Elogios para Cuidar al Pueblo de Dios

Mientras más leía Cuidar al Pueblo de Dios, más frecuente y enérgicamente me repetía a mí mismo: “Este es un libro que todo profesor de seminario debe exigir y que todo pastor o aspirante a pastor debe leer”. Este libro nos ofrece una extraña mezcla de pastoreo y administración, los cuales son vistos como parte del llamado de cada pastor. En forma de un libro compacto pero completo, Cuidar al Pueblo de Dios nos ofrece bases teológicas para el ministerio, las cuales ayudan a equipar a los pastores para lo que yo llamo: “organizar el organismo”. Pastor, sin importar que seas un futuro pastor, un pastor de una iglesia, o de una mega iglesia, este libro te dará el poder para pastorear a tu rebaño para que viva a la luz de Efesios 4:11–16, equipando al pueblo de Dios para crecer y edificarse en Cristo.

Bob Kellemen, ThM, PhD, vicepresidente de desarrollo institucional y presidente del departamento de consejería bíblica del Crossroads Bible College; autor de Gospel-Centered Counseling [Consejería Centrada en el Evangelio]

Cuidar al Pueblo de Dios demuestra claramente a partir de las Escrituras que la administración es esencial para el gobierno y el pastoreo del ministro. Este breve libro destaca los elementos administrativos que la Biblia prescribe, y proporciona “las mejores prácticas bíblicas” que pueden ser implementadas en nuestra iglesia local. Con una experiencia pastoral evidente y un profundo amor por la iglesia local, Brian y Bryce conectan la administración con la Gran Comisión, mostrando cómo la supervisión fiel, la delegación, la administración, el entrenamiento y la gestión equipan a los santos, cuidan de las almas, hacen discípulos y glorifican a Dios a través de nuestra vida corporativa juntos. Recomiendo este libro a todos los cristianos que aspiran a la noble tarea de un fiel liderazgo cristiano.

Ryan Townsend, director ejecutivo de 9 Marcas

Es extremadamente raro encontrar un libro acerca de la administración, que haya sido escrito desde el corazón de un pastor, pero eso es lo que Brian y Bryce nos han dado. Desearás que sigan escribiendo.

Jamie Dunlop, pastor administrativo del Capitol Hill Baptist Church en Washington, D.C.

Este es un libro que debería leer todo pastor que tiende a eludir sus funciones administrativas o de gestión dentro de la iglesia. Los autores presentan argumentos bíblicos y prácticos para administrar la iglesia con el propósito de pastorear y cuidar el rebaño.

Tim Beltz, pastor ejecutivo de Sojourn Community Church en Louisville, Kentucky

Este libro no sólo desafía tus presuposiciones acerca de los roles pastorales en un nivel teológico y filosófico; sino también te proporciona las mejores prácticas estratégicas que querrás implementar tan pronto como las leas. Si eres nuevo en el ministerio, este libro te proveerá de un manual de estrategias que te será útil a medida que te adentras en el ministerio de la administración. Si eres un veterano, te ayudará a refrescar y reestructurar algunas de las mejores prácticas.

Brian Dodridge, pastor ejecutivo de Brentwood Baptist Church en Brentwood, Tennessee

Brian Croft y Bryce Butler proveen una mirada holística al tema vital de la administración de la iglesia en su libro Cuidar al Pueblo de Dios. Después de haber trabajado con Bryce durante dos años, puedo recomendar este libro a cualquier congregación que esté en crecimiento o que ya esté consolidada. En este volumen hay mucha sabiduría para aquellos líderes que buscan crecer, no sólo en su liderazgo (una palabra de moda en la cultura de la iglesia de hoy en día), sino también en lo que respecta a las áreas importantes de la administración de la iglesia.

Luke Barker, contador público y pastor de finanzas en la iglesia Sojourn Community en Louisville, Kentucky

 

 

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Otros libros en la serie Pastoreo Práctico
Prepararlos para pastorear
Visitar a los enfermos
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Consolar a los Afligidos
Reunir al Pueblo de Dios
Orar por el Rebaño

 

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Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
www.farodegracia.org

ISBN 978-1-629462-88-2

Originally published in English in the U.S.A. under the title:
Oversee God´s People
Copyright © 2014 by Brian Croft and Phil Newton.
Previously published in 2011 by Day One Publications under the same title. Spanish edition © 2021 by Publicaciones Faro de Gracia with permission of Zondervan, 3900 Sparks Dr. SE, Grand Rapids, Michigan 49546. All rights reserved. Represented by Tyndale House Publishers, Inc.

