STORY

COACHING

Taller

de

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COACHING

Taller

de

Gabriel García de Oro

el poder de las historias al servicio

de tu crecimiento personal

Prólogo de Pilar Jericó

© del texto: Gabriel García de Oro, 2021.© del prólogo: Pilar Jericó, 2021.

Ilustraciones de interior: Eva Janàriz

© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, SLU, 2021.

Av. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona

www.rbalibros.com

Primera edición: octubre de 2021.

ref.: odbo977

isbn: 978-84-9187-910-7

realización de la versión digital el taller del llibre, s.l.

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito

del editor cualquier forma de reproducción, distribución,

comunicación pública o transformación de esta obra, que será

sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse

a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org)

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(www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Todos los derechos reservados.

No puedes volver atrás y cambiar el principio,

pero puedes comenzar donde estás y cambiar el final.

c. s. lewis

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CONTENIDO

Prólogo11

Sobre 15

Sobre «Taller de storycoaching»17

INTRODUCCIÓN23

Storytelling, el arte de contar historias25

Tus cuatro herramientas principales30

Herramienta número 1: la mirada31

Herramienta número 2: la palabra37

Herramienta número 3: el tono42

Herramienta número 4: la creatividad46

Las emociones y creencias también tienen forma de historia55

Las emociones, lo que nos cuenta el mundo57

Las creencias, lo que nos contamos a nosotros mismos70

NUDO79

El tema, ¿de qué diablos estamos hablando?81

El propósito, el tema de los temas85

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CONTENIDO

«Make me care»93

La estructura de cualquier historia95

Introducción. El mundo ordinario y la aparición del antagonista109

Nudo. Los obstáculos que nos ayudan a avanzar117

Desenlace. El final emocional124

Haciendo avanzar al protagonista131

La trama 132

El escenario 132

Los personajes 133

La motivación134

El arco del personaje 134

Los deseos y las necesidades 136

El protagonista que necesitas ser143

El héroe clásico 145

El héroe everyman 146

El superhéroe 147

El héroe trágico 150

El héroe épico 153

El antihéroe 156

Arquetipo o el tipo que sueles ser160

Orientación a las personas163

Orientación al cambio165

Orientación a uno mismo167

Orientación al orden y al control169

Los distintos tipos de viaje172

El viaje interior 174

El viaje físico 174

El viaje al infierno 176

El viaje mítico 177

El viaje social 179

El viaje del héroe181

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CONTENIDO

Si quieres llegar lejos en tu viaje…198

El mentor 200

El heraldo 201

El guardián del umbral 202

El bufón 204

El camaleón, la figura cambiante 204

El embaucador 205

La sombra 206

DESENLACE209

El final no es el final211

Bibliografía y unicornios213

Agradecimientos219

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Prólogo

Una de las frases que más me han acompañado a lo largo de mi vida se le atribuye a Milton Erickson, un famoso psiquia-tra norteamericano: «Nunca es tarde para una infancia feliz», dijo allá por el siglo pasado. Si reflexionas sobre ella un poco, verás que es profunda y alentadora, que no solo sirve para aplicarla a nuestros primeros años de vida, sino también a nuestra vida adulta. Las personas tenemos la libertad de rein-terpretar nuestro propio pasado e, incluso, de superar aque-llas dificultades que pudiéramos vivir. Pero no solo podemos revisar lo que contamos para avanzar, sino que incluso noso-tros mismos estamos hechos de historias, las que nos repeti-mos sobre lo que debería ser el mundo, o uno mismo, o las que utilizamos para entender lo que nos rodea. En otras palabras, somos creadores de nuestros propios relatos.

El yo es un conjunto de historias que nos sirven para jus-tificarnos, para comprendernos o para diferenciarnos de los otros. Nuestra identidad está tejida de anhelos, de pequeñas victorias o de errores, de emociones pegajosas como el miedo o de otras que nos permitieron volar. En definitiva, relatos y relatos que nos repetimos en silencio y que nos configuran. Por ello, me atrevo a ampliar la reflexión atribuida a Erick-son: nunca es tarde para tener un futuro más satisfactorio, en donde nos sintamos mejor con nosotros mismos. Y esto pasa, una vez más, por reescribir los relatos que nos ayuden a cons-truir el futuro que deseamos. O como dice Gabriel García de

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PRÓLOGO

Oro, por el storycoaching o el arte de contar historias como camino de crecimiento personal.

De pequeños crecimos con cuentos, que nos sirvieron para conciliar el sueño, pero también para aprehender valores o ac-titudes inconscientes, que se quedaron almacenados en algún lugar de la memoria y que nos condicionan sin que nos de-mos cuenta. Héroes, princesas, malvados, reinos deseados, el «bueno» o el «malo»… se han ido incorporando a nosotros a través de relatos o de personajes que encarnaban los distin-tos arquetipos. Así aprendimos de pequeños, pero así segui-mos haciéndolo.

