Larraín Ayuso.
ISBN edición digital: 978-956-9946-51-6
Diagramación digital: ebooks Patagonia
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33 Mapas
1° PARTE / Advertencias
No escuche a sus Amigas
2°PARTE / Conocerse
1 ¿Qué ofrezco, cuánto Amo?
2 ¿Qué espero?
3 Lo Interno y lo Externo del Auto-Conocimiento
4 Los Instintos Psicológicos
5 Test del Zoo-lógico
6 Test Eneagrama ECO
7 La Secuencia del Modelo ECO
8 Los 6 Dolores
9 Emociones
10 Miedos
11 Mandatos Internos
12 Expectativas
13 Estrategias
14 Expectativa y Estrategia
15 ¿Cómo reconocer la Estrategia?
16 Mi Acción Recurrente
17 Resumen del Modelo ECO
18 Test Auto–Estima
19 Auto-Relato
20 Creencias
21 Memes
22 ¿Cuán Amada se siente Eva?
23 Test ¿Cuánto Amo?
24 ¿Cuán amada me siento?
3° PARTE / Recomendaciones
26 ¿Qué debo hacer?
27 ¿Qué espero para mí?
28 Atención, ellos nos miran!!!
29 ¿Qué le molesta y que le atrae de un Hombre?
30 81 Combinatorias
31 Suponer, la toxina del Amor
4° PARTE / La Información es Clave
33 Ficha de cada Eneatipo
Al comenzar este manual anti-fracasos, me permito usar la metáfora del Tango para ilustrar una relación sana, una pareja sana. ¿Se ha fijado que tanto el hombre como la mujer tienen pasos específicos para cada género y que hay otros pasos que pertenecen a la pareja? Hay pasos masculinos, hay pasos femeninos, hay pasos de pareja, de una pareja que baila en total contacto, como si fueran un solo ser, un ser que se manifiesta, a veces, en lo femenino, otras en lo masculino, como si ambos, mujer y hombre, también tuvieran ese componente dual que permite la comprensión del otro, la plena aceptación. En el tango hay momentos para que se luzca ella en todo su potencial y hay momentos para que lo haga él, y luego celebran unidos luciéndose los dos: Es el Tango es el Amor.
Prólogo
Cada día aumentan las crisis de pareja, las rupturas, los abandonos. ¿Es esto una señal de deterioro moral, o de un abandono de la institucionalidad del matrimonio, de una falta de compromiso, o de una dificultad para superar los malos momentos, de una creciente infidelidad, o de una cultura orientada a lo desechable, a una seria dificultad para manejar las emociones, o a una nueva concepción de lo que es el Amor, de una obsesión por la adrenalina del enamoramiento, o de una creciente dificultad para comunicarnos, será la culpa del whatsapp, o será todo lo anterior y mucho más?
O quizás, como resultado de las comunicaciones, ¿estamos en presencia de una mayor sinceridad en las relaciones? Cada vez son menos los que están dispuestos a esclavizarse en una relación que les hace infelices en aras de mantener la institución matrimonial a salvo y de paso proteger a los hijos de una eventual separación. No olvidemos que, desde Adán y Eva, por poner una supuesta fecha de la primera pareja, hasta no hace más de 200 años atrás, la palabra Amor no figuraba entre los argumentos para establecer un vínculo de pareja. Ni siquiera se mencionaba. Los matrimonios se gestaban por conveniencia, armados por los padres, se fusionaban fortunas o se compartían rebaños de cabras o camellos, nada muy cercano al Amor, y más bien proclive al cálculo. Así transcurrieron los más de 200.000 años previos. Por ningún motivo, podríamos afirmar que no hubo Amor en todos esos años, sino que éste no fue el móvil para emparejarse. Hubo pasión, protección, atracción, afinidades, amistad, entre otros ingredientes que hoy se buscan para construir una relación de pareja, como también hubo sumisión, abuso y machismo.
Cuando el argumento del Amor surge como el tema central, surge también la retahíla de frases célebres que campearon como las directrices del amar, y que hoy están en absoluto descrédito: Hasta que la muerte los separe; en las buenas y en las malas; lo que une Dios no lo separe el Hombre; etc. Todas ellas, frases que nunca pusieron en entredicho el dominio masculino y la sumisión femenina, estableciendo rigurosas reglas implícitas que sólo comenzaron a resquebrajarse con la liberación femenina y que, aún, continúan heredándose a nuevas generaciones, las cuales entran en contradicción con nuevos tiempos de mayor sinceridad. Estamos viviendo, ciertamente, un período de transición, en el cual lo viejo todavía no muere, pero tampoco nace del todo lo nuevo.