©2021 Publicaciones Faro de Gracia. Traducción al español realizada por Victor Velasco; edición de texto, diseño de la portada y las páginas por Benjamin Hernandez. Todos los Derechos Reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro— excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.

©Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina–Valera ©1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que sea notado como otra versión. Utilizado con permiso.

 

A nuestras esposas, Cara y Bethany, nuestras principales impulsoras en la vida y el ministerio.

 

Contenido

Prólogo escrito por Daniel Montgomery

INTRODUCCIÓN (BRIAN CROFT)

PARTE 1: UN IMPERATIVO BÍBLICO: EL LLAMADO DE LAS ESCRITURAS (BRIAN CROFT)

Capítulo 1: PASTOREAR (1 Pedro 5:1-4)

Capítulo 2: DELEGAR (Hechos 6:1-7)

Capítulo 3: ENTRENAR (2 Timoteo 2:2)

Capítulo 4: PROTECCIÓN (Hechos 20:28-30)

Capítulo 5: ADMINISTRAR (Hebreos 13:17)

PARTE 2: UN ESENCIAL ADMINISTRATIVO: MIRANDO A LA META FINAL (BRYCE BUTLER)

Capítulo 6: CUIDADO DE LAS ALMAS

Capítulo 7: EQUIPAR Y DISCIPULAR… HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA

Capítulo 8: RECURSOS PARA LA ADMINISTRACIÓN

PARTE 3: UNA NECESIDAD PRÁCTICA: ¿CÓMO LUCE EL CUIDADO FIEL? (BRYCE BUTLER)

Capítulo 9: PREPARAR LA ADORACIÓN PÚBLICA (BRIAN CROFT)

Capítulo 10: GESTIONAR FINANZAS

Capítulo 11: MANTENER INSTALACIONES

Capítulo 12: SUPERVISAR PERSONAL

Capítulo 13: TU REEMPLAZO

CONCLUSIÓN (BRIAN CROFT Y BRYCE BUTLER)

Agradecimientos

Apéndice: Pastor administrativo vs pastor ejecutivo

 

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CUANDO SE OBSERVA DESDE AFUERA, o tal vez desde la perspectiva de un seminarista afligido, o desde el punto de vista de un fervoroso plantador de iglesias, la iglesia es como un sueño. Es el sueño que cumple los más profundos anhelos para una comunidad. Dirigir un sueño como ese es igual que navegar un bote en un lago alpino. Esta iglesia de ensueño flota alegremente por todas partes, como una mariposa, y pica al reino de las tinieblas como una abeja. El pastor joven, que está listo para tomar su cargo, se lanza de manera soñadora a la aventura de dirigir la iglesia, cantando: “El Señor es Mi pastor, nada me faltará”

Nos imaginamos a la iglesia como un organismo de otro mundo que prospera, crece, y se multiplica sin hacer demasiado esfuerzo. Y, en un principio, eso parece una realidad. Muchos pastores han comenzado a predicar la Palabra con mucho entusiasmo, atrayendo a un grupo de personas tan grande que podría hacer temblar a los valientes de David. Y a medida que la iglesia sigue creciendo, se nombran ancianos y diáconos que son escogidos de acuerdo con el modelo establecido por Pablo; se levantan misioneros con el nombre de Adoniram y son enviados al exterior; y se les brinda atención y cuidado a los pobres.

Pero después la realidad nos hace despertar del sueño, cuando nos enfrentamos a problemas con el edificio de la iglesia, con los gastos y los presupuestos, y con los congregantes. La asistencia de la gente empieza a fluctuar, los ingresos de la iglesia caen en picada; los gastos se aumentan; los ancianos se ponen irritables; los misioneros se desilusionan; y los miembros dejan de hablar entre ellos. De manera que el sueño pronto se desvanece a la luz de la cruda realidad en la que vivimos en este mundo caído. Y aunque al principio el pastor hubiera comenzado cantando acerca de su confianza en Dios, ahora su gran sueño ha encallado, y se ha estrellado contra las rocas de la realidad.

La iglesia de ensueño sólo existe en el terreno de lo abstracto y es promocionada en conferencias a lo largo del país. Para cada pastor, llega un día en que el sueño termina, se despierta, y se da cuenta de que su iglesia orgánica necesita un poco de organización. Es necesario que la iglesia tenga los elementos de una institución, y eso es algo bueno. Lamentablemente, algunos pastores se desilusionan en este punto y abandonan su iglesia para perseguir su sueño de la iglesia “pura”. Otros evitan las dificultades de la administración y la delegación diciendo: “Yo no soy esa clase de líder”.