El cine, la literatura o la publicidad no dejan de ser venta-nas a otras leyendas, relatos o cuentos que nos conmueven, nos hacen vibrar o nos ayudan a soñar. Sin embargo, lo que resulta realmente novedoso es utilizar toda esa capacidad en el arte de ser una mejor versión de uno mismo, que es lo que nos propone Gabriel con este magnífico libro.

El concepto de storycoaching me ha fascinado. Habitual-mente, en el mundo del crecimiento personal se aportan herra-mientas para superar miedos o para conquistar sueños, pero no siempre se despierta al narrador que habita en nosotros. Por eso me resulta tan interesante, porque es innovador y pro-fundamente útil para cualquier persona. Además, está escrito a modo de taller, con una cercanía tal que parece que Gabriel nos lo explica a cada uno de nosotros. Como no podía ser me-nos, su narrativa está extraordinariamente hilvanada, como buen escritor de cuentos y novelas, que combina junto a su fa-ceta de director creativo. A través de sus páginas te invita a recorrer la potencia de las narrativas en nuestra vida, la im-portancia de crear aquellos relatos que nos ayuden, que con-tengan su introducción, nudo y desenlace. Para todo ello, nos propone adentrarnos en el análisis de las estructuras de las buenas historias, reconociendo las fases, así como los elemen-tos que han de tener y sus personajes. También nos invita a vi-sitar los distintos héroes que podemos despertar, a analizar las

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PRÓLOGO

fases de los viajes o los doce arquetipos en los que los persona-jes o nosotros mismos podemos habitar en nuestras historias. Todo ello, además, lo salpica con poesías, con información va-liosísima y pequeños relatos que inspiran (confieso que he to-mado muchas notas de su manuscrito).

Este libro es un taller, lleno de ejercicios prácticos, reflexio-nes y unos cuantos unicornios para poder seguir explorando el arte de contar historias. Pero los buenos libros, aquellos que dejan huella, nos conmueven, y esto solo se consigue cuando el autor no solo narra, cuenta algo interesante de lo que pode-mos aprender, sino también se expone y permite al lector aso-marse a conocer quién está detrás de las palabras. Esto lo ha conseguido el autor con las páginas que tienes en tus manos. Gabriel ha explicado los hallazgos que ha ido aprendiendo a lo largo de sus años de experiencia, ha compartido anécdotas con su hijo, algunas incertidumbres e, incluso, su propio ca-mino en el descubrimiento de su propósito, el cual es «alen-tar los sueños de las personas a través de las historias, tanto de las que yo creo como de las que se pueden crear ellos mis-mos». Así lo ha conseguido en estas páginas.

Por último, considero que Gabriel es uno de los autores a los que vale la pena seguir. Le conocí hace años a través de El País Semanal y de sus libros y ahora le leo a mi hijo de cuatro años sus cuentos, ya que combina el arte de contar historias con creatividad y con el conocimiento de las emociones y del ser humano. Por eso resulta tan inspirador.

Felicidades, Gabriel, por este libro.

pilar jericó

Escritora y conferenciante

www.pilarjerico.com

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Sobre

En un mundo tan numérico, tan de cifras, tan de resultados matemáticos, sigo, como tantas otras personas, creyendo que la diferencia está en dominar el arte de contar una buena his-toria, es decir, el arte del storytelling. A eso dedico mi vida, a eso me dedico en todos los aspectos de mi vida.

Si hablamos de lo profesional, como director creativo ejecutivo y strategy advisor en la agencia de comunicación Ogilvy Barcelona, que un buen storytelling, consistente y verdadero, no solo conecta con el público objetivo, sino que también cohesiona e inspira a los equipos de trabajo y a la propia compañía.

Como autor de literatura infantil, juvenil y de no ficción, con más de cuarenta títulos publicados, siento que no hay mejor manera que un relato para hacernos crecer, soñar, ¡des-pertar!

Como articulista, con columnas de divulgación publica-das en medios como El País Semanal, Mente Sana, Cuerpo Mente o Expansión, por citar algunos, disfruto acercando pensamientos y hallazgos que descubro en mis múltiples pa-seos creativos por las historias y aprendizajes que hay en otras vidas, en otros relatos.

Como coach certificado por la International Coaching Fe-deration, soy muy consciente de que vivimos en las historias que nos contamos, y esos storytellings, claro, pueden ser po-sibilitadores o limitantes; conocer sus secretos es empezar a

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SOBRE

vivir una vida llena de significado, sentido y propósito. Sin duda, he aprendido que el camino que nos lleva a la autorrea-lización personal es un trayecto que haremos a través de una historia, de un storytelling. En eso creo y, desde ahí, creo. Ahora mi misión es que también creas y, como verás a lo largo de estas páginas…

¡Creer es crear!

