Título original: Fake News. Haters & Cyberbullismo. A chi servono e come difendersi

© 2020 Centauria Editore, srl, Milano

Texto: Mauro Munafò

Ilustraciones: Marta Pantaleo

Proyecto gráfico: PEPE nymi

Traducción: Cristina Bracho Carrillo

Director editorial: Juan José Ortega

© 2021 Ediciones del Laberinto, S. L., para la edición mundial en castellano

ISBN: 978-84-1330-881-4

THEMA: JBF PDR / BISAC: SOC071000

EDICIONES DEL LABERINTO, S. L.

www.edicioneslaberinto.es

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Al pequeño Máximo, para que sepa reconocer siempre la verdad.

Gracias a Lara por su lectura, relectura, corrección, sugerencias y modificaciones.

Fake News. Haters y ciberacoso.

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INTRODUCCIÓN

«El abanico de oportunidades que ofrece internet eclipsa con cre-ces sus desventajas; sin embargo, hay que abordar de inmediato los problemas que presenta». Estas palabras con las que comienza el último informe de la UNESCO sobre el discurso del odio en la red describen a la perfección el enfoque con el que se ha escrito este libro.

No pretendemos demonizar una tecnología que ha revolucionado nuestra forma de vivir y que ofrece cada día la posibilidad de ac-ceder a una cantidad de conocimiento inconcebible hace tan solo unos años sin movernos siquiera del sofá. Nosotros no vamos a de-jarnos llevar por la nostalgia y a añorar los viejos tiempos, así que no tendrás que tragarte ningún discurso neoludita sobre los daños que causan las nuevas tecnologías.

Empezar un libro con la explicación de lo que no contiene es una forma un tanto rara de presentarlo, pero pretendemos despejar cualquier duda al respecto. A principios de los años 90 del siglo pasado, el investigador inglés Tim Berners-Lee, del laboratorio de física del CERN de Ginebra, decidió poner a disposición del mun-do entero el proyecto en el que había trabajado hasta entonces: internet. Por lo tanto, la red por la que navegamos y que usamos para acceder a los sitios web y las redes sociales nació en un medio científico, para compartir la información y el conocimiento. Los primeros veinte años de su existencia, al igual que las dos primeras décadas de la vida de una persona, fueron tiempos de entusiasmo,

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optimismo, fascinación y, en cierto modo, ilusión. Hasta comien-zos de los 2000, cuando internet se volvió «mayoritario», se abrazó como la tecnología que resolvería gran parte de los problemas de la humanidad y se infravaloraron los riesgos, que se trataron como casos aislados derivados de un exceso de preocupación. En los últi-mos tiempos, los que coinciden con el periodo de «madurez» de la herramienta, que ya casi cumple treinta años, ha surgido un pano-rama completamente distinto, repleto de preocupaciones, miedo y alarma por ciertos fenómenos que se expanden por la red.

El libro que estás a punto de leer aspira a profundizar en algunas de las facetas más oscuras de internet mediante informaciones, datos y estudios para ofrecer una amplia perspectiva de los fenómenos más peligrosos que habitan la red y proponer soluciones y remedios para contrarrestar ciertas dinámicas que parecen fuera de control. En definitiva, esperamos contribuir a desenrarecer el ambiente di-gital.

Partimos de la premisa de que las noticias falsas, los bulos, las le-yendas urbanas y las teorías conspirativas de los últimos años, amplificadas mediante canales como Facebook o Twitter, se han convertido en un importante objeto de debate público, hasta tal punto que se considera un peligro para la integridad de la demo-cracia. Y no es para menos: detrás de las noticias falsas que llegan a nuestro perfil o a nuestro WhatsApp subyacen grandes campañas de propaganda y equipos de personas a las que se les paga para di-

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fundir los bulos con el objetivo de favorecer a un partido político concreto o desestabilizar un país. Es decir, existen personas sin escrúpulos que se lucran del prójimo y a quienes no les tiembla la mano a la hora de poner en riesgo la salud pública, por no hablar de los daños que pueden causar los discursos de odio o las amenazas de los haters, como se llama a los usuarios que utilizan las redes sociales para verter graves insultos y amenazas raciales, sexuales o políticas. Cuando pasan al plano de lo personal, entonces se habla de ciberacoso, una realidad con la que han tenido que lidiar niños y adolescentes de todo el mundo.

Estos fenómenos no nacieron con internet, pero han aprovecha-do su potencial para volverse mucho más peligrosos. Las institu-ciones, las fuerzas del orden y las propias plataformas sociales han tomado medidas para contrarrestarlos —aunque muchas veces lle-gan demasiado tarde—, pero la mejor forma de enfrentarse al lado oscuro de las redes es conocer dichas situaciones y saber cómo re-accionar si nos topamos con ellas. Ese es justo el objetivo de este libro.