Así que, no deberíamos sorprendernos si, a causa de eso, la iglesia se derrumba por completo. Es verdad que la iglesia tiene un potencial extraordinario para ser profética y poderosa, pero también tiene potencial para llegar a ser lamentable y patética. Sólo basta con leer a lo largo de los evangelios y mirar de cerca a Jesús y a Sus discípulos. En Lucas 10, los discípulos se desplazan por toda la región de Galilea como grandes evangelistas, echando fuera demonios y proclamando el reino de Dios. Después regresan a Jesús, jactándose de sus “poderes,” y Jesús tiene que hacerlos recobrar la sobriedad diciéndoles que lo que deben celebrar es su nueva vida con Dios, no el éxito de sus ministerios. Hacemos planes, damos presentaciones y hacemos reuniones de oración que nos llevan a la cima de la montaña, para que finalmente las personas abandonen la iglesia, enviando correos electrónicos en los que expresan su enojo debido al gluten del pan de la Santa Cena, o porque alguien en la iglesia no tuvo cuidado de las alergias de su hijo y le dio a comer maní.

Las estadísticas demuestran que cuatro de cada cinco aspirantes a pastor no soportan los primeros cinco años de su entrenamiento para el ministerio. Y por si eso no fuera lo suficientemente sombrío, también demuestran que uno de cada diez abandona por completo el ministerio.1 Estas cifras se traducen en miles de sueños frustrados. En el 2010, El New York Times reportó que, dentro de todas las denominaciones, los pastores presentaban tasas más altas de obesidad, hipertensión, depresión y uso de antidepresivos que la mayoría de los demás estadounidenses. Además, tienen una esperanza de vida cada vez menor.2 En pocas palabras, la cruda realidad es que los pastores de la actualidad no duran mucho tiempo.

Pero yo creo que un gran número de historias detrás de estas estadísticas podrían ser reescritas si se les añadiera la sabiduría bíblica unida a las realidades necesarias de la administración y la delegación. Un pastor se inscribe con entusiasmo en el seminario para aprender, estudiar y memorizar la historia, la teología y las Escrituras, y sin embargo se tambalea cuando tiene que enfrentarse a las funciones, la gestión y la construcción de sistemas sostenibles. Eso da como resultado fatiga extrema, estrés, y fracaso.

El libro que tienes en las manos no es una guía turística de ensueño para la vida de la iglesia; es un breve y honesto recordatorio de cómo se supone que debe funcionar la iglesia. La primera sección de Cuidar al Pueblo de Dios nos ayuda a dejar de perseguir ideales espectaculares en el ministerio y a ver de manera bíblica la sobriedad del llamado al ministerio. Brian Croft y Bryce Butler llevan al lector a lo largo de las Escrituras, explicándole y aplicando los imperativos bíblicos que nos impulsan a apacentar a la grey. La sección que aborda las cuestiones administrativas nos ayuda a tener claridad en la manera en la que debemos poner en práctica estos imperativos, resistiendo a la tentación de adoptar las inconsistentes prácticas del mundo de los negocios. La última sección contiene más detalles concernientes a las necesidades prácticas que nos ayudan a apacentar al pueblo de Dios, alejándonos del fantasioso glamur del pastoreo moderno, y llevándonos hacia las prácticas bíblicas del pastoreo verdadero. En ese sentido, Croft y Butler lograron fusionar la verdad pastoral (de las Escrituras) con las realidades prácticas (de su experiencia).

He tenido la oportunidad de trabajar con cientos de jóvenes pastores en los últimos quince años, y he convivido con ellos a lo largo del proceso de entrenamiento, desarrollo, y plantación de iglesias. Por esa razón estoy consciente de que los sueños idealistas siempre tendrán que enfrentarse a la realidad de la iglesia, incluso en las vidas de los pastores y plantadores de iglesias más sensatos. Lo que necesitamos son pastores sabios que entiendan cómo dirigir el rebaño por medio de la administración y la delegación. Brian Croft y Bryce Butler son hermanos y amigos confiables. Por eso no puedo hacer más que recomendar sinceramente este libro. Espero que te ayude a cambiar tus sueños de fantasía eclesiástica y te ayude a entender sobriamente el valioso llamado de apacentar a la verdadera iglesia de Jesucristo.

Daniel Montgomery, pastor principal y fundador de Sojourn Community Church, Louisville, Kentucky

 

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LOS MINISTROS SON LLAMADOS a pastorear al rebaño de Dios, y la administración es sinónimo de pastorado. No realizamos tareas administrativas para poder pastorear. Más bien, las tareas administrativas son parte del pastorado del pueblo de Dios.