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Sobre «Taller de storycoaching»

Este libro que ahora tienes entre tus manos habla de la im-portancia de las historias, no solo de las que contamos a los demás, que también, sino de aquellas que nos contamos a nosotros mismos. Porque estas historias no solo configuran nuestros recuerdos, también nuestros proyectos y formas de afrontar el futuro. Nuestros propios relatos pueden hablar de nuestro pasado cuando, por ejemplo, rememoramos una de-terminada situación. Ese recuerdo concreto adquiere forma de historia en tu cabeza y en tu corazón. Con sus personajes, sus héroes y villanos, sus escenarios y contextos, su estructura de introducción, nudo y desenlace… Y como en el fondo ese recuerdo es una historia, hace lo que mejor sabe hacer, conec-tar emocionalmente, conectar con lo más profundo de ti. Todo tu ser revive esa emoción que experimentaste sin distinguir si se trata de ayer o de ahora mismo. Ese es el colosal poder que encierran las historias. Pero hay más.

Las historias que te explicas no solamente hablan del pa-sado, también lo hacen de tu presente. Quién estás siendo hoy, por ejemplo, en el trabajo, en tu relación de pareja, como pa-dre, madre o en relación con tus sueños y expectativas. Quién estás siendo aquí y ahora e, incluso, cómo te sientes. Todo esto también tiene forma de historia, es puro storytelling. Por-que todos somos capaces de examinar el presente convirtién-dolo en una narración y, por tanto, preguntarnos si me siento bien en esa historia, si estoy siendo quien quiero ser o si, por el

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sobre «taller de storycoaching»

contrario, necesitaría estar en el presente de otra manera para alcanzar los objetivos que quiero conseguir en un futuro. ¡Fu-turo! Tal vez esta sea una de las características más mágicas de los cuentos que nos contamos a nosotros mismos. Porque nos pueden enseñar el camino para ser quien queramos ser. Pueden vislumbrar una ruta que, ahora mismo, parece envuelta en la más espesa de las nieblas, pero que de esclarecerse nos acer-cará a la persona en la que deseamos convertirnos. O nos po-sibilitará el tipo de trabajo que queremos tener, o los sueños que no quiero que se queden dormidos en mi vida… Pasado, presente y futuro, como los maravillosos fantasmas de Can-ción de Navidad, de Charles Dickens (ya que estamos y esta-remos hablando de cuentos, empecemos por esta maravilla).

Así que… sí, este es un libro acerca de storytelling, del arte de contar historias, pero también es un libro de coaching, de desarrollo personal. En el fondo, y como espero que compar-tas conmigo cuando lleguemos juntos al final del viaje, no puede ser de otra manera. Coaching y storytelling van de la mano, estoy convencido de ello. Y justo ahí late este nombre inventado de storycoaching, que no es ni más ni menos que una herramienta de descubrimiento a través de conocer cómo funcionan las historias que funcionan y, de este modo, usar este conocimiento para hacer funcionar tu propia historia. La tuya, la que quieras contarte a partir de ya mismo.

Toda narración poderosa tiene sus leyes. Sus secretos. Su estructura interna y sus trucos para llegar al espectador. Aquí sucede lo mismo, solo que, además, aprenderás a aplicar este conocimiento al diseño de la historia de tu vida, esa que te hará llegar al destino1 que quieres alcanzar, a las metas que

1 Fue mi amigo Jordi Nadal, entusiasta lector y crucial editor, quien me hizo darme cuenta de que en el idioma español sucede algo maravilloso con la palabra destino. Si le cambias las letras de orden, obtienes sentido. Destino y sentido, mismas letras en distinto orden. Así que, tal vez, tra-bajar y avanzar hacia nuestro destino es tener una vida llena de sentido…

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sobre «taller de storycoaching»

quieres lograr y a la vida que quieres obtener. Porque lo bueno de que estemos hechos de historias, de que nosotros mismos seamos una gran historia en el universo narrativo de la huma-nidad, es poder intervenir en ellas. Tú, yo… todos podemos explicarnos el pasado de otra manera y orientarnos al futuro en la forma que más nos convenga. Y este es el gran objetivo del libro, que puedas llevarlo a tu vida, que todo lo que leas y creas que puede ser de utilidad lo compartas, lo vivas, ¡lo prac-tiques! Es por eso por lo que voy a pedirte un poco de colabo-ración, porque los miles y miles de palabras que hay aquí no tendrán sentido si no las incorporas a tu realidad, si no las utilizas para ser el autor de tu propia historia. Como verás, se pueden hacer muchas cosas con las palabras... y digo hacer en un sentido de construir, de fabricar... lo iremos descubriendo. Por el momento, esto: ¿cómo lo haremos? Con los ejercicios que irás encontrando en cada uno de los capítulos, diseñados especialmente para poner en práctica cada uno de los pasos. Aquí siempre me acuerdo de Benjamin Franklin y su inspira-dora: «Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo». Pues bien, estos ejercicios tienen la intención de involucrarte y de que aprendas haciendo.