Este libro, armado desde la experiencia directa del autor, en su Consulta y Talleres, tiene la pretensión de contribuir, en esta etapa de transición que durará todavía varias décadas, para que hombres y mujeres abandonen sus relaciones tóxicas y tengan nuevas herramientas para elegir mejor.
Ciertamente, hay una necesidad de comprensión del Otro Género que continua vigente a pesar de los aportes de libros como “Los Hombres son de Marte y la Mujeres de Venus”, que repletaron las librerías de los años 90. Hoy, no sólo se ha avanzado en nuevas distinciones entre lo masculino y lo femenino, sino que la Neurociencia nos entrega información reveladora de cómo opera el cerebro femenino y el masculino, permitiéndonos comprender algunos comportamientos que, vistos desde el otro género, parecen absurdos, estúpidos, básicos, enervantes. Pero la comprensión del por qué el Otro género piensa como piensa, dice lo que dice, hace lo que hace no es suficiente para explicar los recurrentes conflictos o desencuentros entre mujeres y hombres. En este libro, usted podrá comprobar que, además de las diferencias de género y de la influencia cultural, también hay un factor no tocado a la hora de buscar soluciones concretas para construir relaciones sanas, no tóxicas. Me refiero, al incluir en esta reflexión sobre el Amor Sano, a la estructura de personalidad de cada uno de nosotros, que condicionará tanto la elección de pareja como la convivencia. No es menor esta distinción ya que incide directamente en muchos de los conflictos de pareja y más aún, puede llevarnos a malas elecciones, de no tener claridad sobre el cómo interactúan. A mi juicio, sólo es posible un análisis y enfoque sobre tan intrincado tema si éste se realiza desde el punto de vista que la estructura de personalidad permite. Amamos desde nuestra estructura de personalidad. No considerar este factor central es caer una y otra vez en estigmatizaciones de un género contra otro, en una especie de guerra soterrada que no lleva a relaciones francas, directas, honestas. De no visualizarse la importancia de este nuevo factor, aún no considerado en la literatura sobre el tema, sólo nos quedaríamos en describir nuevas estrategias para la seducción, pero no abordaríamos un cambio profundo y real que encamine, a mujeres y hombres, hacia un bienestar y a la potenciación de cada uno como individuos al interior de la pareja.
En este libro, usted encontrará los elementos necesarios para que pueda identificar su propia Tipología de Personalidad y, desde ella, visualizar el panorama masculino desde una nueva perspectiva, ayudándole a elegir mejor, a evitar errores. Además, usted encontrará algunas pautas claves para entrar a una relación con la información necesaria para no ser sorprendida cuando ya es demasiado tarde. Es un libro práctico y de permanente consulta mientras se afiata una relación de pareja.
Al hablar de Tipología de Personalidad, estamos hablando de una parte significativa del auto-conocimiento, y ello significa el conocer quién soy, qué quiero y qué me conviene, en definitiva el Quién es el que ama. Por otra parte, identificar la tipología de personalidad del Otro implica saber quién es y que quiere, qué espera de usted. No manejarse en estos saberes es caminar a ciegas, dentro de la niebla, sin saber con qué te encontrarás ni tampoco hacia dónde te diriges. Algunas personas piensan que todo esto lleva a matar la espontaneidad de lo que denominan Amor. En absoluto, sólo le ayudarán a evaluar si ese mariposeo propio del enamoramiento le está encaminando a la felicidad o arrastrándole al sufrimiento.
¿Cómo leer este libro?
Este libro es un Manual Anti-fracasos. Es un libro de consulta que usted irá digiriendo poco a poco en la medida que recurra a él con diversas preguntas que, inevitablemente, estarán referidas a un amor que comienza o bien al revisar relaciones frustradas de su pasado. No podrá evitar que la experiencia de alguna amiga surja entre las páginas de algún capítulo. Probablemente, estará tentada a compartir este enfoque o a regalar este Manual para salvar a su amiga de alguna pena de amor o a una reincidencia fatal, repitiendo el mismo patrón, con otro hombre.
Este libro no es un ensayo sobre el Amor sino sobre las dinámicas entre diferentes tipologías de personalidad que están en proceso de amarse, a fin de que usted pueda elegir bien, libremente, sin las ataduras de patrones inconscientes, sin la herencia emocional de una madre o un padre, sin ser esclava de sus propias hormonas. En definitiva, un Manual que debiera estar siempre a mano, en la cartera, dado que el auto-conocimiento nunca acaba ya que vamos cambiando con la vida, con la experiencia y que, además, también los tiempos cambian.
