Elogios para Consolar a los Afligidos
Pocos han intentado ofrecer consuelo a los afligidos, y muy pocos han tenido tanto éxito como el pastor Paul Tautges en este libro tan necesario. Este pequeño pero maravilloso volumen es una verdadera antología de ayudas prácticas para aquellos que están afligidos y para aquellos encargados de ministrar sus necesidades. Lo recomiendo como un libro para todos los diáconos, ancianos, pastores y laicos. Esta importante herramienta debe ser leída cuidadosamente si es que tenemos la intención de ministrar sabia y eficazmente a aquellos con los que tenemos comunión cercana y que tarde o temprano tendrán que enfrentar tiempos de aflicción.
Dr. Walter C. Kaiser Jr., presidente emérito del Gordon-Conwell Theological Seminary
Paul Tautges les proporciona a los pastores y a otros cuidadores compasivos un libro único que es meticulosamente bíblico e inmensamente práctico. Aquí nos enseña la manera bíblica de consolar a las personas heridas y moribundas, ofreciendo textos bíblicos muy pertinentes, himnos, y poemas que pueden ser usados, y además nos provee de un plan para ministrar a las personas que necesitan superar la muerte de un ser querido. En este libro podemos encontrar ideas sólidas para preparar mensajes para funerales, no sólo para darles consuelo a los afligidos sino también para desafiar a los perdidos con un claro mensaje del evangelio. No conozco otro libro como Consolar a los Afligidos. Muchos de los libros que tienen la misma naturaleza instructiva son superficiales y carecen de un profundo contenido teológico. Pero este excelente libro es la excepción.
Curtis C. Thomas, pastor por más de cincuenta años y autor de Life in the Body of Christ [Vida en el Cuerpo de Cristo]
Paul Tautges es un hombre con una misión para ministrar a los quebrantados de corazón. Él ofrece cuidadosamente una mezcla de preocupación sensible con una proclamación del evangelio, a través de un lenguaje claro y honesto. Sus pensamientos acerca de la teología de la aflicción, junto con los sermones y las tablas prácticas de este libro, seguramente serán útiles para aquellos pastores que están en busca de diferentes formas para mejorar en esta área de sus ministerios. Este libro nos da un vistazo al corazón de un pastor que posee un amor por su rebaño, una sólida comprensión de las Escrituras y un llamado a consolar a los que sufren, de una manera bíblica y compasiva.
Deborah Howard, enfermera titulada, certificada en el cuidado de enfermos terminales y autora de Sunsets: Reflections for Life’s Final Journey [Atardeceres: Reflexiones para el viaje final de la vida] y Where Is God in All of this? [¿Dónde está Dios en Todo esto?]
A lo largo de las páginas de Consolar a los Afligidos podemos encontrar consejos bíblicos, perspicaces, y prácticos para servir a las personas afligidas. Escrito con la ternura y comprensión de un pastor gentil, este libro es un manual útil para aquellos que guían a otros a través del valle de sombra de muerte. ¡Espero que tenga una amplia distribución!
Dr. Les Lofquist, director ejecutivo del IFCA International
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
www.farodegracia.org
ISBN 978-1-629462-85-1
Originally published in English in the U.S.A. under the title:
Comfort the Grieving
Copyright © 2014 by Brian Croft and Phil Newton.
Previously published in 2011 by Day One Publications under the same title. Spanish edition © 2021 by Publicaciones Faro de Gracia with permission of Zondervan,
3900 Sparks Dr. SE, Grand Rapids, Michigan 49546. All rights reserved. Represented by Tyndale House Publishers, Inc.
©2021 Publicaciones Faro de Gracia. Traducción al español realizada por Victor Velasco; edición de texto, diseño de la portada y las páginas por Benjamin Hernandez. Todos los Derechos Reservados.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro— excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.
©Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina–Valera ©1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que sea notado como otra versión. Utilizado con permiso.