Sí, estoy convencido de que estos ejercicios te van a ser-vir, es decir, los puedes poner a tu servicio. Pero, atención, porque no se trata de hacerlos una vez y ya está. Son ejerci-cios que puedes hacer tantas veces como quieras o necesites y, por descontado, adaptar o buscar nuevas y más sofistica-das versiones. Te invito a practicar. Es algo así como el gim-nasio. No basta con correr veinte minutos de cinta o hacer cien flexiones un día. Para mantenerse en forma es indispen-sable entrenar, investigar, retar a nuestras capacidades, ex-plorar nuevos caminos. Esa es la idea de cualquier gimnasio y, claro, de cualquier taller. Los ejercicios te dan la oportu-nidad de poder ir afilando esas herramientas que todos tene-mos, aunque de no usarlas puede que se hayan oxidado un poco, si bien estar, están.

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sobre «taller de storycoaching»

No es casualidad que todo esto que ahora estoy escribiendo tenga su origen en los talleres de storytelling que desde hace años imparto en Brother, la escuela de creatividad más pre-miada del mundo. Fue allí, al ir trabajando con mis alumnos, que nos dimos cuenta de que todo lo que servía para diseñar una historia de ficción (en cualquiera de sus formas, géneros o disciplinas) podía aplicarse perfectamente a uno mismo. Re-cuerdo un caso y un comentario que hice a un relato que leyó una chica:

—Está muy bien escrito, pero aún no es una historia.

—¿Por qué? —contestó ella, sin saber si alegrarse por la feli-citación o preocuparse por no tener aún una historia completa.

—Porque solo hay introducción, falta el nudo y el desenlace.

—¡La historia de mi vida! —contestó ella.

En cualquier otra situación la clase entera hubiera explo-tado en una sonora carcajada. No fue así. Un silencio nos cruzó por dentro y, esta vez, la ausencia de palabras no signi-ficaba que no tuviésemos nada que decir, sino que cada uno, en nuestro interior, nos estábamos diciendo muchas cosas, es-tábamos viendo nuestras propias historias desde este punto de vista. Y ocurrió la magia. Por ejemplo, un alumno com-partió que se había dado cuenta de que hacía bastante tiempo que, en lo relativo a buscar trabajo, estaba atrapado en la in-troducción:

—Quiero cambiar de trabajo. El que tengo no me llena y estoy dispuesto a hacer lo que haga falta para cambiar, pero no he pasado al nudo todavía.

Entonces le dije qué necesitaba esa historia para avanzar, para entrar en el nudo… que la mirase como si fuera pura fan-tasía, como si él no fuera el protagonista:

—Sé el creador y pregúntate qué tipo de emociones re-quiere el personaje para ponerse en marcha y avanzar.

Antes de contestar le invité a escribirlo en un papel porque así, escritas, las palabras tienen otro peso. Tal vez ya no pue-den volar, pero atraviesan el tiempo. El caso es que lo escri-

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sobre «taller de storycoaching»

bió y, créeme, en menos de un año ese chico me escribió, en esta ocasión un correo electrónico, para informarme de que lo había conseguido, de que había encontrado un trabajo en el que se sentía bien, feliz y con un camino por recorrer que sentía como propio.

Y así fue como entre los alumnos y alumnas fuimos cam-biando el sentido de los ejercicios, creando otros que nos pa-recían más adecuados y, poco a poco, dándole forma a algo nuevo, a algo que ya no era un taller acerca de crear y escri-bir historias que funcionan, sino de crear aquellas que quere-mos vivir. Entonces, al darme cuenta de la transformación que había sufrido el taller, le comenté a Mauro Suárez, uno de los fundadores de Brother, que valdría la pena crear un taller es-pecífico de storytelling orientado a la orientación de las pro-pias vidas, valga aquí el juego de palabras. Él, conocedor de mi formación en coaching, soltó:

—¡Llámale storycoaching!

¡Bum! Te lo imaginas, ¿verdad? Pues no te equivocas. Nos encantó. Nos vimos reflejados en esa creación fruto de una mente brillante y orientada a la educación de los jóvenes que no se conforman... Vaya, que así fue y aquí estamos, ahora, y yo. A punto de empezar lo que espero que sea una gran his-toria. Tu gran historia.