1° PARTE
Advertencias
Desde afuera…
¿Cómo escribir en un libro especialmente dedicado a mujeres que, pudiera compatibilizar mi experiencia como terapeuta, con mi proceso personal de transformación luego de 25 años de matrimonio, que terminó el año 2000, y al mismo tiempo que sea un texto que represente la visión común que los hombres tienen de las mujeres? Un 85% de mis pacientes y de quienes van a mis talleres son mujeres, y ya son recurrentes las quejas que tienen respecto de los hombres. Pero no siempre una misma queja responde a una misma causa, ni tampoco la causa está necesariamente en el Otro. Despejar las generalizaciones que se tienen del sexo opuesto, matizar, y finalmente entregar un nuevo punto de vista para comprender el por qué usted no está siendo lo feliz que desea, es uno de los objetivos que me propuse al zambullirme en este desafío de escribir este libro dedicado a mujeres.
¿Por qué?
He podido comprobar que es prácticamente imposible pensar y reaccionar como lo hace el género opuesto. A lo más, ambos géneros desarrollamos, con la experiencia y el tiempo, una supuesta capacidad para interpretar lo que piensa, lo que dice, lo que hace el otro género, intentando comprender lo que naturalmente no comprendemos. De allí que ese conocimiento, asolado por sufrimientos, caídas, abandonos, sea tan complicado e indescifrable. Por ello, he querido contribuir en acortar ese tránsito con este Manual que ayuda a comprender al otro más allá de su género, apuntando a la persona como un todo que habita en la tipología de personalidad, encontrando allí elementos transversales para hombres y mujeres.
¿Cómo nuestra cultura puede superar algunos mandatos ya instalados? El más arraigado, y el que causa mayores estragos puede comprobarse a la luz de los duelos por separación o divorcia, en el escenario de la desgracia, de la ira, del resentimiento y, muchas veces, de la venganza. Es sabido que el duelo tras una separación es diferente en el caso de los hombres y de las mujeres. Las mujeres tienen duelos más largos, eligen estar solas mientras lo superan y si hay sucesivos duelos, algunas optan por renunciar a la idea de una pareja. “Los hombres no pueden estar solos” dice el rumor popular. ¿Quizás, no puede estar solos porque el instinto “cazador” lo domina o bien porque el tema del amor no tiene la misma importancia que para una mujer? Quizás de estas afirmaciones culturales se desprenden otras: “A los hombres no les interesa el amor, sólo el sexo”; más que una pareja, los hombres buscan una mamá que los cuide”; etc. Estas “explicaciones”, curiosamente, son todas despectivas, son despreciables si las comparamos con el amor romántico de ellas. Es un tema a revisar ya que subyace que “ellas” sienten algo genuino y bello mientras que ellos actúan (no sienten) condicionados por un instinto animal. Extraño, ¿no? ¿Cuándo y desde cuándo se instaló esta creencia en la cultura? ¿Serán ellas tan románticas y ellos tan bestias? Cuando ellos sufren por amor, se argumenta que fueron abandonados porque fueron infieles, o maltratadores, después de mucha paciencia femenina hasta e culminar en el hartazgo liberado, r y cuando ellas sufren por amor, se explica que ellos fueron infieles. Ellos, los malos, ellas las víctimas. ¿No será el momento en que nuestra sociedad sea menos en blanco y negro y nos abramos a comprender que somos dos géneros diferente, que debieran potenciarse, comprenderse, sin que los machistas enarbolen la bandera de la razón ni ellas la del romanticismo?
¿Cómo escribir un libro que sea ecuánime, que no plantee el tema de amor como una guerra, donde hay dominadores y dominadas, que no contraponga Amor y Sexo, que acepte la diferencia de género sin culpa o sin resentimiento? Debería yo, por un lado, ser fiel a mi género desde la más absoluta sinceridad a fin de dar algunas pistas masculinas a las lectoras y, por otra parte, debería entregar herramientas prácticas, más allá de una interpretación personal, por más recorrido que tenga a mis 71 años y a mis 20 años como terapeuta.
¿Cómo sería la reacción del típico macho, ante tal desafío? Probablemente, sería la defensa corporativa de género, tan menoscabado en el mundo femenino. Quizás, aclarar y demostrar que no todos los hombres somos iguales, que no todos somos unos descomprometidos, que también tenemos sentimientos y a veces algunos ataques de romanticismo, que no todo es sexo en nuestra vida, que también miramos el alma más allá del escote, que no somos tan deleznables como nos pintan a escondidas en algunas reuniones de mujeres. Aterrantes reuniones dónde seremos disecados, incluso por las esposas, y seremos motivo de diversas burlas: por ver futbol o por lo fantaseosos que somos cuando nos emocionamos con el Señor de los Anillos. Son como niños, son tan básicos, tan predecibles, serán algunos de los epítetos que compartirán entre ellas sin siquiera que uno se entere de que gastan tanto tiempo en hablar de nosotros, los hombres. En medio de una confidencia femenina, debí enterarme de la vida íntima de un amigo y cómo esa información circulaba en un grupo de mujeres que justificaban eso como un acto de solidaridad femenina a fin de prevenir a sus amigas del peligro. No veo en el mundo masculino ese mecanismo.
