


Concurso Nacional de Dramaturgia Teatro Lab 2018-2019 / Daniel Subauste, Miguel Ángel Vallejo, Lily Cardich, Áureo Sotelo; presentación, Katerine Rodríguez Koecklin; prólogo, Vanessa Vizcarra. Primera edición. Lima: Universidad de Lima, Fondo Editorial, 2021.
214 páginas.
Presenta los tres textos ganadores de la edición 2018-2019 del Concurso Nacional de Dramaturgia Teatro Lab organizado por el Centro Cultural de la Universidad de Lima.
Contenido: El enemigo / Daniel Subauste -- 1997, 14 de noviembre / Miguel Ángel Vallejo -- Los depredadores / Lily Cardich y Áureo Sotelo.
1. Teatro peruano -- Siglo XXI -- Colecciones. 2. Teatro peruano -- Siglo XXI -- Concursos. I. Subauste Oliden, Daniel, 1973-, autor. II. Vallejo Sameshima, Miguel Ángel, 1983-, autor. III. Cardich Giles, Lily, 1939-, autora. IV. Sotelo Huerta, Áureo Fermín, 1934-, autor. V. Rodríguez-Koecklin, Katerine-Patricia, presentación. VI. Vizcarra, Vanessa, 1979- , prologuista. VII. Universidad de Lima. Fondo Editorial. VIII. Concurso Nacional de Dramaturgia Teatro Lab (3: 2018-2019: Lima, Perú).
869.57028 |
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C |
ISBN 978-9972-45-564-3 |
Concurso Nacional de Dramaturgia Teatro Lab 2018-2019
Primera edición impresa: abril, 2021
Primera edición digital: septiembre, 2021
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ISBN 978-9972-45-564-3
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú n.o 2021-08161
Índice
Presentación
Prólogo
El enemigo
Daniel Subauste Oliden
1997, 14 de noviembre
Miguel Ángel Vallejo Sameshima
Los depredadores
Lily Cardich Giles y Áureo Sotelo Huerta
Presentación
Hoy, que el teatro lucha por adaptarse a la imposibilidad de conectar con el público en forma presencial; hoy, que el lenguaje teatral debe explorar nuevas formas de representación, en aras de su supervivencia; hoy, más que nunca, necesitamos encontrar y promover caminos que permitan que el teatro siga siendo esa voz que genera impacto y transformación.
La creación dramatúrgica es una fuente importante que alimenta y da fuerza a esa voz. Es exploración y hallazgo de historias que urgen ser contadas y que, desde diversos ángulos, buscan dar respuestas a los conflictos humanos y sociales. Es creación plasmada en textos que expresan el sentir del ser humano, de su tiempo y de su entorno, de lo que somos, de nuestros orígenes, y de lo que conocemos como vida. Una vida que busca ser representada, pero que, para hacerlo, necesita en primer lugar ser escuchada, y en este caso, leída.
Esta publicación, que recoge las obras ganadoras de la tercera edición del Concurso Nacional de Dramaturgia Teatro Lab, es una apuesta por contribuir a dicho llamado, tal como se ha venido haciendo desde los inicios del concurso. Organizado por el Centro Cultural de la Universidad de Lima, Teatro Lab nace en el 2016 con la finalidad de incentivar la creación dramatúrgica y la innovación de las propuestas teatrales, así como su difusión. Hoy, al presentar las obras ganadoras de la tercera edición del concurso, este objetivo adquiere aún mayor vigencia.
Los tres textos que a continuación podrán disfrutar fueron premiados en el 2019. Por circunstancias de la situación que vivimos, su publicación se realiza en el 2021. Sin embargo las temáticas planteadas se mantienen actuales. Sus historias abordan aquello que consideramos como propio, aquello por lo que estamos dispuestos a luchar y defender a toda costa: nuestro hogar, nuestra patria, nuestra esencia como seres humanos. Más de un año después de iniciada la pandemia en el Perú, la mirada personal e histórica que aportan hace eco sobre los retos y dificultades que estamos atravesando como individuos y como sociedad.
Las obras ganadoras son El enemigo, de Daniel Subauste, que obtuvo el primer puesto, y 1997, 14 de noviembre, de Miguel Ángel Vallejo, que compartió el segundo puesto con Los depredadores, de Lily Cardich y Áureo Sotelo, quienes destacan además por ser la primera coautoría que es premiada dentro del concurso. El jurado a cargo de su selección estuvo conformado por Aldo Miyashiro, Celeste Viale y Vanessa Vizcarra, reconocidos profesionales de la actuación, dramaturgia y dirección teatral, los cuales también brindaron una asesoría dramatúrgica a los ganadores. Nuestro especial agradecimiento a ellos, así como a todos los participantes.