Una cosa más. ¡Prepara una libreta! Una nueva, por estre-nar, como el futuro que estás a punto de crear. Personalízala, hazla tuya, propia y personal. Convierte ese puñado de hojas vacías en tu libro en blanco, en tu espacio de crecimiento, en tu laboratorio de creatividad. Haz allí los ejercicios. Escríbe-los y tenlos, a modo de diario, todos juntos. En el presente, y en un futuro no muy lejano, te servirá de guía, de brújula, yte ayudará a recuperar y hacer de nuevo aquellos ejercicios que más te hayan gustado o que más te hayan inspirado o, por qué no, que más te hayan costado. Incluso, algunos a los que no encuentres utilidad hoy o sientas que están lejos de tu realidad, mañana pueden ser cruciales para ti. Yo mismo hago

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sobre «taller de storycoaching»

una y otra vez los ejercicios que encontrarás aquí. ¿Por qué? Para no olvidarlos, para no perder la forma y para seguir cre-ciendo con ellos. Piensa en Lebron James, en Rafa Nadal o en Carolina Marín, da igual, sea baloncesto, tenis o bádminton. Los tres entrenan, se dedican, repiten una y otra vez los mis-mos movimientos para llegar en plena forma al partido, llenos de confianza y seguridad en mismos. Pues aquí lo mismo. La libreta es el campo de entrenamiento. La vida será el par-tido. Además, está demostrado que llevar un diario (este en forma de bitácora creativa) tiene grandes beneficios emocio-nales e incluso físicos.2

2 Si te interesa el tema de la escritura terapéutica y de los beneficios de llevar un diario, puedes consultar el artículo que escribí para Mente Sana titulado «Querido diario… ¡Me has cambiado la vida!», apare-cido el 22 de junio de 2020: https://www.cuerpomente.com/psicologia/desarrollo-personal/como-escribir-diario_1248.

INTRODUCCIÓN

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Storytelling, el arte de contar historias

Desde hace tiempo las empresas han entendido que el storyte-lling es una herramienta poderosa no solamente para vender sus productos o darles un valor diferencial, sino también para cohesionar a los empleados, crear una cultura corporativa, ge-nerar dinámicas positivas de equipos y, en definitiva, construir una imagen sólida que les permita incrementar los beneficios. Sí, en el universo del marketing, la palabra storytelling se repite tanto y tantas veces como pueden hacerlo, por ejemplo, ba-lance de resultados, recursos humanos o margen de beneficio. Sin embargo, y al contrario de lo que sucede con otros concep-tos, si hacemos una rápida búsqueda en internet para averiguar el padre o la madre del término storytelling, no conseguiremos demasiado. Así como en lo referido a marca personal (personal branding) podemos descubrir sus orígenes en un artículo en la revista Fast Company titulado «The Brand Called You» que es-cribió el gurú Tom Peters,1 cuando escarbamos en storytelling, como mucho encontraremos referencias de compañías que han sido grandes maestras en su uso, como pueden ser Coca-Cola, Apple o Patagonia, por poner algún ejemplo más reciente. Pero

1 Tom Peters es, probablemente, el coach más influyente del mundo, sobre todo desde el punto de vista empresarial. Uno de sus libros más populares es, sin duda, En busca de la excelencia, escrito con Robert H. Waterman Jr. Publicado en 1982, se ha llegado a calificar como el mejor libro de negocios de todos los tiempos.

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ningún creador o creadora en particular, ningún visionario en concreto. ¿Por qué? La respuesta es sencilla, el storytelling, el arte de contar historias pertenece a la humanidad.

Desde que los seres humanos empezamos nuestra aventura por este planeta, hemos contado historias, relatos, fantasías. Parafraseando a Vargas Llosa, hemos contado grandes menti-ras para contar grandes verdades. Y esto no es por casualidad, sino que se debe a que «nuestro cerebro se implica de forma di-ferente cuando explicamos una historia que cuando nos limita-mos a enumerar acontecimientos. Por ejemplo, al leer simples datos se activan en nuestro cerebro solamente las partes del lenguaje encargadas de descifrar su significado. Sin embargo, cuando esas mismas referencias forman parte de un relato o de una metáfora que va más allá de la mera descripción, tam-bién se activan las partes que el cerebro usa cuando estamos viviendo una experiencia real. Las historias consiguen involu-crarnos, nos emocionan, desarrollamos una mayor empatía, así como habilidades sociales complejas. Además, consiguen que el mensaje perdure, se entienda mejor e incluso que se esté más dispuesto a actuar».2 ¡Dispuestos a actuar! Claro, ¡cómo no iban a usar las empresas una herramienta como esta! Si quieres concienciar a alguien de la importancia de ser prudente cuando esté conduciendo, ¿qué crees que va a ser más eficaz, mostrarle las estadísticas de la Dirección General de Tráfico o contarle una historia de cómo las temeridades rompen vidas? Si queremos que alguien deje de fumar, le podemos enseñar los datos de cáncer de pulmón del Ministerio de Sanidad asocia-dos al tabaquismo o un testimonio real de alguien que ha es-tado a punto de perderlo todo por culpa de esta droga. Estos solo son dos ejemplos, tan crudos como reales, pero lo mismo sucede con transmitir los beneficios de la meditación o, incluso,