En memoria de Jean Pitz,
una querida hermana en el Señor,
quien siempre tenía una palabra de ánimo
para este predicador del evangelio,
y quien nunca habría cambiado su lugar en la gloria
por ninguna cosa que este mundo ofrece
y
para todos los cuidadores de enfermos terminales,
quienes sacrificialmente entregan el corazón para
ayudar a otros a vivir de la mejor manera
la experiencia de la muerte
Contenido
Prólogo
INTRODUCCIÓN
PARTE 1 UN MINISTERIO DE CONSOLACIÓN
Capítulo 1 – Dios es nuestro refugio: la base bíblica de nuestro consuelo
Capítulo 2 – La muerte de un creyente: ministrando con ternura pastoral
Capítulo 3 – Visitando a los afligidos: cuidado personal compasivo
Capítulo 4 – Gracia para el camino: cuidado a largo plazo para los que están de luto
Capítulo 5 – Consuelo a través de la Escritura: el arte de escribir cartas que infunden esperanza
PARTE 2 PREDICACIÓN QUE CONSUELA
Capítulo 6 – Sermón 1: “Vida a partir de la muerte”
Capítulo 7 – Sermón 2: “Nuestra necesidad de reconciliación”
Capítulo 8 – Sermón 3: “Dios es digno de confianza”
Agradecimientos
Apéndice 1: Textos de las Escrituras que traen consuelo
Apéndice 2: Poesía, cantos y oraciones
Apéndice 3: Ejemplos de servicios fúnebres
Apéndice 4: Recursos recomendados
ALGUNAS DE LAS LECCIONES MÁS VALIOSAS que he aprendido como pastor, las cuales se hacen más firmes año con año, son lecciones que ocurren en cuartos de hospital y en agencias funerarias. He visto a dulces santos de edad avanzada dar su último aliento mientras sostengo sus manos y oro por ellos. Me he ganado el corazón de muchos enemigos a los que he visitado en sus cuartos de hospital cuando están pasando por el proceso de recuperación de alguna enfermedad. He visto cómo la desesperación se convierte en esperanza cuando, en medio de un funeral, le hablo de Cristo a una viuda afligida. Estos momentos cruciales para un ministerio fructífero ocurren porque tanto los cuartos de hospital como las agencias funerarias tienen la capacidad de lograr cosas que no se pueden lograr en otros momentos de la vida. Pues son lugares que nos recuerdan cuan frágiles y vulnerables somos. Son lugares que sacuden nuestros corazones y nos hacen poner los pies en la tierra cuando somos tentados a creer que somos invencibles. Tienen la capacidad de forzarnos a pensar en las cosas eternas aun cuando queremos pensar en las cosas temporales.
Y de manera irónica, esos son precisamente los lugares que muchos pastores tratan de evitar. ¿Por qué pasa eso? La razón principal es porque este tipo de ministerio es un trabajo duro. No es un trabajo glamuroso. Requiere que involucremos nuestros corazones de una manera que resulta incómoda para muchos de nosotros. Es un trabajo que implica soportar cargas que son dolorosas. En ocasiones nadie se entera de que estás involucrado en ese ministerio (con la excepción de Dios y de las personas a las que visitas). Pero ese tipo de visitas son parte importante del corazón de nuestro llamado a ser pastores que apacientan al rebaño de Dios hasta que aparezca el Príncipe de los pastores (1 Pedro 5:4). Y estoy convencido de que, una de las mejores maneras para reestablecer ese aspecto esencial del ministerio pastoral es equipar a los pastores para que puedan desempeñar un mejor cuidado de aquellos que están afligidos.
Por esa razón estoy tan entusiasmado con este libro. Me entusiasma porque tanto el contenido como la estructura son muy adecuados para equipar a pastores y a otras personas con principios que los ayuden a consolar a los afligidos. Después de presentar los fundamentos bíblicos que nos enseñan de dónde viene nuestra esperanza en tiempos de aflicción, Paul Tautges continúa describiendo varias formas en las que un pastor puede ministrar esta esperanza a otros. La segunda sección incluye ejemplos de sermones, y apéndices que nos ofrecen ayudas prácticas. El libro contiene consejos para escribir notas y usar canciones, y también contiene tablas para ayudar a programar visitas y contactos durante el primer año de duelo. Consolar a los Afligidos nos presenta una introducción concisa y clara a la teología y las herramientas necesarias para guiar correctamente a las personas que están en duelo.
La segunda razón por la que este libro me entusiasma es debido a que es un recurso clave de la serie de Pastorado Práctico. Uno de los libros de esta serie, Visita a los Enfermos, se enfoca en la manera en la que debemos procurar el cuidado de las personas que luchan con la enfermedad, el dolor, y la aflicción. Otro libro, Organizar Funerales Centrados en el Evangelio, aborda las circunstancias inmediatas que ocurren alrededor de la muerte de una persona, incluyendo la preparación del sermón para el funeral y la logística necesaria para trabajar de la mano con las agencias funerarias. Y a pesar de que los hospitales y las agencias funerarias son lugares clave para realizar este ministerio, no son los únicos lugares en los que las personas experimentan la aflicción. Gran parte del proceso de duelo requiere una atención prolongada que tiene lugar mucho después de las circunstancias inmediatas del hospital y la funeraria.