Los invitamos a leer estas obras y a unirnos en un esfuerzo común para seguir apoyando y promoviendo nuestra dramaturgia. Hagamos que el impulso de la creación se mantenga vivo. Mientras se siga creando, el teatro seguirá viviendo.
Katerine Rodríguez Koecklin
Directora del Centro Cultural de la Universidad de Lima
Prólogo
Ya es positivo que en esta ciudad, en la que continuamos conquistando los necesarios espacios culturales y artísticos, una institución educativa como la Universidad de Lima abra un concurso de nueva dramaturgia a través de su Centro Cultural. Significa nuevos recursos de producción, la promesa de un montaje de texto peruano al año y una motivación importante para que dramaturgas y dramaturgos escriban con mayor constancia, generando el ejercicio y la práctica que se requieren para la evolución del oficio.
También es positivo que la Universidad de Lima proponga en sus bases que se haga foco en “obras que planteen nuevos lenguajes o propuestas de vanguardia”. ¿Qué forma tiene esa experimentación? Realmente, no sabemos. No sabemos con anticipación qué propuesta va a generar una nueva corriente, una nueva convención, un nuevo estilo. No sabemos qué lenguaje va a crear una nueva narrativa, un nuevo discurso. Solo sabemos que las posibilidades de probar, de arriesgar, de generar nuevos códigos se amplían, se multiplican y aumenta la motivación para el riesgo.
El resultado del concurso de dramaturgia del año 2019 son tres obras muy diferentes entre sí, de tres dramaturgos y una dramaturga distintos también entre sí, en cuanto a su práctica, su origen y su formación. Traen a la mesa tres estilos de escritura particulares que generan tres propuestas originales para nuestro universo dramático.
El segundo lugar fue compartido por la obra Los depredadores de Lily Cardich y Áureo Sotelo, que hace una representación visual y sensorial muy pertinente de la realidad ecológica en la que nos hallamos; y la obra 1997, 14 de noviembre de Miguel Ángel Vallejo, es un juego formal con la memoria y el tiempo, que intenta reconstruir a un ser dañado a partir de la reconstrucción de su historia.
El primer lugar, la obra El enemigo de Daniel Subauste, es una pieza bien escrita. Clásica en su construcción dramática, apoyada en una estructura sólida. Personajes muy jóvenes, pertenecientes a distintas culturas limeñas, chocan entre sí en medio de una situación de vida o muerte. Lo que hace que este texto resulte novedoso es su viaje al pasado. Su capacidad de contar una anécdota con 200 años de antigüedad, y al hacerlo dejarnos mirar la actualidad.
En los tres casos hay una búsqueda formal o temática. Hay un universo pertinente y conectado con la actualidad. Hay un discurso personal y propio. Felicitaciones.
Vanessa Vizcarra Soberón
Dramaturga y directora de teatro
El enemigo
Ficción histórica
Daniel Subauste Oliden
DANIEL SUBAUSTE OLIDEN
Nació en Lima en 1973. Es egresado de la Carrera de Ingeniería de Sistemas. Actualmente es coordinador de la Carrera de Ingeniería de Software en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). En el ámbito artístico, ha sido profesor de Improvisación teatral y árbitro de match de Improvisación teatral en Pataclaun. Ha cursado talleres con Mariana de Althaus, Alonso Alegría y César de María. Como dramaturgo ha escrito obras para microteatro infantil como El imaginauta, también del género científico Las aventuras del Dr. Quark: el extraño caso de la bebida SuperAlegrante; Las aventuras del Dr. Quark: el extraño caso de la Noche de los Aullidos Espectrales; Las aventuras del Dr. Quark: el extraño caso del Brujo Enemistante, para “El Juego de la Ciencia” que se presentó en el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Pedida de Navidad; Con ayuda de Dios; Superhumans and Mutants International Corporation; Cómo dejar de ser gay (terapia de choque); Escúchame un momento; Silverio en el café; y Honorarios exitosos.
¿Cuál fue la causa decisiva de la pérdida de la guerra?
La falta de organización militar y autonomía bélica, particularmente en municiones. Eso en cuanto al aspecto técnico, pero más allá, la discriminación racial fue determinante. No hubo armonía cultural ni política. La falta de organización militar, de cohesión, de armonía política.
Entrevista al mariscal Andrés Avelino Cáceres
La Crónica, 27 de noviembre de 1921.