2 García de Oro, Gabriel, «No lo explique, ¡cuéntelo!», El País Se-manal, 27 de marzo de 2016, https://elpais.com/elpais/2016/03/18/eps/1458316834_250775.html

introducción

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que nos contraten en una entrevista de trabajo o conseguir una inversión para nuestro proyecto personal. Si queremos que la otra persona actúe, deberemos involucrarla a través de una historia. Porque ahí radica el gran poder de las historias bien contadas, que nos hacen sentir parte de ellas, de las que quere-mos ser parte, de las que estamos dispuestos a formar parte… Como decía la gran poeta estadounidense, Maya Angelou: «He aprendido que la gente olvidará lo que has dicho, olvidará lo que hiciste, pero no olvidará nunca lo que les hiciste sentir». Ese es el poder del relato, que nos hace sentir. Más allá de las palabras. Nos golpea y nos hace reflexionar acerca de nosotros mismos porque, en una historia bien con-tada, nos reconoceremos. Da igual que hable de hadas, elfos o de una civilización perdida, nos hará sentir, nos sentiremos parte y nos veremos a nosotros mismos.

Pero hay más, mucho más. El storyte-lling también puede servirnos para crecer, para evolucionar y convertirnos en personas plenas, satisfechas y felices, porque, al fin y al cabo, ¿qué es un cuento sin un final feliz?

La buena noticia es que este poder de las historias ya lo hemos usado, ya lo conocemos, el único problema es que lo he-mos olvidado o que ya no lo reconocemos. Pensemos. ¿Cuál es la etapa de nuestra vida en la que más hemos crecido? ¿En la que más hemos evolucionado? ¿En la que hemos pensado que todo era posible? ¡Exacto! ¡Nuestra infancia! Decía No-valis, el poeta y filósofo alemán, que ahí donde hay niños está la edad de oro. ¡Exacto! Volver a nuestra infancia es volver a nuestra edad de oro. Regresar a nuestras fuentes originales y descubrir que «gracias a los cuentos, los más pequeños apren-den. Muchas cosas. Veamos. Por ejemplo, estimulan su ima-ginación, es decir, su capacidad para crear imágenes. Y, claro, con las historias fomentan su creatividad a la vez que adquie-ren un lenguaje más rico, acertado y profundo. Es curioso que tanto la imaginación como la creatividad son dos de las com-

Si queremos que la otra persona actúe, deberemos involucrarla a través de una historia.

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petencias generales más demandadas en las nuevas realidades empresariales. Los cuentos también nos ayudan a desarrollar la empatía y a entender las emociones. A su vez, cuando con-tamos un cuento a un niño o a una niña, se estrechan los la-zos afectivos. Entre quien cuenta y quien escucha se produce la sutil magia de la compasión, entendida como el acompasar de dos corazones en el devenir de los protagonistas de la histo-ria que avanza. Más. No menos importante. Los cuentos nos preparan, en escenarios inventados y seguros, para vivir situa-ciones complejas. Y eso nos permite afrontar mejor el miedo, la ira, la pena, la pérdida, la alegría, el asco... Y todo dentro de un entorno controlado».3

A mi hijo Mauro y a sus amigos suelo hacerles una broma cuando me preguntan, con esa deliciosa impertinencia de la infancia, cuántos años tengo. Yo, serio como si estuviese con-testando a mi gestora, digo que tengo ocho años. Ellos pro-testan, me acusan de estar mintiendo, pero yo, que sigo con mi cara de financiero aficionado, les respondo que es ver-dad y que, además, se lo puedo demostrar. Siguen con sus quejas, se forma ese coro de vocecillas chillonas y excitadas, alguno me tira de la manga, otros se ponen a saltar y a dar pa-tadas al aire, como queriendo alejar esas palabras, porque no hay nada que descoloque más a un niño que la certeza de queun adulto está mintiendo, aunque eso daría para otro libro. El caso es que al final les confieso que tengo ocho años. Y nueve. Y diez. Y veinte, y así hasta todos los que ya tengo. Y que, de la misma forma, ellos no solo tienen nueve años o diez, también seis y cuatro. Al final, tanto mi hijo como sus amigos se van un poco decepcionados porque yo, algo co-queto, no les quiero confesar la última edad que he cumplido. En mi defensa diré que, como sabes, a los niños cualquier ci-fra que pase de los veinte les resulta difícil de imaginar, una cifra digna de compasión. Tal vez porque son demasiadas ve-

3 García de Oro, Gabriel, «El cambio que deseas», Mente Sana, núm. 150.

introducción

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las en un pastel, imposibles de apagar de un solo soplido a no ser que seas un lobo con unos buenos pulmones.