Es un gran gozo ser pastor. No hay otra ocupación en la que uno pueda declarar la gloria del evangelio de Jesucristo, ver a los muertos espirituales venir a la vida, celebrar el nacimiento de un niño en la iglesia y después de unas décadas oficiar su casamiento, observar milagrosas provisiones financieras de parte de Dios en la vida de alguien por quien la iglesia había orado un domingo anterior, ser la última voz que consuela a los enfermos y moribundos antes de que se encuentren con Jesús, y cuidar de las personas en los momentos más importantes de sus vidas— y además, ¡recibir un salario por eso! Dios provee de mucho gozo para aquel que pone sus manos al servicio del ministerio pastoral.

Sin embargo, ser pastor también es algo difícil. Predicamos, pero no todos reciben nuestro mensaje. Compartimos el evangelio, pero no vemos conversiones. Vemos que las personas a las que guiamos hacia el Señor abandonan la fe que antes profesaban. Recibimos noticias de bebés que mueren al nacer o que mueren durante el proceso de gestación. Vemos y sentimos el dolor cuando un matrimonio fracasa. Observamos a las personas que amamos luchar día a día para cubrir sus necesidades básicas. Por lo general, somos los que tienen asientos de primera fila para ver a nuestros miembros sufrir y morir. La obra del ministerio pastoral es bastante dura, en ocasiones es desgarradora, y justo cuando pensamos que se acerca un momento de alivio, ocurren cosas que nos quebrantan el corazón.

Así que, ahí tenemos la gran paradoja de ser pastor. Unas veces nos encontramos en las cumbres más altas, y otras veces, en las profundidades más bajas. Caminamos junto a personas que experimentan las mayores alegrías de la vida, y también junto a personas que soportan las angustias más intensas. Recibimos las muestras de amor más grandes de parte de la gente, pero también recibimos las críticas más severas. Vivimos y nos desenvolvemos en medio de las cosas temporales, al mismo tiempo que tratamos de mantener nuestros ojos y los ojos de otras personas en las cosas eternas. Y al igual que todas las personas, los pastores nos sentimos atraídos hacia las cosas que nos producen alegría, y tratamos de escapar de las que nos producen dolor.

Un área común de responsabilidad que puede traerle alegría o frustración a un pastor es la tarea de administrar y delegar. Algunos prosperan en esto; otros lo ven como un mal necesario. Algunos creen que su éxito en el ministerio está directamente relacionado con su eficacia en ese ámbito; otros hacen todo lo posible por evitarlo. Algunos piensan que el tiempo dedicado a administrar eficientemente la iglesia es su vocación principal; otros lo ven como algo secundario, algo que puede ser descuidado siempre y cuando pasen un tiempo de calidad con su gente.

Creemos que hay un malentendido inicial con respecto a la administración y la delegación en la iglesia local, y pensamos que esta confusión está presente en muchos de los que están a cargo del ministerio pastoral. Muchos creen erróneamente que el trabajo de administración y delegación es algo separado o distinto de su tarea de pastoreo. En congregaciones más pequeñas, es común encontrar pastores que no se sienten dotados para administrar y delegar tareas, por lo que dejan muchas de estas responsabilidades esenciales sin hacer, o peor aún, tratan de hacerlo todo por su cuenta.

En ese sentido podemos escuchar este tipo de excusas:

• “Yo necesito ocuparme de pastorear a mi gente, no estar sentado distrayéndome con esa clase de trabajo de oficina.”
• “Simplemente no estoy dotado para hacer esa tarea.”
• “Yo soy el único que sabe qué hacer, y alguien tiene que hacer todo eso.”

Por otra parte, principalmente en congregaciones más grandes, otros pastores, que tienen abundancia de recursos, consideran la tarea de administración como un aspecto de suprema importancia para el ministerio, y terminan invirtiendo la mayoría de su tiempo y energía en “dirigir a la iglesia”, y no se involucran en las vidas de las personas de su congregación. En ese contexto, es muy común que algunos terminen contratando a alguien que se encargue de dirigir la iglesia, que por lo general es un hombre que no tiene dones pastorales ni siente un verdadero llamado pastoral, sino que simplemente es un hombre bien organizado, que tiene la capacidad de hacer que las cosas salgan bien. En ese sentido, existe el tipo de pastor que descuida la administración de la iglesia porque considera más importante la tarea de pastorear a la iglesia; y existe otro tipo de pastor que descuida la tarea de pastorear porque está muy ocupado administrando la iglesia.

Pero nosotros creemos que existe un balance apropiado para dirigir el ministerio de la iglesia local de manera bíblica y saludable. Así que, este libro está fundamentado sobre dos realidades importantes: (1) el ministro es llamado a pastorear, y (2) la administración es sinónimo de pastorear.