En estricto rigor, debiéramos comparar las reuniones de mujeres, hablando de los hombres, con reuniones de hombres hablando de mujeres. Efectivamente he escuchado a hombres vanagloriarse de algunos logros, trofeos de guerra, que no pasan más allá de una muesca en el revólver (chiste masculino). Ellas no son tema, el tema soy yo y mis éxitos. Egocentrismo, por cierto, pero pocas veces descalificación, burla o detalles íntimos. Simplemente diferente. A lo más, los machistas depredadores fanfarronean con el trofeo, con la cantidad más que con la calidad.
En conclusión, no parece ni pertinente ni tampoco inteligente el entrar en la defensa del género masculino ni menos aún en destacar las virtudes propias y exclusivas de ese género. Todo podría parecer una disculpa o una justificación muy poco creíble. Superada esta primera tentación, la de la defensa y exaltación de mi propio género, recordé lo de los pasteles y me pregunté si las mujeres saben sobre los calificativos despectivos que los hombres hacen de ellas. Pero no es importante comenzar a analizar las descalificaciones de “la bruja”, “la buenita”, “la mami”, “la interesada”, “la depre”, “la perseguida”, “la tanque”,“la florero”, “la densa”, entre otras. Lo interesante es observar cómo mujeres y hombres tiene la tendencia a descalificar al sexo opuesto. ¿Curioso no? ¿Será que la incomprensión del cómo es ese Otro, del sexo opuesto, nos lleva a la descalificación y a la intolerancia? Curiosamente, y tal como veremos más adelante, tales descalificaciones provienen, precisamente, de algún rasgo propio de la tipología de personalidad. Un rasgo que caricaturizado termina por definir a toda le persona. Es evidente que ese rasgo es aquel que más molesta a los demás. Una persona se gana el apodo de “bruja” cuando en su personalidad manifiesta un alto nivel de crítica o de dar instrucciones para todo. Cada una de las estigmatizaciones antes mencionadas tiene algo de verdad y, en el caso del Amor, tiene directa relación con aquello que impide tener una relación sana y, en muchos casos, es la causa para no tener relaciones. Obviamente, para la tal “bruja” a que nos referimos, el calificativo es un insulto ya que no se considera bruja. Ve a su espíritu crítico como una muestra de amor, de preocupación por el otro: “te lo digo por tu bien”. No es necesario ser muy astuto o astuta para descubrir la rabia que hay detrás de tales descalificaciones, de frustración por no lograr el Amor, por no comprender cómo es el sexo opuesto o, finalmente, aceptar que estamos fracasando en ésta ámbito de la vida. Obviamente, el humor popular, la burla, que hay tras estas descalificaciones será la forma de sublimar tu soledad y de obtener cómplices del mismo género que refuercen tus juicios sobre los hombres, y que te confirmen que la culpa no es tuya.
Este grafismo es sin duda divertido para las mujeres, no así para los hombres, que lo perciben como peyorativo, humillante. Pero si usted lo observa verá que, en el grafismo de la mujer, el corazoncito está ubicado en la cabeza y no en el corazón. Ninguno tiene el Amor en el lugar correcto. ¿Divertido no?
¿No será, entonces, más práctico el pensar que, simplemente, hombres y mujeres somos diferentes y que lo inteligente sería conocer a fondo el cómo son los hombres, para luego valorar la diversidad, el complemento?
Son muchos los estudios que demuestran lo diferente que somos entre mujeres y hombres. La historia, la antropología, la psicología, la neurociencia, entre otras disciplinas, marcan diferencias, que a pesar de la cultura y de la civilización, aún continúan, siglo tras siglo, en el sustrato conductual de cada género. Entre algunas, los roles de recolectora (hembra) y cazador (macho) de hace miles de años, marcan a mujeres y hombres del siglo XXI: “las mujeres pueden hacer muchas cosas al mismo tiempo”, “los hombres sólo una”. Focalizarse en la cacería llevó al hombre a concentrarse, a no distraerse con nada y a coordinar acciones con sus compañeros de cacería, respetando absolutamente al líder. Mientras esto ocurría, las mujeres intercambiaban experiencias, sabiduría, sobre los alimentos y en cómo salvar a los hijos de las enfermedades. La empatía, el intercambio de información, el diálogo largo y detallado para aprender, la solidaridad como madres y la preocupación por atesorar semillas y preservarlas, son hábitos ancestrales propios del género femenino, que la cultura aún no ha logrado variar. El pensamiento estratégico del macho en una cacería es lo que hoy, siglo 21, busca el hombre cuando ve un partido de futbol, evalúa al líder en relación a su equipo, premia la coordinación de acciones, valora el esfuerzo, la audacia y la técnica de cada jugador. Los hombres, cuando ven futbol, ojalá entre amigos y con cerveza y carne para celebrar, no están viendo a 11 “idiotas” corriendo o persiguiendo una pelota, y a otros tantos, intentando quitársela. Menos aún, si hay 80.000 personas en un estadio viendo y disfrutando de semejante “estupidez” en torno a una simple pelota. El futbol no es más ni menos que una manifestación de su género, como lo es para las mujeres una conversación entre amigas. Si relacionamos el futbol con el trabajo del hombre, también veremos los mismos componentes de la cacería ancestral y que finalmente permitirán que el macho sea un proveedor, antes, de un muslo de mamut, y hoy de unos billetes: la competitividad, el poder, el liderazgo.