Esta anécdota la uso recurrentemente en los talleres de sto-rytelling para convencer a los asistentes que tenemos muchas edades y que los cuarenta incluyen los treinta y los siete y que, siendo conscientes de esta obviedad, podemos volver a esos aprendizajes para traerlos al presente y que, así, nos vuelvan a dar el mismo servicio que nos dieron. Por tanto, podemos vol-ver a nuestros héroes y heroínas de la infancia, que, a través de sus historias, nos hicieron soñar, entender y descubrir la magia que habita en nosotros. Es muy posible que las rutinas, el día a día y una falsa concepción de lo que es madurar hayan en-terrado esos primeros cuentos que nos transmitieron poder, que nos hicieron sentir capaces de todo. Da igual. Lo bueno de las cosas enterradas es que se pueden desenterrar en forma detesoro, ¡si no que se lo pregunten a los piratas!

¿Qué te parece, entonces, si para empezar a reconectar con el poder de las historias vuelves a conectar con los cuentos de tu infancia?

EJERCICIO Tus cuentos de la infancia

Piensa en los que fueron tus cuentos favoritos en la infancia, aquellos que te vienen ahora a la mente. Inaugura tu libreta contestando a estas preguntas:

¿Quién te los contaba? ¿Recuerdas dónde? ¿Qué sentías?

¿Qué te enseñaron esos cuentos? ¿En qué crees que te ayudaron?

¿Qué pueden enseñarte ahora? ¿En qué te pueden ayudar ahora?

¿Quién lo protagonizaba? ¿Qué crees que te diría hoy si quedaseis para tomar un café?

Si tienes la oportunidad de volver a entrar en esos cuentos, hazlo. Léelos ahora. Verás que algo se enciende dentro de ti.

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Tus cuatro herramientas principales

Pues bien, esto es un taller. En forma de libro, pero un ta-ller que funciona como cualquier otro, por lo que ha llegado el momento de que te familiarices con las cuatro herramien-tas principales que primero vas a descubrir y con las que después practicarás. Si te fijas, he dicho descubrir. Uso esta palabra en su sentido más etimológico. Imagínate que es-tás entrando a un antiguo taller que lleva cerrado mucho tiempo. Levantas la persiana, enciendes la luz y empiezas a ver el polvo revoloteando por el aire, casi como si te diera la bienvenida. Desde la entrada compruebas que todo sigue en su sitio. En medio, reclamando un espacio protagonista, una gran mesa de madera, marcada con lo que parecen cica-trices. sabes que no lo son, se trata de las señales del tra-bajo que allí se realizaba. ¿Tal vez estés pensando en un taller de carpintería? Yo sí, pero permítete dejar volar la imagina-ción, pues, cuanto más libre vuele, más alto lo harás tú. El caso es que en ese taller también observas, apartados en un rincón, lo que a unos ojos infantiles les parecería una serie de fantasmas pequeños. Tal vez lo sean, porque allí están tus herramientas, ahora cubiertas, como se hace con los muebles cuando uno prevé una larga temporada fuera de casa. Ahora has vuelto a casa, toca des-cubrir esas herramientas, sacar-les la cobertura. En este taller de aquí, el de estas páginas, estas herramientas no son extrañas. Son tuyas. Pertenecen a todos los seres humanos. Lo que pasa es que unos las usan más que los otros. Simplemente eso.

Ha llegado el momento de desempolvar las cuatro herra-mientas básicas del arte de contar historias. Vale la pena recor-dar que hay muchas más, tantas como te convengan, digamos que esto es solamente un starter pack. Cuando empieces a avanzar por el camino del storyteller mismo irás comple-tando tu caja de herramientas. Pasa en cualquier arte, y esto lo es: el arte del storytelling aplicado a tu desarrollo perso-

introducción

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nal. Así que, una vez más, permítete adaptarlas, recrearlas y manipularlas de tal manera que te sean de utilidad, que se adapten a ti, y no al revés. Además, a lo largo del camino se-rás capaz de fabricar tus propios recursos. Esa es la clave. Y vuelvo al arte o artesanía, ¡qué más da! El caso es que el arte es eso, una manera especial, propia y par-ticular de ejercer alguna disciplina. No se puede competir. Sería absurdo decir que todos los escultores deben esculpir como Miguel Ángel porque fue el mejor y punto. El arte no es así, que existan ar-tistas considerados excelentes no signi-fica nada para quien empieza, salvo que tal vez pueda aprender e inspirarse en sus obras para incorpo-rarlas a su propia visión.

Lo mismo ocurre con los ejercicios. Te voy a proponer al-gunos que a lo largo de los años he comprobado que funcio-nan para mantener las herramientas afiladas. Y cuando digo que lo he comprobado no solo me refiero a que lo he compar-tido con los alumnos (incluso hoy me llegan mensajes de que siguen usándolos y les siguen sirviendo), también hablo de mí. Aun hoy sigo haciendo estos ejercicios regularmente para mantenerme en forma, para que mi cabeza, mi creatividad y mi capacidad de contar historias no se atrofie. Pero hay más. descubrirás más, podrás crear los tuyos propios.