INTRODUCCIÓN

Esta frase jamás la pronunció Mark Twain ni tampoco Winston Churchill, sino que procede de un libro de Jonathan Swift. Sin embargo, si la buscas por internet, verás que se ha atribuido erróneamente a decenas de personajes históricos.

«Una mentira puede dar la vuelta al mundo antes de que la verdad tenga tiempo de abrocharse las botas».

Abraham Lincoln, 16.º presidente de los Estados Unidos de América.

«Soy un firme creyente en las personas. Si se les ofrece la verdad, se puede confiar en ellas para hacer frente a cualquier crisis nacional. La cuestión es presentarles los hechos reales».

capítulo 1

De la antigua

Grecia a

Hitler

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¡Qué antiguas son las noticias falsas!

El primer bulo que hay que desmentir es pensar que antes de la universalización de internet y de las redes sociales las noticias fal-sas no existían. El ser humano siempre se ha servido de la inven-ción y la difusión de información falsa o engañosa y la propaganda para obtener apoyo y consenso, cambiar el rumbo de una guerra, difamar a un adversario o enriquecerse. Con la evolución de la tecnología, los instrumentos de difusión han cambiado —desde las cartas hasta los periódicos; desde la radio y la televisión hasta internet y los teléfonos móviles—, pero la esencia es la misma.

Existen muchos ejemplos de bulos en la historia. Ya en el 300 a. C., el filósofo griego Teofrasto de Éreso, discípulo de Aristóteles, describe en su obra Los caracteres al «inventor de noticias falsas»

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y explica su técnica: «Sus discursos son intachables, nadie puede encontrar nada de lo que quejarse, [...] pero, si se les pregunta si se lo creen, te responderán que sus afirmaciones ya han dado la vuelta a la ciudad y en que todos coinciden y cuentan la misma versión». En la Antigua Roma, Octaviano hizo circular rumores que tachaban a Marco Antonio de ser un alcohólico incapaz de razonar por sus sentimientos hacia Cleopatra para ganarse así el favor de los roma-nos en la lucha por el poder.

En la Edad Media destaca la Donación de Constantino, un bulo que usó la Iglesia católica durante siglos. Se trata de un documento en el que se afirmaba que el emperador romano del siglo iv d. C. había legado al papa la supremacía sobre el resto de las iglesias, así como el control del territorio y la propiedad en Europa y Oriente. La Iglesia utilizó la Donación —que probablemente se inventó a fi-nales del siglo viiipara legitimar el poder de los papas, y se cita incluso en la Divina comedia de Dante. Se desmintió a mitad del siglo xv, pero los papas se aferraron a ella para justificar su inter-vención en cuestiones legales tras el descubrimiento de América, a finales de ese mismo siglo.

Las noticias falsas también pueden atender a razones económi-cas, como el caso de la noticia de la muerte de Napoleón en 1814, cuya difusión disparó las especulaciones financieras en la Bolsa de Londres, o el del ficticio descubrimiento de vida en la Luna de mitad del siglo xix, publicado en los reportajes de un periódico que pretendía disparar sus ventas.

Los periódicos comenzaron a divulgar noticias falsas a principios del siglo xx, en Nueva York, cuando se disputaban a los lectores

DE LA ANTIGUA Grecia a Hitler

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mediante noticias inventadas o titulares sensacionalistas concebi-dos para aumentar las tiradas. En uno de ellos se afirmó que la noti-cia real del hundimiento del acorazado estadounidense USS Maine en La Habana en 1898 se debió al ataque del torpedo de un navío español, lo que contribuyó a crear un clima de tensión que, en po-cos meses, derivó en la guerra entre España y Estados Unidos —los análisis posteriores han demostrado que el USS Maine se hundió a causa de una mina o una explosión interna—.

Ya más cerca de nuestra época, a principios del siglo xx, se difun-dieron en Rusia Los protocolos de los sabios de Sión, un docu-mento en el que unos supuestos ancianos judíos enseñaban a sus discípulos técnicas para hacerse con el poder mediante el control de la prensa, la economía y el Gobierno. Aunque se trataba de un bulo creado por la policía secreta del zar, el texto corrió como la pólvora entre los movimientos antisemitas de Europa y del resto del mundo y desempeñó un papel fundamental en la propaganda de la Alemania nazi de Adolf Hitler. La supuesta existencia de una estrategia judía para someter al resto de los pueblos caló fuerte en el imaginario de de xxy convirtió la perfecta promulgar raciales crear campos concentración, se a una final costó vida seis de En actualidad, falso to aún internet entre grupos extrema e lo fomenta odio alimenta sed sangre.