Usted dirá “pero hoy las mujeres también son proveedoras y sin embargo los hombres no asumen este rol empático y amoroso con los hijos, con el hogar, como nosotras sí continuamos haciéndolo.” Es cierto, salvo en algunos países europeos, el género masculino no se ha puesto a la altura de las circunstancias. El anonimato de los roles tradicionalmente femeninos (dueña de casa, por ejemplo) que no producen dinero, no son valorados, ni en status ni tampoco en dinero, ese dios-dinero que entre todos hemos adorado. Pero, más allá de las culpas y del deseo de la pareja que asume la vida en común como un equipo, con solidaridad, con empatía, comprensión, es importante diferenciar entre lo que la sociedad nos impone (machismo) y una nueva visión de la pareja que se corresponda con mayores niveles de desarrollo (solidaridad). Hoy, las mujeres no necesitan a un hombre para sobrevivir, pero muchos hombres aún, en Chile al menos, si necesitan mujeres “a su servicio”. Todo eso está cambiando y requiere una reformulación del encuentro entre géneros. Ni la superwoman, estresada por sus múltiples roles ni el macho que exige retribución por su aporte en dinero son la solución.
No es materia de este texto el desarrollar las diferencias entre mujeres y hombres desde la perspectiva neurológica ni desde la cultural, pero sí es materia el conocer y comprender que hay varios tipos de personas, ya sean hombres o mujeres, que interactúan en todo momento, como una coreografía en que las diversas tipologías de personalidad intentan relacionarse. Si bien, cada persona es diferente del resto de la humanidad, podemos agrupar tipos de personas que tienen algo en común y que les caracteriza. Y cuando esa tipología se refiere a la Personalidad, encontramos grupos que comparten rasgos de personalidad que son transversales en todo el mundo y que van más allá de las características culturales. Según la Clasificación MBTI son 16 y según el Eneagrama, 9 (eneatipos). En una misma tipología de persona, podremos diferenciar la versión femenina de la masculina y comprobar que el género es menos relevante que la Tipología de Personalidad, si bien es cierto, que el género es más llamativo y por ello, muchas veces desorientador a fin de comprender las dinámicas femenino-masculino. Obviamente, el contexto cultural tendrá su particular relevancia, pero por hora pondremos el foco en esas 9 Tipologías de Personalidad (desde el Eneagrama) y su particularidad en la versión femenina. Sobre estas tipologías hablaremos en las siguientes páginas, y usted comprenderá qué es el Eneagrama y cómo este instrumento puede ponerse al servicio del Amor, no sin antes tocar brevemente algunos temas que darán marco a lo que nos ocupa.
Equívocos
Cuando una mujer dice “todos los hombres son iguales” no se está refiriendo a algo positivo. Ella está convencida de su afirmación e incluso es capaz de argumentar apasionadamente para demostrar que está en lo cierto, que es una realidad objetiva.
Pero ¿Cuál es la función inconsciente de tal afirmación, para qué? Esta afirmación sirve, a nivel inconsciente, para justificar una creencia que aloja en su interior, quizás como resultado de experiencia difíciles o traumáticas: “No encontraré un hombre cómo el que me gustaría, deberé conformarme”. El sustrato emocional interno de dicha afirmación es Rabia por la frustración y Tristeza por la insatisfacción de su sentimiento amoroso. Hacia los demás, se manifestará con un orgulloso tono de voz que dice “ni se te ocurra discutírmelo, es objetivo, todos son iguales”. (si todos son iguales, ¿para qué seguir buscando, para qué ilusionarse?) En este contexto, cada hombre, cuando conoce a una mujer, debe, de una u otra forma, demostrar que es diferente a “los hombres”. Tan ancestral es esta práctica que cada hombre, intuitivamente sabe que deben mostrar algo diferente para ser aceptado. Ellos “investigan” lo que más molesta a ella y se muestran como el antídoto salvador. ¿Quiere decir que los hombres son unos mentirosos, falsos y manipuladores? Sí, al igual que las mujeres que utilizan todos los recursos para activar la testosterona cuando les interesa un hombre. En este juego de mentiras, apariencias y estrategias, por ambos géneros, están presentes e interactuando un cúmulo de Creencias que cada parte asume como “la Realidad”. En este juego de creencias en curso es que se desarrolla el rito del cortejo, del mostrar lo mejor que tengo y ocultar mis “defectos”. Todos los animales practican ese ritual de cortejo, pero en la especie humana este acto está teñido por creencias, creencias sobre la vida, los valores y sobre todo por lo que creo Ser, mi auto-imagen y su respectivo auto-relato, el cómo me defino a mí mismo: de que me enorgullezco, de qué me avergüenzo, de que siento culpa, de qué me vanaglorio, etc.