Consolar a los Afligidos es un maravilloso complemento para esos dos libros. Ya que se encarga de llenar los espacios vacíos de los libros anteriores, al mismo tiempo que refuerza la sabiduría y las ayudas prácticas que éstos ofrecen. Y por si eso fuera poco, tengo la confianza de recomendar ampliamente al autor. Paul Tautges es un fiel hombre de Dios, y es un pastor del pueblo de Dios, que ha consolado tiernamente a muchos que tienen la esperanza del evangelio, y su manera de escribir está sazonada con la sabiduría necesaria para instruir a otros. Mi oración es que los lectores sean bendecidos por su sabiduría y su fidelidad a las Escrituras.
Brian Croft, enero 2014
¿Por qué habré de sentirme desanimado, por qué
habrán de cubrirme las sombras,
por qué habré de estar en soledad, anhelando el
cielo en mi corazón,
Si yo sé que Jesús es mi porción? Constante Amigo
es para mí:
Si Él cuida de las aves, ¿cuánto más no hará por mí?
Civilla D. Martin, 1905
DESPUÉS DE DOS DÉCADAS de ministerio pastoral en la misma iglesia, y después de muchos años de servicio como capellán de hospital, he sido expuesto a la aflicción y la muerte, con mucha más frecuencia de lo que experimenta un pastor promedio. A lo largo de esos años llegué a preguntarme si algún día tendría la oportunidad de escribir acerca de mis experiencias, pero tengo que confesar que, cuando la oportunidad finalmente llegó, yo no estaba preparado.
Lo que tienes en tus manos no es únicamente un típico libro. El escribir ha sido una parte importante de mis propios procesos de duelo. En su práctico folleto Grief: Finding Hope Again [Aflicción: Volviendo a encontrar la esperanza], Paul Tripp escribe: “La muerte es un evento emocionalmente volátil que es doloroso de maneras inesperadas. La muerte desentierra recuerdos que estaban sepultados. Reúne a algunas personas y separa a otras. Le da inicio a ciertas cosas y le pone fin a otras. La muerte mezcla la felicidad con la tristeza.”1 En mi propia experiencia, he aprendido que la muerte provee de una oportunidad, no sólo para ministrar a otros, sino también para experimentar un crecimiento personal como ministros. A medida que ofrecemos consuelo a los demás, también debemos aprender a lamentarnos.
De hecho, mientras estaba comenzando a trabajar en la versión final de este libro, el padre de uno de mis amigos murió. En menos de dos horas, él ya estaba ante la presencia de Jesús. Aprender a caminar a través del doloroso valle de sombra de muerte junto con los miembros de nuestra iglesia es una parte vital de nuestro llamado como pastores. La muerte es dolorosamente real. Si no quisiéramos ser afectados por ella tendríamos que comenzar a ser fríos, insensibles, y distantes de las vidas de las personas. De manera que, debemos aprender a ofrecer un consuelo Cristo-céntrico a todos aquellos que están afligidos, y también debemos aprender a hacerlo llenos de compasión. Esa es la prioridad que ha sido recientemente implantada en mi mente a medida que trabajaba en este libro, ya que Dios ha llevado a varios miembros de mi congregación a enfrentarse cara a cara con la muerte.
La porción del evangelio del libro de Isaías comienza con estas palabras: “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios” (Isaías 40:1). Isaías se ha ganado el sobrenombre de “el profeta evangélico” por su énfasis en las buenas noticias del Mesías venidero, quien es la esperanza y el fuerte consuelo de Israel. Con respecto a este versículo, Warren Wiersbe explica: “La palabra que aquí se traduce como “confortar” [de la versión en inglés “comfort”] proviene de dos raíces latinas que juntas significan “con fuerza.” Así que, cuando Isaías nos dice: “¡Sean confortados!” no usa esa palabra como si estuviera expresando un sentido de lástima por nosotros, sino que en realidad está expresando un sentido de poder. El conforte [consuelo] de Dios no es algo que nos debilita; sino que nos fortalece. Dios, en ese sentido, no está tratando de mostrar conmiseración, sino que a través de esas palabras quiere darnos poder.”2
Abrumado por su fracaso y por el pecado que le atrajo un severo castigo, el pueblo de Dios necesitaba urgentemente una esperanza, la esperanza del perdón de Dios. El versículo 2 continúa: “Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados.”