PERSONAJES
Actor 1: José Mena, sargento primero del Ejército peruano, 24 años
Actor 2: Melchor Montoya, sargento segundo del Ejército peruano, 25 años
Actor 3: Elías Álvarez, sargento segundo del Ejército peruano, 24 años / Soldado chileno 1
Actor 4: Felipe de Orbegozo, teniente coronel del Ejército peruano, 30 años / Soldado chileno 2
Actor 5: Eusebio Quispe, cabo del Ejército peruano, 19 años / Soldado chileno 3
Lugar: Casona en el malecón de Barranco, Lima, Perú
Tiempo: 13 de enero de 1881, a las siete de la noche
ACTO ÚNICO
Primera escena – Un refugio seguro
La escena inicia en oscuridad con una luz que ilumina a José Mena, el cual se encuentra cojeando, herido en una pierna, tratando de llegar a un lugar que ve a lo lejos. Arrastra una caja con un candado. Cae de rodillas y no se puede levantar.
Mena
(al público)
Cuando pregunté por qué tenía que entrar en el ejército me dijeron: “tienes que defender a la patria, como tu padre defendió el Callao de los españoles. Tienes que ser un patriota como él”.
¿Patriota?
Dicen que patriota es el que ama profundamente la patria propia y trabaja y se arriesga por esta. Yo sinceramente no sé si soy patriota. Lo que sí sé es que todos dicen serlo hasta la hora en que hay que sacrificar algo personal. Todos dicen que aman al Perú hasta que lo tienen que demostrar.
Mi padre peleó en el combate del Callao. En el 76. Todos por la casa lo llamaban “oficial Mena”. En realidad, mi padre era un cabo, pero eso no importaba. Todos querían tener cerca un oficial, un héroe de guerra.
Cuando mi padre estaba borracho, decía que había participado en el levantamiento de Arequipa, y que al lado del coronel Mariano Ignacio Prado había derrocado a Pezet, salvando así el honor patrio. Nadie se acordaba de que mi padre era cargador de bultos en el puerto y que, cuando se dio la rebelión de Arequipa, él estaba borracho en el bar de Cucho y no al lado de Prado.
Cuando la gente quiere un héroe se olvidan del hombre que era. Todos olvidaron las borracheras de mi padre, cuando robaba encomiendas y cargas en el puerto y que por eso no lo querían contratar. Cuando se perdía semanas sin que sepamos de él y volvía borracho a pegarnos a todos en la casa. Ese hombre desapareció para todos. Pero yo sí sabía quién era de verdad el “oficial Mena”, héroe de Dos de Mayo, el patriota.
Yo no me siento muy patriota, la verdad. Tal vez hoy día todos vamos a morir a manos de los chilenos. Yo lo que siento es miedo.
Eusebio Quispe entra en escena y ayuda a José Mena a levantarse y comienzan a avanzar juntos. Mena lleva arrastrando la caja de madera con candado en una mano. Se escuchan disparos.
Quispe
Vamos, sargento, hay que seguir.
Mena
¡Las cajas, Quispe!
Quispe
Sí, sargento, aquí la traigo.
Mena
¿Y las otras?
Quispe
Las trae Montoya. El sargento Álvarez está herido, sargento.
Mena
Que no se pierda ninguna.
Quispe
No se preocupe, mi sargento.
Mena
Es todo lo que nos queda.
Se ilumina el escenario. Entran Eusebio Quispe y José Mena a la sala de una casona. Las ventanas están cubiertas por tablones de madera que fueron clavados al vuelo. En una esquina están las piezas de una ametralladora Gatling desarmada. Quispe deja a Mena apoyado en una silla y sale rápidamente de la casa.
Mena
(hacia Quispe)
¡Las cajas, Quispe! Las provisiones.
José Mena se queda adolorido tratando de identificar la herida de su pierna. Entran por la puerta Melchor Montoya y Eusebio Quispe cargando a Elías Álvarez, el cual tiene una pierna ensangrentada a medio vendar. Montoya arrastra una caja de madera con una mano. Apoyan a Álvarez contra la pared del fondo. Se escucha un disparo cercano. Entra Felipe de Orbegozo cargando una caja más, y con un fusil en la mano.
De Orbegozo
Quispe, vaya, mire si todavía nos siguen, me pareció que los disparos se alejaban. Si puede mire lo que pasa en el morro.
Quispe
Sí, mi teniente.
Quispe sale corriendo. De Orbegozo va hacia Mena y le revisa la pierna.