La cultura ha asumido como Realidad que las mujeres son Románticas y que los hombres sólo piensan en Sexo. A ellas les guía el Amor y a ellos la Penetración. Hasta hace poco, las mujeres creían que tener sexo es la culminación de un sentimiento amoroso (y se le llamaba “hacer el Amor”, ya que “tener sexo” parece algo puramente animal, primitivo, sólo instinto). Para los hombres, el tener sexo es la primera etapa para el Amor, no la culminación de este, es el primer paso, el sentirse Aceptado, elegido, ya que intuitivamente los hombres sabemos que ellas eligen. Actualmente, algunas mujeres han optado por la actitud masculina (iniciativa), pero sin el tono masculino de sentir la necesidad de aceptación. Estas mujeres, influidas quizás por un feminismo mal entendido, se salen del sabio mandato de la evolución que indica que la mujer debe elegir bien, al mejor, entre los muchos hombres disponibles y para ello, deben tomarse su tiempo hasta comprobar que lo que le atrae también es lo que necesita. ¿Hombres disponibles dijo? ¿Dónde están? Los que hay son pasteles, los mejores están casados, afirman muchas mujeres.
En mi libro Big Bang Sex, explico en detalle el tema del Mandato que la evolución ha instalado en cada género y cómo se manifiestan hasta el día de hoy. Dichos mandatos son complementarios y muy funcionales a la reproducción de la especie, de una especie sana y evolutivamente en progreso. Ninguno de los dos mandatos, asociados a la reproducción de la especie y su supervivencia, es mejor o peor per se. Ha ocurrido que, culturalmente, el mandato femenino se haya instalado como algo más evolucionado y recientemente, hace no más de 200 años, se haya asociado al Amor. Así, el mandato femenino de “atraer para elegir” ha tomado el apellido de Romántico (para desapegarse de lo masculino, asociado a lo carnal) y el mandato masculino de “inseminar” se quedó sin apellido, reducido a lo animal, lo básico, lo instintivo, sin un valor agregado como ocurre con el género femenino, con lo romántico.
Muchos hombres debieron hacerse los románticos para ponerse a tono y ser elegidos y, en estos tiempos, las mujeres se han ido poniendo más sexuales para atraer más eficientemente, en un terreno cada vez más competitivo. Sin embargo, y paradojalmente, la atracción, como estrategia, no les está funcionando a las mujeres para elegir y consolidar una relación. Tan sexuado se ha vuelto el “atraer” que ha terminado por volverse en contra de las propias mujeres. Por un lado, muchas confirman que a los hombres sólo les interesa el sexo y por otro, se ven envueltas en una competencia brutal entre ellas mismas, a tal punto que quien no compite en este ámbito sexuado, termina por tener una autoestima muy baja y su consecuente desesperanza al proponerse una relación de pareja.
Al parecer, y sin saberlo, las mujeres le están entregando a los hombres el poder de elegir. Y, en ese contexto, están exacerbando, en ellos, el mandato inconsciente del “inseminar” por sobre el compromiso de armar pareja. ¿Si soy elegida ¿cómo podría exigir compromiso?