Herramienta número 1: la mirada

Empecemos con Sherlock Holmes, uno de los héroes que más me han inspirado y acompañado a lo largo de mi vida. Como tantos miles de fans, me siento fascinado por sus casos, por su manera de resolverlos y por todo el universo que creó sir Arthur Conan Doyle. Tan poderosa es esta ficción que, según una encuesta publicada en 2008 por la cadena UKTVGold, el 58 % de los jóvenes británicos cree firmemente que Sherlock

El arte es una manera especial, propia y particular de ejercer alguna disciplina. No se puede competir

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Holmes existió realmente, dato curioso teniendo en cuenta que el 23 % de estos mismos encuestados declaraba que Wins-ton Churchill, primer ministro británico durante la parte más oscura de la II Guerra Mundial, es un personaje de ficción. Como puedes comprobar, aquí tenemos el poder de la narra-tiva en su máximo esplendor. Pero no vamos a detenernos en esto, sino en cómo este personaje es el primer superhéroe de la historia, el modelo en el que se edificó toda esta mitología mo-derna que bien podría competir con los dioses griegos.

Como todo superhéroe que se precie, Sherlock Holmes po-see un uniforme fácilmente reconocible: gabardina que hace las funciones de una heroica capa, gorro de caza que le cu-bre parte del rostro como un antifaz y su inseparable pipa, elemento que cierra su caracterización. Así como Batman se resguarda en la Batcueva o Superman en la Fortaleza de la Soledad, el detective lo hace en el 221B de Baker Street. Hay más, porque Holmes no va solo, le acompaña Watson, ¿no nos recuerda a Robin o a Bucky del Capitán América? ¡Ah!, y también trabaja en un laboratorio con una tecnología muy avanzada para su época, como puede hacer Iron Man, el pro-pio Bruce Wayne o el doctor Robert Bruce, es decir, el increíble Hulk. Y si hablamos de amor, pues claro, nuestro superhé-roe victoriano está perdidamente enamorado de una ladrona, Irene Adler, como Batman siente una atracción fatal por Cat-woman o Lobezno por la misteriosa y devastadora Fénix Os-cura. Y, por supuesto, el círculo no estaría completo sin el vi-llano, el antagonista, la némesis, como veremos capítulos más adelante. Moriarty es el reverso oscuro de Sherlock, al igual que Lex Luthor lo es de Superman, Joker de Batman…

Seguramente, de entre todos los superhéroes, es muy senci-llo establecer el paralelismo entre Holmes y Batman. Incluso, si pensamos en Alfred Pennyworth, el mayordomo de la man-sión Wayne, encontramos, por parte de Holmes, a la señora Hudson, que se preocupa de que nunca le falte una comida caliente ni una taza de cuando llegan las cinco de la tarde.

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No es casualidad. Las aventuras de Batman aparecieron en el sello DC Comics. DC por Detective Comics, ya que en sus primeros años de vida Batman era un detective que resolvía casos al más puro estilo de la novela negra. Por aquellos tiem-pos los superhéroes no habían virado hacia la ciencia ficción. Pero falta algo, ¿verdad? ¿Cuál es el superpoder del superhé-roe Sherlock Holmes? No es una superfuerza venida del espa-cio exterior como la de Superman. Tampoco es la capacidad de manipular la realidad, como tiene el Doctor Strange, o el sentido arácnido fruto de la picadura de una araña radioac-tiva, como le pasa a Peter Parker. El superpoder de Holmes es la observación. Mirar, tan sencillo como una mirada poderosa que le permite hacer deducciones increíbles y resolver los mis-terios más enrevesados. Cuando Sherlock entra en la escena del crimen activa esa mirada y consigue ver lo que el inspector Lestrade (otro paralelismo con Batman, por cierto, y el comi-sario Gordon) no es capaz de percibir. Lo tiene delante de los ojos, pero se le pasa por alto. El inspector no está entrenado en la mirada atenta, activa y de presencia plena. Pues bien, esta es la primera herramienta que necesitas descubrir: la mirada, la observación y la percepción del entorno.

En cualquier actividad creativa la mirada es vital, abso-lutamente fundamental. Crear empieza por una particular forma de mirar. ¡Darse cuenta para poder contar! Es como un axioma básico, una consigna llena de energía transforma-dora, así que la voy a repetir: ¡darse cuenta para poder contar! ¿Cómo se hace eso?, puede que te estés preguntando. Pues la clave es mirar el mundo que habitamos con curiosidad infan-til, ¿recuerdas? Como si fuera nuevo, por estrenar. Como si es-tuviésemos por primera vez en esa misma habitación en la que llevamos años estando, pero que ya hemos dejado de ver. De-cía Marcel Proust, el gran novelista francés autor de En busca del tiempo perdido, que el verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nue-vos ojos. Esos ojos nuevos, incluso, van más allá de los ojos

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