De Orbegozo
Montoya, ayúdeme aquí.
Montoya se acerca y sostiene la pierna de Mena.
Mena
Creo que solo es un raspón de la metralla del cañonazo que cayó, señor.
Montoya
(a De Orbegozo)
Con una venda aguanta, mi teniente.
De Orbegozo
Véndele, entonces.
Montoya venda a Mena. De Orbegozo se acerca a Álvarez.
Álvarez
(muy adolorido)
Tampoco es nada, mi teniente. Solamente es un raspón.
De Orbegozo mira las vendas ensangrentadas. Las retira y mira la herida abierta.
De Orbegozo
Sargento Álvarez, no necesito ser médico para decirle que esa herida es seria. Échese, que tiene que descansar para recuperarse rápido. Montoya, venga.
Mena toma la venda y termina de vendarse él mismo. Montoya va hacia Álvarez y mira la herida con un gesto de preocupación.
De Orbegozo
¿Qué dice, sargento?
Álvarez
(muy adolorido)
No es nada, ¿verdad, Montoya?
Montoya
Hay que coser, mi teniente.
De Orbegozo
¿Puede hacerlo?
Montoya
Creo que sí, mi teniente. Si encontramos sutura.
De Orbegozo
Vaya y busque. Debe haber un morral de primeros auxilios en la huerta de la hacienda.
Montoya
Sí, teniente.
Sale Montoya corriendo. Se escucha un disparo de cañón a lo lejos.
Mena
Parece que sigue la defensa.
De Orbegozo
¿Cómo va ese vendaje, Mena?
Mena
Firme y bien puesto, mi teniente.
Álvarez
A mí también me está pasando el dolor, mi teniente.
De Orbegozo
Usted ni se mueva, Álvarez. Espere tranquilo que ya viene Montoya.
Entra Quispe corriendo por la puerta y la cierra apresurado tras él. Se para frente a De Orbegozo y se saca el quepí.
Quispe
Los enemigos están en el depósito de ‘endenfrente’, mi teniente.
De Orbegozo
¿Te vieron?
Quispe
Creo que no, teniente.
De Orbegozo
(alterado)
¿Crees? ¿Te vieron o no te vieron, Quispe?
Quispe
Disculpe, mi teniente. Es que miré y vi que están ‘aquicito’ no más y vine corriendo.
De Orbegozo mira a Mena y a Álvarez, que se ve nervioso y agitado.
De Orbegozo
Hay que preparar la defensa de la casa.
Álvarez y Mena se miran un momento. Bajan la mirada. De Orbegozo queda pensativo, en silencio un segundo, toma un fusil y avanza hacia la ventana de la pared del lado derecho. Quispe lo sigue.
Quispe
En el morro ya está la bandera chilena, mi teniente.
Todos quedan en silencio un momento.
De Orbegozo
Entonces Chorrillos está perdido del todo ¿algo más, Quispe?
Quispe
Me pareció que había una división enemiga que se estaba viniendo para aquí.
De Orbegozo
(furioso)
¿Le pareció o está viniendo?
Quispe
(asustado)
No sé, mi teniente. Vi así ‘corriendito’. Pero había una bandera chilena.
De Orbegozo
(recuperando la calma)
Está bien, entiendo. ¿Viste a alguno de los nuestros?
Quispe
Ninguno.
Mena intenta probar la estabilidad de su pierna, pero siente dolor.
Álvarez comienza a retorcerse del dolor, pero trata de aguantar.
De Orbegozo se acerca hacia la ventana del lado izquierdo y mira hacia afuera. Quispe lo sigue con cierta duda.
Quispe (cont.)
Están quemando todo, mi teniente. El humo se ve hasta aquí.
De Orbegozo
Son unos salvajes. Dicen que Lagos ha dado la orden de no tomar prisioneros. Y parece que lo están cumpliendo.
Quispe
Yo vi que mataron con bayoneta y ‘cuchío’ al teniente Molina y—
De Orbegozo
(interrumpiendo)
¡Ya, Quispe! Ya sabemos. Vigile el sur.
Quispe toma una silla y la pone al lado de la ventana derecha, jala una de las cajas abiertas a su lado, la abre y comienza a revisar el contenido.
Mena
Tenemos que irnos, teniente, si no, esta casa va a ser nuestra tumba.
De Orbegozo se queda en silencio ensimismado.
Álvarez
(nervioso y adolorido)
De nada va a servir correr, Mena. Igual nos van a alcanzar. Tenemos que enfrentarlos no más.