Al parecer, se está instalando un Neo-machismo como resultado de la irrupción femenina en los roles masculinos. Lo que fue positivo para el género femenino en cuanto a participación en la vida laboral, en la toma de decisiones, acceso a trabajos, no lo ha sido tan positivo en el ámbito del amor. El poder de elegir, propio de lo femenino, ha perdido terreno y hoy, las mujeres parecen estar en un callejón sin salida. Han cedido el poder de elegir y, en consecuencia, si han ganado en lo laboral, pero están perdiendo en el amor. Obviamente, usted argumentará que las mujeres nunca han elegido y eso es cierto. Si no fueron los padres los que decidieron el destino amoroso de sus hijas, sea por razones de conveniencia o de abierto intercambio comercial, fue la presión social la que marcaba las pautas de cómo elegir. En definitiva, la ilusión de elegir dio paso a la ilusión de ser elegida. Antiguamente, por virtudes femeninas – bordar, tocar el piano, compañía de una conversación, para la clase alta, y cocinar y cuidar a los hijos en la clase baja, hoy han dado paso a un escenario en que algunas mujeres han optado a ser elegidas mostrando atributos de lo masculino y renegando de lo llamado femenino de otras épocas, asumiendo que femenino es sinónimo de sumisión. Se han invertido los roles y las mujeres sienten que son elegidas. Esto, sin duda, desata la competencia femenina por ser elegida. Algunas, asumen esta lucha atrayendo desde lo sexual y otras, que no están dispuestas a ello, se proclaman heroínas del “mejor estar sola que mal acompañada” o profesan una intransable auto definición: “Soy como soy”. Cabe destacar, como veremos más adelante, que algunas tipologías de personalidad son más proclives a esta tentación.
Pero, el “elegir” no sólo hay que verlo desde lo sexual, también se involucran otros deseos femeninos ancestrales asociados a la protección. Y tal “necesidad” ha tomado diferentes acepciones: Protector como sinónimo de proveedor, protector como sinónimo de status (éxito); protector como sinónimo de poderoso, entre otras. En otro ámbito, se asocia con cuidado, preocupación, interés, ser escuchada. Usted verá, cuando hablemos de los eneatipos, que hay ciertas predisposiciones para elegir entre estas acepciones. En este escenario, a los hombres les está costando menos que en el pasado el obtener un trofeo sexual a raíz de que la competencia entre algunas mujeres se ha focalizado en atraer desde lo sexual, en desmedro de otros atributos de lo femenino. Difícil tarea para todas aquellas mujeres que no quieren entrar en esta guerra sexual, difícil sustraerse a la publicidad, a las modelos, a los sex realities, a la farándula, difícil ser mujer integral en medio de tanta oferta sexual. Si usted revisa las conductas, las actitudes que tienen las mujeres podrá comprobar fácilmente la increíble carga sexual que se manifiesta bajo el mandato del “atraer” para luego “elegir”. A la ancestral cultura del “verse bonita”, hoy se le agrega “bonita/sexy”. Millones y millones de dólares mueve la industria de la cosmética, la moda, las cirugías, todo ello para darle el gusto a “esos animales de los hombres que sólo quieren sexo”. Desde la mañana a la noche, las mujeres están potenciando algunos atributos u ocultando lo que haya que ocultar. ¿Ha visto algo más sexual que pintarse los labios, que un buen rebaje para lucir el más pequeño bikini que a su vez lucirá lo que supuestamente intenta ocultar, que un buen escote con una elegante agachada, que un ajustado vestido que no marque el calzón, qué más sexual que unos tacos aguja para mover las caderas? De la mañana a la noche, las mujeres habitan lo sexual en cada momento, ellas saben lo que generan en los hombres, intercambian información entre ellas para ser más deseables, gastan mucho dinero y tiempo en ello, pero casi nunca reconocen que viven practicando acciones sexuales. Lo hago por mí, dicen algunas, me siento bien así, dicen otras. Desde la perspectiva femenina, estas acciones sexuales no se viven como sexo, no hay erotización, no hay adrenalina, sólo se hacen para atraer y también para competir, fríamente. En el caso de los hombres, hay escasas acciones sexuales en un día común, pero viven más erotizados que las mujeres, a causa de éstas. (18 pensamientos sexuales al día vs 10 en las mujeres, según estudios).
¿No cree que es hora de cambiar este mito de que las mujeres son románticasy los hombres son un pene rodeado de cuerpo?
En la música, los espectáculos, los clips, son las mujeres quienes ponen una enorme carga erótica y muy pocas románticas se ven en pantalla o el escenario. Bailan, mueven la pelvis, simulan el coito, desafían con la mirada, todo un despliegue sexual para luego decir “ellos, sólo piensan en sexo”. ¿Curioso no? ¿Podemos culpar a los productores hombres de tal asunto? ¿Por qué esas mujeres no se resisten?
El 99,9 % de los hombres tienen pareja que no se parecen mucho al estereotipo de la mujer sexy de la tele o del desfile de modas. ¿Serán estúpidos o quizás se emparejan no sólo por el físico? ¿Qué les hará quedarse en una relación a estos machos? ¿Quizás, también tienen sentimientos, necesidades afectivas y finalmente quieren Amor? Es cierto que en el universo masculino hay una particular sub-especie de hombres que no buscan a una mujer sino a una madre, transformándose, como dicen esas casadas, en un hijo más, al que hay que cuidar, atender. No es menos cierto también que esos hombres-hijo se encuentran con mujeres-madres y allí se cierra la ecuación de necesidades, que funcionará por un tiempo pero que finalmente terminará en crisis: ni ella soportará hacer el Amor con ese “hijo” y él se hartará de que le digan lo que debe hacer. Obviamente, en medio de este desastre, hay parejas que continúan hasta la muerte con esta relación malsana.