La esperanza que Isaías da está cimentada en la relación que Dios tiene con Israel como Su pueblo: “Consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios.” Aunque el pecado de Su pueblo era realmente digno de una doble porción de disciplina divina, Dios no estaba dispuesto a darles la espalda. Él estaba dispuesto a cumplir el pacto que había hecho con ellos. Más adelante, a través de la boca de Jeremías, Dios volvió a dar esperanza en medio del dolor de Israel: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29:11). Ambos profetas proporcionaron un consuelo mesías-céntrico por medio de desviar la atención del pueblo de su pasado y su presente, y dirigir sus miradas hacia la esperanza futura del reino prometido.
Y debido a que nosotros vivimos después del tiempo de la cruz del Calvario, podemos decir que los profetas proporcionaban un “consuelo Cristo-céntrico”, y sabemos que la naturaleza del consuelo que Dios ofrece hoy en día es prácticamente igual. La fuerza del consuelo de Dios no proviene de Su habilidad para cambiar nuestras circunstancias presentes (lo cual podría hacer si esa fuera su intención). Más bien, el consuelo de Dios proviene de Su promesa para nosotros en Cristo, la cual nos asegura que la gloria que un día compartiremos con Él, tendrá un peso mucho mayor al de nuestros sufrimientos presentes (Romanos 8:18; Filipenses 1:6; 2 Corintios 4:17).
Así que, el consuelo Cristo-céntrico es el único consuelo verdadero. Cualquier tipo de consuelo que le demos a las personas y que los lleve a poner su esperanza fuera del evangelio, en el mejor de los casos, les dará un descanso temporal, pero en el peor de los casos será un consuelo engañoso. Si nosotros meramente nos enfocamos en dispensar un consuelo temporal a todos aquellos que sufren, pero fracasamos en la tarea de señalarles la única fuente de verdadero consuelo, que es Jesucristo mismo, entonces contribuiremos a que ellos se engañen, pensando que Dios está de su lado, cuando en realidad es posible que no lo esté. Si esas personas son no creyentes, eso significa que siguen siendo enemigos de Dios, y no podemos ofrecerles ningún consuelo duradero en absoluto, a menos que les señalemos al “varón de dolores, experimentado en quebranto” (Isaías 53:3).
El evangelio nos ofrece una esperanza Cristo-céntrica que nos permite enfrentar directamente la realidad de la muerte. Además, nos ofrece el regalo de la vida eterna que Jesús compró con Su propia sangre. Por lo tanto, cuando no hablamos con delicadeza de la verdad del evangelio en tiempos de aflicción, no estamos aprovechando la función que la muerte cumple como un siervo que está sujeto a los propósitos de Dios. De manera que, cada vez que le demos a alguien palabras de aliento, debemos aprovechar las oportunidades que se generan en cada ministerio ordenado por Dios, y debemos utilizar el dolor terrenal, redirigiendo la atención de las personas hacia las realidades eternas. Joni Eareckson Tada y Steve Estes escriben en su libro When God Weeps [Cuando Dios Llora]: “El dolor de la Tierra sigue aplastando nuestras esperanzas, recordándonos que este mundo nunca puede satisfacernos; y que sólo el cielo puede. Y cada vez que comenzamos a construir nidos que son demasiado cómodos en este planeta, Dios abre las compuertas de la presa, para que una ola fría de sufrimiento nos despierte de nuestra somnolencia espiritual.”3 No debemos desperdiciar estas preciosas (y dolorosas) oportunidades que se nos dan para la demostración de la misericordia y para el avance del evangelio.
LOS SATÉLITES METEOROLÓGICOS orbitan la tierra, monitoreando los sistemas climáticos a medida que se mueven alrededor del globo. Estos satélites nos avisan con antelación de los cambios en las condiciones meteorológicas y nos alertan de posibles peligros. Los canales de televisión y las aplicaciones de los teléfonos inteligentes reciben esta información y nos permiten monitorear el clima. Y el hecho de conocer el futuro en ese sentido, nos proporciona un poco de consuelo, ¿no es así? Ya que nos ayuda a planear nuestras vidas con anticipación, de manera tal que podamos evitar incomodidades y peligros.