Mena
Yo no me voy a quedar aquí a morir por nada.
Álvarez
Mejor que nos encuentren en cubierto y no en el descampado.
Mena
¿En cubierto? Ni sótano hay. No tenemos dónde escondernos. Tenemos que irnos pronto.
Álvarez
Yo no voy a irme por el descampado a que me maten por la espalda. Hay que juntarnos con el resto de los que hayan podido replegarse.
Quispe vigila atentamente hacia afuera, por la ventana derecha.
Mena
No queda nadie del batallón Guardia Peruana Uno con quien juntarnos. Yo los vi morir a todos.
Álvarez
¡No sabe si es que cayeron todos! Yo vi algunos que corrieron al morro.
Mena
¡Usted quiere que nos quedemos, porque tiene miedo de no poder caminar!
Álvarez incorpora medio cuerpo.
Álvarez
¡Claro que puedo! ¡Es solo un poco de sangre! Puedo hacer marcha completa.
Quispe
¡Juntos llegamos, juntos nos vamos!
Álvarez y Mena se quedan mirando a Quispe un segundo, sorprendidos por su intervención. De Orbegozo sale de su ensimismamiento.
Quispe (cont.)
(avergonzado)
Es lo que le escuché a los bomberos de Chorrillos cuando corríamos ‘pa’cá’. Arrastraban a uno que estaba herido. Los chilenos los agarraron. Creo que los mataron a todos.
De Orbegozo
Orden, sargentos. No estamos para tomar a la ligera las decisiones. Recuéstese Álvarez, que tiene que estar descansado, sea que nos quedemos a presentar batalla, sea que nos vayamos hacia la retaguardia.
Álvarez se vuelve a recostar. Quispe vuelve a ocuparse de vigilar por la ventana derecha. Mena prueba su pierna que ya parece mejor y toma la caja con candado. De Orbegozo observa a Mena.
Mena
Hay unos pocos cartuchos de bala en esta caja, mi teniente. Y mis herramientas. (señalando las armas) Los tres Minié están bien. El cerrojo del Chassepot se atraca un poco, hay que cambiar la arandela.
Quispe
En otra caja puse varios cartuchos de municiones. Así como ocho. Yo los conté antes de salir del cuartel. Los voy a cuidar así bien, mi teniente.
Mena
(señalando otra caja)
En esta otra caja hay aceite y lamparines.
De Orbegozo
Bien, caballeros, entonces tenemos que armar una defensa en la entrada de la hacienda. Veamos esta ametralladora, si funciona podemos defender la hacienda de todo el ejército chileno.
De Orbegozo se acerca a revisar las piezas de la ametralladora Gatling desarmada en la esquina de la sala. En silencio, Mena, Álvarez y Quispe intercambian miradas. Se escucha un disparo de cañón a lo lejos.
Mena
Mi teniente…
De Orbegozo
Dígame, sargento.
Mena
Si me permite, mi teniente. El enemigo nos supera en número y estará aquí pronto.
De Orbegozo
(mirando las piezas de la ametralladora)
¿Tiene miedo de morir por su patria, sargento?
Mena
No, mi teniente, pero, si me permite, y creo que hablo por todos: a veces es mejor llegar a fuerte seguro para presentar mejor batalla en otra ocasión.
De Orbegozo
Tenemos que dar tiempo a la población civil de que escape y tenemos que tratar de avisar al comando central de la situación. Así como estamos, es posible que no tengamos ni fuerte seguro, ni otra ocasión, sargento Mena. Si armamos esta ametralladora…
Álvarez reincorpora medio cuerpo. De Orbegozo mira a todos unos segundos. Solamente Álvarez le sostiene la mirada, Mena y Quispe esquivan la mirada del teniente.
De Orbegozo (cont.)
Ya veo, sargento Mena.
(a todos)
Señores, como estamos en una situación peculiar, con el desbande del batallón en retirada, me es necesario saber, ¿el sargento Mena habla por todos los caballeros?
Álvarez
¡No, señor! Yo estoy dispuesto a presentar resistencia y batalla al enemigo y caer por la patria.
Silencio.
Quispe
Yo hago lo que mande, mi teniente.
Silencio.
Mena
Señor, no me malentienda, yo haré lo que mi teniente mande. Solamente quería expresar mis reparos.
De Orbegozo
Muy bien, sargento, tomo nota de su desacuerdo. Pero mejor no tomar el nombre de otros sin consentimiento, ¿comprende?
Mena
Sí, teniente De Orbegozo. Acepte mis disculpas.
De Orbegozo
(mirando a todos)