¿Qué quieren los hombres respecto de una Mujer? ¿Qué quieren las mujeres de un Hombre? Estas preguntas son demasiado abiertas para que se transformen en respuestas útiles. Para incursionar en lo práctico deberemos adentrarnos en el mundo de las Tipologías de Personalidad. Hay 9 tipos de Personalidad según el Eneagrama y, en consecuencia, hay nueve tipos de mujeres y nueve tipos de hombres. La combinatoria parece amplia, pero si considera que usted es de una de las 9 tipologías, habrá frente a usted 9 Tipos de Hombres y, entre ellos, habrá algunos que naturalmente usted rechaza y otros por los cuales se ve atraída. Es muy posible que aquellas Personalidades que le atraen sean precisamente lo que usted no necesita y esa es la explicación de muchas relaciones malsanas o de la repetición de algunos patrones que llevan al sufrimiento. Deberemos considerar también que en cada Tipo de Personalidad encontramos tres niveles: Malsano-Promedio-Sano (Riso). Usted misma está en uno de estos tres niveles y ello condicionará sus elecciones. ¿Cuál será mi eneatipo? Se estará preguntando. ¿Seré malsana, promedio o sana?
Pero antes de adentrarnos en ese tema, y ya que hay 9 Tipos de Mujeres, déjeme darle un consejo:
¡Nunca escuche a sus Amigas!!!
Esta afirmación es tajante pero digna de considerarse justamente en momentos de crisis, de rupturas, de abandonos. A diferencia de los hombres, las mujeres tienden naturalmente a aconsejar a su amiga dolida por una pena de Amor, sienten que es de buena amiga el opinar, el de levantarle al ánimo o el de aleonarla para que se haga valer y, en algunos casos, sugieren creativas venganzas. Al terminar este libro, usted ya conocerá las diferencias entre las 9 Tipos de Personalidad y podrá corroborar que cada una de sus amigas, que son de una Tipología diferente a la suya, opinarán desde su Personalidad, opinarán desde donde les aprieta el zapato; y lo harán en la convicción de que, dado que todos los hombres son iguales, “todas nosotras somos iguales y debiéramos reaccionar como un solo cuerpo, con una solución propia de lo femenino”. Nada de eso es así. Usted debiera resolver su problema sólo considerando su opinión interna o con la ayuda de un terapeuta que sepa identificar su eneatipo. Habrá podido comprobar que cada una de sus amigas le dan un consejo diferente y cada una lo hace con gran convicción y entusiasmo, como si quisieran que usted haga lo que sugieren, cada una intentando ser “la mejor amiga”, la más influyente, al punto de enojarse si usted sigue los consejos de otra amiga. Cuando usted haya identificado su Tipología de Personalidad y luego la de cada una de sus amigas, comenzará a comprender el porqué de cada consejo, pudiendo entonces escuchar opiniones con la suficiente distancia para encontrar la solución que corresponde a usted.
¿Usted entraría a una selva sin un Guía, sólo impulsada por la curiosidad o la fascinación de los colores y los ruidos? ¿Por qué nos aventuramos a entrar a un territorio desconocido del amar a otro, pensando que el Amor nos salvará de todo, pensando que sólo ese sentimiento basta para lograr la travesía de la pareja? Nos capacitamos para un trabajo, a veces con 5 años de estudios, nos sometemos a pruebas, a exámenes y a titulaciones y así todo nos sentimos inseguros, que sabemos poco, al enfrentar nuestro primer trabajo. Ni para el Amor ni para Educar hijos recibimos capacitación, vamos a ciegas, sólo orientados por el impulso de la atracción y envueltos en la fantasía de que todo irá bien, sólo por el hecho de sentirse amando. Este libro es una Guía, un Mapa para que no se pierda en los laberintos del Amor. ¿Amor?
Usted sabe bien que hay muchos tipos de Amor y que son muy diferentes, tanto en el sentir como en la gratificación que nos dan. Amor a los hijos, Amor a la pareja, Amor a la familia, Amor a los Amigos, Amor a los niños, Amor a la Humanidad, Amor a Dios, entre otros. También hay otros amores, como el Amor hacia “Valores” como la Justicia, la Paz, etc. Y también hay amores a conceptos que nos parecen dignos, y que son diferentes en cada persona. Amor a la Patria puede ser un Amor digno que justifique ir a una guerra o el Amor a la Humanidad puede conducir precisamente a lo contrario, a defender la Paz y negarse a matar a otros humanos.
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